“Nunca se supo quien lo mató”
Roberto Cañas
Realmente en El Salvador es difícil perder la capacidad del asombro, el domingo 26 de julio en un periódico matutino la Alcaldesa de Antiguo Cuscatlán en una entrevista hace declaraciones impresionantes: “A Monseñor Romero lo hicieron mártir innecesariamente. Nunca se supo quien lo mató, unos dicen que fueron los de ARENA, otros dicen que fueron los mismos del FMLN. Aquí se tiran una pelota, lástima que nunca se averiguó bien quién lo mató”.
Señora Alcaldesa: sí se sabe quien lo mató, es muy fácil saberlo es conocido y está escrito desde 1993, cuando el Secretario General de Naciones Unidas envió una carta dirigida al Presidente del Consejo de seguridad por la que se trasmite el informe presentado el 15 de marzo de 1993 por la Comisión de la Verdad.
Para la Comisión de la Verdad la muerte de Monseñor Romero es un caso ilustrativo de “asesinatos de los escuadrones de la muerte”. En el resumen del caso la Comisión concluye lo siguiente:
Existe plena evidencia que:
a. El ex mayor Roberto d’Aubuisson dio la orden de asesinar al Arzobispo y dio instrucciones precisas a miembros de su entorno de seguridad, actuando como “escuadrón de la muerte”, de organizar y supervisar la ejecución del asesinato.
b. Los capitanes Álvaro Saravia y Eduardo Ávila tuvieron una participación activa en la planificación y conducta del asesinato, así como Fernando Sagrera y Mario Molina.
Señora Alcaldesa, tenga la seguridad que sí se averiguó bien, quien mató a Monseñor Romero.
Estoy convencido que las declaraciones de esta funcionaria pública no se pueden dejar pasar y guardar silencio. Hay que hacer honor a la verdad. Y decirle Señora, que no se hace mártir innecesaria o necesariamente a nadie. Es un crimen matar a una persona por sus creencias, convicciones o causas.
Las declaraciones de la Señora Alcaldesa nos deben permitir reflexionar acerca de la necesidad de hacer de la Memoria Histórica una política de Estado destinada al recuerdo de quienes padecieron persecución política o ideológica durante el conflicto armado. El establecimiento de la verdad, y el conocimiento de la historia, es un derecho de todos y todas, especialmente de los jóvenes que no vivieron entre los años de 1980 y 1991 cuando nuestro país estuvo sumido en una guerra civil.
Es necesario un despliegue de políticas públicas dirigidas a la recuperación, conmemoración y fomento de la memoria histórica, se debe impulsar la organización de actividades divulgativas, de investigación, formación que permitan conocer la verdad.
También, de una vez por todas, se debe hacer un esfuerzo por la creación de una cultura de paz que esté fundada en valores, actitudes y comportamientos que tengan como fin preservar la vida, la dignidad humana, la libertad y la convivencia armónica de la población salvadoreña. Desarrollar estrategias dirigidas a los estudiantes con miras a educar ciudadanos solidarios y responsables, respetuosos de la dignidad humana. Elaborar un proyecto de transformación curricular: para tener asignaturas de cultura de paz: Garantizar que en todos los niveles del sistema educativo se imparta una cátedra de Cultura de Paz con contenidos especializados en solución de conflictos, dialogo y negociación.