– Lunes, 18 de Junio de 2007 hora 11:31
Dagoberto Gutiérrez
El doctor Guillermo Ungo era pequeño de estatura y de una complexión fuerte, todo él parecía consolidado; pero su pensamiento político era lo más fuerte que él tenía, era armonioso y consecuente, tenía un permanente sentido del humor y con el matizaba las discusiones más espinosas.
Este fue un período muy intenso para todos y para Schafik parecía ser un momento vertiginoso, en realidad este vértigo correspondió a la dinámica de la década del 70 porque para el Partido Comunista se presentó la oportunidad de hacer avanzar el proyecto del Frente Popular cuyos fundamentos había delineado el Búlgaro George Dimitrov. La política de alianzas también fructificaba y en las Escuelas Políticas nuestras se enseñaba el establecimiento de aliados y alianzas.
Todos éramos muy jóvenes y Schafik no era el de más edad de todos nosotros; pero sí era, muy probablemente, el más estudioso y el de mayor reflexión, en todo caso era el que integraba las opiniones para construir una línea teórica y práctica, era una actividad febril con reuniones prolongadas; éstas empezaban en horas de la tarde y terminaban en la madrugada, es probable que en estas jornadas Schafik desarrollara su conocida capacidad para sufrir, con gozo, reuniones interminables sin agotarse aparentemente y es más, desarrolló la habilidad de celebrar, una vez terminada una reunión, otra reunión para comentar la reunión que había terminado en horas de la madrugada, tomaba café y como no siempre había pan, tomaba más y más café mientras desataba su inmensa capacidad e incontrolado afán de platicar, platicar y platicar de modo que todo parecía indicar que descansaba más cuando estaba platicando que cuando estaba durmiendo.
En estas jornadas de intensa lucha política se aprendió a establecer la relación entre la firmeza y la flexibilidad y sobretodo, aprendimos a no usar la rigidez porque ésta última sólo indica pobreza de propuestas y escasez de variantes.
Esta fue en definitiva una escuela de negociación que años después sería útil a la hora de negociar el fin político de la guerra y Schafik fue un alumno dedicado de esta escuela.
En realidad, Schafik era una mezcla intensa de flexibilidad y terquedad y en ocasiones predominaba una o la otra de estas cualidades, esto quiere decir que las discusiones políticas eran siempre intensas y casi encendidas, hay momentos de terquedad, algunos de los cuales resultaron justos y esto se expresaba en todos los aspectos de la vida política interna y llegaba hasta los textos.
Siempre defendía ferozmente su punto de vista y esto era sobre todos los temas porque en realidad cuando la lucha política cubre todos los espacios y esquinas de la conciencia se descubre que todo es político. Claro que resulta diferente Schafik en los primeros años de la década de los 70 que el mismo hombre que en la década del 80, en el 70 era más flexible aunque en el 80, por lo denso del período, discutíamos más y en todo caso siempre o casi siempre cuidó de tomar en cuenta las opiniones colectivas.
Es útil establecer varios momentos para encontrar aquél en donde la dirección partidaria estuvo más cohesionada, voy a establecer los siguientes momentos históricos:
a. El paso a la clandestinidad después del 28 de febrero de 1977.
b. El paso a la guerra en la década del 80.
c. El proceso de negociación.
En cada uno de estos momentos se dieron mayores y menores intensidades de acuerdo al peso de las coyunturas, veamos algunos aspectos de cada uno de estos instantes grandes.
El 28 de febrero de 1977, en altas horas de la noche el ejército masacró a la población reunida en la Plaza Libertad, se trataba de una ocupación popular de esa plaza en protesta por el fraude electoral de ese mes y año, sólo para recordar hay que decir que la Unión Nacional Opositora llevó a la presidencial al Coronel Ernesto Claramount y el Partido de Conciliación Nacional al General Carlos Humberto Romero.
En la plaza se hacía un mitin las 24 horas y tanto los dirigentes de la UNO como el pueblo expresaba sus opiniones políticas públicamente, ante todo el país y ante el mundo las derechas mataron a los que protestaban en la plaza y esta decisión produjo un corte decisivo en la psicología del pueblo porque fue la señal que indicó que la guerra era el único camino. De aquí en adelante todos los caminos conducían a la guerra y si esto era así terminaron también las condiciones para la lucha política legal. Aunque el Partido Comunista había conquistado espacios de legalidad no olvidábamos nunca que seguía siendo ilegal el aspirar y luchar por una sociedad no capitalista y por el comunismo.
El I de marzo de 1977 a las nueve de la mañana, en las cercanías de la Universidad de El Salvador, nos reunimos en comisión política con pleno conocimiento que se trataba de preparar lo necesario para la lucha armada generalizada, habíamos modificado nuestro aspecto físico y tomado las medidas necesarias para trabajar y vivir en las tuberías paralelas del clandestinaje, en realidad estábamos lejos de imaginar lo que vendría después y lo que duraría ese período y también lejos de imaginar que tres años después, el 24 de marzo de 1980 durante una reunión en la que le pusimos el nombre de Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) a nuestro naciente ejército guerrillero, en esa misma hora, era asesinado Monseñor Oscar Arnulfo Romero en el hospitalito de la Divina Providencia, oímos la noticia en el radio de alguien que pasaba por la calle y luego de esto, terminó la reunión dándonos cuenta que aquella derecha que había sido capaz de matar a alguien como Monseñor Romero es y sería capaz siempre de hacer cualquier cosa a cualquier persona, en cualquier forma y en cualquier lugar y tiempo en nombre de sus intereses.