Schafik (2) – Lunes, 27 de Noviembre de 2006 hora 11:55
Dagoberto Gutiérrez
La campaña electoral de 1967 fue una especie de campana que rompió el silencio represivo que venía imponiéndose desde 1932, el Partido Comunista de El Salvador recupera sus fuerzas fundamentales en la década del 50, ésta es la década en que Schafik se hace comunista y vincula su vida toda al destino de la Revolución en El Salvador; es la época del Gobierno de Oscar Osorio, cuando se inicia la construcción de la Presa 5 de Noviembre sobre el río Lempa y cuando la electricidad producida será puesta al servicio de la naciente industrialización del país.
Esta campaña animó y reanimó las filas revolucionarias, permitió al Partido Comunista entablar relaciones políticas con otras organizaciones y a los comunistas establecer relaciones personales con militantes de otros partidos y organizaciones.
En todas estas confrontaciones se estaba rompiendo la leyenda negra que sobre los comunistas se había construido desde 1932; pero la confrontación social alcanzaba una alta envergadura y los temas políticos relacionados a las formas de lucha, vías de la Revolución y la clase de revolución que se tejía, hacía cimbrar la vida política del Partido Comunista.
Entre 1967 y 1968 se trabaja intensamente en la organización de ANDES 21 de junio, esta organización (Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños) cerraba un capítulo de nuestra historia en donde el empleado público era militante del partido oficial, pero sobre todo aquí terminaba el aparato ideológico de la educación en manos de la derecha más retrógrada.
Todo caminaba hacia el estallido de la primera huelga nacional de maestros en 1968 y cuando aun estaban ardientes las brazas de la campaña de 1967 los maestros se declaran en huelga.
El año 68 fue encendido, represivo, sangriento y el gobierno del Partido de Conciliación Nacional con Fidel Sánchez Hernández a la cabeza se enfrentó a todo el pueblo y el país entero se convirtió en una caldera en donde se cocinaba todos los ingredientes que venían naciendo atropelladamente desde la masacre del 32; pero aquí se concitaba un movimiento obrero sindicalizado con un movimiento huelguístico de los sectores intelectuales de la sociedad expresados por los profesores y así las cosas, la confrontación tenía dos carriles como tizones encendidos: la clase obrera y sus patronos y los profesores y el patrón Estado y cuando en un país se cierran las fábricas y se cierran las escuelas esto quiere decir que ese Estado ya no controla a sus súbditos.
Sánchez Hernández hizo todo lo necesario para ahogar en sangre la Rebelión pero fue derrotado y los comunistas rompimos las leyendas o mitos construidas por las derechas alrededor de nuestra ideología porque en estas jornadas todo el pueblo se dio cita en las calles, escuelas, iglesias, casas particulares, sindicatos, universidades, empresas y los comunistas luchamos como revolucionarios por la democracia y como demócratas por la Revolución.
La voz de Schafik sonaba y resonaba en todas partes y ya no se trataba solamente del hombre de la clandestinidad sino de una palabra que conectaba la lucha por la Revolución con la conquista de reivindicaciones caras y sentidas por los sectores populares, por supuesto que el régimen calificó de comunista a la huelga pero nada fue suficiente para someterla. En estas jornadas aprendimos a tomar café temprano en la noche, a medianoche y en la madrugada y Schafik se destacó como un peso pesado entre los tomadores de café y este recurso, el café, aparecía en las jornadas magisteriales, en las reuniones partidarias y en las sesiones del Partido Revolucionario 9 de mayo (PR-9M).
En esos años Schafik vivía en las cercanías del parque El Roble, a dos cuadras de la entrada a la Facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador, todavía era una zona bastante tranquila, su hogar, modesto como siempre lo fue, era una especie de secreto a voces de la vecindad pero estos vecinos tuvieron siempre una conducta ponderada y hasta comprensiva con el dirigente comunista.
El Partido Acción Renovadora fue ilegalizado después de la campaña electoral y todos los paristas fuimos excomulgados por Monseñor Arnoldo Aparicio y Quintanilla (Tamagaz) éste era Obispo de San Vicente y férreo enemigo de las ideas y las acciones emancipadoras. Inmediatamente pasamos a organizar un nuevo partido para darle continuidad al proceso y éste se llamó Partido Revolucionario 9 de mayo, su nombre hacía alusión a la huelga general contra el dictador Hernández Martínez en las jornadas de 1944.
El local del PR en San Salvador era una pequeñísima casa situada sobre la Avenida España y frente al cine Majestic, de modo que era muy fácil para la policía controlar nuestras actividades, en la esquina y sobre la Avenida España funcionaba un negocio conocido como El Viejo Pérez y nuestros militantes, amigos y simpatizantes eran los mejores clientes de esa tienda a todas horas y todos los días. Los días jueves teníamos reuniones maratónicas desde las 7:00 p.m. hasta las 2:00 a.m. aunque en ciertas ocasiones la reunión de verdad empezaba a las 9:00 p.m., Schafik fumaba en esa época pero ya preparaba café en una hornilla que era parte de un verdadero rito que, según él decía, venía de lo más ancestral de la Cultura Árabe.
En ningún momento Schafik hizo alusión preponderante a su origen y en muy rarísimas ocasiones se refería al origen de sus padres, él siempre fue un salvadoreño.
Continuará…