Un feliz viaje a Praga

En la mañana del día 28 de septiembre, dos días después de la gran manifestación en Praga contra el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la prensa internacional explicaba que la reunión plenaria oficial que había empezado el día 26 se había suspendido tras un solo día de trabajo. Pero el día 26 ya no fue un día de trabajo, como no lo sería el 27. En ese día 26 Wolfensohn y Koehler, presidentes del BM y FMI, encerrados en la sede de la reunión, habían sido evacuados en metro. El Financial Times decía jocosamente que se habían ido “strap hanging”, agarrados a la barra del vagón del metro. El 26 por la tarde las autoridades checas cerraron todas las estaciones del metro del centro de Praga (lo que fastidió a bastante gente) y sacaron a los funcionarios y dignatarios en trenes especiales desde la estación que está bajo el propio Palacio de Congresos. Si en Washington DC en abril 2000 les trasportaron a autobuses rodeados de ululantes coches de policía y les sacaron de los hoteles a las 5 de la mañana para evitar a los manifestantes, en Praga tuvieron que ir en metro. Y de noche no podían salir sin encontrar a grupos de manifestantes que ya estaban esperándoles en la Opera u otros lugares.
Ir en bus o en metro es buena idea, hay que apoyar el transporte público. He aquí un nuevo slogan del movimiento ecologista. Hagan como Wolfensohn y Köhler, no agarren al automovil ni la limousine, ahorren petróleo en vez de indignarse contra la OPEC y en vez de contribuir al efecto invernadero.
La manifestación del día 26 que salió de Namesti Miru era teoricamente ilegal y fue una gran diversión, con grupos de samba de activistas inglesas con muchas plumas en la cabeza y poca ropa , con la pantomima italiana del grupo Ya Basta disfrazados de neumáticos Michelin para enfrentarse a la policìa, con una inmensa mayoría de manifestantes pacíficos y con algunos que echaron algunos adoquines o botellas con gasolina al llegar a la línea de la policía que protegía el Palacio de Congresos. Primero fuimos al gran viaductoque llevaba directamente al Palacio de Congresos, pero era infranqueable, algunos se quedaron todo el día en el puente, otros tratamos de llegar al Palacio por las calles de debajo del puente y poco a poco fuimos rodeándolo. Había asambleas in situ de portavoces de pequeños grupos para decidir movimientos. Hubo cargas de la policía checa con gases lacrimógenos y porras. No más de 30 o 40 personas tuvieron lamentablemente que ir al hospital con alguna herida. Hubo violencia pero no fue undía comparable a los tumultos causados por planes de ajuste estructural en tantos lugares del mundo, con cientos de muertos civiles (ejemplo: Venezuela en febrero de 1989). La prensa televisiva, a la búsqueda de imágenes y no de argumentos, exageró la violencia.
Tampoco la prensa recogió suficientemente la riqueza de los debates en los días previos a la manifestación. El sábado 23 el presidente Vaclav Havel organizó un debate en el Castillo de Praga entre los funcionarios internacionales de la globalización y los opositores más académicos y las ONG moderadas. El economista Walden Bello, de las Filipinas, acusando con datos y más datos al Fondo y al Banco de haber apoyado por largos años a la dictadura capitalista de Suharto en Indonesia, les ganó brillantemente la discusión.
El Banco y el Fondo no tenían nada que anunciar en Praga sobre la reducción de la deuda externa de los países pobres, no tenían nada que vender que no fuera retórica. La campaña Jubileo 2000 de las iglesias cristianas, muy molesta ante la falta de respuesta cerca ya del fin del año sobre la cacelación de la deuda externa de los países más pobres, les regaló publicamente a Wolfensohn y Köhler sendas cruces ante las cámaras de televisión. Pienso que ya antes del 26 los funcionarios del Banco y el Fondo que habían participado voluntariamente en debates y actos públicos estaban moralmente derrotados. Se sentían mal. Al fin y al cabo son personas humanas. En el Hotel Standart, donde se albergaba la plana mayor de Amigos de la Tierra, un pacífico pero furioso debate entre activistas sudafricanos y una directora del Banco Mundial que había estado en la resistencia y ahora trabaja para el capitalismo internacional, se saldó con la retirada de ésta. Un forum público del día 25 del cual yo fui moderador, sobre la Deuda Ecológica que el Norte debe al Sur (a cuenta del saqueo de recursos naturales y a cuenta de la ocupación de espacio ambiental) se convirió en un “laugh-in”, cuando Sathyu Sarangi de la campaña de Bhopal contra Union Carbide llamó a la nutrida audiencia a soltar una larga carcajada ante la imposible pretensión de que los países pobres paguen la deuda externa, cuando ellos son realmente acreedores de la Deuda Ecológica.
Hubo muy buen humor en los dìas anteriores a la manifestación. Caminando por la noche con un grupo de amigos (Eva Quisdorp, una ex-parlamentaria alemana verde; José Augusto Padua, historiador ecologico brasileño; Aurora Donoso, impulsora de la campaña internacional por el reconocimiento y reclamo de la Deuda Ecológica; el ex-senador colombiano Lorenzo Muelas, junto a otro representante indígena, Toribio Aguinda, de los Cofanes del Ecuador) tropezamos con Enrique Iglesias, el dirigente máximo del Banco Interamericano de Desarrollo, y los latinoamericanos empezaron a preguntarle sobre proyectos concretos, sobre desastres en distintos países. Iglesias dijo estar muy interesado y sorprendido ante la novedad que el oleoducto de Ecuador contamine tanto y ante el juicio contra la Texaco, nos repartió tarjetas de visita y prometió quedar en contacto amistosísimo. La hilaridad nos duró horas.
A los niños de Praga les dieron una semana de vacaciones, y en muchas reuniones alternativas fueron felicitados por eso. Los ciudadanos de Praga en general fueron estoicos y neutrales. Algunos manifestantes tuvieron poco tacto con sus hoces y martillos. Entre los manifestantes hubo muchos griegos, bastantes turcos, muchos italianos y muchísimos españoles. Me sorprendió que hubiera pocos alemanes. Había suecos, daneses, noruegos. Yo encontré bastantes estudiantes de mi propia universidad en Barcelona. Había muchos más catalanes que vascos. En la noche del 27, un grupo divertido gritaba en castellano bajo el famoso reloj medieval del centro de Praga, “yo soy activista., que me arresten”. Hubo cientos de detenidos, muchos el 26, otros el 27 y hasta el 28, muchos de ellos más o menos voluntariamente detenidos al desafiar a la policía y protestar por las detenciones previas, en un gesto típico de resistencia cívica. Llenar las cárceles de presos para avergonzar al Estado. Hubo un fuerte debate sobre si los detenidos tendrían derecho a dieta vegetariana, y el jefe de la policía de Praga parece que dijo que los vegetarianos eran distintos de los musulmanes o judíos, que no constituían ninguna religión y no tenían derecho a comida especial. Hubo maltratos y palizas a cargo de la policía, pero creo que con moderación. Me parece que falló la asistencia legal, aunque INPEG (la Iniciativa contra la Globalización) había hecho circular teléfonos de abogados.
Muchísimos checos de la calle o incluso en la manifestación no hablaban inglés ni se comunicaban en otros idiomas, el ambiente era distinto así al de Seattle o Washington, éramos totalmente extranjeros en una hermosísima ciudad que tiene una larga historia ajena al drama contemporáneo entre el Norte enriquecido y el Sur empobrecido y endeudado. En la plaza del rey Wenceslao, donde un grupito de manifestantes nocturnos del dia 26 rompió el escaparate de un MacDonald´s , yo pensaba qué pensaría Vaclav Havel de esto, que hubieran pensado Jan Pallach. Donde hubo los tanques soviéticos el 1968, ahora hay MacDonald´s, sinceramente es una gran mejora, pero ahora algunos lo destruyen – son jóvenes europeos que se visten y se hacen piercings y escuchan las mismas músicas que los jóvenes checos, pero que son más viajados, más globalizados que esos checos que recién salen de décadas de aislamiento.
Dónde harán las próximas reuniones del Banco y del Fondo? En Dubai, parece, o en las Islas Caimán o en Groenlandia, no podrán hacerlas en una ciudad relativamente abierta como ha sido Praga. Verdad, a muchos autocares les pusieron problemas en las fronteras para entrar, y un tren de italianos fue detenido en la frontera durante 17 horas. También fueron detenidos en la frontera muchas horas los cocineros holandeses que iban a cocinar en una gran nave industrial abandonada que servía de punto de concentración del movimiento alternativo (esa nave fue pronto desechada por estar excesiamente frecuentada por policías de paisano, vestidos de alternativos, que abundaron en Praga).
Yo estuve en Praga de la noche del viernes 22 a la mañana del jueves 28. El sábado, con los radicales de la INPEG, hicimos un taller internacional sobre Deuda Ecológica, con los casos de FreeportMcMoRan en Papua occcidental, Union Carbide en Bhopal, Thor Chemicals en Sudáfrica, y diversos casos latinoamericanos. Con apoyo de Amigos de la Tierra, se constituyó el grupo de promotores de la Alianza de los Pueblos del Sur Acreedores de la Deuda Ecológica. Hubo muchísimos otros talleres y pequeñas manifestaciones antes del 26. Hubo un excelente festival de videos, uno llamado “Dos Trevor” contraponía ironicamente la carrera de Trevor Manuel, originario de Sudafrica, presidente de la conferencia oficial, con la “carrera” de un activista sudafricano negro también llamado Trevor, rastafari, que continua hasta hoy en la resistencia y en la agitación.
El Banco Mundial ofreció crear una comisión mundial sobre proyectos mineros y de petróleo y gas, parecida a la comisión sobre represas, con participación de ONG. Pero por el momento eso fue rechazado, el ambiente en Praga estaba caliente. Algunos ecologistas checos (preocupados sobre todo por la energía nuclear – hay en la República Checa una nueva central llamada Temelin) y con poca experiencia internacional, se desmarcaron de la gran manifestación, arrastrando en el desmarque a la organización oficial de Amigos de la Tierra, aunque su presidente internacional Ricardo Navarro y la mayor parte de grupos estuvieron en ella. INPEG, que no son ecologistas oficiales, son los activistas locales que dieron la cara y trabajaron con ahinco. Consiguieron una gran victoria, tal vez inesperada. Tras el día 26, entrada la noche, sin haber comido en todo el día, derrengados por todo un día de caminar, de estar parados, de correr o sentarse en el suelo bajo el sol delante de la policia, irritados por el protagonismo en los noticieros televisivos de los lanzadores de adoquines y botellas de gasolina, los ánimos generales eran que algo se había hecho, pero no que se había ganado la batalla. Sin embargo, habíamos ya ganado y no lo sabiamos. Un street-fighter catalán se me quejaba de que por poco habían roto una barricada de la policía a pocas decenas de metros del Palacio de Congresos, que a una muchacha le habían roto un brazo, que faltaba organización en el movimiento alternativo, que con unos pocos refuerzos hubieran conseguido pasar.. Pero la cuestión no era entrar, sino no dejar salir. Habíamos ganado sin saberlo. Luego algunos que tenían acreditaciones para entrar, nos dijeron que el panorama dentro del Palacio de Congreso el propio día 26 fue de muy escaso trabajo, casi nadie fue a las reuniones, los delegados del Banco y del Fondo se pasaron el día oyendo la música y los gritos de los manifestantes a 50 metros, escuchando las esporádicas explosiones de los disparos de gases lacrimógenos de la policía, protegidos por un cordón de policía que resultó infranqueable, pero que a su vez estuvo rodeado de un delgado cordón de manifestantes durante muchas horas. La policía no deshizo nuestro cerco, no quiso o no supo, o temió que algunos se metieran en el congreso si se movían las líneas. Donde yo estuve, nos sentamos horas y horas frente a la barrera de la policía, que iba con casco, de cuando en cuando alguna sambista daba unos pasos de baile o alguna panfletista intentaba regalarles una octavilla. Que pensaría el policía Shweik? Y a los funcionarios del Banco y el Fondo les dieron las 2 de la tarde, les dieron las 3, les dieron las 4 y hasta las 5, y no podían salir, sino por el agujero del metro. El martes 27 la mayor parte de los funcionarios ya ni se presentaron en el Palacio de Congresos, aunque no había ya manifestantes allí sino solamente grupos sueltos por la ciudad que protestaban por las detenciones y las interpelaciones policiacas en la calle. Alguno de estos grupos se presentó en el Hilton a discutir a las 7 de la mañana. El 27 Trevor Manuel, Wolfensohn y Koehler, moralmente derrotados, suspendieron la reunión, no ya para el tercer día, 28, sino para el propio segundo día, 27. No tenían con quien reunirse. El metro ya funcionaba normalmente para todos los viajeros en el centro de Praga. El metro y los tranvías, porque Praga tiene un buenísimo sistema de transporte público. “

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