El Círculo de Francisco Flores, brazo político del G20 salvadoreño
Los principales hombres de confianza del expresidente Francisco Flores han sido colocados estratégicamente en las más altas jerarquías de las gremiales empresariales. Y son los voceros opositores al gobierno, de acuerdo con varios analistas
Última actualización: 16 DE OCTUBRE DE 2013 05:10 | por Redacción de Diario La Página
Un grupo de millonarios salvadoreños —conocido como el G20— y el expresidente Francisco Flores tienen una alianza que ha derivado en un centro de poder donde se toman las grandes decisiones y se controla a gremiales, tanques de pensamiento y un partido político, ARENA.
Flores ha generado un círculo íntimo que está compuesto por gente de su confianza desde que era mandatario y que hoy dirigen entidades empresariales y son poderosos voceros en la política nacional.
Detrás de ellos como soporte financiero está el G20 y, como nexo natural, el mismo Flores. Esto de acuerdo con varios analistas que, incluso, perciben que tal simbiosis se hace cada vez más poderosa.
El pacto entre el G20 y el Círculo nació cuando Francisco Flores llegó a la presidencia en 1999 y comenzó su plan de privatizaciones (Pensiones, Puerto La Unión, telefonía, minería verde, prisiones, servicios de salud y generación de energía eléctrica, entre otras), dicen varios analistas.
Durante su mandato, por ejemplo, se dio permiso a la empresa Pacific Rim para iniciar estudios y extraer oro, y se firmó un contrato con la italiana Enel para que, tras inversiones en LaGeo, se quedara con la mayoría de acciones de la explotación geotérmica.
La idea, según expertos en política como el investigador Geovani Galeas, era que empresarios del G20 fueran los socios locales de esos inversionistas extranjeros. De ahí la necesidad de tener cerca a Flores.
De las empresas al partido
El concordato de Flores con los millonarios fue más allá del aspecto económico. Siendo presidente de la República los llevó a dirigir el partido ARENA. Fue así como en 2002 ingresaron a la cúpula arenera figuras como: Archie Baldocchi, Roberto Murray Meza, Roberto Palomo, Ricardo Poma, Ricardo Sagrera, Carlos Enrique Araujo Eserski y Guillermo Sol Bang.
Esta llegada de los multimillonarios a la dirigencia de ARENA trajo aplausos y críticas. Un reportaje de El Diario de Hoy de esa época reseña: “Esto hace pensar que el arribo de Ricardo Poma (y otros empresarios) a la dirigencia del partido tricolor no necesariamente es obra del destino. La llegada y ascenso de prominentes empresarios sobre la figura de fundadores areneros sugiere en algunos inquietudes y en otros sólo una confirmación de que son ellos los que en realidad siempre han tenido la manija del partido y ahora prefieren dar la cara”.
Por mala fortuna, las elecciones de alcaldes y diputados de 2003 fueron un fracaso y se tildó como culpables a Flores y al Coena de los millonarios. Un Coena que había ocasionado que la fundadora Gloria Salguero Gross se marchara del partido aduciendo que ARENA se había vuelto una S.A. de C.V. porque había sido tomado por el gran capital.
Otra nota de El Diario de Hoy, posterior a esa derrota, dice: “Flores está, desde el domingo, contra la pared. El mandatario es, sin duda, el hombre más influyente de su partido. Eso le permitió construir, en los últimos años, un COENA tallado con atrevimiento: llevó a los puestos más importantes a un grupo de los más relevantes empresarios del país.
“Para que eso ocurriera, Francisco Flores debió desplazar, como si se tratase de cumplir una ley de la física, a algunos de los políticos de su partido.
“Eso permitió que los empresarios reemplazaran a los políticos que tradicionalmente manejaron ese partido.
“Pero, eso provocó que muchos dirigentes históricos no sólo se sintieran desplazados por las decisiones de Flores. Algunos también acumularon rencores.
“Ahora, algunos de los reemplazados quieren volver. Opinan que fue un error instalar empresarios en el COENA. Creen que eso provocó alguna dosis de impericia en el manejo de los asuntos electorales”.
Se funda el grupo de lobby
Cuando Flores salió del poder, en 2004, dejó en marcha varios procesos de inversión privatizadora a la espera que el entrante Presidente, Elías Antonio Saca, diera continuidad a tales negocios.
Eso no sucedió y, en vez de ello, Saca se dedicó a poner en el Coena a su gente de confianza y a armar estructuras departamentales que le rindieran total obediencia.
Mientras esto ocurría, el expresidente Francisco Flores creó una Fundación que se llama Instituto América Libre, donde colocó a sus principales hombres de confianza: ahí entraron Juan José Daboub (su ministro de Hacienda y jefe de gabinete), José Ángel Quirós (su ministro de Obras Públicas), Francisco Bertrand Galindo (su ministro de gobernación, y miembro del Coena), el empresario Miguel Ángel Simán, Rafael Barraza y Arnoldo Jiménez, entre otros.
Desde América Libre, Flores y su círculo de lealtad comenzaron a hacer fuerte lobby en el exterior teniendo al expresidente como la voz más fuerte ante los clientes, y a un excelente operador político: Juan José Daboub, quien pasó a ser parte del directorio del Banco Mundial.
Se unieron al trabajo de lobby otras figuras como Miguel Lacayo (exministro de Economía), Manuel Enrique Hinds (exministro de Hacienda de la época Calderón Sol, 1994-99) y el entonces embajador en EE.UU. René León, de acuerdo con información que manejan diversos analistas.
Una nueva estrategia
Con este poderoso equipo, Flores y sus padrinos del G20 comenzaron a consolidar un clan que adoptara como propias las grandes decisiones económicas y políticas y fuera protagonista ante la opinión pública. Una corporación leal que después capitaneara las gremiales salvadoreñas.
Con la desilusión de Saca en el gobierno y la posterior llegada del FMLN al Poder Ejecutivo, el Círculo de Flores tomó una nueva determinación: había que “tomarse” las gremiales y al partido ARENA para mantener un control que sirviera de contrapeso al FMLN y al gobierno del Presidente Mauricio Funes.
De entrada, expulsaron a Saca de ARENA y, en su lugar, pusieron a uno de los hombres de máxima confianza del empresario Ricardo Poma (miembro del G20), el gerente general de Excel Automotriz, Jorge Velado.
En el engranaje internacional se dejó siempre a Juan José Daboub y se conquistó a su asistente, Mary Anastasia O’Grady, para que escribiera artículos de opinión en favor de las privatizaciones de la energía geotérmica y de la minería verde en el periódico The Wall Street Journal. Y que firmara punzantes críticas al gobierno y al expresidente Saca.
Dentro de El Salvador, el Círculo fue ubicando a su gente de confianza en los puntos estratégicos de las gremiales.
Al hermano de Juan José Daboub, Jorge Daboub, se le encomendó dirigir la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), en sustitución de Carlos Enrique Araujo —a quien algunos colegas multimillonarios en el G20 consideraban demasiado diplomático en sus posiciones—. Necesitaban de alguien con más garra. Y ese hombre era Jorge Daboub, un guerrero nato que venía de batallar desde su sitial como presidente de la Cámara de Comercio.
En la ANEP, el Círculo también colocó a otro hombre estratégico: Arnoldo Jiménez, mano derecha de Francisco Flores en el Instituto América Libre y uno de sus operadores políticos en las aguas partidarias salvadoreñas.
Además, otro hombre de confianza de Flores en América Libre y en su gobierno pasó a ser Director Ejecutivo de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Social y Económico (Fusades): José Ángel Quirós, un personaje que además de administrar el primer Fomilenio ha sido apetecido por miles de areneros como el candidato a la presidencia en lugar de Norman Quijano.
En la Cámara de Comercio, quedó como presidente el empresario Luis Cardenal (ex candidato a la alcaldía de San Salvador), y el escritor Federico Hernández Aguilar como Director Ejecutivo. Hernández Aguilar fue diputado, presidente de Concultura y un hombre cercano al expresidente Flores —era quien le escribía los discursos—.
El mismo Francisco Flores fue impuesto por miembros del G20 como el principal líder de la actual campaña presidencial de ARENA.
Y, en otra posición de alto nivel estratégico se decidió que el empresario Miguel Ángel Simán fuera quien coordinara el Plan de Gobierno para el candidato Quijano.
Miguel Ángel Simán, además, es pariente cercano de Ricardo Simán, miembro del G20, y hermano gemelo de Javier Simán, presidente de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI).
Y en el equipo de Norman Quijano y de la Asamblea Legislativa han puesto, como uno de los principales asesores, a Rolando Alvarenga, amigo cercano del expresidente Flores y quien fungió como secretario jurídico durante esa gestión.
A este club de lobbistas es que el Presidente Funes criticó recientemente de tener una “campaña sucia” contra el país, en referencia a que varios de ellos se reunieron en Washington con influyentes políticos estadounidenses para desacreditar al actual gobierno salvadoreño y para desinflarlos en su intención de aprobar una ayuda de casi $300 millones para el país por medio de Fomilenio II.
“Han montado una operación de desprestigio contra el gobierno y el país. No hay mayor acto de traición para el país que contratar lobbistas para desprestigiar al país, para que no se apruebe el Fomilenio II”, dijo Funes.
Este equipo es el que, además, lleva la voz cantante en la acérrima oposición al gobierno en turno, basando su argumentación en la libertad de mercado y el respeto al cumplimiento de contratos con empresas extranjeras. El cumplimiento a rajatabla de esos contratos permitiría, por ejemplo, que la empresa italiana ENEL controle la producción geotérmica del país y que, por citar otro ejemplo, la canadiense Pacific Rim proceda a extraer oro en El Salvador. Ambos proyectos fueron paralizados por el expresidente Saca y por el actual presidente Funes.
Pese a su predicación del libre mercado, el Círculo es uno de los enconados enemigos del conglomerado de empresas Alba, sociedad venezolana con socios locales miembros del FMLN.
El poder del G20
Esta consolidación del poder político del Círculo de Flores y su influencia en la opinión pública salvadoreña le da confianza y mayor peso al grupo de millonarios reunidos en el G20.
Estos millonarios conforman una de las más grandes fortunas en América Latina: 20 mil millones de dólares de acuerdo a la renombrada publicación internacional World Ultra Wealth Report (Reporte Mundial de los Ultra Ricos).
Ese poder económico —aunado al político que les produce el Círculo de Flores— los vuelve prácticamente todopoderosos.
El analista Joaquín Villalobos dice de ellos: “…Controlan totalmente las empresas más grandes y, de forma directa o indirecta, a docenas de firmas intermedias. Esto les facilita subordinar a la mayor parte del empresariado y a la clase política de la derecha. Los empresarios están todos en una sola gremial, en un sólo tanque de pensamiento y en un solo partido político conformando el trinomio ANEP-FUSADES-ARENA”.
Otro analista, Roberto Cañas, los califica como los más poderosos: “El G20 es el grupo que realmente tiene el poder económico del país y ahí están las principales familias de la oligarquía salvadoreña”, dice.
“Gracias a su poder económico también tienen un poder político significativo. Han sido y son los principales financistas de la derecha de este país. Son los que determinan los grandes lineamientos de la política electoral de ARENA. El poder económico les va a facultar después agarrar el poder económico durante la gestión de Quijano”, agrega Cañas.
Por su parte, Kirio Waldo Salgado, exdiputado y analista opina: “Los del G20 son los verdaderos mandatarios de El Salvador, los que siempre han estado controlando los gobiernos militares, manejando a los gobiernos de ARENA. Los únicos gobiernos que no manejó el G-20 son el de Duarte y con Saca no pudieron.
“El verdadero poder de ellos es el dinero. Estamos hablando de un G20 que tiene condicionado a Quijano, él será potencialmente un mucamo de estos empresarios si gana la presidencia. Así con estas palabras: un mucamo.
“El G20 lo que quiere es recuperar a El Salvador para sus negocios, pero sí tiene una función bien importante en el poder”.
Sin embargo, Salgado hace una salvedad: “El desarrollo del país no está condicionado al grupo G20, a ellos lo que les interesan son los mejores negocios y los monopolios de la oligarquía.
“Las cabezas del G20 se pueden medir por los millones que tengan en Estados Unidos. Yo siempre he creído que hay gente como los Dueñas, los Regalado, los Meza, los Sol, entre otros que si logran regresar al poder van a hacer todo lo que sea necesario para recuperar los cinco años perdidos, donde el presidente Funes no los dejó que manosearan al país”, añade.
Salgado es de la opinión también que “El G20 es el gobierno corporativo, y oculto de El Salvador. Así y nada más”.
El analista se refiere con esto último a la creación de un “gobierno paralelo”: el grupo Aliados por la Democracia donde están la ANEP, Fusades y decenas de organizaciones entre las cuales hay varias lideradas por personas muy cercanas al G20.
Ese gobierno “paralelo” es la continuidad del Círculo. Un brazo más largo.
Ese poder es el que otro analista, Jorge Villacorta, considera como el principal del país: “Es el poder de la oligarquía, sin duda el poder económico; y el poder económico se traduce en poder político aquí y en cualquier país del mundo”.
“Todas las principales fuerzas y principales negocios de este país son controlados por el G20, los medios de comunicación… hay que recordar que ellos son sus patrocinadores y anunciantes.
“Quien aparece siempre y la figura que determina la política partidaria en ARENA es la familia Poma, pero eso es lo que se menciona en los medios de comunicación”, dice Villacorta.
Este grupo de poder económico, ligado al Círculo de Flores son los que, por ahora ostentan la principal fuerza dentro de la sociedad.
Las elecciones presidenciales de 2014 dirán, empero, si se mantiene este vínculo económico-político o si comienzan a moverse las aguas y, con ello, la balanza de los pesos y contrapesos.