“He andado haciendo travesuras por todos lados”
Exitoso. Don Roberto Quiñónez Meza se ha destacado por ser muy trabajador. Durante su juventud practicó el básquetbol; ahora, sus pasiones son el golf y la lectura.
Publicada 9 de marzo 2006, El Diario de Hoy
Perfil
Don Roberto Quiñonez Meza nació en Santa Ana, el 2 de marzo de 1927. Graduado de Ingeniería Industrial y Humanidades en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos. Desde 1977 hasta 1980 fungió como Embajador de El Salvador en Washington. Fue gerente general de Industrias La Constancia. Fundador de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) y de la Asociación Nacional de Anunciantes de El Salvador (ANAES). Presidente y fundador de Arrinsa Leasing y de la Feria Internacional de El Salvador. Es padre de cuatro hijos fruto de su matrimonio con doña Clelia Sol.
Paola Michelle García
El Diario de Hoy
vida@elsalvador.com
Incansable trabajador, don Roberto Quiñónez Meza —un hombre de porte elegante, de corazón sencillo, que ha dedicado su vida entera a la administración de empresas— se ha destacado por sus grandes aportes al gremio empresarial de El Salvador.
Nacido en la Ciudad Heroica, Santa Ana, aseguró que desde muy pequeño, en su familia le inculcaron el amor por el trabajo.
“Mis padres y abuelos me enseñaron una ética de trabajo, que creo la tenemos todos bien interiorizada en la familia; y eso me hizo trabajar toda mi vida”, comentó don Roberto.
Así, desde su juventud, laboró incansablemente en diferentes empresas del país. Durante más de 30 años, trabajó como administrador en Industrias La Constancia.
Después, desde 1977 hasta 1980, don Roberto incursionó en la carrera diplomática, cuando fue nombrado Embajador de El Salvador en Washington.
“Según me dicen los diplomáticos de carrera, ser Embajador en Washington es la posición más codiciada, y yo estuve allá dos años y medio”, dijo el empresario.
Antes, ya había sido fundador de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP).
Además, en 1965 fundó la Feria Internacional de El Salvador. “Fueron tres años de trabajo para lograr una feria que durará tanto tiempo, y que ha perdurado hasta ahora. En aquel entonces, sólo teníamos unos 10 ó 12 países participantes”, recordó don Roberto.
En este contexto, el reconocido empresario se define a sí mismo como “un hombre trabajador”.
“Estuve también de presidente del Consejo Nacional de Publicidad, así que he andado haciendo travesuras por todos lados. Y mi última travesura es el ITCA (Instituto Tecnológico Centroamericano), ese es mi broche de oro”, puntualizó Quiñónez Meza.
En la intimidad
Padre de cuatro hijos, don Roberto confesó que hace aproximadamente unos 55 años experimentó el “amor a primera vista”, cuando conoció a su esposa, doña Clelia Sol.
“Mi esposa es una magnifica cocinera. Desde el primer momento en que nos vimos fue amor. Ya llevamos 55 años de casados”, dijo.
De su niñez en Santa Ana, don Roberto recuerda “una ciudad tranquila, donde vivió una época para hacer amistades, que perduran hasta hoy”.
“Con mis amigos de infancia, en los parques —que todavía no eran pavimentados— jugábamos chibolas, trompo, yoyo. Era una infancia sabrosa y tranquila”, dijo.
Sin embargo, pese a la pasividad de su ciudad natal, el empresario recordó que su niñez fue interrumpida por “un espacio de dificultad” en 1932. “Recuerdo que a varias familias nos metieron en una sola casa. Para nosotros de cipotes era una fiesta, porque no entendíamos el problema; pero nuestros papás y tíos estaban en la Guardia Civil, que fue una organización cívico-militar de defensa”, afirmó Quiñónez Meza.
Amante del deporte, en su juventud practicó durante varios años el basquetbol y también el fútbol americano.
“Me dediqué a jugar con un equipo que se llamaba ‘El independiente’ (…) Después me fui a Estados Unidos, jugué fútbol americano —que no me fue muy bien— donde perdí un riñón, porque me dieron un golpe fuerte y tuve un trauma”, rememoró.
En los años de su juventud, también perteneció a los BoyScouts, donde hizo muy buenos amigos, con quienes disfrutó inolvidables excursiones y campamentos.
Así, a lo largo de sus 79 años, con muchas anécdotas que contar —según confesó don Roberto— uno de los momentos más difíciles en su vida fue la muerte de su hijo, José Roberto.
“A él (José Roberto) lo perdimos durante la guerra. Tuvo un accidente en helicóptero (…) Definitivamente ese fue uno de los momentos más difíciles, del dolor no se sale, pues las cicatrices quedan, pero en fin, son cosas de Dios”, detalla don Roberto con voz entre cortada.
En este contexto, otro de los momentos más duros para el reconocido empresario fue el secuestro de su esposa, en 1984, en Miami, Estados Unidos.
Y pese al sufrimiento y los instantes de alegría, don Roberto aseguró con voz firme: “Yo no cambiaría mi vida aquí en este país por nada del mundo”.
“El Salvador me ha dado todo lo que tengo y todo lo que soy, y lo que tengo no sólo en cosas materiales, sino mi familia: mis hijos, mis hermanos, mis nietos y mis sobrinos”, puntualizó don Roberto, un verdadero caballero.