Falleció este viernes a la 11 am. Antes de morir envió su último artículo para ContraPunto, en un mensaje a los jóvenes a cultivarse intelectualmente, como todo un Maestro SAN SALVADOR –27 de enerop de 2012. No lo conocí personalmente mucho; una vez llegó a mi casa para recoger un chihuahuita que le regalamos a Julia Evelyn y a él, y la conversación sobre temas de mutuo interés se prolongó por largas horas. Eso fue hace casi dos años. Aquella noche suscribimos el compromiso para que se convirtiera en colaborador de ContraPunto, compromiso que cumplió hasta unas horas antes de morir.
Audaz en su planteamiento económico en contra del capitalismo y ni se diga contra el neoliberalismo; impulsor de la teoría de la economía solidaria y polémico en el desarrollo de sus teorías políticas.
Todo esto fue reflejado en sus escritos y en sus ideas que divulgó desde la UCA, donde fue académico y últimamente en ContraPunto.
Yo le decía Maestro. Alguna vez tuvimos encontronazos en privado, pero él siempre fue respetuoso, aunque padecía de “la terquedad del izote”.
Este viernes en horas de la mañana, como a las 7 am había un mensaje suyo en mi buzón:
Juan
Este quizà sea mi ùltimo artìculo
Adios
El registro de envío decía: 00:10 (hace 7 horas)
Me dije: ahí está Aquiles con sus bromas, aunque él mismo me había enviado varios mensajes en el que me advertía que estaba muy mal de salud.
Aquiles Montoya fue un Maestro en todo momento y se preocupó por enseñar a sus alumnos. Su último artículo, que a continuación reproducimos, es una de sus cátedras.
He quedado profundamente impresionado con su fallecimiento porque algunas personas de su entorno me cuentan que estaba sumido en una profunda depresión y tristeza, lo cual no refleja en su último artículo, sino todo lo contrario: llama a luchar.
Nos duele y nos dolerá en ContraPunto su ausencia.
Nuestro homenaje al Maestro es continuar siendo críticos de la realidad que vivimos, pero forjarnos cada vez más con intelectuales al servicio de la sociedad.
Con este postulado, Maestro, te decimos adiós.
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La importancia de poseer una mente abierta
Aquiles Montoya (*)
SAN JOSÉ VILLANUEVA – Siempre he manifestado ser un economista marxista y pienso que, en lo poco que me queda de vida, no encontraré una teoría que me permita comprender de mejor manera el capitalismo. Actualmente, hasta los más acérrimos enemigos de Marx, recomiendan su estudio para comprender la crisis actual del capitalismo. Pero si encontrara una mejor teoría, sin ninguna duda que la abandonaría, como abandoné la máquina de escribir por la computadora.
Ahora bien, lo antes dicho, no significa que yo sea marxista, porque eso del ¨marxismo¨, o del ¨socialismo científico¨, yo aún no lo alcanzo a comprender. Me explico. Si Stalin se declaraba marxista, y sus acciones se justificaban con el marxismo, yo, ciertamente no soy marxista. Como tampoco comparto las ideas políticas de Marx en cuánto al cómo transformar el capitalismo, por ejemplo, lo de la dictadura del proletariado. Aunque si comparto su ideal comunista. Pero ese ideal, esa utopía, no era exclusiva de Marx. También lo fue de los llamados socialistas utópicos: de Pruodon, de quien Marx, hasta se burló en su obra ·La miseria de la filosofía·, o de los anarquistas como Bakunin, y Kropotkin, cuyas ideas, cuyos planteamientos, deberían, al menos, conocerse. Al igual que los de Rosa Luxemburgo, en su lucha contra el reformismo de Berstein y los dirigentes de la socialdemocracia alemana.
Pero, desafortunadamente, en nuestro medio, en este paísito nuestro de mierda, cualquier fulano que sabe leer y escribir, que no es lo mismo que comprender, se atreve a manifestar que yo los quiero ¨salvequear¨, cuando recomiendo leer a Rosa Luxemburgo, como si la problemática económica, social y política de la que me ocupo, fuese un vulgar juego de poquer.
Estoy viejo en edad, pero mi mente sigue joven y abierta a las nuevas y a las viejas ideas, por tal razón es que en esta ocasión deseo compartir con los jóvenes y los viejos, de mente joven, algunas ideas de los anarquistas. No para que se hagan anarquistas –aunque esa es una decisión muy personal- sino para que se percaten, si es que no lo han hecho, de que así como el ¨Mundo es ancho y ajeno¨ en términos de propiedad, también el mundo de las ideas es ancho y ajeno, en términos de conocimiento.
Citaré en esta ocasión algunos planteamientos de Kropotkin, anarquista ruso, a quien Lenin guardaba mucho respeto, aunque fuese su adversario político, pero que tienen gran actualidad. Así escribía Prokoptin:
“A los jóvenes”
Quizás se esté resignando. Como no ve salida a la situación, es posible que se diga a sí mismo: “¡Ya generaciones enteras sufrieron la misma suerte, y yo que no puedo cambiar nada, tengo que sufrirla también! Pues a trabajar, y a vivir de la mejor manera.
¡Vale! Pero la misma vida se va a encargar de que usted se dé cuenta.
Algún día estallará la crisis, una de esas crisis, ya no pasajera como antes, sino que fulmina toda una industria, que echa a la miseria a millares de trabajadores, que diezma las familias. Usted luchará, como los demás, en contra de esta calamidad. Pero pronto se dará cuenta cómo su esposa, su hijo, su amigo, sucumben poco a poco por la escasez, se debilitan bajo sus ojos y, por faltar la comida, acaban por morir en un camastro, mientras que la vida, despreocupándose de quienes perecen, pregona sus alegres ondulaciones en las calles de la gran ciudad, risueña de sol. Usted comprenderá entonces lo asqueroso de aquella sociedad, pensará en las causas de la crisis y la mirada de usted sondeará toda la hondura de esa iniquidad que expone millares de seres humanos a la codicia de un puñado de gandules; entenderá que los socialistas [anarquistas] tienen razón cuando dicen que la sociedad actual tiene que ser, y puede ser transformada totalmente.
Otro día, cuando su amo le busque, para una nueva reducción de sueldos, para quitarle aún algo de dinero para redondear más su fortuna, usted protestará; pero le contestará con prepotencia: “Vaya a pacer hierba, si no quiere trabajar por este precio.” Comprenderá entonces que el amo no sólo quiere esquilmarle como un cordero sino que le considera además como de raza inferior; el amo, que no se conforma con mantenerle entre sus garras con el sueldo, aspira aún a que se convierta usted en esclavo total. Entonces, o tendrá que plegar las espaldas, o renunciará al sentimiento de la dignidad humana y acabará por sufrir todas las humillaciones; o la sangre le subirá a la cabeza, tendrá horror a la pendiente por la que resbala, reaccionará, despedido y echado a la calle, comprenderá entonces que los socialistas [anarquistas] tienen razón cuando dicen: “¡Rebélate! ¡Rebélate contra la esclavitud económica, porque ella es la causa de todas las esclavitudes!” Entonces usted vendrá a tomar su sitio en las filas socialistas y obrará con ellos para libertar a todos los esclavos: económicos, políticos y sociales.¨(Fin de cita)
¿Qué les parece? ¿Tenía o no razón Kropotkin? Aunque éste y otros autores no aparezcan en los manuales, que han sido como el catecismo para algunos, dizque intelectuales de izquierda. Los planteamientos de este viejo intelectual ruso tienen tanta actualidad, que me ha parecido una responsabilidad política el desempolvarlos y darlos a la luz, en un medio como el nuestro, que poco o nada conoce de las ideas anarquistas.
Y a los indignados de nuestra época que ocupan plazas y parques, Kropotkin les dice:
¨Tomar posesión, en nombre del pueblo de los depósitos de trigo, de las tiendas atiborradas de vestimentas, de las casas habitables. No despilfarrar nada, organizarse de inmediato para llenar todos los vacíos, atender todas las necesidades, satisfacer todas las necesidades de producir, ya no para dar beneficios a nadie sino para que la sociedad viva y se desarrolle. […] “¡Pan, la revolución necesita pan! ¡Que otros se ocupen de lanzar circulares de versos rimbombantes! ¡Que otros se cuelguen todos los galones que sus hombros puedan soportar! ¡Que otros finalmente hagan peroratas sobre las libertades políticas! […] Nuestra tarea específica será la de obrar de manera tal que desde los primeros días de la revolución y mientras ésta dure no haya un sólo hombre en el territorio insurrecto a quien le falte el pan.
La idea burguesa consistió en perorar acerca de los grandes principios, o más bien acerca de las grandes mentiras. La idea popular consistirá en asegurar pan para todos. Mientras los burgueses y los trabajadores se harán los grandes hombres en los corrillos, mientras la “gente práctica” discutirá indefinidamente acerca de las formas de gobierno, nosotros, los “utopistas”, tendremos que pensar en el pan cotidiano.
Tenemos la audacia de afirmar que cada uno debe y puede comer según el hambre que tenga, que la revolución vencerá a través del pan de todos.
Como se sabe, somos utopistas, tan utopistas, en efecto, que llevamos nuestra utopía hasta creer que la revolución deberá y podrá asegurar a todos la vivienda, el vestido y el pan; esto no les gusta nada a los burgueses rojos o azules, porque saben perfectamente que un pueblo que comerá según el hambre que tenga será dificilísimo de dominar.¨(Fin de cita)
Y en cuanto a la igualdad de género Kropotkin, manifiesta:
¨Los mismos que desean la emancipación del género humano no han incluido a la mujer dentro de su sueño de emancipación y consideran indigno de su elevada dignidad masculina pensar “en esos asuntos de cocina”, que han cargado sobre los hombros del gran paño de lágrimas: la mujer.¨
Emancipar a la mujer no es abrirle las puertas de la universidad, de los tribunales y del parlamento. La mujer así emancipada desplaza siempre hacia otra mujer los trabajos domésticos. Emancipar a la mujer es liberarla del trabajo embrutecedor de la cocina y del lavadero; es organizarse de tal manera que pueda alimentar y criar a sus hijos, si así le parece, sin perder la posibilidad de asumir la parte que le corresponde en la vida social.¨(Fin de cita).
Generalmente cuando se habla de anarquismo en nuestro medio, se hace de manera despectiva, pero no porque se conozcan sus ideas, su filosofía, sus planteamientos, sino porque en nuestro medio los pocos que se autodenominan marxistas, ni siquiera conocen a Marx, sino que los manuales, ya no digamos el pensamiento de Rosa Luxemburgo, de Gramsci, de los socialistas utópicos, etc.
Para un intelectual político y revolucionario, pienso yo, que es necesario no quedarse, no conformarse con las lecturas de Marx o de Lenin, ya no digamos con el maestro de muchos políticos modernos, como el tal N. Bobio que, no es ni siquiera revolucionario. Y por otra parte, atender a la realidad y ser creativos, esto es, aprender a pensar y proponer sus ideas, pueden ser aceptadas o no. Pero eso es lo menos importante, por eso, cito a Kropotkin, alguien que ha sido ignorado a pesar de tener gran racionalidad y actualidad en su pensamiento.
Adiós muchachos, los quiero mucho, pero por favor cultívense!