Creo que hay una “Generación Patria o Muerte” en El Salvador. Está formada por aquellos que nacimos a fines de los treinta y principios de los cuarenta en el siglo veinte y que soñamos con la inevitabilidad de la revolución social.
El 4 de marzo, recién pasado, se conmemo-raron los 50 años de la explosión, en los muelles de La Habana, del barco francés La Coubre. La Revolución cubana era muy joven. Había comenzado un año antes con el triunfo de los rebeldes de Fidel Castro sobre el ejército del dictador Batista.
Al día siguiente, en el funeral de los centenares de muertos por este indudable sabotaje homicida urdido para amilanar a los revolucionarios cubanos, un fotógrafo –Alberto Korda- tomó la célebre foto del Che Guevara que, durante varias décadas, ha decorado o ilustrado múltiples expresiones políticas y culturales.
La foto estuvo en la portada del primer Diario del Che en Bolivia, que publicó la Editorial Siglo XXI y que compré apenas salió en México, en julio de 1968, estando de paso por esa ciudad, en los días en que una celebración del aniversario del comienzo de la rebelión de Fidel Castro -el 26 de julio de 1953, dio lugar a disturbios que culminaron en octubre de 1968 con la “matanza de Tlatelolco”.
En el mismo acto en que fue tomada la famosa foto del Che, Fidel Castro con indignación y resolución pronunció por primera vez el concepto que después tomó la forma de “Patria o Muerte: venceremos”.
Muchos jóvenes, principalmente de América Latina, éramos en 1960 admiradores de la Revolución Cubana y su fogoso dirigente. Podría decirse que había una Generación Patria o Muerte de revolucionarios e izquierdistas de El Salvador. En 1960 se dieron en el país hechos políticos que estuvieron a punto de abrir paréntesis y alimentar esperanzas. El gobierno militar de José María Lemus se deterioró en pocos meses y entró en un período de gran represión política.
Entonces se configuró la Generación Patria o Muerte. La dirigencia estudiantil universitaria y los políticos de izquierda movilizaron a la población y en tres meses –de agosto a octubre de 1960- derrocaron al gobierno militar de Lemus, por medio de un movimiento cívico-militar que tuvo como fuerzas concurrentes a sectores de izquierda y a grupos ligados el antecesor de Lemus, el también militar Oscar Osorio.
Esa generación universitaria Patria o Muerte era variopinta. La dictadura homogenizaba a todos los opositores políticos como comunistas; pero había de todo. La Generación Patria o Muerte incluía a Miguel Sáenz Varela, Manlio Argueta, Roberto Armijo, Roque Dalton, Ivo Alvarenga, Albino Tinetti, Eduardo Badía Serra, Josefina Guirola, Guadalupe Flores, Mario Moreira, Tomás Guerra, Eduardo Castillo Urrutia, Gustavo Pineda Marchelli, Miguel Parada, Antonio Osegueda, Roberto Góchez, Víctor Marroquín, Santiago Ruiz Granadino, Alfredo Castro Quezada, Manuel de Paz, Manuel Gavidia, Ernesto Ramírez Guatemala, Joaquín Figueroa Villalta, Félix Villatoro y muchos más.
Schafik Handal, Juan José Vides y Mario Flores Macal eran un poco mayores. Raúl Castellanos Figueroa, Rodrigo Antonio Gamero, Jorge Arias Gómez y Roberto Castellanos Calvo tenían aún más años; pero con todos ellos interactuó la Generación Patria o Muerte. Muchos nombres quedan en las gavetas escondidas de la memoria. Que me perdonen.
Cantábamos la Marcha del 26 de Julio, recitábamos Patria Exacta de Osvaldo Escobar Velado, lo mismo armábamos un mitin relámpago que entonábamos una canción de la República Española. Insultábamos a Francisco Franco y recitábamos: “Valiente la Policía/orden de los coroneles/ en la hora más amarga/mataron a dos mujeres”.
Todos tuvimos algo que ver en la caída de Lemus el 26 de octubre de 1960 y casi todos creímos que había llegado el tiempo de Patria o Muerte a El Salvador. Quizá ilusamente creíamos que la Universidad era como el país o viceversa.
En 1960 solamente existía la Universidad de El Salvador y todos los mencionados pasaron por las aulas de las facultades de la Universidad. La primera universidad privada, la UCA, se fundó en 1965 con base en una Ley de Universidades Privadas que aprobó la Asamblea Legislativa durante el Gobierno del Coronel Julio Rivera.,
El tiempo pasó. Los jóvenes universitarios de la Generación Patria o Muerte comenzaron a diferenciarse. Unos se hicieron social demócratas de apariencia o de corazón, otros hicieron aflorar su arraigado anti-comunismo, unos optaron por la Dolce Vita (por cierto también este año se cumplen 50 años de esa señera película de Fellini), unos se volcaron a terminar sus estudios, muchos murieron y algunos siguieron en la izquierda y aún luchan por un país con democracia, justicia social y dignidad para todos.
Quizá el saldo humano más reconfortante para los luchadores sea que en la Generación Patria o Muerte ha habido revolucionarios de toda la vida, que lo fueron desde antes del Concilio Vaticano II y han continuado como revolucionarios después de la caída del Muro de Berlín. Algunos de ellos, han proyectado sus luchas a través de sus hijos y de las siguientes generaciones.
Se me ocurre, como evidencia gráfica de la vigencia de lo que se sembró hace 50 años, recordar una fotografía del día cuando cayó el Coronel Lemus, el 26 de octubre de 1960. La foto recoge el instante en que Roque Dalton sale de la Penitenciaría Central, donde lo tenían secuestrado y desaparecido, y el compañero solidario que está a su lado dándole la bienvenida a la libertad es Eduardo Badía Serra, quien hace 50 años era un dirigente estudiantil del frente revolucionario de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de El Salvador y ahora es Vice Ministro de Educación.
Pasados 50 años de estos hechos recordados, puede concluirse que la marcha ha sido larga. Lo que actualmente vive El Salvador –en sus esplendores y en sus miserias- tiene largas raíces. Lo que importa es que las generaciones jóvenes asuman con pasión la esperanza de un mundo mejor. Algo queda y, sobre todo, la esperanza no muere.
¿Tenemos ahora, en El Salvador, el equivalente a la Generación Patria o Muerte?