El Salvador: las cinco promesas del presidente Funes y su cumplimiento
El tercer año de gobierno de coalición del presidente Funes y del FMLN están marcados por varios elementos, entre estos por una agudización del enfrentamiento entre los sectores populares y las fuerzas oligárquicas; por la consolidación de la influencia del FMI en nuestra economía, y por una reciente victoria de la derecha en las elecciones municipales y legislativas. A continuación, exponemos algunas ideas sobre estos candentes asuntos de nuestra realidad como país.
El enfrentamiento entre sectores populares y fuerzas oligárquicas
Los resultados de las pasadas elecciones municipales y legislativas han alimentado en las fuerzas oligárquicas desplazadas del gobierno, la necesidad de impulsar con mayor fuerza una estrategia orientada a desgastar a la Administración Funes y al FMLN, presentándolos como ineptos y oportunistas. Y de esta manera preparar las condiciones para la restauración oligárquica en el 2014.
Esto se une a la emergencia de nuevos escenarios institucionales, que como resultado de la llegada a la presidencia del Presidente Funes y el FMLN, han afectado de diversa manera tanto a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia como a otras instancias gubernamentales.
La ruptura de la tradición presidencialista autoritaria, inaugurada por el General Martínez, que amarraba estas instituciones a Casa Presidencial, ha desatado situaciones novedosas, algunas todavía rodeadas de confusión, pero que en términos generales constituyen avances del proceso democrático, rompen con vigas maestras del autoritarismo.
La derecha muy hábilmente ha logrado rectificar su oposición inicial a estos cambios institucionales y hoy se coloca con un discurso y acciones en apoyo al proceso democratizador, en la medida que este entre en choque con medidas del actual gobierno o afecten al FMLN. La derecha se ha apropiado de legítimas banderas democratizadoras y pretende aparecer como partidaria de la austeridad, la renovación institucional y la transparencia. Al perder la iniciativa parlamentaria, despliega sus otros instrumentos.
La izquierda todavía no se adapta a esta nueva modalidad de lucha y muchas veces aparece defendiendo situaciones confusas o tomando decisiones altamente desgastantes, como fue el caso del 747, de los aumentos a diputados, etc.
La campaña política de la derecha abarca varios escenarios, el mediático, el de calle, el institucional y el partidario, así como comprende tres principales líneas de acción. Uno: resaltar sistemáticamente los errores y deficiencias en salud, educación, medioambiente y en especial con respecto a la política económica, la cual señalan se basa en la improvisación, el endeudamiento, promueve la falta de inversión así como la paralización del crecimiento económico.
Dos: enfatizar las diferencias entre Funes y el FMLN. A Funes se le proyecta como un personaje narcisista, incapaz y resentido. Al FMLN se le proyecta como un partido dirigido por personas inescrupulosas y afanadas en acumular poder y riqueza, que olvidaron sus antiguos ideales de lucha social.
Tres: poner en enfrentamiento a la Sala de lo Constitucional de la CSJ tanto con el Presidente Funes como con el FMLN.
Los nuevos desafíos de la izquierda
Los partidos políticos se encuentran en la vitrina de la opinión pública. Y esto es positivo. Los partidos políticos no pueden colocarse por encima de la sociedad. Es un nuevo desafío para el FMLN. El proceso de democratización pasa por la existencia de partidos políticos transparentes y democráticos.
Si la derecha logra convencer a la opinión pública que ARENA camina por este rumbo, aunque sea apariencia y no realidad, va lograr arrinconar y aislar al FMLN de amplios sectores democráticos, aunque este mantenga su militancia intacta. Pero la correlación de fuerzas le va favorecer a la derecha. Las elecciones no se ganan exclusivamente con la militancia sino también y principalmente con los indecisos.
Por eso es importante para la izquierda reagrupar a su base social; impulsar una política de alianzas amplia; y potenciar el movimiento popular y social para cambiar la correlación de fuerzas a favor de las transformaciones sociales. Ir al encuentro de nuevos sectores que se han incorporado a la lucha. Y la clave para esta tarea es impulsar la movilización social. La gente necesita aprender en la escuela de la calle, en la universidad de la lucha, quienes son sus enemigos y quienes son sus aliados.
Funes toma la iniciativa en la lucha contra la delincuencia
La capacidad de convocatoria y de concertación del Presidente Funes ha sido puesta de manifiesto en las reuniones con diversos sectores nacionales. En particular, los grandes empresarios aglutinados en la ANEP han tenido que guardarse sus críticas y se han visto obligados a asistir para no verse expuestos al repudio ciudadano.
La habilidad política del presidente Funes ha quedado también de manifiesto en su manejo de la situación delincuencial. Con el apoyo extraordinario de sectores conservadores de la Iglesia Católica Romana, ha logrado importantes avances en la disminución de los índices de asesinatos entre las pandillas MS y 18.
Y lo ha hecho sin comprometerse formalmente. Incluso desplazando a reconocidos sectores de la derecha religiosa. El presidente Funes recoge los aplausos y a la vez se cuida de un posible fracaso o retroceso, que no podría imputársele directamente. Es un éxito político. La derecha esta sorprendida y todavía no reacciona. El presidente Funes puede fácilmente alegar que es una promesa que se esta cumpliendo. Y con una modalidad de diálogo más que de represión.
Pero lo fundamental en el balance de tres años radica en el fuerte respaldo político que recibe desde Washington. El inicio del segundo componente del programa Fondos del Milenio en la franja costera del país es un sonoro triunfo. Desde el inicio de su presidencia el gobierno de Obama le ha disputado al FMLN la conducción del barco gubernamental. Y al final parece que Obama logró desplazarlo.
Es una situación paradójica de un gobierno de izquierda fuertemente influenciado por Washington. Esa es la realidad y es a partir de esta caracterización que debemos de diseñar nuestras estrategias de lucha. Hay que cambiar la correlación de fuerzas al interior del gobierno al mismo tiempo que se combate y se vuelve a derrotar a la derecha, y esto requiere de fuerza social y de propuesta política.
Seguridad, empleo, alto costo de la vida, reactivación del agro y apoyo a emigrantes fueron los cinco pilares sobre los que el entonces candidato Mauricio Funes construyó su oferta electoral y que logró cautivar los corazones de la población con el lema “nace la esperanza, viene el cambio.” Y el resultado fue la victoria electoral de marzo del 2009 y la llegada al gobierno el 1 de junio del mismo año. El reloj ha avanzado tres años y hoy podemos evaluar el cumplimiento de estos ofrecimientos.
En términos del combate a la delincuencia parece ser que las medidas de diálogo están dando resultados y que el presidente Funes podrá mencionar en su discurso del tercer aniversario que hay avances significativos. Lo mismo podrá decir de la reactivación del agro y del nuevo TPS. Pero sigue pendiente lo del empleo y del costo de la vida. Y en lo que a costo de la vida se refiere hay amenazas en el horizonte, la más inminente es la del transporte que fácilmente le puede empañar las celebraciones. Pero en general, el balance es positivo. Y esto preocupa a la derecha.
El principal reto del FMLN con respecto al presidente Funes es evitar que el peso de la crisis caiga sobre las espaldas de los trabajadores, como pretende el sector alineado con el FMI en el gobierno. La crisis deben pagarla sus responsables: la oligarquía transnacionalizada. No podemos permitir la eliminación de los subsidios, aunque hay que revisarlos.
FMLN asegurando el futuro
Un candidato seguro de una derrota segura no puede ser la propuesta de futuro de la izquierda, tampoco un candidato no confiable aunque asegure una posible victoria. El FMLN debe de aprovechar esta oportunidad para abrir un proceso participativo en el que la base social y la militancia se sientan motivados y los indecisos se sientan de nuevo cautivados. El no hacerlo así proyectara una imagen de un partido cerrado y autoritario, que es lo que la derecha pretende lograr. Si la decisión es claramente la de no ganar, por lo menos se debe de asegurar que el proceso contribuya a acumular fuerza política y no sea un elemento debilitante del proceso.
Y esto tiene que ver con la visión sobre el partido y la izquierda en general.
A partir de los Acuerdos de Paz y la transformación de fuerza guerrillera a fuerza electoral, el FMLN mira exclusivamente hacia la derecha en la construcción de sus alianzas políticas electorales (Amigos de Mauricio) y prioriza sus alianzas políticas legislativas (antes con el PCN, hoy con GANA). Y quizás sea lo correcto en el marco de una estrategia parlamentaria.
Pero es una visión parcial y limitada en el marco de una estrategia global sea de la clásica de toma del poder o de la novedosa construcción de poder popular, e incluso de la limitada estrategia de acumulación de poder institucional. Se necesita mirar hacia la izquierda. Y mirar hacia el futuro. El FMLN puede pero no debe de seguir ignorando o marginando a sus vecinos de la izquierda. Se necesita un gran acuerdo político entre la izquierda que lucha por la democracia pero lucha también por el socialismo. Y claramente no estamos hablando de GANA.
A partir de la década de los noventa del siglo pasado, con el fin de la dictadura militar, surgen nuevas expresiones ideológicas de la izquierda, algunas de estas ausentes desde 1932, como son los movimientos trotskistas y anarquistas. También han surgido nuevos movimientos y sujetos sociales que reclamen protagonismo en las calles, como la lucha contra la minería, y esto es positivo, enriquece al movimiento popular.
Asimismo ocurre un desprendimiento del FMLN hacia la izquierda que se manifiesta en la Tendencia Revolucionaria, TR, en el marco de un debate interno contra corrientes reformistas. La decisión de la TR de impulsar una fuerza política electoral (Nuevo País) viene a reforzar la necesidad de la unidad de la izquierda. La coincidencia básica es el camino electoral como la forma principal de lucha de este momento. Otra coincidencia es la necesidad de desmontar las políticas neoliberales predominantes antes con ARENA y hoy con el gobierno de coalición Funes-FMLN.
Así como en el pasado la lucha por la unidad de la izquierda fue un poderoso combustible para la aceleración del proceso revolucionario, y llevó al nacimiento y la construcción del FMLN, en el presente debe de convertirse en un detonante para el despliegue de las energías revolucionarias hoy adormecidas, de los sectores populares.
El calificar como derechista todo tipo de críticas hacia el FMLN significa sumergirse en una burbuja y considerarse poseedor de la verdad. Con respecto al balance de las pasadas elecciones, en un esfuerzo por evadir la responsabilidad política, de asumir los errores de apreciación estratégica y táctica por parte de la dirección del FMLN, se recurre a justificar que es por culpa del presidente Funes o porque no cuentan con un buen sistema de comunicación con la gente.
En el fondo existe nuestra tradición autoritaria como izquierda que señala que la dirección nunca se equivoca y se confunde el estado de ánimo de la militancia con el de la población en general. Tampoco debería alegarse como justificación de actitudes confusas que ARENA tuvo ese tipo de conductas durante veinte años, porque precisamente por eso es que la gente nos rechazó.
Y lo más importante, los valores de la derecha no son los mismos que los de la izquierda. El pueblo respeta y admira al FMLN precisamente porque mostró una consistencia moral que derrotó a la dictadura militar. Pero si el FMLN termina pareciéndose a la derecha, la gente les va pasar factura. Y esto se mide en detalles, no en discursos. La gente esta observando donde viven, donde comen, como se visten. La dirección del FMLN necesita urgentemente una revisión de sus métodos de conducción y de sus estilos de vida.
En diversas ocasiones, algunas decisiones de la dirección del FMLN han venido a sintonizar con la campaña mediática de la derecha que pretende presentarlos como parte del sistema, en especial cuando tomaron decisiones con respecto al decreto 747. La derecha ha logrado arrebatarle no solo banderas sino formas de lucha y aliados al FMLN. La derecha tiene la habilidad de golpear al FMLN hasta con los bocadillos de una recepción.
20 años de lucha parlamentaria en los marcos electorales impuestos por el sistema, han dejado una profunda y preocupante huella de acomodamiento en el ánimo de lucha de la conducción y la base del FMLN, y de importantes segmentos del movimiento popular y la derecha lo sabe y lo utiliza. Uno de las expresiones de esta situación es el debilitamiento del espíritu antiimperialista. Otro es la burocratización del movimiento popular.
Otro aspecto es el abandono de la organización, la educación política, la lucha popular y social. Otro es la ausencia de construcción de teoría que sistematice la rica experiencia vivida así como de pensamiento crítico sobre la realidad nacional e internacional. Otro es la falta de debate ideológico. Otra es el desinterés por la unidad de la izquierda.
ARENA con mayoría legislativa irrelevante y ANEP en pie de lucha
No obstante que ARENA se convirtió en la primera fuerza política legislativa a partir de las elecciones de marzo pasado, la realidad le golpea el rostro y le enseña que están completamente aislados. Han perdido el ejecutivo, el legislativo y están complicados con la elección de los nuevos magistrados de la CSJ y el Fiscal. No logran cuajar alianzas legislativas.
Esto ha provocado que otros sectores de la derecha asuman de manera protagónica la conducción de la estrategia para derrotar al FMLN. Esto explica la actitud de la ANEP, FUSADES y de universidades de derecha que salen hoy a la palestra política a defender el sistema. Y han avanzado. Han logrado aglutinar fuerza social alrededor de la lucha por una CSJ de derecha.
Movimiento Popular y 1 de mayo
La realización de dos manifestaciones separadas del 1 de mayo no es novedosa. Es casi una constante desde los Acuerdos de Paz. Por diversas razones se rompió la tradición popular unitaria presente durante la década de los ochenta del siglo pasado. Pero revela una debilidad. No podemos ponernos de acuerdo ni para marchar juntos, aunque las banderas de lucha son las mismas. Es un desafío a superar para enfrentar de manera unificada a la derecha e impulsar el proyecto histórico popular de transformaciones estructurales orientadas al socialismo.
No obstante esto, los trabajadores volvieron a manifestar su decisión de transformar este país. Y se desplegó la diversidad y el potencial organizativo de la izquierda social y de la izquierda política. Fue una gran jornada popular de encuentro y de compromiso. Las calles fueron ocupadas por sus legítimos dueños, los trabajadores.
Perspectivas
La apuesta de ARENA es la de construir un escenario de crisis que vuelva al país ingobernable. Para esto necesita sembrar de minas las veredas ministeriales, legislativas y municipales, para lograr que el FMLN se lesione, se desangre y se equivoque. Especialmente para que se equivoque y que la opinión publica lo perciba como parte integral del sistema y no como instrumento de cambios. La meta es clara, el 2014 y el 2015.
La apuesta del presidente Funes y del FMLN es la de terminar este primer mandato en una situación de estabilidad. Y garantizar un segundo mandato. Para esto necesitan fortalecer la alianza que originó la victoria de marzo de 2009 y construir una propuesta política que permita rebasar la gran coalición democrático revolucionaria del 2009 y contar con una candidata o candidato, seguro, confiable y a la vez ganador.
Lo más seguro es que los grises de la realidad se encarguen de matizar el cuadro y que no suceda ni lo primero ni lo segundo, sino que va a haber crisis pero manejable. La administración Funes y el FMLN cuentan con la suficiente fuerza política para enfrentarse a la derecha, aunque no podrán evitar que esta actué, incida, maniobre, trate de subvertir un orden ajeno y peligroso para sus intereses de clase. La derecha sueña con el 2014 y el 2015. La izquierda también.-
Roberto Pineda
San Salvador, 16 de mayo de 2012