Negocio con Dios: los pastores de la prosperidad
Entrevista con Miguel Pastorino, secretario para América Latina de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES)
26 septiembre 2015RedaccionIglesia y Religión
Courtesy of Miguel Pastorino
¿Qué es la teología de la prosperidad? Más de la mitad de los cristianos de las iglesias neopentecostales en América Latina pertenecen a esta corriente, aunque no conozcan su nombre. En Estados Unidos casi el 20 por ciento de los evangélicos pentecostales confiesan ser parte de este movimiento. Con grandes resistencias por parte del mundo evangélico y pentecostal, los pastores que centran su predicación en el dinero y la prosperidad material, son los que más crecen entre los más pobres y se han vuelto un verdadero escándalo entre los cristianos.
Para comprender este fenómeno, ZENIT entrevistó a Miguel Pastorino, secretario para América Latina de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), y especialista en el tema, quien en estos días ha sido invitado por teólogos evangélicos en Uruguay para abordar este complejo y preocupante movimiento.
¿En qué consiste la llamada “Teología de la Prosperidad”?
— Miguel: Es una corriente que comenzó en los años 50 y 60 en algunas comunidades y predicadores vinculados al neopentecostalismo en Estados Unidos. Con los años ha cambiado mucho y en la actualidad está cada vez más presente en los nuevos ministerios de impronta pentecostal, especialmente entre los que han alcanzado mayor presencia en los medios de comunicación.
Consiste en una doctrina del negocio con Dios, donde las prédicas son abiertamente materialistas y se propone la avaricia como un camino de santidad. Enseñan que si Dios es el dueño del mundo, un hijo suyo tiene derecho a reclamarlo todo. Interpretan los textos bíblicos donde se prometen bendiciones de Dios como si se tratara siempre de prosperidad económica, generando una lógica de intercambio con Dios: “Si ofrendas con generosidad, Dios será generoso contigo, pero si no prosperas, es por tu falta de fe”.
Se considera que la persona que posee muchos bienes es “un bendecido de Dios”, por lo cual los pastores de estas iglesias, no tienen reparo en hacer alarde del lujo en el que viven y enseñar a buscar la riqueza como sinónimo de salvación.
¿Y la pobreza cómo la interpretan?
— Miguel: Ser pobre es un pecado para ellos, o en todo caso es la consecuencia de la falta de fe y de amistad con Dios. Enseñan que si uno es “socio” de Dios, a uno no le puede ir mal en materia económica. Pero si se vive en la pobreza es por culpa de uno mismo y de su falta de “siembras” o alianzas con Dios.
El nivel escandaloso al que ha llegado este movimiento, ha sido objeto de crítica, no solo de la mayoría del mundo evangélico y pentecostal, sino de autores que en un comienzo la defendían, como Peter Wagner, quien llamó a esta corriente “codicia desenfrenada”.
¿Cómo es que consiguen que las personas donen tanto dinero?
— Miguel: Hay personas que dan de lo que no tienen, y se endeudan por esperar una prosperidad del cielo que nunca llega. Se utilizan técnicas de manipulación psicológica, inducción a verdaderas crisis histéricas, donde las personas después de estar horas cantando y escuchando prédicas, sistemáticamente se les pide una ofrenda y cada vez más grande. En la forma de pedir se enseña que “Dios está esperando que le demuestres tu fe”, “Dios no te ha bendecido porque no te arriesgas por él”, y cosas por el estilo.
Les gritan: “Muéstrale a Dios cuánto confías en él”. Hay personas que han entregado sus ahorros, su casa y su coche. Muchas veces son personas desesperadas que han perdido su trabajo o que tienen muchas deudas, o casos donde tienen un hijo con una enfermedad terminal y les enseñan que solo se sanará cuando Dios pruebe su fe a través de su generosidad.
¿Las personas que asisten suelen ser personas muy pobres?
–Miguel: Apuntan a todos los públicos posibles. Debemos quitarnos el prejuicio de que los manipulables son solo personas con escasa formación académica o muy pobres económicamente. Cualquier persona en una situación de vulnerabilidad, sin importar su profesión, puede ser víctima de este tipo de manipulación. Someten a sus fieles a un constante desafío de entregar sus bienes, por pocos que sean, a cambio de beneficios espirituales y materiales.
¿Con qué iglesias o sectas podemos identificar esta corriente?
— Miguel: Es complejo, porque esta mentalidad es mayoritaria en los grupos neopentecostales, pero no en todos. Incluso hay algunos carismáticos católicos, con escasa formación, que han leído autores de esta teología y ha penetrado así en algunos grupos de oración. Lo cierto es que la mayoría de estos grupos tienen grandes cadenas televisivas, y las sectas más controvertidas en América Latina con este tema son “La Iglesia Universal del Reino de Dios”, conocida también como “Pare de Sufrir”, y la iglesia “Dios es Amor” fundada por David Miranda en Brasil. Luego la lista se complejiza, pero puede verse a algunos de los nuevos “apóstoles” de la prosperidad con este discurso, como Kenneth Copeland, Creflo Dollar, Paula White, Cash Luna o Guillermo Maldonado, entre otros.
No debemos identificar injustamente esta mentalidad con todo el neopentecostalismo, que es muy diverso y complejo en sus teologías y formas de vivir la fe. Pero lo cierto es que está siendo un fenómeno contagioso entre los neopentecostales.
¿Hay algún otro elemento que quisiera destacar?
— Miguel: Sí, el autoritarismo. Estos mismos líderes religiosos, combinan esta mentalidad con un autoritarismo muy fuerte, donde exigen “sujeción” total de sus fieles, ya que el pastor expresa la voluntad de Dios, incluso en la vida privada y por lo tanto en el criterio del uso de los bienes personales. Suelen hacer prédicas donde humillan con ironía a sus fieles, tratándolos de “estúpidos” por no comprender las enseñanzas de Dios. Se ha convertido en un antievangelio donde se premian la soberbia y la codicia en el pastor.
¿Qué piensan los teólogos evangélicos y católicos al respecto?
–Miguel: No se necesita mucho discernimiento teológico para entender que este movimiento se opone al Evangelio y es un verdadero escándalo moral para todos los cristianos. Es cierto que los teólogos protestantes y evangélicos denuncian con más insistencia este tema por afectarlos más de cerca, pero se escuchan críticas desde todas las confesiones. La Palabra de Dios está llena de citas donde se condena el amor al dinero y se advierte con dureza sobre la codicia de los pastores.
Les recomiendo leer los capítulos 3 y 6 de la carta a Tito, aunque alcanzaría con conocer un solo evangelio para darse cuenta de la aberración que supone adherir a la teología de la prosperidad. La religiosidad New Age comparte con la teología de la prosperidad, la anulación del molesto prójimo que es considerado culpable de su propia pobreza o desgracia.
¿Por qué cree que se extiende tanto actualmente esta mentalidad?
–Miguel: Porque vivimos en una época donde domina la mentalidad tecnoeconómica y consumista en todos los aspectos de la vida, donde las relaciones humanas han sido colonizadas por lógicas comerciales, como si fueran puras transacciones. Y la relación con Dios ha entrado en esta lógica de intercambio y de uso para los propios intereses. Se cambia el modo de pensar y el de vivir, y esto afecta también al modo de vivir la fe, inevitablemente.
Se ofrece así un dios a medida de los consumidores, según los esquemas dominantes, donde para cada problema hay una solución a su debido precio. A esto habría que sumarle el fomento del pensamiento mágico y la situación de vulnerabilidad social en tantos países, donde muchos desean hacerse “mágicamente” ricos y vivir según los modelos de vida impuestos culturalmente. La teología de la prosperidad es una manifestación exagerada y caricaturesca de una tentación recurrente: la de querer hacer negocios con Dios, olvidando que en Jesucristo, no hay negocio posible. La lógica del Evangelio va en la dirección contraria a este materialismo y nos invita a mirar más allá de nuestros egoísmos.