Banca centroamericana fuerte afrontará la tormenta Leonel Ibarra Marzo de 2018

La banca centroamericana viene de tener años bonancibles y ritmos acelerados de crecimiento en todos sus indicadores;  y el año pasado no fue la excepción. En 2017 los activos del sistema bancario regional, sin Panamá, crecieron 8.3 %, mientras que los créditos aumentaron 5.5 %, y 1.5 % en utilidades, este último indicador arrastrado por una caída en el mercado costarricense.

Pero, ante la estabilidad de los datos, hay nubes de tormenta que amenazan al sector y que podrían  impactar sobre los resultados de este año. Los analistas coinciden en que los destapes de malversación y desvío de fondos públicos, la polarización política, la inseguridad jurídica, los procesos electorales poco transparentes y la población descontenta podrían formar “una tormenta perfecta” que azotaría aun al más fuerte de los actores bancarios en la región.

Pero ¿qué tiene que ver que un funcionario vaya a la cárcel con que los bancos tengan un menor crecimiento? “En el negocio bancario siempre ha sido importante la influencia que tiene el entorno: económico, político, social; pero cada vez está influyendo más en el desempeño”, responde Rolando Martínez, director sénior y director de Instituciones Financieras Centroamericanas de Fitch Ratings.

Centroamérica tendrá un entorno económico y político que “probablemente permanecerá desafiante” y los bancos “enfrentarán algunas presiones sobre la calidad de activos y perspectivas de crecimiento limitadas, mientras que los eventos de riesgos no financieros podrían seguir poniendo a prueba los marcos regulatorios de estos países”, detalla el informe de Perspectivas 2018 realizado por esta agencia.

Dichos eventos de riesgo no financieros son a los que más atención debe poner la banca regional. Los temas de corrupción impactan al sector bancario, porque los lleva a exigirse un mayor control en sus procesos de otorgamiento de servicios, así como el monitoreo de estos con el fin de evitar servir de cómplices, explica Gary Barquero, gerente general de SC Riesgo.

“Ante todo, el sistema bancario debe tener credibilidad ante sus clientes a través del conjunto de políticas y procedimientos establecidos y en la medida que las entidades tengan un gobierno corporativo más robusto, este tema se puede mitigar”, agrega. Los elementos de inestabilidad política, el alto déficit fiscal de países como Costa Rica y El Salvador,  aunado a la incertidumbre de procesos electorales  con señalamiento de fraudes como en Honduras, generan una contracción de las inversiones y un menor otorgamiento  de créditos.

Asimismo, esa inestabilidad puede generar degradaciones de parte de las calificadoras de riesgo, incrementando los costos de fondeo internacional. Todo lo anterior llevaría como consecuencia a una posible contracción de la rentabilidad en el sector bancario si las cosas siguen iguales o empeoran.

Otro factor que incidirá son las políticas públicas que tome Estados Unidos y que podrían incidir en el flujo de remesas. Un análisis  publicado recientemente por S&P Global dice que estas medidas podrían afectar las relaciones comerciales regionales y obstaculizar la inversión. Martínez, de Fitch, explica que para el caso de El Salvador, los depósitos se mantuvieron estables durante un buen período del año y luego empezaron a subir también impulsado por las remesas de los salvadoreños en Estados Unidos.

“El tema del TPS es algo que va hasta el segundo semestre de 2019, entonces no está claro cómo va a ser el comportamiento de las remesas”, dice el analista. En el escenario de que las remesas disminuyan su dinamismo: ¿Qué pasaría con los depósitos de la banca? Posiblemente su crecimiento también tendería a reducirse, pero eso no significa que la liquidez de la banca se vaya ajustar, pues los bancos se han mantenido por bastantes años con niveles de liquidez y capital bastante buenos, coinciden los analistas.

Además, para los sistemas bancarios con exposición elevada a moneda extranjera (como Guatemala, Honduras y Costa Rica) el fortalecimiento del dólar “podría afectar los indicadores de calidad de activos, dañando la rentabilidad”, advierte S&P.

Más transparencia

De todos es sabido que la  región centroamericana se ha caracterizado  por su inestabilidad política y poca transparencia en finanzas públicas. Entonces ¿por qué ahora la banca se ve más afectada por este entorno?  Los expertos coinciden en que la diferencia es que hoy en día hay más mecanismos de control a través de los cuales se han detectado temas de corrupción así como de lavado de dinero que pasa a través de los bancos.

Pero, en todo caso, para Oscar Jasaui, presidente de la agencia Pacific Credit Rating (PCR), el aspecto político más influyente continúa siendo el desempeño fiscal y de balanza de pagos, y la forma en que los indicadores de deuda impactan en las economías. “Asimismo, deben sumarse otros efectos relacionados con la capacidad de los países de la región para mantener un adecuado ritmo de crecimiento económico que, ante una mayor demanda agregada y mejores indicadores de inversión, derive en un crecimiento de la participación de los servicios que ofrece el sector bancario”, afirma Jasaui.

Aunque es aventurado prever si estos escándalos de corrupción seguirán sucediendo, lo que sí está claro es que la banca ha tomado conciencia y está más preparada. “Nosotros esperamos, debido a esto, que en 2018 haya bastante estabilidad en la región, con un desempeño bancario similar al de 2017, con excepción de Honduras y Costa Rica, donde esperamos que algunos indicadores financieros se deterioren, sin que esto ponga en riesgo la solvencia o liquidez de la banca”, manifiesta el director sénior y director de Instituciones Financieras Centroamericanas de Fitch Ratings.

Otro buen año

Como dice el dicho: “Al mal tiempo, buena cara” y por los resultados financieros obtenidos en 2017, se puede concluir que la banca regional ha enfrentado con bastante éxito las condiciones adversas.   El sector bancario centroamericano (sin tomar en cuenta Panamá) registró un crecimiento promedio de activos del 8.3 % en 2017. Este porcentaje representó un aumento de $10,000 millones, destacando las plazas guatemalteca, costarricense y nicaragüense. La cartera crediticia de la región creció en promedio un 4.3 %, liderado por Nicaragua con 7.9 % y Costa Rica un 5.07 %. “Nicaragua es uno de los países que tiene mayores perspectivas de crecimiento económico en Latinoamérica, esto lo vemos reflejado en los crecimiento del sector bancario del país (…) impulsado por el comercio, vivienda e industria”, dice Barquero, gerente general de SC Riesgo.

El crecimiento de las utilidades del sector en el istmo (sin Panamá) estuvo en línea con el aumento en los depósitos, destacando el caso guatemalteco que obtuvo un incremento de 15.3 %. Sin embargo, las cifras de la región se deterioraron (creciendo solo un 1.5 %) arrastrado por las pérdidas en el sistema costarricense (-18.9 %) por el ajuste cambiario y el aumento de la morosidad.

Esto es menor al 3.5 % en beneficios que reportó la región a finales de 2016. En el caso de Panamá,  se espera que el crédito local cierre el año con crecimiento del 8 %,  había crecido 6 % hasta octubre pasado “lo cual es un dinamismo normal y bastante sano”, aseguró Recinos. Además, luego de dos años de mantener una perspectiva negativa, Fitch Rating la modificó a estable, ya que se estima que el sistema bancario panameño ya se ha adaptado al entorno de crecimiento menor y su desempeño financiero va a ser bastante similar al de 2017.

Por otra parte, para este año no se proyectan mayores compras o adquisiciones en el sector. La última la realizó en octubre el hondureño  Banco Atlántida (el segundo banco más grande de su país y número 19 de la región) que adquirió a ProCredit en El Salvador. Procredit Nicaragua también cambió de manos en agosto de 2017 cuando fue adquirido por la Corporación Financiera de Inversiones, S.A. de Grupo Pellas.

“Todavía hay espacio para que bancos que son relevantes en su país de origen inicien operaciones en otros países, pero el escenario más probable es que esas operaciones se realicen en una escala pequeña o empezando operaciones desde cero. Donde más espacio vemos es en Panamá, donde se puede iniciar un proceso de consolidación”, prevé Martínez, de Fitch. Es decir que los bancos más grandes adquieran a otros más pequeños.  

Honduras entra con fuerza

En el ranking bancario centroamericano 2017 elaborado por El Economista desde hace 10 años, que incluye a los 25 mayores bancos por activos, Banco General de Panamá se sigue posicionando como líder de la región,  con $15,867.5 millones, un incremento del 5.8 % comparado a noviembre del año anterior. Le sigue Banco Nacional de Costa Rica, con $12,340.9 millones (un 10.4 % más); el guatemalteco Banco Industrial está en la posición número tres  con $11,772.1 millones de activos, rompiendo la hegemonía panameña en los primeros cinco lugares. El podio de los primeros ocho bancos se mantiene igual que el año pasado, pero en esta ocasión  Honduras sumó cuatro instituciones en el top 25.

Bac Honduras y Banco de Occidente son de nuevo ingreso. Los activos de las 25 mayores instituciones bancarias suman  $161,764.5 millones, $6,085 millones más que en 2016. El 47 % de los activos del top 25 pertenecen a bancos panameños, 21 % a instituciones guatemaltecas, 20 % a bancos costarricenses, 9 % a hondureños y un 3 % a los salvadoreños.•

Leonel Ibarra-Centroamérica (El Economista)

27 de Marzo de 2018

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