El español que se habla en El Salvador y su importancia para la dialectología hispanoamericana
John M. Lipski
The Pennsylvania State University
Introducción
Entre las zonas dialectales del español mundial, Centroamérica sufre de la escasez más aguda de investigaciones lingüísticas y literarias. Asimismo la literatura centroamericana, si bien cuantiosa en comparación con la población del istmo, no se ha dado a conocer lo suficiente como para facilitar las
aproximaciones comparativas. Y dentro del ámbito centroamericano, el habla de El Salvador sufre de una crítica escasez de trabajos descriptivos y teóricos, ya que en las últimas décadas la dialectología en El Salvador no ha podido avanzar al compás de los trabajos comparativos en otras naciones
hispanoamericanas.
En los próximos comentarios, mencionaré brevemente algunas de las
características más notables del español hablado en El Salvador, para luego situarlas dentro del marco de la dialectología contemporánea. El objetivo de esta exposición es de reanimar a los estudiantes salvadoreños a que realicen estudios empíricos sobre las variedades del español habladas en El Salvador y los países vecinos, para así remediar algunas de las deficiencias que entorpecen el conocimiento del castellano centroamericano.
En particular, enfocaremos la matización del sistema pronominal (la compleja distribución de tú, vos y usted), algunas construcciones sintácticas
características del habla salvadoreña, las modificaciones fonéticas del lenguaje popular, y la representación gráfica del habla espontánea.
El voseo en El Salvador
Empecemos con el aspecto morfosintáctico más significativo, el empleo de los pronombres personales de segunda persona singular (Baumel-Schreffler 1989, 1994, 1995; Castro-Mitchell 1991; Gaínza 1976; Lipski 1986c, 1989b; Pinkerton 1986; Rey 1994, ms.; Solano 1986; Vargas 1974;
Villegas 1965 para Centroamérica; Lambert y Tucker 1976, Brown y Gilman 1960 para casos generales).
El Salvador, igual que los demás países centroamericanos, es una nación eminentemente voseante, es decir que se prefiere el empleo del pronombre vos (y las formas verbales correspondientes) frente al tú que aparece como único ocupante del paradigma pronominal de segunda persona singular en los manuales de gramática. A diferencia de algunos otros dialectos centroamericanos, el habla salvadoreña presenta un sistema pronominal que da cabida a los tres pronombres singulares del castellano: tú, vos y usted.
En Nicaragua se puede afirmar que el pronombre tú no existe en el lenguaje cotidiano, aunque hasta hace muy poco, era la forma preferida en
el discurso literario, así como en la correspondencia amistosa entre personas de clase media. El filólogo nicaragüense Carlos Mántica (1973: 55) declara contundentemente que `“El voseo” (tratar de “vos”) es la única forma de tratamiento en el habla popular nicaragüense.’
El lingüista estadounidense Charles Kany (1969: 112) indica que `idéntico empleo confuso rige en Nicaragua … parte de la confusión en las formas, sobre todo el empleo del tú con el verbo en plural, se debe indudablemente
… al deseo que ciertos iletrados sienten por conformarse con el uso social correcto.’
El investigador venezolano Iraset Páez Urdaneta (1981: 81) observa que `Hablantes nicaragüenses afirman que en su país se vosea más rápida y fácilmente a una persona desconocida que en otros lugares de Centro
América; creen así mismo que el tuteo no tiene “muchas posibilidades” en Nicaragua.’
Para el vecino país de Costa Rica, observa Kany (1969: 110) que `El voseo es tan general en Costa Rica, que se puede oír incluso en las escuelas, siendo tachados de pedantes y presuntuosos quienes hacen uso del tú.’ Páez Urdaneta (1981: 83) dice que en Costa Rica `el voseo es general socialmente hablando. A diferencia de otros países voseantes el voseo se utiliza aquí en tratamientos
extra-clase ascendientes.’ Villegas (1965: 613) dice que `El uso de tú indicará en Costa Rica procedencia extranjera, afectación, pretenciosidad o pedantería. Puede incluso implicar afeminación.’
Hablando de Honduras, dice Kany (1969: 113) que `prevalece aproximadamente el mismo uso popular que en el resto de Centroamérica,’ mientras que para Guatemala, dice el mismo autor (p.116) que `el voseo es más general en Guatemala que en El Salvador.’ Alberto Rey (ms.) descubre un complejo sistema de trato pronominal en el habla hondureña contemporánea, que incluye una alta preferencia por el usted para personas desconocidas y encuentros callejeros, y una notable variación
entre tú y vos para compañeros de trabajo. Es en el dominio familiar y entre los amigos íntimos donde prevalece el voseo casi exclusivo. Páez Urdaneta (1981: 80-81) nota que `Hay cierto tuteo presente en el español hondureño, al menos en el habla de Tegucigalpa,’ mientras que en Guatemala `Con amigos o con desconocidos, vos puede ser usado y algunas veces, como un distanciante relacional, puede sustituírsele por un TU esporádico + {formas verbales de vos}’ (p. 79).
Nuestras propias observaciones realizadas en tierras centroamericanas confirman los apuntes de Kany y Páez, quienes se basaban principalmente en fuentes literarias y lexicográficas.
La situación de los pronombres personales en El Salvador es más matizada, pues además de la dicotomía pan-centroamericana vos-usted, existen casos de tuteo interno, es decir entre interlocutores salvadoreños sin pretensiones extranjerizantes (Baumel-Schreffler 1989, 1994; Lipski 1986c, 1989b).
Algunos salvadoreños—pero no todos—aceptan el empleo ocasional de tú como variante intermedia: significa amistad pero sin el grado de confianza que requiere el voseo. Este trato tridimensional se encuentra sobre todo entre los individuos de mayor preparación escolar, pero se puede afirmar que el
uso esporádico de tú no es tan ajeno a las normas salvadoreñas como el mismo pronombre en territorio nicaragüense. Kany (1969: 114) nota que `El Salvador no constituye excepción en lo referente al voseo popular. De hecho, el voseo está allí enormemente extendido en la conversación familiar. Menos general que en Argentina, su uso (no sus formas) es tal vez más comparable con el de
Chile. En las clases altas se usa ocasionalmente “de una manera velada,” si bien el uso social educado impone el tú.’ Kany (1969: 116) también observa la alternancia de formas propias de tú y vos en el habla salvadoreña popular.
Páez Urdaneta (1981: 79-80) afirma que `Nacionalmente, el tuteo … es
raro … En comparación con Guatemala y Nicaragua y Costa Rica, El Salvador y Honduras presentan cierto tuteo verbal que sin ser intenso no deja de ser algo evidente. En el trato familiar, vos es “universal” … el voseo es intenso en cada una de las clases sociales salvadoreñas.’
En mis propias encuestas, realizadas entre salvadoreños residentes en los Estados Unidos, mis informantes (que representaban casi todas las capas socioeconómicas del país) indicaban una preferencia extraordinaria por el pronombre vos para el trato familiar, aunque casi todos reconocían el empleo de tú, sobre todo cuando existe una distancia profesional o un grado menor de confianza entre los interlocutores (véase el Cuadro 1). Estos resultados fueron confirmados por Baumel-Schreffler (1994), quien efectuó una encuesta entre salvadoreños residentes en Houston, Texas, casi todos de la clase trabajadora.
Los hombres preferían el pronombre vos (50%) o usted (37.5%) frente a tú
(12.5%) al hablar a otro hombre; para dirigirse a una mujer, los mismos hombres optarían por vos (44%), usted (33%) y tú (22%). Las mujeres no demostraban un trato diferencial; preferían el usted deferencial tanto para interlocutores femeninos como masculinos.
En cuanto a las actitudes, un 71% de los informantes salvadoreños afirmaban que tú era más refinado que vos (un 20% no encontraba ninguna diferencia, y un 10% indicaban que vos era más refinado); sin embargo, un 61% pensaban que vos era un trato más amistoso, frente a 20% que se inclinaban hacia el tú y un 20% que no detectaba ninguna diferencia.
Además de su valor como pronombre de solidaridad, vos también puede establecer una igualdad forzada, para insultar, menospreciar, o repudiar una actitud de superioridad real o imaginada de parte del interlocutor. Así es, por ejemplo, que unos combatientes guerrilleros salvadoreños describieron sus intercambios verbales con un oficial del ejército que mantenían en condición de prisionero de guerra (López Vigil 1991: 180): `Los combatientes, por orden de la comandancia y para bajarle un poco los humos, lo trataban de “vos”. Nada de “mi coronel”. Sin ofenderlo, pero achicándolo con el voceo. Son detallitos, pero cuentan.’
Estos estudios piloto dan cuenta de la complejidad del trato pronominal dentro de El Salvador y entre los salvadoreños que viven en el extranjero, pero todavía hace falta un estudio multidimensional del voseo salvadoreño. Hay que aclarar, por ejemplo, la gama de formas verbales (especialmente las
formas compuestas a base de has/habías y el tiempo futuro a base de -ás/-és), la posibilidad de formas híbridas (pronombre vos con formas verbales que corresponden al pronombre tú), la posibilidades de emplear el pronombre tú entre interlocutores salvadoreños, las actitudes de los distintos sectores
socioculturales hacia el voseo, los efectos del sistema educativo y los medios de comunicación sobre el trato pronominal, y las variables que rigen la oposición vos-usted. Como se ve, es un tema fructífero para investigaciones futuras,
Además del empleo de vos como pronombre de segunda persona singular, existen otras facetas que circunscriben el comportamiento del voseo en Centroamérica. En El Salvador, y en grado menor en Honduras y Guatemala, se coloca vos (y a veces usted) al final de las frases para reiterar la
participación del interlocutor; esta construcción es apenas conocida en los otros países centroamericanos. Algunos ejemplos derivados de la literatura salvadoreña y guatemalteca son:
(1) está rica esta babosada, vos (Argueta 1981: 98)
Si se juera pasando, bos Nachóo? (Ambrogi 1961: 184)
_Quién, vos? (Ramón González Montalvo `La cita’ [Barba Salinas 1959: 232])
_vamos a trer las bestias, vos? (Peralta Lagos 1961: 26)
encendé la fogata, vos (Rodríguez Ruíz 1961: 89)
_nos habrá reconocido, vos? (Rivas Bonilla 1958)
qué friyo, vos (Salarrué 1970, v. 1: 291)
de veras, vos, qué bonito (Salarrué 1970, v. 1: 424)
de juro ques el mar, vos (Salarrué 1970, v. 1: 426)
_por qué, vos? (Salarrué 1970, v. 1: 337)
amonós, vos (Salarrué 1970, v. 1: 330)
_te dolió, vos? (Salarrué 1970, v. 1: 326)
_Y el pueta, vos? (Dalton 1976: 222)
Es que a mí me gusta la música, ustedes. (López Vigil 1991: 122)
_Es que lo desenterraron, usted! (López Vigil 1991: 128)
—-_Qué, vos? —- le preguntamos sin hacerle mucho caso … (Ramírez 1973; t. II, , 407 [Luis de Lión, Guatemala])
_A saber, vos! (Ramírez 1973; t. II, , 410 [Luis de Lión, Guatemala])
_Es que yo vivo aquí, usté! (Lara Figueroa 1984: 140) [Guatemala]
Hasta ahora no se ha realizado ningún estudio empírico sobre este fenómeno, a pesar de que representa un regionalismo casi exclusivo de El Salvador y las áreas limítrofes de los países vecinos. Se trata, en efecto, del empleo `libre’ del pronombre, es decir, desvinculado de todos los argumentos
de la oración en que aparece. En español, al igual que las demás lenguas indo-europeas, se puede
desplazar un sintagma nominal hacia el comienzo o el final de una oración para topicalizarlo: Tiempo, no tenemos; Es bien difícil, ese problema; El trabajo lo hice ayer. En todo caso el sustantivo desplazado corresponde a uno de los argumentos del verbo: sujeto, complemento directo, etc. No es
posible topicalizar un elemento que no corresponda a uno de los argumentos de la oración.
El idioma chino por ejemplo, junto con otras lenguas asiáticas, permite los `tópicos sin huellas’ [en inglés: nongap topics], es decir, se construyen oraciones del tipo: El Salvador, me gustan las pupusas, donde el elemento desplazado no corresponde a ningún argumento del verbo, sino que encuentra su antecedente pragmático en el discurso circunvecino. _Cuál es el origen de los pronombres pospuestos en el habla salvadoreña? El español mundial permite frase del tipo _Tú qué piensas? (o _Vos qué pensás?) y aun Yo lo que pienso es que esto es absurdo, pero el pronombre siempre está vinculado a
la estructura fundamental de la oración, siendo en efecto un sujeto topicalizado.
No parece que las lenguas indígenas de El Salvador hayan influído en la posposición de los pronombres, de manera que hay que buscar sus orígenes en la gramaticalización de los actos de habla. Tampoco se conocen los
parámetros pragmáticos que circunscriben su empleo en el lenguaje cotidiano. _Con qué finalidad discursiva se agrega el pronombre pospuesto (acto de solidaridad, para mitigar una petición, en forma imperativa, etc.)? _Se limita su uso a ciertos sectores sociales o generacionales? _Existen diferencias
regionales? _En qué época histórica surgió esta construcción por primera vez? Queda mucho por hacer para resolver estos interrogantes.
Los ejemplos extraídos de la literatura costumbrista centroamericana en general reproducen fielmente los matices sociolingüísticos que rigen el empleo de los pronombres de trato personal, evidenciando la muy arraigada ambivalencia que despierta el tema del voseo en Centroamérica. Si bien las clases populares emplean el voseo sin complejos ni reparos, los intelectuales centroamericanos y de otras naciones voseantes en su gran mayoría han rechazado el pronombre vos en el discurso culto, llegando algunos escritores al extremo de repudiar cualquier empleo de este pronombre y aun los pueblos que han caído en semejante `vicio.’
Así el autor guatemalteco José María Bonilla Ruano (1939: 11-13) vociferaba en contra de este `craso barbarismo,’ `repugnante vos,’ infamante vos,’ `el denigrante voseo.’ El filólogo nicaragüense Alfonso Valle (1972: 298) ofrece la siguiente crítica del voseo: `Tratamiento vulgar y plebeyo, que para desgracia y vergüenza nuestra es común a todas nuestras clases sociales. El tú y el usted han sido sustituidos por el villano vos, y este cáncer idiomático ha alcanzado a todos los verbos de la lengua castellana.’
El lexicógrafo guatemalteco Lisando Sandoval (1942: t. II, 603) describe el voseo como `solecismo’ y `barbarismo,’ pero `tan usado entre personas
de confianza, como en la correspondencia familiar.’ El costarricense Carlos Gagini (1919: 244) dijo que las formas híbridas del voseo `ponen los pelos de punta a los peninsulares que las oyen …’ Otro costarricense, Abelardo Bonilla, dijo en una ocasión (Láscaris 1975: 186) que el voseo `responde a la mayor facilidad de dicción que proporciona a la pereza mental, como lo demuestra el empleo que de esa forma hacen los indios y los niños cuando comienzan a hablar …’
El escritor hondureño Froylán Turcios vapuleaba el voseo constantemente (Kany 1969: 86); su compatriota Alberto Membreño (1982: 204-5) escribía en su diccionario de Hondureñismos que `el solecismo ha nacido ahora después que aprendimos á conjugar los verbos, y que el pronombre vos no ha querido ceder su puesto al tú.’
Fuera de Centroamérica, el argentino Arturo Capdevila (1940: 77 ss.) considera que el voseo rioplatense es `sucio mal, negra cosa, horrendo voseo…’ Podemos mencionar también las muy conocidas críticas de Andrés Bello y Rufino José Cuervo; para este último, el voseo era `repugnante,’ y las formas mixtas forman un `menjurge que encalabrina los sesos’ (Kany 1969: 87), mientras que para Bello el voseo (de Chile y otras naciones) era `una vulgaridad que debe evitarse, y el construírlo con el singular de los verbos una corrupción insorportable’ (Sandoval 1942: t. II, 603). El costarricense
Arturo Agüero (1962: 167) observa acertadamente que `… es además, un tratamiento de menosprecio, y aunque alguien no tuviera esa intención al vosear a una persona, esta podría considerarlo así. Según a quien se trade de vos, esto podría constituir asimismo una falta de educación…’
Por supuesto, no todos los intelectuales centroamericanos tienen sentimientos tan negativos ante el voseo popular. El costarricense Constantino Láscaris (1975: 186) opina que `en un pueblo donde todos vosean … no puede haber nobleza’ para luego concluir que `Costa Rica, país de poco folklore, debería cuidar el “voseo”.’ Aun el antes citado costarricense Abelardo Bonilla reconoce que `entre nosotros es, además, una característica de la familiaridad democrática …’ (Láscaris 1975: 186) Otro costarricense, Víctor Manuel Arroyo (1971: 71) afirma sin comentarios emotivos que `en Costa Rica
el `tú’ lo usa un número reducidísimo de personas—algún profesor universitario, algún académico …’ El lexicógrafo guatemalteco Francisco Rubio (1982: 240) observa que `actualmente poco se utiliza el tú
en Guatemala. Si no hay confianza o existe respeto se emplea “usted”, de otro modo se usa el “vos.”’
En una encuesta sociolingüística realizada en Costa Rica hace unos años (Vargas 1974: 23), los informantes contestaban a la pregunta ficticia “_Qué pensaría y qué haría usted si la Academia Costarricense de la Lengua declara que en adelante es obligatorio usar tú en lugar de vos?” Y aunque algunos costarricenses dijeron que se conformarían mansos y sumisos, otros no fueron tan tolerantes: `Es una solemne babosada y por supuesto hablaría como a mí me diera la gana.’ `Me reiría a carcajadas y pensaría que es ridículo.’ `_Quién acataría esa disposición?’ `Es un irrespeto a la idiosincrasia del pais.’ `Me importa un bledo; lo seguiría usando lo mismo, pues para mí es imprescindible dentro de la graduación de mis amistades.’ Y lo más directo: `Son unos locos.’
Por fin un personaje en la novela Pobrecita poeta que era yo de Roque Dalton (1976: 172) dice sencillamente: `Mirá tú no tenemos.’ Conviene preguntar por qué tantos intelectuales de renombre han considerado que un trato pronominal tan legítimo como el voseo—que se daba en España en siglos pasados y que se encuentra hoy en día en todos los países hispanoamericanos con excepción de Puerto Rico y la República
Dominicana—debe ser extirpado de la lengua nacional. Será, en muchos casos, que los autores ignoraban la verdadera extensión geográfica del voseo, su aceptación amplia en algunas naciones sudamericanas, y su ilustre trayectoria histórica, que remonta a los períodos más antiguos de la lengua castellana hasta llegar al latín clásico. Puede ser que al no encontrar el pronombre vos en los manuales de gramática, algunos centroamericanos hayan equiparado la ausencia de dicho pronombre en los pronunciamientos oficiales y el parentesco ilegítimo que deja marginados a los registros sociales menos
favorecidos por su alcance económico. A otros les produce consternación la combinación de formas verbales derivadas del paradigma de vosotros y el clítico te, propio del pronombre tú; las construcciones híbridas les parecen aberrantes y por lo tanto poco dignas. Sean las que fueran las razones, lo cierto es que el voseo lleva el estandarte de las clases populares, y por lo tanto los que prefieren mantener su condición privilegiada mediante las barreras lingüísticas encuentran un poderoso aliado en la distribución socioeconómica de vos y tú.
Otras facetas morfosintácticas del español salvadoreño
Otra combinación sintáctica que ocurre con frecuencia en el dialecto salvadoreño es la yuxtaposición del artículo indefinido y el posesivo antepuesto: una mi amiga, una mi tacita de café.
Muy raras veces el posesivo se combina con un demostrativo en vez del artículo: aquella su idea. Aunque esta construcción se daba ocasionalmente en el español antiguo y se oye hasta hoy en día en el español sefardí, su prominencia en los dialectos de El Salvador y Guatemala se debe a la existencia de estructuras homólogas en el idioma maya (Martin 1978, 1985; Maxwell 1980): (2)
un su cipotío chelito (Salarrué 1970, v. 2: 22)
tenía unos sus 2 años (Salarrué 1970, v. 2: 32)
hijo de un su papá (Salarrué 1970, v. 2: 40)
tenía un su hambre (Salarrué 1970, v. 2: 71)
un su palito de lata (Salarrué 1970, v. 2: 105)
una su herida (Salarrué 1970, v. 2: 122)
un su barquío cacho de sorbete (Salarrué 1970, v. 2: 159)
dé un su bocadito (Ambrogi 1973: 202)
pasé un tiempo sirviendo donde un mi patrón que se murió (Rodríguez Ruíz 1961: 199-200)
Y en una tu nalga pálida te pondría un cartelito: “English Spoken” (Dalton (1976: 155)
Con esa su terquedad característica … (López Vigil 1991: 54)
_Y el … enemigo hablando paja por aquella su RADIO VERDAD (López Vigil 1991: 144)
Ductor, tengo de años estos mis dolores (Manuel Aguilar Chávez `La dentadura de oro’ [Barba Salinas 1959:
300])
Pobre la señora Petrona con ese su dolor … (Ambrogi 1961: 75)
Di’un su bocadito. (Ambrogi 1961: 103)
Queda como tarea urgente el estudio sociolingüístico de esta construcción, para determinar las variables que rigen su uso; por ejemplo: _se puede combinar con cualquier sustantivo? _es posible la expresión de pluralidad dentro de esta combinación? _Qué grupos de hablantes emplean esta
construcción con las frecuencias más elevadas y en qué circunstancias locucionales? _Está en retroceso esta construcción frente al lenguaje normativo, o se está ampliando su alcance entre la juventud? _Cuál es la estructura sintáctica de los sintagmas nominales en que aparece esta
combinación, ya que el español mundial sólo permite una palabra en la posición del determinante: artículo, posesivo, demostrativo (véase Ishikawa 1996)?
El español salvadoreño, así como los dialectos vecinos de Honduras y Guatemala, emplea la palabra _va? (aparentemente derivada de _verdad?) como muletilla o comodín, a veces sin la intención de pedirle reconocimiento al interlocutor. Esta combinación—que no se utiliza en Nicaragua y
Costa Rica—raras veces aparece en la literatura costumbrista, aunque es ampliamente reconocida entre los dialectos vecinos que no manifiestan esta construcción.
Como ejemplo extraído de la cultura popular, en la década de los años 80 una carnicería en Houston, Texas anunciaba sus productos en una emisora local cuya audiencia era principalmente de origen mexicano, pero que contaba con un número cada vez mayor de inmigrantes salvadoreños. Al final de un anuncio el locutor—imitando exageradamente la entonación centroamericana—intentó saludar a los clientes salvadoreños mediante la siguiente parodia:
Hay menudo a sólo 30 centavos la libra. _Menudo! O como dicen nuestros amigos salvadoreños:
“Bueno, pué, yo le dije a mi ehposa, va, pué, vaya pué le dije, andate ya a la Matamoros le dije yo,va, pa que comprara … carnita, va, pa ajer un mondongo, va.”
Aunque sufre de muchos defectos, esta imitación da cuenta de varios fenómenos auténticos que separan el habla salvadoreña del español mexicano `norteño’ que prevalece en Houston: la aspiración de la /s/,
el voseo, el uso de pues y vaya pues, y el estribillo va. Al igual que los otros fenómenos morfosintácticos antes mencionados, el empleo de _va? merece un estudio detallado.
Su uso es más frecuente en El Salvador, Honduras y Guatemala, pero todavía no se conoce sus límites geográficos ni sociolingüísticos. Es aun más importante estudiar sus dimensiones pragmáticas, pues este estribillo reúne una seria de funciones ilocutivas que varían según el nivel sociocultural del hablante y las circunstancias en que se produce el discurso correspondiente.
Los dialectos centroamericanos del español se formaron en contacto estrecho con una variedad de lenguas indígenas, siendo los dialectos nahuas y mayas las fuentes mayores de compenetración léxica.
La posible influencia sintáctica de las lenguas mesoamericanas se limita a unas construcciones marginales que no alcanzan el habla culta, y que van desapareciendo de los dialectos contemporáneos a medida que se eleva el nivel de escolaridad de las capas sociales menos favorecidas. Uno de los
fenómenos más llamativos del contacto del español y las lenguas indígenas de América es el desdoblamiento de los clíticos de complemento directo, generalmente mediante la forma invariable lo, y aun el empleo del mismo clítico con verbos intransitivos.
En el español mundial, es imposible emplear un clítico si el complemento directo tiene forma sustantival, sobre todo si se trata de un objeto
inanimado; usando un asterisco para indicar combinaciones agramaticales, tenemos el siguiente esquema de variación pronominal:
(4)
Lo veo.
Lo veo a él/*Veo a él.
Lo veo a Juan {gramatical en algunos dialectos del Cono Sur}
Lo veo el libro {gramatical en la zona andina y algunas otras áreas bilingües}
Lo veo las casas {gramatical sólo en los sociolectos marginales del español andino y algunas áreas mexicanas}
En ninguna variedad monolingüe del español se permite la combinación de un clítico acusativo y un verbo intransitivo, pues el clítico tiene que representar uno de los argumentos internos del verbo, y los verbos intransitivos sólo tienen un argumento externo, es decir el sujeto de la oración. El empleo del
clítico junto a los complementos directos inanimados (Lo veo el libro) puede deberse a una variedad de congruencias estructurales entre el español y el quechua, el aymara, el náhuatl, el maya, y el guaraní (Lipski 1994, 1996).
En Centroamérica, existen casos del clítico invariable lo en combinación con
verbos transitivos e intransitivos: (5)
NICARAGUA (YCAZA TIGERINO 1980: 6):
lo hay una mata de lirios
lo temo que se muera
por cierto que lo sois rico
HONDURAS (VAN WIJK 1969):
te lo fuistes de mí
se lo fue de viaje
me lo pegastes
EL SALVADOR—PIPIL (BARATTA V. 2, 611; DEODANES 1972: 1-4):
lu alistás tus caites, te lu ponés tu sombrero vieju
yo no lu tengu milpa
No lu traigo nada qué dar
no lu sabemus quién es Esa Persona que esté en lus cielus
ya me lo voy a mi casa
dicen que lo nacio en Belén
yo lo hey venido
No lu quiere el quilite, pué, patroncita (Napoleón Rodríguez Ruíz `El domador de culebras’ [Barba Salinas 1959: 262)
EL SALVADOR—LENCA (BARATTA 1959: 342-3):
Santo Señor San Pegru, te lu estamos celebrando tu día … `Saint Peter, we are celebrating your day’
Tan bonito que te lo sois con esa tus naguas juajiado, te lo pareceis mi calabazo con su correa amarrado …
_Ah, jiero! Voish sólo te lu sois güeno para …
Yo soy lu jindio juancijise Que lu vengo de tierra frijia … (Comité de Investigaciones 1944: 255)
Adiós lu Mariyita que no lu tienes La compasión de este pobre jindiu Que nu lu tiene calzón … (Comité de Investigaciones 1944: 295)
El desdoblamiento de los clíticos tiene alcance muy limitado en Centroamérica, a diferencia de la zona andina y el Paraguay, donde ocurre aun en los sociolectos cultos. Los ejemplos centroamericanos se
dan principalmente entre las comunidades indígenas menos privilegiadas, y son desconocidos por la mayoría de los residentes urbanos de los mismos países. En la obra de Juan Felipe Toruño por ejemplo aparecen personajes indígenas, pero su manera de hablar no se diferencia de la de los demás
campesinos. Hay una excepción: en El silencio (125) un viejo indio `habló con el mozo de Andrés una jerigonza que no entendieron los otros. El mozo tradujo la pregunta del anciano.’ El autor nos da a entender que el anciano hablaba un idioma indígena y no una variedad mestiza del castellano.
Fonética y fonología
El lingüista norteamericano Lincoln Canfield (1960: 32), que describía el habla de El Salvador en los años ’50, señala que `Además de ser la tierra de buir a trer, andate y _primero Dios! El castellano de El Salvador tiene ciertos rasgos fonéticos que saltan al oído del extranjero …’
Los principales hilos fonéticos de El Salvador son bien conocidos entre los dialectólogos, aunque no todos reciben un trato adecuado en las imitaciones literarias. El Salvador, al igual que el resto de Centroamérica—velariza la /n/ final de palabra y frase, realiza la jota como una ligera aspiración que
puede desaparecer en el habla rápida, realiza la /b/ como oclusiva después de consonante (ceiba, alba, etc.), y le da a la /y/ intervocálica una pronunciación muy relajada, hasta el punto de eliminar la /y/ en contacto con las vocales /e/ e /i/. Es frecuente la presencia de una [y] ultracorrecta o antihiática en los
hiatos que llevan como primera vocal una /e/ o /i/: María > Mariya, vea > veya, etc. La reducción de la /y/ intervocálica en contacto con vocales anteriores es patrimonio común del español centroamericano (Lipski 1990), y casi nunca aparece como indicador sociolingüístico en la literatura
regionalista.
En El Salvador así como en los demás países centroamericanos, la inserción de una [y] antihiática alcanza todas las capas sociales en determinados momentos, pero sobresale por su frecuencia alta entre los sectores rurales, y figura prominentemente en los textos costumbristas del istmo: (6)
JUAN FELIPE TORUÑO, DE DOS TIERRAS:
Seya como seya, me las paga. Yo no queriyun … (71)
ses tán cuatro diyas rempujando en claro … (92)
Pero veya, compadre, ha de ser desos dolores pasajeros. Tenemos una boteya todaviya … (94)
JUAN FELIPE TORUÑO, EL SILENCIO:
Nue terminado todaviya (54)
… los patrones lo queriyan … Otro diya mes plicarás eso … (55-6)
_Nuhay tu tiya con él! (117)
No siento más que decayimiento … (138)
… en cuanto pasen los nueve diyas … (140)
_Seya lo que seya! (161)
Estuvo un hombre renco que deciya yamarse Juan … hace diyas que se fue (186)
OTROS ESCRITORES:
Tan, esos caminos bien feyos (Salarrué 1969: 49)
_Qué feyo este baboso (Salarrué 1969: 277)
_No creya, Padre, entuavía sioye un bisbiseyo! (Salarrué 1969: 289)
ai veya, mano (Salarrué 1969: 290)
él la veiya desde el taburete (Salarrué 1969: 301)
… con un perjume que mareya (Salarrué 1969: 301)
con su cuerpo de guineyo pasado (Salarrué 1969: 299)
Esos han sido los Garciya (Salarrué 1969: 293)
Que se lo teniya merecido, pué (Rodríguez Ruíz 1968: 73)
Alabado seya Dios (Rodríguez Ruíz 1968: 127)
Usté ya lo sabiya (Rodríguez Ruíz 1968: 170)
Apéyense … descansen un rato (Peralta Lagos 1961: 33)
Andariyas enseñando el trasero (Ramón González Montalvo, `La cita’; Barba Salinas 1959: 229)
Si desconfía de yo, leya esta recomienda … (Ricardo Martel Caminos, `La fuga’; Barba Salinas 1959: 419)
Usté nu’es nada miyo. (Ambrogi 1961: 25)
S’enfriya el trago, don Rafáil (Ramírez 1973: t. I, 163 [Arturo Ambrogi, El Salvador])
Unos ejemplos de la elisión de /y/ intervocálica en contacto con vocales anteriores son: (7)
… blanco de todas las burlas y jugarretas del blanquío (Salarrué 1969: 369)
el hijío de la maistra! (Salarrué 1969: 69)
sólo por quitarle la golía a ese chapín … (Rodríguez Ruíz 1968: 187-8)
un su cipotío chelito (Salarrué 1970, v. 2: 22)
un su barquío cacho de sorbete (Salarrué 1970, v. 2: 159)
Vámolos de aquí. Robertío, papacito … (Dalton 1976: 320)
Pedro Geoffroy Rivas (1975: 202) encontraba en la inserción de la [y] antihiática la huella del substrato nahua: `La LL del castellano se cambió por una Y bien marcada, que no sólo substituyó a aquel fonema sino que se introdujo donde no existe: no sólo decimos cabayo, eya, estreya, gaviya,
sino que introducimos la Y para separar el diptongo IA, diciendo habiya, diya, teniya.’ No es posible rechazar del todo la hipótesis substratista (aunque mencionamos de paso que ninguna variedad del español mexicano—de fuerte estampa nahua—recurre a la [y] antihiática), pero creemos que no se debe
a la casualidad que la [y] no etimológica se dé precisamente en los contextos que más favorecen la elisión de la /y/ intervocálica.
Ya en los años 50 Canfield (1960: 50) observaba que `La [y] es tan débil que a veces es difícil saber si se dice [kapía] o [kapiya], [gaína] o [gayina] … le preguntamos un día a un joven analfabeto cuál era la diferencia entre [sía] y [siya]. Respondió que la primera era de montar, la segunda de casa.’ Ahora bien, en el español centroamericano la [y] intervocálica es tan débil que a veces se emplea una [y] ultracorrecta, igual que los españoles incultos pueden decir Bilbado por Bilbao o bacalado por bacalao, mientras que los caribeños dicen fisno por fino y catorces año por catorce años.
Aunque hay otros dialectos del español que realizan la [y] intervocálica como una semivocal débil (el norte de Nuevo México, algunos dialectos colombianos), ninguna variedad alcanza las tasas de elisión del español centroamericano, y por lo tanto es de esperarse que los casos de ultracorrección sean más frecuentes precisamente en estos países. Si hay que buscar una contribución del nahua, es más probable que sea la eliminación de la /y/ intervocálica, que en Hispanoamérica coincide con la zona de habla náhuatl (aunque también se produce en otras áreas). La tendencia natural del español de evitar el hiato, así como la reacción hipercorrectiva, dan paso a la [y] intrusiva.
De las características fonéticas de los dialectos de Nicaragua, Honduras y El Salvador, así como las áreas limítrofes de los países vecinos, la que más llama la atención es la aspiración de la /s/ final de sílaba/palabra. En Nicaragua, las tasas de aspiración de /s/ son de las más elevadas en toda
Hispanoamérica (Lacayo 1954, 1962; Lipski 1984, 1985, 1986b, 1989a).
Algunos datos comparativos se encuentran en el Cuadro 3. Tan fuerte es la reducción de esta consonante entre los nicaragüenses que les merece el apodo de mucos `toro de un solo cuerno’ en el vecino país de Honduras. La aspiración de la /s/ en Nicaragua se ha representado en algunas narrativas nicaragüenses mediante la letra j: (8)
JOSÉ ROMÁN, COSMAPA (1978):
le vua decir, puej … sólo yo y usté lo sabemoj … si voj se lo decís a naides … (53)
lo que tengo ej brama tancada, que me case, y ej verdá … _Pa qué quiero maj? (71)
ésta e’ la última vez que vení … a lo que te arrimá aquí vos (Silva 1982: 100; habla un cantinero “turco”)
A pesar de estos ejemplos, la /s/ aspirada aparece raras veces en la literatura nicaragüense, precisamente por ser una característica tan arraigada entre todas las capas sociales que no sobresale como marcador sociolingüístico dentro de Nicaragua. En los países vecinos, sobre todo en Costa Rica, donde la /s/ final es muy resistente, la realización de la /s/ en Nicaragua figura en la literatura
costumbrista: (9)
DE MAMITA YUNAI DE CARLOS LUIS FALLAS (1975):
Buenos diaj, muchachoj … hablaba despacio, acentuando graciosamente el peculiar dejillo de los nicas …
(116)
_Hey, cartagoj, cuidao los ajujtan laj bruujaj! (159) _Adentro, Cachuchita, ají me gujta! (163)
_Hey, catracho’el diablo, jodidóo! _Todaviilla hay quien je acuerda’e laj pijiadaj qu’hemoj daoo! … nojotroj, en Laj Grietaj, cuando noj dimoh cuenta’e l emb ojcada … _Choocho! _Je corrieron como cipotej! … y cuando el General Japata gritó … (164)
La reducción de la /s/ en español comenzó en la posición final de palabra para alcanzar rápidamente las posiciones preconsonánticas interiores de palabra. Es difícil establecer con exactitud la época en que la /s/ empezaba a aspirarse por primera vez, pero es muy probable que el dialecto andaluz haya manifestado una articulación relajada de la /s/ implosiva por lo menos en el siglo XVII (Lipski 1995a).
La propagación de este fenómeno a tierras americanas coincidía con su difusión en las áreas meridionales de España, ya que el denominado `español atlántico’ era una gama de variantes dialectales que vinculaban los puertos andaluces y canarios con las principales ciudades del litoral hispanoamericano.
Pedro Geoffroy Rivas (1975: 202) opina que `los nahuas modificaron la pronunciación del español, suprimiendo toda diferencia entre S, C y Z, y substituyeron estos sonidos por una S breve y aspirada, muy parecido al fonema del nahuat que en inglés se representa por H … generalmente
decimos nohotros en vez de nosotros.’
Es lógico pensar que el substrato indígena haya sido responsable por las idiosincrasias fonéticas de los dialectos centroamericanos, pero nos permitimos cuestionar el planteamiento antes expuesto. La aspiración de la /s/ final de sílabas tiene raíces claramente andaluzas, donde comenzó hacia finales del siglo XVI, es decir, cuando empezaba a florecer la colonización española de El Salvador y el resto de Centroamérica. Hoy en día la reducción de la /s/ abarca toda Andalucía, Extremadura, Murcia y provincias vecinas, las Islas Canarias, toda la cuenca del Caribe, el litoral pacífico de Sudamérica, y la zona del Río de la Plata, además de caracterizar el habla de Honduras, Nicaragua, y parte de Costa Rica y Belice.
Es más, en la cuna de la civilización nahua, es decir México, la /s/ final de sílaba resiste la aspiración con una tenacidad que sobrepasa casi todos los otros dialectos hispanoamericanos.
La reducción de la /s/ preconsonántica y ante pausa tiene una explicación puramente fisiológica, ya que la posición implosiva facilita la erosión de gestos articulatorios que culmina en la desvinculación de toda obstrucción oral, es decir, una simple aspiración. El próximo paso en la evolución de la /s/ final de palabra es la extensión de la aspiración a contextos prevocálicos (los amigos). En este contexto, la resilabificación natural del español coloca la /s/ aspirada en posición inicial de sílaba, y por lo tanto la reducción de /s/ no se puede atribuir al desmantelamiento de gestos articulatorios en un contexto
desfavorable.
Más bien se trata de una extensión analógica. Sabemos que el proceso de aspiración y elisión de /s/ surgió por primera vez en posición preconsonántica, sin alcanzar todavía los contextos prevocálicos; todavía existen dialectos del español (por ejemplo, el habla semiculta de Buenos Aires, Montevideo, Lima y algunas ciudades españolas) en que la /s/ final de palabra se aspira sólo ante
consonante y nunca ante vocal—no existen dialectos con la configuración opuesta. El factor que más influye en la extensión de la /s/ aspirada a posiciones prevocálicas es la eliminación del polimorfismo; se logra así la realización como [h] de toda /s/ final de palabra sin importar el contexto siguiente.
Este proceso no tiene nada de motivación puramente fonética; es más bien el resultado de una presión morfológica hacia la eliminación de variantes condicionadas por el contexto fonético.
En El Salvador y Honduras, la /s/ final de sílaba/palabra también se aspira, aunque las tasas de reducción son menores que las que se dan en Nicaragua, sobre todo entre las capas socioculturales más altas. En Honduras la realización de /s/ está notablemente regionalizada, mientras que en El
Salvador la variabilidad de la /s/ gira alrededor del eje CIUDAD-CAMPO (Canfield 1953, 1960; Lipski 1983b, 1985, 1986a, 1986b, 1986c, 1987, 1989b; Maxwell 1980).
Otra faceta de la reducción de /s/ en El Salvador y Honduras es la aspiración de /s/ en posición INICIAL de palabra, sobre todo después de vocal (la semana, cincuenta centavos, y aun El Salvador) (Cuadro 2). La aspiración de la /s/ intervocálica interior e inicial de palabra ha sido señalada como fenómeno esporádico en las capas sociales más humildes en varias áreas del mundo hispanoparlante, tanto en España como en Hispanoamérica (es muy frecuente, por ejemplo, en el español tradicional de Nuevo México), pero en
ninguna descripción tenemos noticas de un proceso tan avanzado en todos los niveles socioculturales como el que podemos observar en el español salvadoreño (y hondureño).
Todavía es imposible postular con exactitud la motivación de esta circunscripción geográfica, pero creemos que no se debe
enteramente a la casualidad que tanto en El Salvador como en Honduras entre las palabras que más se oyen con /s/ inicial aspirada sea centavos, junto con los numeros cincuenta, sesenta y setenta, por ejemplo en las combinaciones tipo uno cincuenta.
En los dos países es muy frecuente que los precios se expresan con fracciones, utilizando las combinaciones antes mencionadas; basta pasear por cualquier
mercado, calle, autobús u otro lugar donde se practique el comercio interpersonal para observar la reducción fonética en estas palabras.
La /s/ interior intervocálica también suele aspirarse en el español salvadoreño, pero en la mayoría de los casos se trata de un verdadero prefijo (p. ej. presupuesto) o una combinación fonética que presenta la forma de un prefijo (presidente), así que desde un punto de vista morfofonético podemos describir la aspiración de la /s/ intervocálica interior como una extensión—motivada por un proceso de analogía popular—de la reducción de la /s/ final de palabra/fin de morfema. Lo cierto es que el español salvadoreño no ha alcanzado el nivel de reducción de /s/ final de sílaba y palabra ante vocal que caracteriza los dialectos caribeños (aunque las tasas de reducción de /s/ en Nicaragua están
más cerca de las cifras antillanas); por otro lado la aspiración innovadora de la /s/ inicial de palabra se debe precisamente a la reducción de esta misma consonante al final de las palabras.
Finalmente, hay que mencionar que en El Salvador es frecuente la realización interdental [È] de /s/ en el habla rural, aunque esta pronunciación tan marcada no tiene representación literaria. Canfield ya reconocía esta pronunciación en los años ’50, pero no dio detalles de su distribución. Es evidente que no corresponde a la zeta etimológica del castellano peninsular, ya que la distinción /s/-zeta nunca arraigó en suelo americano. Aunque se dan noticias esporádicas de una /s/ interdentalizada en otras regiones de Hispanoamérica, es en El Salvador donde existen las mayores posibilidades de una investigación pormenorizada, que aclare las múltiples facetas sociolingüísticas y geográficas de esta pronuciación.
Por la misma razón que explica la escasez de indicaciones de la /s/ aspirada en la literatura nicaragüense—es decir, el hecho de ser una pronunciación que alcanza casi toda la población—hay pocas indicaciones de la reducción de /s/ en la literatura salvadoreña. En los escasos ejemplos en que aparece un reflejo de este fenómeno, consiste en la eliminación del grafema s al final de la palabra: (10)
_Lléveme, pué! (Salarrué 1970: 48)
Estirate, pue (Salarrué 1970: 284)
Aligere, pué (Salarrué 1970: 290)
Sí, pué, pobrecita (Salarrué 1970: 320)
Entonces juguémola … (Salarrué 1970: 338)
_Qué mirá, cheró? (Salarrué 1970: 362)
Al belorio an’dir pué. (Ambrogi 1961: 9)
Voy pué (Francisco Herrera Velado, `La piedra’ [Barba Salinas 1959: 129])
Pué, y lo que antes te papreciyan lindos ora te semejan güeyes (Ramón González Montalvo `La cita’ [Barba Salinas 1959: 229])
Que yo creo que estoy empreñada, pué (Rodríguez Ruíz 1968: 9)
Nas tarde, tío Cande (Rodríguez Ruíz 1968: 117)
Ya lo dije, pue (Ibarra 1957: 60)
_Y el padre Claras, qué no estaba en La Herradura, pué (Ibarra 1957: 168)
_Si é infalible …! (Peralta Lagos 1961: 56)
Pué, y lo que antes te pareciyan lindos ora te semejan güeyes (Ramón González Montalvo, `La cita’; Barba Salinas 1959: 229)
_Y por qué no lo vergueamos, pue? (Dalton 1976: 211)
Al belorio an’dir, pué (Ramírez 1973: t. I, 145 [Arturo Ambrogi, El Salvador])
Son aun más insólitos los ejemplos de reducción de /s/ en la literatura hondureña: (11)
_Vámole pué! _Yo ya me empujé el primer trago! (Amaya Amador 1974: 164.
En la narrativa de Juan Felipe Toruño la reducción de la /s/, tan categórica en Nicaragua y muy destacada en El Salvador, ocurre muy escasamente, en la novela El silencio: (12)
Ay lo van a ver en el corral. Adió. (41)
_Ay tá que nos arruinamos! (49)
yaytá pagando su mal gobierno (66)
_Monó [< vámonos] Chón …! (73)
_Tá tan enferma la pobre! (81)
los perritos que so nuna fiera, acorrala na la nimal … (129)
Entonce que se conmiendia … (140)
Puejúmb [< pues hombre]... yo creo que será difícil … (163)
entonce los bejuco sestiran … (237)
Existe otra faceta de la modificación de la /s/ implosiva en el habla rural salvadoreña: la realización de la /s/ final de sílaba como fricativa prepalatal, representada ortográficamente mediante el grafema -sh. Esta realización, de origen nahua-pipil, ocurre ocasionalmente en el habla campesina, y en
tono semiserio, también en el habla urbana: (13)
No te resbalés, _oíshte? (Salarrué 1970: 440)
Llegó a la escuela y buscó al maishtro, pero el maishtro se había acostado … (Salarrué 1970: 441)
pero el mal estaba en su querencia egoishta (Salarrué 1970: 436)
Aishtá ese baboso (Salarrué 1970: 419)
_Quiay debajo de los cerros, pué, maishtroó …? (Rodríguez Ruíz 1968: 16)
con un maishtro que es un primor de las manos para trabajar los metales … (Dalton 1976: 70)
Existen varios indigenismos en el español salvadoreño que incorporan el mismo sonido, de manera que Carlos Bonilla (1950) sugirió la adición de la letra sh a la lengua español escrita en El Salvador. La realización de /s/ final de sílaba tiene obvias repercusiones sociolingüísticas, ya que se contrapone al proceso más frecuente de aspiración o elisión. Es evidente que no es lo mismo decir maishtro que maestro (en México, por ejemplo, se efectúa la misma distinción sociopragmática diciendo máistro y
maéstro, respectivamente), pero quedan otras incógnitas: _A qué palabras se aplica esta realización de la /s/? _Qué grupos de personas emplean esta variante, con qué interlocutores, y en qué circunstancias? _Qué matices pragmáticos se vinculan a la realización de /s/ como -sh? Aquí hay materia prima para muchos trabajos de investigación.
En El Salvador, la /n/ final de palabra ante pausa (muy bien) o vocal siguiente (bien hecho) tiene realización velar, igual que en el resto de Centroamérica, el Caribe, gran parte de la zona andina, algunos enclaves mexicanos, las Islas Canarias, Andalucía, Extremadura, Galicia y León. Aunque en algunos países este fenómeno responde a parámetros de estratificación sociolingüística, en El Salvador es mínima la diferencia de las tasas de velarización entre las varias capas socioculturales (Cuadro 4).
En el Cuadro 5 se dan datos comparativos, que sitúan el español salvadoreño entre las variedades más velarizantes del español mundial. Otro fenómeno arraigado en el español centroamericano es el desplazamiento del acento hacia
el final de las palabras vocativas; este fenómeno se da en todo el istmo centroamericano a nivel popular: (14)
_Monó [< vámonos] Chón …! (El silencio, 73); hombré (El silencio, 113); Parrandá, Berrinché (El silencio, 138)
_Qué jué que les cogió la noche, hombré? (Salarrué, 319)
Amonós (Salarrué, 290)
_Qué aguacero, hijó! (Salarrué, 320)
_No mestás tirando, hombré? (Salarrué, 321)
_Qué mirá, cheró? (Salarrué, 362)
_Oyó, Chaliyó! (Salarrué, 377)
_Quiay debajo de los cerros, pué, maishtroó …? (Jaraguá 16)
_De verdá son míos, Braulió? (Jaraguá 6)
Questás loco, hijó (Jaraguá 18)
Chicó, ganate el caldo’e gallo (Jaraguá 35)
vos no sabés, manó (Jaraguá 36)
Hola don Pedróóó (Jaraguá 44)
_no, Ciracó? (Jaraguá 59)
Hombré, _qué amolada! (Brochazos, 22)
_Tanchó! _Qué no tenés un traguito para los señores? (José María Peralta Lagos, `Pura fórmula’ [Barba Salinas 1959: 76])
Monós direuto, don Rafáil. (Ambrogi 1961: 5)
Ursuláaa, Ursuláaa … Aquí te busca la comadre Eduvígis (Ambrogi 1961: 228)
Aunque se conoce el mismo fenómeno en otras zonas dialectales, alcanza sus dimensiones máximas en Centroamérica. El desplazamiento del acento es de importancia primordial para la fonología teórica, pues rompe con todos los análisis métricos que asignan el acento de intensidad mediante un algoritmo
uniforme. Es importante saber, por ejemplo, si el proceso es igualmente frecuente con las palabras esdrújulas como con las palabras llanas (aquí sólo tenemos los ejemplos de (v)amonós y Ursulá), si importa el número de sílabas de la palabra original, si la entonación cambia en las palabras naturalmente
agudas (p. ej. José) en la construcción vocativa.
Además de los rasgos puramente regionales, el español salvadoreño vernacular comparte muchas características fonéticas con otras variantes populares. Un fenómeno que alcanza todas las variedades rurales del español, pero que goza de una prominencia especial en Centroamérica, es la
realización de /f/ como [h] ante la vocal /u/ y la semivocal [u]. En El Salvador aun se dan casos de la aspiración de /f/ en grupos consonánticos, inovación que apenas se conoce en otras zonas dialectales: (15)
_Nade juerte, chero, hay que salir! (Salarrué, 307)
Cayeron jlores (Salarrué, 303)
quería sacar ajuera el ñudo que se le bía hecho en la garganta (Salarrué, 302)
Cuando estaba projunda, él se acercaba … (Salarrué, 301)
… con un perjume que mareya (Salarrué, 301)
… jumando su puro se agachaba dormilón (Salarrué, 296)
… hasta que el golpe se jue en blanco (Salarrué, 295)
… a saber si jué Mincho de la señá Fabiana (Salarrué, 293)
… una muñeca con aljiler en el mero corazón (Salarrué, 367)
Es que se le va el jluido en los niños (Salarrué, 355)
en una escurana jría que desembocaba en el río (Salarrué, 352)
… aquel era su ojicio (Salarrué, 353)
… en la aljombra de la ansiedad (Salarrué, 347)
Dicen que tienen juego, el juego del injierno (Jaraguá 16)
ta jresquesito, no lo vu cortando, pué (Napoleón Rodríguez Ruíz `Domador de culebras’ [Barba Salinas 1959: 262])
El Chipe no le quiso hacer caso y se jué (Arturo Ambrogi, `La sacadera’; Barba Salinas 1959: 103)
Sabe, Toñita, que si no juera porque me gusta … (Ricardo Martel Caminos, `La fuga’; Barba Salinas 1959:
421)
dijunto < difunto (Toruño, De dos tierras, 18)
juera < fuera (Toruño, El silencio, 66)
El cambio [f] > [h] ante [u] y [o] se debe a la equivalencia acústica y articulatoria de la la /f/ bilabial (típica del español americano) y una vocal labial preaspirada, es decir [h] mas [u] y [o]. En algunas variedades del español caracterizadas por la combinación de contacto de lenguas y un alto índice de analfabetismo (partes de la zona andina, el litoral ecuatoriano, la región amazónica peruana y colombiana, los enclaves afromexicanos) la /f/ puede descomponerse en [hw] aun ante vocales no redondeadas: café > cajué, familia > juamilia; también se da la equivalencia opuesta: Juan > Fan,
juego > fego, etc. (Lipski 1995b).
Justamente en Panchimalco, y tal vez en otros poblados indígenas de El Salvador, se han recogido palabras como ajuán < afán (Dedonanes 1972: 3) que ejemplifican el mismo fenómeno producto del contacto lingüístico. En el habla popular salvadoreña, la evolución de infierno a injierno, alfiler a aljiler, oficio a ojicio y fluido a jluido se da en la ausencia de una vocal redondeada, lo cual puede implicar una prolongada etapa de bilingüismo en zonas de fuerte presencia indígena.
En efecto, la conversión masiva de /f/ en j ante consonante se reconoce en Panchimalco, de acuerdo a los textos folclóricos recogidos en ese pueblo. De momento dejamos esta sugerencia sin resolver por falta de datos concretos.
Otra modificación que tipifica el habla rústica de muchos países hispanoamericanos es la neutralización de /b/ y /g/ ante la [u] semivocálica:
(16)
… caiba otragüelta (< otra vuelta) desfallido (Salarrué, 365)
Lo gua (< voy a) descabezar diún machetazo (Salarrué, 363)
… hay que darle una güena fregada (Salarrué, 328)
sobre la cama descansaba ya muerto el morigundo (Salarrué, 323)
… tá … güeno (Jaraguá 14)
… la que lleva es güena (Brochazos, 56)
Está güena. Pero el dulce del ño Liandro está mero ishcaque (Arturo Ambrogi, `La sacadera’; Barba Salinas 1959: 101)
Ay le guá’bisar, ño Nacho, in cuantito nomás me desida a bender. (Ambrogi 1961: 180)
A saber pa qué condenados te sirven esos ojos de güey (Ramón González Montalvo, `La cita’; Barba Salinas 1959: 229)
Una vez más se trata de la equivalencia acústica y articulatoria, ya que la [w] combina un gesto labial (reflejado en la consonante [b]) y una articulación velar (presente en la [g]). Al igual que el supuesto par mínimo juego-fuego (que para muchos hablantes del español popular son completamente
equivalentes), desaparece la oposición entre [bu] y [gu] en el habla vernacular, dando tanto güeno por bueno y gomitar por vomitar como abuja por aguja.
En algunas áreas todavía se dan vestigios del interlenguaje hablado por los pueblos indígenas, donde se encuentran modificaciones fonéticas además de las compenetraciones morfosintácticas ya mencionadas. El proceso más frecuente en la realización de /e/ como [i] y de /o/ como [u] (tesoro >
tisuru, Pedro > Pidru, etc.), igual que en la zona andina y otros regiones en que el substrato indígena suele distinguir sólo tres fonemas vocálicos. Por supuesto, se puede producir la ultracorreción en sentido contrario, dando mesa por misa. Es imprescindible la recolección de materiales dialectológicos
que permitan el estudio del interlenguaje indígena, que hoy en día está en vías de extinción.
Un recurso literario que emplean muchos autores centroamericanos para representar el habla vernacular es la eliminación de fronteras entre palabras y la fusión vocálica. La configuración más frecuente es la sinéresis de vocales medias átonas (es decir, la conversión de /e/ y /o/ en semivocales): (17)
JUAN FELIPE TORUÑO:
siaburre < se aburre (De dos tierras, 62); si lioyen < si le oyen (De dos tierras, 92); A quioras < a qué horas
(De dos tierras, 101); esperé quia maneciera < esperé que amaneciera (De dos tierras, 116); luin cuentrual
caer < lo encontré al caer (El silencio, 31); digüeso < digo eso, tia liviés < te aliviés, ochua ños < ocho años (El silencio 49); esues lu extraño < eso es lo extraño, cuandui ba < cuando iba (El silencio, 54); nues
< no es (El silencio, 56); nuhay < nohay, comu él < como él (El silencio, 66); tengües tas < tengo estas (El
silencio, 112); sia garraba, quiha cer < que hacer, luestá < lo está, li oyí < le oí (El silencio, 117); quihay <
que hay (El silencio, 142); no biero curri dueso < no hubiera ocurrido eso (El silencio, 161)
DE SALARRUÉ (1969):
Tihacía (< te hacía) en Cojute (49)
Lian (< le han) dado dos puñaladas (63)
Ay, no, sies (< si es) increíble (63)
La vide ai bocabajo en el charcuesangre (< charco de sangre). No mianimé (< me animé) a tentarla
…jueraser (< fuera a ser) que nos creyeran … no lemos (< le hemos) movido ni tantito (64)
El patrón se arremacha con la Aranda, de lo que nuai (< no hay) quihacer (< que hacer) (103)
Qués (< que es) nicesario que tioficiés (< te oficiés) en algo, yastás (< ya estás) indio entero (277)
En las aradas se incuentran catizumbadas. También se hallan botijas llenas dioro (< de oro) (278)
y yastuvo (< ya estuvo); tihacés (< te hacés) de plata (278).
DE OTROS AUTORES:
Esta plaza es de la Catedral y nu’es del Cuartel … Yo estoy muy rendida di’andar pa’rriba y pa’bajo vendiendo güebos (González Zeledón 1947: 177 [Costa Rica])
Estoy di’alta en el Prensipal dende hace ya un chorro di’años (González Zeledón 1947: 178 [Costa Rica])
… no l’arranca ni l’uña y queda más blanca qui’azucena y jasmín del cabo; hágale caso a Fuan … (González
Zeledón 1947: 193 [Costa Ria])
_Eh, Fuan Barranca! _Dionde salís com’un enlustrao? … mañana tengo qu’encalar esa tapia … pero
sol’uno; porque en casa m’está esperando la mujer … (González Zeledón 1947: 193 [Costa Rica])
Nu’ay qui’acer. Hoy’ay “ojo” (Ramírez 1973: t. I, 149 [Arturo Ambrogi, El Salvador])
Y qu’ai, pué? (Ramírez 1973: t. I, 151 [Arturo Ambrogi, El Salvador])
Ande la barra s’echa a bramar nu’ay más quiescapar (Ramírez 1973: t. I, 179 [Arturo Ambrogi, El Salvador])
_Si quia muerto, m’ijo, sí quia muerto! … Ya l’ostaba pensando, Juan … (Ramírez 1973: t. I, 280 [Carlos Wyld Ospina, Guatemala])
El lingüista salvadoreño Pedro Geoffroy Rivas opina que la fusión de palabras tiene sus orígenes en el sustrato nahua/pipil: `En el aspecto morfológico, los nahuas trasladaron al español los patrones, formas
y procedimientos propios del polisintetismo. Unieron dos o más palabras, suprimiendo fonemas, para formar nuevas palabras, surgiendo así en el habla mestiza formas como vapué (vaya pues), puesí (pues sí), vuá (voy a) …’ Sin excluir una posible contribución indígena, lo cierto es que la misma fusión de palabras se da en todas partes del mundo hispanoparlante, ya que no responde al contacto de lenguas sino al proceso universal de enlace silábico, combinado con la sinalefa, la sinéresis y la diptongación; el resultado final de estas modificaciones silábicas es la fusión de palabras y la eliminación de linderos entre palabras propia del habla rápida y espontánea.
Los autores centroamericanos han recorrido a la representación gráfica de la fusión fonética más que cualquier otra literatura regional, tal vez debido a la
escasez de otras características dialectales que se presten a la alteración ortográfica. En la obra narrativa de Juan Felipe Toruño, encontramos abundantes ejemplos de la fusión de palabras: (18)
DE DOS TIERRAS:
quen paz descanse … (18)
por qué siaburre (62)
_Porqué no vael chancletudo, ese? (68)
_Ya testá silvando el güesista! (68)
Tenéal muchacho aquí (71)
voyir a trer los periódicos … (98)
EL SILENCIO:
en cuanto me mejorun poco (49)
se paró a ver querel ruido (53)
nunca tenemos siquiera parir allá a la ciudad (55)
se quiere venir contrel chavalo (66)
_Ya sí tirusté patrón? (131)
_Qué bua saber? (168)
Juan Felipe Toruño, quien empleaba casi todos los recursos lingüísticos ya mencionados en su obra narrativa, también se extendió más allá de la fusión silábica para crear una nueva técnica literaria, al representar el carácter libre del habla coloquial mediante nuevas divisiones ortográficas que no
corresponden ni a las fronteras entre palabras ni a la natural división silábica ocasionada por el enlace.
He aquí algunos de los muchos ejemplos de esta técnica ortográfica, que no encuentra paralelo en la literatura regionalista hispanoamericana: (19)
DE DOS TIERRAS:
yos taba por hay (18)
Hijó; esos ta pelis (18)
quel padre Noriega quiere quel domingo naide se quede si nir a ser fajina porques tá muy enmontada la plaza (68)
Mi mujer está yá y yos toy aquí (92)
Y yo … ques peraba irme al principio del otro mes! (98)
No meé quivocado … pero los tigre sestán más para allá … (105)
EL SILENCIO:
_Son ochua ños de padecer! En cuanto me mejorun poco, vuelvia inflamarses ta chochadi viene la calentura … nos vamo sotra parte y dejamo sestos montes que ya también me tiene naburrido … lop zancudos yestamo sacostumbrados; pero cuando ses case y el maíz y no siembro porque vo sestás enferma… (49)
Cuando yo teniya quincia ños … habiyan matado a u nombre … aquellal men pena saliya los viernes quera el diya en que bian matado al hombre (53)
Yes que la sánimas de lo sombres que han sido matados no se va nal infierno … (54)
en miu milde modo de pensar … (55)
Ya me ve sa mí _qué mal lia go a nadie, ques lo que yecho en mi vida? (56)
_A saber si por ese descreyimiento tuyes que Dios no sa castigado! … Siempres tas informe … siempre con
esa tu ideyen la cabeza de que no nos demeos ir dia quí … (80)
Por vo ses que me yecho hasta baboso … y no te das cuenta que yes mucho aguantar eses pinen mi cabeza.
Me levanto mia cuesto … (96)
Acordate que yas tamos en abril y que pronto va na venir la saguas. (97)
_Y no sia cuerdan cómo domua “Pirriimplín”, pues? … _Y cómo sia garraba con los zambo sesos de la
cocinera y de la molendera? _Desde chiquitue ra bien fragado! Y va dar quih cer aquí … (117)
Mi mujer sufrió po rél; también po rél mihija, porque si no me biera fregado, no biero curri dueso … _Y yo me
vua queda rasí no más? (161)
Si estos fragmentos se leen en voz alta, sin hacer pausa entre las palabras, resulta un lenguaje poco notable, propio del estilo coloquial. Desde luego ningún hablante del español centroamericano coloca linderos fonéticos en las divisiones indicadas por la representación ortográfica; Toruño emplea este
procedimiento gráfico para dar cuenta de la espontaneidad del discurso rústico, que si bien no se aproxima a las normas gramaticales contenidas en los manuales académicos, está dotado de una riqueza propia, adornado de metáforas y refranes, fortalecido por el robusto léxico de la faena agrícola, y
enmarcado dentro de una fonética segmental y suprasegmental irreproducible mediante los escasos recursos ortográficos de la lengua castellana. El desplazamiento de las divisiones ortográficas se combina con rasgos fonéticos propios del habla rural para crear una imagen visual que requiere la lectura en voz alta, de esta manera involucrando al lector en los actos locutivos de los grupos que no tienen voz propia: los campesinos más marginados del agro centroamericano.
Esta técnica experimental antecede a las maniobras semióticas del “boom” novelístico hispanoamericano, anticipando las obras de Cortázar, Donoso, Fuentes, y Vargas Llosa en las cuales el lector es cómplice inseparable del acto creativo.
Conclusiones y cuestions pendientes
El español hablado en El Salvador presenta nuevas fronteras para la dialectología contemporánea, por ser una de las variedades menos conocidas fuera del país, y aun dentro de El Salvador hay facetas del habla vernacular que pasan desapercibidas entre la población urbana. Entre los principales retos para la dialectología salvadoreña figuran los siguientes temas:
(1) La delimitación de las principales zonas dialectales, sobre todo en las áreas fronterizas, donde la variedad salvadoreña hace frente a los dialectos cuantitativamente diferenciados de Guatemala y Honduras. En muchas dimensiones, el español salvadoreño representa una zona de transición entre el dialecto fonológicamente conservador de Guatemala (sobre todo en cuanto a la tenaz retención de la /s/ final de sílaba) y los dialectos más evolucionados de Honduras y Nicaragua. Más que los países vecinos Guatemala y Honduras, El Salvador recibió influencias lingüísticas mayas y nahua/pipiles en proporciones semejantes.
(2) Un perfil sociolingüístico del español salvadoreño, delimitando las principales diferencias que enmarcan las distintas capas socioculturales, y recogiendo materiales que den constancia del habla culta, el habla media, y el habla popular de las principales ciudades.
(3) Una descripción pormenorizada de las variedades bilingües, producidas por el contacto entre el castellano y el pipil o el lenca. En particular, hay que estudiar profundamente las modificaciones vocálicas, el comportamiento de los clíticos, y la concordancia nombre-adjetivo.
(4) Un análisis cuantitativo y sociolingüístico de la interdentalización de /s/, fenómeno que sobresale en el habla rural salvadoreña.
(5) Un estudio exhaustivo del léxico campestre salvadoreño, muchos de cuyos vocablos han quedado fuera de los glosarios y diccionarios de regionalismos.
El Salvador constituye un campo abierto para la investigación dialectológica. A pesar de los trabajos muy valiosos realizados hasta ahora, quedan muchas tareas para las próximas promociones de investigadores. Hoy en día se produce en El Salvador un renacimiento de interés en los trabajos lingüísticos, y se vislumbra un futuro muy prometedor en que El Salvador—junto con los demás países centroamericanos—recibirán la atención que merecen dentro del marco de la lingüística hispánica.
Espero que esta combinación de comentarios, sugerencias, especulaciones, y sueños sirva para despertar la curiosidad de la juventud salvadoreña, ya que El Salvador pertenece al eje central del ámbito centroamericano. Espero también que esta exposición facilite el intercambio de perspectivas sobre el español centroamericano en toda su multidimensionalidad étnica, regional, y social.
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