Hoy [13 de octubre] se cumplen 90 años del nacimiento de Schafick Handal, que en mi opinión es uno de los líderes de los que más se puede aprender a través de su trayectoria de aciertos y errores. A propósito de esta fecha conmemorativa, quiero destacar las ideas planteadas en su texto «La vigencia del pensamiento revolucionario» el cual resume muchas cosas importantes de la historia del FMLN. Este pequeño texto, en mi opinión es el que mejor resume su pensamiento, fue escrito en 2005 y es una crítica atinada al FMLN.
Principalmente, él dice que abandonaron las armas para empezar una lucha en el proceso democrático de El Salvador, firmaron la paz sin el triunfo de la Revolución. La lucha democrática para Schafick se basaba en la idea de la Revolución Democrática, la visión estalinista de la Revolución, que plantea establecer las bases para un capitalismo más democrático, mientras se desarrollan las condiciones materiales para la lucha por el socialismo. Según esto, lo que debemos hacer en los países atrasados es impulsar el establecimiento de un régimen democrático burgués para luego luchar por el socialismo.
En esta visión las alianzas, incluso con las llamadas «fuerzas democráticas» que incluye a sectores de la burguesía, están justificadas en beneficio de la creación de las condiciones para el socialismo. De lo que se trata es de perfeccionar la democracia burguesa y no combatirla, es contrario a lo que la visión leninista plantea: la teoría de la Revolución Permanente.
Esta visión ha sido el gran error del FMLN, las condiciones objetivas para la Revolución socialista han estado maduras desde hace décadas, lo que ha hecho falta es la condición subjetiva, cuando hablamos de subjetiva estamos refiriéndonos a un partido revolucionario.
Que es justo lo que Schafick también crítica en su folleto, él dice categóricamente: Entramos al sistema para cambiar al sistema no para que el sistema nos cambie a nosotros.
Pero lo que pasó en el FMLN después de los Acuerdos de Paz fue precisamente lo contrario:
Schafick señala que la burguesía astutamente aumentó radicalmente los salarios de los diputados y que esto generó un distanciamiento entre los miembros del partido y la base que era fundamentalmente obrera y, por lo tanto, con bajos salarios. Luego se vino el aumento exagerado de los salarios de los concejales y alcaldes por su propia iniciativa, profundizando la brecha entre los funcionarios del partido y la base.
Estás condiciones nuevas, que no fueron combatidas desde un inicio generaron un arribismo abismal. El partido se abrió de par en par, no había ningún requisito de peso para entrar en sus filas, ni formación política. Así que tú podías afiliarte al FMLN sin tener ninguna convicción o claridad y unas horas después podías ser coordinador general, candidato a alcalde o candidato a diputado, halando gente que como tú se había afiliado unas horas antes.
La práctica que se desarrolló frente a la flexibilización de los requisitos de militancia, durante los 90 y parte de los 2000, fue el proceso de acarreamiento de gente, consistía en afiliar a grandes cantidades de personas a través de proyectos que se daban desde alcaldías.
Proyectos como la generación de agua potable en la comunidad, pavimentación de calles, luz eléctrica, construcción de obras, etc. El alcalde que quería reelegirse u optar ahora a diputado, llegaba a las comunidades y a cambio de proyectos con dinero del Estado pedía afiliación al partido y el voto al interior del partido para su candidatura y la de sus compadres que también buscaban puestos. El error aquí no es la apertura a la democracia sino la flexibilización de los requisitos de militancia, la formación y claridad política y el abandono del programa de la revolución, para lo cual Schafick propone en los 2000 un carnet de afiliados, ese carnet mostraría una militancia de un año con pago de una cuota militante mensual, para poder optar a cargos de elección popular o al interior del partido. Handal menciona que aunque se aprobó, esta medida nunca fue puesta en marcha, por el proceso de degeneración que ya vivía el partido.
También criticó duramente el abandono de la formación política debacle que el FMLN desde el 2005 a la fecha jamás pudo corregir, la apertura a las ideas ajenas, burguesas y pequeño burguesas, la permisibilidad a elementos extraños a la ideología del partido, gente que solo busca una carrera en el partido, de la cual está ahora plagado.
Otro de los aspectos que Schafick crítica es la supuesta visión del “realismo” (crítica directa para Ortiz), de algunos al decir que, porque muchas cosas han cambiado, se debía abandonar la visión de la lucha revolucionaria, dejar atrás los discursos de revolución y el socialismo para adaptarnos al sistema… entrarle de lleno al discurso burgués de la democracia burguesa, la visión electorera, la defensa de un discurso burgués.
Algo que terminó pasando, no solo por Óscar Ortiz sino también por el lado de Milton (Medardo) su endosado candidato a SG para 2005, del cual tampoco sé fiaba y lo deja claro en su escrito al señalar que todas las facciones en ese momento estaban impregnadas de oportunismo, carrerismo y sectarismo.
A pesar que tuvo que vivir el colapso de la Unión Soviética lo que lo llevó a un periodo de confusión, como fue normal en cientos de dirigentes de la clase obrera en esa época, una época reaccionaria, donde lo que prevaleció fue la confusión y la claudicación a las ideas de la clase dominante, buscar una tercera vía (inexistente) entre capitalismo y socialismo, hacer un capitalismo humano, etc.
En ese periodo el partido y Schafick mismo terminaron aceptando las privatizaciones de las instituciones del Estado, plantearon que con solo que los trabajadores obtuvieran acciones de las empresas privatizadas, eso podría ser un paliativo a la ofensiva neoliberal que se venía y no ofrecieron resistencia alguna hasta ya bien entrado los 90, a finales de esta década y principios del 2000.
Él reflexionó sobre esto años después y reconoció su error, y se plantó frente al neoliberalismo, vio en Chávez una esperanza para una revolución a través de la vía democrática, él decía que lo que Chávez hacia era acabar con el Neoliberalismo y era eso lo que debíamos hacer, para él esto era una prueba de que la revolución democrática era posible, una vez acabado el neoliberalismo, teniendo un capitalismo «más democrático» podremos luchar por el socialismo. Sin embargo, está visión también es errada.
Para nosotros la lucha contra el neoliberalismo es una sola lucha, una lucha en contra del capitalismo y por el socialismo. Si se elimina el neoliberalismo como plantean, ¿qué nos queda? Un capitalismo más ‘suave’, un keynesianismo, pero la explotación sigue existiendo y por lo tanto la opresión. Además esta idea de volver a un capitalismo con Estado de bienestar cada vez se vuelve más improbable en el capitalismo, solo es posible a partir de un crecimiento económico, algo que ni en sueños pasa en la actualidad, por tanto, la nuestra no debe ser una lucha solo anti neoliberal contra lo que es solo una cara del capitalismo, sino en contra del sistema capitalista en su conjunto y por el socialismo.
No hay espacio para puntos intermedios, la lucha debe profundizarse y llevarse hasta las últimas instancias, no se puede hacer una revolución a medias, esa es la gran lección de la Revolución bolivariana, por ejemplo. El error de Chávez fue no completar la Revolución y hoy todas las conquistas están siendo echadas abajo por los burócratas que están en el poder.
Por último, merece la pena decir que quizá la cuestión de la unificación de los 5 partidos que conformaron el FMLN y que fueran disueltos sin mayor debate en 1995 generó mucha confusión, Schafick Handal jugó un papel clave en estas discusiones, es un tema para profundizar más porque siento que lo redujo a un problema organizativo, cuando no fue eso, sino un problema político que merecía el más amplio debate al interior, un debate de altura.
A pesar de todas las críticas que se le puedan hacer, Schafick fue un gran dirigente abnegado y honesto, algo de lo que carecen los dirigentes de hoy. Se puede aprender mucho de su legado, mostrándolo tal y como era, sin idealizarlo como lo hacen los dirigentes actuales que retratan lo bonito, lo que les conviene, ese Schafick descafeinado no nos sirve a los revolucionarios de ahora. Nos sirve el Schafick que realmente fue, con sus errores y aciertos para aprender, para construir el partido de la clase obrera y la juventud, para cumplir el sueño por el que el viejo entregó su vida: la conquista del socialismo; y como él dijo hoy más que nunca esta lucha sigue vigente. Hasta siempre Schafick Handal.