Introducción
En el tercer año de gobierno de Nayib Bukele, iniciado este 1 de junio, la sociedad salvadoreña experimenta profundas transformaciones derivadas de la voluntad mayoritaria expresada en las urnas el pasado 28 de febrero, que se decantó por otorgar al partido Nuevas Ideas, la mayoría en la Asamblea Legislativa y la administración municipal de las principales ciudades del país.
A partir de esta mayoría se impuso el 1 de mayo una nueva Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y un nuevo Fiscal. Estas decisiones políticas, que modifican sustancialmente la correlación institucional de fuerzas, han conducido a una nueva escalada del enfrentamiento principal entre el orden oligárquico y el orden burgués emergente.
La crisis en el orden oligárquico, provocada por la irrupción en la presidencia en 2019 de un nuevo proyecto político, de naturaleza burguesa, populista y autoritaria, -que de manera enérgica está construyendo un nuevo modelo político- incluso con sesgos antiimperialistas, ha provocado diversos desplazamientos tanto de orden político como ideológicos.
Presenciamos un gran enfrentamiento social, político, mediático, ideológico y diplomático, de dos grandes bloques y sectores de clase dominante. Por una parte, un sector emergente de la burguesía comercial, representado por el partido Nuevas Ideas y su caudillo, el presidente Nayib Bukele.
El gobierno Bukele, además de un amplio respaldo popular, ha logrado atraer o neutralizar a una parte de la oligarquía y del capital transnacional y por la otra parte, presenciamos a un sector de la vieja oligarquía, que se defiende con uñas y dientes frente a este asedio burgués.
Y ante el vacío dejado por la izquierda representada en el FMLN, este orden oligárquico logra incluir en su proyecto a una importante fuerza interna de naturaleza democrática, y asimismo, el cambio de gobierno este año en Estados Unidos, le permite contar con un nuevo y poderoso aliado internacional, el gobierno Biden, que puede alinear contra Bukele a la Unión Europea y a diversos gobiernos latinoamericanos, así como presionar mediante el FMI.
A continuación exploramos la situación del bloque burgués hegemónico, del bloque oligárquico desplazado y su estrategia de restauración, y la situación marginal de la izquierda política y el movimiento popular y social.
I.Los dilemas del proyecto Bukele: políticos, sociales, económicos y de política exterior
El régimen Bukele surge como respuesta a dos situaciones: por una parte el rechazo popular al modelo neoliberal que aumentó la brecha existente entre pobres y ricos, y por otra parte, el rechazo al sistema político, y a los partidos que lo implementaron y consolidaron por 30 años (20 años de ARENA y 10 del FMLN).
En términos políticos, al iniciar el tercer año ya de su mandato, el presidente Bukele necesita transformar el respaldo electoral, en mecanismos que le permitan establecer y legitimar en el Estado, un nuevo sistema político que se base más en el consenso que en el disenso, más en la cooperación que en la competencia, más en la integración que en la división. Y el partido Nuevas Ideas es el motor para esta transformación, que definitivamente necesitara de un nuevo orden constitucional.
En relación a lo social y con base a lo que observamos en políticas públicas con respecto al empleo, educación, salud y lucha contra la delincuencia, la dinámica está orientada hacia un fortalecimiento del Estado y desde este impulsar un proyecto de Estado de Bienestar, de naturaleza neodesarrolista.
Por lo que corresponde el desmontaje del Estado neoliberal, aunque no da señales claras de los ritmos de esta transformación. En esta vía, es significativo el tratamiento de la pandemia del covid-19, en el que se rechazó la participación privada para “vender” la vacuna.
Con respecto a lo económico, además de las remesas, existe una apuesta a reactivar la agricultura como eje de acumulación, así como el turismo. Pero ambas actividades se verán afectadas por los altos índices de endeudamiento público existente y por las condiciones que imponga el FMI para avalar su respaldo financiero. El presidente Bukele enfrentara en los próximos tres años el desafío mortal de combinar crecimiento económico con equidad social.
En política exterior, el enfrentamiento con el gobierno Biden va marcar fuertemente estos próximos meses. La lista Engels pende como espada de Damocles sobre la cabeza de la clase política regional, y puede indudablemente salpicar a funcionarios del equipo Bukele. Lo veremos pronto.
II. Los dilemas del bloque oligárquico desplazado y su estrategia de restauración. Crisis y ampliación del proyecto oligárquico
Entre los desplazamientos de naturaleza política sobresale la emergencia de ANEP/FUSADES sobre ARENA, como la vanguardia del esfuerzo estratégico por revertir este proceso histórico de cambios, mediante una estrategia basada en cuatro elementos:
a) una permanente y sistemática campaña mediática de desprestigio del actual régimen, a través de TCS y los principales medios escritos (EDH,LPG,DEM), acusándolo de corrupción, autoritarismo e incapacidad.
b) la promoción desde ANEP/FUSADES de una gran alianza o frente amplio anti-gubernamental que incluye ONGs, centros de pensamiento, universidades, iglesias, “analistas” y particularmente al movimiento popular y social.
c) la coordinación con el gobierno de Biden para impulsar una campaña de amenazas y aislamiento internacional vía OEA, y
d) la promoción de la agenda política de la “oposición” legislativa (ARENA (14), FMLN (4), Vamos (1), Nuestro Tiempo (1).
El orden oligárquico impulsa desde sus trincheras mediáticas la construcción de una matriz conservadora, a través de una guerra cultural en la cual se auto identifica como adalid de las libertades públicas y el estado de derecho, y acusa a su “enemigo” como incapaz, inmaduro, caótico y corrupto.
El discurso central de la oligarquía es que el gobierno Bukele el 1 de mayo ha roto el orden constitucional mediante un golpe de estado ( destitución de integrantes de Sala de lo Constitucional y Fiscal General) y por lo tanto merece ser duramente castigado, nacional e internacionalmente ( en la OEA, ONU, etc.)
III. la situación marginal de la izquierda política y el movimiento popular y social. Los desafíos de la izquierda y movimiento popular y social salvadoreño
Observamos como en los sectores democráticos, se establece y ojala que esto no se repita en los sectores revolucionarios, una actitud muy complaciente, muy sumisa, tanto en la defensa del orden oligárquico como en la defensa del orden imperial, del supuesto “derecho” de la administración Biden de intervenir abiertamente en este conflicto a favor de la restauración del orden oligárquico, abogando abiertamente porque se regrese a la situación anterior al 1 de mayo.
Una poderosa corriente reformista, dentro dela izquierda, formada políticamente en una visión electoralista y domesticada por tres décadas en la administración del estado, justifica que se debe defender este sistema capitalista y sus relaciones de opresión y explotación, así como su estado de democracia representativa liberal, la “sagrada” separación de poderes, para evitar la llegada del “caos y la anarquía” que luego lamentaremos y garantizar así el orden y el progreso, representados por la restauración oligárquica.
Esta izquierda reformista en su discurso y práctica, es rehén de tres niveles de pensamiento: a) impacto de la derrota del 28 de febrero b) impacto 30 años de cultura neoliberal y electorera y c) impacto de la caída del socialismo en 1989…
El FMLN: un cusuco de tres cabezas
Desde su nacimiento, el FMLN como una gran alianza político-militar de izquierda, experimentó la necesidad de crecer y desarrollarse con cinco partidos, cinco ejércitos, cinco frentes de masas, cinco direcciones y cinco estrategias diferentes pero complementarias.
De una forma u otra estos cinco orígenes diferentes (popularmente los llaman ombligos) han marcado una historia que ya rebasa los cuarenta años, y que comprende doce años de guerra y veintiocho años de lucha electoral, y que ha sido heredada a las nuevas generaciones de militantes.
La pretensión de unidad ideológica nunca fue lograda y siempre coexistieron diversas agrupaciones de intereses políticos e ideológicos, los cuales hoy se expresan en tres grandes agrupaciones, las cuales parecen aferradas a coexistir indefinidamente en un mismo techo, pero sin garantizar los acuerdos mínimos que les permitirían una práctica pública adecuada, frente a la oligarquía, frente al imperialismo, en su manejo legislativo y frente al proyecto de Nuevas Ideas.
La otra izquierda antibukelista
Existen otras agrupaciones de izquierda en El Salvador que inciden en el desarrollo del movimiento popular y social, incluyendo a tres fuerzas políticas de orientación trotskista, PCT, PSOCA y BPJ, con un claro planteamiento anti-bukelista.
Existen además pensadores de izquierda como es el caso de Dagoberto Gutiérrez, que asume una posición de apertura frente al proyecto de Nuevas Ideas, señalando que es una oportunidad única para transformar la sociedad salvadoreña.
El movimiento popular y social
La decisión de no fortalecer y abandonar a su suerte el movimiento popular durante los gobiernos del FMLN (2009-2019) pasa su factura en este nuevo momento. Es un movimiento popular y social débil y muy disperso.
En el horizonte actual, aparecen dos grandes agrupaciones con un planteamiento anti-bukelista, el Frente Nacional de Resistencia y Rebeldía, FNRR y la Coordinadora Salvadoreña de Movimientos Populares, CSMP.
El FNRR, aglutina a 35 organizaciones, y convocó a la multitudinaria movilización realizada para el 1 de mayo, que salió del Salvador del Mundo, y desde entonces ha realizado distintas acciones, incluyendo, el 5 de mayo frente a la CSJ y el 28 de mayo frente al Palacio Nacional.
Por su parte, la CSMP, la cual aglutina a diversas redes y alianzas de ONGs, también ha realizado últimamente acciones con presencia ciudadana, incluyendo la realizada el 2 de mayo en la Plaza Constitución. No obstante esto, es evidente que todavía la oposición desde el movimiento popular y social al proyecto Bukele está en sus fases iniciales.
Y es importante para avanzar definir niveles de reflexión, de consenso y de coordinación que permitan impulsar acciones tanto de movilización como de denuncia, mucho más contundentes. La dispersión actual únicamente beneficia sea al proyecto hegemónico de Bukele o a la pretensión oligárquica (ANEP, FUSADES) y seguramente muy pronto también de la Embajada/AID y de la recién llegada Jean Manes , de disputar mediante recursos, la conducción política y programática del movimiento popular y social.
Conclusiones
Todo parece indicar que la confrontación social y política entre el viejo bloque oligárquico y el nuevo bloque burgués tendera a agudizarse. Y esta tendencia provocará mayores niveles de crisis política, lo cual abrirá ventanas de oportunidad para que un movimiento popular y social, unido y combativo pueda insertarse decisivamente en esta disputa, en la que está en juego el futuro de El Salvador.