II. Su misericordia y sus votos I

1. El alma de Buda es misericordia. Es el espíritu del amor que salva a los hombres por todos los medios y es la misericordia que sufre y se enferma junto con los hombres.

El alma de Buda es como la madre que quiere a su hijo, nos cuida, educa y salva sin alejarse de nosotros ni un momento. “Vuestro sufrimiento es mi sufrimiento, vuestra felicidad es mi felicidad”. Así dice y permanece junto a nosotros todos los instantes.

El espíritu de misericordia de Buda nace en contacto con el hombre y en contacto con Él nace la fe en los hombres. Con esta fe se alcanza la Iluminación. Del mismo modo una madre se siente madre cuando tiene un hijo, y el hijo al percibir su amor se siente tranquilo y a salvo.

Sin embargo, los hombres no conocen la Misericordia de Buda y por esta ignorancia sienten apego a lo terrenal, sufren, ambicionan, padecen por la pesada carga del pecado, y caminan jadeando entre los montañas de las desilusiones.

2. No penséis que la Misericordia de Buda es sólo para la vida presente. Dura desde toda la eternidad; existe desde el momento en que los hombres nacieron y volvieron a nacer, murieron y volvieron a morir siguiendo el camino de las tinieblas.

El Buda eterno siempre aparece ante los hombres en la forma más amistosa y lleva a ellos los métodos más eficaces para la salvación.

Sakyamuni Buda nació príncipe de la familia Sakya, dejó su hogar para vivir una vida ascética. Por medio de la práctica de la meditación alcanzó la Iluminación. Propagó el Dharma entre los hombres e hizo la demostración de su Enseñanza con su propia muerte.

Porque la ignorancia humana no tiene límite, la obra de Buda es interminable. Porque la profundidad del pecado humano es inalcanzable, la misericordia de Buda es infinita

Buda hizo cuatro grandes votos cuando decidió dejar la vida mundana. Salvar a los hombres, renunciar a todos los deseos, aprender todas las Enseñanzas y lograr la Iluminación. La vida ascética de Buda se fundó sobre estos cuatro votos.

3. Buda se entrenó para ser amable hacia todo ser viviente y evitando el pecado de matar, y en virtud de ello anheló la longevidad de los hombres.

Evitó el pecado de robar y por esta virtud anheló la satisfacción de las necesidades de los hombres.

Evitó el pecado de adulterio, y por esta virtud anheló que el alma de los hombres fuera bienaventurada como un puro espíritu y el cuerpo no sintiera deseos insaciables.

El Buda para ser Buda, alejó el engaño y por esta virtud anheló que los hombres conocieran la quietud del alma que dice la verdad.

Evitó la falsedad y por esta virtud anheló que todos los hombres estuvieran en armonía y aceptaran su Enseñanza.

El Buda Eterno y Glorificado

Evitó la maledicencia y por esta virtud anheló la tranquilidad para el alma de los hombres.

Se conservó libre de las palabras vanas y por esta virtud anheló que todos tuvieran un alma compasiva hacia los hombres.

El Buda queriendo realizar sus ideales se adiestró para apartar de sí la codicia y por esta virtud anheló que no hubiera codicia en el alma de los hombres.

Hizo prácticas para alejar el odio y anheló que el amor rebosase del alma de los hombres.

Hizo prácticas de alejar la ignorancia y anheló que desapareciese del alma de los hombres la ignorancia del principio de la causalidad.

De esta manera la Misericordia de Buda está dirigida a todos los hombres y su felicidad. Buda siente compasión por cada uno de los hombres como el padre o la madre por los hijos y anhela que todos logren cruzar el océano de las tinieblas.

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