“Un orgasmo es el peor accidente laboral que nos puede pasar”

“Un orgasmo es el peor accidente laboral que nos puede pasar”

Haydee Laínez y María Consuelo Raymundo son coordinadoras del movimiento Orquídeas del Mar, y en esta entrevista cuentan el lado oculto del trabajo sexual, mismo que aseguran volverían a elegir si volvieran a nacer.

Bryan Avelar

Haydee Laínez y María Consuelo Raymundo son dos trabajadoras sexuales que, hace diez años se reunieron en una esquina de la Avenida Independencia, de San Salvador, y decidieron crear el primer gremio de prostitutas de El Salvador, que ahora lideran, para exigir que se les respeten sus derechos humanos y para luchar en contra de los estigmas que las acompañan, a ellas y a sus demás compañeras, todos los días de su vida.

Ahora ellas quieren que el Estado salvadoreño reconozca el trabajo sexual como un oficio digno. Sin embargo, entre líneas no dejan de aceptar que esta ocupación no es la primera que escogen la mayoría de mujeres que la ejercen, sino que muchas veces es la situación económica la que las lleva hasta las calles o los burdeles del país.

En esta entrevista cuentan las infidencias del oficio, desde cómo sus parientes supieron que ellas eran trabajadoras sexuales, pasando por “lo tedioso de este trabajo”, unos curiosos “accidentes laborales”, y “lo que más les gusta de esto”.

El movimiento de mujeres Orquídeas del Mar nació de una reunión de 19 amigas que trabajaban en lo mismo, un 13 de octubre de 2005. Desde entonces han ido encontrando el apoyo de varias organizaciones internacionales y hoy pueden decir que atienden a más de tres mil mujeres trabajadoras sexuales en todo el país.

Desde esta trinchera, ahora como directora y representante legal de la fundación, respectivamente, siguen luchando por los derechos de sus compañeras, y aunque ya no les queda tanto tiempo “para ir a la cuadra” a vender su sexo, dicen, entre risas, que nunca es tarde para darse una escapada de sábado con algún enamorado.

Ustedes se han dado a conocer porque defienden a la prostitución como un trabajo digno, algo con lo que mucha gente no está de acuerdo ¿cuál es su argumento para decir que la prostitución, más que ser una fuente de dinero, es un trabajo que dignifica a la persona?

María Consuelo Raymundo (MC): Nosotros concebimos el trabajo sexual como algo que dignifica porque es de donde comemos, de lo que viven nuestras familias, de donde nos mantenemos.

Si tenés un trabajo y es remunerado, lógicamente es un trabajo y entra en el concepto de trabajo. Nosotras no somos ni delincuentes ni nada de lo que la gente dice. Nuestra empresa somos nosotras.

Haydee Laínez (HL): Decimos que es un trabajo digno porque somos mayores de edad y lo realizamos con consentimiento propio. Por otra parte, la palabra “prostituta”, para nosotros, es una palabra que en la historia nos borró derechos humanos porque han dicho que somos mujeres que no valemos nada, que solo pasamos paradas en la calle; y eso tiene que ver con los mitos y prejuicios que en la historia se han venido fomentando.

Sin embargo, cuando se habla de trata, eso sí es delito, y nosotras estamos en contra de la trata de personas. Nosotras decimos que la trata es cuando se ejerce el trabajo sexual de manera forzada, a eso le llamamos prostitución.

¿Es diferente decir prostituta que decir trabajadora sexual?

Trabajadora sexual es una mujer que tomó la decisión, que tiene sueños, tiene metas, y que quiere vender su sexo y que decide irse a la Avenida o a un night club; pero una prostituta puede ser una mujer que está siendo víctima de trata, que está obligada, alcoholizada o bajo efectos de drogas para que otro venda su sexo.

¿Cómo se sienten sus hijos al saber que usted se acuesta con varios hombres al día?

MC: Yo tengo dos hijos mayores, y en aquel momento, cuando les dijeron que yo era una prostituta y que estaba en la calle, quizá se sintieron mal, porque incluso, no le dijeron solamente que yo me acostaba con un montón de hombres sino también que yo era una alcohólica, drogadicta, y tantos mitos y prejuicios que le meten al tema que al principio quizá lo creyeron.

¿Cómo fue que sus hijos se dieron cuenta de su trabajo?

MC: Un día yo estaba en la Avenida, trabajando, leyendo el periódico, porque yo siempre acostumbraba leer el periódico mientras esperaba a los clientes. Entonces ahí estaba acostada en la camita cuando, como a eso de las nueve de la mañana, miré un hombre joven frente a la puerta. ¡Mirá que ironías tiene la vida! Entonces yo dije “si ese hombre no me habla, yo tampoco le voy a hablar”, y seguí leyendo el periódico. Cuando, de repente, veo que era mi hijo.

En ese momento no hallaba qué decirle, hasta que me armé de valor y le dije “Ajá, hijo, ¿qué es lo que te trae por aquí?”. No había de otra. ¡Es que ese no era el momento ni era el espacio para aclararle las cosas!

Entonces le di una plata que él necesitaba ¿Y te digo para qué necesitaba plata mi hijo? Para su graduación, porque ya iba a bachillerato, a segundo año, y se la di y se fue. Pasó eso. No nos dijimos nada más.

Ajá…

Como al mes de haber pasado ese incidente yo no tenía el valor para explicarle lo que pasaba, pero el momento se dio cuando faltaban como tres días para la graduación y estábamos solos en la casa. Él se me acercó e inició la plática diciéndome “mami, no te sintás mal, yo sé que eso es un trabajo”. Con mucha madurez, mi hijo de 16 años, me dijo eso. “Gracias mami por que por vos soy quien soy, y ¿sabés qué? Como hijo no te voy a defraudar”, me dijo.

Tres días después se estaba graduando y le dieron el primer lugar de bachillerato. Fue el alumno ejemplar, el más exitoso de esa promoción. Y él me dijo que eso lo había hecho porque ya sabía, desde hace tiempo él ya sabía y que quería reconocerme el sacrificio que yo hacía en el trabajo sexual. ¿Cómo creés que me sentí yo?

Después me puse a hablar con mi hijo de diez años y le expliqué de mi trabajo. ¿Cuál fue mi sorpresa? “Mami, yo ya sé”, me dijo, “gracias por ser la madre que eres”. Eso no te lo esperás de los hijos, pero pasa.

¿Y usted de qué les había dicho que trabajaba?

MC: Yo nunca fui muy clara con ellos en ese sentido. Pero es bueno decirle a la familia dónde uno trabaja porque también que uno se libera de cargas, porque eso sí es una gran carga, el andar pensando en cuándo se va a dar cuenta tu familia y qué van a decir.

Yo me recuerdo que cuando llegaba a mi casa rodeaba las calles principales para que los vecinos no me vieran, porque toda la gente que tenés a tu alrededor sabe, pero a mí quienes me importaban eran mis hijos, mi núcleo familiar, todos los demás me valían un pepino. Entonces, cuando mis hijos se dieron cuenta, yo tuve la libertad de caminar por la calle del centro sin que me importara lo que dijeran los vecinos. Hasta entonces me quité esa gran carga.

En todo trabajo hay momentos en que la jornada se torna difícil. Si bien el sexo es placentero, pero ¿cuándo su trabajo se torna difícil, tedioso, cansado?

HL: Nosotras hemos disfrutado el trabajo sexual porque cuando uno tiene una remuneración económica, se disfruta. Hay ocasiones en las que se complica, pero es mayormente cuando no llegan clientes. Eso es algo que nos baja la autoestima.

Entonces, en esos momentos sí se vuelve tedioso, y uno dice “púchica, estuve todo el día aquí parada y no hice nada, mejor voy a buscar otro trabajo”, pero no es una expresión de odio al trabajo sexual porque si así fuera estuviéramos viendo que hay más mujeres saliendo del trabajo sexual, pero lo que vemos es lo contrario, que hay más mujeres entrando, que la cifra está incrementando; incluso mujeres mayores, de 60 o 70 años ingresando a estas alturas al trabajo sexual.

¿Señoras de 70 años que van empezando en esto?

Sí, claro, y nosotras hablamos con ellas.

-¿Qué tal, niña Juanita, cómo le va?

-Aquí, aunque sea haciendo un ratito a la semana, pero vendo dulces también para ir saliendo – nos dicen.

Porque así son algunas de las compañeras, tienen sus propias estrategias. Algunas venden dulces, cigarros, cosméticos, pero siempre hacen trabajo sexual.

Llega un momento en el que las parejas se cansan un poco de tener sexo y tienen la libertad de darse un descanso, por llamarlo de una manera, algo que ustedes no tienen. ¿Se vuelve tedioso o desagradable tener que acostarse con varios hombres todos los días?

HL: No, no, nada que ver. Al contrario, es agradable. Para mí se ha convertido en una experiencia agradable porque al final tengo el placer de no estar solo con un hombre. Es una de las cosas que yo más disfruto. Aparte de eso, me puedo dar el gusto de estar con alguien mayor que yo, con un joven, con un casado, un divorciado… ¡Además! uno tiene la autonomía como mujer de decir “con este voy y con este no voy”.

¿Cómo una trabajadora sexual vive la violencia y la inseguridad en las calles?

MC: Primero quiero decir que existe en la mente de las personas una vinculación entre el trabajo sexual y la inseguridad. Es decir que con solo que en una esquina se ejerza el trabajo sexual, la gente ya piensa que ahí es inseguro, pero en la práctica no siempre es así.

Lo que sucede es que en las zonas donde se ejerce el trabajo sexual el Estado ha perdido su interés por garantizar la seguridad, entonces pasa que incluso nosotras mismas somos víctimas de la violencia. Muchas compañeras están siendo maltratadas por los clientes o están siendo extorsionadas por pandilleros.

¿Tienen casos específicos de maltrato, amenazas o extorsión a las trabajadoras sexuales?

MC: Sí, pero lamentablemente es mínimo. Lo que pasa es que por la misma situación la gente no se atreve a denunciar, y esto pasa incluso con nosotras, las líderes, que no denunciamos por miedo a que el día de mañana, al solo salir, nos pueden matar. Incluso como algunas de ellas están acompañadas con los muchachos estos pandilleros es que no dicen nada.

HL: Lo que hemos visto es que cuando les pasamos un estudio en el que se les pregunta quién es el que más las violenta, si el CAM, la Policía o las pandillas, las compañeras no contestan. “No, esta no la quiero contestar”, nos dicen. Por miedo. ¿Por qué? Porque la seguridad nunca nos llegó a las trabajadoras sexuales. Porque dicen que las zonas donde se ejerce el trabajo sexual es, automáticamente, una zona ZAR (Zona de Alto Riesgo). Para mí esa palabra es estigmatizaste.

Pero si dice que algunas son mujeres de pandilleros, incluso…

HL: No te voy a decir que todas somos buenas ni que todas somos malas. En la viña del Señor de todo hay. Igual que en todo lugar, vas a encontrar gente que está vinculada, y en este trabajo pasa igual. Pero el problema es que a nosotras se nos ha estigmatizado tanto que se dice que no servimos para nada, que somos delincuentes, que somos la quita-maridos. Y con eso la gente nos borra nuestros derechos.
Afiche de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y El Caribe a la cual pertenece Orquídeas del Mar

Afiche de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y El Caribe a la cual pertenece Orquídeas del Mar

La iglesia. ¿Ustedes creen en Dios? ¿Creen en la iglesia? ¿Cómo ven ustedes a la iglesia y cómo la iglesia las ve a ustedes?

MC: Fijate que así como hay diferentes corrientes feministas hay diferentes corrientes de iglesias. Hay algunas que todavía ven a la prostitución como un pecado, y ha sido condenada por diferentes pastores de la iglesia católica como de la evangélica. Pero en otras ya se está empezando a ver como un trabajo, o al menos lo tratan un poco más suave que antes.

¿A qué cree que se debe ese cambio?

MC: Es parte de un análisis de país. Si vos te vas a ver a las calles del centro de San Salvador, ahora vas a ver más puestos, más ventas ambulantes que hace unos años ¿por qué? Porque hay más desempleo, hay más necesidad. Lo mismo pasa en el trabajo sexual. Hoy se está empezando a ver como lo que es porque la misma realidad lo permite.

Esto te lo digo porque yo soy de las mujeres guerreras que han trabajado a nivel nacional, en parques calles, night club´s, todo eso, y me he dado cuenta de que hay muchas mujeres que ejercen el trabajo sexual y son periodistas, enfermeras, profesoras, trabajan en bancos. ¿Y sabés por qué están ahí? Porque muchas veces tienen una situación económica insoportable en que las empresas donde trabajan les pagan un salario de hambre y ellas tienen una familia que mantener; eso nos pasa a medio mundo.

A ver si le entiendo, entonces ¿me está diciendo que las mujeres que ejercen el trabajo sexual lo hacen porque se ven obligadas a hacerlo cuando ya no saben qué hacer con sus necesidades económicas?

MC: No es obligación porque siempre es opcional. Mientras no haya alguien detrás de ella que la esté amenazando, el trabajo sexual sigue siendo opción. Porque muchas veces es que una mujer, aún sin tener una profesión, pueda trabajar en otra cosa. Una mujer conservadora puede ser que, al verse en esta situación, se dedique a vender en la calle, por ejemplo.

Se habla mucho de la prostitución en mujeres, pero ¿en El Salvador también hay gigolós?

MC: ¿Hombres trabajadores sexuales? Sí hay. Solo que acordarte que están más ocultos. Si los buscás detenidamente te vas a dar cuenta que, por ejemplo, en la playa El Tunco hay un grupo de gigolós que incluso solo atienden a extranjeros. Entonces sí hay, solo que no están organizados.

A partir de eso cambiemos de papeles. Póngase en el plan de que usted es una mujer que tiene a su esposo y a sus hijos, y no es trabajadora sexual. Pues un día se da cuenta de que su esposo es un gigoló. Sin tener los conocimientos que ahora tiene, ¿cómo reaccionaría?

MC: ¿Qué hiciera?… Pues… lo primero que haría sería irme a hacer todos los exámenes del mundo, jajajaja. De afligida porque mi pareja se anda acostando con medio mundo. Es que en relaciones de pareja muchas veces se hace sin condón… ay, no, no me quiero poner en esa situación, pero lo más seguro es que hasta lo agarraría para ir con él y ¡ahí ve vos si salís con una tu enfermedad! Jajaja. Yo, lógicamente tendría que tener mi reserva, mi desconfianza.

Quizá como ahora tengo una mente más abierta lo podría aceptar, pero en ese caso lo más seguro es que lo cuestionaría, porque en una relación de pareja esto del trabajo sexual es difícil, y uno quiere que esa parte sexual sea solo de uno y de nadie más. También nosotras, en algún momento queremos que sea un hombre sea solo de nosotras. Pero, bueno, creo que platicaría con él, y si logramos llegar a un acuerdo y me da una buena explicación de porqué hace eso, pues podríamos seguir con la relación.

¿Es decir que hay trabajadoras sexuales que tengan a su pareja fija y que esta acepte abiertamente su trabajo?

HL: Sí hay. Lo que pasa es que la gran mayoría, no digo todas, pero un gran porcentaje a lo mejor las parejas aceptaron su trabajo sexual porque son los de los mismos clientes.

Una de las cosas que nosotros no confundimos es que con un cliente puedo pasar un rato bien rico pero con mi pareja puedo ser respetuosa porque una cosa es el trabajo y otra es la unión libre que tengo con mi pareja. Este es un trabajo como todos y debe ser respetado.

Todos tenemos algo que nos gusta más de nuestro trabajo, ¿a usted cómo le gustan los clientes?

MC: ¿Cómo me gustan a mí los clientes? jaja… pues… fijate que como hay diversidad de clientes uno se da cuenta que en el trabajo sexual hay unos que le dan a uno un trato como reina, la hacen sentir que es la mujer más importante del mundo, y no importa si es chiquito, alto, grandote; lo que importa es el trato que le dan.

Hay otros que realmente nos tratan como un objeto sexual y solo nos quieren para quitarse las ganas, y uno entiende que es porque le están pagando, pero hay momentos en los que eso se siente mal. En cambio hay otros que nos tratan realmente como una persona. Por ejemplo, yo tuve uno que hasta me cantaba y me llevaba detalles. Con esos clientes, te digo, uno como trabajadora sexual tiene accidentes laborales.

¿Accidentes laborales? ¿Embarazo o qué?

MC: ¡No! ¡Son los orgasmos! jajajaja. Hay momentos en los que viene un cliente, y uno sabe que es un cliente, pero a veces uno se confunde y pasan ese tipo de accidentes laborales.

Es falso eso que dicen de las trabajadoras sexuales. Por muy rígidas que seamos, uno siente y está propensa a tener un accidente laboral. ¿Y sabés qué es lo peor? Que a uno le pasan con gente que ni se imagina, que ni conoce, ¡eso es lo que al final da cólera! Jajaja.

Jajajaja ¿pero por qué le da cólera tener un orgasmo, que no debería ser la mejor parte del trabajo?

MC: ¡Porque te hace rico! Porque a lo mejor tiene la experiencia que no tiene el joven o ¡que ni mi misma pareja tiene! De eso estoy hablando

¿Pero por qué no les gusta?

HL: Porque uno se guarda para su pareja, pero tuvo un accidente laboral en el sentido de que mi cuerpo ya no se resistió con un desconocido.

Una última pregunta, a ver, ¿si usted volviera a nacer, y pudiera elegir, volvería a ser trabajadora sexual o cambiaría?

MC: Sí volvería a serlo. Te voy a decir porqué. Porque ser una trabajadora sexual me ha dado la oportunidad que muchas mujeres desean. Una de esas es tener conocimiento, experiencias, e incluso la que casi no me gusta decirlo es viajar a capacitarnos por casi todo el mundo. Hay muchas mujeres profesionales que cómo desean un viajecito aunque sea ahí nomás, a Costa Rica; pero para llegar a esas oportunidades como trabajadoras sexuales hay que plantarnos y luchar no solo por nosotras sino por todas las compañeras.

HL: Yo igual, solo que si volviera a nacer empezaría más temprano. Empecé a los 18 años, pero comenzaría antes, jajaja. Tomaría las mismas decisiones de mujer porque creo que el trabajo sexual no nos denigra, lo que nos denigra son las condiciones en que ejercemos y la sociedad por cómo nos ve.

Yo, a todos los lugares donde voy, me presento como “Haydé Cabrera, trabajadora sexual”. Aunque ya no vamos a la cuadra todos los días porque no nos queda lugar, yo tengo mis clientes por fines de semana o en la noche, después de que salgo de acá.

A nosotras dos ya no nos queda mucho tiempo de ir a estar en la cuadra pero añoramos esos días, mientras tanto yo disfruto estudiar, disfruto mucho leerme un libro, hacer mis trabajos en grupo porque todo eso te da conocimiento. Admiro a la gente inteligente y quiero estar a la par de ellos. Por ejemplo, hay un hombre al que admiro mucho que es a don Dagoberto Gutiérrez.

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