Aportar a la nación con autocrítica, abriendo paso a liderazgos modernos que produzcan nuevo contenido, que se aproximen a la crisis actual desde una perspectiva de izquierda democrática, que denuncien el autoritarismo y el militarismo sin la pesada carga de los compromisos de la vieja dirigencia con las dictaduras orteguista, chavista y madurista.
O desaparecer, porque la sociedad salvadoreña ya demostró que su compromiso con las banderas no es vitalicio, que si la promesa de un mejor derrotero llega en un cuenco nuevo, lo tomará sin dudar. Sería lastimoso que al proyecto de derecha conservadora instalado en este decenio no le siga una opción democratizadora; también lo sería que la izquierda salvadoreña no participe de él. Pero que él Fmln esté ausente de esa discusión no sorprendería a casi nadie.