Con el presupuesto se cayó el telón. Eugenio Chicas. DEM. 9 de octubre de 2024

Son inocultables las insanas prioridades del bukelismo, puestas al desnudo en el proyecto de Presupuesto General de la Nación de 2025, por $9,663 millones.

“La medicina amarga” es el cruento recorte a los rubros de educación, salud, agricultura y todos los programas sociales. Este recorte es la radiografía que descubre la naturaleza ultraconservadora de este gobierno inconstitucional, que con su habitual falacia presenta un presupuesto inflado, sobrestimando los ingresos en un 10% en relación con la recaudación del año anterior.

Intenta recaudar $7,615.7 millones, una meta ilusoria en el contexto de crisis crónica que padece la economía nacional; un rasero difícil de alcanzar en un periodo de muy bajo crecimiento económico, poca inversión extranjera, severa caída de las exportaciones, grave reducción de la producción agropecuaria, alza internacional de insumos y carburantes, y contracción del mercado interno debido a la crisis.

La otra falacia de Bukele es afirmar que este es “el primer presupuesto completamente financiado sin necesidad de emitir un solo centavo de deuda para gasto corriente”; cuando en realidad incluye $1,126 millones del desembolso de 37 préstamos ya contratados, más lo que decida contraer en LETES (Letras del Tesoro), que forman parte de la viciosa práctica del régimen que llevó al país a la mayor deuda pública en su historia (84.4% del PIB), superior al resto de países de Centroamérica.

A la llegada de Bukele al poder (junio 2019) la deuda acumulada durante treinta años era de $19,241 millones. Solo en apenas cinco años, esta creció en $11,995 millones, hasta totalizar $31,236 millones. Tal es el descalabro del adeudo, que solo en 2025 El Salvador tendrá que pagar $2,144.6 millones, solo de intereses son $1,253.3 millones; y la amortización de capital serán apenas $893.1 millones.

Es claro que el objetivo del régimen bukelista es presentar esta ofrenda ante el FMI; un paquete de medidas de ajuste estructural que sacrifican a la población más desvalida con millonarios recortes en la Educación, disminuyendo $34.7 millones, y recortando 781 plazas, muchas de maestros; esto agrava más la falta de docentes, situando ésta partida en apenas 4.1% del PIB; un grave retroceso después del 4.6% alcanzado incluso en los años post pandemia (2022, 2023); y más lejos de la promesa de Bukele de hace más de cinco años de alcanzar el 6% del PIB.

Este recorte cercena programas como: Crecer y Aprender juntos de la primera infancia, parvularia, educación básica y media, sin que a la fecha hayan cumplido la promesa oficial de reparar y reconstruir mil escuelas por año. En tanto, a la Universidad de El Salvador la condenan al mismo presupuesto anterior ($124 millones), del que todavía le adeudan $50. Millones.

El colmo de la deshumanización del bukelismo será el cruento recorte al Ministerio de Salud (-$90.8 millones), dejándolo con un presupuesto de apenas el 3.1% en relación con el PIB; cuando solo la red de los 31 hospitales del sistema público ya padece un severo desabastecimiento de medicamentos e insumos.

El personal a cargo está sobrecargado y muy mal pagado. Además, faltan suficientes médicos y especialistas, técnicos y enfermeras; estas carencias provocan que pacientes referidos para atención médica de especialistas, por casos considerados de urgencia, solo consigan citas programadas con muchos meses de atraso. A sabiendas de estas precarias e inhumanas condiciones, este proyecto de presupuesto recorta 1,119 plazas solo al Ministerio de Salud, decisión que terminará colapsando el sistema por la creciente demanda de servicios.

Ni hablar del recorte de $68 millones al Ministerio de Agricultura, a sabiendas de la grave crisis de producción de alimentos que padece la población y que en el quinquenio de Bukele disparó la pobreza del 22.8% al 27.2%.

Las apuestas del bukelismo están muy claras, recortará 11,000 plazas, que se suman al despido de 21,000 trabajadores en el quinquenio anterior. Aumentan $27.8 millones al presupuesto de la Presidencia de la República para reforzar una de las actividades más eficientes del régimen, la propaganda. Incrementan $52.9 millones al presupuesto del Ministerio de la Defensa, que duplica su presupuesto en el último quinquenio. Esto, unido a la prórroga del régimen de excepción por treinta y un meses consecutivos, serán los instrumentos para aplacar la efervescencia social causada por la “medicina amarga” anunciada por Bukele.

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