SAN SALVADOR, Ciudad Universitaria, 14 de marzo de 2025 (SIEP) La comunidad universitaria volvió a escuchar esta tarde, luego de largos años, la voz de William Armijo, el juglar que en los años setenta, con el pelo largo, una guitarra y una dulzaina, entonaba las primeras canciones de protesta, que convocaban a una sociedad más justa y solidaria.
Hoy regresó el trovador chalateco, siempre con la guitarra al hombro, y la sonrisa a flor de labio, pero hoy con el virtuosismo acumulado luego de largos años en las calles de un otoñal Paris, que se ha convertido en su segunda patria. Nos deleitó con once inolvidables canciones.
Las primeras cuatro canciones trasmitieron un dolor inmenso, una profunda tristeza, se trataba de tres poemas musicalizados del poeta azteca Netzahualcóyotl, y otro cantico, tomado del libro maya del Chilam-Balam. Fueron un homenaje un pasado glorioso “en el que el arte fue primero destruido y luego prohibido.”
La quinta canción estuvo dedicada a Monseñor Romero, y contó que una vez en Paris el se rio de su canción, que decía: “que hijo de puta es mi patrón…” y cuando habló dijo: “yo no voy a decir las palabrotas que dijo el artista, pero ellos son así como dijo el cantante…”
Esta canción a Monseñor, -explicó William- es un poema de mi hermano Roberto, que él me pidió musicalizara, lo escribió conmovido, estremecido, al saber la noticia en marzo de 1980. Inicia: “El hombre que vivió su virtud/ se deshace envuelto en sangre/ya no aconseja a mi pueblo…”
La sexta canción, fue una canción alegre, se trató de la italiana “La cosa más bella (Più bella cosa)” de Eros Ramazzotti. La séptima fue la mundialmente famosa, La Vie en Rosa, de la francesa Edith Piaff.
La octava canción, titulada Negrita, fue un arreglo que hizo William de unas bombas que aparecen en el libro Las historias prohibidas del pulgarcito, de Roque Dalton: “Negrita: por tu trabajo me cobraste cuatro reales. Negrita: no seas mala yo puse los materiales…”
A petición del público asistente, entonó la canción que lo identificó en los años setentas en la UES, El machete encachimbado y explicó que Manlio dixit, su origen se remonta a la pluma de Roque Dalton, para un festival juvenil en el Moscú de 1957. También contó acerca de la sorpresa de Monseñor Romero al escuchar las letras de esta canción.
“Soy un pobre campesino/sin un rancho en que vivir/sin tortillas y sin frijoles/ solo hay dolor para mi/ popochin, popochin, popochin,popochin/Mi patrón me ha despedido/ me ha rompido el corazón/ me ha chupado hasta la sangre/ que hijueputa es mi patrón/ Pero tengo mi machete/ filoso como mi hambre/ con el que voy ajustar cuentas/ y eso no será muy tarde/Coro: Que me toque la marimba/un canto de redención/ que hoy me amanecido Izalco/muy dentro del corazón…”
La decima canción estuvo dedicada a su padre, fue un tema my conocido de la Sonora Matancera y Celio Gonzalez: “Pretendiendo humillarme pregonaste/El haber desdeñado mi pasión/ Y fingiendo una honda pena imaginaste/Que moriría de desesperación/Total, si me hubieras querido/Ya me hubiera olvidado de tu querer.”
Y concluyó este memorable concierto con la canción de su autoría: Vengo de la tierra centroamericana, del disco Chansons por una utopie perdue. Inicia así: vengo de la tierra centroamericana/donde son bellas tardes, noche sy manñanas, hay mi tierra, cuanto la añoro, que sus futusros días son parezcan de oro.”
La actividad se realizó en la Facultad de Ciencias y Humanidades de la UES, organizada por el Movimiento Cultural Prometeo Liberado, del cual William Armijo es miembro fundador. Se anunció que el próximo martes 18 de marzo, en la Pinacoteca de la UES, a partir de 2.p.m.,William dará a conocer su libro Orígenes y evolución del Teatro en Mesoamérica, una investigación sobre el teatro prehispánico.