Usulután gente de aquí y de allá gente mágica
Publicado por: Tres Mil 15 agosto, 2015 en Suplemento Tres Mil | 3000 2 Comentarios
Manuel Luna
Escritor y poeta salvadoreño
Lo que aquí escribo, es tratar de conservar ese tiempo que viví en la ciudad de Usulután, así como también rescatar todas esas personas del pueblo, gente humilde que con el tiempo se me convirtieron en mi memoria en personajes míticos. Muchas de ellas no merecieron vivir de la manera que cuento y lo que relato lo escuche de otras personas y otras escenas las viví. Hay personas que dejaron esta vida de una manera violenta cuando llego la guerra y otras dejaron esta existencia con los pasos de los años y otras en ciudades a las que emigraron de las que yo fui testigo. Y otras que fallecieron, en ese poblado que hoy es una ciudad donde todo esto desapareció, un poblado que tuvo su magia. Y hoy lo conforma otra generación de habitantes.
Lo que aquí se escribe es tratado con el debido respeto que ellas se merecen en su memoria y dedicado para aquellas que aun viven.
Usulután 1969
Parecía un Zompopo, le bautice con ese sobre nombre era un señor vagabundo medio tuerto, medio desmemoriado, con bastón de mangle curtido por toda la inclemencia de vivir en la calle y por sus manos sudorosas, apareció un día en el pueblo, vivía en la estación del tren, nos aterrorizaba a todos los pequeños, cuando le veíamos caminar por la misma cuadra y corríamos en dirección contraria para no encontrarlo, se parecía más a un hombre escarabajo, que a un zompopo.
Gil amigo de infancia estudiábamos segundo grado en la escuela Salvador Castillo, vivía junto a mi casa del barrio el calvario, su padrastro era el Lucero, luchador rudo le veíamos en televisión de otras casas, porque estos aparatos eran escasos El Lucero luchaba contra: El Olímpico, El águila Migueleña, El Sordomudo Cruz, Tonina Jacson, Kaly Valdez, El Bucanero, The Tempest, El Apache, El Mongol, Celso Sotelo,
La caminata, que hacía por las mañanas con mi madre que me crío, caminaba junto a ella hacia la escuela rural del cantón Santa Bárbara donde daba clases a niños campesinos.
Las fiestas patronales del pueblo por la Virgen de Santa Catarina, en el mes de noviembre, los juegos mecánicos la voladora la chicago llegaba la Preilam Pard y las otras ruedas de Don Enrique Santos, y las muchachas que se paseaban en derredor del parque y nosotros detrás de ellas.
La temporada de Los trompos, yoyos y capiruchos de madera de Changue, Don Ángel Hueso el carpintero de aspecto antillano, moreno, flaco, alto, que todos los cipotes ayudábamos a girar el torno grande de carpintería a cambio de estos juguetes que él nos obsequiaba.
El día de los faroles o día de las conchas: colocaban faroles en los marcos de las puertas de las casas y velas a la orilla de la acera. Los faroles eran derribados desde la calle por otros cipotes de las barriadas, que pasaban disparando con sus hondillas de cuéreta iban parapetados adentro de las posesiones o pasaban caminando en pandillas derribando los faroles que colgaban de los marcos de las puertas con certeros disparos.
Los días sábados cuando íbamos a nadar al río el molino con el primo Milton o a la laguna del Palo Galán que estaba a varios kilómetros y llegábamos caminando, por un camino empolvado y encontrábamos pestilencias de animales muertos cubiertos por hormigas o zopilotes que los devoraban. Permanecíamos en esa laguna un par de horas y regresábamos al pueblo.
Aquellas noches que iba a leer o hacer las tareas de escuela a la biblioteca municipal estaba en quinto grado. Era un lugar mágico donde mi imaginación flotaba en ese recinto que para mí era especial, situado dentro de la alcaldía.
1979, El primer crimen horrendo que cometieron los soldados con Leo Monterrosa lo subieron a un camión militar, lo dejaron sin vida desnudo en las puertas del instituto nacional, como aviso a los demás estudiantes, en donde habíamos sacado nuestro bachillerato.
Después, nuestra maestra Ana Duarte, asesinada por los mismos escuadrones de la muerte, la sacaron de su casa, la fueron a tirar en la entrada del pueblo junto al cementerio.
Mi vecino frente a mi casa, Don Rosendo el zapatero, amigo de Miguel Mármol – le veíamos en la esquina de su casa, con su radio de bulbos a todo sonar, por la mañana de domingo a todo volumen se escuchaba “Transmite Radio Habana Cuba único territorio libre en América, esto por supuesto en tiempos que no había llegado la guerra.
Lo conocíamos por el Kricho (Manuel Osegueda) perfecto albañil impecable en su trabajo era el dicharachero del pueblo por sus dichos y juegos de palabras y trabalenguas, militante del partido comunista otro conocido de Miguel Mármol, decía: El dicho que dijo Kricho: Tricalhuevo, sombras las de mi puro, humo de mi ceniza, son de los sones sones vuelan mis pantalones sobre este pueblo de ventarrones, su familia hermanos y sobrinos todos eran excelentes albañiles les decían Los Patasletas
Los Thomson, que llegaron de Panamá la única familia afroamericana en el pueblo, dueños de la pensión Monterrey y expertos reparadores de refrigeradoras, cocinas de gas.
Los negristios colochos del barrio el Calvario, que trabajan bajando cocos de los árboles y que uno de los hermanos, se cayó de un cocotero falleciendo instantáneamente del azotón .
Mauricio Letona, quien me saludaba cuando pasaba frente a mi casa o cuando lo veía en el parque después guerrillero comandante formo parte de la célula guerrillera, que tomaron el cuartel de San Ana durante la primera ofensiva del FMLN, el y otros combatientes, fueron emboscados por el ejercito e incinerados en Tucumay Camones. Después Marín, asesinado, por la policía-política
Los dueños del comercio del pueblo, sus almacenes de ropa, telas, ferreterías, abarroterías, terratenientes agricultores algodoneros, dueños de rutas de autobuses: Palestinos, árabes, libaneses, italianos, chinos: Los Saca, los Handal, los Esmahan, Abolevan, los Siu, Los Quan , Meardi, Infantozi, Los Lazo, Los Munguía, Abdalá, y los criollos que llegaron a atesorar fortuna terratenientes y negociantes
Los tiempos de elecciones de alcalde, con Farid Handal, Tito Ruiz cuando aquella noche la policía y la guardia, se abrió a culatazos contra los pobladores en la plaza pública y de esa manera arrebataban el triunfo de los partidos opositores al gobierno en turno, mi padre salió corriendo y tuvo que salir huyendo esa noche, para refugiarse en la primera puerta abierta que encontró.
Mi padre enfermero del pueblo de la cooperativa algodonera de Usulután y del Martillo, iba de casa en casa recentando inyectando, curando, asistiendo partos. Cuando solicitaban sus servicios
La tienda de Don Luis del Barrio el Calvario con sus vasitos de leche, paletas, fruta congelada, también la tienda de Don Emilio Menjívar con sus helados de leche y de piña.
Las vendedoras de horchata, a pleno medio día eran familia de las que hacían las enchiladas frente al cine Alameda, que más parecían mujeres afro-antillanas de una piel color chocolate,
Las vendedoras de panes con gallina a la hora de la cena en el parque Alameda y a un costado la iglesia de Santa Catarina y en su otro costado la alcaldía con su reloj que anuncia la hora hasta hoy con el clásico Bin Ben inglés.
El sacerdote de la iglesia El Calvario que mi amigo y compañero de escuela le decía tío pero era su padre y todos lo sabíamos. Era Sarbelio mi amigo
Don Pedro, el pianista de la iglesia, con su voz gregoriana cantando en las misas de las dos iglesias del pueblo y don Arturo el violinista con su clase de música en la escuela Salvador Castillo a la una de la tarde a la hora en aquel calor del trópico y que el sueño nos llegaba de ese sopor y de las cuerdas del violín y el que se dormía lo despertaba con toque en la cabeza con la batuta del violín.
Los sorbetes de don Nicho padre, en aquel carrito de madera, de leche, coco, tamarindo, zapote, piña, que los vendía de calle en calle con su preparado de miel de jarabe roja, que después heredo su hijo Nicho porque su padre falleció.
El alcalde del pueblo Dr. Vital Osegueda, hermano del Kricho
La señora alta, morena, fuerte, que vendía de casa en casa atol de piña sabrosísimo, la mirábamos sudorosa cargando en su cabeza aquella olla enorme caliente a las dos de la tarde de toda su vida, después se quedaría ciega por el efecto de esa olla hirviente que cargo por todos sus días. – así me lo contaron-
Y la figura del flaco Emilio- Bejuquilla con su melena desafiante, subiendo por la calle del Hotel España y en cada bolsa veinte carrujos mágicos, para la mara, cuando en esa época no era delito la palabra “Mara”. “Mara” éramos todos los jóvenes
Chepe Villareal (Chepe Comida) diseñador de carrozas paganas y religiosas –Me contaron- que perdió la memoria un día antes de viajar a México, le golpearon para robarle de esa paliza quedo desmemoriado – esto lo supe cuando estuve de regreso en el país-
Ángel Hueso (Changue) mi compañero de escuela que se fue a la guerrilla con mis demás compañeros: Borromeo Sandoval, Salvador Ramírez, German Benítez, Axel Orellana, Jesús Osegueda, Chito Silis, muerto en combate en un bombardeo en las montañas de Jucuarán.
Los conocíamos por Flasch Man (Manuel) no se sabe si está vivo combatiente de la guerrilla cuentan que en los años de la guerra: un reten militar detuvo el autobús donde viajaba y antes de que lo apresaran se suicido en su asiento.
El niño con el que jugaba de pequeño hijo de don Manuel Sayas, fue encontrado muerto ya adolescente en las afueras del pueblo, fue hallado violado y estrangulado, nunca se supo de su asesino, lo dejaron en el lugar conocido como: La pila seca.
El sacristán del pueblo el Sr. Cosme, que guardaba los secretos de los a costones que se daban las señoras beatas y viudas y ricachonas y cachondas con los curas españoles-agustinos, encabezados por el sacerdote Carmelo y sus secuaces de esta orden católica. Dueños del colegio San Agustín, de cache de esos tiempos.
El Hotel España y bar España su dueña Lidia Courtade donde se preparaba un pollo encebolladlo riquísimo y Martita la encargada del bar. En su esquina sitio de reunión de todos nosotros y de aquellos de más edad, así como: Roberto González, Luis Zelaya, Manuel Gavidia, Milton Peña, Pedro Celaya, Muñinga, Meme Quiroz, El chino Yanez, Douglas Jarquín, Oscar Jarquín,
Omar López, Nelson Hueso (el finado) descanse en paz. Chavita (otro finado que descanse en paz)
El primer lupanar que visite el de la Paca ( Urraca ) a la orilla del pueblo, del que mi padre mantenía el control sanitario como enfermero de cabecera por las que salían enfermas de sífilis. El otro lupanar el de la Mejoral, que era habitado por trabajadoras del sexo quienes regentaban habitaciones lúgubres de aquel viejo mesón situado camino al rastro del pueblo – que irónico camino a un matadero-
Aquellos conocidos mas por su mote que por su verdadero nombre: Grapete, Tintan, Fosforito, El Tripas, Carne Seca, Buchaca,, Los Parras, Chepe Peiba, Los piojos, Los Gualaches, Las Calandrias, Las yoyo, Chepe Comida, Los Curiles, El Piloto, Moromo, El Mosco, Culue Palo, Chumpafrita, El Chato Guerner, El pollo y el Pollito.
Las carretas repletas de sacos de algodón que eran conducidas por los campesinos, invadían el pueblo formando caravanas en las calles del pueblo, que eran tiradas por bueyes, cuando era la bonanza de la producción de algodón en el país
Los conocidos mas por su mote que por su nombre El Tiburón a quien le comprábamos mota y hoy saber donde estará, el Chato Werner que también nos vendía y fuimos compañeros en el grupo Scout en la adolescencia el buena onda,- cuentan- que murió aquí en Los Angeles CA hace dos años , iba de regreso a El Salvador conduciendo con su esposa Margot, le vio morir y falleció en un hospital de esta misma ciudad –me conto Jaime Monjaras-
El Pollo Quiroz, mi amigo quien falleció electrocutado saliendo del bañarse metió no sé porque su mano debajo del refrigerador y ahí lo encontraron
– cuentan las malas lenguas-
Milo Moreno mi primo hermano de los Viking’s que murió hace un par de años, lo encontraron por la mañana en las calles del pueblo muerto de un infarto, así me conto Rosi su hermana aun con lagrimas en su mirada.
Y el otro Pollito Cocal, porque vivía en la Colonia el Cocal, que lo asesinaron aquí en Los Ángeles CA, quienes mal lo querían, lo asesinaron aquí en Los Ángeles CA con una cuchillada certera – descanse en paz mi amigo.
Los conocidos más por su mote que por su nombre pero no se olvidan sus rostros: Tintán, manejando el autobús de Los Vikings, Fosforito o Keko el mecánico, Buchaca ( Ricardo), quien murió a quí en Los Ángeles de puro tomar, Chepe Peiba, La niña Maigo.
Llega a mi memoria William con quien jugábamos de niño y llegaba a la casa, me contaron que lo saco de su hogar uno de los escuadrones de la muerte para asesinarlo, lo habían confundido con su hermano El Chato y Belén asesinada a plena luz del día por las calles del mercado, también por un escuadrón de la muerte, cuando esperaba el autobús. Drácula que se hizo escuadronero, asi cuentan.
Les decían los Caracoles, una familia de zapateros y lustradores de zapatos que vivían trabajando en el parque, El Caracol padre, ciego y su compañera de vida otra cieguita, los veías ir y venir con una niña recién nacida
Camilo el músico, ciego también que se ganaba la vida con su guitarra y armónica, después lo vi en las calles de San Salvador en tiempos de la guerra
Pilar Lagos, asesinado por otro escuadrón de la muerte a las doce del día en un restaurante de la capital mientras almorzaba, Chusito Bran, militante del partido comunista, amigo de mi padre, asesinado por la noche en su casa, por otro escuadrón de la muerte, Quincho Trejo, maestro asesinado una tarde en la puerta de su casa por otro escuadrón .
El puesto del Parque Alameda de lustradores y reparadores de zapatos su Líder era polio, a quien de chico le dio polio y usaba unos zapatos ortopédicos que él se las había ingeniado en confeccionarlos y le permitían caminar, ahí también estaban los Caramelos.
Mario Cachucha, mi amigo, quien falleciera joven de tanta copa y algo más que no soporto de la vida vida, El Pingo excelente futbolista también falleció de lo mismo, Chombito que la libro y pertenecía a este trío, el otro lupanar el de La Lita a quien asesinaron antes de la guerra a balazos un novio celoso
El Chicochato, a quien le veíamos a caballo y cinturón con pistola en la cintura, cuentan que se agarro a balazos con la Guardia Nacional , a quien le veíamos a caballo y cinturón con pistola en la cintura, cuentan que se agarro a balazos con la Guardia Nacional, pues le quisieron quitar su revólver y pensó: mujer, caballo y revolver no se dan y ahí quedo acribillado en esas calles, por la estación del tren, frente al prostíbulo de la Hurraca. Y caballo y hombre murió. Esto paso a principios de la guerra. Me contó Gerber Baires
Los conocidos más por su mote que por su nombre: Panteón, La Chacalinas, la madre de ellas que por su pobreza explotaba a sus hijas , Y por ahí andaba La tres platos le decían ya sabrán por qué.
El Penjamo cantina y otro sitio de concupiscencia del pueblo lo atendía Reynaldo casi con una rosa entre la oreja, hombre mayor, para nosotros en esa época –cuentan que un salvaje, en no se sabe porque discusión- lo partió de un solo machetazo en tiempos de la guerra. Y ahí estaba Ethelvina, que en varias ocasiones me hizo sentir, que había un cielo en la tierra entre sus piernas y yo todo feliz y aún sin cedula de identidad.