La izquierda que tenemos y la que necesitamos

LA IZQUIERDA QUE TENEMOS Y LA QUE NECESITAMOS
por REVISTA MEMORIA

Pensando en la izquierda como un movimiento real ¿cuáles son las fuerzas, las posturas y las acciones concretas sobre las cuales debería sostenerse-construirse-reconstruirse una fuerza política a la altura de la coyuntura-crisis histórica que vivimos? En medio las dificultades del presente ¿qué elementos fecundos prefiguran, pueden servir de plataforma, de puntos de partidas para ir construyendo una izquierda a la altura de los desafíos de la época que estamos viviendo?

Con base en estas preguntas, Memoria entrevistó a destacados intelectuales y militantes de las izquierdas mexicanas.
ENRIQUE SEMO

Pensar en la izquierda que deseamos y necesitamos es incorrecto, hay que pensar en la izquierda que podemos construir y cómo construirla, no hay que pensar en lo que deseamos, pues eso sería la revolución socialista y esa posibilidad no existe por ahora. Conviene decir que ya no podemos hablar en México de una sola izquierda, porque ese nombre ha sido mancillado tantas veces que ha perdido sentido, es necesario hablar de izquierdas y darle a cada izquierda el contenido concreto: la izquierda electoral, la izquierda movimientista, la izquierda comunista, la izquierda populista, etc.

En 1988-1989 surgió una nueva izquierda completamente diferente a la que hubo entre los años de 1958 y 1988, un resultado de la unión de dos tipos distintos de izquierdas. Hablamos de nueva izquierda, así sucedió en todo el mundo, las viejas formas de la izquierda son reemplazadas porque la realidad cambia. Lo anterior coincide con el momento en que el socialismo realmente existente se vino abajo, la URSS en 1992, pero ya había comenzado en Polonia, Checoslovaquia, en la Alemania democrática, se juntaron ambas cosas y se creó la izquierda que hemos tenido en los últimos 25 años.

flores 24En 1988-1989 con la división del PRI, a raíz de la ambición de Cuauhtémoc Cárdenas por ser candidato a la presidencia y su sucesivo fracaso, hubo una salida de mucha gente de ese partido y el lanzamiento de una candidatura independiente, surgió así una izquierda muy moderada. Pero cuando se logra dividir algo muy grande siempre se lleva algo significativo como fue en ese caso. La otra izquierda que existía era una izquierda siempre derrotada, a pesar de ser bastante sólida, en ese momento venía luchando en el contexto de crisis económicas y devaluaciones que habían tenido lugar en los años 80. Esa izquierda vio en la candidatura de Cárdenas, que tuvo inmediatamente un gran efecto en buena parte por su nombre, una oportunidad de salir de la derrota y por lo tanto se sumaron. De ese proceso surgió esa nueva izquierda que mencionamos.

La izquierda ya había ganado en aquel periodo (88-89) la legalidad desde el punto de vista electoral. Fue un enorme logro, porque durante muchos años la izquierda tuvo que conformarse con candidatos no registrados o no participar en los procesos electorales. Y después de ganar la legalidad en 1979, la izquierda había ascendido poco a poco y juntaba alrededor de entre 10% y 12% de votos, sin dejar de ser una fuerza limitada.

La entrada de Cárdenas y la unificación, así como el surgimiento del PRD trastocó muy profundamente el plan que tenía el PRI, que estaba trabajando por crear un sistema electoral más o menos creíble, hacer un sistema de dos partidos: uno de centro izquierda que sería el PRI y uno de centro derecha que sería el PAN. Sin embargo llega 1988 y aparece un tercero en discordia afirmándose como una fuerza electoral importante. El sistema se trasforma en un sistema tripartito, cuestión que no estaba en el plan antes mencionado.

Ese partido electoral fue hecho con la esperanza de que fuera un partido diferente, no como los dos existentes, algo más apropiado para la izquierda en este país. Pero salió un partido igual que los otros. Decir que el PRD es peor que el PRI en la forma de partido, o peor que el PAN es mentira, es igual a ellos pero a la gente de izquierda eso no le sirve, hubieran necesitado un partido electoral, sí, pero diferente, adaptado a las condiciones de México.

Entonces es una victoria-derrota, dialéctica como siempre. Victoria en que ocupamos un lugar en el mundo electoral, derrota porque el partido resultó igual que los otros.

Por otro lado, en 1994 llega para la izquierda movimientista mexicana el EZLN, un momento tan importante que puede ser equiparado a lo que fue la candidatura de Cárdenas en la izquierda partidista y la izquierda electoral. Surge en una forma magnífica un movimiento social en un centro de movimientos sociales: Chiapas, los mayas, los mismos de la guerra civil de Guatemala, los mismos rebeldes de 1712, toda la tradición rebelde maya. Se transforma al mismo tiempo en una fuerza mediática y en una fuerza social, limitada en número pero muy importante porque renovaron el pensamiento radical, renovaron el discurso, la forma de presentarse no era el antiguo marxismo-leninismo, y en ese sentido le debemos al movimiento neozapatista una renovación del pensamiento radical, radical-romántico, que siempre ha existido como corriente dentro del marxismo. Entonces, para los noventa tenemos otra situación: un partido electoral de izquierda y un movimiento con un nuevo discurso, más fresco, renovado y extremista. Sería cuestión de analizar qué nos han dejado y dónde estamos.

Actualmente, y después de 30 años de reformas neoliberales, nos encontramos con que muchos de los logros de las masas son escamoteados en bien del reino del mercado y de la entrada ilimitada de capital extranjero con su tecnología. Ante eso, en muchos países de América Latina la izquierda, una centro izquierda, logra aprovechar la reforma democrática que Estados Unidos ha impulsado para llegar al poder; y una vez que llega al poder, con una política independientemente de los estilos y las diferencias, tiene dos grandes denominadores comunes: es redistributiva y de participación popular, de solución de algunos de los problemas en los países donde el elemento indígena es todavía muy fuerte, es decir, de una democracia de respeto a las diferencias. Con esas dos cosas, sin grandes cambios, es una izquierda que se elige y reelige, que demuestra que los órganos de la democracia los puede usar totalmente en su beneficio, nosotros vemos en Uruguay, en Bolivia, victorias fáciles de la izquierda, en Brasil y en Argentina un poco más angustiosas pero victoria al fin y al cabo.

Mientras tanto nuestra izquierda es incapaz de lograr eso, primero porque el sistema mexicano no renuncia al fraude político, al fraude electoral, cuestión que en los otros países ha sido limitado si se quiere. Aquí se ha vulnerado tres veces el proceso electoral: 1988, 2006 y 2012. En 88 posiblemente no ganó Cárdenas, pero sacó mucho más de lo que se le aceptó y la situación debía haber sido una fuerza del Frente muy superior al PAN en las cámaras; en 2006 se pierde por un mínimo porcentaje en unas elecciones verdaderamente más que turbias; y en 2012 hay una compra gigantesca del voto que seguramente costó una verdadera fortuna. Pero no se puede echar la culpa a la derecha de que no deje ganar, este tipo de pensamiento no es un pensamiento creativo para la izquierda, debemos preguntarnos por qué no podemos romper eso, debimos haber contado con que va a haber trampas y tomar medidas.

La izquierda no fue capaz de reaccionar, de prever, porque a lo mejor la condición para ganar aquí era por 10% o 15%, ganar de otra forma o protestar de otra forma. Pero la izquierda que se creó con ese objetivo (electoral), un poco similar a las izquierdas que surgieron en Ecuador, Bolivia, Brasil o Argentina, no pudo ganar. La pregunta es ¿por qué no pudo? Y no quedarnos en “es que no nos dejaron”.

Por otro lado, el nuevo lenguaje en la guerrilla, que rápidamente abandonó el camino armado, tuvo dos o tres limitaciones. Como está basado en comunidades indígenas tiene un lenguaje radical y un planteamiento de problemas que no corresponde al otro México, que es ya dominante: el México urbano, capitalista, financiero. Existen otros muchos “Méxicos”, eso no debe olvidarse. Todos son reales: el de la comunidad chiapaneca y el del dominio del capital financiero, pero el lenguaje de ellos para el otro México no se puede adoptar. Por eso cuando se propusieron crear una organización nacional fue un fracaso, muy sabiamente ellos decidieron ser fieles a su origen. Yo en eso no veo un error, yo veo en eso una situación: “no se podía de otra manera”. Hubo errores, por ejemplo la Otra Campaña, pero en términos generales hicieron lo que se debía hacer.

En los movimientos sociales ha surgido una cantidad de grupos, de corrientes, de fuerzas. Muchas de ellas tipo Normal de Ayotzinapa, que son compañeros políticamente muy conscientes, que tienen formas de lucha muy establecidas, que son propias a la situación de Guerrero. Yo creo que el movimiento social si prende ahora cuenta con una diversidad de grupos que se van a disputar la dirección.

demian 9En cuestión de partidos electorales hay claramente dos corrientes y líneas políticas: los “chuchos”, la de un partido socialdemócrata que si se compara con la socialdemocracia en los 60 no hay punto de continuidad. Los “chuchos” quieren una socialdemocracia con un partido que se limite a lo electoral, que negocie todo dentro del marco del proyecto impuesto. Sin poder salirse de ese marco, jugar un papel a la izquierda del centro, del PRI. Eso ya está definido. El paso de la izquierda semi legal a la izquierda actual fue una crisis que sufrieron todos los partidos comunistas europeos, pero no tuvo los efectos corrosivos y destructivos que tuvo en México.

Las “tribus” como grupos de interés, a pesar de todo, son una forma de democracia feudal, pero nadie tiene todo el control. Todos jugando y negociando sus partes de poder y control. El PRD es un partido de izquierda en sus inicios, tiene dos poderes: el gran personaje y la burocracia que se necesita para hacer funcionar un partido electoral. Desarrolló caudillos y una burocracia profesional capacitada. Los “chuchos” construyeron eso, se pusieron a la cabeza de ello. Según Robert Michels, el teórico de los partidos, entre burocracia y caudillo siempre gana la burocracia. Esta línea de una socialdemocracia dedicada a las elecciones y a la vida parlamentaria únicamente, sin participación en los movimientos, buscando siempre acuerdo y sacando “raja” en los acuerdos. Cuando hay “raja” para el pueblo se justifica negociar: “yo te apoyo en esta reforma reaccionaria, tu apóyame en esta reforma popular”. Pero no es así: “tú me das apoyo político dentro de mi partido”, “tú me dejas ganar en tal estado, yo apoyo tu proyecto”: eso ya no es izquierda. Pienso que eso no lleva a gran cosa. En ese sentido existen muchas posibilidades sobre lo que pasará: ¿se consolida como un hermano gemelo más combativo del PRI? o ¿se va a consolidar de alianzas puramente electorales con el otro partido? Pero desde este punto de vista ya está muerto, porque abandona la lucha por ganar el gobierno y hacer lo que hacen las izquierdas latinoamericanas, a nuestra manera y en nuestras posibilidades. Yo creo que el capital financiero no está en contra de una política redistributiva, hasta cierto punto.

Existe otra posibilidad, Morena salió de una rebelión contra esa idea de una socialdemocracia pura y trata de formar una corriente alrededor de una personalidad más acorde con las necesidades de una izquierda moderada en México. O nos aceptan una izquierda capaz de hacer lo mismo que en Brasil o Uruguay o ¿para qué? Yo estoy en Morena, no muy activo debido a mis años, pero muy atento y ayudando en lo que puedo. Existe la oportunidad de crear otro tipo de izquierda más combativa, pero sin salirse de ciertos límites, las fronteras de la izquierda de Ecuador, Uruguay, Argentina, pero a la manera mexicana. Ahí está esa posibilidad.

Durante 30 años lograron tener adormiladas a las multitudes mexicanas, no hubo grandes movimientos de protesta. Pero esto está explotando ahora, tenemos un ascenso fundamental del movimiento social.
ENRIQUE DUSSEL

En México existen dos claras posiciones de izquierda; la izquierda con pretensiones de gobierno, negociadora, que tiene un problema teórico porque entiende el ejercicio de la política solo como negociación y la izquierda que está más en la tradición de estar en contacto con el pueblo y asumir sus intereses para desde ahí proponer un frente o llegar en su momento al ejercicio del poder. Un poder que, sin embargo, es concebido según la tradición de que captado el poder ejecutivo ya puede empezarse a derramar la honestidad, la democracia y una cierta concepción hacia abajo, es decir, no deja de tener una inspiración populista.

Ahora esto llegó a la crisis final que estamos viviendo, el grupo que concibe la política como negociación, negoció todo y sobretodo repartió cargos de gobierno. Lo que pasó en Iguala no fue una excepción, es un ejemplo de lo que es la política de esta fracción, la Nueva Izquierda a la que interesaba llegar al gobierno, no importa cómo y claro, ahora se dan cuenta que el candidato era un hombre articulado a las mafias de la droga o era él mismo mafioso. Lo que pasa es que no tenían ningún órgano que calibrara la honestidad de las personas; pero no solo, lo que sucede es que ya no tenían ningún proyecto, el único proyecto era gobernar en nombre de la izquierda pero la izquierda no tenía ninguna nota particular en su tipo de gobierno. Lo vemos en los delegados del Distrito Federal, yo no veo en qué se distinguen de ningún otro, porque no tienen ningún plan, no saben cómo establecer realmente una justicia a favor de los dominados, de los oprimidos, de los pobres, lo más que se hace a veces es demagógico en lo electoral y de ahí entonces que resulta una corrupción completa.

flores 25Pienso que en 2015 el PRD va a sufrir una crisis completa, sino es que desaparece, porque no tiene experiencia de verdadero contacto con la base mediante una propuesta de izquierda. Sino más bien una propuesta con la base ofreciendo a los líderes cargos que tienen un buen salario y que se ha priisado, es decir, se ha corporativizado. Si yo ocupo el gobierno, tengo un grupo de gente al cual puedo repartir cargos, prebendas, participación hasta económica y eso hace que haya gente que colabora, pero lejos ya de algún ideal de la izquierda del comienzo del siglo y aún de la época del 68 y demás, ya no hay nada de ello. Claro, Morena es una escisión estratégica pues se deslinda de todo eso. López Obrador es más temido por la gente de Nueva Izquierda que por el mismo PRI, porque saben que el electorado que apoyó sus candidatos, ni sabía a quién apoyaba y en realidad era arrastrado por la candidatura de López Obrador.

Creo que es un momento crucial y el 2015 se va a definir. Y entonces va a haber una izquierda que se va a ir con Morena y no creo que quedé mucha gente del PRD, ha usado los últimos votos de los cuales pudo aprovecharse de la candidatura de López Obrador pues ya no la tiene. No veo qué atractivo va a tener aún en el Distrito Federal, va a ser vencido aún en el DF. Se trata de una situación importante pero de redefinición de la izquierda. Hay que presentar un proyecto que realmente articule con los intereses del pueblo, que realmente se pueda transformar en un partido que responda a las exigencias de la gente. Tiene que haber un gran apoyo de la juventud que se oponga al grado de degradación inmoral que ha caído el país, porque hay un problema de falta de ética. Esta articulación de las mafias de la droga con todas las estructuras del Estado significa una corrupción profunda. La honestidad, simple y vulgar, ya no la hay.

Así, el 2015 va a ser un momento muy importante, vamos a ver si sigue funcionando la maquinaria de la mediocracia del partido en el poder, en la línea de La dictadura perfecta, o si la gente empieza a ya no creer más en esa mediocracia y a tomar actitudes más críticas. El único partido que puede recoger ese descontento es Morena, los demás están todos mezclados en el asunto. Y Morena mismo no es para nada un partido a la manera que se pensaba a la izquierda en los inicios del siglo XX. Aquello menos malo, que se ve como más posible y tiene una oportunidad muy fuerte, pero ante una maquinaria estatal muy bien aceitada afectada con un descredito descomunal. Entonces creo que nos aproximamos a momentos muy interesantes para la izquierda. Una izquierda que debe, en primer lugar, presentar gente honesta al nivel de la ética, capaz también de formular a nivel municipal, estatal y nacional un proyecto que pueda atraer a la gente y no le diga simplemente: “es de izquierda”, sino que presente críticas al sistema, comprensibles pero realmente críticos. Y eso hay que ver si puede realizarse.

Debe ser una izquierda justamente que vuelva a los orígenes, una izquierda de una nueva generación. Ojalá que los jóvenes pudieran darse cuenta que es el momento de ellos, de la gente de menos de 40 años que no se ha ensuciado tanto y que pudiera entrar a limpiar la izquierda, a concebir la política como un servicio y no como un servirse de ella, y no usar el corporativismo sino realmente el contacto con la base para incentivar en la gente, en las comunidades barriales y en los pequeños pueblos una participación creciente.

demian 8Una participación de la gente que podemos abrazar, pero una participación constitucional. Hay que empezar a hablar de la necesidad de una nueva Constitución. Esa Constitución debe partir del concejo barrial, antes del municipio y de la delegación o del pueblo pequeño, la aldea, donde la gente se reúne en democracia directa y decide las cosas de abajo para arriba. Hay que darle al pueblo capacidad de participación constitucional, legal. No que nos organicemos para llegar a participar, nosotros tenemos que llegar a legalizar todo eso, hacerlo constitucional. Y de esos concejos barriales y populares hacer la comuna municipal, a su vez, las elecciones las harían todos esos concejos participativos y de ahí sale el presidente municipal, el alcalde, quién sea, elegido por la gente. A ese nivel los partidos casi ni actúan todavía, éstos deben actuar de ahí en adelante, pero también con gran contacto. Es necesario presentar un proyecto que no sea corporativo, que sea democrático, nada que ver con el liberalismo. Pero que sea democrático en el sentido en que se basa en la participación de abajo hacia arriba.

Entonces, la izquierda que debe surgir debe ser de la juventud, y la juventud del partido de la izquierda debería tener un órgano nacional con autonomía dentro del partido, para que los viejos no den consigna a los jóvenes. Entonces debe apoyarse mucho a la irrupción de la juventud en la nueva concepción de la izquierda, proponiendo cosas muy precisas, porque alternativas al capitalismo todavía no tenemos.

En mi libro 16 Tesis de Economía Política, digo que nunca ha habido un proyecto alternativo sino que ese proyecto está en construcción permanente. No reformista sino parcial, pero con principios, y esos principios también hay que enunciarlos, hacer un proyecto concreto, no a largo plazo sino a mediano, que sea atractivo para la participación del pueblo. Pienso que la gran consigna debería ser: la comunidad participa y nosotros nos defendemos. No se necesitan ni la policía o el Estado, ni nadie porque ya todo eso se corrompió, es la comunidad la que debe defenderse, la comunidad la que debe exigir que haya luz, drenaje. Tiene que haber una participación popular en la distribución del presupuesto de la delegación, del municipio, del estado provincial. Como en Venezuela, tenemos que proponer el poder ciudadano, el poder electoral debe ser elegido directamente por el pueblo. A los jueces los tiene que elegir la comunidad y la sociedad civil. Y la Suprema Corte tiene que ser de elección popular, no que pongan ahí diputados y el ejecutivo sus compinches para que los justifiquen. Una propuesta fuerte, democrática atractiva, juvenil, y los viejos hay que jubilarnos. Al PRD hay que decirle que en paz descanse, ya hicieron bastante mal para seguir llamándose de izquierda.

Hay que ir a buscar a Morena los elementos que prefiguran a la izquierda que necesitamos, si algo queda es ahí y si no, ya no hay más. No veo otra, si claro, no es perfecto, como quisiéramos. Está muy corrompida la política, el que entra a la política es para sacar una tajada, no es para decir voy a servir al pueblo. Son muy pocos los honestos y donde están es en Morena, por eso es necesario.
IMANOL ORDORIKA

En primer lugar hay que aclarar que no es posible hablar de una sola izquierda mexicana ya que dentro de ésta se encuentran distintas expresiones políticas y sociales. Aunque han existido momentos en los que las izquierdas han generado grandes procesos de movilización social, como 1968 y en 1988, actualmente es posible afirmar que todas estas expresiones se encuentran en crisis, erosionadas y sin un proyecto político definido.

Tenemos por un lado a las izquierdas electorales, cuyo mayor espacio de confluencia fue el PRD y que surgieron gracias a procesos de unificación de un amplio conjunto de sectores democráticos. Este sector se encuentra fragmentado y completamente deslegitimado frente a la sociedad. Después no se puede dejar de lado al zapatismo, que a partir de su levantamiento en 1994 jugó un papel de articulación similar al que jugó el cardenismo en su momento. Sin embargo, debido a su propia dinámica dejó de funcionar como eje y adquirió una dimensión muy localizada en sus propios territorios. Existen también pequeños grupos con una fuerte militancia de izquierda pero con un discurso sectario y dogmático, como de los años 70, cuya influencia en la población es bastante limitada. El #YoSoy132, que fue una movilización apartidista, tuvo gran relevancia en su momento pero por sus propias características no adquirió un carácter permanente. En distintos puntos del país sigue habiendo una ciudadanía de izquierda que participó en distintos movimientos sociales. Algunas expresiones y desprendimientos de esta ciudadanía de izquierda que se aglutinó en movimientos electorales pudo votar por alguna de las opciones que aparecieron como expresiones de izquierda o centro-izquierda, a pesar de que en el actual Gobierno de la Ciudad de México esto se ha desdibujado por completo, aunque ya venía diluyéndose desde tiempo atrás.

flores 18Creo que hay amplios contingentes de individuos que estamos dispersos, sin un referente político claro, sin una vida orgánica, sistemática, sin una discusión permanente de los problemas del país y por lo tanto sin capacidad de presentarle a la ciudadanía, al pueblo, a los trabajadores, a los sectores marginales y al conjunto de la sociedad, una propuesta creíble y sentida que sea capaz de articular y de expandir la acción política. Esto no quiere decir que en algunos momentos, como en la situación de los crímenes cometidos contra los estudiantes de Ayotzinapa, toda esa enorme franja de las izquierdas mexicanas no se exprese con contundencia y de manera más o menos coordinada exigiendo la presentación con vida de los estudiantes desaparecidos y castigo a los responsables de los crímenes. El movimiento está poniendo en juicio a las autoridades responsables, a los partidos que están detrás de ellas, al Gobierno Federal, a los otros partidos que se desentienden de la situación. Estamos ahí pero desarticulados, desorganizados, sin proyecto y sin representar una alternativa o varias para agrupar y entregar a los mexicanos una o varias opciones de izquierda bien definidas.

Hay que enfatizar que existen diversos polos de izquierda. Unos han sido los distintos polos de la izquierda político-electoral, otro claramente fue el zapatismo, otro fue el 132, como un movimiento social y otros son un conjunto de grupos políticos sin capacidad de movilización masiva. Tenemos que ser capaces de distinguir entre un movimiento de masas, como el que se ha expresado alrededor de los crímenes contra los estudiantes de Ayotzinapa, y las 40 siglas de diferentes grupos políticos cuya militancia puede ser muy respetable, pero que no constituyen movimientos como tales y que no necesariamente están todos en la misma línea. Los hay más o menos radicalizados, aunque todos tienen muy poca incidencia en la población. Algunos de estos grupos se han centrado en la disputa por el Auditorio Che Guevara, que ha pasado de ser un espacio del conjunto de los estudiantes universitarios a una especie de botín particular en disputa entre dos o tres grupos que son difíciles de distinguir entre sí. Por supuesto, faltaría hablar de otro polo de las izquierdas que son los proyectos de organizaciones armadas que subsisten en distintos puntos del país y que reivindican un proyecto de acción de tipo militar aunque su incidencia política es muy limitada.

Desde el 132 hasta lo de Ayotzinapa no había surgido ningún gran movimiento de izquierda. Afortunadamente, el movimiento por la presentación de los estudiantes de Ayotzinapa es muy amplio, agrupa a sectores muy vastos de la sociedad y está, de alguna manera, encabezado por distintas izquierdas: los propios estudiantes de Ayotzinapa, los estudiantes de la FECSM, y los estudiantes que se mueven en las asambleas de las diferentes escuelas de la UNAM, que pertenecen a diversos grupos, han logrado de alguna manera una expresión de masas en donde mucha de la gente que está participando tiene una orientación de izquierda pero no una militancia. Yo creo que ahí es donde está un enorme potencial, en los estudiantes movilizados por su frescura, por su creatividad, por su capacidad de centrar los temas fundamentales del debate. Aunque por el momento se observan limitaciones en el sentido de que no está claro que puedan trascender al momento y a la situación propia de Ayotzinapa y plantear un agrupamiento de carácter nacional más amplio. Porque ni la Asamblea Nacional Popular que se está convocando en Ayotzinapa, ni la Asamblea Interuniversitaria han logrado hacer un planteamiento con contenido programático que trascienda la demanda fundamental que es “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Alrededor de eso se pueden plantear otras: la defensa de las normales rurales, la necesidad de apoyarlas y de conseguir mejores condiciones para los estudiantes de estas instituciones educativas, el cuestionamiento a la defensa de los derechos humanos, tema al que la gente es sensible pero que no termina de consolidarse. Porque lo de Ayotzinapa es terrible, pero lo del país también. Al lado de los 43 desaparecidos se han destapado una enorme cantidad de fosas clandestinas con cadáveres que afortunadamente no son los estudiantes desaparecidos pero que son de otros mexicanos asesinados y desaparecidos, familiares de otras personas y que no podemos perder de vista, ya que esto se suma a todas las víctimas de la guerra contra el narco que comenzó durante el gobierno de Felipe Calderón y continúa en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

flores 21Nos encontramos en una situación sumamente paradójica, ya que en un momento de profunda crisis del Estado mexicano, la crisis alcanza totalmente a la izquierda que tiene que reconstruirse a partir de su propia experiencia y a partir de la movilización de masas que se va desarrollando en cada momento. Yo creo que esa es la izquierda mexicana a la que tenemos que apuntar: con capacidad de movilización de masas, que pueda plantearse distintas formas de lucha política, que no cancele de antemano la posibilidad de participar en un proceso electoral pero que tampoco se reduzca ni se oriente fundamentalmente hacia ella, que sea una izquierda capaz de analizar en cada momento todos los espacios de lucha que pueden permitir el avance de un proyecto que tampoco tenemos. Y ahí es donde creo que radica una de las carencias fundamentales: ¿Cómo pensar este país y plantear su reorganización desde la izquierda? ¿Cuál es el proyecto que nosotros tendríamos que diseñar, construir, debatir y en dónde lo podemos hacer? Son preguntas de las que lamentablemente aún no tenemos la respuesta.

Creo que se cerró un ciclo de las izquierdas mexicanas. Con la descomposición absoluta del PRD por un lado, la retracción del EZLN y con el fin del movimiento 132 se termina un ciclo y quedamos en una condición paradójica. El #YoSoy132 abrió una perspectiva al demostrar, en un momento de crisis, que era posible movilizarse y transformar hechos de la condición del país, pero era muy difícil que ese movimiento pudiera ir más allá. No es que el movimiento haya fallado sino que tenía las condiciones y límites de su propia existencia. El tema de hoy es cómo, desde las diferentes posturas de izquierda que hay en México, sería posible agrupar en uno o varios puntos algunas ideas de lo que se tiene que hacer en México actualmente. Creo que esa es una de las tareas fundamentales: la tarea de construcción programática, de reflexión. Hay que luchar, hay que estar en las calles, hay que organizarse, hay que avanzar y para todo esto es fundamental desarrollar el proyecto y los ejes de lucha para trascender la inmediatez y poder avanzar realmente en trasformaciones sustantivas para nuestro país. Esto no es nada nuevo, lo han planteado revolucionarios de todos los países en diferentes épocas.

Me preguntan qué pienso de Morena. En mi opinión, Morena simboliza más o menos lo mismo que el PRD, solo que en lugar de tener a “Los Chuchos” como caciques tiene a Andrés Manuel, que no difiere demasiado en las posturas ni en los estilos políticos, aunque él intenta mostrarlos como dinámicas completamente diferentes. Sin embargo, para algunos sectores de la población representa una opción que se tendrá que discutir en el momento de las elecciones, ese es un análisis que se tiene que hacer siempre ante toda coyuntura. Aun siendo así, no creo que Morena esté generando ideas, proyectos, ni mucho menos una formulación político-programática para el país ya que no ha trascendido el esquema puramente organizativo de su propio partido. Lo que tienen son ideas sueltas que se supone que las encarna un personaje político, López Obrador, que supuestamente es en sí mismo un programa. Pero no hay un programa claro y por esa razón se mueven con un enorme pragmatismo para no tener que definirse ante los temas más fundamentales, exceptuando el de la reforma energética en el que han sido bastante claros, aunque muy ineficientes y poco hábiles a la hora de la conducción política del proceso, con una posición relativamente clara y firme, pero que no va más allá. Evaden los temas, tardaron un mes en tratar el tema de Ayotzinapa, evadieron el tema del Politécnico, en su momento López Obrador evadió el tema de Atenco, el del aborto, en fin, hacen siempre un cálculo de costo-beneficio electoral sobre cualquier tema y así no se puede construir un programa político de la izquierda.
ALEJANDRO ÁLVAREZ

En realidad lo que están proponiendo no es una pregunta, sino varias preguntas sobre la izquierda que existe actualmente, la que sería necesaria y la que sería deseable. Pienso que un asunto que podríamos reconocer ahora es que se vive una situación de crisis de la izquierda, especialmente en el caso de México; esa crisis abarca dos dimensiones, a la izquierda que llamaría social porque ha estado ligada a la presencia en sindicatos, centros de educación superior, organizaciones populares, comunidades indígenas etc. Esa izquierda social con el asunto del empuje de las reformas neoliberales ha sufrido derrotas muy importantes, esto plantea que es una izquierda que está recuperándose de las heridas; la parte de la izquierda que podríamos llamar partidista se encuentra en crisis pero por otras razones, en realidad existe un problema, las reformas neoliberales arrastraron a ese sector de la izquierda que se quiere autodefinir como moderna, porque está dispuesta a pactar con el régimen cualquier tipo de arreglo con tal de empujar las reformas que interesan al gran capital, esa izquierda partidista ha dejado en crisis no solo a los partidos políticos sino al sistema político en su conjunto porque el sistema está cada vez más alejado de los intereses de la población. La otra dimensión de la crisis de la izquierda partidista es de tipo moral, pues en la medida en que se observa una penetración creciente de los intereses del crimen organizado muchas de las fuerzas políticas y de los partidos han caído en la tentación de hacerle el juego a los narcos y esto se ha traducido en una pérdida de capacidad política, de autoridad moral, porque en realidad han transformado las sedes estatales y regionales de los partidos en franquicias políticas que se venden al mejor postor y esto ha generado una verdadera debacle.

Entonces, estamos en una situación muy complicada pues necesitamos a la izquierda política, porque necesitamos la acción en el terreno electoral; el neoliberalismo está haciendo todo lo posible por borrar a la izquierda de los espacios institucionales, llámense elecciones, sindicatos, comunidades indígenas, escuelas, actividades culturales. Hay una disputa por la hegemonía y tienen claridad en buscar acabar con la izquierda en todas sus expresiones o transformar a la izquierda en un ser que no se reconozca ni a sí mismo y que juegue el papel de oposición domesticada, que en el caso mexicano tiene una larguísima historia esa experiencia; esta es la izquierda que tenemos. ¿Cuál izquierda necesitamos?, necesitamos una izquierda que tenga, en primer lugar, capacidad de fundirse en las acciones de masas, movilizando a las masas, porque la resistencia frente a los problemas de la política neoliberal ha entrado a una de enorme complejidad, pues para frenar la acción de masas en contra de las reformas neoliberales se ha montado una guerra contra el pueblo disfrazada de una lucha contra el narco y el gobierno federal está golpeando a las organizaciones de izquierda y a los dirigentes de izquierda en todo el país. Podemos documentar asesinatos de dirigentes políticos partidistas, líderes comunitarios, sindicales y ambientalistas en todo el territorio nacional en un marco de oscuridad en donde siempre se quiere dejar un espacio para asociar los problemas a una posible pertenencia o compromiso con el narco, necesitamos una izquierda que pueda caminar con las masas en la resistencia al neoliberalismo y para eso debe tener claro el proyecto neoliberal y un proyecto alternativo hacia dónde debe caminar. ¿Qué sería lo deseable?, lo deseable es que abandonáramos esa división absurda entre lo electoral y lo social, entre lo reivindicativo y lo político para que entráramos en una comprensión cabal de que todo absolutamente está en juego hoy. Necesitamos gente que entienda la problemática económica, tome una posición política, sepa pelear en la lucha reivindicativa, asumiendo los límites y los riesgos pero siendo consecuentes en cada una de las luchas y también tener claridad ideológica, no sirve de nada ese sector de izquierda que está más neoliberal que los neoliberales porque en realidad eso lo que está haciendo es generar una aversión a la actividad política, se generaliza el sentido de que todos los políticos son iguales, toda la política es una porquería y entonces necesitamos una cosa distinta, diferente. Reitero, no podemos oponer artificialmente el que si alguien quiere estar en la actividad política partidista entonces se olvide de la lucha reivindicativa o al revés, y necesitamos que la gente entienda que estamos en escenarios tan complejos que vamos a necesitar que la gente se mueva con soltura entre una estrategia y otra.

Ahora, qué elementos fecundos nos pueden servir de punto de partida para ir construyendo una izquierda a la altura de los nuevos desafíos, lo que se puede decir es que la movilización de masas en los últimos meses, en particular en relación al asunto de las atrocidades contra los normalistas de Guerrero, nos indica que hay un potencial en la ciudadanía, un depósito de energía, compromiso y de intentos de caminar a un México diferente como lo pueden probar las movilizaciones de masas en donde la izquierda, sin necesidad de ponerse de acuerdo entre ella, ha tenido que caminar, no le ha quedado más remedio que caminar con estas expresiones de indignación ciudadana, que por cierto es la segunda vez que ocurre, al final del régimen de Calderón a propósito de los incidentes de Cuernavaca en donde asesinaron al hijo de Javier Sicilia, tuvimos una irrupción de esta indignación frente a la violencia, incluso frente a la criminalización de los jóvenes, porque estábamos viviendo un clima de terror contra los jóvenes por el hecho de ser jóvenes.

En el régimen de Peña Nieto se sigue la misma línea que Calderón y lo que estamos enfrentando es este intento de corromper y degradar la acción social asociándola a los vínculos con el narcotráfico, cuando en realidad lo que estamos viendo es la crisis del Estado mexicano por los pactos múltiples de impunidad que hay entre políticos y narcos, entre empresarios y narcos que están creando este clima repugnante que se ha reconocido como pacto de impunidad. En donde están queriendo bloquear la acción ciudadana, bloquear la resistencia a las reformas neoliberales con la idea de que se puede mediante el terror someter a la población.

Necesitamos una izquierda que retome los intereses, las preocupaciones y los proyectos vitales de la población y que camine con ellos. Hoy en las reformas neoliberales está implicado este asunto de la acumulación por la desposesión en una escala masiva, están afectando comunidades indígenas, terrenos ejidales, comunidades agrícolas, pueblos, escuelas y proyectos educativos. Están apostando contra todo, y entonces hay que organizar la resistencia, definir los puntos de avance y no tener miedo a que esto se vea como una reacción atrasada, primitiva. Reflejo de una izquierda que no entiende de arreglos y de componendas porque la otra parte, esa izquierda que ha estado pactando, va en un proceso de descomposición tan grande que pronto veremos grandes cambios también en el escenario político nacional.

En el caso de Morena no solamente es la carga que podría derivarse del PRD, yo pienso que Morena lleva su propia carga, en el sentido de que es una fuerza con una dirección muy caudillesca, poco colectiva, en donde las prioridades están fijadas de manera un poco artificiosa, separando las demandas, como si algunas fueran de su exclusiva preocupación o peor aún, como si fueran las fuerzas únicas que pudieran llevar a una victoria en un campo; pongo como ejemplo el asunto del petróleo que es un problema que compete a todo los mexicanos y en el que existe, hasta donde yo he podido observar, una actitud sectaria por parte de Morena.

En el caso del EZLN no se ha recuperado de los excesos de convertir a la lucha electoral en el problema fundamental o como una falsa salida, cuando en realidad en toda América Latina las masas están buscando y explorando un cambio a través de las elecciones. Digamos que para gente que ya tomó las armas y que ya se decidió a actuar, las elecciones son un divertimento, una falsa salida; pero para la gente que está comenzando a participar las elecciones son una oportunidad de dar un giro y cambiar las cosas y la correlación de fuerzas. Están los casos de Venezuela, Brasil, Ecuador y de Bolivia, en donde lo que observamos es la búsqueda de regímenes postneoliberales con una situación atenuada de neoliberalismo que da un respiro a las masas, ya que hemos vivido un verdadero asalto a las condiciones de vida y de trabajo de la población en el país y el continente. Esa desesperación de creer que la lucha electoral se la puede uno saltar costó un retroceso estratégico para los zapatistas que ya habían logrado impactar en la opinión pública nacional y mundial, por supuesto hay un proceso de continuidad. Es una fuerza que ahí está, que está haciendo su trabajo hormiga, de convocatoria con las comunidades indígenas de otros lugares del país que es muy importante, tal y como lo hemos visto al estar presente en las movilizaciones políticas de los últimos acontecimientos. Creo que no han ajustado cuentas con el problema central de tener una definición mucho más clara de lo que significan los procesos electorales, para un México que es esencialmente urbano, esencialmente dominado por las relaciones capitalistas modernas, en donde los medios de comunicación juegan un papel muy grande y la organización de la sociedad es incipiente, no por falta de inspiración, sino por el peso de una estructura corporativa que es terrible en prácticamente todas las instancias a nivel nacional.

Pienso que los dos proyectos son importantes y que juegan un papel, que tienen significación pero tienen al mismo tiempo sus propios límites fijados por su estrategia, por su estructura o por su forma de conducción.

Dejaría hasta aquí el planteamiento con la idea de que ustedes están trabajando opiniones breves de problemas muy complicados, pero esto se puede retomar con más tiempo.
MARCELA LAGARDE

En los 12 años del PAN al frente del gobierno existió una política que luego se convirtió en una política de Estado enormemente violenta. Con el slogan del enfrentamiento al crimen organizado y a los narcos, el presidente Calderón que algún día será juzgado como debe ser ante un tribunal utilizó al Ejército y a la Marina para un asunto interno. Esto se hizo sin solicitar al Congreso el permiso para hacerlo. No fue votado por ningún órgano. Fue una política del Presidente que se lanzó al combate. No era un recurso lingüístico. Realmente estaba en combate, y lo demostró. Hay cifras oficiales que hablan de más de 100 mil muertos y 30 mil desaparecidos. Entonces, lo de Ayotzinapa no es algo raro o extraño. No es un fenómeno exótico. Es parte de una política de Estado que en algunos lugares del país se mantuvo. En el caso de Guerrero tenía antecedentes propios con la represión y la guerra sucia. Y que nosotros, la izquierda, denunciamos.

demian 7En ese cuadro no me limito a Ayotzinapa, sino me voy 12 años más atrás. ¿Cuál sería el conjunto de fuerzas que nos permitiría darle vuelta a la hoja y cambiar este régimen? Me parece que tendría que ser un espectro amplio y democrático. El eje debe ser la perspectiva democrática y de izquierda. No una izquierda “contra” sino a “favor”. Así me defino hace mucho tiempo: una izquierda a favor de alternativas concretas, que hemos ido creando y en algunos casos logrando parcialmente. Nos falta la articulación de estas fuerzas: partidos políticos que tengan un perfil de izquierda definida no que haya que interpretarla y que se plantee la unidad de la izquierda. Proceso que no sucede porque hay partidos que surgen dividiendo a la izquierda constituida partidistamente. Ahí tenemos que hacer un esfuerzo de diálogo de una agenda de puntos mínimos, sobre los cuales construir una alternativa electoralmente viable. Tendríamos que articular en este frente partidista también a organizaciones civiles que en México se han fortalecido en los últimos tiempos y que abarcan un espectro importante de organizaciones civiles defensoras de los derechos humanos, que son básicas y muchas otras que articulan movimientos específicos: indígenas, de mujeres y feministas, que son tan importantes para una visión democrática, los movimientos por la diversidad, los juveniles, los movimientos culturales por ampliar el sustrato y el soporte a una renovación de la cultura en México. Tendríamos que articular todo eso con una propuesta de mínimos para plantear la democracia desde la izquierda.

La izquierda que deseamos es aquella que recoja los aportes tan importantes que hemos hecho las izquierdas a este país en los últimos cuarenta años. Capaz de recoger ese legado histórico. Lo que tenemos actualmente es una izquierda fragmentada, debilitada, polarizada, enormemente ligada a liderazgos personales que no comparto. La hemos denominado izquierda populista. Que está en contra y que tiene como contrario a la otra izquierda. No puedo considerar que están haciendo un aporte al atacar constantemente a las izquierdas diversas. López Obrador con su organización surgió del PRD, aunque ya tenía su otro partido. Desgajó al PRD, esos me parecen ejercicios inaceptables en la izquierda a estas alturas. En un país con tanta violencia y tan frágil en su articulación democrática. Pienso que tendríamos que hacer un enorme esfuerzo para convocar y articularnos. Puede ser regionalmente o por grandes temas y problemas que podamos ver desde una óptica teórica o política.

Es necesario consolidar un gran esfuerzo para hacer algo de emergencia para apaciguar cualquier intentona autoritaria en este gravísimo problema que estamos viviendo. El gobierno nos está dando una serie de mensajes graves y no soluciones. Estamos alertas pero no tenemos voces que nos articulen, partidos que estén asumiendo en este momento de crisis una respuesta importante. El PRD, que era el partido de la izquierda más grande, está implicado y parece que ha quedado paralizado con el apoyo al gobierno y al municipio en Guerrero. Hay una respuesta “ultra”, donde sacan a golpes a dirigentes del PRD, a los que la prensa también lincha. Por ejemplo, el periódico La Jornada ya los tiene linchados de antemano. Pero ahora que dan la cara los maltratan. Como a Encinas, que es un compañero al que respeto mucho. Sin duda, estamos huérfanos, padecemos una orfandad política.

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