“Reseña de Jaime Osorio, Estado, Biopoder y exclusión”: Jaime Ortega Reyna
10/04/2013 Deja un comentario Go to comments
El texto que Jaime Osorio ha elaborado con el nombre Estado, biopoder y exclusión contiene una serie de ensayos que el autor, sociólogo chileno radicado hace ya varios años en México, ha venido desarrollando en los últimos tiempos. Osorio es conocido por su desarrollo de temas y propuestas conceptuales legadas por lo que en algún momento de la historia de la teoría social latinoamericano fue conocida popularmente como la “teoría de la dependencia”. Osorio ha defendido en numerosos ensayos y libros el carácter actual, en tanto que crítico del orden social vigente y de la epistemología que regula dicho orden, de tal teoría. En tiempos más recientes desarrolló el concepto de super explotación del trabajo elaborado por Marini bajo el nombre de “explotación redoblada”, como el mecanismo prevalenciente en las sociedades de tipo dependiente (o en otra jerga, periféricas) para la extracción de plus-valor, o sea, de trabajo no pagado. Así mismo, desafiando gran parte del “mainstreim” que versa sobre la teoría política, ha reivindicado el lugar central de Lenin en ella. Para ello se ha servido de la idea lukacsiana de la “actualidad de la revolución” como el mecanismo que pone en el aquí y en el ahora, las condiciones de posibilidad de trascender la sociedad moderna en su versión capitalista.
En una línea de investigación más alejada de los temas clásicos de la teoría social latinoamericana, también ha insistido en la necesidad de ampliar y profundizar algunas categorías, como la de “bio-poder” enmarcándola en el despliegue de la lógica del capital, esto es, como la lógica del valor valorizándose que se ha entronado como el sujeto que coloniza todas las relaciones sociales. En un diálogo crítico y profundo que parte de obras de Marx como El Capital o los Grundrisse, ha entablado puentes (críticos, insistimos) con tradiciones como las de Foucault o más recientemente con las de Giorgio Agamben.
El libro Estado, biopoder y exclusión si bien retoma algunos de estos temas y abreva en discusiones más contemporáneas o inmediatas (como es el último de sus ensayos dedicado al problema de la pobreza y su estudio) el eje fundamental para la comprensión del texto se juega en gran medida está en su capítulo primero. Es este primer capítulo el que articula o da un horizonte de sentido más completo no sólo al resto del libro, sino a gran parte de la obra de Osorio. Es decir, desde el capítulo primero de éste libro podemos volver a re-leer gran parte de sus ensayos contenidos en otros libros o revistas. Es así porque ahí se expresa todo un proyecto del que Osorio haría parte: aquel que reivindica el problema de la totalidad, desde un horizonte marxista pero también hegeliano, para las ciencias sociales.
¿Cuál es el objeto central de este primer capítulo? Creo que podría responderse que en gran medida es el eje articulador de la obra de Osorio: restablecer como categoría central a la de totalidad. En otras palabras, colocar a la totalidad como la categoría central que articula toda pretensión epistemológica, independientemente de los fines concretos para la que se les utilice. Es la totalidad la llave privilegiada para acceder, en nuestro tiempo, el de la sociedad moderna en su configuración capitalista, al núcleo articulador de dicho orden social. La pugna de Osorio es doble. Por un lado mantiene una distancia teórica, pero también política con quienes renuncian a la categoría de totalidad.
Osorio detecta, no sin razón, una tendencia de las diversas y múltiples tendencias “pos-modernas” a realizar una análisis que no sólo privilegia los enfoques que centran sus esfuerzos en comprender el nivel más pequeño, sino en general a reducir el análisis a ese nivel, el de lo inmediato, el de lo micro, el que presenta objetos de estudios desconectados de la totalidad del orden social.
Osorio tiene claridad en que este recurso, que se presenta la mayor parte de las ocasiones como una elección metodológica neutral, sin embargo tiene un gran transfondo político. Los discurso anuncian el fin de la posibilidad de comprender la totalidad del orden social, son los que, generalmente, llaman a la resignación epistemológica y al inmovilismo de la comprensión. Son aquellos discursos que suelen conectar, sin distinción algunas términos como “necesidad-determinación-determinismo”, tratando de hacer creer que cualquier recurso a la categoría de totalidad lleva, al unísono, por este camino. Cualquier recurso a comprender las determinaciones de la totalidad sería siempre determinismo simplón. En esta lógica el estudio de las determinaciones de la totalidad del orden social lleva al totalitarismo ideológico y político.
Vivimos en una época liberal que rechaza los totalitarismos, pero también las referencias a la totalidad. Vivimos, epistemológicamente, una época que celebra como forma explicativa el caos y la indeterminación absoluta. Es este el otro nivel de polémica que levanta Osorio: contra las explicaciones que buscan en la contingencia el refugio, contra el particularismo abstracto y descontextualizado, contra el criterio de la “pedacería social” que busca explicar la parte olvidando el todo. Sin duda es un reto mayúsculo, pues a través de una larga trayectoria académica –muy patente en la escritura de sus textos- el autor busca colaborar en la formación de recursos humanos capaces de teorizar y aplicar estos recursos epistemológicos sin caer en las generalizaciones vacías. Sin duda es una tarea, como diría Walter Benjamin, a contra-pelo, pues los dispositivos institucionales están ya encausados, no son neutrales y en dichos dispositivos que regulan la producción de conocimiento en el área de la ciencia social domina precisamente la versión opuesta: las que renuncian a la totalidad como categoría central.
Indudablemente que la propuesta de Osorio se enlaza con otras que reivindican la superación de las fronteras disciplinarias, la superación de la escisión sujeto/objeto, que denuncian la reificación categorial que suponen algunas categorías y en general aquellas que comparten un horizonte marxista/hegeliano en distinto grado.
Indudablemente la propuesta de Osorio puede ser asediada y enriquecida. Si bien considero que el recurso a la categoría de totalidad es central para todos los que tienen que ver con las ciencias sociales, lo cierto es que hay críticas a la categoría de totalidad que deberían ser tomadas en cuenta. En general la versión de lo que se considera como el pensamiento “de-colonial” más cercana a la obra de Marx puede aportar a la categoría de totalidad. Pienso claramente en algunos desarrollos en Bolivia que piensan desde el horizonte de la “pluri-versalidad” esto es, que son consecuentes con el Marx de 1857 que habla de la totalidad como síntesis de la diversidad. Lo diverso como una forma de comprender la totalidad del orden social, hoy jerarquizado y estructurado sobre la lógica del capital y de la ganancia. Pienso de igual forma en quienes han insistido que junto a la lógica del capital (no negándola, sino afirmándola) pueden encontrarse otros mecanismos o dispositivos de ejercicio del poder despótico: el racismo y la creación de sistemas de clasificación que acompañan al de clase.
El tema de la colonialidad del poder y del saber, del proceso de des-colonización de la crítica de la economía política y de la apertura de la totalidad hacia horizontes de “pluralidad” epistémica, política e intelectual no van reñidos con la propuesta hecha por Osorio. Habrá, con urgencia, hacer dialogar a las distintas tentativas críticas que hoy en día pueden trazar la ruta para hacer otra ciencia social.