Iglesias latinoamericanas condenan golpe parlamentario en Paraguay

Iglesias latinoamericanas condenan golpe parlamentario en Paraguay
BUENOS AIRES, Argentina, 23 de junio de 2012 (SIEP) Las iglesias progresistas del continente latinoamericano rechazaron categóricamente el golpe parlamentario que impulsó esta semana la derecha paraguaya y que abusivamente sustituyó el día de ayer al presidente constitucional de Paraguay, hermano Fernando Lugo.

En una declaración originada en esta ciudad por la Iglesia Pentecostal Dimensión de Fe, y que ha sido respaldada por diversos organismos ecuménicos e iglesias, entre estas la salvadoreña Iglesia Luterana Popular se condena esta nueva agresión contra los pueblos latinoamericanos y caribeños.

“Rechazamos enérgicamente el golpe de estado contra la Democracia paraguaya y extendemos nuestra solidaridad a nuestro hermano, compañero Presidente constitucional Fernando Lugo, y a todo el pueblo de nuestra hermana República del Paraguay…“expresa el pronunciamiento de estos religiosos latinoamericanos.

Agrega que „ repudiamos el injusto juicio político a Fernando Lugo, este ardid que logró la destitución de un Presidente elegido por voto popular para establecer un gobierno ilegítimo y retrógrado, que responderá a los intereses imperiales y corporativos, y se convertirá en el espía del Imperio que amenaza la democracia latinoamericana.“

Indica que „estamos convencidos/as de que el golpe pega dos veces: porque ocurrió en el eslabón más débil de América Latina, un pueblo que vivió largas décadas de autoritarismo y tiranía; y porque Fernando Lugo hacía tres semanas había asumido la presidencia pro-tempore de la UNASUR.“

Señala que “Latinoamérica vive un cambio de época: el Reino de Dios trae dolores de parto, pues la esperanza no deja de nacer desde los humildes y se construyen gobiernos populares y democráticos –con avances y contradicciones – que se hacen eco de los reclamos de nuestros pueblos; pueblos históricamente empobrecidos por las oligarquías locales y por los sectores conservadores de la política latinoamericana que responden a los intereses del imperialismo norteamericano.“

Explica el documento que „por su parte, la oligarquía y el imperialismo jamás cesan de conspirar y actuar: este golpe ideológico en el contexto de un país en donde la concentración de la tierra el 85% en manos del 2% de la población es sólo uno de los escandalosos datos de la injusticia, es una muestra del sueño oscuro que la Derecha planea sin cesar para toda Latinoamérica, allí donde un proyecto de gobierno verdaderamente defienda los derechos de las mayorías.“

Sostienen los religiosos que “debemos tener bien presente, hoy con más ánimo que nunca, que sólo laMOVILIZACIÓN y la ORGANIZACIÓN POPULAR sostienen a esos gobiernos que quieren impulsar un proyecto liberador a favor de las mayorías populares. Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros, no hay que ignorar las MAQUINACIONESde los enemigos de los pueblos que hoy celebran esta destitución.“

Concluyen afirmando que „Desde los rincones de nuestra Patria Grande convocamos a la oración en solidaridad con el Pueblo Paraguayo, a estar alertas, a resistir la hondurización del Paraguay, y a defender las auténticas democracias latinoamericanas y caribeñas.“

¡JUANITA, PRESENTE… AHORA Y SIEMPRE!

¡JUANITA, PRESENTE… AHORA Y SIEMPRE!

SAN SALVADOR, 14 de junio de 2012 (SIEP) “Con mucha tristeza hemos conocido del fallecimiento ayer de nuestra querida hermana Juanita, esposa del Dr. Fabio Castillo Figueroa. Juanita, como lo saben quienes la conocieron, era una luz que iluminaba la vida de su compañero de lucha, era una persona con mucha fuerza y voluntad…”indicó el pastor de la Iglesia Luterana Popular, Rev. Roberto Pineda.

Agregó que “ella nos contó que se enamoró de Fabio desde la primera vez que se lo presentaron, y fueron novios y luego se casaron. Juanita fue siempre la compañera y confidente, y juntos recorrieron un largo camino de lucha por la democracia y en contra de la dictadura militar.”

“Juanita participó en la lucha contra la cruel dictadura del general Martínez; en los preparativos de la Huelga general de Brazos Caídos que en mayo del 44 derrotó al tirano; en las luchas contra la dictadura militar, vivió el exilio, la persecución, y nunca perdió la confianza en la fuerza y la sabiduría del pueblo salvadoreño.”

“Estuvo presente en los momentos de tensión de la Junta de Gobierno instalada en octubre de 1960; en la lucha por la Reforma Universitaria trabajando en los domingos voluntarios en la UES; en la campaña presidencial del PAR en 1967, en los preparativos para la lucha armada y la creación del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos, en decenas de batallas por la verdad y la justicia Y también cultivaba rosas y otros flores en su bello jardín de la Col. Flor Blanca. “

“Ya descansa nuestra querida Juanita en paz, junto a la presencia gloriosa del rostro de nuestro Dios, su presencia en esta tierra fue una bendición…” concluyó el pastor luterano.

Las izquierdas en Latinoamérica: necesidad de repensarlas

Las izquierdas en Latinoamérica: necesidad de repensarlas

Marcelo Colussi

Escritor y politólogo de origen argentino. Actualmente radicado en Venezuela

Adital

La región latinoamericana tiene características bastante peculiares en tanto bloque. Si bien hay diferencias, marcadas incluso, entre algunas zonas el Cono Sur con Argentina, Chile y Uruguay es muy distinto a Centroamérica, por ejemplo; o sus países más industrializados, Brasil y México, difieren grandemente de las islas caribeñas, en su composición hay más elementos estructurales en común que dispares.

Los rasgos comunes que unifican a toda la región son, al menos, dos: a) todos los países que la componen nacieron como Estado-nación modernos luego de tres siglos de dominación colonial europea; y b) todos se construyeron integrando a los pueblos originarios en forma forzosa a esos nuevos Estados por parte de las elites criollas. Estas características marcan a fuego la historia y la dinámica actual del área.

En un sentido, toda la historia de Latinoamérica en sus ya más de cinco siglos como unidad político-social y cultural, es una historia de violencia, de profundas injusticias, de reacción y luchas populares. De las rebeliones indígenas a la actual propuesta del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) como proyecto de integración no salvajemente capitalista, las fuerzas progresistas han jugado siempre un importante papel. Las izquierdas políticas en sentido moderno (con un talante socialista podríamos decir, marxistas incluso) han estado siempre presentes en los movimientos del pasado siglo. De hecho, con diferencias en sus planteamientos pero con un mismo norte, en casi todas las sociedades latinoamericanas se dieron procesos populares de construcción de alternativas socialistas, o nacionalistas antiimperialistas, en búsqueda de mayores niveles de justicia. En algunas llegando a ocupar aparatos de Estado, con experiencias disímiles, pero siempre con un talante popular: Chile con el procso de Salvador Allende a la cabeza, Cuba y Nicaragua con sus revoluciones vía armada, Bolivia con un proceso particular de nacionalización y reforma agraria; Guatemala con una perspectiva similar de corte antiimperialista; Venezuela, Bolivia o Ecuador en la actualidad, con proyectos nacionales con matices de izquierda; en otras experiencias, peleando desde el llano: movimientos sindicales, reivindicaciones campesinas, insurgencias armadas.

Sin ánimo de hacer un balance de esta historia, lo que vemos entrado ya el siglo XXI es que la izquierda no está en franco ascenso, pero tampoco ha muerto como el omnímodo discurso neoliberal actual pretende presentar. Es más: luego de la furiosa y sangrienta represión de los proyectos progresistas de las décadas de los 70/80 y de la instauración de antipopulares políticas privatistas en los 90 del siglo pasado, después del derrumbe del campo socialista y un período donde las luchas por mayores cuotas de justicia parecían totalmente dormidas, en estos últimos años asistimos a un renacer de la reacción popular.

¿Estamos entonces realmente ante un resurgir de las izquierdas, de nuevos, viables y robustos proyectos de cambio social?

Hoy día suele hacerse la diferencia entre izquierdas políticas e izquierdas sociales. Hay, sin dudas, un cierto retraso de las primeras en relación a las segundas. Para decirlo de otro modo: los planteos políticos de fuerzas partidarias a veces han quedado cortos en relación a la dinámica que van adquiriendo movimientos sociales. Muchas veces las reacciones, protestas, o simplemente la modalidad que, en forma espontánea, han tomado las mayorías, no siempre se ven correspondidas por proyectos políticos articulados provenientes de las agrupaciones de izquierda. Con variaciones, con tiempos distintos, pero sin dudas como efecto generalizado apreciable en toda Latinoamérica, hay un desfase entre masas y vanguardias. Lo cierto es que desde hace algunos años la reacción de distintos movimientos sociales ha abierto frentes contra el neoliberalismo rampante que se extiende sin límites por toda la región.

Toda esta izquierda social ha tenido impactos diversos, con agendas igualmente diversas, o a veces sin agenda específica: frenar privatizaciones de empresas públicas, organización y movilización de campesinos sin tierra o de habitantes de asentamientos urbanos precarios, derrocamiento de presidentes como en Argentina, en Bolivia o en Ecuador, oposición a políticas dañinas a los intereses populares. Por ejemplo, la suma de todas estas movilizaciones impidió la entrada en vigencia del Área de Libre Comercio para las Américas ALCA tal como lo tenía previsto Washington para enero del 2005, o frenó la instalación de empresas multinacionales extractivas (mineras o petroleras) en más de una ocasión. Eso, por cierto, no es la revolución socialista, pero constituye momentos importantes de una larga lucha de resistencia popular.

El abanico de protestas es amplio, y a veces, por tan amplio, difícil de vertebrar. Los piqueteros en Argentina o los movimientos campesinos con un fuerte componente étnico en Bolivia, Ecuador, Perú o Guatemala, el zapatismo en el Sur de México o la movilización de los sem terra en Brasil, son formas de reacción a un sistema injusto que, aunque haya proclamado que “la historia terminó”, sigue sin dar respuesta efectiva a las grandes masas postergadas. ¿Hay un hilo conductor, algún elemento común entre todas estas expresiones?

Hoy por hoy, diversas expresiones de la izquierda política, o al menos, expresiones que caen bajo el excesivamente amplio y difuso paraguas del denominado “progresismo” la izquierda que en estos momentos es posible: moderada y de saco y corbata tienen en sus manos el aparato del Estado en varios países: Brasil, El Salvador, Uruguay, Argentina. Habrá quien ni siquiera esté de acuerdo con considerar a estos gobiernos como expresiones de la izquierda. Tal vez no se equivoque quien así lo vea, pero para la derecha (nacionales, o para el discurso hegemónico de Washington, ese difuso abanico no deja de tener valor de “desafío”. Con esos proyectos populares, con cierta preocupación social (más, al menos, que los gobiernos neoliberales abiertos), las posibilidades de transformaciones profundas, tal como están las cosas y dada la coyuntura con que arribaron a las administraciones estatales, son limitadas, o quizá imposibles. Más aún: son “izquierdas” que, en todo caso, pueden administrar con un rostro más humano situaciones de empobrecimiento y endeudamiento sin salida en el corto tiempo. En modo alguno podría decirse que son “traidores”, “vendidos al capitalismo”, “tibios gatopardistas”. La izquierda constitucional hace lo que puede; y hoy, en los marcos de la post Guerra Fría, con el triunfo de la gran empresa y el unipolarismo vigente más aún en la región latinoamericana, botín histórico del imperio estadounidense, cada vez más inundada de bases militares lideradas desde el Norte es poco lo que tiene por delante: si deja de pagar la ominosa deuda externa, si piensa en plataformas de expropiaciones y poder popular y si se atreve a armar a sus pueblos, sus días están contados. Es más: ni siquiera es necesario pensar en tales extremos de radicalización: coquetear con propuestas con sabor a popular ya puede ser motivo de reacción, y en algunos países pequeños, como Honduras, Haití, Guatemala, puede llevar a golpes de Estado, disfrazados hoy por hoy, pero golpes al fin (Manuel Zelaya en Honduras o Jean-Bertrand Aristide, en Haití, fueron movidos de sus presidencias, y casi se logra lo mismo en un momento determinado con Álvaro Colom en Guatemala).

¿Es mejor, entonces, desechar de una vez la lucha en los espacios de las democracias constitucionales? Es un espacio más, uno de tantos; pero no más que eso, y deberíamos ser muy precavidos respecto a los resultados finales de esas luchas. La experiencia ya ha demostrado con innegable contundencia que cambiar el sistema desde dentro es imposible (los casos de Venezuela, Bolivia o Ecuador son una pregunta abierta al respecto: ¿hasta dónde pueden llegar sus transformaciones reales en tanto se mueven en la lógica delas democracias representativas clásicas?) Los movimientos insurgentes que, desmovilizados, pasaron a la arena partidista, no han logrado grandes transformaciones de base en las estructuras de poder contra las que luchaban con las armas en la mano (piénsese en las guerrillas salvadoreñas o guatemaltecas, por ejemplo, o el M-19 en Colombia). Todo lo cual no debe llevar a desechar de una vez el ámbito de la democracia representativa; debe abrir, en todo caso, la pregunta en torno a los caminos efectivos de las izquierdas. Algo así como la pregunta que se hacía Lenin hace más de un siglo en Rusia zarista: ¿qué hacer?

Las izquierdas que hacen gobierno desde otra perspectiva (Cuba, o Venezuela con su Revolución Bolivariana, una izquierda bastante sui generis po cierto, o procesos como los de Bolivia o Ecuador, interesantes semillas de fermento popular sin dudas) son el blanco de ataque del gran capital privado, expresado fundamentalmente en la actitud belicosa y prepotente de la administración de Washington.

Lo que está claro es que en esta post Guerra Fría, con el papel hegemónico unipolar que ha ido cobrando Estados Unidos y su plan de profundización de poderío global, Latinoamérica es ratificada en su papel de reserva estratégica (léase: patio trasero). Ante la desaceleración de su empuje económico (el imperio no está muriéndose, pero comienza a ver amenazado su lugar de intocable a partir de nuevos actores como China o la Unión Europea), el área latinoamericana es una vez más un reaseguro para la potencia del Norte, apareciendo ahora como obligado mercado integrado donde generar negocios, proveer mano de obra barata y asegurar recursos naturales a buen precio, por supuesto bajo la absoluta supremacía y para conveniencia de Washington. De esa lógica se deriva la nueva estrategia de recolonización dada a través de la firma de los diversos Tratados de Libre Comercio que, por supuesto, de “libres” no tienen nada, acompañada por la ultra militarización de la zona, con una cantidad de bases como nunca había tenido durante el siglo XX.

La situación actual puede abrir la interrogante sobre cómo enfrentarse a ese poder hegemónico: ¿unirse como bloque regional quizá? Como dijera Angel Guerra Cabrera: “La victoria no concluye hasta conseguir la integración económica y política de América Latina y el Caribe. Y es que la concreción en los hechos del ideal bolivariano como lo vienen haciendo Venezuela y Cuba en sus relaciones es lo único que puede evitar la anexión de nuestra región por Estados Unidos y propiciar que se desenvuelva con independencia y dignidad plena en el ámbito internacional. Lograrlo exige la definición de un programa mínimo que agrupe en cada país a las diferentes luchas sociales en un gran movimiento nacional capaz de impulsar transformaciones antiimperialistas y socialistas”. Seguramente ahí hay una agenda que las fuerzas progresistas no pueden descuidar: una integración real y basada en intereses populares, una posición clara contra mecanismos de ataque a la integridad latinoamericana como el Plan Patriota (ex Plan Colombia) o el Plan Mérida (para México y Centroamérica) y los nuevos demonios que circulan y pueden permitir el desembarco de más tropas: la lucha contra el narcotráfico y contra el terrorismo internacional, coartada perfecta para la geoestrategia del gobierno de Estados Unidos.

Esto nos lleva, entonces, a la reconsideración de las nuevas izquierdas en Latinoamérica, tarea impostergable y vital. La izquierda necesita hacerse un replanteamiento en tanto expresión de un pensamiento alternativo al capitalismo, a la lógica del libre mercado, a la sociedad de clases crítica que no significa el desechar los ideales de cambio luego del derrumbe del socialismo europeo sino su profundización a partir de las lecciones aprendidas. Preguntas, en definitiva, que podrán servir para reenfocar las luchas.

Si esa reformulación se hace genuinamente, deberá preguntarse qué es lo que está en juego en una revolución: ¿se trata de mejores condiciones de vida para la población, como se está dando en estos momentos en Venezuela con un reparto más equitativo de la renta petrolera, o hay que profundizar el poder popular y la construcción de una nueva ética? (en el país caribeño, por ejemplo, sigue siendo dominante la idea de los certámenes de belleza femenina, y el gobierno central destina 300 millones de dólares para apoyar a “su” piloto de Fórmula 1. ¿Eso es el socialismo del siglo XXI?) De tal forma, abriendo esos debates, deberá atreverse a buscar a tiempo los antídotos del caso contra los errores que nos enseña la historia; preguntarse qué, cómo y en qué manera puede cambiar lo que se intenta cambiar; hacer efectiva la máxima de “la imaginación al poder” del mítico Mayo Francés de 1968, hoy ya tan lejano y olvidado, como una garantía, quizá la única, de poder lograr cambios sostenibles.

En esa reconceptualización, sabiendo que nos referimos a Latinoamérica, es necesario retomar agendas olvidadas, o poco valorizadas por la izquierda tradicional. Heredera de una tradición intelectual europea (ahí surgió lo que entendemos por izquierda), los movimientos contestatarios del siglo XX ocurridos en Latinoamérica no terminaron de adecuarse enteramente a la realidad regional. La idea marxista misma de proletariado urbano y desarrollo ligado al triunfo de la industria moderna en cierta forma obnubiló la lectura de la peculiar situación de nuestras tierras. Cuando décadas atrás José Mariátegui, en Perú, o Carlos Guzmán Böckler, en Guatemala, traían la cuestión indígena como un elemento de vital importancia en las dinámicas latinoamericanas, no fueron exactamente comprendidos. Sin caer en infantilismos y visiones románticas de “los pobres pueblos indios” (“Al racismo de los que desprecian al indio porque creen en la superioridad absoluta y permanente de la raza blanca, sería insensato y peligroso oponer el racismo de los que superestiman al indio, con fe mesiánica en su misión como raza en el renacimiento americano”, nos alertaba Mariátegui en 1929), hoy día la izquierda debe revisar sus presupuestos en relación a estos temas.

De hecho, entrado el tercer milenio, vemos que las reivindicaciones indígenas no son “rémoras de un atrasado pasado semifeudal y colonial” sino un factor de la más grande importancia en la lucha que actualmente libran grandes masas latinoamericanas (Bolivia, Perú, Ecuador, México, Guatemala). Sin olvidar que Latinoamérica es una suma de problemas donde el tema del campesinado indígena es un elemento entre otros, pero sin dudas de gran importancia, la actitud de autocrítica es lo que puede iluminar una nueva izquierda.

Pensar que las izquierdas están renaciendo con fuerza imparable, además de erróneo, puede ser irresponsable. Si el “progresismo” actual puede llevar a plantear un “capitalismo serio”, eso no es más que un camino muerto, o sumamente peligro incluso para las grandes mayorías populares. Pero creer que todo está perdido, es más irresponsable aún. En ese sentido, entonces, la utopía de un mundo nuevo no ha muerto porque ni siquiera ha terminado de nacer.

Bibliografía

– Betto, Frei. “Desafíos a la nueva izquierda”. Rebelión, 02-02-2005 www.rebelion.org – Borón, Atilio. “La izquierda latinoamericana a comienzos del siglo XXI: nuevas realidades y urgentes desafíos”. Rebelión, 11-08-2004 www.rebelion.org – ———— “Actualidad del ‘¿Qué hacer?’”. Rebelión, 27-12-2004 www.rebelion.org – Caballero, Manuel. “La Internacional Comunista y la revolución latinoamericana”. Editorial Nueva Sociedad. Caracas, 1988. – Diercksens, Wim. “Los límites de un capitalismo sin ciudadanía”. Editorial Universidad de Costa Rica. San José, 1997. – Dussel, Enrique. “Praxis latinoamericana y filosofía de la liberación”. Editorial Nueva América. Bogotá, 1994. – Figueroa Ibarra, Carlos. “Notas para una reflexión sobre la izquierda guatemalteca”. Ponencia presentada en el Encuentro Nacional por la Paz y la Democracia. Quetzaltenango, Guatemala, octubre de 2004. – Galeano, Eduardo. “Las venas abiertas de América Latina”. Siglo Veintiuno Editores. México, 1973. – Guzmán Böckler, Carlos. “Donde enmudecen las conciencias. Crepúsculo y aurora en Guatemala”. GSPI. Guatemala, 1991. – Katz, Claudio. “El porvenir del socialismo”. Monte Ávila Editores. Caracas, 2006. – Mariátegui, José. “Siete Ensayos sobre la realidad peruana”. Fundación Biblioteca Ayacucho. Caracas, 2007. – Rodríguez Elizondo, José. “La crisis de las izquierdas en América Latina”. Editorial Nueva Sociedad. Caracas, 1990. – Sánchez Vásquez, Adolfo. “Entre la realidad y la utopía. Ensayo sobre política, moral y socialismo”. UNAM / FCE. México, 1999. – Varios autores. “Fin del capitalismo global. El nuevo proyecto histórico”. Editorial Txalaparta. México, 1999.

El Salvador: la lucha ideológica en la derecha

El Salvador: la lucha ideológica en la derecha
Por Roberto Pineda 22 de junio de 2012

Los dados cargados de Cristiani

En raras ocasiones las clases dominantes exponen públicamente sus conflictos. El dulce encanto de la burguesía comprende la exquisita virtud de la prudencia. Es por esto muy interesante el actual debate entre los candidatos areneros a la presidencia y la cándidamente increíble declaración del expresidente Cristiani en el sentido que “los dados no están cargados.”
Asimismo lo es la polémica entre los “purasangre” y los “transformers.”

Claro que los dados están cargados y bastante cargados y la renuncia del diputado arenero Edwin Zamora a esta competencia lo comprueba. Es evidente que el COENA de Cristiani ya tiene candidato y ya lo anda presentado por los departamentos, bajo el manto de “compartir experiencias municipales.” El ungido de la dirección arenera es evidentemente el alcalde capitalino Norman Quijano, popularmente conocido como “Tacuazín Peinado.”

Quijano representa los intereses del aparato partidario de ARENA y ha entrado en alianza con los dueños del partido, el grupo de Cristiani y de Calderón Sol. Quedan como víctimas aspirantes la diputada más votada de marzo pasado, y exvicepresidenta, Ana Vilma de Escobar, vinculada con lazos incluso “matrimoniales” al poderoso Grupo Poma. Y el expresidente Flores ni lento ni perezoso también participa por medio del excanciller Francisco Laínez.

Ahora la corresponde al recién nombrado equipo elector, integrado por nueve personajes, realizar una consulta nacional y hasta encuestas para justificar una decisión ya tomada. Pero este proceso no estará exento de contradicciones por las fuerzas en pugna, y en los próximos días presenciaremos como estas “diferencias” salen a luz pública. En el fondo se encuentra el indiscutible hecho que este es un partido claramente autoritario y verticalista “como lo soñó el Mayor.”

Purasangre contra transformers apoyados hasta por aguacateras

Es este mismo terreno se encuentra la singular y breve polémica entre el ideólogo ultraderechista Raúl García Prieto, recién salido de la cárcel luego de ser absuelto de cargos de corrupción y el principal articulista de El Diario de Hoy, el economista Manuel Hinds, antiguo intelectual orgánico de la oligarquía. Y en apoyo de este último, rompe espadas la joven columnista y la vez derechista Cristina López.

¿Por qué la prisa? titula Hinds su opinión. (1) Sostiene que la decisión tomada por ARENA de seleccionar al candidato presidencial en septiembre es “extraña.” Y “estaría perdiendo una gran oportunidad para atraer el gran centro que es el principal elector de este país.”

Ridiculiza el argumento esgrimido por la dirección de ARENA “que los precandidatos son seres terribles y divisivos.”Explica que esta decisión forma parte de “esa verticalidad del poder partidario que se ha ido volviendo típica de tanto el FMLN como de ARENA, que expresa desprecio por los votantes.”

Califica a la dirección de ARENA como “mandadores de finca o caporales, que transmiten las órdenes a los peones, o quizás a los bueyes, en este caso la ciudadanía partidaria de ARENA; de lo que tiene que hacer para ejecutar los deseos del dueño… Ojala ARENA entienda a tiempo que el país ya no es así, que ya no es una finca.”

Concluye Hinds que lo que se debe proceder a un debate de ideas sobre un nuevo gobierno y que de hacerlo se “demostraría que lo que lo mueve son ideales, no politiquerías de palacio para madrugar al adversario.” Hasta aquí el comentario de este destacado ideólogo de derecha criollo.

En una violenta respuesta “con patada y mordida” el “cafetalero” García Prieto afirma que “el enemigo de cualquier político es la ansiedad.”(2) Su respuesta la titula “La prisa y los transformers.” En un desplante de prepotencia explica que “en mi partido (porque de ahí soy, he sido y seré)…no aceptamos imposiciones ni perfumados.”

“En ARENA respetamos, apoyamos y reconocemos a los pura sangre y a mi me cuesta aceptar a los analistas transformers” señala. Y afirma que “nadie tiene el derecho a deslegitimar a los pura sangre cuando se ha sido transformers.” Se refiere al paso de Hinds como Ministro de Economía en la Junta de Gobierno que en marzo de 1980 decretó una reforma agraria.

Considera García Prieto que “el éxito electoral del 2014 pasa por tener una maquinaria interna motivada, unidad y dispuesta a fajarse….Estos tecnócratas están acostumbrados a copiar modelos que no necesariamente se adaptan a la realidad del país…los transformers han sido los responsables de haber perdido bases importantes del apoyo a nivel nacional…”

Concluye el “economista y cafetalero” que de llevar alguien de fuera del partido “pueda ser que ARENA gane las elecciones pero sea ese club de cheros el que gobierne” y espera que “unidos y ojala que con un pura sangre que pueda unificar a la familia Arenera y el país entero.”

A la defensa de Hinds se suma Cristina López (La opinión de una “aguacatera”). (3) Se pregunta con respecto a las posiciones de García Prieto: “¿Con esta actitud ganaran elecciones?” Y se responde: “No, solo se aprovecharan de la coyuntura de que, si llega el FMLN con un candidato aun más ortodoxo y verticalmente impuesto que el de ellos, perderá de manera más abismal.”

La variable Saca

Indiscutiblemente la campaña electoral que realiza el expresidente Antonio Saca (2004-2009) para el 2014 le está rindiendo resultados. Ha logrado generar interés en la población y ha puesto a “reflexionar” a los partidos principales. Es ya un participante sin haberse proclamado en un creativo diseño mediático electoral.

Incluso los partidos “pequeños” GANA, CN y PES y hasta ganaderos han comenzado una bien pagada y orquestada peregrinación al Grupo Samix a suplicarle a este nuevo mesías a que acepte la candidatura para poder así “salvar al país.” Solo falta que se sume algún partido grande.

Saca junto con GANA representa los intereses de sectores de capitalistas grandes y medianos que no forman parte del “sector empresarial hegemónico” que controla la ANEP. Tiene contradicciones con ARENA aunque estas son de carácter no antagónico. El surgimiento de GANA en diciembre de 2009 está vinculado a conflictos al interior de ARENA provocados por la derrota electoral de marzo de ese mismo año.

Políticamente son de derecha pero desde su nacimiento han implementando una mutuamente beneficiosa “alianza legislativa” con el FMLN que les ha permitido controlar la Asamblea Legislativa así como aislar a ARENA. El partido naranja también ha realizado acercamientos con el presidente Funes.

El repliegue estratégico del FMLN

Todo parece indicar que la experimentada dirección del FMLN, luego de un concienzudo balance de la pasada coyuntura electoral, en la que sufrió heridas profundas, ha decidido realizar un importante repliegue estratégico, que le permita recomponer sus fuerzas y prepararse para recuperar el 2015 el vital territorio recientemente perdido. Y desde ahí reiniciar la marcha hacia nuevos derroteros.

La decisión de renunciar a conducir el barco en su segundo viaje y permitir que sea la derecha oligárquica o la derecha populista la que lo dirija en estos tiempos, en los que el horizonte del capitalismo mundial solo permite presagiar aguaceros huracanados, puede parecer derrotista a algunos y realista a otros. El futuro lo dirá.

Hay una clara decisión de conservar las propias fuerzas y no exponerlas tanto a un proceso de debate abierto al interior del partido así como de abrir la puerta a la búsqueda de acuerdos con otros sectores democráticos y populares. Habrá candidato único, decidido por la dirección y la consulta será exclusivamente interna. Punto.

Es una decisión política de no apostarle todo al 2014 que conlleva lógicamente costos y beneficios. A nivel de costos se encuentra el de paralizar el proceso estratégico de acumulación de fuerzas que se encontraba ya al nivel de espacios ministeriales. La presencia alcanza al gobierno. Ya no son solo alcaldes y diputados.

A nivel de beneficios puede que se encuentre el de evitar que un debate interno venga a debilitar las ya golpeadas políticamente estructuras partidarias, luego de la debacle de marzo pasado. Asimismo evitar cargar con la responsabilidad de las medidas de ajuste que el FMI impondrá dentro de poco para enfrentar las consecuencias que la crisis internacional seguramente provocara en nuestro país. Algunos señalan hasta el peligro de la perdida en noviembre del Partido Demócrata en EE.UU. y sus repercusiones para El Salvador, a partir de enero de 2013.

Regresa Mari Carmen

Nunca en la historia diplomática del país los Estados Unidos habían disfrazado su poder imperial con mayor habilidad como en este caso. La embajadora Mari Carmen Aponte, con su típica simpatía puertorriqueña, le ha permitido al imperio suavizar, ocultar, mimetizar su creciente y decisiva presencia en nuestro país. Es la dulce sonrisa del imperio.

Hasta se dio el lujo de exhibir en el Capitolio de Washington, en los debates de su nominación como fieras amaestradas, a altos dirigentes derechistas salvadoreños. Claramente esto no sorprendió a los sectores ultraderechistas republicanos que retrasaron su designación lo más que pudieron.

Incluso la mayoría de la izquierda ha interesadamente olvidado el significado neocolonial de los TLC, la vergonzosa e inconstitucional presencia de una base militar extranjera en Comalapa; la instalación de la ILEA, del FBI, de la CIA y de quien sabe cuantas más agencias federales.

Alrededor de esta situación gravitan diversos aspectos, entre otros la naturaleza del gobierno Obama, la disputa con la Unión Europea; la comunidad salvadoreña en USA; el gobierno Funes y la posición política de la izquierda sobre el antiimperialismo.

La victoria electoral de Obama en noviembre de 2008 fue el resultado de una gran alianza de fuerzas sindicales y populares que logró la derrota de sectores ultraderechistas del capitalismo monopolista de estado, que habían revertido las conquistas sociales logradas durante la década de los años sesenta del siglo pasado.

Esta victoria incluso impactó en la campaña electoral del FMLN en la que se asumió la consigna del cambio y se mostraba la figura de Obama y hasta de Lula como garantía de un “cambio seguro.”

Además, el hecho que más de dos millones de salvadoreños vivan y trabajen en Estados Unidos afecta fuertemente la vida política del país. Una gran mayoría de esta comunidad rechazaría cualquier tipo de acciones que pusieran en peligro las relaciones con el gobierno de ese país. Lo consideraría seguramente como una amenaza para sus vidas, aunque no fuera así.

Esta situación exige a las fuerzas de izquierda mucha sabiduría. Un planteamiento burdo nos aislaría de importantes sectores de esta diáspora. Y el desafío es el de construir un planteamiento político para este importante sector nacional, una parte del cual experimenta la persecución por ser “ilegal”, mientras otra parte ha logrado incluso diversos niveles de representación política. Otra parte se ha integrado a la izquierda de ese país, etc.

Otro aspecto es la posición proimperialista de sectores del gobierno Funes, que incluso ha impactado en sectores de la izquierda que se “regocijaron” por la visita el año pasado del presidente Obama a El Salvador o que orgullosamente califican a nuestras relaciones con ese país como “una alianza estratégica.”

Por otra parte, es innegable que el apoyo de Estados Unidos al gobierno Funes, en el que participa el FMLN, le ha permitido altos niveles de gobernabilidad frente a una derecha abusiva y agresiva. El Asocio para el Crecimiento y los Fondos de la Cuenta del Milenio forman parte del respaldo “político” de Obama hacia Funes. La derecha sólo ladra pero no muerde porque sabe que “el que tiene padrino se bautiza.” Y el presidente Obama es un referente obligado del presidente Funes.

Y con respecto a lo del antiimperialismo esta fue una tesis, indiscutible y permanente desde el surgimiento de la izquierda en El Salvador hace noventa años. Pero, luego de la caída de los muros y del fin del conflicto armado, pero principalmente después de la llegada al gobierno del presidente Funes y del FMLN, la tesis del antiimperialismo como que se diluyó, perdió fuerza.

Hay que señalar que durante el periodo de la Guerra Popular Revolucionaria(1980-1992) el enfrentamiento entre los sectores populares salvadoreños y el gobierno estadounidense fue de carácter político-militar; durante el siguiente periodo, el de los Acuerdos de Paz y la lucha contra ARENA (1992-2009) el enfrentamiento fue de carácter político-electoral.

Y durante el actual periodo del gobierno del presidente Funes y el FMLN (2009-2012) el enfrentamiento se ha diluido, incluso hay cooperación en diversas áreas. Es una situación compleja, inédita. Los tres periodos señalados forman parte de la etapa de revolución democrática antiimperialista, con rumbo al socialismo, que es la vigente.

Precisamente uno de los desafíos para la izquierda salvadoreña en el plano teórico es el de construir una propuesta programática al respecto y en el plano político, sencillamente recuperar el espíritu antiimperialista y de lucha por la independencia. No existe el imperio bueno. El imperio tiene intereses y los consolida.

La lucha antiimperialista junto con la lucha por la democracia son los dos pilares que sostienen el actual enfrentamiento de clases en nuestro país. Difícilmente avanzará la lucha democrática si la lucha antiimperialista está paralizada. La definición sobre el enemigo principal de esta etapa de lucha es fundamental, ya que nos permite determinar los aliados estratégicos (para la etapa) así como los aliados tácticos (para el periodo).

Asimismo es fundamental determinar la fuerza dirigente de la actual etapa, así como definir al actual sujeto revolucionario. Obviamente existen diferencias al respecto que se mantienen ocultas, al evadir la necesidad de una urgente definición teórica e ideológica sobre el carácter de nuestra lucha. Y esto explica en parte los vaivenes políticos y el predominio en algunas áreas del trabajo revolucionario de un pensamiento reformista, exclusivamente electoral o economicista.

En la actualidad hay tres visiones sobre el imperio globalizado en los sectores populares y democráticos: la tradicional antiimperialista esgrimida por sectores de la minoritaria nueva izquierda; la posición ambigua del FMLN y la posición proimperialista de sectores aliados al presidente Funes. Estos últimos han de estar felices por el regreso de su “madrina.”

La crisis institucional

La llegada del 1 de julio como fecha límite, como plazo fatal para que tomen posesión los nuevos magistrados de la Corte Suprema de Justicia se ha convertido en una prueba de fuego del poder de los dos grupos en pugna: por una parte, la Sala de lo Constitucional, con el respaldo de sectores empresariales y democráticos aglutinados en la Aliados por la Democracia; y por la otra, sectores de poder de los partidos ARENA, GANA, CN y PES.

Este pulso político inició con la reciente sentencia de la Sala de lo Constitucional declarando ilegales las elecciones de magistrados de la Corte Suprema de Justicia de los años 2006 y 2012. Esta decisión cayó como una bomba y activó de manera inmediata la búsqueda de mecanismos de respuesta para evitar cumplir el fallo judicial.

La fórmula mágica encontrada por el FMLN, GANA y CN esta semana fue la de recurrir a la Corte Centroamericana de Justicia, con sede en Managua, para que esta instancia resolviera este entuerto. Y con rapidez proverbial la CCJ resolvió admitir la demanda. Y lo más seguro es que falle a favor de los demandantes, la Asamblea Legislativa de El Salvador.

Y ya se advierte a la Sala de lo Constitucional que de no respetar este fallo caerán en abierto “desacato” y podrían hasta ser destituidos. Además se creó una “comisión” legislativa para investigar la elección en 2009 de dos magistrados de la CSJ, incluyendo a su Presidente Belarmino Jaime.

El desenlace de esta crisis hasta por verse, lo que es evidente es que lesiona seriamente la institucionalidad del país. Es una disputa que beneficia principalmente a la derecha y particularmente a ARENA ya que le permite presentarse como un partido no confrontativo, partidario del diálogo, y por lo tanto presidenciable.

Las apuestas del presidente Funes

El presidente Funes necesita urgentemente aparecer como ente facilitador de un arreglo negociado a esta crisis entre sectores del órgano legislativo y judicial. La ausencia de propuestas concertadoras y constructivas por parte del presidente Funes pone en evidencia peligrosos niveles de debilidad política que lo vuelven altamente vulnerable, por muy poderosos que sean sus amigos internacionales. Si no que se vea en el espejo paraguayo. O si quiere en el hondureño del 2009.

Perspectivas

La aparición del expresidente Saca como seguro candidato de una “amplia alianza” le agrega un condimento especial a la sopa electoral. La derecha tendrá dos candidatos y la izquierda uno, o quizás también dos si contamos al Movimiento Nuevo País.

Un escenario es que la candidatura de Antonio Saca le robe votos, y estamos hablando del todavía lejano marzo de 2014 al seguro candidato de ARENA, el actual Alcalde de San Salvador, Norman Quijano, ya que ambos pescan en el mismo río de la derecha. Y en este sentido beneficie al FMLN.

Saca le va apostar lógicamente al sector de los indecisos y a disputarle voto duro a ARENA. Tiene recursos y tiene carisma. Y seguramente presentará una oferta electoral llamativa. Y Saca definirá en segunda vuelta al virtual triunfador.

Otro escenario es que la fuerza de los aparatos partidarios de ARENA y del FMLN tenga tal peso que minimice cualquier tipo de “tercera vía.” Y que al final FMLN y ARENA definan en primera vuelta el desenlace electoral. En este momento, de ser esta la tendencia, lo más seguro es que ARENA recupere la presidencia y se realice la restauración oligárquica.

Un último escenario que no puede descartarse aunque actualmente aparezca muy débil, es que el FMLN cambie de opinión y logre fortalecer su alianza con el presidente Funes; consolidar la unidad de la izquierda, construir una amplia concertación de fuerzas democráticas y revolucionarias que apoyen su proyecto; ofrecer una oferta electoral confiable y que genere entusiasmo no solo en su militancia sino en el grueso de la población. Esto lo posicionará como la fuerza para encabezar el segundo gobierno del cambio. Ojala así sea.-

ELIGEN NUEVA DIRECTIVA EN ADESCO COL. SANTISIMA TRINIDAD

ELIGEN NUEVA DIRECTIVA EN ADESCO COL. SANTISIMA TRINIDAD

AYUTUXTEPEQUE, 24 de mayo de 2012 (SIEP) “Les agradezco el apoyo y tengan la confianza que vamos a trabajar por sacar a delante a nuestra comunidad…” expreso Teresita Morales, al ser electa como presidente de la Asociación de Desarrollo Comunal de esta localidad.

La nueva directiva de esta ADESCO sera juramentada el proximo domingo 1 de julio en las instalaciones de CIDEP, el costado sur del parque de la populosa Col. Santísima Trinidad. Entre los integrantes de esta nueva junta directiva se encentran Max Rodriguez, Giovanni Cruz, Luis Alvarado entre otros.

“Vamos a hacer un esfuerzo organizado para enfrentar los múltiples problemas que nos agobian, entre los que se encuentran los de la recolección de la basura, los de la seguridad ciudadana, la gestión de riesgo, la educación, la recreación y la salud. Estos seran nuestros ejes de trabajo” indico la Sra. Morales.

Por su parte, el Lic. Humberto Carrillo, exalcalde de esta ciudad, y actual coordinador del Movimiento Ciudadano de Ayutuxtepeque, MCA, felicito este esfuerzo y le deseo “éxitos en esta labor de promover el progreso y el desarrollo de nuestro municipio.”

TESIS SOBRE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA EN EL SIGLO XXI

TESIS SOBRE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA EN EL SIGLO XXI

“Es más probable que un intelectual de izquierda se pregunte sobre la condición de izquierda y su identidad ideológica y política, a que un pensador conservador deje de razonar en términos de rentabilidad y de ganancia.”

¿Qué es ser de izquierda en los inicios del siglo XXI? ¿Cuáles podrían ser los fundamentos de una nueva definición de la condición de izquierda en el futuro? ¿Cuál es el sentido profundo que identifica actualmente y que podría identificar en el futuro al ser de izquierda?

Este ensayo desarrollado a través de un enfoque multidisciplinario y prospectivo propone a la reflexión intelectual un conjunto de elementos teóricos y conceptuales para contribuir a identificar los rasgos distintivos de la condición de izquierda en los inicios del siglo XXI.

INTRODUCCION

Una sola frase y todas las intocables adquisiciones de la civilización occidental fueron puestas en cuestionamiento: “Proletarios del mundo entero, uníos”. Así termina el Manifiesto Comunista de 1848 y así se comienza la era de las grandes transformaciones sociales y políticas, resultado de la primera Revolución Industrial, una época que parece haber concluido su prolongado ciclo en 1989 y 1990, con el derrumbe de los sistemas socialistas reales, de la Unión Soviética principalmente.

Pero…mirado objetivamente el mundo con un mayor detenimiento, mirado el planeta en los inicios del siglo XXI, no puede menos de sobrecogernos el espectáculo gigantesco de que las mismas miserias, injusticias, desigualdades y anomalías, que ocasionaron desde 1848 en adelante, la explosión de la conciencia obrera contra el capitalismo, esas mismas miserias y desigualdades estructurales se nos aparecen reproducidas, profundizadas y aumentadas a escala mundial con el peso agravante de un hecho insoslayable: parecemos no disponer de un modelo de sociedad que oponer a este capitalismo globalizado, desigual y con aspecto triunfante, que hoy pretende sustentarse y justificarse en un pensamiento único, y que se presenta a sí mismo como el “modelo a seguir”.

Frente a este espectáculo y a esta realidad entonces, tiene un profundo sentido ético e intelectual preguntarse ¿qué es ser de izquierda revolucionaria en los inicios del siglo XXI?.

La pregunta no tiene porqué parecer anacrónica, si convenimos que las mismas causas estructurales que hace más de un siglo ocasionaban en todo el mundo un malestar social creciente, creciendo hasta convertirse en descontento, descontento que se transformaba en rechazo, en protesta, en revuelta y hasta en revoluciones, hoy continúan surgiendo en muchos lugares del planeta, y los mismos descontentos y desigualdades conducen por el camino de las mismas protestas.

Para responder a la pregunta que nos convoca, tenemos varios momentos históricos a los cuales apelar para una mejor comprensión. Se puede fijar el punto de partida en el mismo 1848 y tratar de analizar cómo el siglo XIX estuvo plagado de revoluciones nacionalistas que tenían un trasfondo social y político anti-capitalista innegable. La actualidad del diagnóstico realizado en el Manifiesto Comunista no debería sorprender a nadie.

O podría uno fijarse como hito desencadenante los sucesos de Chicago en 1868 que dieron comienzo a la demanda por la jornada de trabajo de 8 horas en todos los continentes y para todas las clases obreras conscientes de aquella época, y esa exigencia cada vez más masiva resultaba de una toma de conciencia que se traducía en organización de lucha social sociedades obreras de resistencia, sociedades mutuales, gremios y sindicatos para después darle contenido a expresiones políticas orgánicas los partidos socialistas, las corrientes socialdemócratas, los partidos comunistas y los movimientos anarquistas y del sindicato y el partido a la calle, a la barricada, a la revuelta y a la revolución.

La condición de izquierda en particular como condición política e intelectual entonces, arranca sus raíces desde el fondo social profundo de la historia del capitalismo y de una toma de conciencia de la sociedad presente de la que se nutren las Ciencias Sociales modernas, en especial la Sociología, la Historia, la Economía y la Ciencia Política.
¿Porque esta eterna pregunta sobre la identidad de izquierda?
¿Porque nos desangramos casi hasta la inanición, por encontrar el sentido de nuestras ideas y de nuestro posicionamiento en la realidad social y política?

Probablemente una respuesta a estas interrogantes se encuentra en el hecho de que no es fácil ser de izquierda, porque es más probable que se encuentre usted en la oposición casi toda su vida y no es cómodo oponerse siempre a todo, y por eso surge la necesidad de pensar y la posibilidad de repensar la identidad de la izquierda desde una óptica propositiva.

Este ensayo tiene por objeto reflexionar acerca de la identidad de izquierda, en las condiciones históricas propias del inicio del siglo XXI y en términos que permitan comprender tanto las dimensiones de la crisis teórica vivida desde fines del siglo XX como de las perspectivas, dilemas y horizontes que se le presentan para el futuro.

LOS ORIGENES Y FUNDAMENTOS HISTORICOS DE LA IZQUIERDA

Podría parecer ocioso tener que ir a buscar los fundamentos intelectuales de la izquierda en épocas remotas, pero aparte de aquellas corrientes que han querido llegar hasta las épocas bíblicas en busca de sus raíces, parece existir un consenso general en cuanto a que las bases conceptuales del pensamiento de izquierda, a lo menos en la tradición de Occidente se encuentran en los pensadores utópicos de los siglos XVII y XVIII y en determinados pensadores políticos del período de la Revolución Francesa, ideas que a su vez, vinieron a ser sistematizadas por algunos pensadores del siglo XIX.

Las diversas escuelas utópicas inauguradas en el siglo XVI por Tomás Moro, fueron prolongadas a través de distintas trayectorias intelectuales por los utopistas de los siglos XVII y XVIII, dando forma a una corriente de pensamiento que buscó al mismo tiempo señalar los vicios de la época feudal y del naciente capitalismo y diseñar un estado ideal de la sociedad, siempre de algún modo relacionado con las carencias antes descritas. Del utopismo de la época renacentista y moderna, a los fundamentos del socialismo científico y hasta las formas y realizaciones de los socialismos históricos del siglo XX, la historia del pensamiento de izquierda constituye uno de las vertientes fundacionales de la modernidad.

No obstante la crítica que los autores del socialismo científico, en especial Marx y Engels hicieron de los utopismos anteriores, no cabe duda que se alimentaron de su poderoso contenido crítico.

9 TESIS SOBRE LA IDENTIDAD DE IZQUIERDA

En el marco de la tradición histórica e intelectual de Occidente pero no solamente en ella, las izquierdas constituyen a la vez un universo teórico-intelectual y socio-político que asienta sus raíces en las condiciones de vida y de trabajo generadas por la implantación, consolidación e institucionalización del sistema capitalista de producción y dominación en la sociedad hy su expansión a escala mundial durante los siglos XIX y XX.

El rasgo principal de la actual izquierda en el mundo, es su crisis. A partir de la evidencia de sus crisis de saber, de programación y organización, la gran tarea histórica de las izquierdas debería pasar por reaprehender el mundo y recuperar un discurso transformador posible en directa conexión con los movimientos populares nacidos extramuros de la izquierda convencional y de la crisis generalizada, a manera de respuesta de una izquierda necesaria convocada por los quiebres de la realidad social y política de fines del siglo XX.

La crisis política e intelectual de la izquierda se corresponde con el fin de la sociedad basada en la industria y la tecnología del siglo XIX y el paso gradual hacia una sociedad de la información y del conocimiento en que el componente de trabajo intelectual pasa progresivamente a predominar sobre el componente de trabajo físico.

TESIS I: UN ORIGEN HISTORICO E INTELECTUAL ANTICAPITALISTA.
La definición ideológica y teórica básica de la condición de izquierda, y que proviene de sus raíces históricas en el siglo XVIII y XIX, consiste en un claro posicionamiento crítico político y teórico frente al sistema capitalista de dominación, de manera que ser de izquierda y definirse como de izquierda en el presente significa adoptar una postura esencial y radicalmente crítica frente al conjunto del sistema de dominación socio-político y económico capitalista, sus modalidades históricas de aplicación y sus consecuencias, postura cuya gradación de intensidad crítica y de transformación estructural pueden ir en un continuum desde la tesis de la introducción de reformas parciales y graduales al sistema hasta la tesis de la ruptura más o menos violenta de éste. Por lo tanto, la esencia de la identidad de la izquierda como universo político y teórico reside en su crítica y su radicalidad frente al sistema capitalista. Ser de izquierda significa oponerse al capitalismo, como forma de organización económica, como modo de dominación política y como mentalidad ideológica y cultural.

El pensamiento de izquierda continúa constituyendo en el presente, al igual que desde principios del siglo XIX, el aporte intelectual y teórico crítico más coherente frente al sistema de dominación capitalista y burgués.

TESIS II: LA IZQUIERDA FORMA PARTE DE UNA REALIDAD POLITICA INOBJETABLE E INELUDIBLE.

La definición de izquierda en el campo político, así como las definiciones de centro y de derecha existen en la realidad socio-cultural, ideológica, intelectual y política de la sociedad moderna desde la experiencia de la Revolución Francesa y no desaparecen por alguna decisión voluntarista y constituyen formas de representación política asentadas profundamente en los sistemas políticos modernos.

Así como –desde el siglo XIX hasta el presente- las más diversas dictaduras políticas, militares e intelectuales reaccionarias y de derecha han tratado de eliminar a la izquierda del escenario político, así mismo su permanente resurgimiento y reaparición bajo nuevas formas y estilos de acción, reflejan que ellas se encuentran radicadas y profundamente ancladas en el imaginario colectivo de los pueblos y de las naciones.

TESIS III: EL DIFICIL PASO DE LA TEORIA CRITICA A LA PRAXIS POLITICA.
La definición teórica de la izquierda no es unívoca con la definición política que se supone deriva de aquella, en términos tales que la radicalidad teórica de los postulados de la izquierda no resulta necesariamente en la radicalidad política de quienes actúan en la práctica social y política. Esta dificultad se manifiesta en diversas cuestiones tales como el de las vías de la acción para conquistar el poder, el de la forma de conducir el Estado o de la estrategia de alianzas en el curso del proceso hacia los cambios.

TESIS IV: LA IZQUIERDA CONSTITUYE UN IDEARIO CON SU PROPIA RACIONALIDAD Y VALORES.
La identificación teórica y política de izquierda es básica, primaria y esencialmente en relación con el sistema capitalista de dominación y no con las demás corrientes de pensamiento del espectro político de la sociedad. Esto significa que ser de izquierda no constituye solamente una definición política, intelectual y teórica en relación con las demás corrientes del espectro político, sino que contiene una racionalidad que hace referencia a las condiciones estructurales y coyunturales de un sistema capitalistade dominación respecto del cual se define como contrario.

La izquierda se ha definido históricamente como la corriente política, cultural, social e intelectual portadora de los valores de la libertad, de la justicia, de la igualdad y la solidaridad, del cambio social, del racionalismo y la primacía de la inteligencia sobre la fuerza, de la creencia optimista en la perfectibilidad del ser humano y de la sociedad, del perfeccionamiento contínuo de la experiencia democrática, del antiracismo y el antibelicismo y la construcción de una paz justa entre los pueblos y naciones, de las profundas aspiraciones de cambio de las mayorías ciudadanas, del rechazo al clericalismo y al verticalismo autoritario.

TESIS V: LA IZQUIERDA ES UNA POSTURA POLITICA, QUE REPRESENTA ADEMÁS UNA CULTURA Y UNA ETICA

La identidad política y teórica de izquierda no constituye solamente una postura ideológica y política que se materializa en el plano de las estructuras socio-políticas y de los sujetos sociales históricos sino que representa además y sobre todo, una determinada cultura política representativa de determinados segmentos sociales y que además, es característicamente moderna.

Existe una cultura de izquierda en nuestras sociedades actuales, una pertenencia e identidad de izquierda subyacente dentro de la cultura política, que forma parte de las tradiciones de luchas sociales, proletarias y obreras, que recoge en su diversidad la historia de formación y desarrollo de los movimientos urbanos de trabajadores, artesanos y profesionales durante los siglos XIX y XX, así como de los movimientos y demandas de campesinos e indígenas y otras minorías excluidas del sistema.

Los enemigos de la izquierda quieren ver su inexistencia, quieren anunciar su desaparición, quieren explotar sus derrotas para proclamar su obsolescencia definitiva y final. La izquierda, en la rica diversidad de sus proyectos, corrientes y movimientos sigue existiendo en el siglo XXI como expresión de una protesta ética, intelectual, social y política contra un sistema económico-político y una dominación imperial que pretenden condenar a la Humanidad a un solo supuesto destino inevitable: la perpetuación de la dominación capitalista, la hegemonía del lucro sobre el ser humano y su felicidad.

Desde esta perspectiva, la identidad de izquierda no solo constituye un componente esencial de la cultura nacional y de la identidad patriótica de los pueblos y las naciones, sino también contiene una visión del mundo y de la Humanidad y, sobre todo, es portadora de una ética: el ser de izquierda implica una moral cívica en que el valor de la consecuencia, del esfuerzo solidario y consciente por la libertad y bienestar de los más desposeídos, se acompaña con el apego irrestricto a la libertad y la justicia, a la búsqueda honrada de la igualdad, de la dignidad y la profunda aspiración a la primacía del ser humano sobre toda otra consideración.

TESIS VI: NO HAY UNA IZQUIERDA, SIEMPRE HAN HABIDO VARIAS IZQUIERDAS.

Desde la perspectiva de sus formas de expresión y representación no hay una izquierda, nunca ha habido una sola izquierda, sino que en la realidad histórica mundial siempre han coexistido varias corrientes de izquierda con mayores o menores niveles de convergencia o de divergencia. Por lo tanto, la diversidad es el rasgo distintivo de las izquierdas como universo político y como expresión de una pluralidad social y cultural. Así, el problema de la unidad de las izquierdas está relacionado no con la coherencia de los programas y posturas de cada sector, sino con la necesidad histórica de integrar, reunir y coordinar fuerzas para combatir al capitalismo, o para producir socialmente una mayoría política que sustente el poder susceptible de producir los cambios, o para sustentarse en el poder socialista.

La diversidad enriquece la unidad, la representatividad y la democracia interna del movimiento. El proceso hacia la constitución de nuevos sujetos históricos de cambio social se manifiesta, entre otros elementos, en el surgimiento de las siguientes tendencias.
a) la constitución de identidades políticas no partidistas desarrolladas en torno a una condición de género (las mujeres), a un rol privado, grupal o sectorial (los ancianos, los jóvenes, los homosexuales), o a valores universales que apelan al sujeto como miembro del género humano (pacifistas, defensores de la naturaleza o los derechos humanos).
b) la formación de nuevas organizaciones, definidas más por el movimiento que por la estructura, que adoptan la forma de redes y que no se enmarcan en el sistema de partidos políticos ni en estructuras orgánicas y permanentes, sino que mantienen altos grados de flexibilidad y de autonomía.
c) el surgimiento de nuevas pautas de acción política, socio-política y socio-cultural, más cercanas a las formas directas y horizontales de democracia, que se orientan hacia la participación social y ciudadana y hacia la configuración de multitudes inteligentes, para la definición y demanda de prioridades o sectoriales sin pasar por la mediación de los partidos políticos ni por el proceso electoral.
d) el despliegue de nuevas estrategias de acción política, por fuera de los canales institucionales electorales y representativos, esto es, acciones no convencionales que van desde las formas directas como la protesta ciudadana, las manifestaciones, las multitudes inteligentes, las marchas y los paros cívicos, hasta las acciones concertadas y pactadas entre agrupaciones sociales, o bien de estas con los entes gubernamentales. Estos actores o movimientos sociales no tienen en general una propuesta sustantiva de nuevo régimen político, sino más bien un interés por influir sobre las decisiones de las élites políticas y el Estado, en aquellos aspectos que son de interés para esos movimientos.
e) se redefinen también los ámbitos territoriales de práctica política y de ejercicio de poder mediante el establecimiento de formas de gobierno y gestión autónomas que coinciden con localidades, regiones o etnicidades caracterizadas por una fuerte identidad cultural o social, lo que en la práctica socavan, de alguna manera, los Estados centrales y los ámbitos nacionales.

Los nuevos movimientos sociales, cívicos, ciudadanos, de género, étnicos, locales, regionales, ponen en jaque la centralidad política e institucional del Estado, el sistema de partidos, los mecanismos institucionales de la representación y los canales formales de la participación, politizando al mismo tiempo a la sociedad civil. Los centros se multiplican, los actores y sus prácticas se pluralizan y las maneras de hacer política se reinventan; es decir, se instaura un nuevo patrón de politización, que se manifiesta en nuevas concepciones sobre la democracia. Se insiste en las autonomías, en las redes, en los autogobiernos, en la participación ciudadana en todos los ámbitos de la vida social, en la descentralización del poder y en el fortalecimiento de las democracias locales y regionales.

TESIS VII: DEL DIAGNOSTICO AL PROYECTO
La naturaleza propositiva del discurso y de la postura política de las izquierdas, constituye una vertiente complementaria y fundamental de la identidad de izquierda. No basta con el diagnóstico crítico del capitalismo dominante y de la globalización en curso: la mentalidad y la cultura de izquierda requiere siempre de un componente propositivo. Después de un diagnóstico crítico anti-capitalista y anti-imperio, la izquierda debe ser portadora de un modelo de cambio, de una idea de nueva sociedad y de un proyecto alternativo de nación, de Estado y de democracia.

La hegemonía capitalista se organiza en un sistema de dominación y de poder que articula a un sistema económico basado en el lucro, el predominio del capital sobre el trabajo, la explotación multiforme del trabajo, la inteligencia, el conocimiento y la creación, el predominio de las grandes corporaciones globales sobre las economías nacionales y regionales, sobre la desigualdad básica territorial, estructura económica que se enlaza con una estructura de poder político el Estado burgués y sus diversas formas de régimen político y con una superestructura ideológica y cultural que opera como paradigmas articuladores de la dominación en el plano de las conciencias.

Por lo tanto, la crítica anticapitalista de la izquierda moderna en el siglo XXI es una crítica integral al sistema de dominación y contiene un proyecto de transformación de esta forma de sujeción de los seres humanos, de la naturaleza y del conocimiento y la cultura, por una nueva sociedad más humana, más justa, más libre, más igualitaria y más participativa.

La radicalidad de la crítica anti-capitalista de la izquierda reside tanto en su capacidad para construir un diagnóstico crítico de las condiciones objetivas y subjetivas en las que se manifiesta históricamente el modo de producción y de dominación capitalista, a partir del protagonismo y la toma de conciencia de las clases y segmentos sociales y culturales subordinadas, explotadas y excluídas, sino sobre todo en su virtualidad y capacidad orgánica y diversa, para proponer un determinado modelo de tránsito y un horizonte sistémico de cambio, alternativo al sistema de dominación existente.

TESIS VIII: EL SUJETO HISTORICO DEL CAMBIO SOCIAL SON TODOS LOS EXCLUIDOS Y EXPLOTADOS DEL SISTEMA

Una de las cuestiones teóricas cruciales para la izquierda del futuro es la de delimitar el sujeto histórico de cambio que exigiría subjetiva u objetivamente la transformación de la sociedad, habida cuenta de la pluralidad potencial de ese sujeto evolucionado desde aquella histórica clase obrera convertida por la revolución industrial en protagonista ascendente de la Historia. Es evidente en la historia que los potenciales sujetos históricos de cambio dificilmente adquieren conciencia de su rol histórico, lo que explica que el proletariado está pasando a la Historia como pasado sin haber adquirido conciencia de clase en sí y para sí. Más difícil es definir al disperso sujeto histórico crítico formado frente a la globalización y que más que moverse en pos de la utopía, parece hacerlo a partir de un inventario de necesidades y aspiraciones.

Por otra parte, uno de los campos en los que los cambios suscitados por el capitalismo global actualmente imperante es el del trabajo. Desde la segunda mitad del siglo XX, tienden a desaparecer las condiciones laborales que facilitaban la toma de conciencia y permitían la solidaridad y la lucha de clases. La atomización, la alienación y el individualismo de los modernos explotados requiere de una praxis cultural, intelectual e ideológica mucho más extensa, radical y profunda. Hay que partir desde esta nueva realidad compleja, abordar la problemática del protagonismo social, cultural y político no solo desde los conceptos clásicos, donde se resaltaba la explotación salarial de los trabajadores como el gran trasfondo de la denuncia ideológica. En la sociedad de consumo actualmente dominante se manifiestan diferentes formas de alienación social, cultural, económica, moral y política de los explotados y excluídos, todos efectos degradantes que los colectivos deberán combatir y transformar.

Las transformaciones sociales y políticas que conducirán a una nueva sociedad, son el resultado del despliegue multiforme de diversos actores sociales, culturales y políticos que constituyen un sujeto histórico de los cambios, a través de su movilización consciente y multitudinaria, de la construcción desde la sociedad civil de una organización social diversa y plural que vehiculiza y lidera desde una lógica democrática y horizontal el proceso de cambios.

El sujeto histórico de los cambios sociales no es una clase social en particular, ni un segmento social, cultural o político determinado y limitado, sino que se constituye como un vasto y multiforme movimiento de carácter socio-cultural y político en el que caben todos los excluídos, discriminados y explotados por el sistema de dominación imperante, y que es portador en cada momento del proceso histórico de sucesivos proyectos de cambios estructurales de un profundo contenido democrático y democratizador, que lleva a las instituciones democráticas a su tensión más amplia y plural y que constituye formas de poder, de decisión, de gestión y de participación amplias y horizontales.

El nuevo sujeto histórico es una articulación móvil y dinámica de actores sociales populares que desde las injusticias y las estructuras injustas a las que logra identificar en sus propias condiciones de producción y consigue asociar constructivamente con las demás inequidades, asimetrías e injusticias específicas del orden político, de la cultura, de las condiciones de vida y del desarrollo, ganan en identidad histórica al asumir que no son éstas injusticias específicas las que pueden resolverse en sí mismas mientras nos se transforme el conjunto del sistema de dominación en la que tienen lugar.

La construcción del sujeto histórico, portador del cambio en el siglo XXI, está estrechamente vinculada con la formación y el despliegue del tejido social, que es todo el trabajo social, político, intelectual y cultural que facilita el desarrollo y potenciamiento de espacios autónomos, libres y democráticos de encuentro que devengan en espacios de organización. El tejido social no pude desplazar, ni reemplazar por decreto la antigua existencia político—popular (sindicatos tradicionales, partidos, movimientos políticos y político-sociales, profesionales, gremiales etc.).

Los actores del tejido social gestan sus propias formas de organización y expresión social y política (en un nuevo sentido que no excluya al antiguo). El encuentro de estas formas con las organizaciones políticas populares tradicionales debe ser de encuentro constructivo, de conocimiento y aprendizaje mutuo. Son sus propios actores los que deben configurar los caracteres específicos de este tejido. La articulación de las diversas expresiones del tejido social con los movimientos políticos debe permitirles evitar o resistir la represión y el aislamiento, conseguir al mismo tiempo, reconocimiento, legitimidad e identidad. El tejido social constituye la trama de la fuerza ejecutora del movimiento popular, su historización real. Es, por consiguiente, el referente central de toda práctica alternativa y liberadora.

TESIS IX: LA IZQUIERDA HA DE SER PROFUNDA Y RADICALMENTE DEMOCRATICA O NO SERÁ

Si hay un punto de equilibrio que es vital para la existencia del sistema de dominación actual en el mundo, es la cuestión democrática. ¿Hasta qué límites el sistema actual de dominación puede ser democrático sin que el propio sistema no vea amenazadas sus bases fundamentales de sustentación?

Las izquierdas tienen que ser capaces de llevar la democracia hasta sus límites más amplios y profundos. En su esencia la demanda ciudadana que las izquierdas deben ser capaces de vehiculizar y de liderar, es la aspiración de introducir toda la democracia posible y necesaria para que el conjunto del sistema de dominación pueda encontrarse de frente con sus propias definiciones teóricas nunca realizadas. Todo en el actual sistema de dominación es a democratizar: el orden político, el espacio público, el sistema de partidos políticos, el poder ejecutivo, el poder legislativo, el poder judicial, la estrcutura económica, todo debe ser impregnado por una corriente profunda de democratización que transforme al conjunto del orden político representativo en un orden político participativo.

Se trata de pasar de una democracia gobernada a una democracia gobernante. La radicalidad del proyecto democrático de la izquierda consiste no solo en su decisión y voluntad de practicar la democracia en el movimiento que la constituye, generando una amplia y profunda cultura democrática, sino en su capacidad para liderar una transformación democrática de las instituciones representativas del Estado moderno, proyecto que supone introducir en la lógica de las instituciones y de los regímenes políticos mecanismos cada vez más amplios, universales y significativos de participación de los ciudadanos en los procesos de toma de decisión que les conciernen.

El carácter participativo que propone la izquierda para la democracia parte del principio de que la ciudadanía es la depositaria primordial de la soberanía y del poder constituyente y que, en virtud de este concepto fundacional de las democracias modernas, son los ciudadanos en quienes deben residir cada vez más las decisiones de los asuntos públicos, de manera que los mecanismos participativos abarquen todos los aspectos fundamentales de la vida política, social y económica de la nación.

TESIS X: LA IZQUIERDA SE AMPLIA EN LA ACCIÓN.

Las referencias a la izquierda, no aluden sólo a los elementos tradicionales, como pueden ser revolucionarios socialistas, comunistas y socialdemócratas, sino a todos los que, en la palestra política, adelantan transformaciones o actitudes progresistas. Tales son los casos del movimiento anticolonialista y de liberación nacional, los luchadores por la paz, los movimientos sociales, los sectores avanzados dentro de la oficialidad militar, los políticos nacionalistas y comprometidos y naturalmente los elementos revolucionarios.

Derecha e Izquierda son contrarias, opuestas, antitéticas lo cual quiere decir que ninguna doctrina, pensamiento o movimiento político puede ser al mismo tiempo de derecha y de izquierda. Todas las disciplinas del saber humano moderno están dominadas por una de ellas. Cuando se quiso explicar la desaparición de la “díada” como la conceptualiza Bobbio, se situó a la base la crisis de las ideologías, o como la llamó pomposamente el entonces teórico de moda Alfredo Fukuyama, “El fin de la historia”.

La historia nos ha demostrado que nunca ha habido tal crisis de ideología y que no hay nada más ideológico que afirmarlo, dice Bobbio (Derecha e izquierda. Razones y significados). Izquierda y Derecha no indican solamente ideología, de tal manera que reducirla a esto es una tontería. Indican programas opuestos, intereses y valoraciones contrarios de hacia dónde conducir a la sociedad, que en El Salvador equivale a decir una democracia del pueblo (revolucionaria) o una “democracia del poder” (tradicional burguesa y autoritaria)

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Caute, D.: THE LEFT IN EUROPE. London, 1977. World University Library.Cole,
G.D.H.: A HISTORY OF SOCIALIST THOUGHT. 1789-1939. (5 vols). London, 1953.
Hobsbawm, E.: LA ERA DEL CAPITAL, 1848-1875. Barcelona, 1998. Grijalbo-Mondadori.

El Salvador: ¿Estarán cantando ya los cisnes de la oligarquía?

El Salvador: ¿Estarán cantando ya los cisnes de la oligarquía?
Por Roberto Pineda 10 de junio de 2012 www.ecumenico.org rpineda59@yahoo.com

La victoria electoral de marzo del 2009 inauguró un nuevo momento político en la actual etapa de revolución democrática antiimperialista, que puede perdurar o desaparecer en dependencia de las correlaciones de fuerzas políticas, y particularmente electorales que fortalezcan o derriben este proyecto de cambios logrado mediante una amplia alianza política y por la riesgosa vía electoral. Es un avance histórico significativo, pero con muchas limitaciones. No podemos ni subestimarlo ni sobreestimarlo, sino ubicarlo en su justa medida.

Es un error considerar que nada ha cambiado, a partir de la existencia del mismo sistema capitalista e incluso del mismo modelo neoliberal impuesto por los centros financieros internacionales y ejecutado por el partido ARENA desde 1989. Hay compañeros dogmaticos que no comprenden que la situación ha cambiado y siguen aferrados las mismas consignas de agitación y propaganda del periodo anterior, de lucha contra ARENA, de ser oposición. Incluso algunos siguen prisioneros de las consignas del periodo de la guerra. La situación ha cambiado.

La llegada de un gobierno de izquierda ha permitido desplazar por la vía electoral, a la derecha del gobierno, mejorar las condiciones de vida de la población así como modificar algunas prácticas institucionales nefastas como la subordinación ante la presidencia. Ha habido cambios, reformas.
Todas estas son reformas dentro del sistema. Pero a la vez importantes pasos de avance en el proceso de acumulación de fuerzas orientado a la ruptura con el sistema. Que la ruptura suceda, que se materialice, va depender tanto del nivel de organización, conciencia y disposición combativa de los sectores populares como de la claridad y voluntad de lucha por el poder de su fuerza dirigente.

En caso que estos factores no existieran, las fuerzas del sistema, la derecha oligárquica, aliada al imperio, lograra cooptar a las fuerzas del cambio y garantizar un nuevo periodo de su dominación, que puede empezar en el 2014. La ruptura, el quiebre del sistema puede presentarse de diversas maneras tanto pacificas como violentas, dependiendo de la resistencia de las clases dominantes, pero tiene como eje fundamental la participación enérgica de los sectores populares. Crear las condiciones para ese momento es nuestra responsabilidad como revolucionarios.

Es también un error contrario sensu, pensar que todo ha cambiado y que ya están cantando desafinadamente los cisnes de la oligarquía hotelera salvadoreña, incluso en una situación en la que se ha desplazado a la derecha del control de importantes instituciones del estado y que la disputa política, la lucha por el poder, atraviesa por los sagrados e inéditos terrenos de la economía. Hay compañeros pragmáticos, que de manera oportunista, se adaptan a obtener beneficios personales de la situación de avance popular que atraviesa nuestro proceso político.

Lo adecuado es considerar que ha habido cambios importantes en el sistema político que han permitido la presencia de la izquierda en áreas en las que nunca antes se había incursionado. Es un aprendizaje excepcional el realizado al conducir aspectos clave del manejo gubernamental. La derecha entra en pánico al pensar que esta situación se va prolongar por otros cinco años. Y hay que permitirle amablemente que ese pánico se mantenga indefinidamente.

¿Una nueva situación en el movimiento popular?

Las multitudinarias manifestaciones y concentraciones realizadas el 27 de mayo y que tuvieron como meta y sede el CIFCO pueden abrirle el paso a un nuevo momento, a una nueva situación del movimiento popular y social. Los sectores que apoyan al presidente Funes tuvieron en primer lugar, la capacidad de organizar una contundente respuesta popular a la derecha, en apoyo de los cambios.

Y segundo, de unificar a diversos segmentos dispersos y convertirlos en una poderosa coalición popular. A la cabeza de estos esfuerzos se encuentra la Mesa Agropecuaria, MUSYGES-FENASTRAS, y la Concertación y Coordinación de Veteranos de Guerra. Campesinos y obreros básicamente.

Se abre posiblemente un periodo de disputa de las masas similar al vivido en épocas pasadas. Ojala que así sea. Lo importante es que es una disputa al interior de los sectores populares. La derecha no ha tenido la capacidad de construir un movimiento masivo “ciudadano” en contra del actual gobierno, aunque lo esta intentando.

Durante la década de los setenta coexistieron dos grandes movimientos de masas: el de la UNO, de naturaleza electoral y el de las organizaciones revolucionarias de masas, FAPU, BPR, LP-28. En la segunda mitad de los ochenta, en plena guerra, el PDC, partido en el gobierno, con apoyo de EE.UU. pudo construir un movimiento de masas, la UNOC, que le disputaba masas a la UNTS, influenciada por el FMLN.

Y con esta actividad del 27 de mayo surge la UNDPC, que le disputa a las organizaciones populares influenciadas por el FMLN. La disputa puede ser un factor de crecimiento, como lo fue en el pasado durante el periodo de la dispersión de la izquierda.

Incluso puede ayudar a superar la situación prolongada de reflujo del movimiento popular, que tuvo su ultimo momento de auge en las ya lejanas batallas del 2002 en contra de la privatización de la salud. Y en el surgimiento y luchas del Movimiento Popular de Resistencia 12 de Octubre y del Bloque Popular Social. Desde entonces estamos en la defensiva, y en particular después de las acciones provocadoras del 5 de julio de 2006 de la Brigada Limón y la posterior aprobación por el presidente Saca de la ley antiterrorista.

Algunos problemas de la teoría revolucionaria

El sistema capitalista basado en la propiedad privada, en su vertiente neoliberal, es en El Salvador, el modo de producción dominante y sus relaciones de explotación prevalecen en las diversas áreas productivas, sean estas agrarias, comerciales, industriales, del transporte o financieras. Y con una fuerte penetración del capital transnacional en ramas claves de la economía. Un cambio estructural de naturaleza revolucionaria significa modificar este sistema. Y no esta fácil. Pero tampoco es imposible. Requiere esfuerzo, inteligencia y voluntad.

En la actualidad, las reformas planteadas en este momento se orientan a reducir los efectos del modelo neoliberal y transcurren en el marco jurídico de una constitución diseñada para defender y perpetuar el sistema capitalista. Es en este marco objetivo, heredado de una revolución que no alcanzó el poder por la vía armada, y que se vio obligada a negociar una salida política pero que ha construido un poderoso partido de masas, como es el actual FMLN que el proceso revolucionario salvadoreño debe encontrar los cauces, que le permitan acumular la suficiente fuerza para construir el sujeto histórico popular, dirigido por la clase obrera, que rompa el orden establecido y asuma la tarea de la toma del poder.

Y lo de la clase obrera no es un agregado formal sino la clave para determinar la fuerza dirigente de este proceso, si es que estamos hablando de orientarnos hacia el socialismo. Lo mismo con respecto a la ideología marxista. Porque si de lo que hablamos es de ajustes dentro del sistema, es entendible entonces la omisión del carácter de clase de este proceso. Si la meta es atrincherarnos en la lucha parlamentaria lo que necesitamos naturalmente es clientes y no militantes.

Estamos en un periodo de acumulación de fuerzas para las futuras batallas por el socialismo. Y en este periodo la conquista de un gobierno de izquierda por la vía electoral es importante ya que permite avanzar en el proceso de educación política de amplios sectores populares. Pero teniendo claridad que por este camino difícilmente llegaremos a nuestro destino final. Este es un barco con un puerto cercano. Pero nos acerca. Aunque debemos de llegar al puerto lejano.

Un principio teórico básico es que el socialismo no surge del capitalismo, así como el capitalismo surgió del feudalismo. Para que haya socialismo se necesita una ruptura, un quiebre, una transición de un sistema a otro. No puede concebirse el socialismo en el marco de la propiedad privada como forma fundamental de la actividad económica. Y se necesita de una fuerza política dirigente que oriente el proceso hacia su victoria.

¿Sudando calentura ajena?

El actual enfrentamiento entre la Sala de lo Constitucional y la Asamblea Legislativa con respecto a la elección de magistrados en el 2006 y el 2009 contribuye principalmente a crear el ambiente de ingobernabilidad que la derecha necesita para garantizar la restauración oligárquica en el 2014. El FMLN no debería de sudar calentura ajena y dejar que sea GANA y los magistrados de derecha afectados los que resuelvan este enredo. Al menos el del 2006, ellos lo crearon.

Pero aparece el FMLN públicamente como abogado defensor de procesos claramente viciados. Y con esto lo que hace es aislarse de potenciales aliados, y al final verse obligado a cumplir lo que no puede evadir y termina desgastándose. El FMLN cuenta con la suficiente fuerza legislativa para sentirse seguros que en cualquier negociación su presencia estará garantizada, pero no puede o mejor dicho, no deberían estar peleándole las batallas a partidos de derecha como GANA y el CN, por muy “aliados temporales” que puedan ser.

El presidente Funes en su tercer aniversario

El presidente Funes ha logrado un nuevo impulso que ojala sea sostenido en el tiempo. Inicia su cuarto año con sendas iniciativas de consultas nacionales sobre diversas temáticas, en particular sobre el agobiante problema de la seguridad. Y ha logrado aglutinar a diversos sectores sociales alrededor de estas propuestas.

El presidente Funes necesita fortalecer su relación con su aliado principal, el FMLN. Para esto debe hacer uso de todo su poder de persuasión para garantizar que las futuras batallas por la continuidad del proyecto de cambios se realicen con energía y de manera conjunta. La derecha va tratar de sabotear este acuerdo y de derrotar separadamente primero al presidente Funes y luego al FMLN. Ojala el presidente Funes comprenda que para una conclusión adecuada de su gestión necesita al FMLN. Así como el FMLN necesitará al presidente Funes para inclinar la balanza electoral a su favor.

El FMLN y sus desafíos

La forma como el FMLN designe a su candidato presidencial pronto determinará la victoria o la derrota en el 2014. Si predomina el método de la imposición y no se toman en cuenta la diversidad interna así como el entorno amplio de la candidatura, seguramente cualquiera que esta sea, estará condenada de antemano al fracaso. En estos asuntos y hoy más que nunca, la forma cuenta, y no sólo hay que ser democráticos, sino además parecerlo.

Las elecciones y en particular las presidenciales se ganan al proclamar al candidato, lo demás es parte del ritual. Así fue la experiencia con el entonces periodista Mauricio Funes que ganó la elección presidencial cuando fue proclamado en octubre del 2007. Lo demás fue la escenografía. Si olvidamos esto, nos veremos en serios problemas para derrotar de nuevo a la derecha.

Pero si la forma responde a la necesidad de ir al encuentro de las diversas expresiones partidarias internas, de los amplios sectores democráticos interesados en participar pero también en incidir, y tercero, en garantizar el apoyo de las fuerzas que se aglutinan alrededor del presidente Funes, seguramente se habrá avanzado en garantizar la lucha y la victoria por un segundo gobierno del cambio. Este fue el mensaje dado el pasado marzo por amplios sectores populares. Ojala se escuche.

La Universidad y la lucha ideológica

La revolución en El Salvador, su proceso revolucionario, logró desatar tal energía de los sectores populares, a finales del siglo pasado, que estos lograron penetrar y vencer las estructuras y los mensajes de poderosos aparatos ideológicos de las clases dominantes, tales como los medios de comunicación, el arte y la cultura, la iglesia y la educación, en particular la universidad.

En la década de los setenta, acompañando primero el surgimiento de un gigantesco y combativo movimiento popular, y luego en los años ochenta de un ejército guerrillero, surgieron grupos musicales, solistas, grupos de teatro, titiriteros, grupos de danza, pintores, grupos de poesía comprometida, incluso escultura, novela y cine. Fue un verdadero renacimiento cultural de centenares de trabajadores del arte y la cultura que abrazaron la causa revolucionaria. Este compromiso encarnó en la figura del poeta asesinado Roque Dalton.

Asimismo se desarrolló un fuerte movimiento de comunidades eclesiales de base, con monjas y sacerdotes que desafiaron a las estructuras feudales de la Iglesia Católica Romana y que asumieron de manera consecuente los postulados del Vaticano II y de Medellín. La figura del obispo asesinado Monseñor Oscar Romero simboliza este esfuerzo.

También la revolución incursionó en las escuelas y las aulas universitarias. Los maestros desarrollaron inolvidables jornadas de lucha política reivindicativa durante la década de los sesenta, las cuales sirvieron para arrancarlos de la cerviz de la dictadura militar y educarlos en la lucha de clases. De las filas de estos educadores surgió Mélida Anaya Montes y Mario López.

En esta misma dirección, la Universidad de El Salvador como institución se convirtió en la conciencia crítica de la sociedad salvadoreña desde la década de los sesenta, y en el corazón de la oposición política a la dictadura militar, al imperialismo norteamericano y a la oligarquía.

Los estudiantes universitarios libraron heroicas luchas por la defensa de su autonomía y de su papel como fieles aliados de la clase obrera salvadoreña. De sus aulas surgieron el rector mártir, Dr. Félix Ulloa padre, el Dr. Fabio Castillo y el líder histórico del FMLN, Schafik Handal. El núcleo histórico inicial del FMLN surge casi en su totalidad, de la UES.

Pero por otra parte, la derecha oligárquica no se quedó con los brazos cruzados, y también desde los años sesenta del siglo pasado, impulsa una contraofensiva estratégica para recuperar el terreno perdido e imponer de nuevo su hegemonía cultural a la sociedad salvadoreña. Sabe que la revolución se gana en las mentes y corazones de la población.

Y el estallido de la guerra en los años ochenta y la perspectiva de un triunfo revolucionario obligaron a las clases dominantes a enfrentar esta situación y tomar medidas para recuperar los centros básicos del control ideológico: la religión y la educación. Así como a modernizar su aparato vinculado a los medios de comunicación (noticieros, novelas, programas “hogareños”, etc.) y a los medios de diversión (espectáculos artísticos, deportivos, etc.)

A nivel del área religiosa “limpiaron” a la Iglesia Católica Romana de su sector progresista, incluso mediante la eliminación física de un obispo. Y promovieron la creación de decenas de nuevos movimientos religiosos “evangélicos”, a las cuales les proporcionaron recursos, infraestructura y una agresiva doctrina anticomunista. Hoy extienden su presencia por todo el país.

Y lo misma estrategia realizaron con la UES, la cerraron durante cuatro años (1980-1984) y en ese periodo fomentaron la creación de decenas de nuevas universidades “privadas” con una orientación “técnica y no política.” La primera de estas universidades privadas, la UCA, fue creada en 1965.

Luego se dedicaron a minarla desde dentro, particularmente desde el nuevo periodo abierto en 1992, en el cual el FMLN “decide” abandonar políticamente a la UES. Diez años después, AGEUS, ADUES, ASTUES habían desaparecido y todo el andamiaje orgánico construido durante la guerra estaba sumamente debilitado o había sido absorbido por los desafíos de “administrar” alcaldías.

Esto explica en parte la actual situación de debilidad y dispersión orgánica e ideológica que caracteriza a la comunidad universitaria de la UES, todavía el principal núcleo intelectual del país. Otros factores no menos importantes son el trancazo recibido con la caída de los muros del socialismo real; la irrupción violenta del pensamiento postmoderno que rechaza el compromiso político; y el predominio de la ética consumista del neoliberalismo.

Hoy la derecha cuenta con el control de diversas iglesias, incluyendo la ICR, de diversas universidades, incluyendo la UES. Incluso cuentan con una diversidad de tanques de pensamiento incluyendo FUSADES. Y últimamente hasta con movimiento organizado de masas, incluyendo Aliados por la Democracia. Han avanzado y cualquier lectura de la realidad política y cualquier intento de definir una estrategia de izquierda, debe presupuestar estos elementos, o corre el riesgo de vivir en la nostalgia de tiempos pasados.

Hoy también la derecha cuenta con una amplísima red de medios de comunicación. A partir de los Acuerdos de Paz de 1992, mientras la izquierda avanzaba políticamente, la derecha avanzaba ideológicamente. Y esto explica el fenómeno que los más pobres sean los que más creen y confían en la derecha. Es el producto de muchos años de esfuerzos en diversas direcciones y con inagotables recursos. La tarea para el movimiento popular en la actualidad es la de revertir estos esfuerzos oligárquicos, y esto nos llevara algún tiempo, pero lo lograremos. –

LA UST y la Necesidad de construir una nueva organización política de la Clase Trabajadora.

LA UST y la Necesidad de construir una nueva organización política de la Clase Trabajadora.
Viernes, 31 de Diciembre de 2010 12:54 | | | Por: Anastasio Guevara

I. Introducción:

La clase obrera y el movimiento popular salvadoreño, asestó el más grande golpe a la burguesía en el último periodo, que fue lograr sacar a ARENA del gobierno, sin embargo esta gran victoria de las masas es una victoria distorsionada, porque las masas eligieron a un gobierno de colaboración de clases que ha iniciado los más duros ataques a la clase trabajadora, ataques que los gobiernos de ARENA no pudieron implementar, a pesar de esto; amplios sectores de la clase consideran a éste su gobierno.

Es por esta razón que esta victoria se está convirtiendo en la más grande traición a las esperanzas del pueblo, ya que la derecha, a pesar que “la izquierda” gano las elecciones, sigue gobernado; y el FMLN es un pilar fundamental de esta situación, a pesar de esto, para el movimiento obrero, campesino y popular se abre la oportunidad histórica de salir de uno de los más grandes problemas para la revolución socialista: la crisis de dirección revolucionaria.

Desde la Unidad Socialista de Trabajadores, creemos que “…Es necesario construir un partido político para la lucha de la clase trabajadora. Una organización que se forje, y desarrolle en la lucha de la clase trabajadora contra la burguesía y el capitalismo. Debe ser un partido que se dedique al desarrollo y propagación de las luchas de la clase trabajadora, Este partido que queremos construir debe ser democrático, debe permitir la más amplia discusión a lo interno de sus filas, garantizando el espacio para el debate y la polémica. Sin embargo debe ser un partido para la acción, y la lucha con los métodos de la clase obrera (huelgas, piquetes, manifestaciones, etc.) En este sentido reivindicamos la construcción del partido de Lenin, regido bajo el centralismo democrático …”

Es ésta tarea la que orienta nuestro accionar, sacar de la crisis de dirección revolucionaria al movimiento obrero, campesino y popular, aportar en la construcción del Partido Revolucionario de la Clase Trabajadora Salvadoreña; este es, el gran reto que debemos superar.

II. ¿Porque construir un nuevo instrumento político?

El Rol de la cúpula del FMLN en la desmovilización del Movimiento obrero, campesino y popular.

La Revolución Salvadoreña:

La Revolución salvadoreña sigue siendo un referente histórico en las luchas de los pueblos
América Latina y del mundo, por liberarse de la opresión capitalista, sin embargo a pesar del heroísmo del pueblo salvadoreño, sus peores enemigos han sido contradictoriamente, las direcciones traidoras de este proceso, que han llevado a las masas a grandes derrotas a costa de grandes sacrificios. Existen hechos en la historia salvadoreña que lo demuestran, uno de estos fue, la incorporación del Partido Comunistas Salvadoreño (PCS) a la Junta Revolucionaria de Gobierno en 1979, salida desesperada del régimen apoyada por los estalinistas del PCS, que desorientó y desmovilizó al movimiento obrero y de masas, que tenía en aquel momento gran desarrollo e incluso amenazaba con derrocar a la dictadura militar.

Luego el giro a la guerrilla que tomó el proceso revolucionario salvadoreño, descuidando el movimiento de masas, sacando de las ciudades a los mejores cuadros del movimiento obrero y popular, y llevándoles a las montañas, dejando abandonada las masas, sin liderazgo a la suerte que le deparaban los opresores, elevando a estrategia, la táctica a veces necesaria de hacer lucha armada.

Otro hecho no menos importante fue el cambio de dirección al programa del FMLN guerrillero después de los hechos de abril del 83(asesinatos de Marcial y Ana María), pasando del programa del Gobierno Democrático Revolucionario-GDR, al Gobierno de Amplia Participación-GAP. Incorporando la negociación con la burguesía, los militares y el imperialismo, a los objetivos del FMLN y abandonando las posiciones más progresistas, que propugnaban la expropiación del imperialismo y un gobierno obrero y campesino, por una estrategia de conciliación de clases.

Otro hecho fue el apoyo al proceso de los acuerdos de contadora, proceso que terminó con los acuerdos de paz, sin tomar en cuenta la opinión de miles de combatientes, que no estaban de acuerdo, imponiendo la negociación-rendición a costa de la sangre de miles de revolucionarios y revolucionarias, logrando cambios cosméticos en el régimen, pero no transformaciones estructurales, este resultado no fue casual, sino como un plan gestado y desarrollado de manera paciente en las mentes de los dirigentes del FMLN, cerrando el giro dado en 1983 con el cambio de programa de la revolución.

Los “acuerdos de paz” y el desmontaje de la fuerza revolucionaria del pueblo.

Al terminar el conflicto armado con “los acuerdos de paz”, la dirección traidora del FMLN, ahora convertido éste, en partido político electorero, pieza clave del régimen democrático burgués, tomó una serie de medidas a fin de desmotar todo el aparataje ideológico, político y organizativo del movimiento obrero, campesino y popular, para destruir todo lo que tuviera vestigios de una visión revolucionaria de transformar la sociedad salvadoreña, en lugar de tomar la tarea de reconstruir la fuerza del pueblo y reactivar al movimiento de masas en esta nueva etapa.

Existen ejemplos de estas medidas:

Los mandos medios de la ex guerrilla fueron incorporados a programas de reinserción y nivelación educativa, en el INCAE2, o en la UCA3, con el fin de desmontar “las ideas del pasado” y poner a estos cuadros revolucionarios a la altura de “los nuevos tiempos”.

Otro elemento de esta estrategia fue la apabullante inyección de fondos de la cooperación internacional, que convirtió a los otrora comandantes en “directores” de ong´s.

Y lo más grave aún entre otras cosas, fue la decisión consciente de no reconstruir el movimiento obrero y de masas, centrando todo el esfuerzo en la actividad electoral. Atrás quedaron las células de partido, ahora lo importante era organizar los comités de campaña, atrás quedó el movimiento social organizado, ahora la tarea era dirigir las ong,s.

Abolición del debate interno

Una de las primeras medidas, que tomo la cúpula conciliadora fue la disolución de los cinco partidos que conformaban el FMLN histórico (Partido Comunista Salvadoreño-PCS, Fuerzas Populares de Liberación-FPL, Ejército Revolucionario del Pueblo-ERP, Resistencia Nacional-RN y Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos-PRTC), aboliendo con esto el sano debate interno, garantizando así el control, el programa y la política de los sectores reformistas y conciliadores dentro del FMLN.

Abandono consciente del movimiento obrero, campesino y popular

Otra hecho no menos importante fue el abandono de los sectores organizados del movimiento obrero, campesino y popular, dejándoles sin cabeza y sin rumbo.

Atrás quedaron los días de grandes organizaciones campesinas con FECCAS4 y UTC5, obreras como FENASTRAS6, UNTS7 y la FUSS8, Estudiantiles como la grandiosa AGEUS, o la CRM9 que agrupaba las organizaciones de masas (tales como el BPR, el FAPU, MLP, LP28).

Estas organizaciones quedaron a la deriva y por lo tanto, no pudieron resistir los embates de la “reacción democrática” y sucumbieron ante la complicidad de los otrora dirigentes, ahora convertidos en funcionarios del régimen, al que antes combatían.

La dirigencia del FMLN renunció a la reconstrucción del movimiento popular y privilegió la lucha electoral, a la lucha política social, los métodos de la clase trabajadora, fueron cambiados por los métodos parlamentarios, apostando a tener cada vez más funcionarios para poder realizar los cambios anhelados.

Esta conducta tiene una explicación que aunque pareciera evidente, no lo es, y es que por causa de la influencia estalinista en FMLN y por el baño de “realismo” que dejó el vendaval oportunista, luego de las revoluciones que derrocaron los regímenes estalinistas del este europeo, se abandonó la concepción leninista de que; el sujeto social de la revolución socialista es la clase obrera, en alianza con los campesinos y los sectores populares.

Por otro lado la izquierda salvadoreña fue permeada por planteamientos fuera de un enfoque clasista como los de “la multitud”, de negri y hard, del “anti-poder” de
John Holoway, las ideas zapatistas de “un mundo donde quepan, todos los mundos” o de los foros sociales mundiales o mesoamericanos de que “otro mundo es posible”, planteamientos románticos y muy loables, pero sin ninguna claridad política y sin sustento teórico.

Como consecuencia de ello desaparecieron y/o se debilitaron, los organismos de la clase obrera y surgieron los movimientos anti globalización, ambientalistas, feministas, ciudadanos, y la clase obrera fue dejada en manos de las burocracias sindicales, o en el peor de los casos los sindicatos fueron reventados por la burguesía, ante la inmovilidad de la antigua dirección del movimiento obrero, esto a aunado al abandono de la concepción bolchevique de partido, dejando un gran vacío de dirección revolucionaria.

Encausar el descontento popular hacia las elecciones burguesas

El culmen de la estrategia desmovilizadora de la cúpula reformista y conciliadora fue el orientar todas las luchas reivindicativas del movimiento de masas a las elecciones, sacando al pueblo de la lucha popular, de los piquetes, asambleas, las huelgas, las movilizaciones y mítines, e incluso bloqueando las formas de lucha tradicionales de la clase trabajadora, generando esperanzas vanas de cambios a través de la lucha electoral, llevándolo a conformarse con único hecho de la participación en las elecciones y asegurar con esto su porción en el pastel del Estado.

La dirección del FMLN conscientemente garantizó con estas medidas la desorganización y desmovilización del movimiento obrero, campesino y popular, pasando con esto a convertirse en el catalizador reivindicativo del pueblo salvadoreño, canalizando todo el descontento a las urnas, y mediatizando a buena parte del movimiento de masas condenándoles a esperar pacientemente a lograr la mayoría de concejos municipales, la mayoría de diputados, y ganar la presidencia, sin embargo esto ha ido sucediendo y a pesar de eso la situación de la clase trabajadora sigue empeorando hoy en el gobierno del “cambio”.

III. El gobierno de Funes-FMLN, victoria del GAP.

Con la victoria del FMLN en las pasadas elecciones, se cierra con éxito la estrategia trazada en 1983, la conformación de un Gobierno de Amplia Participación, incorporando en el nuevo gobierno a sectores de la burguesía, militares, partidos de derecha, e incluso a funcionarios del mismo partido ARENA, la ejecución de un programa burgués, y como resultado de esto la administración de los negocios de la oligarquía nacional y las transnacionales ahora por los nuevos gerentes “de izquierda”.

Caracterización del gobierno de Funes-FMLN: Frente popular o gobierno de conciliación preventivo.

“…La importancia de la caracterización del gobierno actual, se está volviendo una imperiosa necesidad dentro de la izquierda salvadoreña. Cada día que pasa; se nubla más la certeza de la gente que, “esta vez sería diferente”, que esté sea “el primer gobierno de la izquierda”, o “El Gobierno del cambio” e incluso ha empezado a cuestionarse que este sea, como lo afirma el FMLN “un gobierno de transición10…”

El gobierno actual es un gobierno de Frente Popular preventivo, esto es así por qué este gobierno principalmente, busca desviar el ascenso de las masas, que poco a poco se venía desarrollando con 20 años de gobiernos de ARENA.

Esta caracterización es importante para definir como revolucionarios, nuestro accionar político, ya que, si no hacemos una caracterización precisa al tipo de gobierno que nos enfrentamos podemos caer en desviaciones, ya sea de tipo oportunista o sectaria.

Porque afirmamos que este es un gobierno de coalición de clase o frente popular preventivo:

El gobierno de Funes-FMLN ha incrementado la ofensiva contrarrevolucionaria, desmovilizando a los sectores organizados del movimiento de masas, “…esta característica se expresa, por ejemplo a través de la implementación y continuidad de políticas paternalistas y asistencialistas como lo es la “Red Solidaria”, ahora “Comunidades Urbanas y Rurales Solidarias”, la entrega de útiles escolares, uniformes, etc. Medidas que no van a la raíz de los problemas, sino más bien buscan paliar la situación precaria de los trabajadores sin resolver realmente las causas de los problemas.

Por otro lado un papel importante en la desmovilización de los trabajadores lo juega la cúpula del partido FMLN, que impulsa una línea de complicidad con las acciones del actual gobierno del que son parte, cooptando el derecho de las organizaciones populares a plantear sus reivindicaciones, pidiendo paciencia y discreción frente a las medidas que afectan directamente a la clase trabajadora.

Esta desmovilización obrera es posible mediante el uso de una doble moral y el usufructo de la sangre que bañan las siglas del FMLN, situación que no podría realizar un gobierno burgués “normal”.11

La desmovilización ha trascendido ya en ataques directos a la clase obrera, un ejemplo concreto es el nuevo reglamento del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, en este reglamento “…una de las faltas graves del reglamento reza expresamente: es falta grave: “Declararse en huelga, declararse en suspensión de labores o abandonar colectivamente los cargos.” (Art. 172 Reglamento Interno de RRHH del MSPAS numeral 10)12…”.

El ataque del gobierno de Funes-FMLN es contra la más elemental forma de lucha de las y los trabajadores, La Huelga,otro ataque mas reciente a la clase trabajadora, es el despido del Secretario General del Sindicato de Trabajadores de la Asamblea Legislativa, unicamente por luchar por construir una organización de la clase, además la eliminación de cualquier resto de subversión que quede dentro de sus filas, a llevado al FMLN a burocratizar más su aparato impidiendo con reformas a sus estatutos y un proceso eleccionario amañado la llegada a cargos de dirección a elementos críticos del rumbo que está llevando el partido FMLN y el gobierno de “izquierda” “…esta exclusión solo es una de las tantas formas en que los funcionarios del partido imponen su voluntad y sus candidatos, estrangulando la democracia al interior y en ese sentido aplastando la iniciativa de las bases revolucionarias, es más, en este proceso no solo se ha dejado fuera los afiliados, sino a un gran número de militantes y cuadros políticos que no comparten la línea de la cúpula13…”

IV. Existe una urgente necesidad que la clase se organice politicamente y de manera independiente.

Es por esta razón que cada vez es más urgente la organización y agrupamiento de todas y todos los revolucionarios del país, en un partido revolucionario de tipo bolchevique, que este resuelto a conducir a la clase obrera y a los sectores populares.

Es una necesidad histórica construir una nueva organización de la clase, arraigada en sus organizaciones sindicales y populares y que esté dispuesta a tomar el poder, privilegiando los métodos de la clase obrera, y no dejándose engañar por la democracia burguesa, aunque le pongamos los calificativos que quieran, participativa o directa, necesitamos un instrumento de la clase para la organizarla, dirigirla y encausar sus energías a la construcción del Partido Revolucionario de la Clase Trabajadora Salvadoreña y del socialismo mundial, esa es la tarea que se ha planteado para el presente periodo la UNIDAD SOCIALISTA DE L@S TRABAJADORES.

Notas:
__________________________________________________________________________________
1La Unidad Socialista de Trabajadores, El Proletario No 1, pág. 3, Mayo 2010.
2 INCAE Business School es una escuela de negocios latinoamericana, fundada en 1964 como Instituto
Centroamericano de Administración de Empresas, En marzo de 1963, el presidente de los Estados Unidos,
John F. Kennedy, visitó Costa Rica y se reunió con los presidentes centroamericanos. En esta reunión, se le
solicitó apoyo para establecer un programa de administración de empresas que produjera los futuros
gerentes que conducirían al sector empresarial y al desarrollo de la región. En abril de ese año, George P.
Baker, Decano de la Escuela de Negocios de Harvard envió a la región tres profesores a determinar el nivel
de apoyo de la comunidad empresarial y la sociedad centroamericana para el proyecto. La respuesta fue
muy positiva, y Francisco de Sola, empresario salvadoreño, fungió como líder en la consolidación del apoyo
para el proyecto. Para el mes de diciembre se nombró un Consejo de Administración provisional para
encabezar esta iniciativa, que un año más tarde sería conocida como “Proyecto INCAE”
3 Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”: universidad fundada por los jesuitas, donde fueron
asesinados seis sacerdotes, durante el conflicto el papel de los jesuitas fue siempre a favor de la conciliación.
4 Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños: fundada en 1969 como una asociación de ligas
campesinas, resurgió en Aguilares a mediados de los setenta como la más fuerte organización
campesina.
5 Unión de Trabajadores del Campo: fundada en los años 70 en Usulután y Chalatenango nacida del trabajo
pastoral, pronto derivó su accionar hacia el terreno político.
6 Federación Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreños: En 1973, a partir de una escisión de los
sindicatos controlados por el gobierno, se organizó la Federación Nacional Sindical de Trabajadores
Salvadoreños (FENASTRAS), surgida por la contradicción entre los intereses de los trabajadores y el
sindicalismo bajo control patronal, pronto pasa a constituirse en un referente fundamental del sindicalismo
de izquierdas, siendo desde 1975 una de las principales organizaciones fuera del control de la patronal y
agrupando, durante los años de gobierno de Duarte, a alguno de los principales sindicatos de la oposición,
fue una de las organizaciones de la clase obrera salvadoreña más combativas, por esta razón FENASTRAS era
una blanco para los ataques violentos durante la guerra civil en los años 80. Sus jefaturas fueron
bombardeadas el 31 octubre de 1989, en este ataque muere Febe Elizabeth Velásquez, Secretaria General.
7 Unión Nacional de Trabajadores Salvadoreños: La UNTS se organizó a partir de la Confederación de
Organizaciones Cooperativas de El Salvador (COACES), constituida en marzo del 84, del Sindicato del
Ministerio de Hacienda (AGEMHA), del Coomit y Primero de Mayo, que agrupan las principales centrales
sindicales de izquierda y de la Central de Trabajadores Salvadoreños, de orientación social-cristiana y afiliada
a la CLAT/CMT.
8 Federación Unica Sindical Salvadoreña: En octubre de 1965, se crea la Federación Unitaria Sindical
Salvadoreña (FUSS), que adopta la iniciativa de crear una Central única para los trabajadores y se acelera el
movimiento reivindicativo de los trabajadores. En octubre de 1966, se consigue la jornada de 8 horas.
9 La Coordinadora Revolucionaria de Masas fue una agrupación unitaria salvadoreña fundada el 11 de
enero de 1980 para coordinar los esfuerzos de las organizaciones de masas surgidas en El Salvador a
principios de los años setenta. Sus integrantes fueron (por orden de fundación) el Frente de Acción Popular
Unificada (FAPU, 1974), el Bloque Popular Revolucionario (BPR, 1975) y las Ligas Populares “28 de Febrero”
(LP-28, 1977), a las que se sumó el frente abierto del Partido Comunista Salvadoreño, la Unión Democrática
Nacionalista, hasta entonces un partido electoral que, con los socialdemócratas del Movimiento Nacional
Revolucionario y el Partido Demócrata Cristiano (El Salvador), formaba la Unión Nacional Opositora.
Posteriormente se sumaría a la CRM el Movimiento de Liberación Popular.
10 El Gobierno de Funes-FMLN, un gobierno burgués anormal, El Proletario Nº 1, Mayo de 2010.
11 Idem.
12 Unidad y Lucha: La respuesta de las y los trabajadores de salud al 552, El Proletario Nº 4, agosto 2010

Perú: Adiós Humala

Perú: Adiós Humala

Oscar Ugarteche

ALAI AMLATINA, 04/06/2012.- Tras la “masacre política” de diciembre del 2011, Ollanta Humala ha decidido convencer al mundo de que no solo es un militar sin palabra, sino un político con ideología neoconservadora. Este convencimiento se lo hizo primero a los venezolanos que lo apoyaron en la campaña del 2006 y luego a los brasileños que lo apoyaron en el 2011, y ahora lo viene llevando a la calle. No ha bastado “limpiar” a su gobierno de funcionarios progresistas, ahora es fundamental declarar la lucha de clases a la antigua, a balazo limpio. En distintas partes del Perú, y con el aplauso de la pintoresca y bravucona derecha nacional, Ollanta Humala y su gobierno se enfrentan y desafían al pueblo que ha votado por él. ¿Para qué?

Humala pretendió ser el caudillo progresista esperado en dos décadas. Participante del Foro de Sao Paulo, los partidos políticos de la izquierda latinoamericana lo acogieron y apoyaron en sus campañas diversas desde el 2005. La derecha lo acusó por todo esto de ser primero el candidato de Chávez y la señora Heredia fue perseguida por una parte de la prensa peruana a partir de las elecciones del 2006 por sus vínculos con Venezuela. Por esto tuvo de portavoces de campaña a Mocha García Naranjo y a Nicolás Lynch que venían de las izquierdas.

Luego de su salto a la esfera de influencia de Brasil para la campaña del 2011, creando una mejor imagen de amigo de Lula da Silva y con posiciones más moderadas, la misma prensa lo persiguió por tener un asesor que representaba los intereses empresariales brasileños. El día del triunfo electoral, en junio del 2011, los titulares limeños no lo dieron por ganador sino por empate y anunciaron la necesidad de una concertación política. La derecha decía que éste no podría gobernar sin ella. De allí salió la baraja conservadora dentro del gabinete nombrado el 28 de julio del 2011. Sin embargo ni entonces ni después hubo concertación. La que hizo la derecha fue un asalto al poder. Lo que hay es una vuelta de la tortilla. Una revolución en su sentido cabal. Ganaron los que perdieron y perdieron los que ganaron como ya se dijo hasta la saciedad.

Una cosa es la prensa limeña conservadora y otra la realidad política en el campo. Cuando en Espinar el 76% de la población que ha votado por el candidato ve como ya de presidente los agarra a balazos, la cosa está complicada. Peor si encima mete a la cárcel a la gente de la Vicaría de la Solidaridad de Sicuani por terrorismo que fue a ver qué pasa. Y aún peor, cuando además presiona al presidente de la Corte Suprema a hacer cosas reñidas con la independencia de poderes y lo consigue, permitiendo así el secuestro de autoridades electas para su juicio en otras jurisdicciones. Lo que hay en el Perú, a un año de electo el nuevo gobierno, es un régimen mafioso y matonesco no muy distinto al de Fujimori.

Queda la interrogante de si Ollanta Humala piensa algo. Cualquier cosa. Y si tiene alguna línea. Cualquier línea. Reflejos políticos claramente no tiene. Descartado el verbo “pensar”, ¿Creerá que va a terminar su gobierno? ¿Cómo lo va a hacer? Que Washington piense que esto se arregla a balazos en el nombre del control del terrorismo es un tema relacionado al negocio de la venta de armas. Lo que a los peruanos nos concierne es nuestro país y adónde va. Cada vez hay menos ciudadanos dispuestos a que los atropellen en todo el país. Ese es el único complot. Hay más ciudadanía. Y los jóvenes de ahora son más ciudadanos que lo que han sido en mucho tiempo al margen de la geografía. Medio Oriente nos muestra que la calle pesa en el mundo y el Perú no es una excepción, aunque esa calle sea de tierra en un pueblo con un río contaminado al lado.

Venimos de una dinámica de desintegración nacional que comenzó en la década del 80, cortesía de Sendero y García, a través de las masacres, la hiperinflación y el colapso económico de los años 80. Se intentó recuperar el sentido nacional mediante la estabilización económica de los años 90, las investigaciones sobre corrupción de Fujimori y sus secuaces, y la formación de Comisión de la Verdad en la primera parte del siglo XXI. Tras la elección de Humala en simultáneo tenemos como siempre a la cruz y la espada actuando juntas. El Primer Ministro nombrado en diciembre resulta una expresión del fujimorismo castigado en junio del 2011 por el voto presidencial. Este ha tomado partido en un tema muerto y acabado, como es la sentencia de la Corte Interamericana sobre la Embajada del Japón (1997). Al mismo tiempo, el cardenal echó al padre Gastón Garatea S.S.C.C., ex Comisionado de la Verdad, de la práctica religiosa en Lima. El tema de los militares en los años aciagos ha revivido de la mano de cruz y la espada. Días más tarde se violentaron las protestas sociales anti mineras mientras la policía secuestraba a los alcaldes para enjuiciarlos fuera de su jurisdicción legal. En el Perú, los derechos humanos de los alcaldes son una cojudez total, parafraseando.

El tono de la renuncia de la congresista Verónica Mendoza del Partido Nacionalista la mañana del lunes 4 de junio debería de alertar a Humala y todo su combo, civil, religioso y militar, que pueda que no acabe su periodo. Dice: “La represión como un resorte automático frente a las demandas populares genera más resistencia de la gente, cayendo en un círculo vicioso. No obstante, condenamos tajantemente todo tipo de violencia venga de donde venga. Es necesario que las organizaciones sociales, la sociedad civil y todos los sectores que expresan su malestar por la imposición de las industrias extractivas se manifiesten de forma democrática, organizada y pacífica. Ni un muerto más, ni civiles ni personal policial. ¡Ni un muerto más! Hago un llamado a defender la vida con la vida, no con la muerte.”

Y la Coordinadora de Derechos Humanos el mismo lunes 4 de junio ha pedido la renuncia del Premier Valdés. Si los jóvenes tomaran conciencia de su poder, esto podría devenir en marchas de renuncia del Presidente de parte de organizaciones crecientes de la población afectada no solo por la minería sino por el engaño electoral del 2011. Mientras tanto faltan cuatro años de gobierno.

– Oscar Ugarteche, economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Es presidente de ALAI y coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org

Debate sobre el poder en el movimiento popular

Debate sobre el poder en el movimiento popular

Rubén Dri

Las movilizaciones de los últimos tiempos han puesto en evidencia una fuerte voluntad popular de afirmar su realidad subjetual. Pero ser sujeto significa ponerse como tal, crearse, luchar por el reconocimiento, lo cual implica necesariamente plantearse el problema del poder, en torno al cual, en el ámbito del movimiento popular, podemos vislumbrar tres posiciones típicas:

La concepción clásica del marxismo-leninismo que se expresa como “toma del poder”.
La de pensadores influenciados por el posmodernismo, como Negri y Holloway, cuya concepción es la de “huida del poder”.
La de militantes de los nuevos movimientos sociales y políticos que prefieren hablar de la “construcción del poder”.
Se trata de una tipificación que permite tomar las diversas concepciones como si se tratase de casos puros y resaltar, de esa manera, las diferencias y oposiciones. En la realidad las concepciones se suelen entrecruzar.

1.- Toma el poder o el poder como objeto

En los movimientos sociales y políticos de las décadas del 60 y 70 que marcaron profundamente a nuestra sociedad, el problema del poder fue planteado con fuerza, en contra de concepciones de izquierda tradicionales para la cuales el tema se postergaba de manera indefinida. Partidos considerados siempre de izquierda como el Partido Comunista, los diversos Partidos Socialistas, las variantes maoístas y trotzquistas no se planteaban el problema del poder.
No significa ello que no hablasen sobre el poder. El asunto es que para ellos el problema no se imponía como una exigencia perentoria a realizar. No se cuestionaba en los hechos seriamente el poder del capitalismo. Por una u otra razón, la revolución estaba postergada, de manera que había tiempo de sobra para debatirlo.
El problema, en cambio, adquirió no sólo actualidad, sino exigencia perentoria en las diversas agrupaciones y partidos de una nueva izquierda, por llamarla de esa manera, que se proponían hacer la revolución. Ello significaba, terminar con la sociedad capitalista, sustituirla por una sociedad socialista. Ya no se trataba de una meta lejana, sino de algo que estaba en cierta manera a la mano.
El debate sobre el poder fue intenso, y las concepciones, diversas, pero todas, de una u otra manera se sintetizaban en “la toma del poder”. En realidad la expresión pertenece a la teoría que fundamentó los procesos revolucionarios del siglo veinte. Toma del poder, asalto al poder, asalto al cielo, son expresiones equivalentes. Sin duda que son movilizadoras, encienden en la imaginación figuras utópicas que impulsan a la voluntad para la lucha.
El poder, en primer lugar, es concebido como un objeto. Así como se puede tomar, asir, o, en términos populares, “agarrar” un objeto, también se puede tomar o agarrar el poder. De esta manera, se piensa que no se tiene el poder, no se lo ejerce, hasta que no se lo ha tomado. El poder está en manos de las clases dominantes, de los grandes consorcios, del ejército. En fin, alguien, o algunos lo tienen. Se trata de arrebatárselo.
En segundo lugar, el poder está en un lugar determinado. Ese lugar puede ser la “Casa Rosada”, Campo de Mayo o La Tablada. Quienes están ahí tienen el poder. Para arrebatárselo es necesario trasladarse hasta ese lugar. La columna del Che, desde la sierra Maestra a Santa Clara, y desde allí a la Habana, o la “Larga Marcha” de Mao son símbolos de este ir hasta el lugar donde se encuentra el poder, para tomarlo, arrebatándoselo al enemigo.
El poder, en consecuencia, es como una cosa que está en un determinado lugar al que hay que trasladarse para tomarlo. Algo semejante a la expedición de los Argonautas dirigidos por Jason a la Cólquide para arrebatar el célebre “vellocino de oro”. Pero ya se sabe, semejante tesoro está bien guardado, bien custodiado. La marcha para su conquista no es una fiesta, sino una lucha. Menester es tener la organización y los instrumentos necesarios para dar esa lucha.
El instrumento por excelencia es el partido político. Para la toma del poder se necesita un partido revolucionario y para que éste lo sea, debe estar constituido por el sujeto o los sujetos revolucionarios. Como en la teoría marxista tradicional el sujeto revolucionario es el proletariado, el partido debe ser un partido obrero y, su meta próxima es la conquista del poder y el establecimiento de la dictadura del proletariado.
El concepto de “dictadura del proletariado” es por demás significativo. Normalmente significó lo contrario a la democracia, en cualquiera de sus formas. Entiendo que no fue ésa la concepción de Marx, en el cual, por otra parte, el concepto es marginal, nunca tematizado. Pero en él el concepto de dictadura no se oponía al de democracia, en el sentido de elecciones, partidos políticos diferentes, en la medida en que consideraba que las democracias burguesas eran dictaduras.
Ello significa que para Marx la dictadura implicaba la dominación de una clase sobre las otras, no necesariamente la de un partido político. Así como la dictadura de la burguesía se ejerce mediante diversos partidos políticos, lo mismo podría hacer el proletariado. Quiero decir que la lógica de la dominación de clase no implica necesariamente el partido único.
El establecimiento de las dictaduras del proletariado ha producido resultados decepcionantes. Los partidos revolucionarios que lograron la toma del poder establecieron efectivamente una dictadura que se llamó “dictadura del proletariado” pero que, en realidad, fue una dictadura del partido, del aparato burocrático y finalmente del líder, depositario de la ciencia.
La revolución se había realizado para construir una sociedad plenamente liberada, con igualdad efectiva de derechos para todos. La realidad fue decepcionante. La dominación no fue quebrada sino sustituida. Los revolucionarios pasaron a ser los nuevos señores. Mentiras, crímenes y corrupción acompañaron a la nueva sociedad, que no resultó nueva, sino antigua. La caída del Muro de Berlín es el símbolo de la derrota de las revoluciones que tomaron el poder.
Hablar de traición, referirse a las condiciones difíciles en que se produjo la revolución soviética, a la temprana muerte de Lenin y a otras circunstancias, de ninguna manera logran explicar un fracaso tan rotundo. Volver al debate entre Lenin y Rosa Luxemburgo puede ser un ejercicio excelente, no para darle ahora la razón a Rosa, sino para bucear en el destino de una revolución realizada por una organización, el partido político, que “toma el poder”.

2.- Huir del poder o fugar al anti-poder.

Las posiciones de Holloway, de Negri y de Hardt pertenecen al amplio espacio abierto por autores que, desencantados de las revoluciones que se habían producido bajo la égida del marxismo ortodoxo, reniegan de todo lo que suene a estructura o institución. Se fundan en interpretaciones de las nuevas prácticas que se generaron luego de la caída del Muro de Berlín, como las de Chiapas, las de los Sin Tierra de Brasil, las de los diversos Movimientos Sociales, de las Asambleas en Argentina y, en general, de los movimientos anti-globalización.
El planteo de Holloway guarda semejanzas con el de Negri y Hardt, pero también diferencias, cuya base fundamental se encuentra en la diferente posición frente a la dialéctica. Mientras éstos la rechazan como un elemento burgués inserto en el pensamiento revolucionario, Holloway, por el contrario, la incorpora como clave de su pensamiento.
En este sentido, recupera a Hegel y fundamentalmente a Marx. Sus análisis de la alienación en Marx, especialmente como se expresa en los Manuscritos de 1844 son excelentes. Pero su dialéctica no es tanto la de Marx, sino la dialéctica negativa de Adorno. Esto lo lleva directamente a la conclusión de que toda institución constituye una alienación. La única formulación posible de una revolución que se pretenda liberadora será la del anti-poder.
Las coincidencias fundamentales contemplan dos rubros, “la centralidad de la lucha oposicional (ya sea que la llamemos poder de la multitud o anti-poder) como la fuerza que da forma al desarrollo social” y el concentrarse en la revolución, que “no puede concebirse en términos de tomar el poder del Estado”. (Holloway; 2002; 244). Mientras los autores de “Imperio” a la fuerza de oposición la denominan “multitud”, Holloway, le da el nombre de “anti-poder”.
La diferente denominación no es una simple cuestión de nombres. Significan dos posiciones diferentes en cuanto al contenido mismo de la oposición. La “multitud”, aunque sea algo indeterminado, volátil, pulverizado, es “algo”, mientras que el anti-poder es nada, o mejor, es “no”. Ninguna posibilidad de darle un contenido, una forma, una estructura.
La segunda coincidencia es, en realidad, la verdadera coincidencia. La alergia al Estado, a cualquier Estado es total, porque el Estado no es otra cosa que “una forma rigidizada o fetichizada de las relaciones sociales. Es una relación entre personas que no parece ser una relación entre personas, una relación social que existe en la forma de algo externo a las relaciones sociales” (Id.; 142). Es necesario escapar del Estado. La fuga, en todos los autores citados es la clave de toda la lucha por una nueva sociedad.
Holloway, al igual que Negri, se considera heredero del pensamiento de Marx. Se plantea entonces aquí un problema, pues para Marx, el Estado es mucho más que la simple fetichización de las relaciones sociales. Es la forma “en la que se condensa toda la sociedad civil de una época” (Marx; 1977; 72), por lo cual en el primer proyecto de su obra, esto es, de El Capital, figura como el tercer momento de la primera dialéctica, formada de la siguiente manera: 1) “Las determinaciones abstractas que corresponden en mayor, o menor medida a todas las formas de sociedad”. 2) “Las categorías que constituyen la articulación interna de la sociedad burguesa”. 3) “Síntesis de la sociedad burguesa bajo la forma de Estado”. (Marx; 1980; 29-30).
En la concepción tradicional, ortodoxa del marxismo se sostiene la desaparición del Estado, pero al final, luego del acto revolucionario de toma del mismo por parte del proletariado dirigido por el partido. Menester es tener en cuenta que el concepto “destrucción” o “eliminación” es antidialéctico. Engels lo utiliza sin problemas y de allí provienen las confusiones posteriores. Marx es mucho más cauto al respecto y suele referirse al problema mediante el concepto de Auf-hebung, que traducimos por “superación”.
Se lograría ello no mediante una destrucción, sino mediante la universalización de la satisfacción de necesidades. La característica cautela de Marx para no incursionar en realidades futuras que sólo podían ser barruntadas es, en cierta manera compartida por Holloway, si bien tanto él como Negri exageran nuestra ignorancia con respecto a todo futuro.
Las disidencias, por su parte, están centradas “en el tema del paradigma”. Para Hardt y Negri, en efecto, la revolución consiste en un cambio de paradigma, semejante a los que ya hubo, como ser, “del imperialismo al Imperio” o “ de la modernidad a la posmodernidad, de la disciplina al control, del fordismo al posfordismo, de una economía industrial a una informacional” (Idem; 245). Ello significa que la sociedad es algo estable, lo cual es totalmente contradictorio con una dialéctica negativa como la de Holloway.
El enfoque paradigmático lleva al funcionalismo, según Holloway, a una concepción de la sociedad en la que todo encaja. Su origen se encuentra en la posición anti-dialéctica y anti-humanista de ambos autores, lo que, por otra parte, los lleva a sostener la continuidad entre animales, seres humanos y máquinas, siendo éstas últimas, prótesis de nuestros cuerpos y mentes. Con ello entramos en una antropología del ciberespacio, pero “el problema con esta visión, dice Holloway, seguramente, es que ni las hormigas ni las máquinas se rebelan. Una teoría que está basada en la rebelión tiene poca opción: tiene que reconocer el carácter distintivo de la humanidad” (Idem; 249).
La revolución no es otra cosa que “el desarrollo del anti-poder”, del no-poder, de la negación del poder, la cual “toma millones de formas diferentes: desde arrojar el despertador contra la pared, hasta llegar tarde al “trabajo”, realizar tareas sin esforzarse, ausentismo, sabotaje, luchas por descansos, por el acortamiento de la jornada laboral, por vacaciones más largas, por mejores pensiones, huelgas de todo tipo, etc.” (Idem; 270).
Dos observaciones se imponen al respecto. En primer lugar, es imposible pensar todas estas prácticas como simple no-poder. De hecho constituyen construcción de poder. Son prácticas constitutivas del poder popular. Es que el concepto mismo de anti-poder como no-poder que se debe lograr, es contradictorio, pues para lograrlo hay que luchar, lo cual significa siempre construir poder.
La pesadilla de la que Holloway quiere escapar mediante su concepción del anti-poder es el círculo diabólico de la circularidad del poder, sobre el cual se había explayado Foucault. El poder como siempre se lo ha considerado y practicado es el poder-sobre, la dominación sobre otros. Cuando se lucha en contra de ese poder, de hecho lo que se hace es cambiar de quien ejerce el poder-sobre.
Así ha pasado con las revoluciones socialistas, especialmente con aquéllas que fueron denominadas del “socialismo real”. No se modificaron sustancialmente las relaciones sociales. Cambiaron los dominadores, pero no se eliminó la dominación. Holloway quiere salir del círculo con la pretensión de separar taxativamente el poder-hacer del poder-sobre, como si el sujeto pudiese ejercer un poder sin encontrarse con la relación de poder del otro. En otras palabras, pretende saltar afuera de la diale´ctica del señor y del siervo.
En segundo lugar, todas esas prácticas han sido realizadas por los obreros, maestros, empleados, profesores universitarios, y trabajadores distintos desde la implantación del capitalismo. Nunca se consideró que ello se hacía por el no-poder. Todo lo contrario, lo que se quería es un poder de abajo, de los dominados, un poder alternativo.
Entre las formas de lucha Holloway destaca la migración, pues mediante ella “millones de personas huyen del capital, buscando esperanza” (Idem; 270). Esta apreciación de la migración es compartida con entusiasmo por Hardt y Negri. Dos observaciones se imponen también aquí. En primer lugar, la migración puede interpretarse, más allá de la conciencia de los migrantes como una fuga del capital, pero de hecho éstos buscan un lugar donde el capital les permita tener un trabajo que en su lugar de origen no consiguen. El mexicano que pasa a Estados Unidos lo hace bajo esa condición, lo mismo que el boliviano que migra a la Argentina.
En segundo lugar, es curiosa esta manera de privilegiar la migración como forma de lucha por el anti-poder. Es cierto que constituye una forma de lucha, como todas las enumeradas, pero está lejos de ser privilegiada. Es una lucha penosa, amarga y que al capital no le ocasiona demasiados trastornos. En todo caso los soluciona con medidas cada vez más represivas.
Otro aspecto de la concepción de Holloway con respecto a la revolución es el heroísmo. En su concepción “el movimiento del comunismo es anti-heroico”, pues “el objetivo de la revolución es la transformación de la vida común, cotidiana y es ciertamente de esa vida común y ordinaria que la revolución debe surgir” (Idem; 302; 303). Esto lo lleva, a su vez, a criticar la concepción revolucionaria que se basa en la conducción de los líderes y los héroes.
Toda revolución que se realiza a partir de un liderazgo, reproduce desde el principio las relaciones que quiere subvertir e hipoteca las realizaciones a la voluntad del líder. Éste, por otra parte, tenderá a ahogar todo avance que suponga una mengua de su propio poder-sobre. En este sentido, Holloway tiene razón. Además, el liderazgo siempre tenderá a perpetuarse y tendrá fuertes tentaciones de manera el poder como si proviniese de él y no del pueblo.
Es importante la observación de Holloway en lo referente a los héroes. Efectivamente, la revolución no es una tarea de héroes, sino del pueblo. La revolución no la hacen los héroes, ni se hace para vivir una vida heroica. Se hace para vivir mejor, para “vivir bien” como quería Aristóteles, donde “bien” no significa sólo realidades materiales, las que deben ser suficientes, sino la posibilidad del sujeto de realizarse plenamente.
Pero las afirmaciones de Holloway no parecen admitir espacio alguno para el heroísmo, virtud excelsa que expresa realizaciones humanas superiores, en el sentido cualitativo, sin que ello dé ninguna razón para ejercer un poder sobre los demás. La construcción de esa futura sociedad en la que podamos fraternizar entre todos, puede exigir, y de hecho así es, actos de heroísmo. Un piquetero que, entre las balas de la policía, se detiene a auxiliar al compañero caído es un acto heroico. La lucha siempre estará llena de ellos.
Los 30.000 mil compañeros detenidos-desaparecidos eran jóvenes, la mayoría de ellos, como cualesquiera de los jóvenes de hoy, con una vida común, con sus afectos, virtudes y defectos. En un momento determinado fueron puestos en la situación-límite del heroísmo. Pero ello le sucede también a la más común de las madres cuando debe enfrentar situaciones-límites en la defensa de su hijo.
Por otra parte, el heroísmo es un momento fundamental en los proyectos que se formulan en la juventud. Nada más aplastante y descorazonador que encontrarse con jóvenes que quieren vivir una vida tranquila. Pasión, ansias de transformar la realidad, son constitutivas de una juventud no contaminada por el cansancio de la vida, propio de sociedades decadentes. No por nada muchas veces se siente tentada por la aventura fascista. No se hace una revolución para vivir una vida heroica, pero su realización suele exigir momentos de heroísmo.

3.- La construcción del poder, o el poder como relación social.

El poder, veíamos, no es un objeto o una cosa que se encuentra en algún lugar al que es necesario ir para tomarlo. Es una tendencia difícil de vencer, como anotaba Hegel, poner en movimiento las representaciones propias del entendimiento. El poder concebido como objeto no es otra cosa que una representación del entendimiento. Menester es fluidificarlo, ponerlo en movimiento.
El poder es una realidad propia del ámbito de las relaciones humanas que, de una u otra manera, siempre son sociales y políticas. No existe, no es, igual que los sujetos. Se hace, se construye de la misma manera en que se construyen los sujetos. Éstos, para crearse, empeñan una lucha a muerte por el reconocimiento. Esta lucha genera poder. Generarse como sujeto es generar poder.
Todo cambio, toda transformación, toda revolución que se proponga siempre tiene en su centro el tema del poder que significa quién y como será reconocido. La frase que figura como acápite es el corte que le da Jesús a la discusión que se había entablado entre los componentes más cercanos de su movimiento, cuando, al dirigirse a Jerusalén pensaban en el triunfo de la propuesta liberadora.
Los dirigentes del movimiento de Jesús discuten sobre cómo se van a repartir el poder en la nueva sociedad, y Jesús les replica que no habrá nada que repartir, porque habrá que pensar el poder de una manera totalmente distinta, contraria a la que ellos pensaban. No como poder de dominación, no en la relación señor-siervo, sino como diakonía, como servicio, como mutuo reconocimiento de sujetos plenamente libres.
Ese poder no puede empezar a construirse una vez que “se lo ha tomado”, porque en realidad entonces lo que se ha hecho es ocupar el lugar que antes tenían “los otros”. No se rompe la relación señor-siervo, aunque se sostenga que ello constituye una fase para romper la dominación anterior. La célebre “dictadura del proletariado” que es, siempre, la dictadura del partido, de determinados aparatos del Estado o de una persona, el “líder”, no se instala para desinstalarse en función de la diakonía, sino que llega para quedarse a perpetuidad si ello es posible.
El poder es esencialmente relación social, relación de reconocimiento. En ese sentido es fluido, circula, cambia. Pero necesita momentos de reposo, de instalación. Es el momento de las célebres estructuras, sin las cuales todo poder se evapora. La mínima relación, la que se produce entre dos sujetos, sean éstos madre e hijo, amigo con amigo, novios, es lucha por el reconocimiento y, en consecuencia genera un ámbito de poder. En ese sentido todos ejercemos y se ejerce poder sobre nosotros.
Crear nuevo poder, crear poder popular significa crear nuevas relaciones humanas, nuevas relaciones sociales, nuevas relaciones políticas (1). Éstas no pueden comenzar cuando, por ejemplo, se tome el aparato del Estado. Se realizan en el camino, en el proceso. Si el otro es un objeto para mí, o un súbdito, mero soldado del partido o de la organización, se está reproduciendo el poder de dominación.
Microfísica del poder, en consecuencia, y redes del poder sobre las cuales nos informa abundantemente Foucault. Pero su planteo no logra romper, traspasar las paredes que encierran a los micropoderes en los cuales nos enredamos. No habría otra salida que un juego de poderes y contrapoderes, o en todo caso un pequeño espacio de liberación, ese espacio en el que se ejerce mi poder, que sería la “línea de fuga” de Deleuze o, en todo caso el ser “militante de la acción restringida, limitada” de Badiou.
Ello significa lisa y llanamente renunciar a construir poder popular en sentido fuerte, es decir a construir una sociedad del mutuo reconocimiento, una sociedad plenamente democrática, en la que el poder se ejerza tendencialmente en forma horizontal. En otras palabras, los micropoderes se encuentran englobados en megapoderes, y así como hay que construir los primeros, también hay que construir los segundos. De la microfísica es necesario pasar a la macrofísica, no en forma línea sino dialéctica. Los pequeños poderes se encuentran englobados en los megapoderes. No hay paso lineal de unos a los otros.
Esto significa que toda lucha, ya sea barrial, villera, campesina, en las cárceles, en la escuela, en la familia debe conectarse dialécticamente con una lucha más amplia, que tenga como horizonte la totalidad. Si ello se pierde de vista, estamos condenados a movernos en un círculo sin salida. Es un magro consuelo o una burla decirles a desocupados que ellos también ejercen poder. Es cierto que ejercen poder, y lo hacen cuando, por ejemplo cortan rutas y obligan al poder político a ceder a determinados reclamos. Pero ese poder es totalmente asimétrico con el poder del gran capital, de las grandes corporaciones.
Los trabajadores desocupados, los villeros, los campesinos construyen poder con su trabajo, con sus debates, con sus asambleas, con sus medidas de lucha. Ese poder comienza siendo micropoder, o mejor, micropoderes que se gestan en las diversas asambleas que se conectan entre sí en forma de redes. Éstas interactúan con los megapoderes, confrontan con ellos, negocian, se retiran y vuelven.
Micropoderes, redes de poder, circulación de poderes, fluidez de relaciones. Todo ello es cierto, pero toda fluidez tiene momentos de condensación. Dicho de otra manera, el movimiento necesita estructurarse. Con la estructuración aparecen nuevos desafíos, expresados sobre todo en el fenómeno de la burocratización. Un verdadera construcción del poder, o sea de relaciones sociales, luchará siempre contra la tendencia, siempre renaciente a la burocratización.

Hegemonía y poder

Como es sabido el triunfo de la revolución en la Rusia zarista y las derrotas de los intentos revolucionarios de la segunda década del siglo XIX en Alemania, Hungría e Italia, llevaron a Antonio Gramsci a una profunda reflexión sobre las causas de tan dispar destino de los intentos revolucionarios. La contribución más importante de estas reflexiones gira alrededor del concepto de hegemonía que desde entonces figura en todas las elucubraciones que tienen que ver con la realidad política.
Me interesa, en este apartado, trabajar sobre la relación entre dicho concepto y la construcción del poder popular, reinterpretando el concepto de hegemonía, o, incluso, corrigiéndolo. Para empezar, hay una observación importante que hace Gramsci al referirse a las diferencias existentes entre las tareas que le esperan a la revolución de octubre y las que es perentorio realizar en las revoluciones del los países centroeuropeos.

Siendo la sociedad zarista una sociedad en la que prácticamente no había sociedad civil, tomado el Estado, o la fortaleza, como lo denomina Gramsci, la tarea a realizar era nada menos que la de crear la sociedad civil, lo que significa, crear la hegemonía, entendida ésta como consenso de los ciudadanos. Ese consenso es poder. Construir la hegemonía es construir poder, poder horizontal, democrático, lo cual significa, a la vez, construirse como sujetos.

Esta tarea no puede ser creada desde arriba, pero es el único lugar en que esa revolución la podía realizar. Una contradicción prácticamente insoluble, como se mostró ulteriormente. Como se ve, nos estamos sirviendo del concepto gramsciano de hegemonía, pero transformado o reinterpretado, como se quiera. Es muy difícil, por no decir imposible, que la revolución soviética no terminase en el estalinismo.

De hecho, esto ya había sido expuesto por Hegel en la célebre dialéctica del señor y el siervo. El camino del señor es un callejón sin salida. Desde el poder de dominación, aunque éste se denomine “dictadura del proletariado” es imposible pasar a una sociedad del mutuo reconocimiento. Los sujetos no se realizan por una concesión que se les hace desde arriba. Se conquista en una lucha en la que los siervos, dejan de serlo, no se reconocen como siervos, sino como sujetos.

Gramsci plantea correctamente, para las sociedades avanzadas, con sociedad civil ampliamente desarrollada, que la hegemonía debía preceder a la toma del poder o del Estado. En realidad, ese principio vale para toda revolución y no sólo para las sociedades avanzadas, porque si la hegemonía no se construye en el camino, no se la construirá posteriormente. Se repetirán las prácticas anteriores.
A menudo se me pregunta en los seminarios si los amos o señores no pueden también lograr el reconocimiento y, por lo tanto ser sujetos en sentido pleno. La respuesta es absolutamente negativa. Ni los señores, ni los siervos pueden logra el reconocimiento como autoconciencias o sujetos sin dejar de ser señores o siervos. Tanto el ser siervo como el ser señor es la negativa del sujeto.
La hegemonía como consenso democrático no puede ser construida desde arriba, porque ello implica subordinación. Quien detenta el poder del Estado o el poder político y económico puede obtener legitimación, que implica aceptación de la dominación, pero no hegemonía en el sentido de consenso democrático. Éste sólo puede lograrse desde el seno de las sociedad civil. Es una construcción que se realiza entre iguales, entre sujetos que se reconocen mutuamente como tales.

4.- Criterios fundamentales.

En la construcción del poder popular habría que tener en cuenta algunos criterios fundamentales:
No se debe partir de organizaciones o partidos políticos ya estructurados, con línea que se pretende clara para bajarla a los sectores populares que se están movilizando. Esta práctica expresa todo lo contrario de la construcción de una nueva sociedad en la que sus miembros sean sujetos reconocidos. Esa estructura partidaria es la representación de la sociedad en la que unos saben y los otros son ignorantes, unos son esclarecidos y otros andan en tinieblas, unos mandan y otro obedecen.
Por lo tanto, es necesario dejar de lado la concepción leninista de que al proletariado o, en nuestro caso, a los sectores populares, se les inyectará conciencia “desde afuera”. Sería conveniente, al respecto, como he dicho más arriba, revisar las polémicas entre Lenin y Rosa Luxemburgo sobre el partido, no para darle ahora la razón a Rosa en contra de Lenin, sino para incorporar críticamente algunas intuiciones y aciertos de Rosa en cuanto al protagonismo popular en el proceso revolucionario.
Decía Rosa, en contra de Kautsky: “Piensan que educar a las masas proletarias en el espíritu socialista significa darles conferencias, distribuir panfletos. ¡No! La escuela proletaria socialista no necesita de eso. La actividad misma educa a las masas” (Cliff 1971; 64). Descontextualizada esta afirmación es errónea. Rosa aquí exagera, porque está polemizando con la dirección burocrática de la socialdemocracia alemana que pretendía dar conciencia desde afuera, mediante conferencias y panfletos. La conciencia crece en la práctica, en la acción, en la lucha.
En ese proceso de práctica-conciencia, de lucha-reflexión se cometen errores, pero “los errores cometidos por un movimiento obrero auténticamente revolucionario, dice Rosa, son mucho más fructíferos y tienen más importancia histórica que la infalibilidad del mejor Comité Central” (Ibidem). Ya sabemos a dónde han conducido la infalibilidad de los diversos comités centrales. Los pueblos en su lucha aciertan y se equivocan, logran victorias y sufren derrotas. Aprenden continuamente. Una dirigencia infalible nunca aprende, ya lo sabe todo. Eso no tiene remedio.
En contra de la concepción de una determinada élite revolucionaria que desde arriba, desde afuera pretende dar conciencia a los trabajadores, o a los sectores populares, es conveniente hacer efectiva la concepción gramsciana de que se debe partir del “buen sentido” que radica en el desagregado y caótico “sentido común” que se encuentra en dichos sectores. O, en palabras del Che, ayudar a desarrollar “los gérmenes de socialismo” que se encuentran el pueblo. Toda pretensión de construcción que tenga que ver con una elaboración teórica separada de las aspiraciones, expectativas, valores presentes en los sectores populares, contribuirá a instalar una nueva dominación. El socialismo tendrá sentido y será una verdadera solución si es el despliegue de valores profundamente arraigados en los seres humanos.
En contra de que el socialismo es primeramente una teoría que habría nacido recién en el siglo XIX, menester es tener en cuenta que, en cuanto expresa, por una parte, valores, aspiraciones, ideales y utopías y, por otra, luchas para conseguirlos, es tan antiguo como el mismo ser humano. Luchas en contra de la opresión, luchas de liberación han existido siempre. Realizaciones socialistas, en el sentido de agrupaciones o sociedades humanas liberadas, con relaciones relativamente horizontales, siempre se han dado en la historia.
El socialismo es fundamentalmente la realización de una sociedad fundada en los mejores valores del ser humano. Éste es tanto egoísta como altruista, tanto tacaño como generoso, tanto se ama a sí mismo como se odia, tanto ama a su vecino como lo aborrece. Es un ser dialéctico. El buen sentido del que habla Gramsci está constituido, precisamente, por los valores de amor a sí mismo, de generosidad, de bondad. De esos valores socialistas es necesario partir.
Ello no significa renegar de la teoría. El problema es no confundir teoría o ciencia o filosofía con conciencia. La conciencia nunca puede venir de fuera. La conciencia es autoconciencia desde el primer momento, pero sólo lo es implícitamente. Avanza de desde los primeros balbuceos en el plano de lo sensible. Toda teoría al entrar en relaciones dialécticas con la conciencia será motivo de crecimiento de ésta, tanto de la conciencia del teórico como de aquél a quien se comunica la teoría, la cual a su vez sufre transformaciones en el proceso. Se avanza de la conciencia a la autoconciencia, o de la conciencia en-sí a la conciencia para-sí, como dice Marx en la Miseria de la filosofía.
El para-sí o nivel superior de la conciencia no es un agregado que viene de fuera. Es el en-sí que se supera en el para-sí. Este segundo momento, que en realidad es tercero,, es decir, en-sí-para-sí, es una superación –Aufhebung- que sólo puede darse en el sujeto. Es éste que se supera en su totalidad. Si el tercer momento no estuviese ya en el primero, nunca llegaría a ser, por más adoctrinamiento externo que se practicase.
La conciencia socialista no se inventa, no se crea desde arriba, no se introduce desde afuera. O ya está en la conciencia humana o nunca estará. Está, pero no está “puesta” para decirlo hegelianamente. O no está “en acto”, para emplear la categoría aristotélica. No está puesta, y puede no estarlo nunca. Ello dependerá de la práctica o, para decirlo con una categorización marxiana, dependerá de la revolución. Ésta es el proceso de mediatizar lo inmediato o llevar al acto lo que está en potencia.
Por lo tanto no se avanza con la “unión de la izquierda”, si ello significa hacer unidos lo mismo que se está haciendo en forma separada, es decir, actuar como estructuras piramidales que poseen “la ciencia”. La verdadera unión hay que encontrarla atreviéndose a criticar las formas tradicionales de concepción de los partidos de izquierda e ir confluyendo con inserción verdadera en los sectores populares.
Un proyecto alternativo que ya se encuentra en germen en agrupaciones, comunidades, organismos de derechos humanos, movimientos de trabajadores desocupados, asambleas barriales, luchas de diverso tipo, asume una forma movimientista que se está descubriendo y construyendo. El peligro del movimientismo es su posible transformación en un “gigante invertebrado y míope”, según la expresión de John W. Cook El movimiento, verdadero torrente de los sectores populares, debe estructurarse, con todo lo que ello implica de peligro de burocratización y obstaculización de la marcha dialéctica.
Para la construcción de la identidad, sin la cual no hay sujeto, por una parte, es necesario recuperar auténticos símbolos populares como Agustín Tosco, John W. Cook, Enrique Angelelli, Evita. El Che por su parte, es un poderoso símbolo convocante para las nuevas generaciones. Por otra parte, es necesario dar la lucha hermenéutica en torno a los símbolos arraigados en los sectores populares.
No hay identificación posible o, de otra manera, no hay construcción posible de un sujeto sin los símbolos. Los sujetos son esencialmente simbólicos y, entre los símbolos, los que asumen características religiosas –tal vez sea la realidad de todos- tienen especial importancia, por cuanto los sectores populares son particularmente religiosos. La posición “cientificista” que el marxismo “ortodoxo” heredó de la Ilustración es ciego frente a esta realidad.
Si el símbolo con el cual construye su identidad determinado sujeto es considerado sólo únicamente como “fetiche”, ya se ha puesto un telón de acero para comprender qué construye dicho sujeto en la relación con el símbolo. No se tiene en cuenta que borrar el símbolo es borrar al sujeto que con él se relaciona y, fundamentalmente, que la relación símbolo –fetiche es una relación dialéctica. Todo símbolo tiene algo de fetiche.
Desde las diversas prácticas sociales y políticas es necesario ir confluyendo en un proyecto político común que sea la unión en la diversidad. Como todo proyecto político debe darse su instrumento que tradicionalmente es el partido. Pero, de acuerdo a lo que venimos reflexionando, el partido tradicional de izquierda no nos sirve. Reproduce las relaciones de dominación. Se necesita un nuevo tipo de partido que sea una verdadera articulación del poder popular gestado en la base.

5.- El socialismo de cada día.

Con la caída del denominado “socialismo real” y la imposición de la globalización neoliberal conservadora entró en crisis también una determinada concepción de lo que significa hacer la revolución. Ésta era pensada como una lucha en la que siempre se jugaba el todo social. Se trataba de derribar el capitalismo para instaurar el socialismo. La consecuencia era que, salvo en los países que esto se habría logrado, en todas las demás sociedad la revolución o había fracasado o estaba retrasada.
La visión que en general se tenía era que una sociedad era capitalista o socialista. El socialismo como modo de vida no podía realizarse en una sociedad capitalista, de manera que el sujeto socialista sólo surgiría cuando esa nueva sociedad pudiese implantarse. La visión totalizadora, el bosque, no permitía ver las partes, los árboles.
La globalización, verdadera imposición del universal abstracto, como hemos visto, produce un resquebrajamiento del todo social en fragmentos aislados. Contradictoriamente esta nueva realidad ha permitido repensar todo el problema de la revolución y, en consecuencia, del socialismo. Por una parte hay un impulso posmoderno de quedarse en la sola parcialidad, pero, por otra, permitió repensar la totalidad no sólo sin sacrificar la parcialidad, sino tomándola como punto de partida.
En esta visión, no se trata de pretender inmediatamente la gran meta, lo que históricamente se conoce como la toma del poder. En primer lugar, porque el poder no es ninguna cosa u objeto que se tome; en segundo lugar, porque es necesario plantearse metas reales, a las que sea posible acceder y finalmente porque si las relaciones sociales no se cambian en el camino, cuando se llegue a la meta y se pretenda realizar el socialismo, lo que se hará será reproducir las relaciones anteriores. Esto ya no necesita demostración alguna. La historia del “socialismo real” lo ha puesto en claro.
El poder no es una cosa u objeto, sino “relación social”. Se trata, por lo tanto, de ir creando nuevas relaciones sociales, acordes con lo que pensamos que deba ser una realización del poder que sea efectivamente liberadora. En consecuencia, relaciones lo más horizontales posibles, con la vista puesta en el horizonte utópico de un poder horizontal, profundamente democrático.
No es que no queramos transformar toda la sociedad, derrotar definitivamente al capitalismo. Claro que queremos hacer eso, pero debemos tratar de clarificarnos sobre lo que nos corresponde hacer hoy, en un hoy en el que debemos hacer presentes los valores socialistas.
La objeción que surge de toda la concepción anterior es que no se puede vivir con los valores socialistas, es decir, humanos, en una sociedad capitalista, porque ésta impone sus leyes. Esta objeción es verdadera sólo en parte y, en consecuencia, si se la afirma de esa manera, es falsa. Es cierta en el sentido de que ninguna parte, llámese un grupo, una organización o un individuo pueda sustraerse de las leyes que impone la sociedad en la que se encuentran enclavadas.
Esto puede incluso generalizarse, como lo hizo Marx, al mundo entero. Ninguna nación, y aquí es necesario colocar a Cuba, puede realizar el socialismo hasta que éste se realice de manera hegemónica en el mundo entero, porque finalmente el sistema hegemónico termina imponiendo sus leyes. Eso es cierto cum grano salis, porque allí se viven auténticos valores socialistas, humanistas, como el haber sacado del “negocio” a la salud, la educación y la alimentación.
Ello también puede y debe realizarse, con todas las limitaciones y contradicciones del caso, en el seno de la sociedad capitalista. Si un sujeto quiere vivir de acuerdo con valores socialistas, ¿quién se lo puede impedir? ¿No es posible ser generoso? ¿Debemos necesariamente verlo todo como un negocio?
El socialismo no se ha de construir a partir de las ideas “científicas” que tengamos en nuestra cabeza o en nuestros libros, ni por la acción de un grupo esclarecido. Ya ha comenzado su construcción. Está en camino en los diversos movimientos a los que he hecho alusión.
Como decía el Che, el socialismo está en germen en el pueblo. No es el socialismo ninguna construcción teórica o “científica” pensada desde fuera, sino el desarrollo contradictorio, creativo, que se realiza todos los días en nuestras luchas, proyectos, encuentros, debates. La solidaridad, la ayuda, el diálogo, la fiesta, el compartir constituyen valores esenciales del socialismo de cada día.

Notas
(1) Prefiero hablar siempre de “construcción del poder popular” y no de “contrapoder” o “doble poder”. La expresión “contrapoder” expresa una voluntad de permanecer siempre allí, en la contra, por lo cual va acompañado de “contracultura”. Ello implica considerar que sólo es política el contraponerse. Será siempre una política marginal. La expresión de “doble poder”, es la concepción leninista que supone dos poderes como dos entidades ubicadas una arriba y la otra abajo. Se trata de derribar la que está arriba para poner la que está abajo.

Bibliografía citada
Cliff, Tony: Rosa Luxemburg- (Introducción a su lectura). Galerna, Buenos Aires, 1971.
Holloway, John: Cambiar el mundo sin tomar el poder. (El significado de la revolución hoy). Herramienta y Universidad Autónoma de Puebla. Buenos Aires, 2002.
Marx, Karl: Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858) 1. Siglo XXI, México, 1980.
Marx, Karl: La ideología alemana. Ediciones Pueblos Unidos, México, 1977.

Rubén Dri
Buenos Aires, 15 de noviembre de 2002
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