Subimperialismo.br

ALAI AMLATINA 11/05/2006, Montevideo.- No debería sorprender
que se hable de imperialismo en referencia a Brasil. En realidad,
el carácter imperial de Brasil no depende del gobierno de Lula, ni
éste puede modificarlo, salvo que siga el camino de Chávez y de
Evo y se decida, por ejemplo, a tomar el control de Petrobras.

La nacionalización de los hidrocarburos decidida por el gobierno de
Evo Morales, además de comenzar un proceso de recuperación de
los recursos naturales del país, tiene la enorme virtud de desnudar
contradicciones a menudo solapadas bajo agradables discursos
sobre la “integración regional”. Las reacciones que ha provocado
la decisión soberana de Bolivia son muestras de ello. El canciller
de Brasil, Celso Amorim, fue muy claro al manifestar la
“incomodidad” del presidente Luiz Inacio Lula da Silva con el único
presidente sudamericano que apoya activamente la
nacionalización. Amorim dijo a la prensa que el apoyo de Hugo
Chávez a la decisión boliviana “colocaba en riesgo no sólo el
gasoducto -que debe llevar gas de Venezuela a Argentina,
pasando por Brasil-, sino la propia integración sudamericana”.

Por su parte, el presidente de Petrobras, José Sergio Gabrielli, se
mostró mucho más enérgico rechazando la nacionalización,
adelantando que la empresa dejará de invertir en Bolivia y
advirtiendo que puede recurrir a los tribunales de Nueva York. Evo
Morales reaccionó diciendo que Petrobras “chantajea” a Bolivia y
que la empresa ha trabajado ilegalmente en su país.

Más allá de la declaración diplomática del gobierno de Lula,
reconcociendo el derecho de Bolivia sobre sus recursos naturales,
sólo los movimientos sociales estuvieron a la altura de los
acontecimientos. Un Manifiesto firmado por decenas de
organizaciones (en el que destacan los sin tierra y organismos de
la conferencia episcopal), afirma que “la soberanía no se discute,
se respeta”, y aplauden “el significado emancipador del gesto del
gobierno de Morales”.

El problema de fondo es que Petrobras no es una empresa
brasileña. O, mejor dicho, dejó de serlo en los 90 bajo el gobierno
de Fernando Henrique Cardoso. Hoy el Estado brasileño controla
apenas el 37% de las acciones de la empresa, en tanto el 49%
están en manos de estadounidenses y el 11% en manos de
testaferros en Brasil. Pero en los 90, Petrobras se volcó a Bolivia
y a conquistar reservas de petróleo en otros países sudamericanos
y tiene importantes negocios en Nigeria. El economista Carlos
Lessa sostiene, con razón, que Petrobras “está más preocupada
en atender a los especuladores de la Bolsa de Nueva York que de
actuar como institución del Estado nacional brasileño” (Valor
Económico, 10/5/05).

En paralelo, Petrobras controla el 20% del PIB boliviano, donde ha
invertido unos 1.500 millones de dólares desde 1997, representa la
mitad de los impuestos recaudados en Bolivia, responde por el
100% de la refinación de petróleo y el 57% del gas boliviano
(Glauco Bruce Rodrigues en www.mst.org 5/5/06). La mitad del
gas que importa Brasil procede de Bolivia, y el suministro es vital
para la industria paulista. Más aún: son brasileños buena parte de
los terratenientes que producen soja en el departamento de Santa
Cruz, y una parte de ellos serán afectados por la reforma agraria
que prepara el gobierno de Evo Morales. En suma, Brasil tiene
intereses muy importantes en Bolivia. Pero también los tiene en
otros países de América Latina. Petrobras tiene importantes
inversiones en Ecuador (donde tiene conflictos con pueblos
originarios), en Argentina (donde en 2005 sus ganancias crecieron
un 145%) y en Uruguay. Otras empresas brasileñas siguen los
pasos de Petrobras, que se ha convertido en la segunda empresa
más importante del continente.

El imperialismo ha sido definido como una fase del capitalismo
caracterizada por el dominio de los monopolios y el capital
financiero, por el papel decisivo de la exportación de capital en
busca de mayores ganancias, por el reparto del mundo entre los
trusts internacionales y los países más desarrollados. Por otro
lado, cuando hablamos de subimperialismo brasileño no podemos
olvidar que este país ha sido definido como el “campeón mundial
de la desigualdad”. Los empresarios brasileños, que son tales
sólo porque viven en Brasil y allí tienen sus empresas pero en
realidad son un eslabón del capital mundializado, buscan expandir
sus negocios fuera de fronteras para evitar una mínima distribución
de sus riquezas en el país. En este sentido, tanto los accionistas
estaodunidenses de Petrobras como los hacendados que invierten
en Santa Cruz buscan más ganancias sobre las mismas bases
que amasaron sus fortunas en Brasil, o en cualquier otro lugar del
mundo: bajos salarios, pésimas condiciones de trabajo, impunidad
y ausencia de controles estatales.

Dicho de otro modo: la expansión del capital “brasileño” por
América Latina es la otra cara de la falta de una reforma agraria en
Brasil, de la brutal especulación financiera y la desregulación
laboral. El capital monopólico ha tomado porciones importantes
del Estado brasileño, como Petrobras, y busca convertirlas en
punta de lanza de la conquista del continente. La empresa
petrolera es apenas una de las naves, pero quizá la más
ambiciosa es la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura
Regional Sudamericana (IIRSA) lanzada en setiembre de 2000 por
Cardoso, que busca una integración regional a la medida de los
mercados.

Mientras el Estado brasileño no recupere el control sobre
Petrobras, la empresa seguirá siendo utilizada para la conquista
de los recursos naturales y no para la integración continental, más
allá de las buenas declaraciones del gobierno Lula. Recuperarla
puede suponer como sucedió en Venezuela atravesar un período
de desestabilización política, económica y social, porque no es
posible salir del neoliberalismo sin enfrentar el riesgo de
turbulencias de todo tipo. No hacerlo, supone ahondar las
divisiones entre los países y los pueblos del continente, y seguir
poniendo al Estado al servicio de la acumulación del capital.

No confundir los deseos con la realidad. Evitar autoengañarse

1. Por desgracia suele existir mucho subjetivismo en el análisis de la situación política. Suele ocurrir que los dirigentes movidos por su pasión revolucionaria tienden a confundir los deseos con la realidad. No se hace una valoración objetiva de la situación, se tiende a subestimar las posibilidades del enemigo, y, por otro lado, a sobrestimar las posibilidades propias.

2. Por otra parte, los dirigentes tienden a confundir el estado de ánimo de la militancia más radical con el estado de ánimo de los sectores populares de base Existe una tendencia en no pocas direcciones políticas a hacer generalizaciones acerca del estado de ánimo del pueblo a partir de su propia experiencia, ya sea de la región o sector social donde éstas funcionan, o de su frente guerrillero, o, en un sentido más general, de lo que perciben entre quienes los rodean, que siempre son los sectores más radicalizados.

3. Es distinta la visión que tienen del país los que trabajan con los sectores más radicalizados, de la que tienen los que realizan su actividad política entre los sectores menos politizados. No tienen la misma visión del país los cuadros revolucionarios que trabajan en un barrio popular combativo, que los que lo hacen con los sectores medios.

4. Esto mismo ocurre en los países donde existen zonas de guerra y espacios políticos. Los guerrilleros que viven enfrentamientos reales con el enemigo, que han logrado obtener gracias a sus victorias militares el control de determinadas zonas, tienden a creer que el proceso revolucionario está más avanzado de lo que consideran aquellos militantes que participan en los espacios legales en los grandes centros urbanos, donde el poder ideológico y el control militar del régimen es todavía muy grande.

5. La única garantía de no cometer estos errores es asegurar que los dirigentes sean capaces de evaluar la situación, no en función de su estado de ánimo, sino a partir de tomarle el pulso al estado de ánimo del grueso de la gente, al estado de ánimo del enemigo, a la realidad internacional. Una vez hecha esa evaluación es preciso diseñar las líneas de acción que permitan capitalizar toda esa situación.

6. Parecería una perogrullada decir que es importante que los dirigentes máximos aprendan a escuchar. Estimamos que esto es fundamental. Sucede, sin embargo, que algunos líderes están tan impregnados de ideas preconcebidas acerca del estado actual de la situación, de como están las cosas, de lo que se puede hacer y de lo que no se puede hacer, y en su contacto con los dirigentes intermedios y de base tienden más a trasmitirles su visión de las cosas que a informarse acerca de cuál es el verdadero estado de ánimo de la gente.

7. Puede ocurrir entonces que, a la hora de hacer los análisis, se cometan errores, no tanto por falta de información, sino porque ésta, a pesar de haber sido trasmitida correctamente y en tiempo oportuno por la militancia, no haya sido asimilada por la dirección.

8. Pero también es importante que los militantes y dirigentes intermedios sean objetivos al entregar la información. Algunas veces éstos desinforman en lugar de informar al proporcionar, por ejemplo, cifras abultadas de determinadas movilizaciones o acciones.

9. Es bastante común en política la tendencia a autoengañarse, a falsificar los datos de las movilizaciones, de los mitines, de los paros, de las fuerzas de que dispone cada organización. A decir, por ejemplo, que se ha logrado movilizar a miles cuando sólo se ha logrado movilizar a centenas.

10. Este enfoque triunfalista es el producto de la errada concepción de que siempre tenemos la razón, que siempre somos los mejores, de que todo lo que hacemos nos da resultado.

11. Y no sólo ha existido un autoengaño frente a las cifras, sino también en la evaluación de las acciones que nos propusimos llevar a cabo. Si el objetivo era lograr determinada representación parlamentaria y ésta no se lograba, no se reconocía que los votos alcanzados estaban muy por debajo de las expectativas que se habían creado; se buscaba siempre la forma de presentar ese hecho como un triunfo, se decía, por ejemplo, que aumentaron los votos con respecto a la anterior elección. Si se proponía un paro nacional y sólo se lograban paros parciales no se reconocía el revés, sino que se hablaba de éxito del paro porque en relación con las acciones anteriores de este tipo se había logrado un aumento de los trabajadores que no asistieron a trabajar, etcétera.

12. bis. Si los dirigentes no saben escuchar para lo cual se requiere de una gran dosis de modestia revolucionaria y, al mismo tiempo, reciben informaciones falseadas, lo que ocurre es que bajan líneas de acción que al partir de bases falsas no se ajustan a las posibilidades reales de los destacamentos con que se cuenta; se preparan batallas que por no estar basadas en la real correlación de fuerzas pueden conducir a significativas derrotas.

Estrategia para construir la unidad

1. Me he referido anteriormente a la necesidad de construir la unidad de todas las fuerzas y actores de izquierda para conformar en torno a ella un amplio bloque antineoliberal. Sin embargo, no creo que este objetivo pueda ser logrado de manera voluntarista, creando desde arriba coordinaciones que pueden terminar siendo sólo una suma de siglas.

2. Pienso que es en la lucha concreta por objetivos comunes donde se puede ir gestando esta unidad. Y por ello me parece que se crearían mejores condiciones para esa articulación si ponemos en práctica una nueva estrategia de lucha anticapitalista.

3. Se trata de una estrategia que toma en cuenta las importantes transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales ocurridas en los últimos tiempos en el mundo. Que entiende que las nuevas formas de dominación del capitalismo van mucho más allá del ámbito económico y estatal y que éstas se infiltran en todos los intersticios de la sociedad fundamentalmente a través de los medios de comunicación de masas que invaden indiscriminadamente los hogares de todos los sectores sociales cambiando las condiciones de la lucha.

4. Hoy más que antes debemos enfrentar no sólo los aparatos de coerción política de las clases dominantes sino los mecanismos e instituciones presentes en la sociedad civil que generan una aceptación popular del orden social capitalista. Estas suelen lograr una significativa hegemonía sobre importantes sectores populares, una dirección cultural sobre la sociedad; tienen capacidad para subordinar ideológicamente a las clases dominadas. Ya se ha dicho que la propaganda es a la democracia burguesa lo que la cachiporra al estado totalitario.

5. Nuestro desafío entonces es elaborar una estrategia revolucionaria en condiciones de una democracia burguesa que goza de un nivel suficiente de aceptación por parte de los sectores populares como para poder mantenerse sin tener que recurrir a la represión; es más, hay que partir por reconocer que extensos sectores populares aceptan de buen agrado la conducción capitalista del proceso.

6. Por esta razón, la mera propaganda de una sociedad alternativa hoy no basta La mayor complejidad que asume la dominación, la presencia de importantes factores extra estatales que producen y reproducen la desarticulación popular actual y que pretenden desprestigiar ante la opinión pública el pensamiento y proyecto de la izquierda, exigen que ésta demuestre en la práctica aquello que prédica.

7. Para ello, en los territorios y espacios conquistados la izquierda debe desarrollar procesos de construcción popular alternativos al capitalismo, que busquen romper con la lógica del lucro y las relaciones que ella impone, tratando de instalar lógicas solidarias, humanistas.

8. Debe impulsar luchas que no se reduzcan a la simple demanda de reivindicaciones económicas ?aunque necesariamente las tiene que incorporar? sino que avancen en el desarrollo de un proyecto social más global que gesten auténticos grados de poder desde la base.

9. Se trata de construir experiencias de democracia popular que sean tangiblemente superiores a la democracia burguesa. Por ejemplo, construir un proyecto de ciudad humanista y solidario en un gobierno local, promoviendo diversas instancias participativas que permitan que el vecino se transforme en un miembro activo de su comunidad. O construir un polo de asentamientos rurales, donde los campesinos puedan establecer diversas formas de colaboración entre ellos, no sólo en la producción agrícola, sino en la industrialización y comercialización de sus productos, en la educación de sus hijos y la formación de sus cuadros de acuerdo a un modelo que prefigure la nueva sociedad. O construir una federación estudiantil que defienda una participación democrática de los estudiantes en la gestión de una universidad comprometida con la sociedad, O construir una central sindical que ponga fin a las direcciones burócraticas separadas de las bases, que defienda un sindicalismo socio- político, que supere el mero reivindicacionismo económico, planteándose como objetivo su inserción activa en la transformación social.

10. Una estrategia de este tipo facilita enormemente la articulación de todos los sectores de la izquierda, tanto de los militantes de partidos como de los militantes sociales, porque permite hacer un tipo de convocatoria diferente. Para militar no hay que adherir necesariamente a un partido, a un frente, a un movimiento, se puede militar colaborando en la puesta en práctica del proyecto de construcción alternativa.

11. Más que una utopía propagandizada, que se intenta estérilmente introducir en forma pasiva en la cabeza de los hombres y mujeres del pueblo, como enseñanza iluminista sin una práctica de construcción concreta , se trata de construcciones democráticas populares referenciales que, por reflejar prácticas diferentes, tienden a atraer a nuevos sectores.

12. Por otra parte, sólo a partir de esas prácticas es como mucha gente comienza a entender que para expandir sus proyectos humanistas y solidarios es necesario terminar con el sistema capitalista, que con su lógica del lucro plantea enormes dificultades a cualquier tipo de construcción alternativa.

13. Urge, entonces, terminar con el “tacticismo” de los atajos, con el coyunturalismo, con los brotes agitativos pasajeros, y enhebrar una práctica centrada en el impulso de luchas democráticas de base, en la construcción local de formas de poder y de democracia popular, que permita definir el sentido accesorio y la oportunidad de la lucha electoral, u otras formas de lucha. De lo contrario, éstas últimas prácticas no superarán el largo hilo de inmediatismos de los últimos años.

14. Pero también urge superar el basismo, el localismo, el apoliticismo, el corporativismo, que limita la lucha de los sectores populares a horizontes gremiales o luchas económicas.

La derecha suele fijar el calendario de las luchas de la izquierda

1. En el artículo anterior decíamos que una gran parte de la izquierda partidaria, en las últimas décadas, ha tenido muchas dificultades para trabajar con los movimientos sociales y acercarse a los nuevos actores sociales. Esto se ha debido, a mi entender, a varios factores.

2. Mientras la derecha ha demostrado una gran iniciativa política, la izquierda suele estar a la defensiva. Mientras la primera usa su control de las instituciones del estado y de los medios de comunicación de masas, y su influencia económica para imponer el nuevo modelo, servil al capital financiero y a los monopolios, precipitando las privatizaciones, la desregulación laboral y todos los demás aspectos del programa económico neoliberal; la fragmentación social y el fomento del antipartidismo, la izquierda partidaria, en cambio, al limitar el trabajo político casi exclusivamente al uso de la institucionalidad vigente, sometiéndose a las reglas del juego del enemigo, casi nunca lo toma por sorpresa. Se cae en el absurdo de que el calendario de las luchas de la izquierda lo fija la derecha.

3. ¿Cuántas veces no hemos escuchado quejas de la izquierda contra las condiciones adversas en las que tuvo que dar la contienda electoral, luego de constatar que no ha logrado los resultados electorales esperados en las urnas? Sin embargo, esa misma izquierda muy pocas veces denuncia en su campaña electoral las reglas del juego que se le imponen y plantea como parte de esa campaña una propuesta de reforma electoral. Por el contrario, suele ocurrir que en búsqueda de los votos en lugar de hacer una campaña educativa, pedagógica, que sirva para que el pueblo crezca en organización y conciencia utilice las mismas técnicas para vender sus candidatos que las que usan las clases dominantes.

4. Por otra parte, las propias reglas del juego impuestas por las clases dominantes dificultan la unidad de la izquierda y fomentan el personalismo. Obligan en algunos países a trabajar por el propio partido en lugar de por un frente más amplio, porque si eso no se hace ese partido tiende a desaparecer del escenario político.

5. Y esto determina que, en caso de un fracaso electoral, además de la frustración, el desgaste y el endeudamiento productos de la campaña, el esfuerzo electoral no se traduzca en un crecimiento político de quienes fueron receptores y actores, dejando la amarga sensación de que todo ha sido en vano. Muy distinta sería la situación si la campaña se pensase fundamentalmente desde el ángulo pedagógico, usando el espacio electoral para fortalecer la conciencia y la organización popular. Entonces, aunque los resultados en las urnas no fuesen los mejores, el tiempo y los esfuerzos invertidos en la campaña no serían algo perdido.

6. Con razón algunos sostienen que el culto a la institución ha sido el caballo de Troya que el sistema dominante logró introducir en la misma fortaleza de la izquierda transformadora logrando minarla por dentro.

7. El trabajo de la militancia se delega progresivamente en las personas que detentan cargos públicos y administrativos. El esfuerzo prioritario deja de ser la acción colectiva para convertirse en la acción parlamentaria o en la presencia mediática.

8. La acción militante ha tendido a reducirse a la fecha electoral, pegadas de carteles y algún que otro acto público.

9. Y, lo que es peor aún, el financiamiento de los partidos proviene cada vez más de la participación de sus cuadros en las instituciones del estado: parlamento, gobiernos locales, tribunales de control electoral, etcétera; con todo lo que ello entraña de dependencia y de presiones.

10. La actividad política de la izquierda no puede reducirse a la conquista de las instituciones, debe estar dirigida a cambiar las instituciones para poder transformar la realidad. Debe crear nuevas correlaciones de fuerzas que permitan realizar los cambios requeridos. Debe entender que no puede construir fuerza política sin construir fuerza social.

11. Debe, asimismo, evitar “partidizar” todas las iniciativas y los movimientos sociales con los que se relaciona, por el contrario debe esforzarse por articular sus prácticas en un proyecto político único.

12. Por otra parte, a la izquierda partidaria le ha costado mucho abrirse a las nuevas realidades Muchas veces se ha mantenido aferrada a esquemas conceptuales que le han impedido apreciar la potencialidad de los nuevos sujetos sociales, centrando su mirada exclusivamente en los actores que tradicionalmente se movilizaban como los sindicatos, hoy muy debilitados producto de diferentes factores.

13. Por último, una de las mayores dificultades de la izquierda política para trabajar con la izquierda social ha sido la consideración de los movimientos sociales como correas de transmisión del partido. La dirección del movimiento, los cargos en los organismos de dirección, la plataforma de lucha, en fin, todo, se resolvía en las direcciones partidarias y luego se bajaba la línea a seguir por el movimiento social en cuestión, sin que éste pudiese participar en la gestación de ninguno de los asuntos que más le atañían.

14. Sintetizando, para que la izquierda partidaria logre acercarse a la izquierda social, es necesario que se renueve ideológicamente, cambie su cultura política y estilos de trabajo, e incorpore a su arsenal las formas de lucha y de resistencia innovadoras implementadas por la izquierda social.

Razones del escepticismo popular respecto a la política y a los políticos

1. Decía en un artículo anterior que para luchar eficazmente contra el neoliberalismo es necesario lograr articular a todos los que sufren sus consecuencias, y para conseguir este objetivo debemos empezar por la propia izquierda que en nuestros países suele estar muy dispersa. Pero no son pocos los obstáculos que se nos interponen en esta tarea. Estar conscientes de ellos y preparase para enfrentarlos es el primer paso para poder superarlos.

2. Uno de estos obstáculos es el creciente escepticismo popular en relación con la política y los políticos.

3. Esto tiene que ver entre otras cosas con las grandes limitaciones que hoy tienen nuestros sistemas democráticos, muy diferentes a los que existían a antes de las dictaduras militares.

4. Estos regímenes de democracia tutelada, limitada, restringida, controlada o de baja intensidad limitan drásticamente la capacidad efectiva de las autoridades electas democráticamente. Las principales decisiones son tomadas en órganos de carácter permanente, no elecos, y, por lo tanto, no sujetos a cambios producto de los resultados electorales, como el Consejo de Seguridad Nacional, el Banco Central, las instancias económicas asesoras, la Corte Suprema, la Contraloría, el Tribunal Constitucional.

5. Grupos de profesionales y no de políticos son los que hoy adoptan las decisiones o tienen una influencia decisiva sobre éstas. La aparente neutralidad y despolitización de dichos órganos oculta una nueva manera de hacer política de la clase dominante. Sus decisiones se adoptan al margen de los partidos. Se trata de democracias controladas, cuyos controladores no están sometidos a ningún mecanismo democrático.

6. Por otra parte se han perfeccionado enormemente los mecanismos de fabricación del consenso, monopolizados por las clases dominantes, que condicionan en un alto grado la forma en que la gente percibe la realidad. Sólo esto explica que sean los partidos más conservadores, que defienden los intereses de una ínfima minoría de la población, los que hayan logrado transformarse cuantitativamente en partidos de masas y que la base social de apoyo de sus candidatos, al menos en América Latina, sean los sectores sociales más pobres de la periferia de las ciudades y del campo.

7. Otros elementos que explican el escepticismo reinante son, por un lado, la apropiación inescrupulosa por parte de la derecha del lenguaje de la izquierda : palabras como reformas, cambios de estructura, preocupación por la pobreza, transición, forman hoy parte de su discurso habitual; y, por otro, la adopción bastante frecuente por parte de los partidos de izquierda de una práctica política muy poco diferenciada de la práctica habitual de los partidos tradicionales.

8. Tenemos que tener muy presente que cada vez más la gente rechaza las prácticas partidarias clientelistas, poco transparentes y corruptas, de aquellos que sólo se acercan al pueblo en momentos electorales, que pierden energías en luchas intestinas, de fracciones y pequeñas ambiciones; donde las decisiones son adoptadas por las cúpulas partidarias sin una real consulta con las bases y prima el liderazgo unipersonal sobre el colectivo. Repudia crecientemente los mensajes que se quedan en meras palabras, que no se traducen en actos.

9. La gente común y corriente está harta del sistema político tradicional y quiere cosas nuevas, quiere cambios, quiere nuevas formas de hacer política, quiere una política sana, quiere transparencia y participación, quiere recuperar la confianza.

10. Esta decepción de la política y los políticos que crece día a día y que permea también a la izquierda social no es grave para la derecha, pero para la izquierda sí lo es. La derecha puede perfectamente prescindir de los partidos políticos, como lo demostró durante los períodos dictatoriales, pero la izquierda no puede prescindir de un instrumento político sea éste un partido, un frente político u otra fórmula.

11. Otro obstáculo para la unidad de la izquierda es que luego de la derrota del socialismo soviético, la crisis del estado benefactor impulsado por la socialdemocracia europea y del desarrollismo populista latinoamericano, ésta tiene grandes dificultades para elaborar una propuesta alternativa al capitalismo socialista o como se la quiera llamar rigurosa y creíble, que pueda asumir los datos de la nueva realidad mundial.

12. El capitalismo ha revelado su gran capacidad de reciclarse y de usar la nueva revolución tecnológica a su favor; fragmentando a la clase obrera, limitando su poder de negociación, sembrando el pánico de la desocupación, mientras la izquierda se ha quedado muchas veces anclada en el pasado. Existe un exceso de diagnóstico y una ausencia de terapeútica. Solemos navegar políticamente sin brújula.

13. La mayor parte de los obstáculos aquí señalados provienen de realidades que se nos imponen desde fuera, pero hay también obstáculos que dificultan los intentos por articular a toda la izquierda que provienen de su propio seno.

14. Por una parte, la izquierda partidaria, en las últimas décadas, ha tenido muchas dificultades para trabajar con los movimientos sociales y acercarse a los nuevos actores sociales Y, por otra, en la izquierda social ha habido una tendencia a descalificar a los partidos y a magnificar su propio papel en la lucha contra la globalización neoliberal, actitud que no ha ayudado a superar la dispersión de la izquierda. Nuestro próximo artículo se abocará a examinar estas cuestiones.

¿Hay que rechazar el centralismo burocrático y practicar sólo el consenso?

1. Los partidos de izquierda fueron durante mucho tiempo muy autoritarios. Lo que se practicaba habitualmente era un centralismo burocrático muy influido por las experiencias del socialismo soviético. Todos los criterios, tareas, iniciativas, líneas de acción eran decididos por la cúpula partidaria, sin conocimiento ni debate con la militancia, limitándose ésta a acatar órdenes que nunca discutía y muchas veces no comprendía. Una actitud de este tipo aparece como cada vez más intolerable para la mayoría de la gente.

2. Pero al luchar contra esta desviación centralista burocrática se debe evitar caer en desviaciones de ultrademocratismo, que llevan a que se gaste más tiempo en discutir que en actuar, porque todo, aún lo innecesario, se somete a discusiones que muchas veces esterilizan toda acción concreta.

3. Al criticar la desviación burocrática del centralismo, se ha tendido en estos últimos tiempos a rechazar todo tipo de dirección central.

4. Se habla de la necesidad de organizar grupos a todos los niveles de la sociedad y de que esto grupos apliquen una estricta democracia interna “ideas que evidentemente compartimos”. Lo que no compartimos es que se afirme que no hay que esforzarse por tratar de darles una organicidad común. En pro de la democracia, la flexibilidad, y el deseo de dar la batalla en muy diferentes frentes, se rechazan los esfuerzos determinar las prioridades estratégicas y por pretender unificar su acción.

5. Para algunos el único método aceptable es el del consenso. Se argumento que con él se busca no imponer decisiones sino lograr interpretar a todos. Pero este método, que busca el acuerdo de todos y que aparece como más democrático, a veces es mucho más antidemocrático, porque otorga derecho a veto a una minoría: al extremo que una sola persona puede impedir que se lleguen a implementar acuerdos que cuentan con un apoyo inmensamente mayoritario.

6. Por otra parte, la complejidad de los problemas, la amplitud de la organización y los tiempos de la política “que obligan a tomar decisiones rápidas en determinadas coyunturas “ hacen casi imposible la utilización de la vía del consenso en muchas ocasiones, aunque se descarte su uso manipulador.

7. Creo que no se puede pensar en eficacia política sin conducción unificada que defina las acciones a realizar en los distintos momentos de la lucha y para lograr esta definición es preciso que se dé una discusión amplia, donde todos opinen y que finalmente se adopten acuerdos que todos deben cumplir.

8. Para lograr una acción coordinada, los organismos inferiores deben tomar en cuenta en sus decisiones las indicaciones que hagan los organismos superiores y aquéllos cuyas posiciones han quedado en minoría deben someterse en la acción a la línea que triunfa, desarrollando junto a los demás miembros las tareas que se desprenden de ella.

9. Una instancia política que pretende seriamente luchar por transformar la sociedad no puede darse el lujo de tener en su seno elementos indisciplinados que rompan la unidad de acción, sin la cual no hay acción política eficaz.

10. Esta combinación de dirección central única y discusión democrática en los distintos niveles de la organización es lo que se llama centralismo democrático Se trata de una combinación dialéctica: en períodos políticos complicados, de auge revolucionario o de guerra, no queda otra solución que acentuar el polo centralista; en períodos de calma, donde el ritmo de los acontecimientos es más lento, debe acentuarse el polo democrático.

11. Personalmente no veo cómo se puede concebir una acción política exitosa si no se logra una acción unificada y para ello no creo que exista otro método que el del centralismo democrático si no se ha logrado el consenso.

12. Una correcta combinación del centralismo y la democracia estimula la iniciativa de los dirigentes y, sobre todo, de todos los militantes. Sólo la acción creadora en todos los niveles de la organización política o social es capaz de asegurar el avance de nuestras luchas. Una vida democrática insuficiente impide desplegar toda la iniciativa creadora de los militantes, con la consiguiente baja de su rendimiento político. En la práctica esta iniciativa se manifiesta en sentido de responsabilidad, en orden en el trabajo, en coraje y aptitud para resolver problemas, para expresar opiniones, para criticar defectos, así como en el control ejercido, con esmero de camarada, sobre los organismos superiores.

13. Sólo una correcta combinación del centralismo y la democracia torna eficaces las decisiones que se adoptan, porque el haber participado en la discusión y toma de decisiones compromete más a cada uno de los actores.

14. Lo que hay que evitar cuando se aplica el método del centralismo democrático, es pretender usar las mayorías estrechas para tratar de aplastar a quienes quedaron en minoría. Los movimientos sociales y políticos más maduros consideran que no tiene sentido imponer una medida adoptada por una mayoría estrecha. Estiman que, si no es la gran mayoría de sus militantes la que está convencida de las medidas a adoptar, es preferible esperar que la gente vaya madurando y llegue a convencerse por sí misma de lo correcto de esa medida Eso evita las nefastas divisiones internas que suelen aquejar a los movimientos y partidos de izquierda y previene que se cometan errores de gran envergadura.

Los dueños de Amèrica Central

Son los 10 grupos empresariales mas importantes e influyentes de la region.

Su facturación representa un buen porcentaje del Producto Interno Bruto de Guatemala El Salvador Honduras Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Pero son más que grandes empresarios: especulan con el dinero y los bienes ajenos, designan presidentes diputados ministros alcaldes embajadores y cualquier otro cargo que pueda incidir en sus intereses. Son los principales abogados de Estados Unidos en la región y los más feroces enemigos de los trabajadores, de la izquierda social y política y de todo aquello que simplemente parezca que es un disidente del neoliberalismo. Conózcalos.

Jorge Castillo Love, Guatemala. Preside la Corporación Castillo Hermanos (un holding de 82 empresas), Cervecería Centroamericana, Inversiones Centroamericanas, Grupo Financiero Industrial y G&T Continental. Los siglos y los gobiernos pasan, pero la familia Castillo sigue ahí, su linaje se remonta hasta el cronista de la conquista y encomendero Bernal Díaz del Castillo. En 1886 se funda la Cervecería Centroamericana, su empresa emblema, la cual emplea a unas 8 mil 500 personas. La Corporación Castillo Hermanos se ha diversificado a la rama de alimentos, snacks, empaques y bebidas, y el Centro Comercial Pradera Concepción (una inversión de US$40 millones con Multiproyectos). Sus negocios se extienden a Nicaragua (socios con el 49 por ciento de las acciones del Consorcio Cervecero Centroamericano, Coceca), y con plantas de alimentos y snacks en Honduras y Nicaragua. Su facturación supera los US$1,000 millones anuales.

Julio Herrera Zavala, Guatemala. Presidente del Ingenio Pantaleón, Agropecuaria Atitlán, Spectrum Inmobiliaria (vivienda y centros comerciales), Procalidad (alimentos), participación en los bancos Industrial, Cuscatlán y Agromercantil. Pantaleón Sugar Holdings surge en 1849 con la fundación del Ingenio Pantaleón, son descendientes directos de Manuel María Herrera, ministro de Fomento del general Justo Rufino Barrios, y de Carlos Herrera Luna, ex presidente de Guatemala (1920-1921); poseen ingenios en Honduras y Nicaragua (Monte Rosa, el segundo más grande del país), y sus ventas anuales se han estimado en más de US$200 millones, generan más de 50 mil empleos. Pantaleón es considerado el mayor exportador de azúcar de Latinoamérica. Desde 1990 participa en la cogeneración de energía eléctrica en Guatemala y también en Nicaragua. En 2005 invirtieron US$30 millones para producir etanol (alcohol carburante), en alianza con firmas colombianas y brasileñas.

Dionisio Gutiérrez y Juan Luis Bosch, Guatemala. Copresidentes de Multi-Inversiones (un holding de más de 300 empresas) con avícolas y pecuarias en toda Centroamérica; inmobiliaria Multiproyectos; generación de energía Renace e HidroPolochic, en construcción; finanzas, molinos, concentrados, molinera Maya en República Dominicana. Su empresa insignia es Pollo Campero, con 218 restaurantes en Centroamérica, Ecuador, México y EE.UU., próximos a abrir en España, Indonesia, y China. Campero recién traslado sus oficinas a EE.UU., para convertirse en una franquicia global con más de 600 restaurantes a nivel mundial para 2010.Sus ventas superan los US$2,000 millones anuales y 28 mil empleados. Juan Luis es invitado a las reuniones de magnates de Carlos Slim. Su origen se remonta a su bisabuelo Dionisio Gutiérrez, un inmigrante español que llegó a San Cristóbal Totonicapán, donde abrió una tienda.

Ramón Campollo, Guatemala. Dirige el Ingenio Madre Tierra, la Compañía Petrolera del Atlántico, inversiones en generación y distribución de energía, producción de palma africana. Luego que el presidente Dwight D. Eisenhower le retirara su cuota azucarera a Cuba, con la llegada al poder de Fidel Castro, arriba a Guatemala en 1963 procedente de Jamaica; se afirma que controla unos 17 ingenios en diferentes países, incluyendo Costa Rica, República Dominicana y Cuba. La Compañía Petrolera del Atlántico (CPA) obtuvo una concesión para explotar petróleo y gas en el Lago de Izabal. En energía, participa en la generación con carbón y bagazo de caña, es socio nacional de la Empresa Eléctrica (EEGSA). En Petén posee plantaciones de palma africana. Otros grupos empresariales relevantes de Guatemala son: la familia Botrán; los Novella; los Paiz, hoy socios de Wal-Mart; el ex banquero Francisco José Alvarado Macdonald y el textilero Joe Habie.

José Ricardo Poma Delgado, El Salvador. Preside el Grupo Poma, con presencia en Centroamérica, Panamá, República Dominicana, Miami (EE.UU.) y próximamente en Colombia. Opera 20 hoteles de 5 estrellas y franquicias internacionales bajo el Grupo Real; la división Grupo Roble administra 17 centros comerciales bajo las marcas Multicentro y Metrocentro en toda la región, además ha construido más de 50 mil viviendas en El Salvador y desarrollos turísticos. Su división Excel Automotriz vendió 18 mil vehículos en toda la región y para 2006 prevé vender 20 mil. Ricardo lidera el Grupo Poma, que fundó su abuelo Bartolomé Poma y Génova, un inmigrante catalán que llegó a trabajar a México como mecánico hace 95 años y que luego invirtió sus modestos ahorros para conseguir la representación de la marca Hudson para El Salvador. Es amigo personal de Carlos Slim y su aliado con las tiendas Sanborns. Otros magnates destacados de El Salvador son: Roberto Kriete, presidente de Grupo TACA, y el empresario cervecero Bobby Murray.

Fredy Nasser Selman, Honduras. Desciende de una familia árabe textilera, saltó a la palestra al fundar la telefónica Megatel en Honduras. Luego se hizo del 40 por ciento de las acciones en Empresa Nicaragüense de Telefonía (Enitel), que vendió por US$85 millones a América Móvil, de Carlos Slim (se rumora que la operación alcanzó los US$200 millones e incluyó las acciones que poseía en Telecomunicaciones de Guatemala, Telgua). Accionista mayoritario en InterAirports, administra los cuatro aeropuertos internacionales de Honduras. Es presidente de Grupo Terra, fundado en 1978 y con interés en energía, petróleo, químicos, telecomunicaciones, infraestructura, inmobiliaria y servicios. En los últimos 5 años, Grupo Terra ha realizado inversiones por más de US$315 millones y proyecta invertir más de US$270 millones en energía térmica. Está casado con una hija de Miguel Facussé Barjum. Fredy es muy buen anfitrión: en 2004 le prestó su lujoso yate al príncipe Felipe Borbón y Letizia Ortiz, y después, su jet para volar de Nassau a Miami, pero los agentes de migración del aeropuerto de Miami los revisaron y descubrieron su relación.

Miguel Facussé Barjum, Honduras. Hijo de inmigrantes palestinos. El Tío Mike es amigo de Fidel Castro y de todos los presidentes de Honduras, a quienes ha aconsejado, “él sólo apoya la democracia”, afirma. Cuando tenía 33 años se fue a tocar las puertas del BID a Washington, porque le negaron un préstamo de US$375 mil, y los hizo cambiar de parecer. A sus 82 años, es el empresario más poderoso de Honduras. Presidente de la Corporación Cressida, líder del mercado de productos de consumo, con presencia comercial en Centroamérica, Panamá y México, ha lanzado más de 350 productos al mercado. En 2003 vendió su división de productos a la inglesa Unilever. Es el mayor productor de palma africana de Centroamérica, con una plantación de 17 mil hectáreas en la cual invirtió US$34 millones y generó 7 mil empleos. Proyecta ampliar en 20 mil hectáreas su plantación, para lo cual invertirá US$200 millones. La producción de palma africana representa el 10 por ciento del PIB de Honduras. Otros empresarios destacados son: el banquero y maderero José Lamas Bezos, el banquero y cementero Jaime Rosenthal, Schucry Kafie y Jorge Canahuatti.

Carlos Pellas Chamorro, Nicaragua. Su bisabuelo, Alfredo Pellas, un comerciante genovés llegó a Nicaragua con US$400 mil en 1875. Preside desde 1980 al Grupo Pellas, un conglomerado de más de 50 empresas, activos por US$4 mil millones y 15 mil empleados integrado por: BAC International Bank, presente en Centroamérica y Florida, EE.UU. Licores Flor de Caña; Casa Pellas, distribuidor de Toyota en Nicaragua; participa en GBM, representante de IBM en Centroamérica y República Dominicana; productor de azúcar y energía con Nicaragua Sugar Estates (ingenio San Antonio), y una de las fincas más grandes del mundo de naranjas (7 mil hectáreas). Su último gran negocio fue la venta del 49.99 por ciento de BAC a la multinacional General Electric (GE) por una suma cercana a US$500 millones. “Ese dinero no lo voy a tener durmiendo en un certificado” (quiere comprar bancos en Guatemala y pidió permiso para fundar uno en México). En 2005 recibió el premio de las Cámaras de Comercio e Industria de América Latina (Camacol) como el empresario más importante del continente. Su casa es visita obligada de todos los mandatarios nicaragüenses, incluyendo sandinistas, todos van a pedirle consejos.

Sebastián Tena Pujol, Costa Rica. El grupo fue fundado por Josep Pujol Martí, un corredor de bolsa en Barcelona que abandonó España por la guerra, y emigró a Costa Rica, donde se estableció como agricultor. En 1945 fundó Abonos Agro; el grupo es hoy un conglomerado de empresas dedicadas a la fabricación de materiales de construcción, acero, trefilería, madera, ventanas y puertas de PVC, y hostelería. El Grupo Pujol Martí afirman que su facturación representa el 3.5 por ciento del PIB de Costa Rica, emplea a 2 mil 500 personas, con un volumen operaciones de US$365 millones. En enero, le vendieron una participación del 50 por ciento en Laminadora Costarricense y Trefilería Colima a la europea Arcelor, la segunda acerera del mundo. También invirtieron 68 millones de euros en una empresa de fabricación de fibroyeso en Cantabria, España, y fundaron una nueva naviera. Las fortunas de los magnates costarricenses no son tan grandes como las de sus colegas centroamericanos, ya que la distribución de la riqueza es más equitativa en Costa Rica. Otros empresarios destacados son: Francis Durman; el ganadero Víctor Mesalles; La familia Uribe, socia de Wal-Mart; y el industrial Rodolfo Jiménez.

Stanley Motta, Panamá. Presidente del Grupo Financiero Continental, con más de US$2,500 millones en activos; al cual pertenecen el Banco Continental de Panamá, la aseguradora ASSA; dueño de Televisora Nacional Canal 2, Motta Internacional, GBM Corporación, Telecarrier, Inversiones Bahía, accionista mayoritario de Copa Airlines, la segunda aerolínea de Centroamérica, con ganancias de US$78 millones en 2005. En 2005 compró la segunda aerolínea colombiana, AeroRepública, por US$23 millones. Posee inversiones importantes en Manzanillo International (MIT), la terminal portuaria más grande de Centroamérica y en la cual se han invertido más de US$300 millones, Multiplaza Pacific Panamá, que representó una inversión de US$100 millones. Asiste a las reuniones de magnates que organiza su amigo Carlos Slim. De extracción humilde, su padre, Alberto C. Motta, fue un vendedor ambulante que en la década de los 30 vendía periódicos y jabón hasta llegar a ser un próspero ganadero, y en 1947 fundó la primera empresa en la Zona Libre de Colón; de él heredó su olfato para las inversiones y para vender “cuando te agarran a billetazos”.

Ponerse a disposición de los movimientos populares, No suplantarlos

1. Hemos dicho en otro lugar que la política es el arte de construir la fuerza social y política que permita cambiar la correlación de fuerzas para hacer posible en el futuro lo que aparece como imposible en lo inmediato. Pero, para lograr construir fuerza social es necesario que las organizaciones políticas expresen un gran respeto por el movimiento popular; que contribuyan a su desarrollo autónomo, dejando atrás todo intento de manipulación. Deben partir de la base de que ellas no son las únicas que tienen ideas y propuestas y que, por el contrario, el movimiento popular tiene mucho que ofrecerles, porque en su práctica cotidiana de lucha va también aprendiendo, descubriendo caminos, encontrando respuestas, inventando métodos, que pueden ser muy enriquecedores.

2. Tienen que sacarse de la cabeza que sólo ellas generan ideas creadoras, novedosas, revolucionarias, transformadoras. Y por ello su papel no es sólo hacerse eco de las reivindicaciones y demandas que vienen de los movimientos sociales, sino que también deben estar dispuestas a recoger ideas y conceptos que irán a enriquecer su propio arsenal conceptual.

3. Tanto los dirigentes políticos como sociales deben abandonar el método de llegar con esquemas preelaborados. Hay que luchar por eliminar todo verticalismo que anule la iniciativa de la gente. El papel de los dirigentes debe ser el de contribuir con sus ideas y experiencias a hacer crecer y a fortalecer al movimiento popular y no a suplantar a las masas.

4. Su función es empujar al movimiento de masas, o quizá más que empujar, facilitar las condiciones para que éste pueda desplegar su capacidad de enfrentarse contra quienes lo oprimen y explotan. Pero sólo se puede empujar si se trabaja hombro a hombro en las luchas locales, regionales, nacionales e internacionales del pueblo.

5. La relación de las organizaciones políticas con los movimientos populares debería ser -entonces – un circuito en dos direcciones: de la organización política al movimiento social y de éste a la organización política. Por desgracia, todavía suele funcionar sólo el primer sentido.

6. Hay que aprender a escuchar y hablar con la gente; hay que poner oído atento a todas las soluciones que el propio pueblo gesta para defender sus conquistar o para luchar por sus reivindicaciones y, a partir de toda la información que se recoja, debemos ser capaces de hacer un diagnóstico correcto de su estado de ánimo, y captar aquello que puede unir y generar acción, combatiendo el pensamiento pesimista, derrotista que también existe.

7. Donde sea posible debemos incorporar a las bases al proceso de toma de decisiones, eso quiere decir que hay que abrir espacios a la participación popular, pero la participación popular no es algo que se pueda decretar desde arriba. Sólo si se parte de las motivaciones de la gente, sólo si se le hace descubrir a ella misma la necesidad de realizar determinadas tareas, sólo si se gana su conciencia y su corazón, estas personas estarán dispuestas a comprometerse plenamente con las acciones que emprendan.

8. Sólo entonces, las orientaciones que se lancen no se sentirán como directivas externas al movimiento y permitirán construir un proceso organizativo capaz de llevar, si no a todo el pueblo, al menos a una parte importante de éste a incorporarse a la lucha y, a partir de ahí, se podrá ir ganando a los sectores más atrasados, más pesimistas. Cuando estos últimos sectores sientan que los objetivos por los que se lucha no sólo son necesarios, sino que es posible conseguirlos -como decía el Che -, se unirán a la lucha.

9. Cuando la gente compruebe que son sus ideas, sus iniciativas, las que están siendo implementadas, se sentirá protagonista de los hechos, y su capacidad de lucha crecerá enormemente.

10. De lo dicho hasta aquí se deduce que los cuadros políticos y sociales que necesitamos para cumplir estas tareas no pueden ser cuadros con mentalidad militar -hoy no se trata de conducir a un ejército, lo que no quiere decir que en algunas coyunturas críticas, pueda y deba hacer un viraje en este sentido -, ni tampoco demagogos populistas -porque no se trata de conducir a un rebaño de ovejas -; los cuadros políticos deben ser fundamentalmente cómo ya decíamos pedagogos populares, capaces de valorar las ideas e iniciativas que surgen en al propio movimiento popular.

11. Por desgracia, muchos de los actuales dirigentes se educaron en la escuela de conducir a las masas por órdenes y eso no es fácil de cambiar de un día para otro. Por eso no quiero crear una sensación de excesivo optimismo. La correcta relación de los dirigentes con las bases está lejos de estar resuelta.

No imponer sino convencer

1. Los movimientos populares y, en general, los diferentes actores sociales que hoy están en las principales trincheras de lucha contra la globalización neoliberal tanto a nivel internacional como en sus propios países rechazan, con razón, las conductas hegemonistas. No aceptan la actitud de aplanadora que solían usar algunas organizaciones políticas y sociales que, aprovechándose de ser las más fuertes y acaparando cargos de dirección, pretendían instrumentalizar al movimiento. No aceptan que se intente imponer en forma autoritaria la dirección desde arriba; que se pretenda conducir al movimiento por órdenes por muy correctas que éstas sean.

2. Una actitud hegemonista en lugar de sumar fuerzas produce el efecto contrario. Por una parte, crea malestar en las otras organizaciones: éstas se sienten manipuladas y obligadas a aceptar decisiones en las que no han tenido participación alguna, y por otra, reduce el campo de los aliados, ya que una organización que asume una posición de este tipo es incapaz de captar los reales intereses de todos los sectores populares y crea en muchos de ellos desconfianza y escepticismo.

3. Pero luchar contra el hegemonismo no significa renunciar a luchar por ganar la hegemonía que no es otra cosa que tratar de conquistar, de persuadir a los demás de lo correcto de nuestros criterios y de lo válidas que son nuestras propuestas.

4. Para ganar la hegemonía no se requiere inicialmente ser muchos, basta con unos pocos. La hegemonía lograda por el Movimiento 26 de Julio conducido por Fidel Castro en Cuba, nos parece una prueba suficientemente convincente de esta afirmación.

5. Más importante que crear un poderoso partido con un gran número de militantes es levantar un proyecto político que refleje las aspiraciones más sentidas del pueblo y, por eso mismo, conquiste su mente y su corazón. Lo importante es que su política sea respaldada por las masas, que concite consenso en la mayoría de la sociedad.

6. Hay partidos que se vanaglorian del gran número de militantes que tienen, pero, de hecho, sólo conducen a sus afiliados. Lo central no es, entonces, que el partido sea grande o pequeño, lo que interesa es que la mayoría de la gente se sienta identificada con sus propuestas.

7. En lugar de imponer e instrumentalizar, hay que convencer y sumar a todos los que se sientan atraídos por el proyecto que se pretende realizar. Y sólo se suma si se respeta a los demás, si se es capaz de compartir responsabilidades con otras fuerzas.

8. Hoy, sectores importantes de la izquierda han llegado a la comprensión de que su hegemonía será mayor cuando logren que más gente siga sus propuestas, aunque éstas no aparezcan bajo su sello. Hay que abandonar la antigua práctica equivocada de pretender cobrar derechos de autor a las organizaciones que osan levantar sus banderas.

9. Si se logra conquistar para esas ideas a un número importante de líderes naturales, se asegura con ello que sus ideas lleguen en forma más efectiva a los distintos movimientos populares. Es importante también conquistar para el proyecto a personalidades destacadas en el ámbito nacional, porque ellas son formadoras de opinión pública y serán eficaces instrumentos para divulgar las propuestas y conquistar nuevas adhesiones.

10. Pensamos que una buena manera de medir la hegemonía alcanzada por una organización es examinar cuántos líderes naturales y personalidades han asumido sus ideas y, en general, cuántas personas se sienten identificadas con ellas.

11. El grado de hegemonía alcanzado por una organización política no puede medirse entonces por la cantidad de cargos que se logre conquistar. Lo fundamental es que quienes están en cargos de dirección en las diversas organizaciones y movimientos hagan suyas e implementen las propuestas elaboradas por esa organización, aunque no sean militantes de ella.

12. Una prueba de la consecuencia de una agrupación política que se declara no hegemonista es justamente ser capaz de proponer para los diferentes cargos a los mejores hombres, sean estos de su propio partido o sean independientes o de otros partidos. De las figuras que la izquierda sea capaz de levantar dependerá en gran medida la credibilidad que el pueblo tenga en su proyecto.

13. Por supuesto que esto es más fácil de decir que de practicar. Suele ocurrir que cuando una organización es fuerte ésta tienda a subvalorar el aporte que puedan hacer otras organizaciones y que tienda a imponer sus ideas. Es más fácil hacer esto que arriesgarse al desafío que significa ganar la conciencia de la gente. Mientras más cargos se tiene, más atento hay que estar de no caer en afanes hegemonistas.

14. Por otra parte, el concepto de hegemonía es un concepto dinámico, la hegemonía no se gana de una vez y para siempre. Mantenerla es un proceso que tiene que ser recreado permanentemente. La vida sigue su curso, aparecen nuevos problemas, y con ellos nuevos retos.

¿Insurrecciones o revoluciones? El papel del instrumento político

1. Los recientes levantamientos populares que han sacudido a Argentina y a Bolivia y, en general, la historia de los múltiples estallidos sociales que se han producido en América latina y el mundo, han demostrado fehacientemente que no basta la iniciativa creadora de las masas para lograr la victoria sobre el régimen imperante.

2. Masas urbanas y campesinas empobrecidas se han sublevado y sin una conducción definida se han tomado carreteras, pueblos, barrios, han asaltado centros de abastecimiento, han logrado tomar parlamentos, pero, a pesar de haber logrado la movilización de cientos de miles de personas, ni su masividad ni su combatividad permitieron pasar de la insurrección popular a la revolución. Han logrado derribar presidentes, pero no han sido capaces de conquistar el poder para iniciar un proceso de transformaciones sociales profundas.

3. La historia de las revoluciones triunfantes, por el contrario, ratifica en forma porfiada lo que se puede lograr cuando existe un instrumento político capaz, en primer lugar, de levantar un programa alternativo de carácter nacional que permita canalizar la lucha de los diversos actores sociales hacia un objetivo común; que ayude a articularlos entre sí y que sea capaz de promover la elaboración de los pasos a seguir de acuerdo a un análisis de la correlación de fuerzas existente. Sólo así se podrán lanzar las acciones en el momento y el lugar más oportuno, buscando siempre el eslabón más débil de la cadena enemiga.

4. Esa instancia política es como el pistón que comprime al vapor de una locomotora en el momento decisivo y permite que éste no sea desperdiciado y se convierta en fuerza impulsora.

5. Para que la acción política sea eficaz, para que las actividades de protesta, de resistencia y de lucha logren cambiar realmente las cosas, para que las insurrecciones desemboquen en revoluciones, se requiere una instancia política que ayude a superar la dispersión y atomización del pueblo explotado y oprimido creando espacios de encuentro para aquellos que tienen diferencias pero luchan contra un enemigo común; que sea capaz de potenciar las luchas existentes y promover otras orientando las acciones en base a un análisis de la totalidad de la dinámica política; que sirva de instrumento articulador de las múltiples expresiones de resistencia y de lucha.

6. Reconocemos que el terreno no es fértil para escuchar estas ideas. Hay muchos que no aceptan siquiera discutirlas. Y adoptan esta actitud porque las asocian a las prácticas políticas antidemocráticas, autoritarias, burocráticas, manipuladoras que han caracterizado a muchos partidos de izquierda.

7. Yo creo que es fundamental superar este bloqueo subjetivo y entender que cuando hablo de un instrumento político, no se trata de cualquier instrumento político, se trata de un instrumento político adecuado a los nuevos tiempos; un instrumento que tenemos que construir entre todos.

8. Pero para crear o remodelar el nuevo instrumento político hay que cambiar primero la cultura política de la izquierda y su visión de la política. Esta no puede reducirse a las disputas políticas institucionales por el control del parlamento, de los gobiernos locales; por ganar un proyecto de ley o unas elecciones. En esta forma de concebir la política, los sectores populares y sus luchas son los grandes ignorados. La política tampoco puede limitarse al arte de lo posible.

9. Para la izquierda la política debe ser el arte de hacer posible lo imposible. Y no se trata de una declaración voluntarista. Se trata de entender la política como el arte de construir fuerza social y política capaz de cambiar la correlación de fuerzas a favor del movimiento popular de tal modo de poder hacer posible en el futuro lo que hoy aparece como imposible.

10. Hay que pensar la política como el arte de construir fuerzas. Hay que superar el antiguo y arraigado error de pretender construir fuerza política sin construir fuerza social.

12. Por desgracia, entre nuestros militantes hay todavía mucha verborrea revolucionaria; mucho radicalismo en los pronunciamientos. Estoy convencida de que la única forma de poder radicalizar las cosas es mediante la construcción de fuerzas. A los que se llenan la boca de exigencias de radicalización hay que preguntarles: ¿qué están haciendo ustedes por construir la fuerza social y política que permita hacer avanzar el proceso?

13. Pero esta construcción de fuerzas no se produce espontáneamente, espontáneamente sólo se producen los estallidos sociales. Requiere de un sujeto constructor.

14. Y yo imagino este instrumento político como una organización capaz de levantar un proyecto nacional que permita aglutinar y sirva de brújula a todos los sectores que se oponen al neoliberalismo. Como una instancia volcada hacia la sociedad, que respete la autonomía de los movimientos sociales y renuncie a manipularlos, y cuyos militantes y dirigentes sean verdaderos pedagogos populares, capaces de potenciar toda la sabiduría que existe en el pueblo tanto la que proviene de sus tradiciones culturales y de lucha, como la que adquiere en su diario bregar por la subsistencia a través de la fusión de estos conocimientos con los más globales que la organización política pueda aportar. Como una instancia orientadora y articuladora al servicio de los movimientos sociales.

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Bibliografía de Marta Harnecker sobre el tema

– La izquierda después de Seattle, Siglo XXI España, 2002.

– La izquierda en el umbral del Siglo XXI. Haciendo posible lo imposible, Publicado en: México, Siglo XXI Editores, 1999; España, Siglo XXI Editores, 1ª ed., 1999, 2ª ed., 2000 y 3ª ed., 2000; Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, 2000; Portugal, Campo das Letras Editores, 2000; Brasil, Paz e Terra, 2000; Italia, Sperling and Küpfer Editori, 2001; Canadá (francés), Lantôt Éditeur, 2001; El Salvador, Instituto de Ciencias Políticas y Administrativas Farabundo Martí, 2001.

– Hacia el Siglo XXI, La izquierda se renueva, Quito, Ecuador, CEESAL, 1991

– Vanguardia y crisis actual o Izquierda y crisis actual, Siglo XXI España, 1990. Publicado en: Argentina, Ediciones de Gente Sur, 1990; Uruguay, TAE Editorial, 1990; Chile, Brecha, 1990; Nicaragua, Barricada, 1990. Con el título Izquierda y crisis actual: México, Siglo XXI Editores, 1990; Perú, Ediciones Amauta, 1990; Venezuela, Abre Brecha, 1990; Dinamarca, Solidaritet, 1992.