CEM reproduce documentos del FMLN de enero de 1981

SAN SALVADOR, 4 de mayo de 2010 (SIEP) “La Ofensiva general del FMLN lanzada el 10 de enero de 1981, fue una de las acciones mas significativas en la historia de esta organización político-militar construida por el pueblo salvadoreño que hoy en octubre cumple 30 años…”afirmó el Lic. Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agrego que “esta primera ofensiva militar del FMLN no logro su objetivo de alcanzar el poder, pero marcó el inicio de la Guerra Popular Revolucionaria, que por doce años estremeció nuestro país y que permitió derrotar a la dictadura militar y abrir un nuevo periodo histórico de libertades democráticas, a partir del cual hay que avanzar hacia el socialismo.”

“Publicamos cuatro documentos históricos: la inolvidable Orden No. 1 en la que la DRU se transforma en Comandancia General del FMLN y plantea que “Ha llegado la hora de iniciar las batallas decisivas militares e insurreccionales por la toma del poder por el pueblo y por la constitución del gobierno democrático revolucionario….¡ A la insurrección popular para conquistar el triunfo de la revolución!”

El segundo documento es el Acuerdo Político entre el FMLN y la Juventud Militar para la Constitución del Nuevo Ejercito, el cual asume en la actualidad una importancia fundamental como referente teórico de la visión existente en aquel momento sobre las fuerzas armadas y el carácter de la revolución. Se plantea que “se hace necesaria la construcción de un nuevo ejército nacional, que represente y defienda al pueblo, tomando como bases fundamentales a las fuerzas insurgentes y a los sectores, agrupamientos o individuos de pensamiento patriótico del ejército nacional.

Asimismo que “definimos la insurrección del pueblo y la ofensiva militar de las fuerzas revolucionarias combinadas con el alzamiento de los militares patriotas, como la vía para el derrocamiento de la Junta y la colocación, en su lugar, de un gobierno democrático revolucionario, en el cual estarán representados todos los sectores del pueblo que buscan la paz, la justicia y la libertad.”

El tercer documento es una entrevista concedida al periodista argentino radicado en México, Gregorio Selser, por el entonces Coordinador de la Comandancia General del FMLN, Salvador Cayetano Carpio, Comandante Marcial en el que se hace un balance de la Ofensiva General iniciada el 10 de enero de 1981 que “consideramos el inicio de las batallas estratégicas para la toma del poder” y se plantea que ante una intervención militar norteamericana “los marines regresaran en féretros a su país.”

“El cuarto y último documento es un Llamado del entonces Teniente Coronel Bruno Navarrete hacia los soldados del ejército de la dictadura, exhortándolos a unirse al nuevo ejercito popular revolucionario encarnado en el FMLN” concluyo el Lic. Pineda

La cuestión social

La cuestión social
Por Ignacio Ramonet

Bajo el lema “¡Alto a la miseria!”, la Unión Europea (UE) ha declarado 2010 “Año de la pobreza y de la exclusión social”. Y es que ya hay, en la Europa de los Veintisiete, unos 85 millones de pobres (1)… Un europeo de cada seis sobrevive en la penuria (2). Y la situación se sigue degradando a medida que se extiende la onda expansiva de la crisis. La cuestión social vuelve a colocarse en el corazón del debate. La ira popular se manifiesta contra los Planes de austeridad en Grecia, Portugal, España, Irlanda, etc. Las huelgas y las protestas violentas se multiplican. Muchos ciudadanos expresan también un rechazo a la oferta política (crece la abstención y el voto en blanco) o una adhesión a diversos fanatismos (sube la extrema derecha y la xenofobia). Porque la pobreza y la desesperación social ponen en crisis al propio sistema democrático. ¿Asisteremos a una explosiva primavera del descontento europeo?

En España, el 20% de la población, o sea unos diez millones de personas, se hallan ya en la pobreza (3). Con casos particularmente indignantes como el de los hijos de extracomunitarios (más de la mitad de ellos viven en la indigencia), y el de las “personas sin hogar”, nivel máximo de exclusión social (4). Hay más de 30.000 personas sin hogar (en Europa, cerca de medio millón). Centenares de ellas, cada invierno, mueren en la calle…

¿Quiénes son esos pobres de hoy? Campesinos explotados por las grandes distribuidoras, jubilados aislados, mujeres solas con hijos, jóvenes con empleos basura, parejas con hijos viviendo con un único sueldo, y obviamente la gran cohorte de activos que la crisis acaba de dejar sin empleo. Jamás hubo en la UE tantos parados: 23 millones (cinco más que hace un año). Lo peor es que la violencia del desempleo golpea sobre todo a los menores de 25 años. En materia de paro juvenil, España ostenta la tasa más catastrófica de Europa: 44,5% (la media europea: 20%).

Si la cuestión social se plantea hoy de modo tan espinoso es porque coincide con la crisis del Estado de bienestar. Desde los años 1970, con el auge de la globalización económica, salimos del capitalismo industrial para adentrarnos en una era de capitalismo salvaje cuya dinámica profunda es la desocialización , la destrucción del contrato social. Por eso se están respetando tan poco los conceptos de solidaridad y de justicia social.

La transformación principal se ha producido en el ámbito de la organización del trabajo. El estatuto profesional de los asalariados se ha degradado. En un contexto caracterizado por el desempleo masivo, la precariedad deja de ser un “mal momento transitorio” mientras se encuentra un empleo fijo, y se convierte en un estado permanente. Lo que el sociólogo francés Robert Castel llama: el “precariado” (5), una nueva condición infrasalarial que se ha extendido por toda Europa. En Portugal, por ejemplo, un asalariado de cada cinco tiene ya un contrato llamado “recibo verde”. Aunque trabaje desde hace años en la misma oficina o la misma fábrica, con horarios fijos, su patrón es un simple cliente al que factura un servicio y quien puede, de la noche a la mañana, sin ninguna indemnización, romper el contrato.

Semejante degradación del estatuto de asalariado agrava las desigualdades porque excluye de hecho a un número cada vez mayor de personas (sobre todo jóvenes) del sistema de proteccion del Estado de bienestar. Las aísla, las margina, las rompe. ¿Cuántos suicidios de trabajadores en su lugar mismo de trabajo? Abandonados a sí mismos, en feroz competencia de todos contra todos, los individuos viven en una especie de jungla. Lo cual desconcierta a muchos sindicatos, otrora poderosos, y tentados hoy de colaborar con las patronales.

La eficacia económica se ha convertido en la preocupación central de las empresas, que descargan sobre el Estado sus obligaciones de solidaridad. A su vez, el Estado desvía estos imperativos hacia las Organizaciones no gubernamentales (ONG) o las redes humanitarias privadas. De ese modo, lo económico y lo social se van alejando permanentemente el uno del otro. Y el contraste entre los dos resulta cada vez más escandaloso.

Por ejemplo, en España, mientras el número de parados alcanzaba en 2009 la cifra de 4,5 millones (3,1 millones en 2008), las empresas cotizadas en Bolsa repartían 32.300 millones de euros a sus accionistas (19% más que en 2008). El año pasado, los beneficios de los diez principales bancos europeos superaron los 50.000 millones de euros… En un continente castigado por la peor recesión desde 1929… ¿Cómo es posible? Porque a partir de la crisis del otoño de 2008, los Bancos centrales prestaron masivamente, con tipos de interés minimos, a la banca privada. Ésta utilizó ese dinero barato para prestar a su vez, con tipos más elevados, a las famlias, a las empresas… y a los propios Estados. Así ganó esas millonadas. Ahora, la deuda soberana alcanza niveles excepcionales en varios países Grecia, Irlanda, Portugal, España… cuyos gobiernos han tenido que imponer drásticos Planes de austeridad a sus ciudadanos para satisfacer las exigencias de los actores financieros… causantes de la crisis del 2008. Una desvergüenza que exaspera y enfurece a millones de asalariados europeos.

Los ricos siguen enriqueciéndose mientras crece el número de personas sin empleo o en la precaridad, con un poder adquisitivo más reducido, en condiciones de trabajo degradadas, soportando la violencia física y simbólica de unas relaciones sociales endurecidas en una sociedad cada vez menos cohesionada. ¿Cuánto aguantará el hastío popular? ¿Acaso no advirtió el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), el pasado 17 de marzo, que si no se reforma el sistema financiero “habrá revuelta social”?

Notas:

(1) Es “pobre” la personas que vive con menos del 50% de la Renta media disponible neta (Rdn) del país correspondiente. En España, el ingreso medio mensual se sitúa en torno a los mil euros.
(2) Cf. The Social Situation in the European Union 2007 , Bruselas, 2008 (http://ec.europa.eu/ employment_social/spsi/reports_social_situation_fr.htm).
(3) Léase Informe de la Inclusion social en España , Fundació Un sol mon, Caixa Catalunya, Barcelona, 2008.
(4) Consúltese: www.enredpsh.org
(5) Robert Castel, La Metamorfosis de la cuestión social , Paidós, Barcelona, 1997.

MPTIES realiza charla sobre el sujeto revolucionario en El Salvador

SAN SALVADOR, 17 de abril de 2010 (SIEP) “Definir el sujeto político de la revolución salvadoreña para el siglo XXI es una tarea de orden estratégico” sostuvo esta tarde el Lic. Roberto Pineda, del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete” en una charla organizada en la UES por el Movimiento de Profesionales, Técnicos e Intelectuales de El Salvador, MPTIES.

Agrego que “de esa definición se derivan para las fuerzas revolucionarias tareas concretas de organización, educación política, movilización y construcción de alianzas que permitan prepararse para una nueva situación revolucionaria, que ponga a la orden del día el problema del poder, de la construcción de un nuevo orden social. Primero vamos a revisar la teoría y luego nuestra experiencia.”

“Este problema del sujeto político es un viejo problema de la teoría revolucionaria, que se enriquece por medio de la experiencia internacional de los procesos revolucionarios, de sus victorias y principalmente de sus derrotas. Es un tema apasionante y de mucha importancia que siempre debe estar en la agenda si se aspira a transformar la sociedad y no simplemente a reformar el sistema capitalista…”

“Definimos al sujeto político de la revolución como la fuerza social que impulsa las transformaciones revolucionarias, que se posiciona frente al sistema capitalista como su enemigo y cataliza la protesta social para convertirla en factor de acumulación política orientada a la toma del poder y la construcción del socialismo.”

La polémica entre Marx y Bakunin

“Ya durante mediados del siglo XIX Mijaíl Bakunin, padre del pensamiento anarquista, sostuvo con Carlos Marx, una interesante polémica al respecto, al interior de la 1ra. Internacional. Y desde entonces han sido incontables los debates, incluso en nuestro país, durante la década del setenta entre las diferentes fuerzas revolucionarias, que luego constituyeron en 1980 el FMLN. Y la ausencia actual de este debate señala la crisis en que nos encontramos.”

Bakunin sostenía que para hace la revolución se necesitaba “tener el demonio dentro.” O sea estar indignado, odiar el sistema de tal manera que la única solución era destruirlo, acabarlo, lanzarse al combate revolucionario. Y sostenía que esto solo podían hacerlo los estudiantes, los campesinos y el lumpenproletariado, sectores en situación de desesperación. Bakunin privilegiaba el factor subjetivo. Y a nivel internacional, la revolución se realizaría en aquellos países periféricos sujetos a una intensa opresión “como España, Rusia e Italia.”

Marx por su parte, refutaba estas tesis afirmando que el proceso histórico universal de la lucha de clases señalaba que el proletariado y particularmente el industrial era la única clase verdaderamente revolucionaria, por su posición al interior del sistema capitalista y por sus niveles de concentración, organización, educación, etc. El proletariado industrial era entonces el sujeto revolucionario. Y por lo tanto a nivel internacional la revolución se iba a desarrollar en los países capitalistas mas avanzados, como Inglaterra y Alemania. Esa era la visión y el pleito ideológico en aquella época…

Las clases sociales son grandes grupos de personas que se diferencian por el papel que ocupan con respecto a los medios de producción, como la tierra, las fábricas, las empresas, etc. La clave es si son propietarios o tienen que vender su fuerza de trabajo. En el sistema capitalista existen dos clases fundamentales: el proletariado y la burguesía. Y también existen remanentes de clases sociales de sistemas anteriores, como son los campesinos y los terratenientes, que fueron las clases principales del sistema de producción feudal.

La clase obrera tiene diversos componentes: un sector industrial, del transporte, de la construcción y del agro. La burguesía a su vez se divide en comercial, industrial, bancaria y agraria. La fusión entre burguesía bancaria e industrial origina la burguesía financiera. Entre estas dos clases principales del capitalismo existen los sectores medios como profesionales, técnicos, estudiantes, empleados públicos y privados, militares religiosos, etc. Los sectores medios políticamente fluctúan entre estas dos clases, en las épocas revolucionarias son atraídos hacia los cambios y cuando sobrevienen derrotas caen en la apatía e incluso pueden apoyar a los sectores dominantes, como sucedió en los regímenes fascistas.
Estas clases sociales se encuentran en una permanente lucha, las clases dominantes por defender sus intereses y conservar sus privilegios y las clases dominadas por mejorar sus condiciones de vida y al tomar conciencia de su situación, por alcanzar el poder político. “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestro días es la historia de la lucha de clases…hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, siervos y amos se enfrentaron siempre…” plantea el Manifiesto Comunista de 1848, escrito por Marx y Engels.
La lucha de clases se expresa en tres terrenos. El primero es el económico en el cual los obreros se organizan en sindicatos para exigir mejores condiciones laborales, mejores salarios y prestaciones. En el ideológico que le permite a la clase obrera difundir su propia concepción del mundo, sus valores, opuestos a los de la burguesía que controla los instrumentos de dominación ideológica, que incluyen la educación, la religión, los medios de comunicacion,etc.
Y el político, en el cual la clase obrera construye su propio instrumento para enfrentarse a los partidos políticos de la burguesía. Es este instrumento político el que orienta y conduce a la clase obrera y sus aliados a la toma del poder político para transformar la sociedad. Nosotros debemos de tener la capacidad para leer, interpretar los diversos acontecimientos de la vida del país desde esta óptica de la lucha de clases, eso se llama posición de clase. No permitir que sea el pensamiento de la burguesía el que nos oriente…
En cada época el sujeto revolucionario nace de la necesidad de organizar la lucha contra la opresión y explotación de los sectores dominantes. Así fue en la Roma de Espartaco donde el sujeto revolucionario estuvo compuesto por los sectores mas decididos de los esclavos; así fue durante la toma de la Bastilla por los sectores populares durante la Revolución Francesa que fue de naturaleza burguesa que en ese momento era una clase revolucionaria; así ha sido en la experiencia de cada pueblo y nación. En nuestro caso, todavía en al década del sesenta se hablaba de la necesidad de la revolución democrática burguesa.
En la teoría clásica marxista el sujeto revolucionario es el proletariado industrial, de cuyo seno nace su vanguardia organizada, integrada por los elementos más conscientes de la clase obrera que se organizan en partido, en partido comunista… Vladimir Illich Lenin a partir de sistematizar la experiencia de la lucha contra el zarismo en Rusia, hizo este diseño que luego adquirió validez universal y alrededor del cual surge la III Internacional y se crearon en las primeras décadas del siglo pasado los partidos comunistas, incluyendo el nuestro, el PCS que nace en Ilopango el 30 de marzo de 1930.
Las experiencias rusa, china, vietnamita, cubana y nicaragüense
Durante el siglo pasado esta tesis clásica marxista fue puesta a prueba por medio de distintas revoluciones triunfantes. La revolución rusa en 1917, la revolución china en 1949, y para acercarnos a nuestro continente, la revolución cubana en 1959 y la revolución nicaragüense en 1979. Cada una de estas revoluciones nos ilumina sobre el tema en estudio. En Rusia la consigna movilizadora fue la de paz, pan y tierra. Y el sujeto revolucionario incluyo a la clase obrera de San Petersburgo y Moscú organizada en soviets, en concejos, pero Lenin hizo el diseño de la alianza obrero-campesina, y se atrajo al sector campesino y participaron también los soldados que se negaron a ser usados como carne de cañón y abandonaron el frente de guerra. Y la revolución tuvo lugar en “el eslabón mas débil” del sistema, en un país relativamente atrasado, con fuerte remanentes feudales.
En la experiencia de la revolución china Mao rompe con el patrón clásico y a partir del análisis de la realidad china concluye que el sujeto político es el campesinado. Y decide concentrar el grueso de los esfuerzos organizativos en el campo, se va a las zonas rurales a crear bases revolucionarias que luego rodearían a las ciudades, como efectivamente sucedió. Y en sus zonas de control realizan una reforma agraria y se ganan la confianza del campesinado, y desde ahí organizan la resistencia guerrillera contra la invasión japonesa en 1945 y luego la derrota de las fuerzas nacionalistas…en China el sujeto revolucionario fue el campesinado.
En la experiencia de la revolución cubana el sujeto revolucionario es el campesinado y sectores de capas medias de la ciudad, universitarios. Es desde la Sierra Maestra que surge el núcleo que luego se convierte en ejército popular y va “rodeando las ciudades” hasta derrotar al ejercito de la dictadura y entrar triunfalmente en La Habana. La clase obrera de las ciudades interviene finalmente mediante una huelga general.
En Vietnam la revolución tuvo un fuerte contenido anticolonial. El sujeto revolucionario estuvo integrado por las fuerzas patriotas que incluyeron fundamentalmente al campesinado, a la clase obrera de las ciudades, a sectores religiosos budistas, estudiantes e incluso sectores de la burguesía patriota. La guerra se desarrollo en el campo por medio de lucha guerrillera. En 1954 se logro la liberación del Norte del país y en 1975 fue reunificado. Se lucho contra los franceses, contra los japoneses y finalmente contra los norteamericanos.
En la experiencia de la revolución nicaragüense el sujeto revolucionario es pluriclasista. Se manifiesta inicialmente como campesinado, pero incluye en la fase final incluso a sectores de la burguesía, de las comunidades eclesiales de base, sectores populares de las ciudades, sindicatos, desempleados, vendedores informales, indígenas de Monimbo, etc. El sujeto revolucionario se amplio y enriqueció. Las revoluciones cubana y nicaragüense son las únicas revoluciones triunfantes de Nuestra América donde se destruyo el aparato político-militar de las clases dominantes y se construyo uno nuevo. En el caso de Nicaragua el imperialismo y las clases dominantes lograron recuperar mediante elecciones en 1990 el poder formal. Pero no lograron desmovilizar el poder real de las masas organizadas.
Nuestra experiencia del 32, 44, 60, 70 y 80
En nuestra experiencia histórica el sujeto revolucionario ha estado integrado por múltiples sectores, entre estos la clase obrera, el campesinado, los indígenas, los estudiantes y los empleados públicos. En 1932 el sujeto revolucionario que se lanzo a una insurrección contra el orden existente fueron las comunidades indígenas y sectores campesinos. El levantamiento tuvo lugar en el campo y no en San Salvador, aunque se planifico en la capital. La clase obrera artesanal no se levanto, aunque fue posteriormente cruelmente reprimida.
En la experiencia del 2 de abril de 1944, del levantamiento cívico-militar contra la dictadura del general Martínez aparecen como sujeto revolucionario sectores de empleados y de militares. Fueron fusilados. Posteriormente es el estudiantado universitario el que asume en mayo la convocatoria a una Huelga General de Brazos Caídos que resulta exitosa. Se abre un periodo de apertura democrática que dura algunos meses. Y ante el zarpazo de la dictadura en octubre, de nuevo sectores estudiantiles y de militares demócratas penetran desde Guatemala en diciembre para iniciar la resistencia pero son derrotados.
En la experiencia de las jornadas de septiembre y octubre de 1960 que condujeron al derrocamiento del coronel José María Lemus el sujeto revolucionario fueron de nuevo los estudiantes universitarios, junto con sectores organizados de la clase obrera y de empleados. Estos sectores estaban influenciados por la experiencia de la revolución Cubana. Tanto en el 44 como en el 60 esta ausente el campesinado y el escenario de lucha fueron las ciudades principales.
Durante los años setenta presenciamos el reaparecimiento luego de cuarenta años, del campesinado como sujeto revolucionario junto a nuevos sectores como los de los maestros, los artistas y los pobladores de colonias marginales, que vienen a acompañar a los estudiantes universitarios y de secundaria, y a sectores de la clase obrera industrial, que en nuestro país es de reciente formación y que se incorporan a la lucha revolucionaria.
La Guerra Popular Revolucionaria iniciada por el FMLN a principios de los años ochenta junto con los procesos de globalización del capital internacional modificó sustancialmente la composición y la lucha de clases en El Salvador, y por lo tanto los componentes del sujeto revolucionario. Fue una valiosa experiencia revolucionaria de doce años. El sujeto revolucionario básicamente campesino construyo un ejército popular y controlo regiones del país. Al final no logro tomarse el poder por la vía armada y hubo un desenlace negociado en 1992 que abrió una nueva etapa histórica.
Entre los cambios provocados por la guerra y la globalización se encuentra el desplazamiento del sector agroexportador de las clases dominantes, y su sustitución por el sector financiero globalizado. La antigua oligarquía basada en la tierra contra la que se comenzó la guerra no sobrevivió al conflicto. Se implanto una nueva modalidad de acumulación basada en el sector servicios y respaldada por las remesas de los salvadoreños en el exterior. Y a la par se modifico el sistema político de dominación de dictadura militar por un sistema de democracia representativa, permitiendo la participación política de la izquierda. Los militares regresaron a los cuarteles fueron sustituidos por los dueños de los medios de comunicación y los dirigentes políticos de ARENA.
Y esto ha conducido a que el FMLN luego de 15 años de lucha electoral lograra el 15 de marzo de 2009 alcanzar la presidencia, llegar al ejecutivo, controlar el espacio principal del poder formal. Por otra parte, los nuevos sectores dominantes han logrado afinar sus instrumentos de dominación ideológica mediatizando a sectores anteriormente combativos como los universitarios, los maestros, los artistas, y penetrando en las mentes de los sectores más pobres del campo y la ciudad.
A nivel de los sectores populares estos cambios se manifiestan por el debilitamiento tanto de los sectores sindicales organizados como de los sectores campesinos. Pero han surgido nuevos sectores que se perfilan como los nuevos componentes del sujeto revolucionario entre los que sobresalen los vendedores informales que llenan los mercados de las principales ciudades, y que se están organizando, y se movilizan frente a la represión policial. Son una fuerza en disputa. La organización popular en general se ha debilitado. Pero el desarrollo de la crisis nacional e internacional necesariamente hará brotar las luchas por el pan y el empleo, de donde surgirán las fuerzas que integraran el nuevo sujeto revolucionario. Nos corresponde ir al encuentro de estos desarrollos para propiciarlos y conducirlos.

La nueva situación del sujeto revolucionario
Existe una situación singular en el campo de la izquierda que afecta la construcción del nuevo sujeto revolucionario. Antes, el movimiento popular era el vivero de donde se nutria el movimiento revolucionario. Los revolucionarios conducían el movimiento popular y desde este fortalecían sus distintas organizaciones. Así fue la izquierda salvadoreña desde 1924 con la creación de la FRTS, pasando por la UNT, el CROS, la CGTS, el FUAR, el FNOC, el FAPU, el BPS, hasta la UNTS de 1992.
Con la transformación del FMLN en partido político legal el ejército popular se convierte en fuerza política y atrae hacia si a toda la base social revolucionaria construida durante el desarrollo de la guerra y a nuevos sectores democráticos que aspiran a un cambio en el país. El escenario político pasa a ser el principal y gradualmente se va derrotando a ARENA y fortaleciendo la presencia municipal y parlamentaria. El FMLN se convierte en un partido de masas. En una poderosa maquinaria electoral que derrota políticamente a la derecha como en el pasado la derrotaba militarmente. Y esto es positivo para la revolución. Es un gran logro.
Pero se necesita recuperar el elemento de la organización popular. En la actualidad el FMLN es una fuerza mayor que el movimiento popular y esto no es adecuado porque bloquea el potencial revolucionario de la gente al canalizarlo exclusivamente al ámbito electoral.. El FMLN cuenta con cuadros, recursos, locales, influencia política de la que carece el movimiento popular. Antes en los años setenta los principales cuadros del FMLN –que todavía no existía como fuerza unificada- se encontraban al frente de la organización popular. Durante la guerra estuvieron al mando de los frentes guerrilleros y del frente internacional, diplomático y de masas. Hoy están en los ministerios, en el parlamento, en las alcaldías. Pero no están en el movimiento popular y social. No hay un solo miembro de la dirección nacional del FMLN que sea un dirigente del movimiento popular y social. Y esto es una gran debilidad que afecta la construcción del sujeto político. El proceso revolucionario salvadoreño necesita para avanzar que los mejores esfuerzos y cuadros revolucionarios estén también dedicados al movimiento popular y social. Lo que Schafik llamaba combinar la lucha social con la lucha electoral.
La construcción del sujeto político va avanzar mucho más en la medida que el FMLN este rodeado de una amplia, multifacética, variada, y diversa fuerza social. Es un desafío planteado para el FMLN como fuerza revolucionaria. Es la condición que permitirá transformar el poder formal alcanzado hasta ahora en poder real, en poder popular. El poder popular es la organización popular junto con lo ya alcanzado.
Y la construcción del sujeto político de la revolución salvadoreña pasa por diferenciar el poder formal del poder real. Es un hecho que las clases dominantes salvadoreñas hoy globalizadas siguen controlando el poder real de la economía, de los medios de comunicación, de la iglesia, de la industria del entretenimiento, y mantienen en reserva a la fuerza armada ante cualquier peligro de cambio del sistema. Y seguramente va pronto a reconstruir su instrumento político. Así sucedió en el pasado. El PRUD sustituyo al Pro-Patria. El PCN sustituyo al PRUD. La democracia Cristiana sustituyo al PCN. Luego estuvo ARENA administrando el sistema por 20 años. Y hoy se inventaron a GANA. Y es un hecho que van a defender su sistema con uñas y dientes. Y cuando el sistema político ponga en peligro el sistema económico van a recurrir a la violencia como siempre lo han hecho. Honduras es un espejo y también una brújula. Necesitamos luchar por una Asamblea Constituyente.
El presente es de lucha, el futuro es nuestro.

QUIÉN TIENE EL PODER EN CENTROAMÉRICA (1): Más desiguales y cada vez más integrados

Centroamérica
QUIÉN TIENE EL PODER EN CENTROAMÉRICA (1): Más desiguales y cada vez más integrados
Centroamérica ha sufrido un quiebre estructural en las últimas tres décadas y hoy vive de un nuevo modelo económico, articulado en torno a las maquilas y a los emigrantes y sus remesas. Hoy, la región está experimentando una acelerada integración real que lideran los grandes grupos económicos y las empresas transnacionales. ¿Consecuencia? Tendencias negativas y preocupantes para la democracia y el desarrollo.

Alexander Segovia
El cambio que ha vivido Centroamérica, sus economías y sus sociedades en los últimos 30 años, es dramático. Cuatro factores han incidido en este cambio: los conflictos armados centroamericanos y todas sus consecuencias, las reformas económicas implementadas en los países, la globalización y sus efectos, y cambios demográficos profundos. Todo esto ha alterado los patrones de acumulación y crecimiento en nuestras sociedades. Y ha producido un quiebre estructural, con dos grandes consecuencias. Ha significado el fin de las economías agroexportadores por primera vez en nuestra historia y con ello, el fin del dominio político de las élites y oligarquías tradicionales, vinculadas a la tierra y a la producción agraria. A la vez, ha significado la emergencia de un nuevo modelo económico del que se benefician nuevos grupos de poder. El nuevo patrón de crecimiento en Centroamérica, incluido el de aquellas economías que todavía mantienen un sector agropecuario grande la nicaragüense y la guatemalteca ya no se basa en la agricultura, sino en el dinamismo de los servicios y el comercio.

A pesar de un cambio tan drástico, seguimos haciendo análisis de una Centroamérica que ya no existe, seguimos pensando nuestra región como un espacio donde el poder está concentrado en una élite agraria reaccionaria, y seguimos analizando la realidad país por país.

NUNCA TANTA DESIGUALDAD,
NUNCA TANTA INTEGRACIÓN
Nunca hemos visto en Centroamérica niveles tan profundos de desigualdad. Y nunca hemos visto avanzar tan rápidamente la integración centroamericana. La presencia de nuevos y poderosos grupos económicos que concentran cada vez más riqueza explica la desigualdad. Igualmente, son esos grupos económicos, y no los Estados, quienes están moviendo aceleradamente la integración regional.

En Centroamérica siempre ha habido grupos económicos poderosos. Lo novedoso es que estos grupos están ya globalizados y ya no tienen como único espacio de acumulación el mercado nacional, sino el mercado regional y el mercado internacional. Algunos de estos grupos centroamericanos están invirtiendo ya en 15 o más países.

También es novedosa la integración regional que estos grupos económicos ya regionalizados, junto a las empresas transnacionales que operan en Centroamérica, están fomentando. En los años 60 y 70 la integración regional se asentaba básicamente en el comercio. Y básicamente, en el comercio de bienes industriales. Aquella fue una integración llevada adelante por élites nacionales que exportaban a Centroamérica y por empresas transnacionales, con un espacio de acumulación que era el nacional. Era promovida por instituciones oficiales de la integración, que pesaban mucho. Lo novedoso de la integración, real que hoy está sucediendo es que está dirigida por el mercado y no por los Estados centroamericanos. Y por eso, tiene poco o nada que ver con lo que piensan, dicen y firman los gobiernos. No deja de resultar preocupante que esta integración se esté dando en la práctica y sin regulaciones.

La actual integración tiene varias dinámicas. La primera es la del comercio, un factor que siempre ha estado ahí, pero que ya no es el más importante. La segunda es la que genera el turismo, que está integrando a la región muy rápidamente y en la que participan, además de las grandes empresas, pequeños y medianos empresarios y la población centroamericana en su conjunto. La tercera dinámica es la de los mercados laborales, la de nuestra fuerza laboral. Es una de las dinámicas integradoras más reciente, menos conocida, más dinámica y con un dinamismo creciente en los próximos años. Se conoce mucho de la migración nicaragüense hacia Costa Rica. Se conocía antes de la migración salvadoreña hacia Honduras. Ahora tenemos migración entre todos los países. El caso más reciente es el de zonas de El Salvador que se están llenando de nicaragüenses y hondureños a falta de la mano de obra salvadoreña que se ha ido a Estados Unidos. Es tal esta integración que hay académicos que dicen que ya no tiene ningún sentido hablar de cinco mercados laborales, que tenemos que hablar de uno solo y fragmentado.

La cuarta dinámica es la que más tiene que ver con el cambio en el poder en la región. Es la integración que se está dando con las inversiones intra-centroamericanas, ya no en agricultura o industria sino en negocios que hace 25-30 años ni siquiera se nombraban: turismo, servicios de energía eléctrica, comunicaciones, centros comerciales, bienes raíces. Los grupos hegemónicos que dominan Centroamérica hoy están vinculados a la economía de servicios, a los bienes raíces y al sector financiero. Ya no a la agricultura tradicional, aunque en Guatemala los grupos agroindustriales y agrícolas siguen siendo aún muy poderosos.

UN ESTUDIO NOVEDOSO,
COMPLEJO Y EXPLORATORIO
¿Qué implicaciones tiene para el desarrollo y la democracia la integración que impulsan los grupos económicos globalizados de la región? ¿Qué incidencia tienen estos grupos en las decisiones políticas y en la configuración de los sistemas políticos centroamericanos?

Para responder a estas preguntas recopilamos, sistematizamos y analizamos información cuantitativa y cualitativa sobre la nueva integración económica regional, sobre los grupos económicos centroamericanos y sobre las empresas transnacionales que operan en Centroamérica. Entrevistamos a empresarios, políticos y académicos de la región buscando conocer específicamente qué mecanismos utilizan para incidir en las políticas públicas. Finalmente validamos la primera versión de nuestro estudio con académicos y personas conocedoras de la realidad centroamericana.

El tema de estudio era novedoso y complejo. No se trataba de obtener un “quién es quién” en Centroamérica: quiénes son los más ricos, quienes tienen más poder. La investigación tenía un enfoque más dinámico: cómo utilizan el poder que tienen. Era un estudio exploratorio. Es notable la falta de información cuantitativa y cualitativa sobre las inversiones intra-centroamericanas y sobre las operaciones de los grupos económicos. Por esto, las conclusiones y hallazgos del estudio son puntos de partida para investigaciones posteriores sobre la economía política de la integración centroamericana.

EL FENÓMENO DE LA “INTEGRACIÓN REAL”:
MANIFESTACIONES, CARACTERÍSTICAS
Existe un acuerdo bastante amplio en los círculos académicos y gubernamentales de la región de que la integración económica de Centroamérica se ha fortalecido notablemente en los últimos 15 años. Este consenso está respaldado por el significativo crecimiento del comercio intra-regional. Según datos del SIECA, entre 1990 y 2004 aumentó de 671.2 millones a 3 mil 439.7 millones de dólares. Una mayor integración regional se constata también en el incremento de las inversiones intra-centroamericanas e internacionales realizadas por los grupos económicos centroamericanos que operan a escala regional y por las empresas transnacionales con presencia en el área. Resultado: desde principios de los años 90 se registra una creciente integración empresarial, sobre todo en las actividades relacionadas con el comercio y los servicios: básicos, turísticos, profesionales y financieros. La integración financiera, impulsada por los principales bancos de Centroamérica, ha sido acompañada por una creciente dolarización “de hecho”. En el año 2003, en los países aún no dolarizados Panamá y El Salvador ya lo están, el 40% de los activos totales del sistema financiero estaba en dólares.

La nueva integración centroamericana presenta otras manifestaciones, poco estudiadas. Por ejemplo, la creciente unificación de los mercados laborales que realizan trabajadores y profesionales que han emigrado a otros países de la región en busca de mejores oportunidades de trabajo y mayores salarios. También se expresa en la integración territorial que han desarrollado las poblaciones y las autoridades locales de zonas fronterizas, basándose en especialidades productivas y en características económicas de los territorios en las cuales las fronteras nacionales tienen poco o ningún significado. Los ejemplos más conocidos son el río San Juan entre Costa Rica y Nicaragua; la zona de El Trifinio, entre El Salvador, Guatemala y Honduras; y el área del Golfo de Fonseca, entre El Salvador, Honduras y Nicaragua.

No hay que confundir la integración real la empresarial con esta otra integración, más amplia y compleja, con la cooperación inter-gubernamental, con todas esas iniciativas conjuntas desarrolladas por dos o más países que pueden abarcar prácticamente todos los ámbitos de la vida económica, social, política y cultural de los países. La cooperación en la lucha contra enfermedades contagiosas, en el combate al narcotráfico y al crimen organizado, así como las iniciativas dirigidas a reducir el impacto negativo de los desastres na¬turales, son ejemplos de esta cooperación inter-gubernamental.

El nuevo proceso de integración económica ha ocurrido fuera del marco de los instrumentos de integración regionales, a pesar de que desde finales de los años 80 se despertó un nuevo interés por la integración institucional, con nuevos acuerdos y con la renovación de los tratados formales de la integración. Lo que hemos visto después es que la integración económica de los últimos 15 años no responde, como en la década de los 60, a una política de integración elaborada por los gobiernos del área y por la institucionalidad de la integración plasmada en acuerdos formales, sino que obedece a acciones individuales de los empresarios nacionales y extranjeros y a iniciativas de la población centroamericana y de algunos gobiernos locales.

Uno de los principales desafíos que enfrentan hoy los gobiernos centroamericanos y las instituciones de la integración centroamericana es cómo institucionalizar el proceso de integración real que se está dando y cómo readecuarlo para que contribuya al desarrollo y a la democracia de la región.

LA ORIENTACIÓN: HACIA AFUERA
EL MOTOR: LA GLOBALIZACIÓN
La actual integración económica regional es en gran medida consecuencia directa del proceso de globalización económica, que en su fase actual se caracteriza, entre otras cosas, por la mundialización del libre comercio; por la creciente presencia en el escenario mundial de empresas transnacionales que funcionan como sistemas internacionales de producción integrada y que, de manera creciente, concentran sus inversiones en actividades vinculadas a los servicios; por la expansión y la considerable movilidad de los capitales, unida a la persistencia de las restricciones al movimiento de mano de obra; y por el acceso masivo a la información en “tiempo real” gracias al desarrollo de tecnologías de información y comunicación.

La integración de los 90 se caracteriza por su orientación hacia fuera. Y su objetivo principal es integrar de forma eficiente a Centroamérica a la economía internacional, especialmente a Norteamérica, a través del aumento de los flujos de comercio e inversiones. Esto la hace sustancialmente distinta a la integración de hace cuatro décadas, que tenía¬ como objetivo central promover la industrialización de la región.

La globalización es uno de los factores que más ha contribuido a la modernización e internacionalización de los principales grupos económicos nacionales de Centroamérica. Ante una mayor competencia internacional y ante la limitación de los mercados locales, estos grupos comenzaron paulatinamente a expandir sus operaciones hacia el mercado regional e internacional. Sus movimientos coincidieron con la mayor presencia de las empresas transnacionales en la región. Atraídas por los procesos de apertura, liberalización, privatización y desregulación de las economías centroamericanas, aumentaron sus inversiones en Centroamérica comprando empresas estatales y adquiriendo empresas privadas, principalmente las del sector industrial tradicional, históricamente propiedad de grupos familiares. Así, desde principios de los años 90 los grupos económicos centroamericanos y las empresas transnacionales comenzaron a “integrar” a Centroamérica expandiendo sus actividades. Cada vez más poderosos económicamente, esto aumentó su influencia política y social.

A LA SOMBRA
DEL CONSENSO DE WASHINGTON
El segundo factor que ha contribuido al fortalecimiento de la integración económica regional, también relacionado con la globalización, es la aplicación, en todos los países centroamericanos de las reformas económicas basadas en el Consenso de Washington. Y aunque los tiempos, los ritmos y el alcance de las reformas fueron diferentes en cada país, todas tuvieron como piedra angular al igual que en el resto de América Latina la liberalización del comercio, una reducción de las barreras arancelarias y no arancelarias y la negociación de tratados comerciales con países extra-regionales. Las reformas comprendieron también políticas de privatización de empresas estatales y de concesión de servicios públicos, medidas de desregulación de las actividades económicas y de los mercados incluyendo el laboral, reformas fiscales y reformas financieras.

Estas reformas tuvieron un profundo impacto en las economías centroamericanas. Por una parte, movieron a una nueva integración de la región con la economía internacional, particularmente con Estados Unidos y México. Por otra, contribuyeron a aumentar los flujos de comercio e inversión dentro de la región. En particular, los procesos de privatización y de concesión de servicios públicos generaron un aumento de la inversión intra-centroamericana e internacional. Y las medidas de apertura y de desregulación económica, junto con las medidas tomadas por algunos gobiernos del área para facilitar el tránsito de mercancías entre los países El Salvador, Guatemala y Honduras han avanzado en la eliminación de barreras comerciales, simplificación de trámites aduaneros y eliminación de puestos fronterizos, unidas al logro de una relativa estabilidad macroeconómica, influyeron en el comercio intra-regional.

HA SURGIDO UN NUEVO MODELO ECONÓMICO
El tercer factor que ha contribuido a la mayor integración económica de Centroamérica es el proceso de quiebre estructural registrado en la región en las últimas tres décadas, que provocó, entre otras cosas, el fin del modelo agroexportador tradicional, basado en el dinamismo de las exportaciones agrícolas tradicionales a mercados extra-regionales. Por primera vez en nuestra historia los países de Centroamérica ya no son economías agroexportadoras. Y por primera vez, Centroamérica ya no está dominada por élites agrarias tradicionales y oligarquías al menos como las entendimos históricamente, vinculadas a la tierra y a la producción agraria. En el nuevo modelo económico centroamericano, basado en el dinamismo de las exportaciones no tradicionales agrícolas e industriales (maquila) y de las actividades relacionadas con los servicios y el comercio, el mercado regional constituye el espacio natural de acumulación para los grupos económicos globalizados de la región, un espacio que conocen perfectamente.

Este quiebre estructural explica el inusitado interés mostrado por los países del llamado Triángulo del Norte (El Salvador, Guatemala Honduras) en el proceso de integración en los años 90. Para las empresas transnacionales el mercado regional también es importante porque constituye una plataforma para acceder al mercado de Estados Unidos. Además, en los últimos años y gracias al aumento del ingreso disponible provocado por las remesas familiares, el mercado regional representa un mercado interno ampliado y con poder de compra en el que vale la pena invertir.

MAQUILAS Y EMIGRANTES:
PILARES DEL NUEVO MODELO
El nuevo modelo económico centroamericano descansa hasta hoy en tres pilares fundamentales que lo diferencian tanto del modelo agroexportador tradicional como del modelo imperante en el resto de América Latina.

El primer pilar es la nueva inserción internacional de Centroamérica, basada en una nueva integración con Estados Unidos a través de las migraciones y de las exportaciones de maquila. Alrededor de este pilar se articula y funciona el nuevo modelo.

La maquila se ha convertido en la mayoría de los países en el rubro más importante de exportación y en una de las actividades más dinámicas, pese a sus notables limitaciones en términos de encadenamientos productivos. Como la maquila que prevalece en la región utiliza intensivamente mano de obra no calificada, contribuye a la generación de empleo, sobre todo femenino, aunque de baja calidad. La exportación de maquila contribuye también a la generación de divisas y a una incipiente transferencia tecnológica.

Las migraciones de centroamericanos hacia Estados Unidos han generado una nueva fuente de divisas, las remesas familiares, que hasta hoy han permitido superar la restricción externa al crecimiento y han contribuido a preservar la estabilidad financiera y cambiaria. Y como las remesas representan un excedente económico adicional, contribuyen al financiamiento de la inversión, refuerzan los patrones de consumo y constituyen uno de los principales instrumentos redistributivos con que cuenta el modelo, contribuyendo de esta manera a la reducción de la pobreza.

Desde otra perspectiva, las migraciones hacia Estados Unidos constituyen en la mayoría de países de la región uno de los principales mecanismos de ajuste global del nuevo modelo, al quitarle presión al mercado laboral local, lo que a su vez amplía los espacios de maniobra para definir e implementar políticas públicas, contribuyendo a la estabilidad social y política. Así, en el nuevo modelo el ajuste del mercado laboral se realiza principalmente mediante la salida de trabajadores hacia el exterior y no a través del aumento del desempleo.

LA IMPORTANCIA DE LA ESTABILIDAD FINANCIERA
El segundo pilar del nuevo modelo económico centroamericano es la estabilidad financiera y cambiaria. Este pilar no es nuevo. Constituyó uno de los pilares del antiguo modelo de desarrollo. Lo nuevo es su fundamentación: a diferencia del modelo agroexportador, en el que la estabilidad cambiaria y la baja o moderada inflación descansaba en las divisas generadas por los productos primarios de exportación, ahora se sustenta en la disponibilidad de dólares proveniente de las nuevas fuentes de divisas, particularmente de las nuevas exportaciones no tradicionales y de las remesas familiares.

Además, la estabilidad financiera y cambiaria juega ahora un rol distinto al que desempeñó en el modelo agroexportador. En el modelo agroexportador generaba una base sólida para el comercio intra-regional y colaboraba a que la inversión nacional y extranjera invirtiera en el Mercado Común Centroamericano. En el nuevo modelo, el rol fundamental asignado a la estabilidad financiera y cambiaria es favorecer la acumulación de capital en el nivel nacional y regional en las actividades vinculadas con los servicios particularmente, los servicios financieros y en la industria maquiladora, y atraer inversión extranjera a la región, tanto en actividades de exportación hacia Estados Unidos, como en sectores de servicios y comercio que operan en el nivel nacional y regional.

La estabilidad financiera y cambiaria tiene funciones diferentes, dependiendo de la modalidad que el nuevo modelo ha asumido en los distintos países. En la variante salvadoreña es considerada un elemento central para lograr el objetivo de convertir a El Salvador en una plaza financiera y de servicios regional y para integrar totalmente la economía salvadoreña a la norteamericana.

¿MODELO PRODUCTIVO O MODELO ESPECULATIVO?
¿PRODUCCIÓN O CONSUMO?
Los que defienden el modelo actual dicen que el debate entre lo productivo y lo especulativo tiene poco sentido, porque en una economía de mercado los recursos van donde los asigna el mercado, y donde los asigne el mercado es lo mejor. También dicen que por qué tenerle miedo a las economías de servicios, si las economías más desarrolladas son economías de servicios.

Los que no apoyamos el modelo actual decimos que, efectivamente, las economías desarrolladas son de servicios, pero están fundamentadas en una base productiva moderna, eficiente y competitiva. Y el modelo actual de Centroamérica no está fundado en bases productivas fuertes, sino en los emigrantes y sus remesas. La capacidad de consumo de las sociedades centroamericanas ha aumentado sensiblemente en los últimos quince años, y esto es bueno, porque una sociedad que consume más significa que está mejor. Pero, ¿se consume porque hay empleo? No, se consume más por esa fuente externa que son las remesas.

En el modelo previo, el modelo agroexportador, la banca era la gran financiadora de los grupos agroexportadores, que tenía su base en la agricultura. Hoy la banca centroamericana se ha independizado de los sectores locales y ahora la banca ya no está vinculada con la producción real. Su lógica ahora es hacer ganancia en cualquier sector, en el más rentable. Y por eso, los que estudian esta evolución pronostican que en los próximos cinco, diez años, el 70% de todos los créditos de la banca centroamericana serán para el consumo personal y no para las empresas.

Este cambio en la forma de distribuir las riquezas, de distribuir los excedentes, en el control de la banca, es realmente dramático. Aunque hay matices, porque no es lo mismo la estructura productiva de Costa Rica que es la economía que se acerca más al modelo productivo, que a la estructura de El Salvador, en donde en 20 años la agricultura pasó a representar menos del 10% del PIB, en donde el 70-80% de todo el crecimiento se da por el dinamismo de los servicios, y en donde, y por eso, la banca salvadoreña es la más importante de la región.

DEL ESPACIO NACIONAL AL ESPACIO REGIONAL
Y APOYADOS POR EL ESTADO
El tercer pilar del nuevo modelo económico centroamericano lo constituye el mercado regional. Tampoco aquí hay novedad, porque este mercado fue uno de los pilares del anterior modelo centroamericano. Lo nuevo es su rol dentro del nuevo modelo: generar una base sólida que permita ampliar los espacios de acumulación de los principales grupos económicos nacionales y de las empresas transnacionales que operan en la región, vinculados a la banca, el comercio y los servicios, incluyendo servicios básicos como las telecomunicaciones y la electricidad.

Esta nueva concepción del mercado regional es lo que explica el surgimiento de la integración real, la que llevan a cabo en la práctica los sectores empresariales transnacionalizados de la región, para quienes es el mercado regional y ya no el nacional su espacio natural de acumulación. El espacio regional-territorial centroamericano tiene importancia vital para el nuevo modelo, aprovechando economías de escala y especialización productiva.

El nuevo modelo económico centroamericano se caracteriza por su orientación hacia afuera, por el papel protagónico asignado a los empresarios, por el rol central otorgado al mercado en la asignación de recursos y por la consiguiente redefinición del papel del Estado, aunque éste continúa teniendo un papel central. Al igual que en el modelo agroexportador, la participación del Estado ha sido decisiva en la configuración del nuevo modelo.

Su función principal ha consistido en generar y garantizar las condiciones básicas para la instauración de un régimen económico basado en el mercado y liderado por el sector empresarial, especialmente el de los grandes empresarios. Entre los principales mecanismos utilizados para este fin el Estado ha empleado las privatizaciones, el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica, la reducción de impuestos y el otorgamiento de exenciones y exoneraciones, la liberalización de precios internos y en general, la desregulación de las economías.

LA HORA DE LOS GRANDES GRUPOS ECONÓMICOS
Y DE LOS GOBIERNOS EMPRESARIALES
¿Quiénes han sido los actores del reciente proceso de integración económica? Aunque lo han impulsado básicamente los mismos actores económicos que lideraron el proceso del Mercado Común Centroamericano las empresas transnacionales y los grupos económicos nacionales el entorno económico, social y político en el que se desenvuelven hoy es diferente, y por tanto sus actuaciones e interrelaciones son distintas.

En el caso de las empresas transnacionales, su interés por Centroamérica ya no se reduce, como en el pasado, a sacar provecho de las oportunidades que brinda un mercado ampliado y protegido, sino que hoy conciben la región como una plataforma importante para exportar hacia Estados Unidos. Además, y a diferencia del pasado, las inversiones de estas empresas en la región se han diversificado, lo que las hace más influyentes, no sólo porque tienen más poder económico, sino también porque controlan buena parte de los servicios públicos básicos telecomunicaciones, distribución de energía eléctrica, que cuatro décadas atrás estaban en manos del Estado.

En el caso de los grupos económicos, éstos han registrado un proceso de modernización y diversificación que hace que sus actuaciones sean diferentes de las del pasado. En primer lugar, la mayoría de estos grupos ya no tienen como sus ejes principales de acumulación la agricultura tradicional de exportación y la industria tradicional, como sucedía en los años 60 y 70.

Ahora, sus principales intereses económicos se encuentran en los nuevos sectores dinámicos: servicios, exportaciones no tradicionales incluyendo la maquila, turismo y comercio. En segundo lugar, la mayoría de estos grupos están globalizados y conciben el mercado centroamericano, y no el nacional, como en el pasado, como su espacio natural de acumulación. Todo esto, a la vez que ha aumentado su influencia en el ámbito regional, les ha permitido establecer alianzas estratégicas con las empresas transnacionales para operar juntos en los diferentes países, aunque en la mayoría de los casos, desde una posición subordinada.

FAVORECIDOS POR LOS PROCESOS DE PAZ
El cuarto factor que ha incidido en el proceso de integración es el advenimiento de los procesos de paz y democratización, que generaron un clima favorable de estabilidad política y social. Además, desde principios de los años 90 llegaron al poder gobiernos pro-empresariales y empresariales, sobre los que han tenido una influencia significativa los grupos de poder económico. Esto les ha permitido expandirse regionalmente, lo que ha favorecido la integración empresarial. Este ambiente político es sustancialmente distinto al de la época del Mercado Común Centroamericano, cuando nuestros países eran gobernados por regímenes autoritarios, basados en alianzas entre militares y empresarios apoyadas por Estados Unidos.

CONSECUENCIAS PREOCUPANTES
PARA LA DEMOCRACIA Y EL DESARROLLO
Sin duda, el actual proceso de integración económica regional ha tenido beneficios importantes para la región en inversión, empleo, mejor aprovechamiento de las capacidades productivas regionales. También ha ayudado a una nueva inserción internacional de la región. Además, representa una buena oportunidad para que las empresas centroamericanas puedan prepararse regionalmente para competir en los mercados internacionales.

Sin embargo, esta integración también ha desencadenado o profundizado tendencias preocupantes en relación a la democracia y al desarrollo de la región. Entre las más negativas destacan una mayor concentración de la riqueza regional en pocas manos y un cambio en la correlación de fuerzas políticas a favor de los grupos económicos regionales y de las empresas transnacionales. Todo esto ha ocurrido en un ambiente de elevados niveles de pobreza, la que si en la década de los 90 disminuyó en términos relativos, aumentó en términos absolutos.

EL TLC CON ESTADOS UNIDOS ACENTUARÁ
LOS DESBALANCES REGIONALES
A este desbalance de poder regional social, económico y político ha contribuido además el debilitamiento del Estado y la redefinición de su rol; la crisis de los partidos políticos y su cuestionamiento social y político; la debilidad de actores sociales como las clases medias y el movimiento sindical; la ausencia de fuerzas de izquierda modernas y propositivas; la llegada al poder de gobiernos pro-empresariales y empresariales; y la hegemonía intelectual e ideológica de la corriente neoliberal en la región, que reivindica la supremacía del mercado sobre el Estado y que convierte a los empresarios en el principal actor social dentro del modelo socioeconómico.

Este desbalance se acentuará todavía más al entrar en vigencia el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-DR), que inevitablemente contribuirá a reforzar al menos a corto y mediano plazo el proceso de concentración de poder económico y político en los ya influyentes grupos económicos nacionales e internacionales que operan en la región. Las condiciones iniciales de partida del tratado favorecen claramente a estos grupos, que son los que tienen dinero, información, contactos e influencias suficientes para aprovechar las ventajas que ofrece el tratado y para evadir sus costos potenciales.

La situación es más preocupante si se considera que debido a la fragilidad de las finanzas públicas y a la debilidad institucional estatal, los gobiernos centroamericanos no están en la capacidad de diseñar y aplicar políticas integrales de desarrollo y de apoyo a los sectores afectados por el tratado, especialmente a la población rural pobre la más numerosa y la que depende de actividades agrícolas, que es la más susceptible de sufrir los impactos negativos del tratado. (Continuará)

DIRECTOR DE INVESTIGACIÓN DEL PROYECTO
“TRANSFORMACIÓN ESTRUCTURAL EN AMÉRICA CENTRAL” DE LA UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA
JOSÉ SIMEÓN CAÑAS DE EL SALVADOR.

VERSIÓN RESUMIDA Y EDITADA POR ENVÍO
DEL ESTUDIO “INTEGRACIÓN REAL Y GRUPOS DE PODER ECONÓMICO EN AMÉRICA CENTRAL. IMPLICACIONES
PARA EL DESARROLLO Y LA DEMOCRACIA EN LA REGIÓN”, FINANCIADO POR LA FUNDACIÓN FRIEDRICH EBERT,
Y DE UNA CHARLA DEL AUTOR EN EL SEMINARIO ANUAL DEL APOSTOLADO SOCIAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN CENTROAMÉRICA. SAN SALVADOR, SEPTIEMBRE 2006.

EL MARXISMO Y LA FORMACIÓN DE UN SUJETO REVOLUCIONARIO TRANSFORMADOR

EL MARXISMO Y LA FORMACIÓN DE UN SUJETO REVOLUCIONARIO
TRANSFORMADOR

“Sujetos Transformadores: una Aproximación Marxista desde Colombia de las Luchas Sociopoliticas Actuales en América Latina”.
(Versión preliminar)
Por Jaime Caycedo Turriago 1

La raíz de todo sujeto histórico está en la lucha de clases. Pero el sujeto mismo no es reductible a la clase en todos los momentos del devenir. De hecho un sujeto puede unir o amalgamar varias clases, capas y grupos sociales. No remite, por tanto, sólo a una teoría de las clases sociales y de sus confrontaciones. La configuración de un sujeto sociotransformador pasa no sólo por las estructuras sino por la historia real.

El sujeto revolucionario potencial emerge de las condiciones de existencia materiales, que el régimen capitalista crea como una necesidad de su propio desarrollo, pero sólo deviene sujeto eficaz, realmente revolucionario y transformador, cuando su conciencia política está plenamente constituida para alcanzar y ejercer la hegemonía y concluir la realización de su proyecto histórico. Esta maduración del sujeto no es, en forma alguna,
espontánea. Es el resultado de la lucha social de clases, de la “comprensión teórica del conjunto del movimiento histórico”. Es una síntesis de conocimiento y acción, de acción guiada por el conocimiento.

En otras palabras, de la acumulación de las fuerzas propias tendientes a la unidad; de la acumulación de contingentes provenientes de otras clases y capas sociales que “se adhieren” y pasan a ser parte del sujeto; y de la calificación de los factores subjetivos, es decir, de la acumulación y sistematización de la teoría y de la experiencia en la lucha política por un colectivo humano que domina los medios, pacíficos y no pacíficos, de
acceder al poder “mediante la conquista de la democracia” en su propio ambiente nacional, derrocando a su propia burguesía, como parte de un proceso internacional, globalista podríamos decir hoy, de cambio y transformación mundiales.

Este proceso de formación y maduración del sujeto lo convierte en la fuerza del cambio, la corriente histórica de la transformación social, dirigida por una conciencia de su función que mira adelante, por encima de las barreras nacionales, y se esfuerza por representar los intereses del movimiento en su conjunto, en todos los momentos o fases
de la lucha por la emancipación social.

1 Caycedo Turriago, Jaime, Antropólogo, MSC en Análisis Político y Económico y Relaciones Internacionales, Doctor en Ciencias Filosóficas. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia.

Por eso , el sujeto transformador asume, en la historia de las revoluciones del siglo XX, las tareas de la liberación nacional frente al globalismo colonialista y al imperialismo, junto con las tareas de clase y las de la democracia. No siempre el objetivo democrático logró su desarrollo pleno en el socialismo histórico. En la experiencia real sufrió graves
distorsiones, en su conjugación con la defensa y permanencia de las revoluciones (en los casos en que las hubo) y de las conquistas sociales avanzadas.

Las vicisitudes históricas del sujeto en la vivencia del “socialismo histórico”, muestran una separación entre objetivos sociales transformadores mucho más exigentes y el desenvolvimiento del poder burocrático y desligado de la fase social que esos mismos cambios habían hecho surgir. El sujeto “aprendiz de brujo” no logra conjurar las fuerzas sociales que ha desencadenado, las expectativas que la nueva sociedad ha creado, el nivel cultural más elevado que la experiencia social puso en marcha, muchas veces sin las motivaciones ideológicas y los referentes éticos capaces de fundar liderazgo político y moral duradero por su solidez.
La deslegitimación del sujeto transformador que pierde sus referentes, desbordado por
las nuevas necesidades y requerimientos que la sociedad ha engendrado es, sin duda,
una de las razones del derrumbe del “socialismo real”. Su crisis, en los casos específicos
de la URSS y de Europa Oriental, no pudo ser resuelta por la vía de la reestructuración
del socialismo, carente de una sólida sustentación teórica y débil en la lucha ideológica,
frente a los enemigos siempre vivaces de la enajenación redescubierta: el
anticomunismo como “destino manifiesto”, el “mundo libre” como alianza de todos los
oportunismos mundiales, la disgregación – sin dolientes – de los aparatos hegemónicos
del socialismo histórico, la desaparición del poder revolucionario.
La maduración del sujeto revolucionario en las condiciones de la globalización actual, en
el período post-bipolar, bajo la hegemonía capitalista de orientación neoliberal, no puede
suceder bajo las formas de la historia clásica. Los procesos de reestructuración
capitalista, aproximan los enfoques de la realidad actual al mundo global visionado por
Marx y, a la vez, la alejan de las experiencias concretas que ejemplificó con su
extraordinaria capacidad teórica. Esto es muy importante para pensar el presente. Por
eso, bien cabe la pregunta: ¿En qué momento vivimos? ¿En qué momento de la
construcción del sujeto transformador nos hallamos?
PARA UNA REFERENCIA AL MOMENTO ACTUAL
La formación de una conciencia acerca de la unidad del pueblo frente a sus
opresores, por encima de los prejuicios y las trampas que la sociedad burguesa
interpone para dividir, atraviesa laberintos intrincados y accede a mesetas
imprevistas según las condiciones básicas de partida, el desenvolvimiento “natural”
de la lucha de clases y la concepción estratégica que ponen en juego los sujetos
sociopolíticos y culturales.
Las ideas de la emancipación en condiciones complejas resultan ser,
necesariamente, complejas. Ante todo, porque la razón de la complejidad está en la
estructura misma de la totalidad social. Dicho de otra forma, también es complejo
para los dominadores ejercer su dominación. Solo pueden “simplificar” sus
procedimientos con dosis acrecentadas de violencia, represión, y/o perfidia
ideológica mediática para desnaturalizar y enmascarar – con trajes y máscaras
prefabricados a la medida – los argumentos y la razón de quienes luchan por la
emancipación.
La acción de los dominadores y del Estado en torno a la llamada “amenaza
terrorista”, esto es, la guerra preventiva antiterrorista como política permanente de
la actual globalización asume para América Latina, desde el imperialismo, las
características de una recolonización, con todos los ingredientes atribuibles a este
3
concepto. Esta acumulación de ventajas unilaterales a la dominación
transnacionalizada del gran capital incluye componentes geopolíticos evidentes y,
además, formas de intervencionismo político-militar – no menos graves por
presentarse camufladas – junto con una avalancha de recursos de agresión
mediática. Esta verdadera “guerra colonial”, de la globalización y desde ella,
impone al conocimiento científico y a la intuición de los dominados dos requisitos:
a. El de concebir su proyecto contrahegemónico con el enfoque de un cambio
transformador radical y completo de las actuales condiciones de existencia; b. El de
trabajar por reunir, en un haz de voluntades, las fuerzas de la resistencia y los
factores del cambio político transformador como vía de emancipación. Un elemento
que corre en ayuda de este proyecto es la experiencia, propia y compartida, en el
campo de los rasgos culturales comunes a las sociedades latinoamericanas y a la
extraordinaria creatividad combativa de sus pueblos.
La experiencia de Colombia puede ilustrar la complejidad, de y en la que empiezan
a formarse estas experiencias. Confrontado a la maniobra de una reelección
presidencial, impuesta como una especie de “golpe de Estado” desde el poder, el
pueblo colombiano pone en demostración los acervos disponibles para resistir y
avanzar en la transformación estratégica de sus condiciones de lucha.
Afirmamos que la formación de una conciencia de la emancipación como conciencia
revolucionaria en Colombia se ha desenvuelto históricamente en confrontación con
formas de modernización de esencia conservadurista y autocrática, guiadas desde
el Estado de clase y sus aparatos ideológicos, que han mostrado la tendencia a
excluir del campo de las manifestaciones ideopolíticas toleradas las creaciones
provenientes de la experiencia popular y del sincretismo de las mismas con las
experiencias latinoamericanas, revolucionarias y progresistas. La creación de una
superestructura virtual, soportada en el autoritarismo militarista y mediático que
impregna todas las instancias del Estado y se vierte sobre la sociedad civil, encubre
apenas la alianza histórica de la vieja oligarquía decimonónica y el imperialismo
estadounidense con su proyección geopolítica de control continental. Los principales
factores y, a la vez, soportes de la conciencia de la emancipación son los sujetos
antisistémicos de la formación sociohistórica colombiana cuya práctica política ha
creado las bases de los saberes para avanzar en el actuar transformador. Estos
sujetos antisistémicos, que se manifiestan en todas las variadas expresiones del
movimiento popular colombiano, desde la lucha de masas por las libertades y
derechos fundamentales, hasta la lucha armada revolucionaria, han contribuido –
quién más, quién menos, en distintos momentos – a la formación de una pedagogía
y una experiencia de la unidad que ha permitido abrir horizontes y perspectivas
ciertas a la lucha por la emancipación.
En esta primera aproximación a este tema examinaremos, en primer término, las
condiciones impuestas por el poder dominante dirigidas a forzar el predominio de
un pensamiento único desde el Estado y el sistema mediático. En un segundo
momento trataremos de sintetizar la historia de las experiencias conducentes a la
unidad popular como condición y vía de las prácticas emancipatorias en el caso
colombiano.
GIMEN POLÍTICO Y LUCHA POR LA EMANCIPACIÓN
El régimen político colombiano ha variado poco en el último largo medio siglo. En su
formación histórica cumplió un papel demarcado el viraje reaccionario del
imperialismo hacia la guerra fría y su secuela de militarización, macartismo,
destrucción de los derechos y libertades de los trabajadores y los ciudadanos, e
impulso de diferentes variantes de la guerra preventiva, entendida como un factor
de contención de la rebeldía popular, que había estallado como presencia
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trascendental, aunque caótica, de la multitud en la protesta por el magnicidio del 9
de abril de 1948 y en el auge significativo de la resistencia armada campesina.
El estallido político y social, acallado mediante la represión violenta y las masacres
de Estado, en los días y semanas que siguieron, a pesar de no haber encontrado,
en su momento, el cauce de una dirección política eficaz y revolucionaria, no
impactó menos la sociedad en su conjunto, no dejó de convertirse en un referente
histórico obligado de la vida nacional. Particularmente, no dejó de constituir un
punto muy alto de la confrontación de clase, entendida ésta en el sentido más
amplio, como enfrentamiento entre el sentimiento popular de ampliar el espacio de
las libertades, de rechazar su cercenamiento sostenido, de encontrar un campo de
participación en la búsqueda de vías para la justicia social, destruida en la figura
sacrificada del líder y en la política de sangre y fuego que luego habrá de
consagrarse como esencia de los gobiernos conservadores de aquel período (1946
– 1953); y la lucha popular contra la violencia de Estado, la represión generalizada
antipopular y el enfrentamiento interpartidista liberal-conservador, relanzado como
instrumento de la derechización del Estado en el ambiente de servilismo hacia la
política anticomunista y antisoviética de los Estados Unidos. El golpe militar de
1953 (1953 – 1957) aparentó separarse de esa línea, pero pronto mostró su
seguidismo.
El Frente Nacional (1958 – 1974) y los gobiernos posteriores a su terminación
(1974 – 1991) prosiguieron la tensa y pertinaz batalla por derechizar el Estado y el
régimen político, en contravía del interés de crecientes fuerzas sociales y
corrientes populares de la sociedad, traduce la tendencia secular de la gran
burguesía dependiente del imperio y de los grupos financieros colombianos. Esta
tendencia a una pretendida modernización autoritaria, en permanente asíntota con
los modelos emparentados con el fascismo, sobre todo por su recurso a la violencia
de Estado – abierta o encubierta, según las circunstancias – y su “domesticación”
bajo los recetarios del Conflicto de Baja Intensidad, CBI, como forma de la guerra
preventiva, constituye, en cierto modo, a una creación original de la gran burguesía
colombiana. La dictadura encubierta, pertrechada de todos los pretextos legales
para aparentar una legitimidad mientras los seres humanos, titulares de los
derechos que les otorga una supuesta ciudadanía, son muertos, torturados,
desaparecidos, refugiados interna y externamente, frente a una mirada entre
tímida, cómplice o, simplemente, hipócrita, de la llamada Comunidad internacional,
es indicativa de las formas de democracia restringida que el imperialismo valida.
La reforma constitucional de 1991 fue un ensayo de reglamentar los medios
represivos sin desmontar el tutelaje militarista sobre la sociedad y el Estado. El
esfuerzo por instituir nuevas libertades y derechos (derecho de amparo, algunas
modalidades de acciones afirmativas, consultas populares, revocatoria del mandato
de algunos elegidos, elección popular de alcaldes y gobernadores, etc.) no modificó
el esquema de la tradición dominante en el ejercicio del poder. A la vieja práctica
del estado de sitio permanente se sustituyó el intento de hacer regir el estado de
excepción hasta sus límites extremos y, ante el fracaso de estas medidas, intentar
introducir leyes antiterroristas, el modelo estadounidense de justicia acusatoria, la
extradición de nacionales a Estados Unidos, la judicialización de la protesta social,
la eliminación del delito político, su tránsito a “sedición” para otorgarle status
político a los terroristas paramilitares. El esquema que orienta las prácticas de la
dominación de clase permanece y se convierte en una herramienta perversa de
nuevas funciones que termina auto asignándose el poder. Así, por ejemplo, el
modelo neoliberal se impuso desde adentro del Estado, como un asalto grotesco
para desvertebrar lo público, sin consideración ninguna por las consecuencias que
acarrean las privatizaciones como otra forma de desnacionalización del Estado y
fragilización de su autodeterminación política y económica.
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Como resultado, los pocos o muchos avances democráticos de la Constitución de
1991 se han ido reversando, han dado paso a formas que desnaturalizan y
restringen los derechos, y condicionan las libertades. Lo que no se lograr
contrarreformar, se desconoce de facto mientras el poder consigue las mayorías
parlamentarias sumisas que le permiten crear nuevas figuras constitucionales. Es
el caso de la reelección presidencial inmediata del presidente en ejercicio que
contó, a finales de 2005, con la aprobación de una Corte Constitucional alineada
mayoritariamente con el poder ejecutivo.
Tal estado de cosas solo puede ser transformado con la intervención popular y el
cambio político democrático. El viraje que Álvaro Uribe intenta introducir en el
régimen político colombiano mira al pasado. Si el capitalismo colombiano se afianzó
en el medio siglo XX – con sus características propias de dependencia estructural y
geopolítica frente al imperialismo – en medio del desangre nacional de la violencia y
la antiodemocracia, Uribe intenta repetir esta historia justo cuando resuenan
nuevos clarines de autodeterminación, antiimperialismo y lucha de los pueblos, y el
imperio muestra sus debilidades de cara a América Latina.
La comedia actual no es que el régimen político colombiano logre arrastrar
mayorías ciegas, insensibles o “embrujadas”. Lo nuevo de la realidad son dos
aspectos indisolubles: por un lado, si en el pasado los enviones autoritarios
encendían las hogueras de la guerras civiles (Guerra de los Mil Días o las
resistencias campesinas armadas en la segunda mitad del siglo XX) ahora el viraje
a la ultra derecha se intenta en medio de la guerra, esto es, lejos de la conciliación
o la solución política, más en el contexto de la solución militar. Uribe porfía, como
quien trata de colocar un pararrayos en medio de una tormenta. Piensa que el amo
imperial sostendrá indefinidamente sus propósitos. Y, sobre todo, sobrestima el
alcance de su paternalismo demagógico y militarista – sin resultados para las
mayorías populares – como soporte de su proyecto. Por otro lado, el aprendizaje
que muchos sectores están haciendo de las experiencias modeladas por la historia
nacional. Especialmente, el aprendizaje y las expectativas renovadoras que la
unidad despierta en amplios espacios populares. Expectativas alimentadas por el
entorno latinoamericano, sobre todo en cuanto envuelven opciones reales de
cambio que, en todo caso, muchos asocian a las posibilidades reales de acceso
popular (y plebeyo) al poder político. La dupleta de Próspero y Ariel está rota.
Calibán asume las riendas del Estado en varios países del continente.

REVOLUCION, EMANCIPACION, SUJETO REVOLUCIONARIO

REVOLUCION, EMANCIPACION, SUJETO REVOLUCIONARIO
GUILLERMO ALMEYRA *
1. La larga guerra por etapas sucesivas en la que el capitalismo en general y, en particular, el gobierno imperialista de Estados Unidos, han hundido a la Humanidad se apoya en la utilización, con todos los medios, de una campaña de inteligencia, de desinformación e intoxicación de la opinión pública mundial, de imposición de elementos de fatalismo, de
resignación, de desmoralización. Estos son los instrumentos esenciales para la hegemonía política y cultural de los representantes políticos y administradores de los intereses del capital financiero mundial.
2. Dado que las resistencias nacen de la moral y la dignidad, de la conciencia sobre las afrentas sufridas durante siglos pero también de la esperanza, destruir la conciencia histórica, borrar el pasado, equivale a destruir la experiencia de las luchas que conformaron las identidades para poder desarmar así toda idea de cambio social y borrar el concepto
mismo de que “todo lo sólido se disuelve en el aire” y de que el futuro existe, no es una mera prolongación del presente, y puede ser construido por los seres humanos. El “pensamiento único” (I. Ramonet)1 acompaña de este modo la peregrina idea del fin de la historia (F.Fukuyama)2 para construir una subjetividad pasiva, propia de esclavos sin esperanza. Porque si el sistema actual fuese el único posible, si no existiesen alternativas para el mismo, si el futuro ya estuviera escrito por las 200 empresas que dominan el mundo y por sus agentes políticos ¿qué sentido tendría entonces resistir la destrucción de las soberanías y el apoderamiento de los recursos que pertenecen a los pueblos de los países dependientes?

3. En los medios académicos de todos los países capitalistas, incluso en los dependientes, esa campaña ha logrado resultados. La enseñanza de la historia pierde posiciones o se transforma en mera cronología o en el estudio de casos mucho más adecuados a la etnografía o la antropología con el argumento de que habría que escapar de los “metarelatos”, de la “ideología”, de la pretensión de analizar y comprender procesos,
devenires.3 Y el marxismo, en muchas países y en general, es dejado de lado, es considerado una antigualla.

4. De ahí el abandono teórico del conflicto entre las clases, que el marxismo retomó de los historiadores clásicos franceses y, por consiguiente, la eliminación ideológica de la posibilidad de revoluciones, la reducción del campo de la política y de los estudios políticos a las recetas para comprender algunos elementos sociológicos y etnográficos que permitan perpetuar la dominación (como los estudios de los comportamientos electorales o de la formación de liderazgos). Parte de este mismo proceso está constituida por el revisionismo histórico de historiadores formados en el stalinismo y que siguen confundiendo a éste con el comunismo, y por historiadores conservadores (Furet,4 Nolte,5 por ejemplo). El mismo pone en el mismo plano el nazifascismo y los intentos revolucionarios de cambiar la sociedad y elimina las filiaciones históricas y saca de su contexto al primero, escondiendo que es hijo legítimo del liberalismo y niega además que los segundos sean un desarrollo de
las corrientes democráticas del liberalismo y del humanismo.

5. Existe también un neorevisionismo que proviene en cambio de las filas del marxismo heterodoxo (Toni Negri,6 John Holloway7 son algunos de sus representantes más conspicuos). El mismo tiene distintas matrices teóricas (Foucault, Derrida, Baudrillard en el primer caso, un curioso Marx filosófico mezclado con el anarquismo, en el otro) pero coincide en prescindir del análisis de la lucha de clases y en suprimir, por consiguiente, la idea misma de revolución. Esta tendencia general (pues aunque coinciden en ideas fundamentales sus representantes tienen grandes diferencias entre sí) se lanza por la brecha abierta por los anteriores adioses al proletariado (Gorz)8 , por la teorización sobre los
“nuevos sujetos” (Touraine) y por la idea de que el trabajo9 no es ya un elemento esencial para la existencia del capitalismo (y que, por lo tanto, la ley del valor no explicaría nada, como sostienen Negri y Hardt).10

6. Los análisis de esos autores y de esas posiciones desbordan con mucho el limitado marco de una ponencia. Por eso me limitaré a anotar que ellos son, antes que nada, el fruto del repudio a una versión dogmática, eclesiástica, del marxismo, en el plano teórico, y del
horror ante el totalitarismo de la casta burocrática soviética que compartía los valores fundamentales del capitalismo pero presentaba como “socialismo real”, como “comunismo” un régimen que cerraba el camino a la emancipación humana y, en escala mundial, era una potente fuerza antisocialista. Una vez más hay gatos escaldados que huyen del agua fría y, en su retirada, se mezclan con quienes encuentran una buena oportunidad para retornar al hogar intelectual conservador del cual, en la anterior relación mundial de fuerzas, habían comenzado a alejarse. Como en el caso de algunos de ellos Holloway, por ejemplo es evidente la seriedad y la honestidad de su intento de encontrar nuevas vías que ahorren la siempre peligrosa revolución, es muy grande el eco de sus posiciones entre quienes quieren un cambio social profundo pero jamás han sido marxistas y siempre han rechazado la pobreza cultural, el dogmatismo y los graves errores políticos de quienes se presentaban
como ejemplos del marxismo ortodoxo. El amplio apoyo recibido por el Imperio de Negri-Hardt en Estados Unidos o el logrado por el reciente libro de Holloway en importantes sectores de la pequeñoburguesía movilizada en la Argentina son un ejemplo de esto.

7. Por consiguiente, se debe responder a algunas preguntas esenciales que se formulan millones de personas en todo el mundo: 1)¿el capital se ha independizado del trabajo?, 2)¿las transformaciones sociales y económicas introducidas por la mundialización dirigida por el capital financiero han modificado irreversiblemente el papel del trabajo y al propio
proletariado?, 3)¿hacen imposibles las revoluciones?, 4)¿ son posibles cambios sociales profundos que erosionen el poder y construyan simultáneamente un poder no capitalista hasta cambiar el régimen sin ruptura revolucionaria?, 5) si la alienación permea cada actitud de los dominados y explotados y los valores capitalistas forman parte del habitus 11 ¿es posible evitar la perpetuación y la reproducción de éstos y aquéllos mediante un cambio político revolucionario?, 6) ¿la revolución lleva acaso inevitablemente a la dominación de un grupo social o de una casta contrarrevolucionaria y conservadora e impide, por lo tanto,la emancipación?,12 7) ¿la revolución política da como resultado sólo regímenes que constituyen en realidad una modernización capitalista mediante la dictadura del aparato estatal como sucedió con las revoluciones coloniales?, 8) ¿ cómo combinar la lucha por la
liberación nacional con la lucha por la igualdad, contra los privilegios de los sectores revolucionarios nacionales, por la destrucción del Estado existente y la creación de otro tipo de Estado de transición hacia la abolición de las relaciones estatales mismas?, 9) ¿el“socialismo realizado” burocrático y totalitario resultante del fin de la Revolución Rusa es el “modelo” para el régimen postcapitalista?,10) ¿o el desarrollo de la ciencia, la cultura, los medios de comunicación y de información, las nuevas tecnologías permiten construir las bases del internacionalismo y de una ciudadanía universal rebasando los nacionalismos, los
localismos, las identidades falsas y excluyentes y oponer a la modernización y la modernidad capitalistas otra modernidad?.

8. Por supuesto, para dar siquiera una respuesta parcial a estas cuestiones se necesita un vasto y largo trabajo de equipo y, por lo tanto, me limitaré aquí a dar algunas opiniones muy generales, a escribir algunas notas al respecto dejando el trabajo teórico e histórico más
profundo para una elaboración posterior mía y de quienes se aboquen a esta tarea tan necesaria.

1. 1) EL SUPUESTO FIN DEL TRABAJO.
9. Es cierto que en los países industrializados la masa de trabajadores industriales se ha reducido proporcionalmente a la población y que la desocupación ha pasado a ser estructural y el proletariado industrial es una minoría, al igual que los campesinos, que son incluso muchos menos, con relación a los desempleados, a los funcionarios, a los
trabajadores de los servicios y a los marginados de la producción y de la sociedad (pero sin embargo totalmente integrados en el sistema y funcionales para el mismo).

10. Pero, en primer lugar, el capitalismo funciona a nivel mundial y no sólo en el estrecho marco del mercado nacional o del Estado-nación y, por consiguiente, extrae sus ganancias del plusvalor obtenido mundialmente que aumenta con tasas de explotación diferentes pues su dominación imperialista aprovecha los desniveles salariales resultantes de las distintas historias de los pueblos que oprime. Por lo tanto, el capital extrae riquezas de un proletariado mundial que ha crecido enormemente en número y que aún, en muchos países, no ha logrado una conciencia colectiva ni a nivel nacional ni mucho menos a nivel nacional. Además, más que en cualquier otra época de la historia, el capital explota no sólo
a los obreros industriales o artesanales sino al trabajador colectivo y de él extrae el plusvalor. Lejos de asistir al fin del trabajo estamos ante una ampliación mundial del número de trabajadores y asalariados y de la obtención de la plusvalía.

11. Otra cosa es la cuestión de la conciencia que ese trabajador colectivo pueda tener de su situación y de la comprensión de qué es el capitalismo que puedan tener los millones de campesinos sometidos al trabajo semiesclavo en las fábricas o como jornaleros agrícolas. Pero este problema también se planteaba en el siglo XIX, con la creación de la gran
industria. Si tomamos en cuenta los tiempos largos braudelianos para analizar la evolución del capital y de sus víctimas y antagonistas podremos ver las transformaciones introducidas por la mundialización sobre todo a partir de los años 1980 en otra perspectiva temporal. Eso ni consuela ni hace menos urgente la lucha por la liberación social, pero evita las
conclusiones impacientes y desesperadas.

2. 2) EL FIN DEL PROLETARIADO COMO SUJETO DEL CAMBIO REVOLUCIONARIO

12. Es cierto que cuando la desocupación es estructural, los trabajadores con empleo tienden a sentirse privilegiados y a tratar de mantener su situación, sin ponerla en riesgo (como sucede en los gremios industriales en la Argentina, por ejemplo, o en las maquilas mexicanas) y sólo se movilizan los que pertenecen a gremios estatales, con el trabajo
garantizado, o los que, en las grandes fábricas, como en Italia no sólo cuentan para movilizarse con su organización tradicional sino también con la conciencia del papel estratégico político y económico para el Estado de las empresas donde trabajan lo cual disminuye su conciencia del riesgo implícito en su acción y aumenta la de la posibilidad de obtener beneficios de la misma. Es cierto igualmente que cada vez más hay proletarios pero
no un proletariado relativamente homogéneo, al igual que hay campesinos pero no un campesinado. En efecto, crecen las diferencias económicas, sociales, culturales, que existen entre los distintos sectores trabajadores (en la industria trabajan desde los técnicos y los obreros calificados hasta la mano de obra semiesclava y descartable en cualquier momento
de las maquilas y los pequeños talleres en los países dependientes; en el campo están los campesinos propietarios, ricos, medios y pobres, pero también los colonos, los arrendatarios, los jornaleros sin tierra, los campesinos de subsistencia y los grupos étnicos). Es igualmente verdadero que las grandes migraciones bíblicas desde los países
dependientes hacia los metropolitanos y dentro de cada país desde las zonas deprimidas hacia las de mayor concentración de capital han roto la unidad étnica, cultural, nacional de las clases obreras y de las zonas urbanas, reducido la capacidad de resistencia (y de integración) de los propios inmigrantes, desarrollado el nacionalismo reaccionario, el
racismo y el localismo, componentes históricos muy fuertes de la identidad de los obreros y campesinos, en importantes sectores de las clases trabajadoras (un ejemplo es en Francia el electorado obrero de Jean-Marie Le Pen o, en menor medida, el de los fascistas de Acción Nacional italianos). Frente a un capital transnacional que tiene a todo el planeta como su campo de acción, las modificaciones sociales introducidas por la mundialización dirigida por el mismo han reforzado la fragmentación sobre bases nacionales o locales de las experiencias y movilizaciones de los trabajadores y el internacionalismo, aunque avanza, lo hace aún lentamente y en sectores reducidos, de mayor cultura y politización, que resisten mejor la despolitización y la reducción del nivel cultural que la actual mundialización conscientemente promueve. Al mismo tiempo, aunque los órganos de mediación esenciales para la mediación (aparato estatal, Iglesia, partidos y sindicatos burocratizados integrados
en el Estado) están en crisis en todo el mundo, el capital refuerza su hegemonía cultural, sobre todo en Europa, buena parte de Africa y toda América Latina, mediante el monopolio de los medios de des-información, constructores y afianzadores de sus valores políticos y sociales.

13. Ante el retroceso parcial de los obreros industriales en la escena política, habría que agregar lo siguiente. Los sectores que toman parcialmente su relevo (ecologistas,desocupados, luchadores por la liberación sexual, feministas e indígenas o campesinos) lo
hacen fuertemente influenciados por los métodos de lucha y las experiencias políticas del proletariado organizado y los desempleados han aprendido en la escuela del proletariado del cual forman un sector. Además, si bien estos movimientos sociales tienen gran peso
político, el peso específico del movimiento obrero organizado, derivado de su papel en la producción, es muy superior a su peso numérico relativo, como lo muestran las movilizaciones obreras (como las italianas) que sacuden al gobierno. Por último, aunque las reivindicaciones de todos los movimientos sociales son reformistas, teóricamente podrían ser compatibles con el sistema, éste no las puede soportar ni satisfacer pues la desigualdad,el desempleo estructural, la restricción de la democracia, la discriminación sexual forman parte esencial de su política. Por consiguiente, esas reformas por las cuales se lucha con métodos proletarios en los hechos resultan anticapitalistas, son intolerables para el capital y se convierten, por lo tanto, en “reformas revolucionarias”.

3. 3) ¿SON IMPOSIBLES LAS REVOLUCIONES? ¿ES IMPOSIBLE LA EMANCIPACIÓN?
14. Según quienes reputan imposibles y cosa del pasado las revoluciones, el que ningún movimiento social se plantee un cambio radical de sistema y que todas las luchas actuales sean por reformas al mismo (empezando por los que oponen otra mundialización, pero basada sólo en impuestos al capital especulativo, en reformas agrarias, en el no pago de la deuda externa pero sin cambiar la economía ni la propiedad, y en un aumento del papel del Estado-nación) eliminaría el papel subjetivo como factor revolucionario y haría imposible o propia de un puñado de iluminados la persecución de la Utopía. Sin embargo, las revoluciones sociales no son el resultado sólo de las ideas o de la existencia de revolucionarios que las preveen, las desean, las preparan. Las revoluciones son preparadas
por las injusticias y las desigualdades y por la intolerabilidad del régimen para las mayorías. Y todos esos factores aumentan diariamente y educan sobre qué es el capitalismo a centenares de millones de personas incluso en los países imperialistas. Es la explotación y la brutalidad ciega de las clases dominantes la que empuja a la revolución a quienes demandan reformas sin poderlas obtener (como lo demuestra la dinámica de la Revolución Francesa, de la mexicana- 1910-1920-, de las dos revoluciones rusas-1905 y 1917-, de las tres revoluciones chinas 1910,1927,1945, la iraní, la etíope o la afgana). Las revoluciones se producen porque la gente es conservadora, busca reformas dentro del sistema y éste se encarga de desilusionarla y de enseñarle que no puede ser reformado. La Utopía, la
esperanza, incluso el milenarismo en los pueblos con tradiciones religiosas de masa son sólo el aceite en los engranajes de la máquina, pero ésta la construyen la explotación y la opresión. Los argumentos sobre la imposibilidad de la Revolución parten de un análisis falso sobre qué es ésta y cómo se produce.

15. En realidad, ellos se dirigen más bien a mostrar las dificultades que hacen que la revolución – ese rarísimo proceso objetivo-subjetivo- no sea sinónimo de emancipación -la cual es un proceso fundamentalmente subjetivo, de construcción de una conciencia colectiva. Porque, como lo demuestra la historia de las múltiples revoluciones desde la
Francesa, ninguna de ellas llevó a la Emancipación y, salvo la Francesa y la Rusa en sus primeros años, ni siquiera se planteó ese objetivo. La degeneración del proceso revolucionario que permite que se instaure una capa conservadora y contrarrevolucionaria en el poder no es un rasgo exclusivo y característico de las revoluciones, algo que las haría
no deseables y peligrosas. Es propia, en cambio, de la fase actual de construcción del ser humano, la cual se lleva a cabo no individualmente sino en la construcción de la sociedad. La revolución, por lo tanto, puede aspirar a la igualdad pero esa aspiración no se concreta porque no sólo existe la división entre trabajo manual e intelectual, que da un papel
esencial y poder frente a los trabajadores comunes a quienes saben leer y escribir o son “especialistas”, sino que también existen diferentes culturas, en diferentes sectores de clase (a eso se refería Lenin cuando, tomando el ejemplo chino donde los mandarines conquistados habían impuesto su cultura a sus conquistadores, hablaba de la incultura de los revolucionarios rusos y de su sumisión a los usos, valores y costumbres de los funcionarios zaristas).13 Por consiguiente, cuanto más atrasado y rural sea un país en revolución y cuanto más aislado esté, más lento y difícil será el proceso de lucha contra las desigualdades y la miseria física, material y cultural, más fuerte será su burocratización, más dificultad habrá para informar a todos y facilitar su participación.14 Pero para la
degeneración de las revoluciones no cuentan sólo las bases para la burocratización funcional (o sea, el bajo nivel de cultura, el alto índice de analfabetismo, etc) sino que también es decisiva la burocratización resultante del factor subjetivo (la falta de tradiciones democráticas en el país y entre los revolucionarios, la visión verticalista y decisionista de
los cuadros, su concepción vanguardista y mesiánica del propio papel, las tradiciones sociales campesinas propensas a aceptar Líderes o Caudillos y a no darle valor al pensamiento crítico, el antiintelectualismo que en las sociedades de fuerte influencia campesina acompaña la idealización casi religiosa de la supuesta sabiduría innata del Jefe). Porque la emancipación es un proceso lento, cuyas bases son internacionales y no locales o nacionales, pero que requiere una educación permanente en la democracia de base, en el protagonismo político y crítico de los trabajadores. Estos deben poder controlar y seleccionar o remozar a su dirección con su acción colectiva y gracias al aumento de su cultura y de su información resultante de la revolución. Información sobre todo, completa y
transparente, sobre las debilidades y los recursos, que ponga al mundo al alcance de todos en cada hogar o centro de trabajo, pluralismo político y organizativo pues los trabajadores no son homogéneos ni hay una supuesta Vanguardia eterna autonombrada y por eso pueden
haber diversas tendencias y partidos. También es indispensable el desarrollo del pensamiento crítico y del control sobre el aparato del Estado y la separación entre éste y el partido (que tiene otras perspectivas y fines). Esas son algunas de las precondiciones del combate contra las bases “funcionales” (la escasez, el aislamiento, etc) de la burocratización. Pero también están las bases subjetivas pues la burocratización de las
revoluciones rusa y china o de las revoluciones coloniales y el surgimiento en ellas de castas o grupos imitadores de la burguesía mundial se debió en muy gran medida a la visión de sí mismos como Salvadores de sus pueblos y Representantes Históricos de los Oprimidos que compartían tanto los guerilleros no stalinistas africanos o latinoamericanos
como los partidos comunistas, incluso en su fase revolucionaria, leninista, en Rusia. Y, por supuesto, a su idea peregrina, ya presente en el Manifiesto Comunista aunque después modificada por Marx, de que el poder no es una relación social ni está en todo lo social sino que es una cosa que se “toma”, un aparato que puede hacer funcionar, tal cual, pero en servicio “del pueblo” el que del mismo se apodera. En una palabra: bastaría poner “arriba los de abajo”, como decían erróneamente en su propaganda electoral los trotskistas mexicanos.

4. 4) ¿ES POSIBLECAMBIAR EL MUNDO SIN TOMAR EL PODER”?
16. “Cambiar el mundo” no quiere decir nada: la demografía o los desastres ecológicos lo cambian continuamente. En realidad, lo que los teóricos del zapatismo15 (o, mejor dicho, los que el zapatismo acepta tácitamente como tales) quieren en realidad abordar es el hecho
de que el poder está en todas las relaciones e incluso en la visión alienada de las cosas y, por lo tanto, la simple “toma” del “poder” (del aparato de Estado, del gobierno) reproduce el poder si no se lo intenta desplazar, simultáneamente, de la cultura y de las relaciones
sociales. Ellos, sin embargo, rechazan la construcción de relaciones de poder dual o doble poder porque, sostienen, es poder, reproduce el poder. De modo que cierran el camino al aprendizaje de la independencia y a la construcción gradual de elementos de contrapoder a partir de los cuales empezar a cambiar, si no “el mundo”, al menos algunas partes de él.
Para estos teóricos del todo o nada, muy influenciados por el neonarquismo y temerosos del poder implícito en todo partido u organización, el eje de la acción pasa por la renovación ética de la Humanidad que, en las actuales condiciones de miseria material y cultural y de opresión, es imposible sin radicales transformaciones políticas y sociales. En su moralismo no ven que el egoísmo va unido al altruísmo y puede ser motor de los cambios.16

5. 5)¿LOS ALIENADOS PUEDEN LUCHAR A PESAR DE ESO CONTRA LA ALIENACIÓN Y EL FETICHISMO?
17. Por supuesto, todos “somos hijos de nuestro tiempo” y sufrimos los efectos, en mayor o menor grado, de la alienación, del fetichismo. Pero no somos sólo objeto de los mismos: también somos sujetos en construcción y deconstrucción permanente. No podría haber habido
18. cambio alguno si no hubiesen existido y si no existiesen quienes, remando contracorriente, lo hayan promovido y lo promuevan. No somos meros receptores de las ideas dominantes: el pensamiento crítico las cuestiona y erosiona, sin poder eliminarlas por completo. Subsiste así lo viejo en lo nuevo y en la revolución hay peligros de involución y
degeneración. “Lo que no se reconquista todos los días no puede afirmarse”. La lucha contra la dominación, contra los valores de las clases dominantes, va mucho más allá, en el tiempo, de la derrota de éstas.

6. 6) ¿LA REVOLUCIÓN “SOCIALISTA” EN RUSIA Y CHINA O EN LOS PAÍSES COLONIALES FUE, EN REALIDAD, EL MODO LOCAL DE UNIFICAR ESOS PAÍSES Y DE MODERNIZARLOS E INTEGRARLOS
EN EL SISTEMA CAPITALISTA?
19. Dada la imposibilidad del socialismo en un solo país, por grande que sea éste, los Estados no capitalistas siempre estuvieron en el mercado mundial capitalista, donde competían con los países industrializados. Precisamente la imposibilidad técnica de mantener tal competencia sin democracia ni consenso provocó el derrumbe- sin disparar un tiro- de la burocracia soviética y de sus sirvientes-clientes en Europa Oriental y provoca las grandes y peligrosas transformaciones actuales en China o Vietnam. Pero en Rusia hubo una revolución, que fue libertaria hasta 1924, cuando desaparecieron el pluralismo político, la democracia dentro del partido, los soviets, la independencia de las organizaciones de los
trabajadores. En ese período las masas participaron en ella, fueron protagonistas, con gran creatividad y heroismo. En China, en cambio no hubo revolución sino una guerra civil. Simplemente el aparato militar, que al mismo tiempo era el Partido Comunista stalinista17, ocupó el poder estatal conduciendo un vasto movimiento de liberación nacional sin que
hubieran movimientos independientes obreros ni tampoco campesinos. En los otros países “socialistas” (con la excepción de Yugoslavia, que tuvo una real revolución a la vez nacional y social pero dirigida por el partido más fiel al stalinismo a escala mundial: recuérdese el papel de Tito en el Cominform) no hubo revolución (ni por consiguiente emancipación) ya que el poder capitalista fue primeramente mantenido por Stalin hasta que
vino la guerra fría y después destruido en forma burocrático-militar con la ayuda del ejército soviético y prácticamente sin participación o preparación alguna de las masas. Los valores de los gobernantes eran capitalistas y esos países de modernizaron en una relación con el mercado capitalista mediada por el control burocrático soviético.18

7. 7-¿CÓMO COMBINAR LA LUCHA POR LA LIBERACIÓN NACIONAL CON LA LUCHA POR LA IGUALDAD, CONTRA LOS PRIVILEGIOS DENTRO DE LA REVOLUCIÓN Y POR LA CREACIÓN DE UN ESTADO DE TRANSICIÓN NO BUROCRÁTICO EN LA VÍA HACIA LA ABOLICIÓN DE LAS RELACIONES
ESTATALES MISMAS?
20. En general, la izquierda mundial está muy atrasada en la discusión sobre la democracia, lo cual da espacio y alas a la prédica de liberales como J. Rawls. Sin embargo, ¿cómo crear las bases para la emancipación eludiendo este problema crucial?,¿ y cómo hacerlo si la izquierda milita por la defensa de las identidades de los pueblos oprimidos sin, al mismo tiempo, luchar por una identidad común superior que, precisamente, al anular la identidad específica del obrero (su localismo, su pragmatismo, su chauvinismo, su economicismo) o la del indígena campesino (su nacionalismo, el funcionamiento antidemocrático de sus comunidades, su posición frente a la mujer, su conservadurismo) supere esas identidades impuestas por la Historia y por el capitalismo y construya sobre la
base de ellas e incluso de su defensa una identidad superior, colectiva, internacionalista, universalista, humanista., la unidad en el respeto de las diversidades?.

21. También está atrasada en la discusión de la cuestión del poder, sobre todo porque buena parte de la izquierda, socialdemócrata, stalinista o revolucionaria, ha sido y es estatalista y cree en la posibilidad de acabar con la dominación (y, por lo tanto, de crear las condiciones para la emancipación) utilizando meramente el aparato estatal que, por supuesto, tendría prioridad sobre la formación crítica antiestatalista de los ciudadanos.

22. Se habla de autogestión, pero atribuyéndole un contenido que la anula: en la autogestión argelina, posterior a la Liberación, por ejemplo, los trabajadores tenían sólo algunos derechos, sobre todo en el nombramiento de los directores y en el control del proceso de
trabajo pero, en primer lugar, dependían del verticalismo decisionista del partido, que establecía qué debían hacer y cómo y, en segundo lugar, eran islas en un mundo donde imperaban las relaciones tradicionales, desde la disciplina tribal hasta la disciplina capitalista. En Yugoslavia la autogestión19 se ejercía en el marco de un partido único y
sobre la base nacional de las respectivas Repúblicas, con su burocracia, y no incluía la discusión de la política económica o de la política internacional: era una autogestión trunca,mutilada.

23. Los movimientos sociales en Argentina también hablan, por ejemplo, de autogestión, pero en el marco de programas limitados- que en demuestran sobre todo capacidad de autoorganización- pero que están determinados, en sus insumos y en su mercado, por el entorno capitalista. Lo mismo hacen las comunidades indígenas mexicanas, que sin
embargo venden su café (la mayor parte de sus ingresos) o su mano de obra sin poder planificar su producción a nivel regional y satisfacer sus necesidades (de cultura, sanidad, vialidad, etc). La misma confusión se plantea, en el caso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, con el término autodeterminación. El reclamo de ésta en
los Acuerdos de San Andrés sólo para las comunidades indígenas (y no también para éstas, pero en el marco de la autonomía generalizada para todos) hace correr el peligro de considerar a dichas comunidades ghettos, encerrados en el atraso y la miseria y, además, preñados de exclusión. Porque si una comunidad es pluriétnica y pluricultural ¿el tojolobal
será autónomo frente al tzotzil, éste frente al chol. y todos frente a los mestizos, se excluirán mutuamente de las asambleas donde se adoptan las decisiones en lenguas que no son las suyas? ¿Y qué autonomía podrán tener essos ghettos si dependen, por ejemplo, de una región o de una cuenca, desde el punto de vista ecológico, de los recursos, del
comercio? Ahora bien: o la autodeterminación, elemento fundamental de la democracia, es para cada municipio (y, por consiguiente, para las diferentes comunidades pluri o monoétnicas que lo constituyen) o no habrá autodeterminación.

24. Autogestión y autodeterminación son las bases de la democracia y de la creación de un Estado de transición que organice la sociedad y planifique los recursos, al mismo tiempo que cree poder, desde abajo, en el ejercicio cotidiano y no burocrático del poder. Los zapatistas tienen el mérito de hablar de ambas, pero confusamente y en realidad tienen
dos ejes en su argumentación política: uno es la vieja consigna de todas las comunidades campesinas del mundo: “mandar obedeciendo”. Es decir, la democracia directa local comunitaria (que puede tener las clásicas deformaciones: poder de los más viejos, exclusión del poder de las mujeres, etc). Otra, más particular, es que se rehúsan a “tomar el poder” e incluso a luchas por el mismo, prefiriendo, al estilo de Jesús de Nazareth, el largo proceso de construcción de relaciones no enajenadas entre las personas, independientemente de la opresión del poder existente. Pero eso equivale a no comprender que todos, incluso los que
luchan contra el fetichismo del cual habla Marx, estamos inmersos en el mismo, somos sus víctimas y que no existe un grupo puro que pueda mostrar una vía no enajenada. El pensamiento de Foucault sobre el poder, cuya esencia comparten, es paralizante,individualista. El poder sobre las personas se reduce luchando contra el poder estatal capitalista y todas sus derivaciones culturales y económicas aunque en esa lucha se
reconstruyan elementos de lo que se desea destruir. Porque la revolución no es un acontecimiento sino un largo proceso que se agudiza después de la destrucción del capitalismo y que tiene como principal característica cambiar profundamente a quienes la hacen. La simple resistencia, en cambio, defiende y reproduce el pasado, pero no lo utiliza como ariete para cambiar el presente y construir el futuro.

25. El EZLN, en la práctica, muestra esas limitaciones: no discute ni llama a discutir la
experiencia mundial como, por ejemplo, la lucha contra la guerra, la experiencia de los
indígenas ecuatorianos y bolivianos, la relación entre la acción en las instituciones y las
movilizaciones para presentar otro proyecto de país. La desafortunada y larguísima
correspondencia del subcomandante Marcos no puede haber sido discutida ni siquiera por
un grupo pequeño y demuestra un verticalismo político marcado.20 Hay una enorme
movilización campesina en México y el EZLN calla y se mantiene al margen aunque su
base es campesina indígena y es la más afectada por la pólítica del capital. Teme en realidad
la capitalización de las luchas sociales por el centroizquierda, reformista e institucionalista,
pero no disputa la hegemonía con propuestas e iniciativas mejores sino que mantiene el
clásico “apoliticismo” del mundo indígena, o sea su pasividad, su localismo, su falta de
proyecto nacional.
26. El zapatismo, en México, es muy importante desde el punto de vista político y social,
pero no tiene nada que ofrecer, teóricamente, ni allí ni en el resto del mundo ya que,
aunque hace política con sus luchas, rechaza el concepto mismo de la política tal como los
anarquistas y hace así, de hecho, la política del poder del Estado. Por otra parte, rechaza las
experiencias del Movimiento de los Sin Tierra brasileño, del Movimiento al Socialismo
boliviano, del Pachakutik ecuatoriano o de las asambleas populares argentinas pues
considera que reproducen el poder al crear una dualidad de poderes.
8. ALGUNAS CUESTIONES IMPORTANTES:
27. Para la construcción del sujeto revolucionario es indispensable partir de las
modificaciones introducidas por la mundialización (dirigida por el capital financiero
internacional) en la interdependencia de los países en el mercado mundial, en la
modificación del papel del Estado-nación (muy reducido en sus posibilidades), en la
cultura, la visión de sí mismos y las aspiraciones debido a las modificaciones en los medios
de comunicación y al monopolio capitalista de los mismos. Es indispensable igualmente ver
las grandes migraciones y las transformaciones demográficas, las transformaciones en la
composición de las clases por su diferenciación y por el desempleo estructural masivo. Hay
un proceso acelerado de deconstrucción y reconstrucción de las clases, las naciones, el
territorio. Baste pensar al hecho de que la mano de obra inmigrada, en los países
industrializados, representa cerca del 30 por ciento de la PEA y carece de derechos. El
trabajador colectivo, sujeto fundamental del cambio revolucionario, se forma en este
proceso inacabado y cambiante.
28. La política se hace en el territorio y en la relación de clases local. La necesidad del
capital de mantener formalmente los Estados para realizar sus ganancias aprovechando las
diferencias salariales y la transformación del Estado asistencial en Estado de
competencia,21 hace que la política, refugiada en el territorio, encare a un Estado
debilitado, con muy escasos consenso. Mientras tanto, el capital financiero expropia el
campo de lo político y de la política, al adoptar las decisiones fundamentales fuera de las
instituciones de mediación política de los Estados y vaciar la política de contenido,
transformándola en mera discusión sobre el reparto, dentro del sistema, de las migajas del
poder y del presupuesto Por lo tanto todo se torna político y se dirige directamente contra el
Estado22 , como lo muestran las asambleas populares argentinas o lo movimientos
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indígenas sudamericanos. Esos movimientos no desdeñan la legalidad ni las instituciones
pero no se subordinan a ellas. Su problema es su fragmentación y la enorme dificultad que
tienen para plantear otro proyecto de nación, socializar sus luchas, sacar las conclusiones
teóricas de las mismas. Sin embargo, hay que partir de esas movilizaciones para ayudarlas
a trascender y a salir de lo local, construyendo al mismo tiempo, en el territorio, bases de
democracia y ejemplos concretos de autoorganización en la lucha por la autogestión social
generalizada y por la construcción de gérmenes de nuevas relaciones estatales en la lucha
contra las imposiciones del Estado central, al servicio del capital financiero internacional.
29. Otro aspecto fundamental es el de la lucha por la hegemonía cultural, que hoy está en
manos del capital. Sectores importantes de la izquierda social- disubbidienti italianos,
asambleas populares argentinas, por ejemplo- rechazan aspectos fundamentales de la
dominación (el papel del Parlamento, de los partidos, la democracia representativa en
general) pero no disputan al capital en el terreno teórico una alternativa, que aparece
imprecisa. Por ejemplo ¿cuál será el papel del mercado en la fase de transición
postcapitalista? ¿qué tipo de democracia -directa combinada con representativa utilizando
el control cibernético, por ejemplo, u otra? ¿cómo hacerla posible a medio plazo
extendiendo la cultura, la información, la capacidad de romper el aislamiento? ¿cómo
preservar culturas e identidades rompiendo, al mismo tiempo, con el carácter excluyente de
las mismas para lograr nuevas identidades superiores (como en parte hacen lo indios, que
no se ven ya sólo como quechuas o aymaras sino indígenas y pobres)? ¿ cómo defender el
multiculturalismo sin aceptar todos los usos y costumbres que son violatorios de los
derechos humanos, sobre todo de las mujeres y ayudar a defender pero también a
transformar las tradiciones, base de las culturas? En una parte de la izquierda, sobre todo
argentina (José Nun, por ejemplo) se busca redescubrir el nacionalismo como aglutinante de
la unidad nacional, cuando las llamadas “burguesías nacionales” han sufrido golpes
decisivos. Otros hablan de que el nacionalismo ha sido el motor del desarrollo capitalista:
¿cómo separar en el campo teórico el nacionalismo agresivo de Estados Unidos, que le da
consenso de masas a establishment de ese país del nacionalismo antimperialista de los
oprimidos y de los diferentes nacionalismos que marcan a éstos, incluidos los obreros, si
una de las motivaciones más fuertes de las luchas y los cambios es, precisamente, la
respuesta nacionalista al imperialismo?
30. Hay equipos de intelectuales críticos que estudian, por ejemplo, la mundialización y sus
efectos, o los posibles efectos del ALCA pero ¿los hay que junten sus esfuerzos en la
discusión de estos problemas o sobre el fundamentalismo? ¿que estudien la posibilidad de
utilizar los inmensos desarrollos de la tecnología no para hundir al mundo en la barbarie
tecnologizada sino para ayudar a liberarlo de la necesidad? ¿Hay una batalla ideológica a
largo plazo y generalizada contra la hegemonía cultural del capital?
31. Ese, a mi juicio, es el reto inmediato y la realización de Congresos como éste ayudan a
avanzar en ese camino.
México, DF, 23 de febrero del 2003
REVOLUCION, EMANCIPACIÓN…..Guillermo Almería 28 mar 03
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9. BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
Almeyra, Guillermo, “Lo político y la política en la mundialización”, en Redefinir lo
político, UAM-X, 2002, México.
Ibidem, “Autonomía, autodeterminación, autogestión, unidad nacional” en Viento del
Sur nº9, Primavera de 1997, México.
Ibidem, “Autodeterminación y democracia, nacionalismos y mundialización” en
Viento del Sur nº 15, junio de 1999, México.
Ibidem, críticas al zapatismo en La Jornada del 17-1, 4-11, 1º-12, 15-12 del 2002 y 5-1, 2-
2, 9-2 y 16-2 del 2003, todas las cuales quedaron sin respuesta.
Fukuyama, FrancisEl fin de la historia..
Furet, François, Le Passé d’ una illusion-Essai sur l’ idée communiste au XXème siécle,
París, Robert Lafont/Calmann Lévy, 1995.
Gorz, André, Adieu au prolétariat.
Hardt, Michael (y Toni Negri), Empire, Harvard University Press, Cambridge,
EEUU, 2000.
Hirsch, Joachim, El Estado Nacional de Com petencia. Estado, democracia y política en
el capitalismo global, UAM-X, México, 2002.
Holloway, John, Cómo cambiar el mundo sin tomar el poder, Buenos Aires,
Herramienta/Universidad Autónoma de Puebla, 2002. Ver igualmente la crítica de
G.Almeyra “El dificultoso asalto al no cielo” en Memoria, marzo 2003 México.
Lew, Roland, La Révolution sans Emancipation, Actuel Marx, París/Bruselas 1998.
Racovsky, Christian, Los peligros profesionales del poder.
Revelli, Marco, “Crisis del Estado-nación, territorio, nuevas formas de conflicto y de
socialidad” en Viento deol Sur nº 11, invierno 1997, México.
Rifkin, Jeremy, El fin del trabajo
Trotsky, León, La révolution trahie,París, Editions de Minuit, 1969.
10. RESUMEN
Este trabajo intenta recorrer someramente los principales problemas que en mundo actual, a
la vez ponen en el orden del día y dificultan la revolución social y la diferencia que existe
entre la revolución y la emancipación.
Igualmente busca analizar las características de los movimientos sociales, como el
zapatismo mexicano o los de Argentina, que piensan poder evitarse el trauma
revolucionario logrando una transformación gradual de las conciencias que eroda el poder
del capital.
También plantea la necesidad, para el marxismo en América Latina, de discutir algunos
problemas teóricos fundamentales del mundo contemporáneo para escapar de una visión
anquilosada del marxismo.
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  • Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco y

de la Universidad Nacional Autónoma de México, miembro del Servicio Nacional de
Investigadores (nivel II), Doctor en Ciencias Políticas (París VIII) y Maestro en Historia
por la misma Universidad. Autor, entre otros libros, de Etica y rebelión (a 150 años del
Manifiesto Comunista) y Che Guevara, el pensamiento rebelde, (ambos libros de Editorial
La Jornada, México, el último de los cuales con 20 ediciones en Datanews, Roma).
Notas
1 Le Monde Diplomatique
2 Francis Fukuyama, El fin de la Historia
3Ver, por ejemplo, K.Popper
4 François Furet, Le Pasé d’une illusion-Essai sur l’ idée communiste au XXème siècle, París, Robert
Lafont/Calmann Lévy, 1995, 580 páginas (hay traducciones en varias lenguas).
5 Ver la polémica entre los historiadores alemanes sobre El pasado que no pasa.
6 Ver Empire, Toni Negri, Michael Hardt, Harvard University Press, Cambridge, 2000.
7 Ver Cómo cambiar el mundo sin tomar el poder , de John Holloway (2002, Buenos Aires, Herramienta-
Universidad Autónoma de Puebla) y la crítica a dicha obra de quien esto escribe (El dificultoso asalto al no
cielo , revista Memoria, febrero del 2003, México y en la revista web española Rebelión )
8 André Gorz, Adieu au proletáriat.
9 Ver Jeremy Rifkin, El fin del trabajo entre otros.
10 Negri-Hardt, op.cit.
11 Según el aporte de Pierre Bourdieu.
12 Ver Roland Lew , Révolution sans émancipation, Actuel Marx, París-Bruselas 1998 sobre la revolución sin
emancipación en China.
13 A eso se refiere también Christian Rakovsky, fundador del Partido Comunista Rumano y del PC de
Ukrainia, asesinado posteriormente por Stalin, cuando escribió Los peligros profesionales del poder.
14 Conservan toda su validez los escritos de Trotsky contra la burocracia y el stalinismo que teorizaban la
supuesta posibilidad de construir el socialismo en un solo país
15 Ver al respecto el libro de John Holloway, Cambiar el mundo sin tomar el poder,2002, Buenos Aires,
Herramienta-Universidad Autónoma de Puebla que tanto el subcomandante Marcos del EZLN como el primer
número de la revista Rebeldía, del Frente Zapatista de Liberación Nacional, citan como referente.
16 Ver la crítica al libro de Holloway (“El dificultoso asalto al no cielo”) en Guillermo Almeyra en la revista
Memoria de febrero del 2003, México, art. ya citado.
17 Sólo con N. Jruschiov en el poder en la URSS Mao rompió con ésta, pero lo hizo en nombre de la
ortodoxia stalinista con la que rompió posteriormente de modo gradual.
18 Eso explica la facilidad con la que ideolólogos del “marxismo-leninismo” oficial y miembros del Buró
Político del PCUS, como Gorbachiov o Yeltsin, se transformaron de inmediato en vendedor de Pizza Hut, el
primero, y en hombre de la mafia, el segundo y su entorno.
19 Ver al respecto G. Almeyra, “Autonomía, autodeterminación, autogestión, unidad nacional” en Viento del
Sur nº 9, Primavera de 1997 . También “Autodeterminación y democracia, nacionalismos y mundialización”
en Viento del Sur nº15, junio de 1999, México
20 Ver las críticas del autor en La Jornada, “Holloway y algunas cuestiones importantes” (17-1-2002) “El
deber, el silencio y la alternativa”(4-11,2002), “Agenda para Durito” (1º-12-2002), “Balance de una
correspondencia malhadada” (15-12-2002), “Lamento insistir” (5-1-2003), “Lucha campesina y democracia”
(2-2-2003), “Por favor, bajemos a la tierra” (9-2-2003), “Los campesinos y la política” (16-2-2003)
21 Joachim Hirsch, El Estado Nacional de Competencia , Estado, democracia y política en el capitalismo
global, UAM-X, México, 2002.
22 Ver G.Almeyra,” Lo político y la política en la mundialización” en Redefinir lo político, UAM-X, México,
2002.Ver igualmente Marco Revelli, “Crisis del Estado-nación, territorio, nuevas formas de conflicto y de
socialidad” en Viento del Sur nº 11, invierno de 1997, México, pags 56-67.
socialidad” en Viento del Sur nº 11, invierno de 1997, México, pags 56-67.

LOS SUBURBIOS FRANCESES Y EL SUJETO REVOLUCIONARIO

LOS SUBURBIOS FRANCESES Y EL SUJETO REVOLUCIONARIO

Por: Marco Antonio Esteban

Decía Bakunin que las revoluciones las hacen las gentes con el demonio dentro. Se refería a la rabia y el odio al sistema de los que integran los estratos sociales más oprimidos. Desde su debate con Marx sobre el sujeto revolucionario, las posiciones continúan exactamente igual. En el fondo las diferencias entre ellos giraban en torno al nivel óptimo de opresión para el surgimiento de un grupo social que actuase como motor de la transformación del sistema. Para Marx, las capas más bajas de la sociedad el lumpen eran más proclives a la contrarrevolución que a la revolución. Únicamente el proletariado industrial ocupaba una posición viable para la generación de una clase organizada y consciente. Por contra, Bakunin argumentaba que el lumpen y el campesinado constituían los sectores menos expuestos a la influencia de la civilización burguesa y, consecuentemente, los más dotados de los instintos necesarios para la rebelión. Las dos líneas teóricas han seguido reclamando el protagonismo de las revoluciones y rebeliones para sus estratos sociales preferidos. ¿Qué segmentos sociales impulsaron las revoluciones mexicana, soviética, china, cubana y española, la insurrección social de Mayo del 68, las luchas anticoloniales o los levantamientos de las minorías étnicas en Estados Unidos, Sudáfrica o Chiapas? No todos los marxistas o postmarxistas han mantenido la perspectiva de Marx en esta discusión. Autores como Marcuse, Negri o Zizek están más próximos a la línea bakuninista, mientras que otros como Gramsci, Althusser o Meiksins han permanecido fieles a la ortodoxia marxista.

En un reciente artículo de New Left Review, Malcolm Bull señala que existen actualmente dos grandes preguntas en el pensamiento de izquierda. La primera es qué tipo de sociedad queremos, y tiene muchas respuestas, tantas como modelos de utopía se han propuesto. La segunda no tiene por el momento respuesta: ¿quién se va a encargar de hacer realidad esa nueva sociedad? La lucha de clases desatada en los suburbios franceses ha reanimado de nuevo el importante debate sobre el sujeto revolucionario. Nada mejor que el fuego para arrojar luz sobre la estructura social del capitalismo global del siglo XXI. Aparece una interesante paradoja en este caso. Por una parte el sujeto revolucionario de los suburbios franceses se parece al propugnado por Bakunin. El capital ya no es capaz de reformar nada ni de contener problema social alguno. No puede volver, ni aún con la ayuda de la socialdemocracia y de los recursos coloniales, al keynesianismo del tercer cuarto del siglo XX. El mensaje enviado a los suburbios por parte de la plutocracia gala, el imperio norteamericano, Bush y su banda de gángsters con sus cárceles secretas, centros de tortura y campos de concentración es muy claro: nos tiene sin cuidado la Ilustración, la Revolución Francesa y los Derechos Humanos; vuestro destino es la miseria y periódicamente os detendremos, apalearemos y asesinaremos para manteneros a raya y atizar contra vosotros la xenofobia y el rechazo social.

En este escenario, la parte más oprimida y esclavizada de la población hace oír su voz como siempre lo ha hecho en la historia: recurriendo a los medios que tiene a su alcance para expresar su protesta. Como no puede responder a sus opresores con sus mismas armas no puede bombardearles, dispararles o encarcelarles quema coches y rompe lunas. Buena parte de las clases medias y altas y sus sicarios intelectuales, que fieles a su tradición no dudarían ni por un segundo en asesinar a la mayoría del pueblo ante un ataque a su propiedad privada, se rasgan las vestiduras ante el comportamiento violento y aparentemente irracional de la chusma. También algunos análisis de izquierda caen en este discurso políticamente correcto, racista y pedante: como los chavales de los suburbios no se expresan con referencias a Marx y Rousseau, deducen que carecen de racionalidad, objetivo político o pensamiento utópico. Es previsible que muchos intelectuales y académicos radicales piensen así. Su alejamiento del mundo físico y mental de los estratos populares es tan exagerado que necesitarían largos años de práctica para acercarse a la comprensión de la opresión que tiene cualquier chaval del banlieue. ¿Quién tiene mayor conciencia de clase, el afiliado al sindicato tradicional que vota a favor de la constitución europea o el muchacho que se enfrenta a la policía racista en el suburbio? ¿Qué comportamiento es más progresista, quemar coches como protesta o esperar pacífica y eternamente a que las instituciones de la democracia liberal solucionen la situación de pobreza y ostracismo de millones de personas? ¿O es que alguien a estas alturas piensa seriamente que sin ejercer violencia las muchedumbres de las periferias recibirían la más mínima atención por parte de los gobiernos terroristas y de las clases acomodadas fascistas?

Por otra parte los grupos sociales alzados en Paris son básicamente los mismos que hicieron la revolución francesa, en los mismos barrios y calles. Son más parecidos a las clases trabajadoras de finales del XIX que a la turba salvaje descrita por los medios de comunicación de los oligarcas. Con la diferencia de que ahora en París y en otras capitales no sólo la nobleza mira a esas clases trabajadoras con asco, sino la burguesía liberal, ahora plenamente conservadora, la socialdemocracia, hoy totalmente liberal, y hasta las cúpulas con coche oficial y despacho de no pocas organizaciones de izquierda, en la actualidad completamente socialdemócratas. Todos acusan a la plebe que se rebela de carecer de reivindicaciones y organización. Son obviamente incapaces de entender que la lucha del esclavo por liberarse de su esclavitud no requiere justificación adicional alguna. La falta de reivindicaciones estéticamente aceptables para los privilegiados deriva precisamente de la absoluta transparencia y justicia de los motivos para la revuelta.

Hoy en día la clase trabajadora se estructura en tres grandes estratos sociológicos. El primer nivel está integrados por la aristocracia del trabajo: funcionarios del sector público y empleados o autónomos asentados del sector privado. El segundo nivel lo compone la gran masa de precarios, compuesta por empleados y autónomos sin derechos laborales en las esferas pública y privada. Trabajan en condiciones lamentables a cambio de sobras roídas y de un completo desprecio. Luchan por no caer en el tercer nivel, el de los marginados, desempleados, incapacitados e inmigrantes, cuya vida es superflua para el sistema. El único trato que reciben del resto de la sociedad son patadas e insultos. Entre el segundo y el tercer nivel existe una gran rotación y permeabilidad. El primer nivel se encuentra, junto a sus sindicatos y partidos tradicionales, totalmente desconectado de los otros dos. Por eso una propuesta teórica como la multitud de Negri, una especie de proletariado global surgido como contrapartida dialéctica de la creación de un imperio global, está completamente desencaminada. Por mucho que nos empeñemos en buscar la unidad perdida del proletariado, la realidad es que, lejos de reconstituirse en la forma de un nuevo sujeto revolucionario global, en las últimas décadas se ha fracturado todavía más. Para levantar de nuevo la bandera del socialismo desde las simas abisales por las que se ha despeñado, debemos comenzar por analizar la realidad tal como es, no como nos gustaría que fuera.

En mi opinión, es necesaria una síntesis entre las dos posiciones clásicas del debate sobre el sujeto revolucionario, la de Marx y la de Bakunin. Sin la ira, la rabia y la furia de las capas más sojuzgadas, sin su mayor comprensión de la opresión y la naturaleza brutal del orden social, sin su voluntad de destrucción del sistema actuando como motor de la revuelta, no habrá revolución. Tampoco la habrá sin la mayor organización de las demás clases trabajadoras, sus sindicatos, sus partidos y su capacidad de tomar el control de los principales centros de poder del sistema. Ambos sujetos revolucionarios son necesarios y deberían aprender a respetarse más.

Karl Marx

Karl Marx
Por: José Martí

Ved esta gran sala. Karl Marx ha muerto. Como se puso del lado de los débiles, merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño, y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres. Indigna el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros. Mas se ha de hallar salida a la indignación, de modo que la bestia cese, sin que se desborde, y espante. Ved esta sala: la preside, rodeado de hojas verdes, el retrato de aquel reformador ardiente, reunidor de hombres de diversos pueblos, y organizador incansable y pujante. La Internacional fue su obra: vienen a honrarlo hombres de todas las naciones. La multitud, que es de bravos braceros, cuya vista enternece y conforta, enseña más músculos que alhajas, y más caras honradas que paños sedosos. El trabajo embellece. Remoza ver a un labriego, a un herrador, o a un marinero. De manejar las fuerzas de la naturaleza, les viene ser hermosos como ellas.

New York va siendo a modo de vorágine: cuanto en el mundo hierve, en ella cae. Acá sonríe al que huye; allá, le hacen huir. De esta bondad le ha venido a este pueblo esta fuerza. Karl Marx estudió los modos de asentar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa, y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestión natural y laboriosa. Aquí están buenos amigos de Karl Marx, que no fue sólo movedor titánico de las cóleras de los trabajadores europeos, sino veedor profundo en la razón de las miserias humanas, y en los destinos de los hombres, y hombre comido del ansia de hacer bien. El veía en todo lo que en sí propio llevaba: rebeldía, camino a lo alto, lucha.

Aquí está un Lecovitch, hombre de diarios: vedlo cómo habla: llegan a él reflejos de aquel tierno y radioso Bakunin: comienza a hablar en inglés; se vuelve a otros en alemán: “¡da! ¡da!” responden entusiasmados desde sus asientos sus compatriotas cuando les habla en ruso. Son los rusos el látigo de la reforma: mas no, ¡no son aún estos hombres impacientes y generosos, manchados de ira, los que han de poner cimiento al mundo nuevo: ellos son la espuela, y vienen a punto, como la voz de la conciencia, que pudiera dormirse: pero el acero del acicate no sirve bien para martillo fundador.

Aquí está Swinton, anciano a quien las injusticias enardecen, y vio en Karl Marx tamaños de monte y luz de Sócrates. Aquí está el alemán John Most, voceador insistente y poco amable, y encendedor de hogueras, que no lleva en la mano diestra el bálsamo con que ha de curar las heridas que abra su mano siniestra. Tanta gente ha ido a oírles hablar que rebosa en el salón, y da en la calle. Sociedades corales, cantan. Entre tanto hombre, hay muchas mujeres. Repiten en coro con aplauso frases de Karl Marx, que cuelgan en cartelones por los muros. Millot, un francés, dice una cosa bella: “la libertad ha caído en Francia muchas veces: pero se ha levantado más hermosa de cada caída”. John Most habla palabras fanáticas: “Desde que leí en una prisión sajona los libros de Marx, he tomado la espada contra los vampiros humanos”. Dice un Magure: “Recocija ver juntos, ya sin odios, a tantos hombres de todos los pueblos. Todos los trabajadores de la tierra pertenecen ya a una sola nación, y no se querellan entre sí, sino todos juntos contra los que los oprimen. Recocija haber visto, cerca de lo que fue en París Bastilla ominosa, seis mil trabajadores reunidos de Francia y de Inglaterra. “ Habla un bohemio. Leen carta de Henry George, famoso economista nuevo, amigo de los que padecen, amado por el pueblo, y aquí y en Inglaterra famoso. Y entre salvas de aplausos tonantes, y frenéticos hurras, pónese en pie, en unánime movimiento, la ardiente asamblea, en tanto que leen desde la plataforma en alemán y en inglés dos hombres de frente ancha y mirada de hoja de Toledo, las resoluciones con que la junta magna acaba, en que Karl Marx es llamado el héroe más noble y el pensador más poderoso del mundo del trabajo. Suenan músicas; resuenan coros, pero se nota que no son los de la paz.

La geopolítica norteamericana y la política de la administración Obama hacia Latinoamérica

La geopolítica norteamericana y la política de la administración Obama hacia Latinoamérica

Dr. Jorge Casals Llano *

Adital –
[Ponencia presentada en el III Taller de la Revolución Cubana 1959-2010, de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba – Ciudad de La Habana el 13 de abril de 2010]. Primero que todo, una brevísima referencia a la geopolítica categoría poco empleada por la academia cubana y a la necesidad de incorporarla al análisis que pretendemos realizar. Y la utilizaremos no en su versión primigenia, la de Kjellén en su “El estado como organismo”, sino en la fascista del “espacio vital”, concebido como el de todo territorio que un país dice necesitar. Y si de espacio que se dice necesitar se trata, al referirnos a los Estados Unidos, basta sólo analizar la expansión de las “trece colonias” hasta la superficie actual, y hasta llamar la atención respecto al “apellido” América que le fuera impuesto a la nación en su nacimiento.
Luego de la anterior aclaración, les propongo un salto hasta el siglo XX. El capitalismo, amenazado por la “superproducción”, abandonó luego de la crisis del 29 el liberalismo económico para convertirse en regulado (keynesianismo) y pasó después, luego del fracaso del keynesianismo (con la estangflación), al neoliberalismo.
El paso al neoliberalismo fue de necesaria adaptación ya que, paradójicamente, el aumento de la capacidad productiva no dejaba otra opción al capitalismo, atendiendo a su “racionalidad”, que reducir por “insuficientemente lucrativa” su participación en la actividad productiva y, bajo el influjo del gran capital concentrado cada vez más en las empresas transnacionales, acuciado por su afán de lucro, desarrolló la “revolución conservadora” de Reagan y trasladó sus “excesos” a la “industria” de las finanzas y la especulación, devenida mucho más lucrativa por los artilugios monetaristas: desregulación, emisiones incontroladas de títulos de valor, fondos derivados (hedge founds), concesiones de préstamos sin respaldo (hipotecas subprime), fluctuaciones de los tipos de cambio de las monedas, manipulaciones de las tasas de interés, de los créditos y de las cotizaciones en las bolsas, haciendo que la especulación, la “economía de casino”, la “financiarización de la economía” se convirtiera en la vía fundamental de obtención de ganancias aunque éstas fueran sólo ficciones contables.
Es así como el capitalismo (productivo) se convirtió en neocapitalismo (especulativo) en el que los papeles y activos distan enormemente (sin que nadie pueda calcular cuánto) de lo que “el mercado” dice que valen. Lo anterior agudizó hasta niveles insospechados en la época de Marx la contradicción fundamental del capitalismo entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación, concentrada ésta, cada vez más y a escala cada vez más global, en los grandes especuladores.
El capitalismo especulativo o si se prefiere, el “reaganomic” y su zaga funcionó inicialmente y de manera espectacular para beneficio de los EEUU que, convencidos de la existencia de un nuevo “siglo de oro”, llegaron a desentenderse, incluso, de los cada vez mayores déficits comerciales del país hasta afirmar: “los déficits no importan” (R. Reagan, R. Cheney), bajo el supuesto de que el resto del mundo seguiría financiando indefinidamente a la dilapidadora economía norteamericana.
Todo lo anterior hace evidente que la crisis del neoliberalismo a pesar de ser global es, primero que todo, la crisis del paradigma estadounidense y del “pensamiento único” globalizado por el “Consenso de Washington”. Ya desde aquí se hace singularmente manifiesta la crisis de ideas respecto a la evolución del capitalismo y sus limitaciones, que hace imposible la comprensión de fenómenos tales como la unicidad y a la vez multiplicidad de la(s) crisis como lo que es(son), fruto legítimo de las leyes del modelo y del propio sistema capitalista.
Al realizar el análisis desde esta óptica, se comprenden en toda su complejidad y consecuencias la(s) crisis actual(es); al propio tiempo que la incapacidad de la teoría económica “oficial” para explicarlas, lo que se desprende del análisis de los planes de rescate y megarrescate (todos) que muestran que la economía “oficial” no ha extraído de la historia del capitalismo sus lecciones o, lo que es peor, que reglas no escritas hacen imposible su interpretación. La situación actual de los que fueran denominados peyorativamente PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España) europeos son prueba suficiente de lo anterior.
Llegamos así a la actual administración Obama, representante de una parte de la élite del poder estadounidense que considera imprescindible hacer cambios tácticos, no estratégicos a lo interno y de política exterior de los EEUU para poder extender en el tiempo la hegemonía -dominación de ese país en el mundo. Precisamente lo anterior explica la asunción a la presidencia de este país de un hombre que, en sus discursos de campaña política afirmaba que: “no podemos tener cuatro años más de su (de Bush, j.c.)… filosofía vieja y cansada, que nos llevó a este embrollo” y que, entre sus máximas prioridades de gobierno incluya recortes impositivos “para el 95% de los trabajadores americanos” (sic.), cuyos “ingresos son menores de 250,000 dólares anuales” (sic.), sin ninguna mención a cómo y quién o quienes financiaran todo ello.
Repite Obama así la filosofía “que nos llevó a este embrollo” bajo el supuesto de que “los déficits no importan”, aunque ahora seguramente bajo un fundamento teórico nunca demostrado por la práctica económica la Curva de Laffer para presupuestos con déficits billonarios (trillonarios si usamos la terminología anglosajona) previstos hasta el 2020. El “embrollo”, también desde el punto de vista teórico y conceptual, se hace aun mayor cuando un Nobel de economía, Paul Krugman, plantea repetidamente que “es el momento de la política fiscal”, y que “hay que concentrarse en resolver la crisis, no en el déficit presupuestario” (sic., sic.).
De manera que llegamos al agotamiento del modelo neoliberal -y del paradigma estadounidense -sin que exista un modelo alternativo capaz de imponerse. Y si, como dice Fidel: “… el sistema actual es insostenible, porque se sustenta sobre leyes ciegas, caóticas, ruinosas y destructivas de la sociedad y la naturaleza” (1999); al propio tiempo, la crisis: “… consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados” como nos señala Gramsci. Se instaura así una crisis del modelo de hegemonía – dominación en el que “lo viejo” busca mantenerse con las políticas de “libre comercio” e instituciones como el FMI, el Banco Mundial y la OMC a escala global y sus “replicas” a escala continental, la OEA, el BID, las bases militares y, al interior de los países, la ideología del consumismo.
Mientras tanto, “lo nuevo”, que tiene a su favor es un decir la crisis de la financiarización y, por ello mismo, la inestabilidad global, debe luchar para imponerse contra las estructuras creadas por la “economía de casino” y el “libre comercio” al propio tiempo que contra la ideología del capitalismo impuesto por el “american way of life” y el “american dream” aun consolidada.
¿Y en América Latina?
A pesar de que más de uno de mis colegas considera que América Latina no constituye en la actualidad una prioridad para la nación del norte obviando, según mi modesta opinión, al menos dos aspectos esenciales. El primero es que aun cuando sea para la poderosa nación del norte la prioridad vigésima sus acciones tienen para el subcontinente la prioridad primera; el segundo, que en la misma medida que el imperio se debilita aumenta su importancia estratégica para los EEUU, que sigue considerando a la región su “traspatio trasero”, desafortunadamente para ella, “tan lejos de dios y tan cerca de los EEUU”. Y precisamente porque no son pocos los que consideran que América Latina no es prioridad hoy para EEUU es que se hace necesario el estudio de esta relación tanto en su devenir histórico como en los eventos más o menos recientes para poder discernir entre el discurso y el decurso de los acontecimientos, esto último si, nadie lo discute, de excepcional importancia para el subcontinente latinoamericano.
Y si desde antes de la agudización de la crisis sistémica ocurrida a partir de la que se denominó inicialmente crisis de las hipotecas subprime había ocurrido una expansión de gobiernos progresistas, de un muy amplio diapasón, en el subcontinente- Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina, Uruguay, Honduras, Paraguay el conservadurismo recuperó su capacidad de respuesta y, luego del golpe de estado de Venezuela de abril de 2002, pasó a la contraofensiva utilizando su inmenso poder económico y mediático para recuperar su poder en la región, el más claro ejemplo, aunque no el único, fue el cruento derrocamiento, ya durante la administración Obama, del gobierno legítimo de Manuel Zelaya en Honduras. Ninguna duda cabe, la crisis del modelo de hegemonía dominación de los EEUU en el continente perdurará largo tiempo en el subcontinente y la lucha entre “lo viejo” el liberalismo y el neoliberalismo y “lo nuevo” los gobiernos post-neoliberales se manifestará de las más diversas formas.
¿Y Cuba?
Si asumimos como valedera la afirmación de que América Latina es prioritaria para los debilitados EEUU (aún en el vigésimo lugar), debemos concluir que también lo es Cuba (aun cuando sea en el trigésimo), lo que es cierto desde los tiempos de la “doctrina Monroe” y “la fruta madura”, aunque solo sea porque la administración Obama no podrá cambiar la imagen de los EEUU frente al progresismo en la región mientras exista el ejemplo de Cuba. De manera que, a manera de conclusión, podríamos afirmar que la actual administración norteamericana es continuidad de sus antecesoras (desde el punto de vista estratégico, considerando lo que considera parte de su “espacio vital”) con cambios tácticos de prioridades y estilo.
Se trata de que los EEUU no pueden mantener en las actuales condiciones la política de “cow boy” de W. Bush; para la actual coyuntura cuentan con la imagen de Obama y el “smart power”. No tengo dudas de que parte de la misma es la actual campaña mediática contra nuestro país, las becas concedidas a estudiantes cubanos, la autorización sin restricciones de remesas, de los viajes a los nacidos en Cuba residentes en los EEUU y hasta “las tonterías” que de vez en vez dice Obama respecto a nuestro país. Sepamos pues “discernir entre el discurso y el decurso de los acontecimientos”
Muchas Gracias

  • Profesor Titular ISRI

Para una guerrilla semiológica

Para una guerrilla semiológica
Por: Umberto Eco
Fecha de publicación: 15/04/10

No hace mucho tiempo que para adueñarse del poder político en un país era suficiente controlar el ejército y la policía. Hoy, sólo en los países subdesarrollados los generales fascistas recurren todavía a los carros blindados para dar un golpe de estado. Basta que un país haya alcanzado un alto nivel de industrialización para que cambie por completo el panorama: el día siguiente a la caída de Kruschev fueron sustituidos los directores de Izvestia, de Pravda y de las cadenas de radio y televisión; ningún movimiento en el ejército. Hoy, un país pertenece a quien controla los medios de comunicación.

Si la lección de la historia no parece lo bastante convincente, podemos recurrir a la ayuda de la ficción que, como enseñaba Aristóteles, es mucho más verosímil que la realidad. Consideremos tres películas norteamericanas de los últimos años: Seven Days in May (Siete días de mayo), Dr.

Strangelove (Teléfono rojo, volamos hacia Moscú) y Fail Safe (Punto límite). Las tres trataban de la posibilidad de un golpe militar contra el gobierno de Estados Unidos, y, en las tres, los militares no intentaban controlar el país mediante la violencia de las armas, sino a través del control del telégrafo, el teléfono, la radio y la televisión.

No estoy diciendo nada nuevo: no sólo los estudiosos de la comunicación, sino también el gran público, advierten ahora que estamos viviendo en la era de la comunicación. Como ha sugerido el profesor McLuhan, la información ha dejado de ser un instrumento para producir bienes económicos, para convertirse en el principal de los bienes. La comunicación se ha transformado en industria pesada. Cuando el poder económico pasa de quienes poseen los medios de producción a quienes tienen los medios de información, que pueden determinar el control de los medios de producción, hasta el problema de la alienación cambia de significado. Frente al espectro de una red de comunicación que se extiende y abarca el universo entero, cada ciudadano de este mundo se convierte en miembro de un nuevo proletariado. Aunque a este proletariado ningún manifiesto revolucionario podría decirle: «¡Proletarios del mundo, uníos!» Puesto que aún cuando los medios de comunicación, en cuanto medios de producción, cambiaran de dueño, la situación de sujeción no variaría. Al limite, es lícito pensar que los medios de comunicación serían medios alienantes aunque pertenecieran a la comunidad.

Lo que hace temible al periódico no es (por lo menos, no es sólo) la fuerza económica y política que lo dirige. El periódico como medio de condicionamiento de la opinión queda ya definido cuando aparecen las primeras gacetas. Cuando alguien tiene que redactar cada día tantas noticias como permita el espacio disponible, de manera que sean accesibles a una audiencia de gustos, clase social y educación diferentes y en todo el territorio nacional, la libertad del que escribe ha terminado: los contenidos del mensaje no dependerán del autor, sino de las determinaciones técnicas y sociológicas del medio.

Todo esto había sido advertido hace tiempo por los críticos más severos de la cultura de masas, que afirmaban: « Los medios de comunicación de masas no son portadores de ideología: son en sí mismos una ideología.» Esta posición, que he definido en uno de mis libros como «apocalíptica», sobreentiende este otro argumento: No importa lo que se diga a través de los canales de comunicación de masas; desde el momento en que el receptor está cercado por una serie de comunicaciones que le llegan simultáneamente desde varios canales, de una manera determinada, la naturaleza de esta información tiene poquísima importancia. Lo que cuenta es el bombardeo gradual y uniforme de la información, en la que los diversos contenidos se nivelan y pierden sus diferencias.

Recordaréis que ésta es también la conocida posición de Marshall McLuhan en Understanding Media. Salvo que, para los llamados «apocalípticos», esta convicción se traducía en una consecuencia trágica: el destinatario del mensaje de los mass-media, desvinculado de los contenidos de la comunicación, recibe sólo una lección ideológica global, un llamado a la pasividad narcótica.

Cuando triunfan los medios de masas, el hombre muere.

Por el contrario, Marshall McLuhan, partiendo de las mismas premisas, llega a la conclusión de que, cuando triunfan los medios de masas muere el hombre gutenbergiano y nace un hombre diferente, habituado a «sentir» el mundo de otra manera. No sabemos si este hombre será mejor o peor, pero sabemos que se trata de un hombre nuevo. Allí donde los apocalípticos veían el fin de la historia, McLuhan observa el comienzo de una nueva fase histórica. Pero es lo mismo que sucede cuando un virtuoso vegetariano discute con un consumidor de LSD: el primero ve en la droga el fin de la razón, el otro el inicio de una nueva sensibilidad. Ambos están de acuerdo en lo que concierne a la composición química de los psicodélicos.

En cambio la cuestión que deben plantearse los estudiosos de la comunicación es ésta: ¿Es idéntica la composición química de todo acto comunicativo? Naturalmente, están los educadores que manifiestan un optimismo más simple, de tipo iluminista: tienen una fe ciega en el poder del contenido del mensaje. Confían en poder operar una transformación de las conciencias transformando las transmisiones televisivas, la cuota de verdad en el anuncio publicitario, la exactitud de la noticia en la columna periodística.

A éstos, o a quienes sostienen que the medium is the message, quisiera recordarles una imagen que hemos visto en tantos cartoons y en tantos comic strips, una imagen un poco obsoleta, vagamente racista, pero que sirve de maravilla para ejemplificar esta situación. Se trata de la imagen del jefe caníbal que se ha colgado del cuello, como pendentif, un reloj despertador.

No creo que todavía existan jefes caníbales que vayan ataviados de tal modo, pero cada uno de nosotros puede trasladar este modelo a otras varias experiencias de la propia vida cotidiana. El mundo de las comunicaciones está lleno de caníbales que transforman un instrumento para medir el tiempo en una joya «op».

Si esto sucede, entonces no es cierto que the medium is the message: puede ser que la invención del reloj, al habituarnos a pensar el tiempo en forma de un espacio dividido en partes uniformes, haya cambiado para algunos hombres el modo de percibir, pero existe indudablemente alguien para quien el «mensaje-reloj» significa otra cosa.

Pero si esto es así, tampoco es cierto que la acción sobre la forma y sobre el contenido del mensaje pueda modificar a quien lo recibe; desde el momento en que quien recibe el mensaje parece tener una libertad residual: la de leerlo de modo diferente.

He dicho «diferente» y no «equivocado». Un breve examen de la mecánica misma de la comunicación nos puede decir algo más preciso sobre este argumento.

La cadena comunicativa presupone una fuente que, mediante un transmisor, emite una señal a través de un canal. Al extremo del canal, la señal se transforma en mensaje para uso del destinatario a través de un receptor. Esta cadena de comunicación normal prevé naturalmente la presencia de un ruido a lo largo del canal, de modo que el mensaje requiere una redundancia para que la información se transmita en forma clara. Pero el otro elemento fundamental de esta cadena es la existencia de un código, común a la fuente y al destinatario. Un código es un sistema de probabilidad prefijado y sólo en base al código podemos determinar si los elementos del mensaje son intencionales (establecidos por la fuente) o consecuencia del ruido. Me parece muy importante distinguir perfectamente los diversos puntos de esta cadena, porque cuando se omiten se producen equívocos que impiden considerar el fenómeno con atención. Por ejemplo, buena parte de las tesis de Marshall McLuhan acerca de la naturaleza de los media derivan del hecho de que él llama «media», en general, a fenómenos que son reducibles a veces al canal, a veces al código y a veces a la forma del mensaje. El alfabeto reduce, según criterios de economía, las posibilidades de los órganos fonadores y de este modo provee de un código para comunicar la experiencia; la calle me provee de un canal a lo largo del cual puedo hacer viajar cualquier comunicación. Decir que el alfabeto y la calle son «media», significa no considerar la diferencia entre un código y un canal.

Decir que la geometría euclidiana y un traje son “media”, significa no diferenciar un código (los elementos de Euclides son un modo de formalizar la experiencia y de hacerla comunicable) de un mensaje (un traje determinado, en base a códigos indumentarios de convenciones aceptadas por la sociedad, comunica una actitud mía respecto a mis semejantes). Decir que la luz es un media significa no advertir que existen, por lo menos, tres acepciones de «luz». La luz puede ser una señal de información (utilizo la electricidad para transmitir impulsos que, según el código morse, significan mensajes particulares); la luz puede ser un mensaje (si mi amante pone una luz en la ventana, significa que su marido está ausente); y la luz puede ser un canal (si tengo la luz encendida en la habitación, puedo leer el mensaje-libro). En cada uno de estos casos el impacto de un fenómeno sobre el cuerpo social varía según el papel que juega en la cadena comunicativa.

Siguiendo con el ejemplo de la luz, en cada uno de estos tres casos el significado del mensaje cambia según el código elegido para interpretarlo. El hecho de que la luz, cuando utilizo el código morse para transmitir señales luminosas, sea una señal y que esta señal sea luz y nada más tiene en el destinatario un impacto mucho menos importante que el hecho de que el destinatario conozca el código morse. Si, por ejemplo, en el segundo de los casos citados, mi amante usa la luz como señal para transmitirme en morse el mensaje «mi marido está en casa» pero yo sigo refiriéndome al código establecido precedentemente, por el que «luz encendida» significa «marido ausente», lo que determina mi comportamiento (con todas las desagradables consecuencias que supone) no es la forma del mensaje ni su contenido según la fuente emisora, sino el código que yo uso. Es la utilización del código lo que confiere a la señal-luz un determinado contenido. El paso de la Galaxia Gutenberg al Nuevo Pueblo de la Comunicación Total no impedirá que se desencadene entre yo, mi amante y su marido el eterno drama de la traición y de los celos.

En este sentido, la cadena comunicativa descrita antes deberá transformarse de esta manera: el receptor transforma la señal en mensaje, pero este mensaje es todavía una forma vacía a la que el destinatario podrá atribuir significados diferentes según el código que aplique.

Si escribo la frase No more, aquel que la interprete a la luz del código lengua inglesa la entenderá en el sentido más obvio; pero les aseguro que, leída por un italiano, la misma frase significaría «nada de moras», o bien «no, prefiero las moras»; pero, si en lugar de un sistema de referencia botánico, mi interlocutor apelase a un sistema de referencia jurídico, entendería «nada de moras (dilaciones)»; y si usase un sistema de referencia erótico, la misma frase sería la res- puesta «no, morenas» a la pregunta «¿Los caballeros las prefieren rubias?».

Naturalmente, en la comunicación. normal, entre persona y persona, relativa a la vida cotidiana, estos equívocos son mínimos: los códigos se establecen de antemano. Pero hay también casos extremos como, en primer lugar, la comunicación estética, donde el mensaje es intencionalmente ambiguo con el fin preciso de estimular la utilización de códigos diferentes por parte de aquellos que estarán en contacto con la obra de arte, en lugares y en momentos diferentes.

Si en la comunicación cotidiana la ambigüedad está excluida y en la estética es por el contrario deseada, en la comunicación de masas la ambigüedad, aunque ignorada, está siempre presente. Hay comunicación de masas cuando la fuente es única, centralizada, estructurada según los modos de la organización industrial; el canal es un expediente tecnológico que ejerce una influencia sobre la forma misma de la señal; y los destinatarios son la totalidad (o bien un grandísimo número) de los seres humanos en diferentes partes del globo. Los estudiosos norteamericanos se han dado cuenta de lo que significa una película de amor en tecnicolor, pensada para las señoras de los suburbios y proyectada, después, en un pueblo del Tercer Mundo. Pero en países como Italia, donde el mensaje tele- visivo es elaborado por una fuente industrial centralizada y llega simultáneamente a una ciudad industrial del norte y a una perdida aldea agrícola del sur, en dos circunstancias sociológicas separadas por siglos de historia, este fenómeno se registra día a día.

Pero basta incluso con la reflexión paradójica para convencerse de este hecho: cuando la revista Eros publicó, en Estados Unidos, la famosa fotografía de una mujer blanca y un hombre de color, desnudos, besándose, imagino que, si las mismas imágenes hubieran sido transmitidas por una red televisiva de gran difusión, el significado atribuido al mensaje por el gobernador de Alabama y por Allen Ginsberg habría sido diferente. Para un hippie californiano, para un radical del Village, la imagen habría significado la pro- mesa de una nueva comunidad. Para un seguidor del Ku Klux Man el mensaje habría significado una tremenda amenaza de violencia carnal.

El universo de la comunicación de masas está lleno de estas interpretaciones discordantes; diría que la variabilidad de las interpretaciones es la ley constante de las comunicaciones de masas. Los mensajes parten de la fuente y llegan a situaciones sociológicas diferenciadas, donde actúan códigos diferentes. Para un empleado de banco de Milán la publicidad televisiva de un frigorífico representa un estímulo a la adquisición, pero para un campesino en paro de Calabria la misma imagen significa la denuncia de un universo de bienestar que no le pertenece y que deberá conquistar. Es por esto que creo que en los países pobres incluso la publicidad televisiva puede funcionar como mensaje revolucionario.

El problema de la comunicación de masas es que hasta ahora esta variabilidad de las interpretaciones ha sido casual. Nadie regula el modo en que el destinatario usa el mensaje, salvo en raras ocasiones. En este sentido, aunque hayamos desplazado el problema, aunque hayamos afirmado que «el medio no es el mensaje», sino que «el mensaje depende del código», no hemos resuelto el problema de la era de las comunicaciones. Si el apocalíptico dice: «El medio no transmite ideologías, es la ideología misma; la televisión es la forma de comunicación que asume la ideología industrial avanzada», nosotros sólo podremos responder: «El medio transmite las ideologías a las que el destinatario puede recurrir en forma de códigos que nacen de la situación social en la que vive, de la educación recibida, de las disposiciones psicológicas del momento.» En tal caso, el fenómeno de las comunicaciones de masas seria inmutable: existe un instrumento extremadamente poderoso que ninguno de nosotros llegará jamás a regular; existen medios de comunicación que, a diferencia de los medios de producción, no son controlables ni por la voluntad privada ni por la de la colectividad. Frente a ellos, todos nosotros, desde’ el director de la CBS y el presidente de Estados Unidos, pasando por Martin Heidegger, hasta el campesino más humilde del delta del Nilo, somos el proletariado.

Sin embargo, creo que el defecto de este plantea- miento consiste en el hecho de que todos nosotros estamos tratando de ganar esta batalla (la batalla del hombre en el universo tecnológico de la comunicación) recurriendo a la estrategia.

Habitualmente, los políticos, los educadores, los científicos de la comunicación creen que para controlar el poder de los mass-media es preciso controlar dos momentos de la cadena de la comunicación: la fuente y el canal. De esta forma se cree poder controlar el mensaje; por el contrario, así sólo se controla el mensaje como forma vacía que, en su destinación, cada cual llenará con los significados que le sean sugeridos por la propia situación antropológica, por su propio modelo cultural. La solución estratégica puede resumirse en la frase: «Hay que ocupar el sillón del presidente de la RAI», o bien: «Hay que apoderarse del sillón del ministro de Información», o: «Es preciso ocupar el sillón del director del Corriere.» No niego que este planteamiento estratégico pueda dar excelentes resultados a quien se proponga el éxito político y económico, pero me temo que ofrezca resultados muy magros a quien espere devolver a los seres humanos una cierta libertad frente al fenómeno total de la comunicación.

Por esta razón, habrá que aplicar en el futuro a la estrategia una solución de guerrilla. Es preciso ocupar, en cualquier lugar del mundo, la primera silla ante cada aparato de televisión (y, naturalmente, la silla del líder de grupo ante cada pantalla cinematográfica, cada transistor, cada página de periódico). Si se prefiere una formulación menos paradójica, diré: La batalla por la supervivencia del hombre como ser responsable en la Era de la Comunicación no se gana en el lugar de donde parte la comunicación sino en el lugar a donde llega. Si he hablado de guerrilla es porque nos espera un destino paradójico y difícil, a nosotros, estudiosos y técnicos de la comunicación: precisamente en el momento en que los sistemas de comunicación prevén una sola fuente industrializada y un solo mensaje, que llegaría a una audiencia dispersa por todo el mundo, nosotros deberemos ser capaces de imaginar unos sistemas de comunicación complementarios que nos permitan llegar a cada grupo humano en particular, a cada miembro en particular, de la audiencia universal, para discutir el mensaje en su punto de llegada, a la luz de los códigos de llegada, confrontándolos con los códigos de partida.

Un partido político, capaz de alcanzar de manera capilar a todos los grupos que ven televisión y de llevarlos a discutir los mensajes que reciben, puede cambiar el significado que la fuente había atribuido a ese mensaje. Una organización educativa que lograse que una audiencia determinada discutiera sobre el mensaje que recibe, podría volver del revés el significado de tal mensaje. 0 bien, demostrar que ese mensaje puede ser interpretado de diferentes modos.

Cuidado: no estoy proponiendo aquí una nueva forma de control de la opinión pública, todavía más terrible. Estoy proponiendo una acción para incitar a la audiencia a que controle el mensaje y sus múltiples posibilidades de interpretación.

La idea de que un día habrá que pedir a los estudiosos y educadores que abandonen los estudios de televisión o las redacciones de los periódicos para librar una guerrilla puerta a puerta, como provos de la recepción crítica puede asustar y parecer pura utopía. Pero si la Era de las Comunicaciones avanza en la dirección que hoy nos parece más probable, ésta será la única salvación para los hombres libres. Hay que estudiar cuales pueden ser las formas de esta guerrilla cultural.

Probablemente, en la interrelación de los diversos medios de comunicación, podrá emplearse un medio para comunicar una serie de juicios sobre otro medio. Esto es lo que en cierta medida hace, por ejemplo, un periódico cuando critica una transmisión de televisión. Pero, ¿quién nos asegura que el artículo del periódico será leído del modo que deseamos? ¿Nos veremos obligados a recurrir a otro medio para enseñar a leer el periódico de manera consciente?.

Ciertos fenómenos de «contestación de masa» (hippies o beatniks, new bohemia o movimientos estudiantiles) nos parecen hoy respuestas negativas a la sociedad industrial: se rechaza la sociedad de la Comunicación Tecnológica para buscar formas alternativas de vida asociativa. Naturalmente, estas formas se realizan usando medios de la sociedad tecnológica (televisión, prensa, discos…).

Así no se sale del círculo, sino que se vuelve a entrar en él sin quererlo. Las revoluciones se resuelven a menudo en formas pintorescas de integración.

Podría suceder que estas formas no industriales de comunicación (de los love-in a los mitines estudiantiles, con sentadas en el campus universitario) pudieran llegar a ser las formas de una futura guerrilla de las comunicaciones. Una manifestación complementaria de las manifestaciones de la comunicación tecnológica, la corrección continua de las perspectivas, la verificación de los códigos, la interpretación siempre renovada de los mensajes de masas. El universo de la comunicación tecnológica sería entonces atravesado por grupos de guerrilleros de la comunicación, que reintroducirían una dimensión crítica en la recepción pasiva. La amenaza para quienes the medium is the message podría entonces llegar a ser, frente al medio y al mensaje, el retorno a la responsabilidad individual. Frente a la divinidad anónima de la Comunicación Tecnológica, nuestra respuesta bien podría ser: «Hágase nuestra voluntad, no la Tuya.»

Artículo publicado en Aporrea.org en 2002, reproducido en el libro de Eco, titulado La estrategia de la ilusión, Lumen/de la Flor, 1987