Costa Rica: Gran Marcha de la Verdad contra el TLC

LA GRAN MARCHA DE LA VERDAD CONTRA EL TLC
Y EL FIN DEL GRAN ENGAÑO

A la memoria imperecedera de Parmenio Medina.
Por José Luis Amador
18/11/05

La marcha del 17 de noviembre contra el TLC ha sido gigantesca. Un mar humano ha inundado San José. No era una mancha amarilla esta vez. Era una mancha multicolor, era un arco iris humano, maestros de rojo, ecologistas de verde, indígenas de bronce, artistas vestidos de luz, zancos, comparsas, miles; tantos y tantas que era imposible verlos a todos.
Gente venida por su propia voluntad, no instigada por sus patronos. Era tal cantidad que únicamente los profesionales de la mentira, podrían no haberlos visto. Me pregunto: ¿cómo harán esta vez, los profesionales de ese insano oficio, para intentar ocultar esta Gran Marcha? ¿Intentarán persuadirnos de que padecimos una alucinación colectiva o se verán obligados a publicar la realidad?
Es curioso, pero en las listas de los oficios poco se habla de aquellos que tienen como suyo el arte de mentir, o mejor aún “maquillar” verdades, o bien, puesto en elegante, aquellos que se encargan de construir imágenes de la realidad adecuadas al gusto de sus clientes, de sus intereses o de su visión de mundo. Estos profesionales practican una especie de arte macabro que consiste en tomar la realidad y vestirla con un ropaje diferente, para devolvérsela al público diciéndole que determinados hechos no fueron como los vivieron sus protagonistas, sino como ellos dicen. Así de fácil.
Estos modernos hechiceros de la comunicación, han asumido el oficio de sembrar su visión de la realidad, construir las “representaciones sociales”, hacernos ver bonito al que así quieran y horrible y tonto al que no sea de su agrado, o vaya contra sus intereses. Eso es lo que hoy están haciendo con el TLC: Tratan de vendernos por bueno “un diez con hueco”, ¡y puede que lo logren¡, por las sencilla razón de que ellos tienen ventaja: son dueños del micrófono, los periódicos y la pantalla. Sin embargo, algunas cosas inesperadas están pasando y esta situación puede empezar a cambiar.
Para explicarme mejor, permítanme por un instante ir al pasado. Era el año de 1976 cuando un grupo de trabajadores en huelga cantaba el Himno Nacional, en una pequeña elevación frente al edificio del ICE de la Sabana. Mientras esto ocurría una escuadra de policías se fue ubicando a 75 metros al este de los trabajadores. Nada más se oyeron sordos sonidos y de sus lanza-proyectiles, salieron granadas de gas lacrimógeno que cayeron cerca de los trabajadores(as). La gente corría en dirección contraria a donde estaban los policías, pero por supuesto, los tienen bien entrenados, y esa era la dirección del viento, de modo que el gas seguía tras ellos por más que corrían.
Atacados, mientras cantaban el Himno Nacional. La situación fue tan bochornosa, que el gerente general del ICE, Ing. Rodrigo Suárez Mejido, bajó a conversar con los jerarcas policíacos y a intentar frenar lo que a todas luces, era una agresión sobre los desarmados trabajadores (as), pero un policía le reventó un garrotazo sobre la cabeza rompiéndole el cuero cabelludo.
Cuál fue la sorpresa y el sentimiento de indignación de quienes vivimos esa experiencia, cuando al día siguiente escuchamos, reiteradamente por la radio, una cuña en la que el propio presidente de la República, Daniel Oduber Quirós, informaba a la ciudadanía que la policía había actuado en legítima defensa y ante la provocación de los trabajadores. En aquella oportunidad, siendo muy joven, experimenté por primera vez el embate abusivo y manipulador de los medios de comunicación, actuando bajo las manos de los profesionales de la mentira.
Son momentos en que uno dice, pero ¿cómo?, si yo estuve allí. Dan ganas de salir a la calle, hablar con todos y decirles que no es cierto. Te sentís impotente porque ellos tienen los medios. Ellos apelan a la democracia, invitan al diálogo, a que se expresen todos, pero ellos son los únicos dueños de la palabra, del micrófono y la pantalla. Ellos son los formadores de opinión y se presentan como defensores de la libertad de expresión. ¡Igual que ocurre hoy con el TLC¡.
Los profesionales de la mentira son los que dicen a la ciudadanía lo que no fue, para obtener los resultados políticos de su conveniencia. Son los que varios minutos antes del cierre de una elección popular, se atreven a decir a los electores que una encuesta ha dado como ganador al candidato de su interés, cuando no es cierto, logrando así que muchos electores desistan de votar en su contra. Son los mismos que están diciendo hoy que el TLC es bueno para todos.
Para el ciudadano común, hombre, mujer, que está inmerso en su cotidianidad, y que de buena fe enciende un radio, abre un periódico para accesar una fuente de información, es difícil sospechar siquiera que lo que está leyendo no sea cierto. Este es el GRAN ENGAÑO: que los medios, que se suponen son la fuente de información, y se presentan como una voz supuestamente neutra, investida de autoridad, verdad y conocimiento, portadora del interés común; funcionen en realidad como un mecanismo para llevar la opinión pública hacia posiciones derivadas de sus propios intereses o de los intereses de quienes los financian. Pero lo verdaderamente inaceptable es que se presentan ante los sectores más humildes, bajo el manto de quien defiende los intereses de la Patria.
Durante estos 15 años en que el ICE y el Estado Social de Derecho, han sido defendidos desde las trincheras de los trabajadores, con el valioso y vital apoyo de los ecologistas, los estudiantes y por qué no decirlo, los sectores más progresistas y lúcidos de la Iglesia; si algo hemos aprendido al calor de este proceso es a desconfiar de la prensa y a reconocer la “mano peluda” que se mete en la opinión pública y maquilla la verdad.
Pero esta ha sido una gran lección, porque cuando los trabajadores se lanzan multitudinariamente a manifestarse en las calles, único espacio posible de expresión, y al día siguiente escuchan y leen a los periódicos y los telenoticieros diciendo que aquella inmensa multitud eran solo cuatro gatos, y tratando de demostrar esta realidad con tomas parciales de los desfiles; entonces, estos trabajadores(as), pueden decir, como el pájaro de la fábula: no es cierto, yo estuve allí. Y ya nunca más creerán en los profesionales de la mentira.
Lo cierto es que muchas cosas están pasando y hay que mencionarlas, y a propósito de todo esto, el importante papel que ha jugado la Internet. El correo electrónico nos ha permitido ponernos en contacto entre nosotros. Expresar lo que hemos visto con nuestros propios ojos y contrastarlo con lo que ellos nos están diciendo que ocurrió. Confrontar nuestra experiencia con la imagen construida en sus periódicos amañados, en sus portadas parcializadas, en sus titulares calculados, en sus fotografías tendenciosas, donde la realidad está apenas dicha con solo la mitad del labio.
No señores, en la Marcha de este jueves 17 de noviembre, varios miles de trabajadores del ICE, apenas se vieron. Era muy grande la cantidad de trabajadores de todas partes del País: gente de la cultura, ecologistas, indígenas, personas de partidos políticos honestos, era tan grande el mar humano en San José, que los trabajadores del ICE, llegados(as) de todos los rincones, pudieron haberse ido para las casas satisfechos, seguros de que no estaban solos: había una multitud, un mar de corazones costarricenses diciendo NO AL TLC, “sí a mi país, sí a mi raíz”.
Lo malo de la mentira es que quienes la practican pueden terminar creyéndola. Y como la mentira surge también de la ideología, de la visión del mundo, donde se dice lo que se quiere ver, los mentirosos terminan construyendo en sus mentes realidades que ya no son las que estamos viviendo, ni las que están viviendo nuestros pueblos. Y por eso, hay quienes se la pasan EN VELA, periodistas insomnes, en crisis incontenibles de histeria, porque no logran comprender que en este País, están pasando cosas, y hay verdades del tamaño de la manifestación de hoy, (17 de noviembre) que ya no se pueden maquillar.
Primero decían que éramos solo cuatro gatos gatos, después que solo los sindicatos, ahora tienen la consigna –buenos asesores- de decir, que es la izquierda, qué dirán después, ¿que la ciudad de San José fue inundada por gente de izquierda? ¡Qué poder el de la izquierda¡ ¡Un diputado libertario dice que solo vio veinte personas frente a la Asamblea Legislativa. ¡No perturbe su siesta, diputado!
En pocos días habrá una marcha de “los camaradas” (de las Cámaras, quiero decir), los que aspiran a ser ganadores del TLC, esos que no se atreven a decir de dónde sale el dinero, que financia la millonaria campaña con la que pretenden engañar a los costarricenses. La marcha de los que sí han tenido acceso a los medios, a las páginas de los periódicos. La marcha de los “dueños” del País. La marcha de los empresarios. Vendrán con sus empleados. No conocen sus barrios, ni saben dónde viven, ni van a sus fiestas, ni sufren sus alegrías ni sus penas ni congojas, les reprimen sus sindicatos y sus demandas. Pero los traerán con ellos. Participación no siempre voluntaria, de personas que no han podido escuchar los argumentos contra el TLC, porque los medios de dominación están secuestrados. Gente humilde que teme perder su trabajo. ¡Qué injusto¡ Hermanos nuestros, de nuestro pueblo y de nuestro barrio. En esa marcha los profesionales de la verdad a medias, se darán gusto tomando fotos, ese día funcionarán sus cámaras, ese día sus helicópteros podrán hacer tomas de la totalidad de los desfiles.
Sin embargo, a pesar de la falsedad de los medios, miles y miles de costarricenses ya empiezan a comprender en qué consiste el penoso oficio de los profesionales de la mentira. Y así como aquel muchacho que una vez, hace muchos años, escuchó al propio Presidente de la República desfigurando la verdad ante un micrófono y supo a partir de ese día, que no se puede confiar de los medios, de igual modo, miles y miles de costarricenses están aprendiendo, día con día, que los medios de comunicación mienten: que el TLC no es bueno para todos(as), que hay una mano peluda financiando la campaña, que no son cuatro gatos los que estamos en contra, y que este país está despertando de un gran engaño.
Pero no podemos confiarnos. No hemos podido llegar como quisiéramos a mucha gente de las fábricas, los barrios y los campos. Y todos, las organizaciones sociales incluso, debemos comprender que esa es la tarea pendiente. De boca en boca, de puerta en puerta y de barrio en barrio. Porque si no tenemos los medios de comunicación, la prensa, el micrófono, la pantalla, tenemos en cambio dos cosas: corazón y verdad. La fuerza que esto nos da, no se puede comprar con dólares.

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