Debate Nacional por el Cambio
Chencho Alas
He leído con mucha atención la propuesta de Roberto Pineda, docente de la Universidad de El Salvador, que apareció el 24 de mayo en el correo enviado por José Mario Zabaleta. Me parece algo muy necesario que se tenga un Debate Nacional por el Cambio y que se convierta a ser posible en permanente para poder avanzar a través del diálogo y los acuerdos en el proceso democrático que por primera vez se tiene en El Salvador.
La democracia no es algo que puede construir un partido político, aunque sí y desde luego, la puede empujar poniéndose a la cabeza. La idea de invitar a todas las fuerzas activas y pensantes del país me parece necesaria y, si se sabe ordenar el diálogo, va a ser muy fructífero.
La derecha desde luego, como fiera salvaje, está asediando al FMLN y a Mauricio Funes, lo que obliga a ambas partes a evitar los exabruptos que de nada ayudan a gobernar sabiamente. Funes no es un hombre privado sino público y cualquier comentario que haga repercute en la salud del país. Su misión no es construir un partido que le ha llevado al poder sino el partido debe darle elementos de juicio que por su profundidad le obliguen a tenerlos en cuenta o como lo afirma su Vicepresidente Sánchez Cerén “no va a buscar unir a la sociedad sobre la base de un partido que está decidido a unirse con él para buscar los cambios”. En este sentido me parece que los hombres y mujeres del FMLN han sido mucho más sensatos que el Presidente.
Muchos tienen la idea de que el presidente de un país tiene el poder y que, por lo tanto, mueve un dedo o dice una palabra y las cosas se llevan a ejecución. El poder de un presidente es muy limitado inclusive dentro de una estructura dictatorial. Una anécdota ilustra mi afirmación. Allá por el año 1964 estaba dando un Cursillo de Cristiandad (retiro de tres días de duración) en los Planes de Renderos. Entre los participantes estaba el Presidente Julio Rivera quien había caído en la cuenta que necesitaba revisar su mundo espiritual y darle un nuevo rumbo a su vida y al país. Una noche, al filo de las 12, estábamos conversando a solas y entre otras cosas hablábamos acerca de la situación que vivía el país. Dada la confianza que me inspiraba, se me ocurrió hablarle acerca de la necesidad de llevar a cabo una reforma agraria para acabar con la explotación y el hambre de los campesinos. Después de escucharme, Julio me respondió: “Mire, padre, eso no es posible. Si mañana anuncio que habrá una reforma agraria, Miguel Dueñas y su gente me dan golpe de estado”. Yo le respondí: “Pero Julio, usted es el presidente” y él me dijo: “pero un presidente no tiene poder”. No me esperaba semejante comentario. Julio agregó: “Si lo anuncio, de inmediato se reúne Dueñas y cuatro más de los que mandan en este país, contribuyen con un millón de colones y sobornan a los militares para dar el golpe”. A la luz de este comentario de Julio creo que debemos de tener en cuenta las palabras amenazantes de Cristiani hace unos cuantos meses.
Un presidente salvadoreño no sólo está bajo la presión de un puñado de oligarcas que pueden pagar un golpe de estado o sacar la plata de los bancos y enviarla al exterior, también tiene la presión imperial. Me pregunto por qué Mauricio se ha empeñado en apadrinar a Lobo y el retorno de Honduras al seno institucional latinoamericano. Creo que la respuesta es sencilla: no se debe a la buena voluntad de un hombre de gran corazón sino a las presiones de Hillary Clinton.
Un presidente no manda, pero si tiene el apoyo del pueblo organizado desde el campesinado hasta los obreros e intelectuales la cosa cambia. La estrategia de la derecha es evitar esa relación de pueblo-presidente. Esto no significa que no dialogue con las fuerzas que controlan la economía y las finanzas, pero tiene que hacerlo desde el pueblo, desde la mayoría, teniendo en cuenta que el bien común es la brújula que le debe guiar.
Roberto Pineda nos dice que el debate “debemos de celebrarlo, conjuntamente, de manera crítica pero constructiva”. La crítica si es positiva es constructiva; sin ella no se puede avanzar en el camino de la democracia. Creo que debe pensarse seriamente en la metodología que debe seguirse para el debate. En mi experiencia de trabajo que cubre un poco más de 50 años, el método que últimamente estoy siguiendo me ha ayudado a construir un movimiento vibrante de paz. Es el método de la investigación apreciativa que tiene unos 30 años de existencia. En lugar de comenzar por el mapeo de problemas, algo que nada cuesta enumerar, se inicia el proceso con el “descubrimiento” de lo que está trabajando, que ayuda, que inspira y sobre esa base ya existente se monta la visión de lo que queremos, se crea el plan estratégico y se ejecutan los proyectos. Los problemas se resuelven creciendo, de manera indirecta.
Roberto nos dice: “Funes necesita de una poderosa movilización popular de apoyo, de mayores niveles de organización popular, de impulsar permanentes campañas de educación política e ideológica que permitan rescatar a los elementos políticamente más atrasados de la población de las garras políticas y religiosas de la derecha”. El FMLN y cualquier otra asociación que quiera montarse en el carro de la democracia, tienen la capacidad de montar esa organización poderosa. Desde luego, para lograr ese objetivo se necesita de una “firme voluntad política para…avanzar. Si esto no existe es una empresa condenada al fracaso.
Mucho me gustaría participar en un debate como el propuesto por Roberto. Espero que lo empuje comenzando por la Universidad madre de todas las universidades salvadoreñas.
Austin, Tx, 28 de mayo de 2010