Dogmatismo en la izquierda nica
Onofre Guevara López
Si la influencia internacional estimuló el desarrollo ideológico de la izquierda nicaragüense, también al Partido Socialista le produjo la inconveniencia de haber adoptado una visión dogmática del socialismo. Esto fue convirtiéndose en un lastre en las tareas políticas del PSN.
Voy a poner algunos ejemplos: durante la guerra gringa contra Corea, la Unión Soviética le dio gran impulso a la lucha por la paz mundial, y la izquierda nicaragüense se sumó a esta lucha, justa por demás. Pero sucedió que hubo momentos en los que la lucha por la paz en el mundo fue priorizada en detrimento de la lucha por la justicia social inmediata. En una ocasión, el PSN efectuó un mitin en la zona cafetalera de Carazo con los contadores de café… ¡pero se les habló más de la necesidad de la lucha por la paz mundial que de la necesidad de la lucha por sus salarios! Quizás los cortadores captaran la importancia de conservar la paz en el mundo, pero teniendo ellos aquí una guerra contra el hambre, también les pudo haber resultado indiferente.
El otro caso tiene que ver con el concepto de “proletariado”. Los términos “clase obrera” y “proletariado” son propios del léxico de la izquierda mundial y de los textos marxistas clásicos y modernos, pero eso es lógico allá en donde sí existe clase obrera o proletariado, porque el desarrollo técnico industrial del capitalismo había creado y desarrollado a esta clase social, no así en nuestro país, donde entonces, peor que ahora, el capitalismo dependiente ni siquiera había adquirido un mediano desarrollo. Aquí sólo ha creado a un proletariado muy reducido en áreas productivas muy específicas. Pero entre el movimiento de izquierda —partidos y sindicatos— los términos de clase obrera y proletariado eran los de mayor uso, lo cual no concordaba con la realidad social.
Es hasta hoy, con la invasión de la industria maquilera, que ha surgido un nuevo proletariado. Este nuevo núcleo de la clase obrera aún no ha podido desarrollar una conciencia propia, por ser de reciente formación y porque los gobiernos de derecha contribuyeron con la clase patronal a sabotear su organización sindical. En las zonas francas, en donde se ubican las maquilas, las condiciones de trabajo y de salarios son malas, casi como las que hubo durante la infancia del sistema capitalista europeo y norteamericano. La represión y los constantes despidos no las han dejado estabilizarse y desarrollarse cabalmente como clase.
Un último ejemplo: entre los años treinta y cuarenta del siglo XX, decenios en los que nacieron el Partido Trabajador y el Partido Socialista, respectivamente, fueron pocos los nicaragüenses de izquierda que tuvieron oportunidad de leer marxismo. Fue a partir de 1944 cuando la importación de literatura marxista y de izquierda comenzó a hacerse a través de diferentes vías, sorteando la censura y la represión somocista. Una vía fue la de México, de donde el PSN traía libros, novelas y revistas y literatura clásica marxista —editadas en la URSS y México—, que luego vendía en Managua su Librería “Manuel Vivas Garay”; otra vía era la venta de libros que Francisco Miranda Noguera tenía anexa a su tienda en el centro de Managua; y la vía del correo ordinario, por donde entraban libros y revistas enviados desde Costa Rica y Cuba por los partidos Vanguardia Popular y el Partido Socialista Popular, respectivamente, pero casi nunca llegaba a sus destinatarios, sin embargo se obtenía por medio de empleados de correos amigos, quienes la capeaban de las llamas inquisidoras adonde la mandaba la dictadura.
Esta relación de cómo la izquierda se abastecía de literatura marxista puede parecer anecdótica; y lo es, pero ayudará a comprender cómo estas dificultades para su obtención tuvo efectos en la formación de algunos socialistas. Las dificultades para obtener una obra marxista le imprimió al acto de leerla cierto heroísmo de catacumbas, y se le dio a cada libro o revista un valor extra, de forma que no sólo le llegaban al lector con su intrínseco valor literario, científico o ideológico, sino que también se le rodeaba, instintivamente, de un cierto misticismo. El resultado fue anti didáctico, pues a la par que se leía para ayudarse a estudiar la propia realidad con un método de interpretación científica, se le imprimía un sentido dogmático a la lectura; todo aparecía ante el lector menos avisado como verdades absolutas, como fórmulas posibles de aplicarse al pie de la letra.
Además, pronto se fueron haciendo más accesibles los manuales o libros resumidos de los clásicos, en especial de Marx, Engels y Lenin. Esto reforzó la dependencia del análisis preelaborado, que llevó a tener una actitud pasiva ante el contenido de esta literatura, pues no se leía para estimular el espíritu investigador, sino que se aceptaban como verdades incontrastables, lo cual adormeció los esfuerzos por confrontar sus planteamientos teóricos con la realidad nacional para sacar conclusiones propias y apropiadas.
En resumen, casi se recitaba el marxismo interpretado en los centros editoriales de Moscú y otros lugares del mundo, lo cual divorció un poco a los socialistas de los problemas concretos del país y, con eso, se debilitó el desarrollo de la izquierda. No obstante, esta debilidad ideológica no logró paralizar su actividad, sólo distorsionó en algunos momentos la visión de la lucha social conducida por el Partido Socialista a través de los sindicatos afines.
Un inconveniente adicional fue que entre los recitadores de manuales dogmatizados se creó la predisposición al desviacionismo, a las concesiones ideológicas y fueron presas de las comodidades materiales adquiridas de forma parasitaria, primero dentro del propio partido, y después de sus nuevos aliados. Luego, pasaron a fortalecer el aparato ideológico de la derecha, y a prestar sus servicios de manera eficiente. No es porque la derecha carezca de ideólogos, sino porque los conversos acumularon más experiencia en el trabajo político ideológico.
Fue durante el período más crítico de la inercia ideológica de la izquierda tradicional que emergió el Frente Sandinista de Liberación Nacional (1961), el cual, entusiasmado como todo el mundo con la victoria de la revolución en Cuba, efectuó audaces acciones revolucionarias que pronto le hicieron ganar simpatías entre la juventud en general y los organismos juveniles de izquierda en particular. En poco tiempo, el FSLN tomó la posición de vanguardia de toda la izquierda; sin embargo, no fue gran portador de ideas creadoras de la teoría marxista, como lo fue en iniciativas para la acción revolucionaria. El Frente, en lo ideológico, se había entrenado haciendo críticas mordaces a la izquierda tradicional, en especial el PSN, pese a que, al mismo tiempo que adversario ideológico, fue siempre su aliado más cercano.
El tema central de las contradicciones del Frente con el PSN fue el de la acción armada como la única efectiva vía para el derrocamiento de la dictadura. Esta posición de izquierdismo radical del Frente en aquellas condiciones era más fruto del entusiasmo que el triunfo de la revolución cubana había provocado en la juventud que nacida de sus posibilidades reales. No obstante, así como Sandino en su día ayudó a definir la frontera entre la izquierda espontánea y la izquierda consciente, Carlos Fonseca inauguró con el FSLN la etapa de la acción revolucionaria para la izquierda nicaragüense.