Enviado: 24/07/2007
EL SALVADOR:
LA PRENSA ENGAÑOSA
Guillermo Mejía
panteranegra1@yahoo.es
Periodista y docente de la
Universidad de El Salvador
Como reptil silente, agazapado en los rastrojos y la oscuridad, persiste un viejo concepto de hacer periodismo, cuyas principales indecencias se manifiestan en el avasallamiento de gran parte de la prensa nacional a sectores del poder económico y político, incluido el gobierno de turno.
Aunque esa conclusión no sea del agrado de muchos involucrados en el hacer comunicacional yo he recibido insultos por ejercer crítica y hasta me han tildado de no ser salvadoreño-, es menester recordar la exigencia que les imponen a los periodistas sobre la urgencia de presentar noticias positivas, a fin de no profundizar la desesperanza de las audiencias.
En ese sentido, los puntos de partida, fuentes cifras, declaraciones, etc.-, interrelaciones, enfoques, casi siempre van comprometidos por órdenes de jerarquía que siguen una línea de trabajo coherente desde las direcciones, jefaturas de redacción, editores hasta periodistas que, al final, se ven obligados a firmar contenidos con los cuales no concuerdan.
Periodistas de los matutinos El Diario de Hoy y La Prensa Gráfica, así como de la Telecorporación Salvadoreña (TCS-Noticias), Canales 2, 4 y 6, han advertido sobre la línea de trabajo en función de esas noticias positivas o, en adición, sobre el cuidado que deben tener en cuanto a la información que involucre un choque entre el partido oficial Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y la parte que consideran radical de la izquierda.
Un abordaje de las ediciones de ambos periódicos, así como de las emisiones de TCS-Noticias o sus hermanos Cuatro Visión, de Canal 4; Tele Dos, de Canal 2; y El Noticiero, de Canal 6; prueba fehacientemente los grados de compromiso editorial que no se quedan en sus espacios de opinión, sino que trascienden a los informativos.
Similares faltas se encuentran en otros medios impresos de menor incidencia, como Diario El Mundo y Más!, o emisoras de radio de importancia, como YSKL, donde se encuentran editores o periodistas haciendo doble trabajo, que malogra su contenido informativo por estar cargado de proselitismo.
Está más que confirmado que uno de los editores de la YSKL también forma parte del personal asesor de la Policía Nacional Civil, mientras otros colegas enfilan su trabajo informativo en función de las políticas de gobierno del presidente Francisco Flores manteniendo una actitud servil y acrítica.
Esa misma condición de asesores se encuentra en otros medios de difusión, ya que son tantas las necesidades de las entidades oficiales y semioficiales como el aprovechamiento de las desgracias de muchos periodistas salvadoreños. Al grado que algunos jefes del Canal 33, que tienen que ver con Teleprensa, también han venido asesorando a la Corte Suprema de Justicia.
Por ese avasallamiento, muy interesado, leemos, escuchamos o vemos una ráfaga de información progubernamental o limitada a las necesidades propagandísticas de funcionarios, banqueros, cafetaleros, cañeros, industriales, en fin, sectores pudientes que gozan el privilegio de contar con espacio en detrimento de información ciudadana.
Sería harto que algunos de esos medios de difusión no dispusieran de un espacio, que es marginal por supuesto, donde se constatan malos procedimientos e incluso corrupción, aunque nunca toquen la fibra de quienes ejercen el poder. Muy difícil aún encontrar información que ponga en tela de juicio, por ejemplo, a los banqueros especuladores.
La prueba de profesionalismo que ponen algunos editores y periodistas al aparecer ciertos trabajos con cierta crítica sobre el desempeño de entidades como el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura), el Parque Zoológico Nacional, el Comité de Emergencia Nacional o la incompetencia de la Corte de Cuentas y los diputados, entre otros, es muy débil. Sacar a luz eso y más es una obligación ético-moral que tienen los medios con sus audiencias. Más firme sería que salieran a luz los peces gordos y no sólo los gatos.
El reino de las falacias
Es inconcebible que a estas alturas máxime después de una guerra sangrienta de 12 años- algunos editores, jefes y hasta periodistas sigan pregonando que El Salvador es baluarte de la libertad de expresión y difusión del pensamiento, además de pretender mostrar a los medios de difusión como garantes del derecho a la información.
A lo que se puede llegar en una sociedad, como la salvadoreña, en la actualidad es a rescatar ciertos niveles de tolerancia y debate, que sí los hay, como es el trabajo honesto que cumplen, por ejemplo, Canal 12 en sus espacios informativos y de opinión, el diario Co Latino, en medio de sus adversidades, y algunas radios de naturaleza comunitaria.
Pero, en general, estamos sometidos a una descarga de información, en cuantía des informadora y dependiente del poder económico y político de ahí la limitante que parte de quiénes son los dueños-, que muestra la naturaleza de los medios de difusión dentro de una sociedad sometida a la intolerancia, atraso y menosprecio por la verdad y el conocimiento.
Un análisis reciente sobre las condiciones de la prensa centroamericana concluye que (…) el público continúa percibiendo a los medios como actores políticos que en algunos casos operan abiertamente como instrumentos de partido, grupos económicos, o grupos de presión. Estos intereses suelen ponerse en evidencia durante las campañas electorales.
Tampoco puede ocultarse que al amparo de la libertad de expresión, con frecuencia ciertos medios incurren en faltas éticas en perjuicio de personas e instituciones. (Chamorro y Arene; 2001; 18).
Vuelvo a darle la razón a Héctor Borrat, periodista uruguayo radicado en España, quien ubicó al periódico (en fin a los medios de difusión) como activo actor político que ejerce su función en medio de intereses partiendo de sus intereses propios- que hay en la sociedad e incluso puede criticar a quienes comparten sus ideas si realizan acciones que no aprueban.
El periódico puede ser actor de conflictos por acción, a iniciativa propia, o por reacción ante la iniciativa de otros. Está insertado en una vasta red de conflictos, bilaterales unos, multilaterales otros, enfrentándose con un elenco muy amplio y variado de antagonistas. (Borrat; 1989; 16-17).
Y, en ese persistente encuentro, los medios de difusión también como he afirmado antes- sucumben ante los intereses del poder económico y político, en especial si existen dentro de las empresas periodísticas especies de comisarios políticos, tal como sucede en La Prensa Gráfica, El Diario de Hoy, TCS-Noticias, etcétera.
En ese caso, vale traer a cuenta la acusación que le hiciera recientemente el diputado del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), Salvador Sánchez Cerén, a uno de los editores de El Diario de Hoy, el costarricense Lafitte Fernández, de estar confabulado con el gobierno de Francisco Flores.
Similar acusación hizo otro diputado del FMLN, Humberto Centeno, contra un periodista de La Prensa Gráfica, aunque al final pidió disculpas. Sin embargo, es cierto que mucho trabajo periodístico ha servido a Arena o a la inteligencia del Estado, para desacreditar a la oposición. El problema que tuvo Centeno se debe a su carácter explosivo que le impidió ir más a fondo.
La presencia del foto-periodista Flavio Villacorta, ex editor de La Prensa Gráfica, en la conducción del Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) dice mucho de la participación de muchos periodistas en trabajos que nada tienen que ver con la labor de informar a la ciudadanía. Y se dice, en los mismos medios, que existen varios.
Otra prueba en la misma dirección se encuentra en las reuniones periódicas que mantienen editores y jefes de medios de difusión con el presidente Francisco Flores o su aparato de propaganda, donde obtienen ciertas líneas de trabajo que ya en los medios- se vuelven campañas orquestadas para debilitar o anular a la oposición.
Los periódicos viajes de Flores y algunos de su gabinete, en los cuales lleva periodistas invitados que les sirven de cajas de resonancia, serviles y acríticas, también es otra prueba de que algo anda mal en los medios de difusión principales del país que se dicen respetuosos del derecho a la información.
Encontramos viajes incluso con la Primera Dama, Lourdes de Flores.
Recientemente, el rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), José María Tojeira, criticó la forma en que La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy escogen la información, basado en la ausencia de cobertura a la vigilia conmemorativa del asesinato de los padres jesuitas y sus colaboradoras, el 16 de noviembre.
Los casos de delincuencia común son más interesantes para estos ilustres periodistas que un caso en el que se debate, de fondo, la aquiescencia a tratados internacionales, el apego a la doctrina jurídica internacional, el paso civilizado al ejercicio de la justicia sin interferencias políticas y sin decisiones arbitrarias (…).
(…) lo cierto es que cuando un tema no conviene a los dueños de los medios, la cerrazón es exactamente igual a los tiempos de la guerra. Cuando se tocan intereses grupales en los que el medio está involucrado, el silencio es la norma. (…) Nuestra prensa escrita, a nivel de grandes matutinos, y parte de la televisiva, continúa sometida a intereses políticos y económicos (…). (Tojeira; 2001; 12).
Pero al lic. en Idiomas Marvin Galeas, columnista de El Diario de Hoy, no aprueba comentarios de esa índole y afirmó en un escrito reciente que desde siempre ha habido una tendencia de la izquierda a satanizar a los grandes medios.
(…) Es cierto que hay en el mundo pésimos medios de comunicación, que cuentan con enormes ganancias. Es el caso de los tabloides sensacionalistas de Inglaterra y de algunos programas de televisión norteamericanos. Sinceramente pienso que no es el caso de los grandes medios de nuestro país. (Galeas; 2001; 40).
Galeas, un ex guerrillero converso, libra en su texto en especial a El Diario de Hoy y a TCS-Noticias.
Ricardo Chacón, editor de Diario El Mundo, también comparte la visión que no es cierto que exista manipulación informativa por parte de un grupo de periodistas que se sirven en bandeja a los dueños de los medios, para que seleccionen la información que será leída, vista o escuchada por las audiencias.
Esta concepción estrecha pasada de moda, pero aún vigente en varios periodistas y gremios de periodistas-, no toma en cuenta los avances de la llamada sociedad del conocimiento, donde la información no sólo prima, sino que es casi imposible manipularla, dada la gran cantidad de ésta que circula por toda la sociedad. (Chacón; 2001; 17).
Chacón, ex estudiante de los jesuitas y director de la Escuela de Comunicaciones de la Universidad José Matías Delgado, cree que existen trasnochados ideólogos de izquierda tras los planteamientos críticos acerca del papel de los medios de difusión en una sociedad que se dice inserta en un proceso democrático.
Coincidencias aparte, suelen compartir en varios espacios y similares visiones Ricardo Chacón, Marvin Galeas, el costarricense Lafitte Fernández, Cecilia Gallardo de Cano (La Prensa Gráfica), Eduardo Torres (TCS-Noticias/ El Diario de Hoy), Julio Rank (El Noticiero, Canal 6), el nicaragüense Alvaro Cruz (Más!), Raúl Beltrán Bonilla (YSKL), entre otros, como sellados por el mismo fuego.
Otro problema que enfrenta el periodista honesto y algunos medios de difusión como Canal 12, Co Latino y las radios comunitarias que pone en tela de juicio el libre ejercicio con que dicen contar ciertos medios de difusión es el veto publicitario impuesto tanto por entidades del gobierno como por algunas empresas privadas de importancia.
La apertura informativa no alcanza a los anunciantes y las agencias de publicidad. El gobierno y las empresas siguen distribuyendo su inversión publicitaria en forma discriminatoria. (Funes; 1995; 22).
Es decir, el anuncio no viene por calidad en la información, sino por el acomodamiento a los intereses de sectores de poder económico y político.
El periodista y escritor Horacio Castellanos Moya, quien dirigió el efímero semanario Primera Plana, confesó con amargura que su esfuerzo por superar la cobardía intelectual y por decir lo que mucha gente no quería oír: Lo pagamos con el aislamiento y la asfixia. Casi nadie quiso involucrarse con un grupo de periodistas procedentes en su mayoría de la izquierda- que no era controlable por ningún partido político (…) la libertad de decir no era cotizable en el mercado de la información.
(…) aún con amargo en el gusto, me resisto a aceptar que el papel de nuestro esfuerzo haya sido tan sólo el de una cuña que apresuró cierta modernización y apertura en los grandes diarios. Pero quizás ese juicio sea demasiado generoso. Porque cuando lo titulares como Gobierno promete frenar la desaceleración o veo primeras planas consecutivas chorreantes de sangre, me pregunto hasta dónde los cambios han sido sustantivos. (Castellanos Moya; 1996; 10).
Lamentablemente para la sociedad salvadoreña esos cambios no han sido sustantivos en cuanto a la apertura de los medios de difusión, en especial por el escaso margen de maniobra que aún tienen con respecto al poder económico y político, sumada la ausencia de cuadros que valoren la ética profesional.
La lucha por el cambio
Y es en la ausencia de un compromiso con la ética periodística, por parte de la mayoría de medios de difusión, donde se tiene otro de los grandes problemas que imposibilitan el cumplimiento del derecho a la información en este país centroamericano.
Es muy común todavía encontrar las prebendas en oficinas estatales y privadas. Muchos pensaban que la popular menta (regalía) era cuestión del pasado, pero es una realidad inocultable en el ecosistema comunicativo salvadoreño, con el agravante que no son sólo los viejos quienes se venden como era costumbre- sino que muchísimos jóvenes.
Para empezar diría que, aun cuando la mayoría ha asistido a las aulas universitarias, parece que pasaron de largo el instante en que se discutió sobre la ética y las relaciones turbulentas que se dan en la esfera pública. En su alienación, hay periodistas que se sienten orgullosos cuando el presidente Flores les dice su nombre y llegan al extremo de creer que es su amigo personal.
En la última conferencia de prensa del Banco Central de Reserva, el pasado 17 de diciembre, los periodistas degustaron un pequeño banquete preparado por el personal de comunicaciones de la entidad. Había pan con pavo, boquitas y refrescos. Al final, les regalaron botellas de vino y galletas saladas envueltas en papel especial.
Conversando mucho después con unos colegas del Canal 33 me dijeron que en una conferencia anterior del mismo banco el personal de comunicaciones había encuestado a los periodistas asistentes, para que decidieran entre el pan con pavo u otra comida. Obvio, ganó el pavo. Y también el banco al caer bien con una prebenda que se toma en el medio periodístico como normal y por supuesto muy esperada por algunos periodistas.
Muchos comunicadores y sus jefes dicen que eso no contamina el traslado de información a la gente. En esa misma línea aceptan otros tipos de regalías que incluyen viajes a diferentes partes, favores, conectes, en fin, una serie de cuestiones que vician la información que pertenece a las audiencias.
Para aclarar un tanto es menester recordar la postura del profesor Enrique Bonete Perales, de la Universidad de Salamanca, España, sobre la ética de la información. El académico afirma tres éticas: 1. Ética prescriptiva de la información: la misión moralizadora que corresponde a los medios de difusión. 2. Ética descriptiva de la información: fomenta el compromiso de los medios de difusión en dar a conocer lo más fielmente posible lo que de hecho acontece en la sociedad, o sea narrar con la máxima objetividad posible. 3. Ética lingüística de la información: los medios de difusión tienen que ser concientes de los supuestos e implicaciones morales que conlleva la utilización del lenguaje, y convertir al lenguaje mismo en objeto principal de responsabilidad moral.
Es decir, aunque complejo, es un problema que los periodistas tenemos que afrontarlo con urgencia y de buena gana, para coadyuvar en el establecimiento de una sociedad más justa, fraterna y solidaria. De lo contrario, estamos condenados y, en la misma forma, condenamos al atrasado y a la ignorancia a los ciudadanos.
Un primer ejemplo, gran ejemplo diría, fue la edición del Código de Ética de la Prensa de El Salvador, en el seno de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), en 1999. Un valioso intento de los mismos comunicadores que pensaron en esa urgente necesidad de corresponder al derecho que tiene la población de recibir información adecuada y acceder a los medios.
Si bien es cierto que las normas éticas son de aceptación personal, el cumplimiento de las pautas que contempla el presente documento podría servir como guía del comportamiento de quienes aspiran a ejercer un periodismo profesional, escribió en la presentación del código el periodista David Rivas, presidente de APES.
El otro esfuerzo por cambiar esa situación en que se encuentra el quehacer periodístico salvadoreño va en dirección del fortalecimiento de la organización gremial, llámense asociaciones, sindicatos, colegios, clubes, etc., ya que así como vamos apenas aparecemos punteados en el espectro.
En una sociedad como la salvadoreña es cierto que hablar de organización ha sido una especie de blasfemia, con mayor razón si se utiliza la palabra sindicato, pero, a la vez, el periodista debe ser conciente de las torpezas que se han cometido frente a la adulación del poder que se siente servido de buena manera y a tiempo (máxime con las microondas).
Ahora, decir que no se puede por las condiciones en que se trabaja, no hay tiempo para discutir los problemas o que los dueños de los medios de difusión impiden todo esfuerzo, son verdades a medias. Antes de la guerra se decía lo mismo, durante la guerra igual (y con más justificaciones). Seguir con el mismo discurso, en la pos guerra, es un recurso devaluado de cara a la urgente necesidad de cambios. (Mejía; 1995; 17).
Es hora que demos el salto. Los instrumentos dados por la ética periodística, como referente, y la organización como base están de nuestro lado. El poder económico y el político ya tienen los suyos, pues hacen y deshacen en sus medios sin importarles la violación de las libertades y derechos de la ciudadanía.
El periodista checo Sasa Vucinic, del Media Development Loan Fund , alertó sobre la necesidad de que cada vez existan más voces en los medios de difusión, porque sólo así se puede decir que se vive insertado en un proceso democrático. En ese sentido, alabó el hecho que cada vez salen nuevos espacios en el ciberespacio.
En El Salvador y en Centroamérica los dueños de los medios de difusión también tienen derecho a escoger. O abren sus espacios a esas otras voces o permanecen inconcientes de este cambio dramático dentro del sector de los medios de comunicación y la sociedad sobre los cuales se supone hacen los reportajes, e ignorar el hecho que ahora se pueden leer las noticias en su teléfono celular, y todavía tratarán de detener al océano.
Yo sólo veo una ventaja para aquellos que se decidan por la segunda opción. Tendrán el privilegio de experimentar, de primera mano, como se sintieron los dinosaurios hace mucho tiempo. (Vucinic; 2001).
Fuentes consultadas:
-Borrat, Héctor (1989), El periódico, actor político, Barcelona, Editorial Gustavo Gili.
-Castellanos Moya, Horacio (1996), Primera Plana: Recuerdo libertario. En: Revista Tendencias, 53, 9-10. San Salvador, El Salvador.
Chacón, Ricardo (2001), Algunas ideas sobre medios y justicia II.
En: Diario El Mundo, edición del 7 de diciembre, 17. San Salvador, El Salvador.
-Chamorro, Carlos F.; Arene, Alberto (2001), El turno de los medios: El periodismo centroamericano frente a la agenda de la democratización, Centroamérica, Prodeca.
-Funes, Mauricio (1995), Medios y transición democrática en El Salvador. En: Revista Tendencias, 40, 20-22. San Salvador, El Salvador.
-Galeas, Marvin (2001), Los grandes medios. En: El Diario de Hoy, edición del 6 de diciembre, 40. San Salvador, El Salvador.
-Mejía, Guillermo (1995), La necesaria militancia del periodista. En: Revista Tendencias, 42, 16-17. San Salvador, El Salvador.
-Sasa, Vucinic (2001), Los medios de comunicación y la democracia: Dinámicas y tendencias internacionales. Conferencia presentada en el encuentro Medios y democracia en Centroamérica, Diálogo Interamericano, Tegucigalpa, Honduras.
-Tojeira, José María (2001),“Ética y política: La información y los grandes medios. En: Co Latino, edición del 22 de noviembre, 12. San Salvador, El Salvador.
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Guillermo Mejía, periodista. Escribe para diversos medios de prensa extranjeros desde San Salvador, El Salvador, e imparte cátedra en el Departamento de Periodismo, Universidad de El Salvador. Tiene una licenciatura en Periodismo, otorgada por la Universidad de El Salvador, y una maestría en Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona, España.