(Rescatando ese legado en el proceso de construcción de lo nuevo) Originalmente LA ACCIÓN MILITAR PARA DERROCAR EL RÉGIMEN GOLPISTA DEL TRIUNVIRATO fue concebida como contragolpe de Estado: un contragolpe democrático que anulara el golpe reaccionario y sus resultados políticos.
La conspiración militar democrática entró en acción antes del día acordado, cuando uno de los grupos conspiradores fue detenido y otros, situados en cuarteles de infantería se lanzaron a la acción. Tal situación fue sorpresiva y audazmente anunciada por José Francisco Peña Gómez, con una exhortación a la movilización del pueblo a través de Radio Televisión Dominicana.
El detonante y el ascenso.
El detonante fue la acción audaz de un grupo de los sargentos y unos cuantos oficiales con el capitán Peña Taveras a la cabeza, hasta lograr el despliegue de los efectivos rebeldes de dos campamentos en las calles de Santo Domingo reclamando la destitución del Triunvirato golpista. Los sargentos tuvieron el mérito histórico de apresar a lo jefes del Estado Mayor del ejercito y desatar de la rebelión.
La intervención de las masas populares en el proceso de la lucha en las calles de Santo Domingo cambió las características originales del contragolpe y éste fue transformado en una insurrección popular, en una revolución democrática de profundo contenido social. Se conjugaron así, en las calles, el movimiento de masas y la actitud patriótica y democrática de los militares, las izquierdas y las fuerzas democrático-liberales.
Despliegue constitucionalista y bombardeos de la reacción.
El 25 de abril la ciudad amaneció ocupada por las fuerzas militares insurrectas, con grandes manifestaciones de masas en su apoyo. En el curso de la mañana se tomó el Palacio Nacional, acción donde comenzó a destacarse el coronel Caamaño, que hasta ese momento era uno de los oficiales más conocidos.
Una comisión de oficiales de aviación intentó persuadir a los dirigentes insurrectos de la conveniencia para los militares de la formación de una Junta militar, al mismo tiempo que se producía un primer ametrallamiento aéreo del Palacio Nacional y de sus zonas de viviendas aledañas, seguido dos días después de bombardeos de la Marina de Guerra desde unidades navales que se sumaron a los jefes golpistas en las proximidades del Malecón.
Durante los días 26 y 27 de abril los militares derechistas siguieron bombardeando el Palacio Nacional y los barrios de la capital. Rafael Molina Ureña (Presidente designado por las Cámaras legislativas electas en 1962) y los miembros designados de su gabinete fueron llamados a la Embajada estadounidense por el embajador Tapley Bennet, donde se les pidió rendición bajo protección militar norteamericana. Molina Ureña reaccionó con moderación, pero rechazando la propuesta estadounidense, y los oficiales presentes asumieron frente a esta oferta actitudes dignas, de rechazo vigoroso, y Caamaño, presente allí, impidió que el embajador yanqui sobrepasara los límites de la injerencia a que había llegado con sus amenazas y provocaciones. ¡Lo puso en su sitio con un “coño” realmente histórico!
Vacilaciones liberales y firmeza de los líderes militares y las izquierdas.
El grupo presente en la Embajada se dividió en dos: Molina Ureña, algunos militares y casi la totalidad de los dirigentes del PRD, incluido el Dr. Peña Gómez, buscaron asilo en embajadas latinoamericanas; los coroneles Caamaño, Montes Arache, Lora Fernández, Lachapelle, Jesús de la Rosa, Sención Silverio y otros oficiales bajaron nuevamente a las calles de la ciudad a organizar la resistencia. Las masas populares del PRD y una parte de sus dirigentes nunca se replegaron. Peña Gómez y otros, horas después, superaron la vacilación temporal y se reincorporaron. Molina Ureña renunció definitivamente a la Presidencia y dejó el vacío.
Los cuadros y militantes de las izquierdas, del PSP, el 1J4 y el MPD continuaron los combates en las calles, asediando y tomando cuarteles pequeños, orientando la lucha y denunciando las posiciones de las derechas, impulsando la ofensiva de masas alrededor del Palacio Nacional al contenido de los mensajes de Radio Televisión Dominicana antes y durante los bombardeos que finalmente la inutilizaron.
Encuentro auspicioso.
A raíz de ese confuso momento tuvo lugar un encuentro fortuito de gran trascendencia. Un equipo de jóvenes dirigentes del entonces Partido Socialista Popular avanzaron hacia el puente Duarte, donde se comenzaba a librar una batalla decisiva. El coronel Francis Caamaño, acompañado de su primo, el mayor Claudio Caamaño, venía del referido lugar y nos encontramos en la entonces avenida Félix María Ruiz.
Allí se produjo un importante intercambio entre estos dos oficiales constitucionalistas y Asdrúbal Domínguez, José Israel Cuello, Narciso Isa Conde y Carlos Dore, los que formábamos parte de la dirección estudiantil de izquierda, dirigentes de la Federación de Estudiantes Dominicanos-FED, vinculados al Grupo Fragua y al PSP, luego PCD.
Caamaño, con la determinación que lo caracterizaba, nos habló de las vacilaciones del PRD y de su decisión de marchar junto a todos(as) los que se mantenían firmes, “aun fueran comunistas”.
Sin más preámbulo, rápidamente, se le planteo la urgencia una orientación a nombre del Comando Constitucionalista, en la que se reafirmara la lucha por el retorno de Bosch y la Constitución de 1963, se condenara el genocidio de Wessin y las fuerzas reaccionarias, se precisara que con aviones (los cuales en ese momento ametrallaban la ciudad) no se tomaban ciudades y se indicara que la infantería del enemigo que intentaba entrar a la ciudad por el puente Duarte iba a ser derrotada por la resistencia heroica del pueblo y los militares constitucionalistas.
Caamaño captó de inmediato el valor de esa orientación, autorizó la elaboración y edición de un Manifiesto con ese contenido, así como su firma y la de otros coroneles miembros del Comando Central: Héctor Lachapelle, Manuel Montes Arache, Lora Fernández, Hernando Ramírez…
El manifiesto fue redactado in sito y con el apoyo de su personal técnico, fue “tomada” la imprenta del periódico Listín Diario (situada entonces en la calle 19 de Marzo casi esquina Luperón) para imprimir una edición de 100 mil ejemplares. Su contenido además se divulgó por la Radio Constitucionalista, con lo que el liderazgo de Caamaño y el Comando Central creció en influencia.
En ese documento la comandancia se comprometía a continuar la lucha hasta la reposición de Bosch y la reimplantación de la Constitución de 1963, al mismo tiempo que precisaba orientaciones de tipo militar a la población civil en el sentido de que “con aviones no se toman ciudades, tendrá que pasar la infantería por el Puente Duarte; hasta ahora la resistencia popular se lo ha impedido y se lo seguirá impidiendo”.
En el reverso del Manifiesto podía leerse con destacados caracteres el siguiente mensaje: “Wessin es destrucción y muerte. La Constitución del 63 es democracia y vida.”
Este Manifiesto selló definitivamente, desde el punto de vista propagandístico, a Caamaño como el principal dirigente de la lucha.
Ese, claro está, no fue el primer contacto de esa parte de la dirección estudiantil revolucionaria y de las izquierdas revolucionarias con Francis Caamaño y otros jefes militares constitucionalistas. El 1J4, principal fuerza militar de izquierda coordinó con él desde temprano múltiples acciones, también las demás organizaciones
Es justo decir que ya el PSP, por sugerencia del poeta Pedro Mir, ejecutada por el equipo de jóvenes universitarios, había denunciado la inminencia de esa intervención en un volante que fue editado en una pequeña imprenta clandestina.
Los días 26, 27 y 28 de abril se produjeron en las calles de Santo Domingo las batallas decisivas contra la reacción. El 27, Wessin logró pasar 23 tanques a través del Puente Duarte, pero no pudieron resistir el asedio de las masas que los abordaron. Se ganó la gran batalla del Puente Duarte, y después se tomó la Fortaleza Ozama, donde el armamento de las masas se produjo en grandes cantidades. Previamente, fueron tomados todos los cuarteles pequeños.
En la toma de la Fortaleza Ozama jugó un papel destacadísimo el 1J4 y dieron un aporte significativo los combatientes del PSP, especialmente su Comando de Dirección, situado en la calle Espaillat con la participación de Alfredo Conde Sturla, Antonio Isa Conde, Manolo González (El Gallego), Getulio de León y otros camaradas de esa organización.
La intervención yanqui.
Luego del heroico triunfo en el Puente Duarte y de la destrucción del equipo blindado de Wessin, la maquinaria represiva heredada de Trujillo había saltado hecha pedazos. Se aprestaba así el pueblo a la liquidación del último reducto de la resistencia golpista: la Base Militar de San Isidro, cuando se produjo el desembarco yanqui.
El imperialismo envió sus propias tropas a sustituir el aparato militar represivo que dejó en 1924, que Trujillo desarrolló y perfeccionó y que en ese momento había sido demolido por la acción de las masas populares y los militares constitucionalistas. En esos términos lo explicó en la dirección del PSP el poeta e historiador Pedro Mir.
Costosas fueron esas vacilaciones iniciales para el desarrollo de la insurrección, pero no tardaron en ser superadas cuando los hechos demostraron los verdaderos fines de la intervención imperialista. De todas maneras nos hicieron un daño irreparable: los gringos aprovecharon el momento para dividir la ciudad, acordonarla y rearmar a las fuerzas reaccionarias en desbandada, modificando a su favor la correlación de fuerzas.
En el orden de recuperar la línea de combate contra el invasor, el 1J4, el PSP y el MPD, por sus intensas convicciones antiimperialistas, jugaron un importante papel. Igualmente en todo el curso de la resistencia armada contra el invasor.
El PRD, por su parte, después de las vacilaciones señaladas, se incorporó con Peña Gómez a la cabeza a la resistencia antiyanqui. Bosch desde Puerto Rico se mantuvo firme.
La intervención militar yanqui, dentro de esas circunstancias, cambió decisivamente la correlación de fuerzas y posibilitó el aplastamiento de la resistencia en la Zona Norte de la Capital (a través de la llamada Operación Limpieza conducida por los coroneles Salvador Lluberes Montás y Enrique Pérez y Pérez con el apoyo gringo). Imbert Barreras estaba ya al frente del llamado Gobierno de Reconstrucción Nacional y avaló ese genocidio. La revolución y su gobierno, presidido por Caamaño luego de la propuesta de Bosch, quedó cercada en un área pequeña de la ciudad (Zona Colonial, Ciudad Nueva, parte de Gazcue, San Carlos, San Miguel, San Antón, Borojol y parte de Villa Francisca). Allí se escenificó un hermoso ensayo de democracia tipo Comuna de París con órganos centrales de dirección, en el que las izquierdas jugaron roles relevantes; experiencia que es preciso rescatar tanto en cuanto a la recreación de una vanguardia unitaria y compartida, como en cuanto a unidad patriótica y poder popular.