Diariamente presenciamos un bombardeo ideológico para convencernos que en El Salvador el derecho constitucional a la libertad de expresión se encuentra en peligro. Es parte de la polémica permanente a la cual se encuentra sometida nuestra sociedad sobre diversos asuntos de la vida política, económica, social, cultural, deportiva, religiosa e internacional.
Es un debate que refleja nítidamente los intereses y la lucha de clases vigente. Es una discusión que involucra al Diario de Hoy y a la Corte Suprema de Justicia. Es un debate impulsado por la derecha empresarial y mediática para arrinconar y derrotar a los sectores populares y progresistas. La papa caliente esta en la sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y pronto saldrá del horno. Los sectores populares debemos de reaccionar y no permitir que la derecha continúe manipulando este tema a su favor.
El Diario de Hoy, que es responsable de centenares sino miles de campañas de odio y difamación, manipula a sus periodistas para presentarlos como víctimas y así ocultar sus intereses ideológicos y empresariales y presentarse como defensor de una sociedad amenazada por “ideas extrañas a la democracia.”No es casual que su abogado defensor sea el diputado democratacristiano Rodolfo Parker, de señales conocidas por su anterior defensa de los militares.
Y es hasta ofensivo que el hijo mayor del propietario de este medio, Fabricio Altamirano, se atreva este día en un artículo titulado La voz de los “sin voz” a invocar la figura de Monseñor Romero, al cual desde su periódico atacaron despiadadamente durante sus tres años como arzobispo para defender sus intereses egoístas. Por respeto deberían de ser más prudentes. Les guste o no les guste Monseñor Romero es el salvadoreño más relevante de nuestra historia.
Desde principios de año la derecha mediática por medio de TCS, LPG, EDH, e incluso ARENA (el principal instrumento político de la derecha) la ANEP (el principal gremio empresarial) y FUSADES (el principal instrumento de formulación teórica del capital contra los trabajadores) etc., tratan de hacernos creer que la justificada demanda de inconstitucionalidad presentada por el Ing. Roberto Bukele ante la CSJ “penaliza la crítica periodística” lo cual es completamente falso.
Lo que se busca es evitar las reformas presentadas al articulo 191 del Código Penal por Rodolfo Parker con el propósito de defender a sus apoderados Enrique Altamirano y Lafitte Fernández, a quienes según Bukele “justo en el momento previo a dicha reforma se decretó ordenes de captura por el Juzgado Quinto de Sentencia por ser procesados los imputados penalmente por la comisión de delitos de difamación, calumnia e injuria.”
Agrega Bukele que “la demanda de inconstitucionalidad se presentó para buscar proteger al ciudadano salvadoreño, del uso indiscriminado de los grandes medios de comunicación, que impunemente difaman y calumnian violando el artículo 2 de la Constitución, que tutela y protege el derecho al honor y la propia imagen de las personas.”
Lo peligroso es que incluso el arzobispo José Luís Escobar Alas y el presidente Mauricio Funes se han sumado a esta campaña de la derecha. En el Día del Periodista ante la mirada de aprobación de los magnates de la prensa, afirmo Funes que “no podemos penalizar la crítica periodística, no podemos penalizar a quienes expresan opinión”.
La clase dominante, oligárquica y antidemocrática por naturaleza, pretende siempre salir al escenario disfrazada como defensora de los intereses del conjunto de la sociedad, ocultando con destreza su clara defensa de intereses minoritarios, que le permiten seguir dominando y aislando a sus enemigos. Es una bruja que se disfraza de Blanca Nieves.
De esto se trata esta campaña publicitaria de la derecha sobre la libertad de expresión, que acompaña a la campaña sobre las candidaturas independientes, y que continua la ya casi olvidada sobre la lectura de la Biblia en las escuelas. Es irónico como los principales violadores históricos de la libertad de expresión en este país hoy se autoproclaman sus abanderados.
Precisamente en la capacidad de las clases dominantes para imponer su visión ideológica y que sus ideas sean aceptadas como “justas y correctas” radica su papel hegemónico, ejercido por siglos y fortalecido en los últimos años. A partir de 1992 los mecanismos de control hegemónico sustituyeron a los antiguos mecanismos de dominación militar. Pero este control no es eterno ni absoluto.
Los sectores populares, oprimidos y desde la cotidianidad de la resistencia, también construyen sus armas ideológicas y en determinado momento enfrentan y logran derrotar a las ideas de las clases dominantes. Ya en 1972, por ejemplo, con la campaña de la UNO, la idea de la necesidad del cambio de régimen político, conquistó los corazones de la población y la dictadura militar se vio obligada a recurrir al fraude electoral. Estaba ya derrotada políticamente aunque sobrevivió muchos años más por medio de la represión y la guerra. Todo esto tiene que ver con la libertad de expresión.
La derecha maneja como discurso ideológico la defensa de la propiedad privada, del libre mercado, de la familia, de las tradiciones, de la republica, de la paz, de la democracia, y últimamente nos confiesan que también son partidarios de la libertad de expresión. No obstante el hecho comprobado que durante sesenta años de dictadura militar encarcelaron, desaparecieron, exilaron y asesinaron a centenares de periodistas. Así como dinamitaron e incendiaron radios y periódicos progresistas. Así como asesinaron a Monseñor Romero y a los padres jesuitas. Esa es la herencia “democrática” de la derecha salvadoreña y de sus medios de comunicación.
La idea de la libertad de expresión que luego se convierte en derecho universal surge del fragor de la lucha de la burguesía contra la nobleza feudal. Formó parte de la aguda lucha ideológica y política contra las visiones oscurantistas de la monarquía y de la iglesia feudal. Fueron las semillas que luego germinaron en las trece colonias en 1776 y en Francia en 1789. Estas ideas llamadas liberales, que comprendían entre otras la libertad de reunión y la libertad de expresión, fueron asumidas por nuestros próceres en la lucha contra el imperio español.
José Matías Delgado en 1924, tres años después de la independencia, hace una colecta popular para comprar una imprenta en Guatemala, de la cual en ese mismo año surgió nuestro primer periódico, radical y avanzado, el Semanario Político Mercantil, bajo la dirección de su camarada José Miguel Castro. Fue un órgano de combate liberal contra la reacción conservadora, combativo como un siglo después lo sería ya desde una visión marxista en muchas de sus épocas, Opinión Estudiantil, de la AGEUS. Y como lo sería durante la guerra civil, la legendaria Radio Venceremos.
No podemos subirnos al carro ideológico de las clases dominantes sino que debemos discernir donde se encuentran los intereses de los sectores populares, por lo que debemos de apoyar activamente este esfuerzo del Ing. Bukele por garantizar que los dueños de los medios no pasen por encima de nuestro ordenamiento legal. Ojala que la sala de la constitucional de la CSJ no ceda a las presiones y nos depare otra grata sorpresa para el avance democrático. De todos modos estaremos a la expectativa. Cui prodest? Nos beneficiará a los sectores populares.
Roberto Pineda, docente de la Universidad de El Salvador
San salvador, 12 de agosto de 2010