Hace 18 años
Lunes, 19 de Noviembre de 2007 / 09:12 h
Dagoberto Gutiérrez
Tras largos meses de intensa, complicada y confrontada preparación, la madrugada del 11 de noviembre de 1989, dio a luz al acontecimiento político más importante de la historia de nuestro país: La ofensiva de 1989.
Veinte años de guerra habían transcurrido y el pueblo organizado y conducido por el FMLN había construido 5 ejércitos, ideológica y políticamente diferentes, pero dueños de capacidad militar innegable y, sobre todo, constructores de una alianza política segura, estable y exitosa: El FMLN.
El ejercito Gubernamental no pudo impedir, con sus inmensos recursos, el avituallamiento, las concentraciones de tropas, los movimientos de fuerzas, la logística militar y la puesta en posición de todos los recursos necesarios.
La ofensiva no fue secreta pero fue, una pública conspiración que sorprendió y desbordó al ejército sin llegar a derrotarlo.
Ninguna guerrilla en el continente ha realizado, hasta ahora, una ofensiva de esta envergadura ni ha cercado militarmente la capital de su país como lo hizo el pueblo Salvadoreño en 1989.
El asesinato de los sacerdotes jesuitas y sus empleadas fue fruto de la desesperación, que como mala consejera, mato la inteligencia pensando, equivocadamente, que estaba degollando el cerebro de la guerrilla.
En la medida que el FMLN no perdió la guerra la ganó y en la medida que el ejercito gubernamental no gano la guerra la perdió, este resultado no es un empate y tampoco un desenlace por que todo el proceso político prosiguió con diferentes actores y con ausencia de sujetos.
Los acuerdos políticos, que pusieron fin a la guerra políticamente, fueron eso únicamente, y abrieron las puertas al periodo de post-guerra.
El salvador vive dentro de esa post-guerra que continua marcando los pasos al proceso y, cuando muere el FMLN nace el partido con el mismo nombre pero sin que sea ni una alianza ni una unidad pero si, una institución de derecho público y partido de oposición ARENA.
Lo mas importante aunque no visible, se da en el aparato de estado por que la guerra aceleró el cambio de Clase Gobernante, el ejercito, que venia siendo tal desde 1932, fue sustituida por una clase gobernante tecnócrata, también aceleró el cambio de Clase Dominante, que pasa de la oligarquía cafetalera, a la oligarquía financiera., es decir, que la guerra produjo una desestructuración del régimen político sin llegar a cambiarlo y esto quiere decir, en buenas cuentas, que hubo cambio de reglas, algunas reglas lo que es muy importante; pero no hubo cambio de juego que siguió siendo el mismo y, siendo así las cosas, el periodo que empezó a llamarse paz ha sido el de mayor confrontación, el de mas alta lucha de clases, de mas fuerte confrontación de las riquezas en pocas manos y de aumento de la pobreza en tantos estómagos, de mayor armamentización social, de mas alto nivel de muertes, de abuso de poder y de ilegalidad y, todo esto resulta ser tan restallante y quemante que el régimen, fortalecido por los acuerdos de paz, y por el fin de la exclusión política de la izquierda partidaria en la administración de la cosa publica, ha llegado, después de dieciocho años de un poder ilimitado, al momento actual de incertidumbre y miedos para los de arriba y de esperanza sabia para los de abajo.
La nueva clase dominante hizo de el FMLN un partido de gobierno y de sus dirigentes funcionario públicos, también impulsó exitosamente una política neoliberal, desmembró al estado y lo hizo una especie de empresa privada, le anulo su sentido publico, aprobó el andamiaje legal necesario, dolarizó la economía y prácticamente anexo el país a Los Estados Unidos convirtiendo, a cada Salvadoreño y Salvadoreña en un emigrante, real o potencial. Todo esto y más ha funcionado como parte de la paz y también como parte de una democracia limitada y electoral.
La ofensiva de 1989 demostró que no era posible una solución militar y dejó claro, para los Estados Unidos, que a menos que invadiera el territorio, tendría que negociarse políticamente, La Casa Blanca asumió este mensaje y la oligarquía de El Salvador tuvo que aceptarla a regañadientes.
Nunca antes en nuestra historia ha existido ni negociación, ni consenso, este último es el elemento mas extraño al régimen que siempre ha estado controlado por una clase dominante que no ha sido clase dirigente.
El factor fundamental, durante la post-guerra ha sido el movimiento social que convertido en movimiento popular, ha quebrado el duro cascarón ideológico que le impuso, durante dieciocho años, una calidad de votante, de objeto y de participante en política, Pero nunca de hacedor de política que es el oficio vital, como el oxígeno, al que se dedica el pueblo en estos momentos de Crisis Política del Régimen.