Jacobo Hurwitz: semblanza de un revolucionario latinoamericano

JacoboHurwitz: semblanza de un revolucionario latinoamericano
Daniel Kersffeld1

[inset image=“images/stories/pacarina/0028.jpg” imgwidth=“300” side=“left” title=”“ width=“300”][/inset]Nacido en Lima, el 24 de enero de 1901, Jacobo Hurwitz fue el penúltimo hijo (de un total de once) de una pareja de judíos inmigrantes de origen alemán que se conoció y casó en la capital peruana. Su padre, además de haber sido masón, participó en la Guerra de Secesión norteamericana en el bando perteneciente a los estados norteños de la Unión y, una vez establecido en Perú, a mediados de la década del ’70 del siglo XIX, se convirtió en dirigente de la comunidad judía local, contribuyendo a la creación de la Sociedad de Beneficencia Israelita y del cementerio comunitario de Lima. Durante esta época, su principal ocupación económica estuvo dada por la adquisición y venta de semillas.

Una vez terminados sus estudios secundarios, y después de un breve pasaje por las carreras de abogacía y de economía, en 1918 Jacobo Hurwitz ingresó en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, siguiendo así sus iniciales inquietudes literarias y, fundamentalmente, su gusto por la poesía. Sería también en el ámbito universitario donde se produciría su paulatino acercamiento a la política. Así, y en medio del contexto producido por el movimiento de la Reforma Universitaria, fue elegido como uno de los representantes de los alumnos de primer año de su Facultad. En 1919, al convocarse a elecciones para ocupar nuevos cargos en la Federación de Estudiantes de Perú, renunció a su candidatura para cederle el espacio a otro alumno, Víctor Raúl Haya de la Torre, futuro fundador del APRA y con quien para entonces tenía una directa relación política. Paralelamente, y por medio de los debates producidos con los estudiantes y los obreros en torno a cuestiones clave como la ley del divorcio y el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas, continuaría con su formación ideológica, rompiendo con su anterior educación religiosa judaica para ir acercándose progresivamente al pensamiento marxista.

Para 1920, inmerso ya en la actividad literaria, Jacobo Hurwitz participaría en la creación de la Universidad Popular González Prada, siendo uno de sus profesores y conociendo poco después a quien se convertiría en uno de sus mayores inspiradores, el dirigente y teórico comunista José Carlos Mariátegui. Participaría luego en las violentas movilizaciones de 1923 en las que se rechazó la consagración de Perú al Corazón de Jesús, y al siguiente año, al ser detenido por el gobierno de Augusto Leguía, sufriría la primera deportación de las tantas por las que atravesaría en su vida, a apenas una semana de poder graduarse como profesor de literatura en la Universidad. No sería el único en ser expulsado: junto con él, también se dispersó por los países de la región el principal núcleo estudiantil del reformismo peruano, como fueron los casos del propio Haya de la Torre, Oscar Herrera, Manuel Seoane, Luis F. Bustamente, Nicolás Pavletich, Nicolás Terreros y Luis Heysen, entre otros. Sin embargo, y poco antes de su salida de Perú en julio de 1924, tendría al menos el consuelo de ver publicada su única obra, el poemario De la fuente del silencio (texto que, al decir de José C. Mariátegui, era “incipiente” aunque demostraba “algunas emociones originales y sutiles”).

Luego de una breve estancia en Panamá arribó a Cuba, y gracias a la información suministrada previamente por un conocido, pudo alojarse en la casa de Julio A. Mella, a quien a partir de entonces lo uniría una estrecha amistad. Al cabo de un tiempo, y por mediación de los dirigentes del Partido Comunista Cubano, consiguió empleo como administrador de una hacienda azucarera, propiedad de una empresa estadounidense, cumpliendo así también funciones de espionaje. Hacia fines de 1925 se convirtió en uno de los más destacados miembros del Comité Pro Libertad de Julio A. Mella, constituido en rechazo al injusto encarcelamiento padecido por el joven comunista cubano. Paralelamente, colaboraba también con algunas publicaciones de la época como Venezuela Libre y América Libre, redactadas por profesionales y estudiantes cubanos y por los núcleos de exiliados venezolanos y peruanos momentáneamente instalados en la Isla. En rechazo a la política cada vez más represiva del presidente Gerardo Machado y Morales, fue uno de los firmantes del manifiesto “Nuestra Protesta”, impulsado por el grupo de intelectuales vinculado directamente con el Partido Comunista y dado a conocer públicamente a fines de marzo de 1927.

A causa de su creciente actividad política y de su identificación por parte del gobierno cubano, debió exiliarse nuevamente, llegando a México hacia abril de 1927. En este último país no tardó en vincularse a otros militantes de origen peruano también allí exiliados, como Esteban Pavletich y Nicolás Terreros, constituyendo con ellos una célula aprista y firmando el así denominado “Plan de México” por la liberación de Perú y el derrocamiento de la dictadura de Leguía. Sin embargo, y para mediados de ese mismo año, su creciente cercanía con el comunismo, y particularmente su relación con hombres como Mella y los venezolanos Gustavo Machado y Salvador de la Plaza (todos ellos también como él exiliados en México), lo llevaría a romper con el APRA. Su acusación pública de que Haya de la Torre estaba provocando el divisionismo en las filas del movimiento antiimperialista latinoamericano probablemente estuvo motivada en la decisión de este dirigente de no acompañar la declaración final de sus pares comunistas en el Congreso Antiimperialista de Bruselas de febrero de 1927. Por otra parte, las repercusiones de su ingreso al comunismo fueron amplias, como puede observarse en la polémica desarrollada por esta misma época a través de las páginas de la revista aprista cubana Atuei.

Poco después de su ruptura con el APRA Jacobo Hurwitz sería designado como secretario general del Comité Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC), organizado en México por la dirección continental de la Liga Antiimperialista de las Américas, con apoyo directo de la Comintern. Su finalidad era la de asegurar suministros médicos y pertrechos militares al ejército comandado por Augusto C. Sandino en aquel país centroamericano. En 1928 cumplió distintas misiones encargadas por la Comintern, llegando a participar en el movimiento inquilinario de Panamá, por lo que pronto fue expulsado por el gobierno de este país. Al siguiente año, sus responsabilidades en la estructura comunista aumentaron cuando fue designado primero como miembro del Comité de Organización del Socorro Rojo Internacional en México y, luego, como secretario del Buró del Caribe dentro de la misma entidad, motivo por el cual debió viajar a su sede central, en Nueva York, bajo el seudónimo de “Agustín Gutiérrez Elizalde”. Al mismo tiempo que se dedicaba a la enseñanza de idiomas, dado además su buen conocimiento de la lengua alemana, cumpliría también diversas tareas en la dirección de la Liga Antiimperialista de las Américas y se desempeñaría como uno de los principales animadores de su órgano propagandístico, El Libertador. Por otro lado, sería también por esta misma época cuando formalizó su relación con la que se convertiría en su pareja de toda la vida, la fotógrafa y maestra Marsha (o María) Oynick, quien junto con sus padres, dirigentes bundistas polacos, había inmigrado a México en 1926.

Conmocionado como muchos de sus compañeros de militancia con el asesinato en México del conocido líder comunista cubano en enero de 1929, formó parte como titular del Socorro Rojo Internacional del “Comité Julio A. Mella”, organizado con la finalidad de realizar una investigación paralela a la policial para hallar respuestas frente a este crimen, mientras que paralelamente se desempeñaba como uno de los animadores centrales de los distintos actos de repudio convocados por el Partido Comunista Mexicano. Posteriormente, fue también uno de los principales impulsores de Mella, el boletín del Secretariado del Socorro Rojo Internacional para México, América Central y El Caribe, en el que también colaboraban Tina Modotti y Diego Rivera. Su ímpetu revolucionario se profundizó todavía más cuando en julio de 1929 acudió como representante de la sección mexicana de la Liga Antiimperialista y como secretario del MAFUENIC al congreso antiimperialista celebrado en la ciudad alemana de Frankfurt.

En enero de 1930, y por encargo del PCM, cumplió diversos trabajos en El Salvador, participando además en los preparativos para el congreso constituyente del Partido Comunista de ese país, y en los de la insurrección campesina que finalmente estallaría dos años más tarde. Una vez de regreso a México, un atentado fallido en contra del presidente Emilio Portes Gil desencadenaría una ola represiva en contra del movimiento comunista que lo llevaría a la clandestinidad, momento en el que también aprovecharía para intercambiar su pasaporte con el del dirigente italiano Vittorio Vidali para posibilitar la salida de éste rumbo a Europa junto a un grupo de compañeros expulsados del país.

En julio de 1932, Jacobo Hurwitz fue finalmente detenido y recluido en la prisión de las Islas Marías junto a otros destacados dirigentes e intelectuales comunistas como José Revueltas (a quien probablemente informaría sobre las nuevas ideas políticas de José Carlos Mariátegui), Miguel Ángel Velazco y Rosendo Gómez Lorenzo. Durante este período de encarcelamiento, extendido hasta fines de ese mismo año, su actividad dentro del penal sería la de escribiente. La presión internacional impidió su traslado forzoso a Perú, en donde el gobierno había dado orden de revisar a todos aquellos barcos que llegaran a sus costas para evitar de ese modo su ingreso clandestino al país. A causa de la vigilancia a la que fue sometido a su salida de la prisión, fue recién a fines de los años ’30 cuando decidió volver a su patria, nuevamente bajo el alias de “Agustín Gutiérrez Elizalde”, que ya había utilizado anteriormente. En su travesía de retorno a Perú recorrió toda Centroamérica, Colombia y Ecuador, cumpliendo además distintas funciones para el movimiento comunista. Una vez llegado a Lima, continuó viaje rumbo a Chile para finalmente volver a Perú en 1941. Al siguiente año, una nueva expulsión dictada por el presidente Manuel Prado lo llevaría a solicitar asilo en México, país en el que nacerían sus dos hijos.

Recién en 1957 Jacobo Hurwitz pudo retornar a Perú, involucrándose nuevamente en la actividad política local. A su llegada, su primera actividad en Lima fue el cultivo y venta de rosas para florerías, hasta que finalmente, y por un breve tiempo, pudo volver a hacer funcionar una librería que había fundado en su anterior estancia en Perú, a principios de la década del ’40. Posteriormente, se dedicaría a trabajar como intermediario para una imprenta. Debido a las condiciones políticas imperantes en el país, hacia 1961 fue enviado a prisión, cumpliendo una condena de tres meses hasta que por su condición de intelectual, y dadas sus deficientes condiciones de salud, fue enviado al hospital de la policía, en donde estuvo recluido un mes más. A continuación, y mientras se desempeñaba como corresponsal de la agencia soviética TASS en Lima, contribuyó a la formación del Movimiento Peruano por la Paz, organismo que presidiría en la siguiente década y en representación de la cual viajaría en 1969 al Congreso Mundial por la Paz celebrado en Nueva Delhi, India. Aprovecharía además esta oportunidad para seguir viaje a China y a la Unión Soviética, país éste último al que había consagrado su propia militancia sin nunca haberlo conocido. Jacobo Hurwitz continuó activo en el comunismo peruano hasta que el 3 de marzo de 1973 un accidente automovilístico tronchó su vida militante.

Bibliografía:

Alvarado, Lourdes y Renata Marsiske 1999 Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina (México: UNAM/Plaza y Valdés).

Jaifets, Lazar, Víctor Jaifets y Peter Huber 2004 La Internacional Comunista y América Latina, 1919-1943. Diccionario Biográfico (Moscú: Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias/Ginebra: Institut pour l´Histoire du Communisme).

Kersffeld, Daniel 2008 La recepción del marxismo en América Latina y su influencia en las ideas de integración continental (México: UNAM). Tesis de doctorado inédita.

LEA “Jacobo Hurwitz. Militante comunista desde antes que José Carlos fundara el Partido” en Revista Unidad (Lima) 21 de enero de 1971, página 9.

Mac Gregor Campuzano Javier 2002 “Comunistas en las Islas Marías, Julio-Diciembre de 1932” en Signos Históricos (Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa) N° 8, Julio-Diciembre.

Mariátegui, José C. 2006 Literatura y estética (Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho).

Entrevista con Anita Schwartzman, hija de Jacobo Hurwitz (Ciudad de México: 15 de octubre de 2007).

[1] Dr. en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Actualmente en una estancia posdoctoral en el Centro de Estudios Teóricos y Multidisciplinarios en Ciencias Sociales (UNAM). Fuente: Pacarina del Sur – http://www.pacarinadelsur.com/home/figuras-e-ideas/50-jacobohurwitz-semblanza-de-un-revolucionario-latinoamericano – Prohibida su reproducción sin citar el origen.

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