La crisis y los nuevos escenarios
Ángel Guerra Cabrera
ALAI AMLATINA, 23/10/2008, México DF.- La crisis financiera ha hecho
resaltar la inminente amenaza para la vida que entraña el capitalismo y
lo imperioso de suplantarlo por un sistema económico y social que ponga
en primer plano a los seres humanos y no a la ganancia. Se está
perdiendo el miedo a plantearse el socialismo como única alternativa
civilizatoria altruista y razonable. Sin embargo, no existe consenso
respecto a la profundidad, duración y efectos en la economía real de la
debacle de Wall Street aunque es evidente que la elite opulenta de
Estados Unidos, su principal responsable, y de los demás países
capitalistas desarrollados hará recaer su enorme costo social en sus
propias poblaciones y en especial sobre las mayorías del planeta y los
países más empobrecidos y vulnerables.
Por lo pronto, se perfilan claramente varios de los escenarios derivados
de ella: se hundió definitivamente el orden económico capitaneado por
Estados Unidos implantado en Bretton Woods; caducaron los dogmas
neoliberales del mercado como fórmula mágica correctora de trastornos y
la satanización de la intervención del Estado en la economía que, contra
lo proclamado, nunca se dejó de practicar cuando convenía a los
magnates; se acabó la hegemonía financiera mundial de Washington y la
que en general conservaba antes de la fracasada ocupación de Afganistán
e Irak aunque todavía no existe ninguna potencia capaz de disputarle en
solitario su primacía en declive; se acentúa la tendencia a la
multipolaridad en el juego de poder mundial y al surgimiento de nuevas
agrupaciones económicas y alianzas geopolíticas regionales; surge un
cuadro más favorable a la concertación y cooperación entre los países
del Tercer Mundo y entre estos y otros dispuestos a practicarlas; el
creciente proceso de protagonismo popular en América Latina y el Caribe
y los cambios políticos y sociales que ha generado alista a sus pueblos
como nunca antes para acelerar su integración sobre bases de
solidaridad, cooperación y complementación; recobra vigencia inusitada
la genial crítica de Marx al capitalismo y abre un cauce fértil al
desarrollo del pensamiento cuestionador y revolucionario; surge la
expectativa de un eventual intento de salida a la crisis por la
ultraderecha, que podría comenzar a despejarse según el resultado de la
elección presidencial en Estados Unidos. De ganar McCain cabría presumir
la tentación de continuar la política exterior fascista de Bush y de
seguir un curso más antidemocrático y represivo aún que el de este en el
frente interno. Aunque no sea su propósito, el rescate bipartidista de
los banqueros apunta en esa dirección pues comporta una expropiación
escandalosa de riqueza a gran parte de la población.
Mientras tanto, los gobiernos del G7 intentan un “nuevo” Bretton Woods,
equivalente a una reedición del acuerdo de la elite política y económica
mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial para, otra vez, mantener
la subordinación económica y política de la gran mayoría de la humanidad
y, de paso, socializar las pérdidas y privatizar las ganancias
provocadas por la crisis actual. La única diferencia es que en esta
versión Europa aspira a que Washington se resigne a aceptar un descenso
en su jerarquía, acorde con su postración económica y devaluación del
dólar, descalabros militares y menguado prestigio.
Otro Bretton Woods no se corresponde con la configuración geopolítica
actual del mundo, sustanciada por la pujanza de China, Rusia e India, la
emergencia de Unasur y el peso de los países poseedores de energéticos.
En todo caso, es inaceptable por los pueblos, gobiernos y regiones que
aspiran a hacer valer su independencia, quienes tienen en la crisis una
gran oportunidad para pelear por un nuevo orden económico, político,
social, cultural y medioambiental justo y decidido democráticamente,
acaso haciendo que cobre sentido por fin la Asamblea General de la ONU.
La nueva victoria del movimiento popular boliviano con la convocatoria
por Evo Morales al referendo sobre la nueva Constitución, la reciente
aprobación de la de Ecuador, el previsible triunfo bolivariano en las
elecciones de noviembre, el ejemplo de Cuba y la luchas indígenas y
populares por la soberanía y emancipación, como ahora en Colombia,
marcan la pauta democrática que debe exigirse en la solución a la crisis.