Hacia 1954 se fundó Acción Católica, una organización de alcance mundial con la que la iglesia se proponía instruir a jóvenes obreros, campesinos y estudiantes. Se trataba de que los muchachos, de la mano de los sacerdotes, analizaran las condiciones de trabajo y de vida en sus respectivos países, y trataran de mejorarlas desde la perspectiva cristiana.
Todo eso dentro del pensamiento conservador que imperaba entonces en el catolicismo. Así, de Acción Católica surgieron muchos líderes, entre ellos los fundadores de los partidos demócratas cristianos, como ocurrió en El Salvador. Pero en 1962 el papa Juan XXIII convocó el Segundo Concilio Vaticano, y le imprimió un giro progresista a la doctrina social de la iglesia.
En 1963, Fabio Castillo Figueroa impulsó en nuestro país una Reforma Universitaria que, entre otras cosas, generalizó el estudio del marxismo entre los estudiantes. La combinación entre la nueva doctrina social de la iglesia y el marxismo, sobre la base de una realidad nacional signada por el régimen militar, generó un profundo cambio ideológico en ACUS, que era el segmento universitario Acción Católica.
En 1964 llegaron al país, como asesores de Acción Católica, los belgas Esteban Alliet y Jan De Planck, curas “de la nueva ola” que no usaban sotanas. En su tesis de doctorado en filosofía, de la Universidad de Nueva York, Joaquín Chávez afirma que esos sacerdotes, en su enfoque de la doctrina social católica, “planteaba un rechazo parcial del capitalismo porque este generaba privilegios para unos, y hambre y miseria para otros”.
Tres años después, en 1967, otro sacerdote de Acción Católica, Ramón Vega, fundó en la universidad el Centro de Estudios Sociales y Promoción Popular (CESPROP), dirigido por estudiantes socialcristianos de ACUS. El CESPROP se proponía alfabetizar a los pobladores de las zonas más pobres de la ciudad y del campo, y al mismo tiempo promover entre ellos la conciencia social.
Esa labor sería realizada por un voluntariado estudiantil. Escribe Joaquín Chávez: “CESPROP entrenó a los campesinos en temas de reforma agraria, sindicalización y salario mínimo, que se consideraban tabú por parte de las autoridades (…) Rubén Zamora, Lil Milagro Ramírez y otros jóvenes socialcristianos llevaron a cabo la educación popular entre comunidades campesinas”. Y agrega:
“Zamora recordó que el contenido de los folletos que elaboraban y repartían reflejaba su ideología política ecléctica, que mezclaba socialcristianismo, marxismo y maoísmo. Haciéndose eco de Mao, Zamora y sus compañeros consideraban que la realización de una revolución socialista requería ‘la reeducación de los campesinos’, una tarea de primordial importancia para los intelectuales revolucionarios”.
Abraham Rodríguez, uno de los pioneros de Acción Católica en El Salvador, cofundador del Partido Demócrata Cristiano y candidato presidencial en las elecciones de 1967, contó a Joaquín Chávez que “dos activistas socialcristianos, Alejandro Rivas Mira y Rafael Arce Zablah, lloraron en su casa cuando les habló sobre las tácticas brutales de la Guardia Nacional y ORDEN contra los campesinos”.
En esa reunión, según el relato: “Rivas Mira dijo claramente a Abraham Rodríguez que la única alternativa para la izquierda y los socialcristianos era a tomar las armas contra la dictadura”.
Ese mismo año de 1967, según Chávez, Alliet también discutió con los universitarios sobre “el uso de la violencia como último recurso para luchar contra la tiranía, de acuerdo con la encíclica del papa Pablo VI. Sin embargo, Alliet agregó que, decidido el uso de la violencia, debe practicarse en una forma precisa, planificada y decisiva”.
Cuatro años después, en 1971, Alejandro Rivas Mira, Lil Milagro Ramírez y un grupo de esos estudiantes socialcristianos secuestran y asesinan al empresario Ernesto Regalado Dueñas, y fundan el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).