La resistencia de los Macabeos frente a la globalizacin del imperio

Jess de Nazaret recibi de su pueblo una herencia muy rica de tradiciones patriticas y revolucionarias, incluyendo la caminata por la vida de Abraham, la gesta antiimperialista de Moiss y la liberacin de Egipto; la lucha contra la opresin del Baal de los reyes cananeos; la denuncia proftica de Isaas y Jeremas, la protesta social de Miqueas y Ams, y mucho ms cercana, las acciones de resistencia del Movimiento de los Macabeos.
 
El Movimiento de los Macabeos, del ao 170 al 130 antes de Cristo, le hizo frente a una situacin muy compleja: lucharon contra una potencia que avanzaba aplastando todo lo que se pusiera en su camino, y que contaba con muchos recursos, podero militar, y se perfilaba como la nica superpotencia de esa poca. Y como hoy lo hacen los Estados Unidos, impona su globalizacin por medio de la espada.
 
Era la poca de Alejandro Magno, de origen macedonio, quien avanzaba triunfante y haba ya derrotado a Daro, rey de los persas. Nos describe el autor de Macabeos que cuando el mundo se quedo callado y sometido a su poder, se puso muy orgulloso.
 
Alejandro magno muri muy joven, a los treinta aos, y antes de morir reparti el imperio entre sus generales. Palestina quedo bajo el dominio de los Tolomeos, que respetaron sus tradiciones religiosas. Pero otro general, Antoco Bush Epfanes, se apoder de Egipto y ambicion controlar a  Palestina. Quera controlar el mundo.
 
Antoco Bush Epfanes fue un cruel invasor. Subi a Jerusaln con un poderoso ejrcito. Entr con insolencia en el altar y se llev el altar de oro, el candelabro de la luz, la mesa de los panes ofrecidos, los vasos, las copas, los incensarios de oro. Le renda culto al dlar, el abominable idolo de los invasores.
 
Antoco Bush Epfanes pretendi humillar la dignidad del pueblo iraqu, perdn, del pueblo de Israel. Se atrevi a publicar un decreto desde Washington ordenando que todos los pueblos de su imperio deban abandonar sus costumbres particulares y adoptar las del invasor.
Haba que asimilarse, humillarse, arrodillarse, venderse, traicionar y algunos lo hicieron sonrientes y agradecidos de la bondad imperial. Era su oportunidad de servir en la casa del amo.
 
 Pero muchos permanecieron firmes. Y entre estos sobresali el sacerdote Matatas y su familia. Matatas y su familia levant la bandera de la resistencia y la oracin de la protesta. No capitularon. No fueron doblegados. Se mantuvieron firmes.
 
Y una vez que los sirvientes imperiales llegaron a Modn, done se haba ido Matatas a vivir, para exigirle obediencia: ven pues tu el primero a cumplir la orden del rey este les dio una leccin de dignidad. Rehus hacerlo. Y cuando vio que un judo se  acerc a ofrecer incienso ante al altar del idolo imperial, su celo se incendi, y se dejo llevar por su justa indignacin. Se abalanz sobre l y lo degoll sobre el altar y tambin mat al delegado del rey. Desobedeci las ordenes del amo imperial.
 
Luego Matatas se alz con el siguiente grito de guerra: El que tenga celo por la Ley y sea partidario de la Alianza, que me siga. Y se fueron a los cerros, y luego marcharon al desierto. Eran hombres que buscaban la justicia. Este grupo inicial fue capturado y asesinado por las tropas del rey aprovechndose que no podan defenderse el da sbado. Matatas al saberlo, celebr duelo y reflexionaron que haba que combatir todos los das.
 
A Matatas se les unieron tambin todos aquellos que huan de la opresin y con esto se fueron fortaleciendo. Libraron muchas batallas contra el poder del imperio y su ejemplo fue seguido por muchos pueblos. Matatas, luchador antiimperialista y padre de una familia de combatientes por la liberacin nos dej un importante testamento poltico y religioso ante de morir.
 
Nos dijo con mucha sabidura: Ahora mandan los insolentes y los violentos; es un tiempo de crisis en que Dios descarga su enojo. Por eso, hijos mos, tengan celo por la Ley y arriesguen su vida para defender la Alianza de nuestros padres. Acuerdense de las hazaas que nuestros padres cumplieron en su tiempo, y alcancen tambin ustedes gloria y fama imperecederas.
 
Esta es la herencia que recibi Jess de Nazaret y es la herencia que recibimos nosotros y nosotras, cristianos latinoamericanos, luchadores y luchadoras sociales, seguidores del rebelde palestino que en la Intifada desafi al imperio de Washington, fue crucificado en Irak y resucit al tercer da en Cuba y nos acompaa en nuestras luchas por la paz y la justicia. Amn.
 
Rev. Roberto Pineda
 
San Salvador, 2 de octubre de 2004
 
 

Dejar una respuesta