“Las acciones militares eran hermanas gemelas de la negociación”
Leonel Herrera
Redacción Diario Co Latino
Mientras un pequeño ejército de cien guerrilleros de las FAL esperaba la entrada de la noche en un cafetal de las faldas del volcán de San Salvador para atacar el Centro Penal de Mariona, en México los miembros de la Comisión Político-Diplomática del FMLN se apresuraban a presentar una nueva propuesta de negociación que buscaba terminar con el conflicto armado.
Ambos acontecimientos se realizaban el mismo día y obedecían a una misma lógica.
Gabriel Hernández, entonces Capitán Will, era uno de los que dirigían la “Operación Feria”, con la que se liberarían 36 presos políticos y más de 200 reos comunes, aquella noche del 17 de junio de 1991.
Will relata que la acción había sido planificada de manera perfecta: La coordinación entre las fuerzas urbanas y las milicias rurales, las bases locales y los informantes; las exploraciones del terreno proporcionaron un conocimiento exacto de las posiciones enemigas, y la preparación al interior del penal resultó mejor de lo imaginado.
Américo Araujo, conocido en esa época como Comandante Hugo, desde su puesto de mando en Managua, estaba al tanto de todas las acciones en los frentes de guerra y en los procesos de negociación.
La población civil era la que más anhelaba los acuerdos que pusieran fin al conflicto armado, tal como lo expresan estos campesinos de Guazapa.
Hugo trae a cuenta los sucesos de ese 17 de junio en Querétaro, México, donde se reanudaban las conversaciones de paz: “La nueva propuesta de negociación se la habíamos entregado al Secretario General de la ONU, quien la presentó como suya para evitar el rechazo del Gobierno”. La propuesta incluía una metodología que simplificaba la agenda en cuatro temas de negociación que serían abordados en mesas separadas.
Los aspectos a discutir en pequeños grupos eran: Las reformas constitucionales, la depuración de las fuerzas armadas gubernamentales, los términos del cese al fuego y las condiciones de la reinserción. “Esto cambiaría la negociación en la que el Gobierno presionaba por un cese al fuego por parte nuestra, sin cumplir por su parte con nada de lo pactado en las rondas anteriores”, sostiene Américo Araujo.
“Las acciones militares eran hermanas gemelas de la negociación, porque no podíamos tener fuerza en las conversaciones de paz si no teníamos fortaleza militar; por tanto, hechos como el ataque a Mariona se convirtieron en argumentos a nuestro favor, en la búsqueda de una salida política al conflicto armado”, sostiene Dagoberto Gutiérrez, entonces miembro del equipo negociador del FMLN.
Meses antes, el Gobierno había realizado una de las más feroces campañas contrainsurgentes en ocho de los departamentos del país con mayor presencia guerrillera, al tiempo que llegaba a la ronda de negociaciones, efectuada en Venezuela, con una posición inflexible sobre los temas esenciales para alcanzar los Acuerdos de Paz.
Las acciones de exterminio de esos días, impulsadas por el ejército gubernamental, incluyeron ataques con todos los batallones especializados en contrainsurgencia, elementos de aviación y todos los recursos que tenían a su disposición las fuerzas armadas oficiales.
Américo Araujo recuerda que el Gobierno aún creía en la posibilidad de derrotar militarmente a la guerrilla sin tener que ceder en las conversaciones sobre el cese al fuego, a pesar de la demostración de imbatibilidad mostrada por el FMLN con la ofensiva militar de noviembre de 1989.
“En esos días ellos endurecieron las posiciones que mantenían en el proceso de diálogo, por lo que fue necesario para nosotros iniciar una serie de operaciones militares que impactaran en la mesa de negociación”.
“El uso de misiles tierra-aire, los ataques a grandes fortificaciones enemigas e incursiones a zonas urbanas que servían de retaguardia al enemigo, le dieron un rumbo diferente al curso de la guerra”, comenta Rafael Benavides, el otrora Comandante Ramón Suárez.
“Es en este contexto de demostración de nuestra fuerza, cuando se planificó la “Operación Feria”. El plan, establecido con meses de anterioridad, fue presentado por Luis Merino, Comandante Ramiro Vázquez, a los jefes de pelotones, escuadras y grupos de fuerzas especiales, que llegaríamos a aniquilar posiciones del enemigo en su mera retaguardia y a liberar a nuestros compañeros del reclusorio de máxima seguridad”, relata Gabriel Hernández.
Dagoberto Gutiérrrez considera que el ataque a Mariona, junto al resto de operaciones guerrilleras que golpearon fuertemente al ejército gubernamental, puso a las fuerzas insurgentes en un equilibrio táctico con el Gobierno, pero con un desequilibrio estratégico para las fuerzas oficiales.
Este desequilibrio sólo podía resolverse con una invasión militar de los Estados Unidos o con una guerra prolongada, que saldría demasiado cara.