“Los rafagazos me hicieron recordar al “Drácula” (Operación Feria, Julio de 1985) II

“Los rafagazos me hicieron recordar al “Drácula”

Leonel Herrera
Redacción Diario Co Latino

Un cuarto de hora después del asalto, el ejército guerrillero, ahora acompañado por los 36 combatientes liberados más los prisioneros comunes que decidieron incorporarse a las filas revolucionarias, emprendía la retirada a las zonas de influencia cerca de Nejapa, para la marcha posterior hacia la retaguardia del Frente Central “Modesto Ramírez”, en Guazapa.
Sólo Leo y Henry no pudieron regresar. El primero fue alcanzado por un proyectil, cuando su grupo aniquilaba las posiciones más fuertes del enemigo, ubicadas en el sector oriente del penal. El segundo fue fatalmente herido, al atacar por el costado sur del reclusorio. Will, impotente, lo vio morir en el puesto de mando.
“Fue una de las acciones guerrilleras más limpias, no sólo por el escaso número de bajas, sino por la forma en que fue planificada y, sobre todo, por sus objetivos claros de estrategia política”, comenta Dagoberto Gutiérrez, entonces en México, iniciando una nueva ronda de negociación de cese al fuego.
La última “socazón” de Will fue cuando uno de los buses, lleno de combatientes, pasó frente a la entrada de la cárcel. “Las luces estaban apagadas, entonces pensé que nos habían detectado y nos esperaban, pero al pasar pude ver a unos soldados confiados, con su fusil colgado y sin postura de defensa”.
Cuando dio la orden de atacar, Will no pudo evitar el recuerdo del “Drácula”, aquel heroico compañero de tantas acciones militares, ya ausente. “Recordé cómo atacaba las unidades aéreas y las fortificaciones enemigas arriesgando todo, así como sus gestos de alegría incontenible cuando se aproximaban los combates más peligrosos. Deseé que estuviera allí. Los rafagazos hacia los garitones y casamatas me hicieron pensar en el derribo de helicópteros con disparos de fusil, que sólo el “Drácula” pudo hacer, y cuando desafió una lluvia de disparos para levantarse de la trinchera y meter, desde varios metros de distancia, una granada por el hueco de un garitón. Eso nos permitió avanzar”.
La columna marchaba lentamente por los montes, entre la carretera y la quebrada del costado oriente de Mariona. “Caminamos primero rumbo al volcán de San Salvador para confundir al enemigo, luego por quebradas y hojarascas para hacer imposible una persecución. Fue así que mientras el ejército gubernamental bombardeaba y metía miles de soldados a la zona del Volcán, nosotros tomábamos café y comíamos semita, ya lejos de la retaguardia enemiga”, relata Ramón Suárez, ya al frente de la misión y más tarde en una de las mesas de negociación en Querétaro.
No sólo en Guazapa y San Salvador se esperaba la confirmación del éxito de la “Operación Feria”, sino especialmente en la Comandancia General, en Nicaragua y en la Comisión Político-Diplomática del FMLN en México. “Nos causó mucha tristeza y preocupación el momento en que perdimos la comunicación directa con la coordinación en el terreno de combate”, recuerda Hugo, quien se instaló en Managua después de varios años dirigir las fuerzas de Guazapa.
Dagoberto Gutiérrez comenta la reacción del Gobierno ante el acontecimiento. “Sus representantes en las mesas de negociación entendieron la dimensión política de la acción militar y se preocuparon, se afligieron, porque el ataque a Mariona era ya para nosotros un argumento fuerte”.
“La confirmación del hecho le dio un gran impulso a la propuesta que hizo la ONU, y que nosotros inmediatamente apoyamos porque, además era nuestra propuesta”, relata Hugo, quien afirma que fue en esos momentos cuando la parte gubernamental empezó a ceder, a pesar de la fuerte presión que ejercía el alto mando de las fuerzas armadas oficiales.
Hugo comenta que la depuración de la fuerza armada gubernamental, la desmovilización de los batallones de contrainsurgencia, la creación de una policía civil, el establecimiento de una comisión de la verdad, las condiciones del cese al fuego, los términos de la reinserción y otros puntos en los que el Gobierno estaba inflexible, empezaron a tener salida y así se llegó hasta los acuerdos de Nueva York.
“La guerra que se desarrolló en el país es una maravillosa escuela política, porque el éxito de la negociación se garantizaba con el éxito de las acciones militares. Es por esto que el Gobierno, al no ganar la guerra, la perdió, y nosotros, en la medida en que no la perdimos, la ganamos”, concluye Dagoberto Gutiérrez.

Dejar una respuesta