Lombardo Toledano y la Mesa Redonda
Alejandro Gascón Mercado1
Yo estoy convencido de que la Mesa Redonda de los Marxistas del mes de enero de 1947 fue un gran acontecimiento en la vida política de México. Para mí en ella se sintetizaban las inquietudes de decenas de años, en los que los combatientes de la izquierda habían caminado cada quien por su lado, sin tener oportunidad siquiera de cambiar impresiones, muchas veces, y se iniciaba, a partir de entonces, otra etapa, que concluye, a mi juicio, cuando se formó la Coalición de Izquierda. Yo entiendo que todavía las pasiones de grupo, de partido, no permiten tener la suficiente objetividad sobre aquellos hechos; hay testigos vivientes de la Mesa Redonda de los Marxistas que ayudan, pero que tambien obstaculizan una visión precisa, clara, de lo que entonces sucedió. Se me antoja, como lo dijera Lombardo Toledano de los caudillos de la revolución de 1910, que en esta Mesa Redonda todos tenían parte de la razón y, en su conjunto, tenían la razón en los asuntos más importantes que allí se plantearon. Yo fui discípulo de Lombardo Toledano; a él se debe que esté en este lugar, pero, naturalmente, no soy el representante de Lombardo Toledano en la tierra. Por eso cuando algunos compañeros me preguntaron: “¿Qué vas a hacer para defender a Lombardo Toledano ahí?”, yo les dije: “Bueno, voy a ver en qué consisten los planteamientos que formuló el maestro Lombardo”.
Estoy acostumbrado, porque fui su secretario particular por ocho años, a que a Lombardo Toledano se le culpe hasta de los cambios de clima en este país, y que se le juzgue de manera muy arbitraria con respecto a los acontecimientos políticos de México. Por eso no me extrañan muchas cosas dichas aquí; las veo casi de manera natural. Pero creo que estamos obligados a ubicar los hechos de manera mas fría: no es lo mismo estar examinando los acontecimientos del presente que desde el futuro estar examinando los acontecimientos de 1947. Por eso algunos adjetivos utilizados por los ponentes en esta mesa redonda me parecen injustos, llenos de autosuficiencia, y que no contribuyen al examen riguroso de estos mismos acontecimientos.
Lombardo Toledano hizo un planteamiento teórico, y alrededor de este sacó algunas conclusiones. En lo general todos aceptaron el planteamiento teórico que el maestro Lombardo Toledano formulaba: era un planteamiento marxista; nadie estuvo en contra de ese planteamiento, y las contradicciones realmente se centraron en unos cuantos puntos. Esas contradicciones no eran antagónicas, porque todos apoyaron a Miguel Alemán como candidato a la presidencia de la república, solo que Lombardo Toledano, con una imaginación más fértil, hizo un apodo, por el cual lo juzgan, llamando a Miguel Alemán “Cachorro de la Revolución”. En el fondo todos creían que era el “Cachorro de la Revolución”, incluyendo a nuestro ponente, el distinguido Valentín Campa, que le llamó “gobernante progresista en su tiempo”.
Miguel Alemán fue el candidato de todos. ¿Podemos decir, entonces, que todos fueron oportunistas? Yo pienso que no, francamente. Creo que no, francamente. Yo entiendo que no se pueden juzgar los acontecimientos de 1947 con lo que hemos vivido desde el ’47 hasta acá. Eso es elemental; si no se ubican las cosas en el tiempo y en el espacio, estamos perdidos, y si sólo a nivel de anecdotas vamos a juzgar los hechos de carácter político, bueno, pues eso francamente nos obligará a seguirnos equivocando. Nosotros vivíamos entonces todavía en los marcos de una revolución democrático-burguesa, y esa revolución ahora no existe; esa revolución, a mi juicio, se murió con el gobierno del licenciado Miguel Alemán, precisamente. Ya agonizaba con Ávila Camacho, pero vivía de alguna manera. Murió con el licenciado Miguel Alemán, y por eso, cuando hablaban con el presidente Alemán, con el presidente Ávila Camacho, cambiaban impresiones, presionaban a estos gobiernos, de hecho formaban parte del aparato gubernamental de alguna manera. De otra, no hubieran sido tan consentidos muchos de los participantes en la Mesa Redonda en los gobiernos de Cárdenas, de Ávila Camacho, y tan atendidos por el licenciado Alemán, que tenía buenos modales para la alta burguesía del país, pero no tanto para los revolucionarios mexicanos.
La Mesa Redonda de los Marxistas se constituyó con un grupo mayoritario de miembros del Partido Comunista Mexicano, que había dirigido al Partido en distintas épocas, y con algunos hombres, un grupo muy pequeño, que no habían participado en el PCM. Esta Mesa Redonda también reflejó las luchas internas que se presentaron en el seno del Partido Comunista Mexicano, y todavía hoy aquí se nota. Hay que tomar partido por alguno de los grupos y heredar las contradicciones de algunas de las fracciones de lo que fuera el Partido Comunista Mexicano.
El mundo de hoy es muy diferente; por eso, si bien es cierto que hay cuestiones aparentemente iguales, tienen sin embargo diferencias fundamentales. No existían entonces la República Popular China, ni la República Popular Democrática de Corea; no existía la República de Argel, no existía Israel, no existía la revolución cubana, no estaba en marcha la conquista del espacio, es decir, si nosotros tomamos en cuenta todas las diferencias que se presentaron en ese tiempo con respecto al nuestro, podemos llegar a la conclusión de que ese mundo y esa discusión se enmarcaron dentro de los acontecimientos todavía frescos de la segunda guerra mundial. Y en ella los frentes populares habían sido instrumentos eficaces de las fuerzas revolucionarias en muchos lugares de la tierra. Por eso postular la alianza con distintas fuerzas, no sólo del proletariado, sino con aliados del proletariado, era una cosa normal dentro de los marcos de la revolución democrático-burguesa que se iniciara en 1910. ¿Fue casual la política de alianzas de los revolucionarios mexicanos para hacer avanzar la revolución de 1910-1917, que había tenido grandes avances democráticos en el periodo gubernamental del general Cárdenas?
Yo creo que el término unidad nacional que ratificó la mayoría de los participantes de la Mesa Redonda no se refería exactamente a que dentro de esa unidad estaban los proimperialistas, los reaccionarios. Era muy claro que los hombres del campo democrático se sentían representantes de la nación, se sentían los herederos legítimos del movimiento democrático, revolucionario y patriótico de su tiempo, y por eso, sobre la consigna de unidad nacional, no creo que todos los marxistas también en esto se hubieran equivocado, sin clarificar realmente que la unidad nacional no sería posible, finalmente, si consideráramos que todos los habitantes de la nación tendrían que estar involucrados en una misma causa; sólo en caso de guerra la gran mayoría de los habitantes de un pueblo puede unificarse para defender a su patria. Yo creo que a eso se refería fundamentalmente el término: implicaba la alianza de las fuerzas democráticas, patrióticas, progresistas, la que demandaban todos en la Mesa Redonda, para avanzar, y entre ellos aquellos mexicanos que, dentro de la burguesía, tenían una actitud independiente con respecto al imperialismo norteamericano. La avanzada principal en este sentido era la Cámara Nacional de la Industria de Transformación.
Evidentemente, hubo cambios en el panorama político: la guerra fría determinó —porque no era un problema sólo retórico, sino de carácter econoómico, y muy práctico— cambios profundos en la sociedad mexicana y cambios en el gobierno del licenciado Miguel Alemán. Rápidos cambios que había que tomar en cuenta desde el punto de vista práctico, y en el caso de Lombardo Toledano —con la responsabilidad que el tuvo siempre en este periodo en su calidad de presidente de la Confederación de Trabajadores de América Latina, de vicepresidente de la Federación Sindical Mundial, de combatiente distinguido de este país—este sabía muy bien que había que ajustar tácticamente los elementos y recursos que tenían los revolucionarios para conquistar algún cambio verdadero en la vida nacional.
¿Qué es lo que se estaba formando en México? Era un país en desarrollo; muy atrasado, naturalmente, en todos los aspectos de la vida económica, cultural, política. El maestro Lombardo caracterizaba a México como un país semicolonial, por las características de atraso que tenía y por su dependencia del extranjero. ¿Qué fue lo que le dio las posibilidades de desarrollo capitalista a este país? Muchos acontecimientos, pero particularmente la expropiación del petróleo y la reforma agraria. Con la expropiación petrolera la nación tuvo la posibilidad de disponer de una fuente extraordinaria de energéticos para industrializar el país; con la reforma agraria extendió la capacidad de compra de millones de mexicanos que pudieron contribuir al desarrollo industrial del país.
Lombardo Toledano era partidario del capitalismo de Estado. Yo pienso que nosotros no podemos negar que el fue uno de los principales activistas de la expropiación petrolera. Desde luego, era partidario de las nacionalizaciones, pero no siempre se pueden plantear las cosas de manera esquemática. Se tiene que tomar en cuenta la correlación de fuerzas, y ante un impacto del imperialismo sobre nuestro país —tan fuerte, tan serio— se tenía que calcular muy bien la posibilidad de las alianzas con diferentes fuerzas de distintas clases sociales que estuvieran dispuestas a defender la independencia de México. Creo que a veces se confunde el capitalismo de Estado de un país en desarrollo, de un país que toma en sus manos los recursos fundamentales para impulsar un desarrollo independiente frente al imperialismo, con el capitalismo monopolista de Estado.
Efectivamente, el gobierno mexicano debería hacerse cargo de las principales empresas para ser rector del desarrollo económico del país, y éste era un modelo que defendieron en lo general los participantes de la Mesa Redonda. Lombardo Toledano lo planteó desde su primera intervención, afirmando que había una disyuntiva: o se desarrollaba el capitalismo en México de manera independiente, sin afectar profundamente la vida económica de los trabajadores, con algunos tintes democráticos, o se iba a dar un salto hacia atrás. Hernan Laborde precisó esta disyuntiva de manera muy clara, precisa, pero, desde luego, no todo dependía de los revolucionarios mexicanos, como no todo ha dependido de los revolucionarios mexicanos.
El capitalismo monopolista de Estado que vivimos hoy en México, en el que el Estado está al servicio de los grandes monopolios privados y extranjeros, no es el Estado al servicio del desarrollo de las fuerzas productivas y que cambie las relaciones de producción en favor de nuestro pueblo. No. Es el Estado en manos de la alta burguesía de este país, que se ha fusionado con los interees del imperialismo norteamericano y ha establecido toda una forma de desarrollo político, económico y social de acuerdo con esos intereses. Frente a eso naturalmente debiéramos tener una postura muy diferente a la que los marxistas de 1947 tuvieron frente al Estado. Claro que respecto a la CTM había planteamientos muy distintos entre los participantes de la Mesa Redonda, porque había también posiciones y necesidades políticas muy diferentes de cada uno de ellos. Lombardo Toledano proponía la creación de un nuevo partido, y por sus exigencias de dirigente internacional tenía preocupaciones muy distintas a las de otros participantes de la Mesa Redonda de lo que acontecía en el seno de la CTM; por eso se negaba a llevar a la discusión asuntos internos de carácter electoral, que pertenecían a otros escenarios dentro del movimiento obrero; porque no se puede indistintamente estar utilizando, sin discriminación, todas las ocasiones para hablar de asuntos de carácter concreto y particular.
Como fruto de la Mesa Redonda, de esta discusión, de este examen, la mayoría de sus participantes se incorporó a la tarea de fundar el Partido Popular, entre ellos el Partido Comunista Mexicano. Yo fui invitado al Partido Popular por el secretario general del Partido Comunista Mexicano en Nayarit; el nos invitó a todos para formar el Comité de Recepción, en el alto de 1947, a Lombardo Toledano en Tepic. Nace el Partido Popular, porque era claro que no se trataba de sustituir al Partido Comunista Mexicano, sino de formar un partido que fuera un frente revolucionario, un frente antiimperialista, un partido que prestó servicios muy importantes a la vida de México. Claro, los jóvenes que hoy conocen esta caricatura que se llama Partido Popular Socialista probablemente no comprendan las enormes tareas que realizó, ni los servicios que prestó al pueblo, a la clase obrera y a la nación mexicana.
El Partido Popular no podía competir con el Partido Comunista. A aquel pertenecían masones, teósofos, espiritistas, algunos que tenían un pie en el PRI y otro en el Partido Popular; a él pertenecía Octavio Béjar Vázquez, que era anticomunista; a é1 pertenecía Constancio Hernández, que tenía 150 casas en Guadalajara, pero los intelectuales más destacados, los hombres más brillantes de su tiempo, los dirigentes obreros y campesinos más distinguidos, a lo largo del país contribuyeron a la formación del Partido Popular, y le imprimieron su capacidad durante algún tiempo. Era natural que en el seno del Partido Popular se diera una batalla ideológica: era un partido con distintas ideologías, pero nadie puede negar que fue un movimiento muy grande en este país, que contribuyó a la difusión de las ideas socialistas, a formar un frente muy importante desde el punto de vista antiimperialista y a desarrollar las ideas revolucionarias. Yo creo que este fue un acierto de la Mesa Redonda de 1947, un gran acierto, y creo que finalmente el Partido Popular de Lombardo Toledano formó a miles de cuadros que hoy simpatizan o participan en la lucha por el socialismo. Y así es como se mide finalmente el acierto de una organización política, porque no todos terminaron de burócratas en la Secretaría de Gobemación. La mayoría de los cuadros de ese partido vibra con las ideas del socialismo y participa en la tarea de construir un México nuevo.
Es muy difícil, y creo que no es conveniente, contestar puntualmente —como algunos de ustedes dicen—afirmaciones que aquí se han hecho. Sin embargo, es importante que precisemos: Lombardo Toledano, desde que se declaró marxista, fue partidario de la dictadura del proletariado; eso está en su obra, en sus trabajos, en sus discursos. En la Mesa Redonda mencionó la posibilidad de que se llegara al socialismo sin la dictadura del proletariado, y con esto invocó a Dimitrov; sus afirmaciones en este sentido fueron muy categóricas: no se puede construir el socialismo sin establecer la dictadura del proletariado. Yo he escuchado algunas expresiones aquí que más bien pertenecen a la socialdemocracia: que por el camino de la evolución —sin la revolución— los trabajadores, los obreros, pueden llegar al triunfo. Bueno, creo que esto ya depende del pensamiento de cada quien; los marxista-leninistas sabemos muy bien que hay lucha de clases, eso es elemental, y a veces en algunas condiciones se ignora esto. Yo no sé si la mayoría de los que estamos aquí está convencida de que hay lucha de clases, pero pienso que por ahí debemos empezar: si existe o no, y si hay lucha de clases, pues entonces habrá enfrentamientos, habrá resistencias, y ese estado idílico en el que todos iremos perdonando nuestras contradicciones de clase y vayamos aprendiendo a ser socialistas poco a poco no se ha dado hasta ahora, ni creo que se pueda dar tampoco. A veces se me antoja que esto pertenece a los socialistas jóvenes: creen que los burgueses se pueden corregir muy fácilmente con llamados, y que un día se van a arrepentir de su explotación, van a pedir perdón al proletariado y van a contribuir a la construcción del socialismo. Yo creo que nosotros tenemos que hacer todos los esfuerzos porque nuestra lucha abarque a la mayoría de los mexicanos, y todos los esfuerzos porque los sacrificios de nuestro pueblo sean los menores, pero no tenemos el derecho a la ingenuidad.
Hoy vivimos en un México diferente. Si se piensa que debemos tener como táctica hacer avanzar la revolución mexicana, preguntaríamos: “¿Cuál revolución, si esa ya se murió?” Es como si alguien quisiera entrenar para una competencia de carreras y no pararla; eso no tendría sentido. Por eso aquellos que quieren reformar o modificar a los que teóricamente están representando a la revolución mexicana parece que están planteando una cosa completamente surrealista. Aquí no nos queda más que hacer una nueva revolución; la otra no existe. Porque además, como dijo Lenin con razón, después del capitalismo monopolista de Estado sigue el socialismo, y México es un país que vive en aquel, si no por su propio desarrollo, porque ahora el capitalismo monopolista de Estado también se traslada, llevado por el imperialismo, a muchos países cuyo desarrollo interior es tan desigual, y en algunas regiones se encuentran incluso formas de la comunidad tribal, aunque en otras el desarrollo es extraordinariamente elevado desde el punto de vista técnico.
Yo creo que la práctica demostró también que el Partido Popular no fue lo que se le imputa ni que Lombardo Toledano terminó en agente del imperialismo norteamericano. Yo creo que esto es ya exagerar; hay criterios, decretos, tácticas políticas que se han manifestado, y no se puede, con frases, cambiar una realidad. Es cierto que el Partido Popular tuvo muchos conflictos internos desde los primeros momentos, porque allí se dio una batalla ideológica y política natural, porque había distintos componentes, distintas ideologías, distintos intereses que estuvieron de hecho en el frente revolucionario. Pero finalmente, al paso de, podríamos decir, 12 años, el Partido Popular se convirtió en Partido Popular Socialista, y adoptó el marxismo-leninismo como su doctrina.
Yo creo que el caso del PSUM es una cosa distinta; aquí no estan quienes tengan discrepancias ideológicas básicas. Todos aspiramos al socialismo; nosotros entendemos que la teoría marxista, cuando menos la teoría marxista, es la base de nuestra reflexión, y creo que estamos interesados en que México sea socialista. Estas no fueron las bases por las que se constituye el Partido Popular, de ninguna manera, y creo que la práctica demostró que este partido contribuye, como yo lo decía, a la formación del cuadro marxista-leninista. Si a mí me hubieran invitado al Partido Comunista de 1947, no hubiera ido, no hubiera comprendido el asunto, sencillamente, viviendo en un mundo, en un ambiente en el que solamente la lucha antiimperialista, la lucha democrática que nos proponía el Partido Popular, podrían considerarse un atractivo; y creo que eso le pasó a muchos mexicanos que han derivado a una posición radical respecto a sus condiciones políticas e ideológicas.
Cuando el Partido Popular empezó a apoyar a los candidatos del PRI a los distintos puestos de elección popular, pues ahí muchos empezamos a votar en contra, y eso implicaba ya una idea totalmente distinta; yo personalmente creo que el Partido Popular tuvo su principal descalabro cuando apoyó al licenciado López Mateos a la presidencia de la república (ya no hablemos de cuando apoyó a Díaz Ordaz). Recordara Javier* que, estando en ese periodo, los delegados de mi estado votaron en contra de la postulación de Díaz Ordaz, y así nos mantuvimos. Esa fue una de las razones por las que abandonamos el Partido Popular Socialista.
Yo creo que no se puede hacer así un balance tan arbitrario del que fuera el Partido Popular, ni de Lombardo Toledano. Hay aquí algunas cuestiones que vamos a seguir debatiendo dentro de unos días, yo creo; en cuanto a este aspecto, es todo.
*Javier Romero, ponente en el seminario. (Nota del editor.)
1 Versión magnetofónica de la participación del autor en el seminario “La Mesa Redonda de 1947 y la situación de la izquierda mexicana hacia la mitad de los años cuarenta”, el 27 de octubre de 1983