Los centros comerciales y su impacto en la ciudad

Los centros comerciales y su impacto en la ciudad

Por:
Arq. Jorge Regazzoli
Universidad Centroámericana “José Simeón Cañas”, UCA jregazzoli@uca.edu.sv

Desde la década de los noventa ha crecido en América Latina un proceso de privatización de la planificación urbana, que usualmente ha sido regido por las fuerzas del libre mercado representadas por inversionistas inmobiliarios y empresas constructoras; agentes motivados principalmente por factores de lucro y no por principios de bien común.
Consecuentemente, han surgido nuevos paradigmas con elementos que rompen totalmente con características positivas de nuestros centros urbanos.

Uno de estos elementos es el centro comercial tipo mall, tan “populares” ahora en nuestra ciudad. Dos debates han surgido alrededor de estos centros comerciales: 1) ¿Son o no espacios públicos?; 2) ¿Cuáles son sus impactos urbanos? Respecto al primer debate, considerar un centro comercial como espacio público o no depende de a qué le asignemos el carácter de público, si a la propiedad o al uso.

Los centros comerciales son propiedades privadas de uso público, esto conlleva mayor regulación sobre su uso y una inducción sobre el comportamiento de los usuarios-clientes. Incluso cumplen un rol en la definición de las prioridades de la sociedad en tanto forman parte de un modelo que promueve una sociedad consumista. Por tanto, no se cumple la principal cualidad de un espacio público que es la construcción de ciudadanía desde la ciudadanía.

Respecto al segundo debate, los promotores de estas inversiones afirman tener un impacto beneficioso al crear polos de desarrollo que generan empleos. Esta aseveración es cuestionable. Muchas veces lo que pasa no es que se generan nuevas dinámicas económicas sino más bien que las dinámicas económicas se trasladan. Grandes almacenes abandonan su ubicación histórica para trasladarse a centros comerciales, los cines que antes existían por toda la ciudad desaparecen porque ahora esa actividad se realiza en los centros comerciales etc.

La vida, entonces, se traslada de la ciudad a los centros comerciales y los lugares donde se desarrollaban actividades como compras, ocio y trabajo quedan abandonados y en proceso de deterioro.

Richard Sennett afirma que la atomización de la ciudad, de la cual los enclaves fragmentarios como los malls son una expresión, “han puesto fin en la práctica a un componente esencial del espacio público: es la superposición de funciones en un mismo territorio lo que creacomplejidad en la experiencia vivida en ese espacio” (Sennett, 1977).

Según Adam Ezrahi, este tipo de desarrollos inmobiliarios es uno de los factores responsables del creciente debilitamiento de los centros urbanos en beneficio del modelo norteamericano de ciudad expandida. Ezrahi afirma que “el modelo norteamericano de hábitat suburbano, que tiene como complementos necesarios el automóvil privado y el mal o centro comercial, provoca el vaciamiento de las ciudades, empobreciendo el espacio público y transfiriendo la responsabilidad de la conformación del estilo de vida de la sociedad a las fuerzas del mercado” (Ezrahi, 1999).

Según Esther Zandberg este tipo de desarrollos inmobiliarios “crean un modelo cultural definido de carácter conservador, aislacionista y culturalmente heterogéneo” (Zandberg, 1998).

En nuestra capital y otras ciudades, la degradación de los espacios públicos ciertamente comenzó antes de la proliferación de los centros comerciales. Pero el que estos sustituyan su función empeora las cosas. Los parques, plazas y ejes peatonales lejos de recuperarse tienden a degradarse más si no se interviene en ellos.

En su artículo sobre transporte público de la edición 01 de La Casa de Todos, Raúl Avelar lanza la pregunta de ¿cómo queremos vivir? el autor afirma que la respuesta nos dará pistas de la ciudad que queremos. En el mismo artículo plantea: “Si por ejemplo, queremos una ciudad donde algunos habitantes tengan acceso exclusivo a ciertas amenidades que la mayoría no, debemos construir centros comerciales; la inversión en parques, el rescate de espacios públicos, y el ordenamiento del comercio informal seguramente estarían al final de nuestra lista de prioridades, ya que dichas medidas contravienen la exclusión que nos interesa establecer” (Avelar, 2009).

Está claro que los centros comerciales tipo mall obedecen a un modelo que segrega la sociedad y fragmenta la estructura urbana de la ciudad. Vale la pena preguntarse entonces: ¿Cuál es la ciudad que queremos? ¿Una ciudad de carácter individualista, consumista y segregador o una ciudad con una perspectiva comunitaria y diversa donde la solidaridad y la cohesión social son prioridades?

Referencias:
Ezrah, Adam. 1999. La Planificación Suburbana Como Cultura. Pag. 3. Aurora.
Zandberg, Esther. 1998. El País del Suburbio. Haaretz.
Avelar, Raul. 2009. El Transporte Público. Pag. 22.La Casa de Todos, Edición 01.
Sennett, Robert (1977) The fall of the public man. Northon & Company.

Dejar una respuesta