Los desafíos del marxismo en un mundo globalizado Roberto Pineda 16 de junio de 2015
¿Continuara el marxismo jugando un papel de ideología y teoría revolucionaria en las nuevas situaciones creadas por la globalización neoliberal del siglo XXI? Sí en la medida en que resuelva política y teóricamente la construcción de una alternativa y una estrategia viable frente al capitalismo. Y esa solución pasa principalmente por redefinir los sujetos, los modelos y las vías de esa transformación emancipadora, enfatizando en su pluralidad inclusiva y su diversidad cultural.
No en la medida en que quede anclado a referencias dogmáticas, ya que partimos de la premisa que el marxismo no es un conjunto de verdades sagradas derivadas de un libro celestial con interpretes autorizados, sino un conjunto de visiones e instrumentos de análisis que nos permiten comprender de manera dialéctica la realidad para transformarla. Por eso era que Marx no se consideraba marxista.
El marxismo como filosofía de la praxis, como horizonte utópico y transformador de la sociedad ha atravesado con su elegante carruaje de luchas e ideas, por las callejuelas empedradas de tres siglos de un agotador e incesante batallar.
Los tres grandes momentos del pensamiento marxista
Bajo las banderas rojas de un naciente proletariado industrial europeo estremeció el siglo XIX con el poderoso llamado de “proletarios de todos los país, uníos”; continuó su caminar a principios del siglo XX en las nevadas avenidas de Moscú con la construcción del primer gobierno de obreros y campesinos, para regresar políticamente derrotado en este siglo XXI a sus antiguas raíces de teoría social subversiva. A continuación hacemos un brevísimo recorrido por esos momentos gloriosos de lucha y reflexión teórica.
El primer momento
El primer momento va del 1848 al 1917 y entonces el marxismo emerge como una de las variadas y coloridas teorías revolucionarias para enfrentar al aún naciente capitalismo. Es la época del marxismo clásico de Marx y Engels. Ubicamos su acta de nacimiento con la publicación de El Manifiesto Comunista en 1848. Nace en abierta polémica y disputa política con otras corrientes de pensamiento emancipador, como los reformistas, que soñaban con trasformar el mundo sin violencia y por medio de cambios graduales; así como con los anarquistas, que soberbios renegaban de cualquier tipo de gobierno y autoridad.
Es una teoría que proclama la lucha de clases como la clave para entender los misterios de la historia; al proletariado como la clase encargada tanto de enterrar el viejo orden burgués por medio de la violencia revolucionaria como de establecer el nuevo orden socialista, donde no existirían explotadores ni explotados. Y se crea con este fin la (1ra.) Asociación Internacional de los Trabajadores. Era un mensaje básicamente dirigido a los proletarios de los países centrales del occidente europeo. Y logra crecer y desarrollarse como un poderoso movimiento de lucha por la clase obrera europea y norteamericana. Entre sus méritos esta la conquista de la jornada de ocho horas de trabajo.
El segundo momento
El segundo momento va de 1917 a 1991 y es la teoría hegemónica del movimiento revolucionario mundial y la teoría oficial del primer estado socialista de la historia. Es la época del leninismo. Las luchas por las ideas del socialismo de Marx y Engels no alcanzan la victoria en los países centrales del capitalismo sino en su periferia europea, en la lejana y atrasada Rusia de los zares.
Y la fría Moscú se convierte desde 1917 en el horno de la revolución mundial. Y surge la URSS, bajo la conducción de Lenin y luego de Stalin, y despliega la defensa contra el cerco militar imperialista y la industrialización del país, mientras que en el capitalismo, emerge el fascismo como visión de mundo de sus sectores más racistas y militaristas del capitalismo monopolista, orientado a derrotar a este socialismo. Y estalla la guerra. Y con el sacrificio del pueblo soviético el fascismo es derrotado y surge un sistema socialista mundial y una doctrina, el marxismo-leninismo.
Y se cree vivir la época de la “inevitable” transición del capitalismo al socialismo, ya que en 1945 surge la República Democrática de Vietnam; en 1949 la Revolución China; en 1959 la Revolución Cubana, en 1970 triunfa Salvador Allende en Chile, en 1979 la Revolución Sandinista, en 1980 las luchas populares en El Salvador.
Y aparecen nuevos pensadores marxistas europeos desde el mundo de la lucha política, Vladimir Illich Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo, Gramsci y Lukacs; ideas radicales desde la periferia del capitalismo, como el pensamiento de Mao, de Ho Chi Minh, de Mariátegui y del Che, del anticolonialista Fanón, y incluso la Teología de la Liberación; así como pensamientos reformistas como el de Bernstein, Kautsky, Bujarin, Earl Browder, el socialismo autogestionario de Tito, el eurocomunismo de Santiago Carrillo y el socialismo de mercado de Deng Xiaoping, entre otros.
Y también es preciso mencionar a los pensadores que surgen desde la academia, como la Escuela de Frankfurt, las teorías del sistema-mundo (Wallerstein); el marxismo ecológico (OConnor, Leff), los estudios poscoloniales (Said), la Teoría de la Dependencia ( Dos Santos), el marxismo histórico inglés (Thompson, Dobb, Hobsbawm, Anderson), el marxismo analítico; Karel Kosik, Poulantzas, Bobbio, Marcuse, Sartre, Garaudy, Althusser y los estructuralistas, Sacristán, el posmodernismo emancipador (Boaventura Santos)Bourdieu, Balibar, Habermas, Bloch, Godelier, Schaff, Barthes, Foucault, Harvey, Pikkety, Callinicos, Freire, Bolívar Echeverría, Kohan, Linera,Boron, etc.
Pero, a finales de los años ochenta observamos sorprendidos a la combativa clase obrera polaca organizada en el sindicato Solidaridad desafiar al gobierno socialista; en 1989 cae estrepitosamente el Muro de Berlín simbolizando la crisis del “socialismo real” la cual llega a su clímax con la disolución en diciembre de 1991 de la URSS. Con este acto el marxismo dejaba de constituir la doctrina oficial de una potencia mundial y entraba en una profunda crisis. Con el hundimiento del barco socialista se hundía a la vez elementos teóricos sustanciales de la brújula marxista de factura soviética, el marxismo canonizado, y políticamente desaparecía el llamado movimiento comunista internacional.
El tercer momento
El tercer momento va de 1991 hasta el presente. Ante el derrumbe muchos partidos comunistas se socialdemocratizan y se impone la confusión ideológica. Este periodo se caracteriza inicialmente por el efímero triunfo del pensamiento neoliberal y su pretendido “final de la historia.” El liberalismo parecía haber ganado la batalla. Pero a los teóricos neoliberales la alegría les dura poco.
En 1994 se reinicia la disputa histórica entre imperio y resistencias populares cuando se levantan en armas los zapatistas en Chiapas; surge el Foro Social Mundial en Porto Alegre; la histórica batalla de Seattle en 1999 contra la globalización; el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela y el inicio de la Revolución Bolivariana; victorias electorales de la izquierda en Brasil, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador. A la vez la contraofensiva imperial en Honduras y Paraguay. Y el último triunfo popular es en la propia cuna del capitalismo, en Europa, este año en Grecia. La historia sigue su marcha.
Y en este caminar se necesitan nuevas lámparas que nos iluminen el sendero. La actual crisis del marxismo puede hacia futuro marcar su desplazamiento e irrelevancia o su necesaria renovación desde una óptica emancipadora. En este marco, el marxismo como teoría crítica felizmente regresa a su posición inicial de corriente ideológica radical de transformación del capitalismo. Y de nuevo interesantemente en disputa contra el anarquismo y el reformismo. Y enfrentada al modelo de globalización neoliberal así como a la fragmentación de las luchas de resistencia.
La prueba de fuego del marxismo a nivel mundial será su capacidad para producir como en el pasado horizontes utópicos de transformación social. Ese es en la actualidad nuestro desafío principal, junto con la lucha revolucionaria contra la globalización neoliberal, contra el capitalismo en el siglo XXI. En defensa de la tradición marxista como luchadores sociales.