2 de octubre de 2005
Los “machos” ceden terreno
La masculinidad en Centroamérica toma nuevos matices. A la par del rol tradicional, que sigue pesando en la sociedad actual, se descubre una visión más moderna, y otra en transición que ya atrae la atención de los expertos.
Morena Rivera
Fotos: Sandro Stivella y César Avilés
Hablemos El Diario de Hoy
Santiago Moreno dice estar cambiando los patrones tradicionales que él siempre presenció en el seno de su familia.
Su padre era el proveedor de la casa, el que gritaba cuando se disgustaba, la cabeza del hogar. “El que llevaba los pantalones en todo momento”, recuerda.
Su madre era la encargada de las tareas domésticas, la que cuidaba los hijos y la que acataba las órdenes de su marido. “Para hacer cada cosa debía antes tener el consentimiento de su esposo”, comenta Santiago, un ingeniero industrial, de 34 años, que le ha dado otro rumbo a su nueva familia.
“Sé que tenemos los mismos deberes y derechos con mi esposa, y sé que mis hijos también necesitan mis abrazos, mis muestras de afecto”, agrega. ¿Por qué no reproduce las mismas costumbres dominantes, como una vez lo hizo su padre?
Un estudio sobre “Masculinidad y factores socioculturales asociados al comportamiento de los hombres”, delimitado en cuatro países de la región: Costa Rica, Nicaragua, Honduras y El Salvador, refleja que los roles tradicionales de los hombres ceden cada vez más terreno a un comportamiento más moderno y otro que aún se haya en transición.
La investigación, financiada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), analiza desde una perspectiva sociocultural las representaciones que ellos tienen de su rol de padres, sin dejar de lado su etnia, su residencia, su religión, su educación y su posición social.
La información global para los cuatro países refleja que el 50.6 por ciento de los centroamericanos sigue creyendo que su papel es el de proveedor económico del hogar y el responsable de la autoridad y de la disciplina familiar, aunque esta cifra sube cuando se trata solo de El Salvador (59.8%).
El doctor Ricardo González, especialista en masculinidad y consultor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), considera que aunque hay muestras de relaciones más equitativas y solidarias, los patrones tradicionales siguen reproduciéndose en la sociedad.
“En países como El Salvador están tan arraigados que el cambio es lento y no parece tan significativo”, refiere González. A su juicio, aún queda una gran brecha entre el deber ser y el comportamiento real de los hombres. “La prioridad para ellos es el trabajo, y el cuido de los hijos va más con la madre”, sostiene.
En el estudio, que fue realizado durante el 2002, se interroga a los participantes sobre si cambiar pañales o dar de comer a los hijos es responsabilidad de la madre. De diez consultados siete están de acuerdo con ello, y sólo el tres creen que también es un quehacer que corresponde al padre.
Contra el arraigo cultural
Para el antropólogo de la Universidad Pedagógica, Pedro Ticas, los roles divididos entre el hombre y la mujer son aprendidos. “Esa segmentación entre sexos no se la ha inventado el hombre, la ha creado el sistema, el Estado, la institucionalidad”, subraya.
Aunque todo indica que esas relaciones sociales llevan tendencia a modificarse. El documento detalla que el 39 po ciento de los centroamericanos tiene ahora una mentalidad más moderna sobre sus roles con respecto a la paternidad, el 38% en el caso específico de El Salvador.
Santiago Moreno ha disfrutado cada actividad que corresponde al cuidado de sus hijos. Cuando ellos estaban pequeños solía cambiarlos y se turnaba con su esposa para darles el biberón en las noches. “Si me comparo con mi progenitor, sé que he sido un padre más moderno”, sostiene.
A criterio del sociólogo Luis Gálvez Trejo, el alcanzar altos niveles educativos puede influir en ese cambio de mentalidad. Igual sucede si la mujer lo logra, pues le permite tener una visión más amplia de la vida y más condiciones para negociar con su pareja.
La acelerada inserción de ellas en el mercado laboral, sobre todo porque un hogar ya no puede sostenerse con un solo ingreso, las ha llevado a adquirir su cuota de poder. “Si ellos tenían el control de la familia porque aportaban toda la plata, ahora se ven obligados a negociar”, razona Gálvez Trejo.
Esquemas como el que la mujer debe llegar virgen al matrimonio se están debilitando, en especial en los hombres de 20 a 49 años que residen en las zonas urbanas. Eso de alguna forma demuestra, de que el camino ya se ha iniciado. Pero un cambio completo puede llevar más de tres siglos, añade Gálvez Trejo.
Hay un grupo reducido, el 10 por ciento según el documento, que pasa por un período de transición o no logra una síntesis acabada del cambio. Ellos muestran “duda” o responden con un “no sé” cuando son consultados sobre la equidad de género entre hombres y mujeres.
En la investigación “Masculinidad y factores socioculturales asociados al comportamiento de los hombres” se concluye que la visión de una paternidad tradicional sólo puede cambiar en alguien que haya cursado la secundaria completa.
Pero el doctor Ricardo González cree que no es suficiente. “ No basta para cambiar actitudes y comportamientos”, dice. Ejemplo de ello es que la irresponsabilidad paterna se ve en hombres de todos los niveles educativos. “También es necesaria una transformación de mitos y creencias”, señala.
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Un proceso de siglos
El sociólogo Luis Gálvez Trejo ha pregonado en sus talleres con hombres la construcción de una nueva identidad masculina. Aunque los comportamientos tradicionales ya comienzan a suavizarse en el imaginario social de ellos, siguen siendo más fuertes los patrones machistas.
¿Qué es ser hombre en El Salvador?
Todas las sociedades hasta donde hoy las conocemos son machistas, no es asunto de europeos ni de latinoamericanos. No son menos machistas los salvadoreños que los mexicanos.
¿Qué sigue identificando entonces a los hombres?
Los hombres somos formados para resolver los problemas por una vía violenta y no para hablar y para negociar. A los hombres se les permite llorar, pero está determinado cómo y cuánto tiempo. No está bien visto que griten o se desmayen.
Muchos creen que hay una sexualidad para el placer y otra para la reproducción. A los hombres se les ha enseñado a mostrar sus deseos sexuales, en cambio a ellas a reprimirlos.
¿Cree que, como reflejan los estudios, los hombres están cambiando sus patrones tradicionales?
Los patrones culturales pueden sufrir transformaciones, pero para eso se requieren siglos. La educación está ayudando, pero mientras la sociedad siga reproduciendo esos comportamientos es lógico que nuestros hijos crecerán con esa idea.
¿Por qué países como Costa Rica tienen una visión más moderna de la paternidad?
En Costa Rica se ha apostado más a la educación que en El Salvador. En esa cultura los ciudadanos están más acostumbrados a exigir sus derechos.
¿Qué tan reciente es el tema de la masculinidad en El Salvador?
Este tema se expandió en Europa a inicios de los setenta. En el país se habla desde 1991, cuando en la capital surgió un grupo preocupado por la idea hegemónica del ser hombres. Ahora ya existen unos veinte hombres preparados para hablar del problema y otro buen número ha descubierto que la construcción de una nueva masculinidad ha mejorado sus relaciones de pareja.
¿Cree usted que las investigaciones sobre masculinidad son útiles en ese proceso de cambio?
Sí creo que se está creando todo un sistema de información, pero ¿esto significa que van a cambiar las políticas públicas?, yo sería escéptico en ese sentido.
Esquema de la paternidad
El estudio “Masculinidad y factores socioculturales asociados al comportamiento de los hombres” revela que el 25 por ciento de los recién nacidos no cuenta con un padre legalmente reconocido.
Los hombres de países centroamericanos favorecen los embarazos y nacimientos de niños no deseados, se trata de experiencias sexuales donde ellos buscan el placer físico, pero no las consecuencias reproductivas.
El hombre sigue demostrando su masculinidad por el vigor físico. El tamaño de los genitales se asocia con la potencia sexual y el hijo varón aún es sinónimo de virilidad.
La Encuesta Nacional de Salud Familiar (FESAL) contempla que uno de cada tres hombres ha procreado hijos con más de una mujer, proporción que disminuye del 41 por ciento en el área urbana al 29% en la zona rural.
Se agrega, además, que el 15 por ciento ha procreado un hijo nacido vivo con mujeres con las que nunca se casó o acompañó. Uno de cada diez hombres de 45 a 59 años ha tenido diez o más hijos nacidos vivos.