Lunes, 28 de Septiembre de 2009 / 09:22 h
Lucha política por la independencia (II)
Dagoberto Gutiérrez
La sociedad colonial era, como todas las sociedades, un panal de picantes contradicciones y los factores externos también gravitaron influyente- mente. Cuando España es invadida por Napoleón Bonaparte y el rey Fernando VII capturado y hecho prisionero por los franceses se estimuló la rebelión en sus colonias de América porque estas no podían ser controladas de la misma manera y, aunque las elites criollas no pensaran en una total y real independencia de la metrópoli, sino en una nueva relación política que les permitiera usufructuar la riqueza local y expoliar a los pueblos en cada una de las regiones o provincias, lo cierto es que los pueblos mayoritarios sí podían entender la necesidad de independencias de verdad aunque muy probablemente, sin perder de vista sus contradicciones con las familias criollas dirigentes.
La lucha Independentista careció del heroísmo, y nivel de confrontación de las luchas del sur de América y más bien resulta ser, la guerra posterior a 1821 lo que caracteriza la consecuencia de la independencia.
Al no definirse ningún sector dominante o determinante para la independencia, la capitanía de Guatemala estalla, en cinco pequeñas porciones que constituyeron cinco pequeños y enemistados países dirigidos, cada uno, por cinco feroces grupos oligárquicos. En cada caso o país, la figura política de Centroamérica fue la negación para cada oligarquía del usufructo de cada país y por eso, la lucha contra toda posibilidad de construir Centroamérica se hizo una especie de imperativo nacional y, al derrotar Centroamérica, también se derroto a los intereses mayoritarios y populares en cada país.
Sabido es que en 1821 se buscaba, por la mayoría de los firmantes del acta clandestina de Independencia, la anexión al virreinato de nueva España, y fueron los criollos de San Salvador los que montaron una tenaz resistencia a esta política, quizás por su enemistad prolongada con los criollos guatemaltecos.
Hasta finales de los años 30 y principios de la década de los 40 llego la confrontación por Centroamérica , con el asesinato de Francisco Morazán las oligarquías cierran, aparentemente, este capítulo de la historia, y cada una en cada país inicia su régimen de dominio y explotación de los pueblos, de entrega de los intereses nacionales a sucesivos poderes extranjeros y de confrontación cada vez mayor, con sus pueblos. La relación con los mercados externos, la falta de ciencia y tecnología, la imposible conversión en países productores y la dependencia de las materias primas como mercancía exterior caracterizan a nuestros países hasta hoy.
Es en El Salvador donde el sector financiero se convierte en clase dominante, en el siglo actual, luego de desalojar al sector cafetalero de las riendas del estado, es aquí también, donde estalla una guerra de 20 años y es esta la sociedad con los mayores niveles de contradicciones políticas y el mayor estrés de la economía y el medioambiente en toda la región.
Es notable el hecho de que la ley no es, desde los tiempos del derecho indiano, el factor determinante de la vida social aunque es parte de la lucha política e instrumento de los poderes económicos, desde siempre el aparato de estado a estado al servicio de la economía mas poderosa desde que los gobiernos coloniales estaban al servicio de la metrópoli española y luego de las oligarquías criollas.
En realidad ,la independencia no pareció expresar en su momento un sueño popular suficientemente peleado y ganado, más bien pareció tratarse de una maduración lenta de factores externos adecuados y factores internos desequilibrantes. Resulta dudoso pensar que de esa independencia naciera patria alguna y mucho menos naciones, mas bien se trataría de procesos largamente larvados, que siempre presentaron a oligarquías antipatriotas o no patriotas dispuestas a comerciar todo, incluyendo al mismo país, para obtener ganancias.
La influencia europea en nuestro pensamiento y política a resultado ser la carga mas pesada y la cadena mas difícil de romper y a tantos años de la colonia sigue siendo viable pensar, en una especie de nuevos coloniajes espirituales, intelectuales y económicos; ahora se trata de la línea de influencia estadounidense y de la europea y ambas terminan reduciendo la posibilidad de construir identidades caracterizantes del ser histórico de nuestros pueblos, por eso mismo las clases dominantes y la sociedad misma no propician la reflexión sobre el pasado y tampoco sobre el presente, porque una ceguera y una sordera histórica resulta ser lo mas conveniente para impedir toda cohesión identitaria en nuestras sociedades.
Lo anterior explica que los acontecimientos de 1821 no sean sometidos, hasta ahora, a reflexiones y criterios críticos, económicos y políticos que sitúen a los protagonistas como hombres y mujeres de su tiempo, con sus propios intereses y contradicciones, y, tal como debe ser, con aciertos y errores vistos desde nuestros ojos históricos. Sabemos que la independencia tiene amoríos con la interdependencia y que actualmente la crisis capitalista planetaria, y desde mucho antes, presiona a los países a construir relaciones mas intensas, fluidas y variadas con su mundo circundante pero también, resulta ser la hora de fortalecer las relaciones entre los pueblos centroamericanos para derrotar, algún día, a las feroces oligarquías que cercenan la posibilidad de Centroamérica.