SAN MARTIN, 12 de diciembre de 2010 (SIEP) “Luchar por la tierra es luchar por la vida, y ese es el llamado que nos hace nuestro Señor Jesucristo…”expresó el pastor luterano Roberto Pineda al reflexionar esta tarde sobre Mateo 11.2-6 en la Comunidad Milagro de Dios, al poniente de este municipio.
Señaló el Rev. Pineda que “hay tres ideas que deseo resaltar de esta lectura. La situación de Juan, la pregunta de sus seguidores y la respuesta de Jesús. Juan esta encarcelado. Esta preso. La cárcel ha acompañado a los luchadores sociales a lo largo de la historia. Los poderosos siempre responden con la represión y la cárcel. Y por eso debemos estar preparados para que la cárcel no nos atemorice, que Mariona no nos atemorice, que la PNC no nos atemorice.”
“Y principalmente preparados para enfrentar y derrotar la cárcel de la mente. Si, los poderosos nos encarcelan la mente, nos imponen sus ideas, nos deslumbran con sus proyectos. Debemos de estar alertas cuando veamos TCS o escuchemos la radio para no caer en sus redes. Juan esta en la cárcel, y allá escucha hablar de Jesús. La realidad siempre penetra los muros de las prisiones, de los cuarteles, de las iglesias.”
Y Juan manda a una comisión de sus seguidores y le preguntan a Jesús: ¿eres tu el que esperábamos o debemos esperar a otro? Los sectores populares esperaban en aquel tiempo el surgimiento de un Mesías, de una organización que condujera la lucha contra los romanos, contra el imperio, contra los desalojos. Hoy debemos de preguntarnos desde la realidad de nuestras comunidades: ¿somos nosotros los que nuestras comunidades esperaban o deben esperar a otros? ¿Nos corresponde dirigir esta lucha o que lo hagan otros? Y es claro que la responsabilidad por encabezar esta lucha es nuestra y debemos de prepararnos para cumplirla. La meta fundamental es una: la legalización de nuestras tierras. Pero luchar por la tierra es luchar por la vida y la respuesta de Jesús es muy significativa.
Jesús les responde a los enviados de Juan: vayan y cuenten lo que han visto y oído: los ciegos ven. Hay que tener claro que el sistema nos enceguece. Y recuperamos la vista cuando recuperamos la esperanza. Y la esperanza surge de la lucha. Debemos de garantizar que cada familia que ocupa un predio en esta comunidad experimente la alegría liberadora de la lucha, de la defensa de nuestra tierra, del lugar donde vivimos del cual nos quieren desalojar. Nos volvemos ciegos cuando nos volvemos indiferentes al dolor, cuando cerramos nuestros corazones a la lucha. Cada una de nuestras champas de plástico es un lugar sagrado que debemos de defender y cuidar.
Jesús les explica que los cojos andan. Cuando estamos solos o cuando estamos divididos estamos cojos, no podemos caminar o lo hacemos con dificultad. Cuando nos unimos es que empezamos a caminar. Y esta comunidad Milagro de Dios empezó a caminar cuando recuperó la tierra para vivir. Y vamos a seguir caminando hasta lograr nuestra legalización. Ya tenemos el agua, ya tenemos la luz y hoy caminamos hacia nuestra legalización.
Jesús les dice que los leprosos quedan limpios. La lepra es una enfermedad que devora la piel. Y en las comunidades la envidia, la indiferencia, el individualismo también devora la piel. Y los ricos confían en que la lepra del individualismo va vencer nuestro sueño de igualdad y justicia social. Y confían en que dentro de las mismas comunidades surgirá la opresión y la explotación. Y el desafío que tenemos es de limpiarnos entonces de esta lepra.
Jesús les comparte que los sordos oyen. Cuando uno oye la palabra de Dios uno se transforma. Y vuelve a nacer. Y abre sus oídos a una nueva música, al rumor de un río de justicia. Debemos de oír la voz de Dios que nos llama a la lucha en cada persona que sufre. Debemos siempre escuchar el grito de los pobres y nunca perder nuestro sentimiento de indignarnos ante la injusticia.
Y finaliza Jesús explicando que su nombre será motivo de escándalo. Los poderosos rechazaran en todas las épocas el mensaje de Jesús. El mensaje de Jesús siempre será subversivo cuando surja de las comunidades y se aleje de las catedrales. Aunque hay catedrales subversivas como lo fue la de Monseñor Romero.
Hermanos y hermanas: que nuestro Señor Jesucristo nos de la fuerza y la inteligencia para seguir luchando por esta tierra, que es de Dios y que merece que la dejemos de herencia a nuestros hijos e hijas. Amén.