Mi papá amaba a San Vicente… (II)
Platica con Luís Sarbelio Navarrete
SAN SALVADOR, 28 de diciembre de 2007 (SIEP) “En 1953, falleció mi madre, un año después que muriera mi padre, el Dr. Sarbelio Navarrete, que fue rector de la Universidad de El Salvador” nos cuenta su hijo, el también doctor, pero médico, de 78 años, Luís Sarbelio Navarrete.
“Cuando mi papá era magistrado de la Corte Suprema de Justicia, lo traían de San Vicente para San Salvador, porque a el le gustaba, amaba estar en San Vicente…Fue a finales del 29 o principios del 30 que nos venimos para San Salvador. Alquilamos una casa en la Quinta Calle Oriente, la numero 31. Allí vivimos por diez años, del 29 al 39…”
“Yo llegue de meses y estudie primero y segundo grado en el Colegio El Niño Dios. Luego me pasaron al Externado San José, donde fui compañero de Walter Beneke…”
“El 13 de septiembre de 1937 mi papá siendo rector de la Universidad, solo había una, organizó un ciclo de conferencias sobre René Descartes, y como deferencia especial envió una carta invitando al Presidente, el General Maximiliano Hernández Martínez, para inaugurar la actividad, que se realizaría en el Paraninfo de la UES. Su sorpresa fue que el general Martínez aprovecho la ocasión para extenderse largamente sobre sus doctrinas teosóficas y se refirió a las aguas azules que curaban toda enfermedad…en una actividad conmemorando el nacimiento del método científico…para mi papá eso fue una burla, la gente que asistió se durmió o manifestó su decepción por la actividad. Mi papá estaba encolerizado…no se lo perdonó…”
“Ellos se conocían…ambos sacaron el bachillerato juntos en el Instituto Francisco Menéndez, que quedaba donde esta hoy el edificio de la Alcaldía…por cierto se graduaron juntos, tenían en común que no eran de San Salvador, mi papá de san Vicente y el General de San Matías, y al acto de graduación ningún familiar llegó a acompañarlos por las distancias…y quedaron solo ellos dos. Entonces Max, como lo llamaba m papá, lo invitó para “ir al casino.”Mi papá se sorprendió porque por ser de origen humilde nunca había visitado un casino. Pro Max lo convenció para que fueran. Y agarraron camino para Santa Tecla. Al llegar, el general –entonces un estudiante- pidió dos cervezas. Andaban con los diplomas de bachiller bajo el brazo. El Mesero les pregunto si eran socios del casino y ante la respuesta negativa les dijo que no podía servirles. Entonces Max le dijo a mi papa: Qué jodida, si no podemos disfrutar del casino de los ricos, vamonos para el casino de los pobres. Y acto seguido salieron y Max los condujo a un estanco, a una cantina, donde pidieron dos tragos…y así celebraron.”
“Luego se encontraron de nuevo en la facultad de Derecho…al tercer año, Martínez le confeso que no iba a seguir estudiando. Ante la sorpresa de mi padre le manifestó que mejor “me voy a dedicar a la política, me voy a hacer militar…”
“Mi papa después que se graduó en 1913, se regreso a San Vicente, para ser juez. Luego Don Pío Romero Bosque lo lamo para que fuera Subsecretario de Instrucción Publica. El Ministro era Martínez Suárez, que conducía cuatro carteras: economía, relaciones exteriores, educación…Eso fue a finales de 1929 y nos venimos para San Salvador. En octubre del 39 regresamos, en tres camiones, para San Vicente de nuevo…”
“A principios del gobierno de Martínez fue papa es nombrado como Juez General de hacienda. Enfrento la corrupción e incluso mando preso a un ministro de apellido Varela. Y entonces nació un dicho popular del juicio que se le libro: “Cabal, dijo Varela…y faltaban quince mil pesos.”
“En 1943, el 30 de enero, se le rindió un homenaje nacional en la Alcaldía de San Vicente por sus contribuciones a la ciencia y la cultura del país…”
“En 1944 los estudiantes universitarios tenían acordonada a la Asamblea Legislativa, que quedaba en el Palacio Nacional, y a pura presión lograban acuerdos legislativos. Y para rector de la UES los de AGEUS pensaron en mi padre y fueron a buscarlo a San Vicente, al final lo convencieron para que aceptara ser magistrado de la Corte suprema de Justicia.”
“En octubre de 1944…el vivía en una pensión cerca del Telégrafo, famosa, llamada La Centroamericana, en una pieza a orilla de calle, y allí llegaron enviados de los golpistas para amenazarlo y decirle que renunciara a ser segunda designado a la presidencia, ya llevaban el escrito y el les respondió que esa era una responsabilidad que el pueblo le había dado y que no iba a ceder. Y se fueron molestos…Entonces un sobrino de el, el Teniente Coronel Alonso Castillo Navarrete le recomendó que lo mejor fuera irse porque corría peligro e incluso le compro el boleto para México… Y se fue pero ya en México decidió irse para Guatemala para sumarse al Gobierno en el Exilio presidido por el Dr. Miguel Tomas Molina. Para el el Dr. Molina fue siempre su ídolo, su maestro., su guia. Allí se integro al movimiento contra los golpistas…”
“En 1948 la Asamblea Legislativa lo nombra como Presidente de la Corte Suprema de Justicia y cumplió su periodo de dos años y luego, de nuevo regreso a San Vicente…en 1952 por una dolencia de apendicitis fue trasladado a San Salvador, y lo operan en la Policlínica, y dos semanas después, cuando le dan la noticia de su alta, el se levanta emocionado de su cama y ese movimiento brusco le provoca un infarto al corazón y mi padre muere…y es trasladado a san Vicente donde fue enterrado. Lo acompañaban sus amigos de toda la vida, el Dr. Juan Crisóstomo Segovia y el pueblo de San Vicente…”