MOISES Y LA TRANSICION A LA TIERRA PROMETIDA
Reflexión sobre Éxodo 13, 14 y 15
El culto religioso, las oraciones, los himnos, las ceremonias, celebraciones y los rituales litúrgicos surgen por lo general, de la lucha por la justicia y su práctica solo se justifica si regresan a la lucha, si son parte de un acto de acción de gracias por el acompañamiento de la divinidad y su misterio trascendente; en su respuesta divina a los sufrimientos y dolores, gritos y marchas de los oprimidos.
Cuando se realizan de otra forma, únicamente sirven para justificar situaciones de opresión y se convierten en mecanismos de esclavitud ideológica al servicio de los poderosos y de los imperios, se transforman en religiones escapistas e iglesias individualistas que legitiman el poder de los opresores.
Este es el criterio rector para medir la naturaleza opresora o liberadora de los actos litúrgicos, sea en el Egipto de los faraones o en la antigua Creta con el rey Minos; en la Francia de los enciclopedistas o en la Rusia de Lenin, en la Cuba de Fidel o en El Salvador de Monseñor Romero.
Cada revolución enfrenta una situación religiosa diferente en correspondencia con la cultura popular y la reacción de las clases dominantes. Y cada revolución también experimenta su propia transición, su propia modalidad de caminar hacia la Tierra Prometida o de construir el socialismo, luego de vencer al Minotauro.
La experiencia revolucionaria de Teseo y el Minotauro
En la lejana Knosos, el rey Minos, hijo de Zeus y de Europa, y hermano de Radamanto y Sarpedón, reinó sobre Creta por muchos años. Grecia era entonces una colonia de Creta. Minos era un déspota cruel que practicaba los sacrificios humanos. Y eran jóvenes esclavos atenienses las víctimas.
Y los sacrificaba para aplacar la cólera del monstruo Minotauro, que tenía cuerpo humano y cabeza de toro. Muchos siglos después en otro imperio cuya capital era Washington hubo otro dictador que sacrificaba jóvenes latinos, negros e incluso blancos en sus guerras de conquista. Irak era entonces una colonia de los Estados Unidos.
Cada nueve años Egeo, rey de Atenas era obligado como tributo, a enviar catorce jóvenes, siete muchachos y siete muchachas para ser sacrificados, devorados por el Minotauro en Knosos. Era un compromiso con el FMI de aquel tiempo, con el rey Minos de Creta. Cuando Teseo, hijo de Egeo toma conciencia de esta humillante situación y reacciona airado, decide rebelarse. En la decisión de luchar esta la decisión de vencer. Teseo iba a enfrentar al imperio. Su padre tuvo miedo de perderlo pero terminó apoyándolo.
Teseo se une a los jóvenes que serán sacrificados. La resistencia organiza una demostración que con los puños alzados despide a los muchachos y muchachas en el puerto del Pireo. Van en una embarcación con velas negras para señalar el dolor de la muerte. Egeo le dice a Teseo que si regresa triunfante que cambie el color de las velas por el blanco victorioso para saber que han vencido y que se encuentra vivo.
Durante la travesía Teseo recibió la visita del dios Neptuno para saludarlo e indicarle que debía buscar en el fondo del mar un anillo de oro que Minos había hace tiempo perdido. Al llegar a Creta son recibidos por Minos y su comitiva, que se sorprende por el anillo y le advierte que se enfrentara al Minotauro sin ningún tipo de arma.
Teseo no le quitó la vista a Ariadna, hija de Minos, que también lo miraba. A Teseo le atraía su belleza y que estaba bordando. A Ariadna le sorprendía el espíritu combativo de Teseo. Y decidió solidarizarse, ayudarlo en su empresa. Juntos iban a derrotar al Minotauro. A su propio hermano que aborrecía por su crueldad. En la noche Ariadna visitó a Teseo. Sellaron un pacto de lucha. Ariadna conocía los secretos del monstruo. Mientras hablaban sonaba el chasquido de las agujas en sus manos.
El Minotauro vivía oculto en la Casa Blanca de esa época, en un palacio llamado Laberinto construido por el arquitecto Dédalo. Era una edificación repleta de pasadizos intrincados que conducían al encuentro con el monstruo que devoraba a los que osaban desafiarlo. Se podía entrar pero no se podía salir. Cuando los jóvenes entraron, Ariadna le susurró a Teseo: coge este hilo y, ¡por lo que más quieras, no lo pierdas! Será lo que nos una.
Teseo obedeció. Y penetró con sus compañeros en el laberinto. Sabía que por más que caminaran siempre terminarían en su centro. Al anochecer percibieron un fuerte olor a carne podrida y escucharon unos temibles rugidos. Se acercaba el momento del enfrentamiento con el Minotauro. Camino hacia una plaza circular y pudo por vez primer observarlo. Era horripilante.
Y el monstruo amenazaba con atacarlo. El suelo estaba cubierto de huesos. Teseo tomó el más grande como arma. Y cuando el Minotauro lo embistió Teseo lo golpeo fuertemente. El monstruo rugió de dolor. Y Teseo aprovecho para encaramarse a su espalda y estrangularlo. Estuvieron revolcándose en la arena hasta que el Minotauro exhaló el último suspiro.
Había logrado matarlo. Ahora el desafío era salir del laberinto. Mediante el hilo de Ariadna empezaron a recorrer en sentido inverso el camino por donde entraron. Al final lograron salir. Ariadna esperaba afuera y al verlos corrió a abrazar a Teseo. Se encaminaron al puerto. Habían vencido y la Patria los esperaba. Antes de partir sabotearon todas las naves cretenses para evitar que los persiguieran.
En el camino una tenaz tormenta amenaza su regreso. Cuando se acercaba a Atenas la alegría de la victoria le hizo olvidar lo que su padre le había dicho antes de partir. Y regresó con las mismas velas negras. Cuando su padre vio la embarcación pensó que su hijo había fracasado, estaba muerto y decidió también quitarse la vida. Entonces nombran a Teseo como nuevo rey de Atenas. El sacrificio de jóvenes había concluido por medio de la lucha.
La experiencia revolucionaria de Moisés y el faraón
En la experiencia hebrea, la consagración de los primogénitos a Yahvé planteada por Moisés constituye un categórico rechazo al sacrificio por fuego de niños y niñas al dios cananeo Baal. La practica del sacrificio de jóvenes a los dioses es una práctica oscurantista de los poderosos orientada a fomentar el temor y el terror ante el misterio divino que también fue rechazada en la experiencia azteca por Quetzalcoatl. Las corrientes progresistas al interior de las religiones siempre han rechazado estas prácticas reaccionarias y mantenido una lucha ideológica contra sus partidarios.
Moisés y su Movimiento Popular descubren que la necesidad de conservar la memoria histórica es un imperativo para garantizar la continuidad del proceso revolucionario. Y es por eso que enfatizan en la conmemoración de los acontecimientos, de las fechas claves del calendario rebelde. Por eso se establece que “en el mes de Abib, acuérdense de este día, no deberán comer pan con levadura, deben celebrar esta ceremonia año tras año.”
Y agrega “también deberán dar una ofrenda como rescate por cada hijo mayor, y cuando el día de mañana tus hijos te pregunten: ¿qué quiere decir esto? Les responderán: el Señor nos sacó con mano fuerte de la casa de servidumbre en Egipto.”
Asimismo el Señor acompañaba a su pueblo en la travesía del desierto de día en una columna de nube y de noche en una columna de fuego para iluminarlos y que así pudieran viajar tanto de día como de noche. En determinado momento Moisés ordena que pongan campamento frente al mar.
Por otra parte, el faraón al enterarse que los esclavos judíos habían escapado por el desierto decide salir en su búsqueda para obligarlos a regresar a la esclavitud. Le preocupaba no contar con mano de obra esclava para sus proyectos imperiales. El faraón ordena que preparen su carro de combate y se dispone a perseguir a los fugitivos.
Los peligros de la marcha hacia la tierra prometida
Y logra el faraón alcanzarlos a la orilla del mar. Cuando los israelitas vieron a los egipcios tuvieron mucho miedo y le pidieron ayuda al Señor. Entonces Moisés les dice: No tengan miedo, manténganse firmes, y fíjense en lo que el Señor va a hacer con los egipcios. El Señor entonces habla con Moisés y le asesora.
Yahvé hace que el mar se parta en dos para permitirle pasar a su pueblo. Cuando han pasado el ejercito egipcio va siguiéndoles y penetran en el mar, y el Señor cierra las puertas del mar y se hunden los carros de guerra y sus guerreros perecen ahogados. Al ver los esclavos el poder del Señor recuperan la confianza y agradecen por este gesto liberador.
Y Moisés entona este canto de victoria: cantare en honor del Señor, que tuvo un triunfo maravilloso, al hundir en el mar caballos y jinetes, Mi canto es al Señor, quien es mi fuerza y salvación. Y también María tomó una pandereta, y todas las mujeres la siguieron bailando y tocando panderetas, mientras ella les cantaba: “canten en honor al Señor, que tuvo un triunfo maravilloso, al hundir en el mar caballos y jinetes.”
Luego aparece un suceso muy significativo. La reacción levanta cabeza en el mismo grupo que huye de Egipto y protesta ante Moisés por la falta de agua. Le gritan: ¿Qué vamos a beber? Moisés pidió ayuda al Señor y este le mostró un arbusto de donde surgió agua. Y luego llegan a Elim., donde había doce manantiales de de agua y setenta palmeras. Y allí hacen campamento.
La derrota del faraón de Egipto por el Movimiento Popular conducido por Moisés y Aarón cerró un capítulo de la historia de la lucha de liberación del pueblo hebreo y abrió uno nuevo, más complejo, el de la transición. Transición que se ve teñida por la necesidad de resistir las embestidas de los enemigos que amenazaban la vida misma de este pueblo insurgente. La transición era un enfrentamiento político, militar e ideológico.
El Éxodo es el núcleo original del Pentateuco. La liberación de los esclavos en Egipto constituye la semilla, el corazón, el alma del Antiguo Testamento. Y es un relato que ha sido interpretado en diversas épocas para fortalecer el espíritu de lucha de los sectores populares. Pixley nos ayuda a reconocer cuatro niveles principales. El primero es el de los que vivieron la experiencia de la liberación de Egipto.
El segundo fue el re-producido por las tribus llamadas “Israel” en la tierra de Canaan, para legitimar los levantamientos campesinos en contra de los señores de las ciudades que les exigían tributo; el tercero es el de la resistencia israelita, una lucha de liberación contra los invasores filisteos que concluye en el establecimiento de una monarquía y el cuarto y último nivel, el de la comunidad judía que vive el destierro en el imperio persa y el acontecimiento se convierte en el símbolo de su identidad.
Cada proceso revolucionario luego de su victoria enfrenta el desafío de construir una nueva sociedad. Encara el problema de la transición. La forma que esta adopta determina sus problemas y dificultades. Pero antes se requiere vencer al Minotauro, derrotar al faraón, destronar a los explotadores y opresores del pueblo. En ambas situaciones, Yahvé acompaña nuestros esfuerzos. Amén.
Rev. Roberto Pineda
Iglesia Luterana Popular de El Salvador
San Salvador, 2 de enero de 2007