¡Nos damos en la madre!
Dagoberto Gutierrez
El año de 1977 es un verdadero cruce de caminos en la historia política del país, es el momento en que La Unión Nacional opositora (Alianza entre el partido demócrata cristiano, el Movimiento Nacional Revolucionario y la Unión Democrática Nacionalista) llevan de candidato presidencial al Coronel de Caballería Ernesto Claramount. Desde 1972, la UNO derrotó al Partido de Conciliación Nacional y éste partido, que perdió las votaciones, no entrega, sin embargo, el gobierno como debería ser en una alternancia saludable. José Napoleón Duarte fue el candidato presidencial de ese año.
En la Colonia Palomo, en la Casa de Neto, nos reunimos Schafik Handal y yo con el Coronel Claramount. Muy elegante y vigoroso, blanco y de bigote también vigoroso y muy crecido, terminando en dos puntas enrolladas en sí mismas, con frecuencia Neto se dedicaba a acariciar las puntas de su bigote. Platicamos de bastantes cosas del país, tomamos café y en todo momento él estaba seguro, muy seguro, de sus palabras. En la calle la gente pasaba indiferente a la plática histórica que ahí se realizaba y en un momento el Coronel dijo: Señores yo no soy comunista, pero admiro a los comunistas por su firmeza y su empeño por sus ideales, cuenten conmigo en la lucha por la democracia. Ese día aceptó ser el candidato presidencial de la coalición UNO. Toño Morales, del PDC, sería el candidato a Vicepresidente.
La campaña sería verdaderamente sangrienta y la confrontación sería total porque el PCN había agotado el largo y tenebroso periodo de la dictadura militar de derecha, instaurado en el país desde 1932 y la UNO expresaba la posibilidad de lograr una alternancia con pleno respaldo popular.
Ciertamente, toda la sociedad se cimbraba por las contradicciones sin solución acumuladas durante decenios cada vez más sangrientos, un espíritu de rebelión recorría la patria y una indignación creciente se inscribía en los paredones, en las hojas de los árboles y en la alas de los pájaros.
Cinco años antes, el Ing. Duarte, ganador de las elecciones, casi es muerto por el ejército, es expulsado del país para imponer como Presidente al General Carlos Humberto Romero, por eso cuando en 1977 el Coronel Claramount se convierte en el candidato del pueblo, se construye la esperanza y confianza necesaria para derrotar a la vieja dictadura que el PCN representaba. Y se fortalece la convicción sobre las reservas morales, y políticas de los hombres de la fuerza armada comprometidos con la democracia.
El mensaje del Coronel Claramount, fue siempre directo, seguro, vigoroso y claro, tal como se necesita en los momentos inseguros; su actitud fue de entrega total a la causa de la democracia en el país, tal como se requiere en países como el nuestro sometidos a dictaduras y su compromiso fundamental era un tejido que terminaba en el pueblo y comenzaba ahí mismo.
Claramount no venía de ningún partido político de la UNO, ni tenía militancia partidaria e iba, por eso iba, desde la sociedad hacia la coalición partidaria y su voz era suficientemente política e insuficientemente partidaria, para ganar una abundante confianza del pueblo.
Abundaron contra Neto los calificativos de instrumento, y de tonto útil pero en la medida que el apoyo popular aumentaba aparecía la cabeza oscura del fraude electoral y es en ese momento cuando Neto expresó: Si nos quitan la victoria nos damos en la madre. Este mensaje caló muy hondo en la psicología popular y efectivamente, el PCN suspendió las votaciones al medio día al comprobar que la UNO les estaba ganando. El pueblo se tomó la Plaza Libertad y, durante 24 horas, un mitin permanente denunciaba el robo de la victoria. El 28 de febrero de 1977, en horas de la madrugada el ejército asaltó la plaza con armas pesadas y más de 200 personas murieron esa noche mientras Neto, con una pequeña pistola en sus manos dirigía la retirada del pueblo hacia la Iglesia del Rosario.
Luego vendría la guerra y el proceso político, inagotable como es, siguió su curso por otros caminos. Ante la muerte del Coronel Claramount, la patria inclina sus banderas, en duelo las campanas de la historia suenan tristes ante un hombre que supo cumplir su compromiso hasta el último instante, la Fuerza Armada y el pueblo tienen hijos que nunca mueren, Ernesto Claramount es uno de ellos, su momento histórico tiene mucha actualidad en los actuales momentos.