Oswaldo Escobar Velado
NACIÓ EN la ciudad de Santa Ana, el 11 de septiembre de 1919. Fue hijo del santaneco Simón Escobar Vides y de la dama sonsonateca María Velado de Escobar fallecida en mayo de 1959, por cuya rama fue nieto y sobrino de los también escritores Calixto Velado y Francisco Herrera Velado.
Miembro del Casino Juvenil Salvadoreño, fue estudiante en el capitalino Externado de San José y colaborador literario activo de la radio privada YSP propiedad de Fernando Albayeros Sosa y de las revistas y periódicos La universidad, El Diario de Hoy, Vida universitaria, La tribuna, Opinión estudiantil de la que fue corredactor, en 1944, durante su octava época y Tribuna libre.
En 1939 dio inicio a sus primeras labores editoriales, cuando en compañía de Inocente Alvarenga iniciaron los tirajes de la efímera revista capitalina Mikra.
Con otros escritores y autoras, integró el grupo SEIS, fundado en las instalaciones de El Diario de Hoy, en la mañana dominical del 11 de enero de 1942. En una de sus primeras actividades públicas como parte de ese grupo literario, Escobar Velado le cantó con su poesía a la Reina de la Loza, en San Juan Nonualco (mayo de 1942).
Tras salvarse de la muerte por inmersión en la playa Los Blancos, departamento de La Paz (20 de diciembre de 1942), durante el resto de la dictadura del general Maximiliano Hernández Martínez, desplegó una fuerte actividad intelectual y política en contra de los despotismos y los totalitarismos mundiales y centroamericanos, labor que pronto lo condujo al exilio, primero en Costa Rica donde completó sus estudios y se doctoró en Jurisprudencia y luego en Guatemala, país en que, en coautoría con Carlos Lobato, escribió y publicó Rebelión en la sangre (1945).
Pese a esa actitud, en la década de los 50 incursionó en política y apoyó a varios generales como precandidatos presidenciales, lo que le generó algunas animadversiones y ataques en círculos sociales e intelectuales del país.
Abrió su bufete sobre la primera calle oriente, en San Salvador, a una cuadra de la fatídica “esquina de la muerte”, en las cercanías de la Biblioteca Nacional (ahora predio municipal de vendedoras). En ese lugar, en el Café “Doreña” y en su sucursal al costado del Teatro Nacional, el Dr. Escobar Velado era visitado de forma asidua por jóvenes escritores, atraídos por su fama de poeta y su conversación amable y estimulante, la que muchas veces terminaba con la ingestión de un trago, que lo sumía en borracheras que duraban meses, hasta ser detenidas por su reclusión forzosa en una celda de la Guardia Nacional o en una cama de hospital.
Entre 1950 y 1960 realizó diversas publicaciones en Diario del pueblo, un semanario dirigido y editado en la ciudad de San Miguel por el doctor Juan Díaz Lazo.
En septiembre de 1951, su texto poético Biografía de la sangre rebelde mereció el tercer premio en los Juegos Florales de Quetzaltenango (Guatemala). Un año más tarde, su poemario Cristoamérica resultó triunfador en el Certamen Permanente Centroamericano “15 de septiembre”, organizado por diversas entidades culturales en la capital guatemalteca.
Este último galardón le fue entregado en la embajada de Guatemala en San Salvador, en la noche del martes 28 de abril de 1953.
En agosto de 1957, el jurado literario compuesto por Luis Gallegos Valdés, Juan Felipe Toruño y Alberto Rivas Bonilla le otorgó el segundo lugar compartido con Orlando Fresedo en los Juegos Florales Agostinos de la ciudad de San Salvador, por su poema El maíz, el hombre y don Alberto, dedicado a la vida y obra de Alberto Masferrer.
Un año más tarde y en ese mismo certamen literario capitalino, sus poemas Tekij y Jinete de América fueron galardonados con el primer y tercer premios de esa rama literaria, a la que se presentó escudado por los pseudónimos “Vladimiro” y “Nicolás Tapia”. En diciembre, su poema TV en frutas fue galardonado con el primer premio en los II Juegos Florales Dicembrinos de Nueva San Salvador.
En 1958, la radio YSKL dio a conocer el programa noticioso y crítico Mediodía, dirigido por Escobar Velado y el cual contaba con reporteros como los escritores Roque Dalton, José Roberto Cea, Tirso Canales, Dagoberto Orrego Candray, José Napoleón Rodríguez Ruiz y Jorge Campos. Cada sábado, este programa transmitía un suplemento cultural, titulado Toro de espuma: antología de la palabra. Por el nivel crítico de sus emisiones en general, este espacio informativo y cultural fue censurado pocos meses más tarde por el régimen de José María Lemus y sus conductores fueron salvados de ser capturados por la policía gracias a una amplia manifestación popular, convocada por los propios locutores durante la última transmisión del programa.
Entre 1958 y septiembre de 1959 fue fundador y director de doce números de la revista literaria capitalina Gallo gris, publicada en San Salvador. Entregada a la juventud literaria del país, esta nueva dirección logró editar cinco números más. Bajo el sello editorial Gallo Gris, el doctor Escobar Velado publicó varios libros, entre los cuales se encontraban sus poemarios Cristoamérica (1959) y Cubamérica (1960).
En compañía de los poetas Tirso Canales, Julio Escamilla Saavedra y Agustín Martínez, el primer día de octubre de 1959 fundó una nueva empresa editorial y literaria: las Carpetas antológicas centroamericanas, publicadas en San Salvador por la editorial Serpentario S. A., dirigidas ambas por Escobar Velado. El primer número de esta colección poética, ilustrado por Héctor Rafael Ruiz, apareció al mes siguiente y constaba de varios poemas de Claudia Lars (Casa sobre tu pecho, Tres sonetos del arcángel I, II y V, La rosa, Este origen del mar y Dibujo de la fuga). Poco después apareció la segunda entrega de este nuevo sello editorial, la cual constaba de una muestra literaria del guatemalteco Miguel Ángel Asturias.
Secretario de prensa de la efímera Junta de Gobierno salvadoreña (octubre de 1960-enero de 1961), fungió como trabajador en los departamentos jurídicos del Ministerio de Defensa y de la Guardia Nacional. En este último cargo, se dio a la tarea de promover la formación de tríos y grupos musicales, uno de los cuales grabó un sencillo disco con la letra de su poema Machete estate en tu vaina.
El 16 de febrero de 1963, esa incursión en el mundo discográfico se vio complementada de forma póstuma, gracias al lanzamiento de un disco con poemas grabados por él mismo, en los estudios de Radio Nacional de El Salvador, en una grabación realizada en octubre de 1960.
Falleció a las 19:15 horas del sábado 15 de julio de 1961, en el Asilo Salvador (ahora Hospital Psiquiátrico, San Salvador), víctima de un cáncer terminal en la garganta, por el que fue sometido a varias intervenciones quirúrgicas y tratamientos de quimioterapia, practicados desde febrero de ese mismo año en las localidades estadounidenses de Houston y Colorado Springs.
Sus restos mortales fueron velados en la casa de su hermano, el Dr. Héctor Escobar Velado, situada en el número 515 de la 91 avenida norte, en la colonia Escalón de la ciudad capital. Su entierro tuvo lugar a las 16:00 horas del domingo 16, en el Cementerio General de San Salvador.
Escribió y publicó otros poemarios, entre los que puede mencionarse a Poemas con los ojos cerrados (Guayaquil, Emporio Gráfico, 1942, 28 págs.), 10 sonetos para mil y más obreros (San Salvador, 1950), Árbol de lucha y esperanza (San Salvador, 1951), Volcán en el tiempo (San Salvador, Ministerio de Defensa-Imprenta Nacional, mayo de 1955, con ilustraciones de Camilo Minero y donde experimenta con sus poéticos “verbos inventados”), Tierra azul donde el venado cruza (San Miguel, 1959, obra ganadora de los Juegos Florales de esa ciudad del oriente salvadoreño), Cuscatlán en T. V. (San Salvador, 1960, obra que triunfó en los Juegos Florales de Nueva San Salvador) y Elegía infinita (San Salvador, revista Vida universitaria no. 8, 1962).
Compiló, anotó y dio a prensas la antología Puño y letra (San Salvador, Universitaria, 1959), compuesta por copias facsimilares de poemas manuscritos, redactados por distintos autores y escritoras del país.
A pesar de que en septiembre de 1961 se dio a conocer que su hermano Héctor patrocinaría un grueso volumen con las Obras completas del poeta, prologadas por Claudia Lars y acompañadas por un retrato hecho por el entonces exiliado pintor Camilo Minero y una portada diseñada por el caricaturista José Bernardo Pacheco (“Nando”), ese volumen no llegó a circular.
Varios de los textos de sus Conferencias fueron reunidos y publicados por la revista La universidad, órgano oficial de la Universidad de El Salvador (San Salvador, año LXXXVI, no. 1, enero-junio de 1962).
Para llenar el vacío intelectual dejado por sus frustradas Obras completas, hubo que esperar otras compilaciones y antologías póstumas, entre las que se destacan Poemas escogidos (antología prologada por Matilde Elena López e ilustrada con un grabado de Camilo Minero, San Salvador, 1967), Patria exacta y otros poemas (selección, prólogo y notas de Ítalo López Vallecillos, San Salvador, 1978) y Tierra azul donde el venado cruza (selección y prólogo de José Roberto Cea, San Salvador, 1997). Algunos poemas suyos figuran también en la compilación Con la cruz a cuestas: cinco voces poéticas (San Salvador, La hora cero, 1977).
Además de ser el custodio actual de algunos manuscritos de este poeta, el escritor y catedrático Francisco Andrés Escobar realizó un primer acercamiento académico a su biografía y quehacer literario con su tesis Lectura poética de la realidad política: introducción a la vida y obra de Oswaldo Escobar Velado (San Salvador, Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, 1987), aunque también dedicó varios artículos sucesivos a su poemario Elegía infinita, divulgados hacia mediados de la década de los 80 por Diario Latino.
En homenaje a la memoria de “Pipo” Escobar Velado, varios jóvenes escritores crearon el Círculo Cultural Universitario (San Salvador, 1961) y lo bautizaron con su nombre, el cual también fue usado por las autoridades del Ministerio de Educación para denominar a una escuela parvularia de la capital salvadoreña.
Inspirados por el título de uno de sus poemas más conocidos, jóvenes escritores como Roberto Armijo, Tirso Canales, Jorge Campos y otros crearon al Frente Cultural “Tekij” (Universidad de El Salvador, noviembre de 1961), nombre que, además, fue empleado por la Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación para denominar a una de sus colecciones bibliográficas de poesía, a inicios de la década de los 70.