PCS: 60 años jóvenes en la lucha por la democracia y el socialismo (marzo 30 de 1990)

PCS: 60 años jóvenes en la lucha por la democracia y el socialismo (marzo 30 de 1990) Roberto Pineda 12 de agosto de 2015

Las celebraciones del 60 aniversario de creación del Partido Comunista de El Salvador, el 30 de marzo de 1990, se realizaron en tres diferentes escenarios: en los frentes guerrilleros, en la más profunda clandestinidad en San Salvador y en diversos países solidarios con la lucha del pueblo salvadoreño contra la dictadura militar y la intervención yanqui.

Habían transcurrido ya diez años de guerra popular, en la cual participaba el PCS mediante las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), y ya como FMLN recién concluía la más grande ofensiva militar, la de noviembre de 1989 y la semana siguiente de esta celebración, el 4 de abril, se firmaría el Acuerdo de Ginebra, que determinaría los cuatro objetivos básicos del proceso de diálogo y negociación: terminar el conflicto armado por la vía política; impulsar la democratización del país; garantizar el irrestricto respeto a los derechos humanos; y reunificar a la sociedad salvadoreña.

Y la celebración del 60 aniversario del PCS también transcurrió en el marco internacional de la caída del muro de Berlín (noviembre de 1989) la crisis del socialismo, y la posterior disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, así como de la inesperada victoria en Nicaragua de Violeta Barrios sobre el FSLN. Esta crisis del socialismo real impactó fuertemente en las fuerzas de la izquierda a nivel mundial, incluyendo a El Salvador.

El discurso pronunciado en Managua por Schafik Handal, secretario general del PCS, aborda estas diversas situaciones y toma posición así como rinde homenaje a los hombres y mujeres, militantes del PCS que durante sesenta años, desde 1930, han sostenido en difíciles condiciones de clandestinidad las banderas gloriosas de la lucha por la paz, la democracia y el socialismo.

Un justo recuerdo por los caídos
Inicia Schafik su presentación solicitando “un minuto de silencio en honor de todos los luchadores por la democracia, por los intereses generales del pueblo trabajador que a lo largo de 60 años entregaron sus vidas, sufrieron en las cárceles, o fueron desaparecidos o asesinados combatiendo contra la dictadura militar…”
Añade que “sesenta años de la vida de nuestro Partido abarcan más de la mitad de este crucial siglo XX, crucial para toda la humanidad…es justo que echemos una mirada, aunque sea rápida, a nuestra existencia. Es necesario extraer de ahí enseñanzas, extraer de ahí firmeza. Es necesario hacer justicia histórica a quienes, a lo largo de todas estas décadas, participaron y siguen participando en nuestra lucha y deducir de ahí algunos rasgos de nuestra organización que es necesario, tener en cuenta, sobre todo ahora que estamos en medio de tormentas, de confusiones, de muchas presiones.”
Explica que “la historia de nuestro Partido ha sido muy azarosa. Después de la insurrección de 1932 sufrió mucha persecución, se perdieron sus archivos y los datos de la historia de sus primeros años de vida quedaron librados únicamente a los recuerdos de los militantes y dirigentes sobrevivientes. Se perdió así una parte de sus rastros. Muchos años después, reunimos – allá por los años 60-a un grupo de fundadores para determinar mejor las condiciones en que fue fundado el Partido, conocer su fecha y otros datos.”
Los indígenas comunistas
Subraya que “voy a hablarles un poco de Feliciano Ama y Francisco Sánchez, dos jefes indígenas que se incorporaron al Partido Comunista de El Salvador, junto con su pueblo. Cuando recibieron la explicación de que al Partido solo se podía ingresar individualmente, ellos no lo aceptaron y dijeron: “sí, está bien, pero nuestro pueblo viene con nosotros al Partido, desde este momento todos somos comunistas.” Eran los indígenas de Izalco, Nahuizalco, Juayúa, Sonzacate, Tacuba, etc.”
“Su reivindicación más sentida era recuperar las tierras de las cuales los despojaron los terratenientes, dueños del poder del Estado, a finales del siglo pasado y comienzos del siglo actual. Especialmente el general Regalado y los señores Dueñas, fundadores de las muy conocidas familias Regalado y regalado Dueñas, de las más conspicuas y reaccionarias de la oligarquía del país.”
Además Schafik hace un esbozo de las figuras de Modesto Ramírez, Segundo Ramírez, Farabundo Martí y Miguel Mármol, este último “es el que le dio continuidad a nuestro Partido y a la resistencia popular en momentos de mucho terror, confiando en las masas, confiando en las bases, a pesar de aquella tremenda derrota.”
Los años difíciles
Posteriormente comparte que “surgieron nuevas generaciones de comunistas. Muchos de ellos influidos por el terror y forjados, ya no en las filas del movimiento de los trabajadores sino que, sobre todo, provenientes de la Universidad. Entonces el Partido entró en un momento en que predominaba mucho la teorización, el análisis de si había sido correcto tomar las armas. La mayoría de los nuevos comunistas sostenían que al insurrección había sido un tremendo error, que jamás debió tomarse las armas.”
Agrega que “durante muchos años fue prohibido aceptar que Partido existía, según el criterio de que si el Partido luchaba sería destruido, qué primero debía fortalecerse y después luchar. Claro, aquello era una falacia ¿cómo se iba a fortalecer sin luchar? Los comunistas luchaban individualmente sin aceptar su pertenencia al Partido. Muchos de ellos tenían renombre, pero negaban que fueran comunistas. Cuando yo ingrese al Partido, en 1950, todavía eso se practicaba.”
Añade que “en los años 40, esa situación empezó a cambiar. Se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, la lucha antifascista. El tema de la democracia floreció. En El Salvador continuaba imperando la brutal dictadura militar del General Hernández Martínez. Todo ello alentó el reagrupamiento de los revolucionarios y de los demócratas.”
Los obreros respondieron: “eso es traición”
Schafik refiere en su exposición un interesante fenómeno ideológico que surgió en el movimiento comunista internacional en esos años cuarenta, encabezado por el dirigente comunista estadounidense Earl Browder y que planteaba la conciliación de clases, reproducir la alianza entre la URSS y los Estados Unidos a nivel de cada país, y que se expresó también en el PCS, con sus simpatizantes (Julio Fausto Fernández, Alejandro Dagoberto Marroquín) y adversarios (Virgilio Guerra, Daniel Castaneda).
Explica Schafik que “nuestro Partido estaba apenas recuperándose y sus relaciones internacionales eran tan pobres, que realmente el influjo de aquella posición llegó nada más a dos o tres cabezas ilustradas, intelectuales de gran nota, que alcanzaban a conocer y asimilar la extraña sabiduría de aquella posición. Y convocaron una reunión para exponer y apoyar el nuevo pensamiento, que se realizo en el tiempo que media entre el derrocamiento del dictador Martínez y el contragolpe –cinco meses después- de Osmín Aguirre en octubre. En ese periodo es que se produce ese intento browderiano dentro del Partido, que duró una sola reunión, porque los obreros comunistas más combativos y claros los enfrentaron y rechazaron tajantemente.”
Continúa diciendo que “ellos fueron principalmente los obreros comunistas de Santa Ana. Escucharon la enjundiosa intervención de uno de estos intelectuales y pidió la palabra uno de ellos , Daniel Castaneda quien todavía vive, tiene 96 años, de oficio sastre. Y les dijo: “¡Eso es traición!” La mayoría apoyó esa caracterización…Afortunadamente por eso nos seguimos llamando Partido Comunista de El Salvador.”
Sobre el movimiento comunista internacional
En relación al movimiento comunista internacional, Schafik hace un balance de las relaciones con el PCS y asegura que esta relación “nos ha derivado muchas cosas positivas, pero también nos ha traído influencias negativas, como esta de la “vía pacífica”, el centralismo y el verticalismo en el Partido, el marxismo despojado de su carácter científico y reducido a estéril sistema dogmático, acrítico y otros.”
Plantea que “le toca a los comunistas de eso países examinar cuanto influyó ese tipo de enfoques en ellos mismos; cuanto les hizo confiar en procedimientos verticales que no se apoyan en la movilización y la iniciativa de la base partidaria y popular, sino en dictados y manipulaciones desde arriba, en maniobras para mantener el poder sin lucha. Y cuanto influyó en que al final fueran desplazados del poder desprestigiados, enfrentados a las masas.”
Elecciones y lucha armada
Explica Schafik que durante los años cincuenta y sesenta “el Partido tenía una posición de rechazo a la lucha electoral. Cada vez que había elecciones, invariablemente su línea era llamar a no votar, llamar al boicot de las elecciones. Claro, en la práctica no había boicot, siempre había votación…El Partido Comunista de El Salvador siempre ha sido ilegal, excepto durante menos de un mes, entre diciembre de 1931 y las elecciones del 4 de enero de 1932.”
“Pero en 1966, a partir de la necesidad urgente de diputar a las masas y obligar a que el debate y la lucha política se centraran en torno a la plataforma de cambios democráticos y antiimperialistas, maduros en nuestro país, decidimos participar en las elecciones. Para obviar nuestra falta de legalidad, llegamos a acuerdos con los dirigentes de un partido legal, que de hecho no contaba con bases, era como un casarón con personería jurídica…En febrero de 1966 participamos con el PAR en unas elecciones de diputados y Consejos Municipales, fue como nuestro ensayo en esa forma de lucha política que no conocíamos.”
Indica que “después, en febrero de 1972, participamos como uno de los tres partidos integrantes de la UNO (Unión Nacional Opositora). Y aquella UNO habiendo ganado “perdió”; la dictadura militar desconoció su victoria y le impusieron la derrota mediante una operación de masivo fraude electoral.”
Reflexiona que “estábamos en el crucial periodo de los años 7, cuando se fragmentó la izquierda. Se constituyeron las organizaciones revolucionarias político-militares. Las primeras acciones armadas se realizaron en 1970 y nuestro Partido se quedó al margen de ese terreno de lucha, se mantuvo exclusivamente en la lucha electoral y sindical. Se desarrolló un gran enfrentamiento ideológico entre la izquierda. Nosotros acusando a los hermanos de “ultraizquierdistas” y ellos acusándonos de “electoreros” y “revisionistas”, ese era el lenguaje de aquel tiempo.”
Concluye que “ahora parece que todos reconocemos, los que estuvimos en un lado y otro, que algo de verdad había en las mutuas acusaciones que nos hacíamos. Porque ahora estamos claros, hemos ido madurando. El FMLN ha ido madurando y considera que fue útil la lucha electoral y podría serlo en el futuro.”
Aclara que “la lucha electoral desembocó, en febrero de 1977, en un gran enfrentamiento, casi una insurrección. Los comunistas fuimos los organizadores y conductores de estas acciones multitudinarias y armadas. La semana siguiente a las elecciones del 20 de febrero, fue una semana de grandes movilizaciones de calle y enfrentamientos con las fuerzas represivas. Y eso desembocó en la masacre de la Plaza Libertad, tomada por las masas durante varios días, hasta ser desalojados a balazos por el ejército.”
Establece que “esto marcó el viraje de nuestro Partido hacia la lucha armada y sentó las bases para la unificación de la izquierda en El Salvador, proceso que dio origen al FMLN. A la Ofensiva General del 10 de enero de 1981 ya fuimos unidos, como FMLN. Ese fue el bautizo de fuego del FMLN, la primera prueba de la unidad alcanzada…”
“Cuando, en marzo de 1979, el VII Congreso del Partido confirmó su viraje revolucionario, ya contábamos con las primeras unidades militares. Considero que debemos situar el origen de las FAL en las acciones armadas e insurreccionales de la semana posterior a las elecciones de 20 de febrero de 1977, y de los días siguientes a la masacre del 28 de febrero de la Plaza Libertad.”
Considera que “las FAL y su lucha ininterrumpida ha sido una poderosa palanca para la transformación del PCS en un Partido revolucionario en guerra. Esta transformación ha sido lograda, como nos lo demostró la experiencia de la gran ofensiva de noviembre de 1989. El carácter revolucionario del PCS es hoy el más sólido, colectivo y consciente de sus 60 años de historia.”
El imperialismo es poderoso y sabe maniobrar
Evalúa Schafik que “durante nueve años, Estados Unidos ha invertido alrededor de 4 mil doscientos millones de dólares para derrotarnos. Ha sido una inversión tan grande como inútil. El movimiento revolucionario salvadoreño origina sus fuerzas, su capacidad en gran parte, en su propia unidad. No es que esa unidad sea idílica, como un sol sin manchas. No hay nada así. Si fuera así, no serviría, no originaría creatividad, no impulsaría nada. Es una unidad con todos los problemas que le son propios, con polémicas a veces agudas, alrededor de la búsqueda de líneas correctas.”
Reconoce que “estamos enfrentados a un enemigo no solo poderoso, sino muy experimentado, que sabe maniobrar, que sabe poner a los revolucionarios en dificultades, que sabe tirar, en medio de las cabezas de los revolucionarios, fuego, trucos, trampas. No es cualquier enemigo, condiciona.”
Los 60 años se cumplen luchando
Subraya que “vamos a cerrar un poco este recorrido, diciendo que es un motivo de orgullo para nosotros el que hayamos llegado a esta edad, cumpliendo 60 años de vida del Partido, inmerso en esta lucha. Es un motivo de orgullo y es una gran virtud que así sea porque nos encuentra todo este vendaval, este gran cambio que está ocurriendo en el mundo, la crisis en el socialismo, con todas sus secuelas, incluida una cierta tendencia a la derecha en los proceso políticos de muchos países, nos encuentra a los revolucionarios salvadoreños combatiendo. Esta es una ventaja. Estamos convencidos que esta es una ventaja…”
Informa que “nosotros queremos negociar y estamos impulsando la negociación. Pronto habrá encuentros en el nuevo marco alcanzado por nuestra gran ofensiva de noviembre. Pronto van a iniciarse las negociaciones con los buenos oficios del secretario general de las Naciones Unidas. Esta es una conquista nuestra.”
Tenemos un proyecto popular y revolucionario
Define que “el FMLN ha ido construyendo un modelo de lo que debe ser la democracia en el país, que ya no es un planteamiento en abstracto, nada más hablando de libertades y de derechos humanos en general, sino que aterriza concretamente, en cambios concretos de las estructuras salvadoreñas de poder. Nosotros hablamos de dos concertaciones: la concertación popular en torno al proyecto popular, a la generación de la correlación para lograrlo y garantizarlo y la concertación nacional, en torno a la solución política al conflicto y al modelo económico, político y social.”
Considera que la concertación popular “integra un amplio abanico de identidades sociales, religiosas, políticas e ideológicas, que comprende también, desde luego, a los revolucionarios. Ese es el sujeto popular que debe conformarse por este proceso de concertaciones, proceso en el que los revolucionarios tenemos que tirar a la basura nuestro sectarismo y una serie de dogmas, superar el reduccionismo clasista y sobrepasar los límites del partidismo, como corresponde a la necesidad de abrir puertas a la participación democrática de las multisectoriales fuerzas sociales organizadas, a una sociedad civil en organización y expansión, desde abajo, desde la base.”
Bajo dominación imperialista, casi siempre hay que nadar contra corriente
Evalúa Schafik que “ahora está de moda aconsejar que lo más “inteligente” es ponerse en concordancia con la corriente mundial…Los revolucionarios, y en particular, nosotros que venimos hace mucho tiempo luchando, sabemos que bajo la dominación del imperialismo hay que tomar la decisión de nadar contra la corriente casi siempre. ¿O nadas contra corriente o no eres revolucionario!”
Agrega que “hasta ahora han sido excepcionales los momentos en que predominan, en las potencias imperialistas, tendencias dignas de un apoyo (relativamente mayor o menor) por parte de los revolucionarios. Ese fue el caso, por ejemplo, de la “política del buen vecino” del presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt (1933-1945) hacia América Latina, basada en su compromiso expreso a la “no intervención”, interrumpiendo una línea de 70 años de agresiones militares y todo tipo de intervenciones en nuestros países.”
El nuevo mundo post perestroika
Por otra parte, indica que “en la actualidad, los cambios generados por la perestroika, progresivos en su origen y propositivos, ocurren dentro de una correlación mundial de fuerzas desventajosa para el socialismo y la causa de la liberación nacional; desventaja que ha sido profundizada por la precipitación de la crisis en Europa del Este. Bajo las activas presiones y promociones de esta correlación desfavorable, la tendencia generada en el mundo está cargada fuertemente al anti socialismo, a cooptar la justa lucha por la democracia a favor del imperialismo y el capitalismo; a instrumentar la justa causa del desarme nuclear.”
Así como también a “forzar el apaciguamiento de las luchas revolucionarias, el aislamiento del movimiento de liberación nacional en el Tercer Mundo, e debilitamiento de las fuerzas que propugnan la renovación y defensa del socialismo. Nosotros no podemos, sin dejar de ser revolucionarios, apoyar a fardo cerrado esta corriente mundial. Es indispensable distinguir con cuales de sus tendencias nadamos a favor y frente a cuales nadamos contra corriente.”
Reconoce que “estos distingos no son fáciles, pero debemos hacerlos obligatoriamente, no solo para no hacer el juego al imperialismo y a los enemigos de toda idea de socialismo, sino para obtener las lecciones de la crisis del socialismo, capacitarnos para dar a nuestros proyectos revolucionarios un carácter profundamente democrático, contribuir en aras del futuro libre d ele humanidad a la renovación teórica y la cristalización práctica de un nuevo socialismo.”
Plantea que “nosotros creemos que aun en el derrumbe de regímenes socialistas en Europa Oriental, a pesar de la confusión y las preocupaciones que de ello surgen, hay aspectos útiles para la lucha nuestra….Lo que nosotros reivindicamos de la tendencia actual en el mundo es la democratización, el derecho a la justicia social, la posibilidad de alcanzar esos cambios políticos y socio económicos por la vía de la concertación popular y nacional, el derecho legítimo de los pueblos a luchar por su libertad y su liberación social con todas las formas de lucha y medios que las condiciones de sus países requieran , incluida la lucha armada.”
Aclara y asegura que “no vemos, pues, sombríamente el porvenir. Lo vemos, si, lleno de dificultades. Y lo que voy a decir no es retórico: si no hubiera dificultades, no podríamos desarrollarnos…Nosotros pensamos que en medio de la crisis tendrán que irse reagrupando ideas y fuerzas, definiéndose posiciones, irse enfrentando la defensa del socialismo contra la disolución del socialismo…El socialismo resultará renovado. Puede ser que en una parte menor del planeta, puede ser que haya países que del socialismo se vayan al “paraíso” capitalista. Que vayan, que hagan su experiencia.”
Observa con su inconfundible estilo que “si tú dejas de ser revolucionario, dejas de estar por el socialismo, empiezas a encontrarle exceso de virtudes al capitalismo y empiezas a picardear con recursos pragmáticos para ganar votos, entonces la gente saca una conclusión muy simple: “hombre, si el capitalismo es mejor, yo voto por los capitalistas reales, por los que saben hacer un capitalismo eficiente ¿Por qué voy a votar por éste que ha hecho un mal socialismo.”
Pensar con cabeza propia
Opina Schafik que “una lección de todo esto es que debemos penar con cabeza propia, no perder capacidad crítica y analítica frente a nuestra propia obra y lucha, ni frente a la obra y conducta ajenas, ni aun frente a aquellos procesos que parecen marchar de lo mejor. Se han derrumbado no sólo regímenes, se han derrumbado dogmas. El socialismo no puede seguir siendo como ha sido.”
Agrega que “está siendo sacudido pro estallidos revolucionarios en cuya base hay una crisis estructural: las relaciones de producción estatistas; la gestión de la economía rígidamente centralizada, burocrática; el sistema política verticalista, negador y represor de la iniciativa, la movilización y participación de las masas –desde abajo- en las decisiones, en la configuración de los gobiernos y de su rumbo; el bloqueo de la autonomía de las naciones y etnias; la ideología en gran medida dogmática y sectaria; todo ello taponó el desarrollo de las fuerzas productivas y del progreso social en conjunto. Son estos fundamentos objetivos típicos que generan los estallidos revolucionarios.”
Y se pregunta Schafik: si son estallidos revolucionarios ¿por qué dan origen a tendencias anti socialistas muy fuertes, en casos incluso dominantes?” Y responde “nuestra reflexión es que ello se explica por los factores siguientes: en primer lugar, es necesario recordar que en todo proceso de revolución surge también la tendencia a la contrarrevolución; esto tiene carácter objetivo. Triunfa en definitiva la corriente que logra la mayor fuerza, la que se guía por una línea y un plan más acertados, más inteligentes.”
“En segundo lugar, los partidos del socialismo, pro su fusión con el Estado y los métodos de este, se separaron de las masas, se colocaron por encima de ellas, se infectaron de corrupción y se desprestigiaron, desprestigiaron al socialismo. Esto deja uh enorme espacio a fuerzas de diversos matices, incluso contrarrevolucionarios, para que confundan y atraigan a grandes masas.”
Un mundo interdependiente y contradictorio
Opina que “basándose en la interdependencia del mundo están circulando toda clase de ideas, progresistas, revolucionarias y también reaccionarias. Hay quienes, por ejemplo, alegan que nuestros países no pueden ser independientes, que la autodeterminación es un asunto del pasado, que debemos aceptar la dominación del imperialismo como una realidad irreversible, inmodificable. Nosotros rechazamos este enfoque reaccionario de la interdependencia mundial. El mundo es interdependiente, pero también es agudamente contradictorio y policéntrico.”
Señala que “lo que hoy se llama “desideologización “equivale, en muchos casos, a pragmatismos sin principios, sin límites y, como política de los países tercermundistas frente a los poderosos e impositores centros del capitalismo desarrollado, frente al imperialismo, suele devenir en entreguismo, en consolidación del subdesarrollo y la dependencia, en la perdida de toda dignidad y capacidad para construir una sociedad justa, democrática y progresiva.”
Sostiene que “si duda estamos en un momento difícil, pero también trascendental. Nuestro compromiso con la actualidad, como comunistas salvadoreños, es promover a profundización del carácter revolucionario de nuestro Partido, de sus bases combativas y heroicas, de sus cuadros y dirigentes. Sería un gravísimo error tomar ahora el camino hacia un tipo de reformismo calculando triunfar con la ayuda del imperio.
Nuestras concepciones deben ajustarse a nuevas realidades
Plantea que “si estamos convencidos que el socialismo será el futuro para América Latina, debemos aceptar el reto de renovarlo, de liberarlo de toda clase de dogmas y estrecheces, hacer del socialismo el ideal de las masas, su obra. Ello requiere desligar ese ideal del modelo del “socialismo real” ahora en crisis. Ese de4slidne tiene un punto de partida y un compromiso irrenunciable.”
“El punto de partida: reconocer que la fusión del Estado y el partido del socialismo no fue nunca la idea de los creadores del socialismo científico, ni deseada por los pueblos; reconocer asimismo que, peor aún, fundir en un solo puño el aparato administrativo del Estado, el partido , la propiedad de los medios de producción y distribución, el ejército, los órganos de seguridad, las organizaciones sociales, el arte y a cultura, es estatismo, verticalismo, autoritarismo, burocratismo, no socialismo auténtico.”
“El compromiso irrenunciable: las revoluciones deben ser defendidas inclaudicablemente, el socialismo debe ser defendido, incluso este “socialismo real” defectuoso debe ser defendido, pero al mismo tiempo rectificado…Al socialismo solamente s ele puede defender renovándolo, lo cual implica compartir esta tarea con el pueblo, abrir a éste la posibilidad de participar en su crítica y reestructuración.”
Asegura que “la justeza y popularidad del sistema socialista debe ser tal, que cualquier grupo o partido sólo pueda sr fuerte si está pro el socialismo y lucha por perfeccionarlo. Esto solo pude lograrlo el socialismo desestatizado, el socialismo socializado, en manos de la sociedad civil, basado en múltiples formas de propiedad y autogestión social.”
Con una franqueza desacostumbrada opina que “el PCUS se asemeja cada vez más a una masa amorfa, conflictuada y próxima a dividirse. Su Congreso extraordinario, a realizarse en los primeros días de julio próximo, le dará también al oportunidad de autocriticarse a fondo, no sólo por los errores del pasado, anteriores a la perestroika, sino por los errores del presente y de la misma perestroika.”
Nuestra tarea
Reflexiona Schafik que “las características de nuestro Partido, su estilo, deberán cambiar: la democracia partidaria debe ensancharse, el centralismo debe mantener la cuota indispensable en las condiciones de la guerra revolucionaria en que estamos participando, junto a todos nuestros hermanos revolucionarios del FMLN. Nuestra concepción de vanguardia y hegemonía revolucionaria deberán imbuirse profundamente de la idea de que solo pueden realizarse desde la indisoluble vinculación con las masas, fundidos los revolucionarios con ellas, promoviendo y elevando su iniciativa, desde abajo, su autogestión, aun cuando la revolución hubiera triunfado y tenga el poder en sus manos.”

Reconoce el dirigente comunista que “nuestros actuales vínculos con las masas, nuestros enfoques de trabajo junto con ellas, son insuficientes., bastante sectarios todavía. Hemos empezado a realizar un trabajo más amplio, que contribuye al reagrupamiento ya en marcha del movimiento popular, del sujeto social del cambio. Sólo así pude desarrollarse una democracia con justicia social, ilimitadamente participativa, superarse el esquema de la democracia formal, puramente representativa y limitada por los intereses de la burguesía y el imperialismo.”

Y concluye Schafik esta larga presentación del 60 Aniversario del PCS con dos ideas básicas. La primera relacionada con el reconocimiento autocrítico que en este recorrido histórico “me fui montando en los filos brillantes de la actuación de nuestro Partido, de los comunistas, tenemos también plena conciencia de los momentos grises, oscuros y erróneos de nuestra vida.”

Y el segundo, exhorta a “opinar sobre toda esta temática que está en debate. Los enemigos del proceso revolucionario…están sacando de sacar el máximo provecho de este momento de crisis en el socialismo y de confusión, de este momento en el que hay un vacío teórico, ideológico y político que todavía no se llena…La principal fortaleza de los revolucionarios está en su firmeza, en su vinculación y comunicación con el pueblo, en su confianza en las masas, en su capacidad creativa, en que pueden pensar. Y hay que desatar esas capacidades, hay que intercambiar opiniones.”

Y finaliza Schafik asegurando que “si no hay discusión, si no hay intercambio, se produce el estancamiento. Esta es una verdad que la humanidad aprendió dese la época de la Grecia antigua.”

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