¿Quién gobernaría, Funes o el FMLN?
Joaquín Villalobos*
Martes, 30 de Diciembre de 2008
Oxford, Inglaterra.
En política hay dos tipos de mentiras, la más común es el incumplimiento de promesas, pero la más peligrosa es cuando un partido que se presenta como demócrata se vuelve dictatorial al llegar al gobierno. Esto ocurrió recientemente en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, donde los partidos ganadores ofrecieron preservar la unidad, mantener relaciones armónicas con EE.UU., respetar la Constitución, la propiedad privada y la libertad de expresión; pero al llegar al gobierno dividieron a sus países, modificaron las constituciones, se declararon enemigos de EE.UU., han cerrado medios de comunicación, persiguen opositores, expropian empresas e irrespetan libertades.
El FMLN es hermano político de quienes gobiernan estos países y tiene dos programas, uno, casi igual al de ARENA, que presenta en las elecciones junto a quienes define en sus documentos oficiales como “aliados temporales”, y otro que llama la “Revolución Democrática hacia el Socialismo”.
La política no es sólo un asunto de intenciones, sino de realidades que resultan de la fuerza social organizada que se tiene, de la historia, de la experiencia, de la ideología que mueve a individuos o grupos y del contexto nacional e internacional que se vive. Daniel Ortega ganó las elecciones nicaragüenses con la consigna “el amor es más fuerte que el odio”, sin embargo realizó un fraude electoral y pretende quedarse en el poder basado en cinco realidades: el FSLN tiene el monopolio de la violencia callejera mientras el resto de los nicaragüenses no quieren violencia; el ejército no le dará un golpe de Estado; EE.UU. no organizará otra guerra contra los sandinistas; la comunidad internacional no quiere matar de hambre a Nicaragua y Ortega piensa que puede apoyarse en Venezuela o Rusia para sobrevivir.
El FMLN bajo el control del Partido Comunista
En países como los nuestros el valor de la ley es relativo. El FMLN podría comenzar como gobierno moderado y luego destaparse como un gobierno autoritario. El FMLN es el único partido que tiene grupos dispuestos a usar la violencia. Muchos de quienes votaron por Chávez, Correa, Evo Morales y Ortega nunca pensaron que perderían libertades. ¿No podría acaso ocurrirles lo mismo a quienes voten por Funes? El presidente de Ecuador era más moderado, con mayor experiencia y formación académica que Funes, y ahora parece un agitador callejero y no un jefe de Estado.
El FMLN está bajo control del Partido Comunista, una estructura ideológica cerrada con características de secta religiosa, que utiliza métodos pacientes de penetración, reclutamiento y adoctrinamiento. Han dominado la Universidad Nacional por más de medio siglo. Se apoderaron en los años 60 del Partido Acción Renovadora (PAR) y en los 70 del Partido Unión Democrática Nacionalista (UDN). En los 80 infiltraron una iglesia evangélica europea y ahora la dominan con “pastores comunistas”. Eran la organización de izquierda más pequeña y combatieron muy poco en la guerra, sin embargo, firmada la paz, lograron tomarse completamente el Frente.
Esta historia se ha repetido con diputaciones, alcaldías, cargos del Tribunal Supremo Electoral, Poder Judicial, organismos no gubernamentales, sindicatos y gremios profesionales. Funes no podría dominar a los comunistas que viven su momento de mayor fuerza en sus 80 años de historia.
Funes no tendrá control del gobierno
Funes pondrá los votantes, pero éstos no son una fuerza organizada. El candidato no tendría diputados, todos son comunistas y para influir sobre el Poder Judicial se necesitan diputados. Tampoco tiene Funes alcaldes ni bases o dirigentes en el partido; sin embargo, no podría dejar al Frente fuera del gabinete. Los ministros y funcionarios del Frente obedecerían a su partido y no a Funes. Es decir que el FMLN tendría el control de la fracción legislativa, parte del Poder Judicial, alcaldías importantes, y una porción del gabinete.
Podrían presionar al presidente desde fuera y desde adentro y terminarían así gobernando al país. No importa lo que ahora diga el candidato, el FMLN sabe que Funes no tendría más alternativa que obedecerles. Lo peor es que terminemos como Nicaragua y lo menos peor es que tengamos un presidente paralizado por peleas adentro del gobierno con el Frente y afuera de éste con ARENA, todo en el contexto de una severa crisis económica mundial y de graves amenazas a la seguridad. Funes puede ganar las elecciones, pero no hay que ilusionarse, no podría hacer un gobierno ni siquiera regular.
Si Funes ganara las elecciones el FMLN tomaría control de posiciones estratégicas como el Ministerio de Gobernación y las instituciones de trabajo social territorial para fortalecer su organización partidaria; de la Policía Nacional Civil para transformarla en un cuerpo ideológico; del Organismo de Inteligencia del Estado para convertirlo en una estructura de guerra política con el apoyo cubano; del Ministerio de Relaciones Exteriores para alinear al país con Chávez, y del Ministerio de Educación para adoctrinar a gran escala a maestros y jóvenes.
Bienestar de salvadoreños no depende de redentores
En el Ministerio de Hacienda, la Superintendencia del Sistema Financiero y la Corte de Cuentas tomarían puestos claves para obtener información. Ampliarían su poder sobre el Tribunal Supremo Electoral, comprando con petrodólares al tercer partido, y continuarían su labor de penetración y reclutamiento sobre el Poder Judicial. A la Fuerza Armada la infiltrarían y depurarían para controlarla. En síntesis, ampliarían su fuerza de lucha callejera y le garantizarían impunidad, todo esto lo combinarían con capacidad para neutralizar, chantajear y amenazar a empresarios, opositores, periodistas e incluso al propio Funes y sus amigos. Una vez teniendo ese poder podrían hacer lo que quieran con la economía, la política y la prensa. Lo anterior no es una especulación, es el modelo bolivariano de poder.
He recibido numerosas amenazas a muerte por criticar al FMLN, pese a que la principal conquista de quienes combatimos contra los gobiernos autoritarios fue que los salvadoreños pudieran pensar, hablar y criticar como quisieran sin sentirse amenazados en sus vidas y tranquilidad. Durante 14 años de paz estos derechos han estado vigentes. Una victoria del FMLN no es sólo riesgo de un mal gobierno, es una amenaza a derechos que costaron muchas vidas. La intolerancia y violencia del FMLN es obvia, Funes no conoce al Frente, ni puede controlarlo, y él mismo es intolerante cuando rechaza hablar con los periodistas que lo critican. Funes podría implicar un retorno al pasado de opositores perseguidos, exilados o muertos, tal como está ocurriendo en Venezuela o Nicaragua.
Este no es momento de tender puentes, ni de hacer halagos al FMLN para comprar seguridad, es momento de ejercer el derecho de crítica para hacer valer la tolerancia. El bienestar de los salvadoreños no depende de redentores, sino de la existencia de instituciones, derechos y libertades.
*Columnista de El Diario de Hoy.